Colegio Sagrada Familia

2009

Palabras desde el Colegio Sagrada Familia ... un aporte para reflexionar

Hace ya algo más de 55 años que nuestro Colegio Sagrada Familia, enclavado en el corazón de nuestro querido Villa Urquiza, viene intentando ofrecer a los niños, los jóvenes y las familias del barrio una educación humanizadora y generadora de lazos y vínculos de familiaridad, afecto de calidad, fundada en la inspiración del Evangelio de Jesús y en las enseñanzas del Fundador de los Hermanos de la Sagrada Familia, el Hermano Gabriel Taborin. A la luz de sus intuiciones educativas, podemos perfilar los desafíos que debe afrontar hoy la tarea educativa, y que pueden ser un aporte que creemos valioso para repensar la misión de educar en nuestra sociedad de hoy.

Podemos sintetizar la figura del educador que emerge del carisma del Hermano Gabriel en tres puntos de tensión, que hay que mantener continuamente.

a) Una primera tensión que la compasión educativa solicita, es mantener una relación asimétrica con los jóvenes, pero manifestando que esta diferencia esta basada en una igual dignidad. La relación educativa, por su naturaleza, si quiere promover al otro, tiene que ser ejercida en un registro de asimetría: un profesor/educador no está sobre el mismo plano que un alumno, y mantener esta diferencia es condición necesaria para hacer crecer al otro. No se presta un buen servicio al otro, si se quiere ilusoriamente borrar la diferencia, (como el papá que juega a ser el amigo de su hijo adolescente).

Pero tal diferencia es de rol, no de valor. Todos deben percibir que los roles educativos son respetados, y que en el respeto de los diferentes papeles, entran en relación sobre la base de una igual dignidad: la de ser hijos e hijas de Dios.

b) Una segunda tensión concierne la voluntad de "formar", es decir de dar forma, sin por ello plagiar las personas. Un educador no es tal, si no se propone llevar a los jóvenes allí dónde ellos no irían nunca solos, y por lo tanto ejercer sobre de ellos una influencia real. Pero esta influencia tiene un límite: aspira a hacer que los otros sean autónomos y comportará un día la desaparición del propio educador. Cada acción educativa sabe que tiene un término, y sabemos que a menudo una acción educativa cumple su objetivo precisamente en el momento en el que el educador se aparta, desaparece.

c) Una tercera tensión es la que existe entre el dar y el recibir. Está claro que un educador, una educadora, por definición tiene que dar, da todo lo que tienen y lo que es. Pero la relación educativa no es nunca unidireccional: es siempre bidireccional, como toda relación sana. La ciencia nos ha llevado a comprender que también el cordón umbilical es bidireccional: mientras la mamá hace al niño, el niño hace a la madre, lleva a la mujer a convertirse en madre. Los muchachos aprecian a los educadores que dan todo, pero aprecian más y son ayudados sobre todo por los educadores que, además de dar, también saben recibir de ellos. ¿Será quizás equivocado decir que cada uno de nosotros ha crecido más cuándo ha tenido ante de sí personas que han sabido acoger lo que les hemos dado, más que a la inversa?

La relación educativa inspirada en el carisma del Hermano Gabriel debe ser fiel al nombre que él lleva: el de hermano. Se trata de una relación fraterna: ser hermanos y hermanas de los jóvenes y decirles que se los ama, pero también decirles que uno se siente amado por ellos. Es, pues, una relación de recíproca educación: nosotros los educamos a caminar, ellos nos educan a permanecer en camino, a no cerramos en nuestros esquemas, a continuar disponibles a las novedades de que ellos son portadores.

Es el pequeño aporte que queremos compartir con todos ustedes desde nuestro camino comunitario del Sagrada Familia.

Un fuerte abrazo.

Publicado en 2009. Revista Comisión Permanente Centenario de Villa Urquiza