Introducción

Epicuro fue un filósofo griego que se interesó especialmente por la felicidad. En el año 306 a.C., Epicuro fundó en Atenas su Jardín, un lugar donde vivió rodeado de amigos enseñando su filosofía. Aunque sabemos que escribió muchas obras (se cree que más de trescientas), casi todas se han perdido. De entre las pocas obras de Epicuro que se conservan, destaca la Carta a Meneceo.

La felicidad

¿Qué nos hace felices? Las primeras respuestas que vienen a la mente son claramente insuficientes.

Solo se necesita una pequeña reflexión para demostrar que el dinero, la fama o la salud física no son necesarios ni suficientes para vivir una vida feliz.

¿Eran felices nuestros antepasados sin dinero?

¿Nos hacen felices los objetos que tenemos? Depende...

¿Nos hace felices el dinero? Depende...

¿Nos hace felices la fama? ¿Es una felicidad duradera?

¿Es la salud necesaria para la felicidad?

La propuesta de Epicuro

Epicuro se ocupa de una pregunta central: ¿cómo lograr la felicidad?

    • ¿Qué nos hace felices? Muchas cosas, pero todas tienen un ingrediente común: que las deseamos. Sin el deseo por ellas, las cosas no nos harían felices.

    • ¿Qué nos hace felices? Satisfacer nuestros deseos, pues satisfacerlos nos produce placer.

    • Por el contrario, no satisfacer nuestros deseos nos produce dolor.

El placer

Epicuro reduce la multitud de deseos y cosas que nos hacen felices a un ingrediente común presente en todos ellos: el placer que nos producen. Pero ¿qué es el placer?

    • El placer es una sensación. Las sensaciones son algo subjetivo, propio de cada persona que no puede compartirse con otras.

    • La sensación de placer tiene grados: puede ser muy intensa o más débil.

    • La sensación de placer dura un tiempo determinado: hay placeres momentáneos y placeres duraderos.

    • La sensación opuesta a la de placer es la de dolor, también tiene distintos grados y duraciones.

En resumen, Epicuro afirma que la felicidad está en el placer:

felicidad = placer

En Ética, llamamos hedonismo a la teoría que afirma que el placer es lo único bueno (bueno = placentero), el placer es lo único que nos proporciona la felicidad.

Por tanto, Epicuro es un hedonista.

Los deseos

Los deseos están en el origen del placer: si no deseamos algo, no disfrutaremos de ello cuando lo tengamos.

Si una vida feliz es una vida plena de placeres (y una vida infeliz es una vida llena de dolores), entonces a la vista de este diagrama vemos que hay dos claves para lograr la felicidad:

    • Controlar nuestros deseos, suprimiendo aquellos que no podamos satisfacer o que su satisfacción a la larga nos produzca otros dolores. Para ello, Epicuro estudia nuestros deseos: su origen, si son necesarios o podemos prescidir de ellos y la duración de los placeres que produce en nosotros su satisfacción.

    • Acertar en nuestras acciones. Aprendiendo de la experiencia y de otras personas a hacer lo que nos lleva al éxito y a evitar el fracaso. Epicuro también estudia cómo debemos razonar y calcular que acciones son las que nos producirán placeres más duraderos.

Origen de nuestros deseos

Nuestros deseos tienen dos orígenes:

  • Nuestro cuerpo: el hambre o la sed son deseos que nos mueven con fuerza a actuar. Y cuando logramos satisfacerlos, ello nos produce un gran placer. Nuestro cuerpo también nos pide descanso, en ocasiones deseamos no hacer nada y quedarnos tumbados todo el día.

  • Nuestra mente: somos animales sociales, y necesitamos del contacto con otras personas. Disfrutamos del afecto de nuestros seres queridos. Nuestra mente también nos hace desear ser famosos o tener poder para mandar sobre otros.

Clasificación de nuestros deseos

Tanto nuestro cuerpo como nuestra mente son fuente de deseos, de muchos deseos. No es fácil que podamos satisfacerlos todos, debemos dar prioridad a unos frente a otros. También debemos controlar algunos deseos, pues intentar satisfacerlos puede hacernos infelices. Epicuro propone clasificar nuestros deseos, y con ellos los placeres que producen, en dos tipos:

    • Naturales. Son naturales los placeres que nos producen la satisfacción de deseos que surgen de nuestra naturaleza. Somos seres con unas características específicas y nuestra naturaleza nos hace desear ciertas cosas. Pero no todos los deseos que surgen de nuestra naturaleza son igual de necesarios:

      • Naturales y necesarios: Nuestro cuerpo nos hace desear ciertos alimentos. Nuestra mente nos hace desear la compañía de otros seres humanos. Si no logramos satisfacer estos deseos, nuestra existencia está en peligro: podemos morir de hambre, podemos no desarrollarnos plenamente como seres humanos.

      • Naturales pero no necesarios: Nuestro cuerpo nos hace desear comer o dormir más de lo necesario. Nuestra mente nos hace desear tener muchos y buenos amigos. Pero podemos sobrevivir sin comer o dormir tanto. Podemos sobrevivir sin amigos.

    • No naturales. Todos aquellos placeres que provienen de deseos creados artificialmente: inventados en algún momento y reproducidos después dentro de una sociedad. Algunas personas desean tener un coche o un teléfono móvil, otras ni siquiera saben qué son esas cosas. Algunas sociedades dan mucha importancia a la fama o a la acumulación de riquezas, otras no inculcan esos deseos en sus miembros.

A la vista de esta clasificación, Epicuro nos aconseja que:

    1. Tratemos de satisfacer en primer lugar nuestros deseos naturales y necesarios. Nuestra vida depende de ello.

    2. Tratemos de satisfacer en segundo lugar los deseos naturales pero no necesarios, siempre que ello sea posible sin acarrearnos otros inconvenientes y sin poner en peligro la satisfacción de los deseos naturales y necesarios. Para lograr esto, Epicuro nos dará algunos consejos para elegir bien.

    3. Evitemos los placeres no naturales. Al no ser placeres relacionados con nuestra naturaleza, son superfluos. Podemos vivir sin satisfacerlos. Pueden y en opinión de Epicuro deben ser suprimidos, ignorados por nuestra razón. Y podemos lograrlo pues igual que han entrado en nuestra mente a través de influencias externas, podemos expulsarlos de ella mediante nuestro poder de razonamiento.

Duración de los placeres

Además de clasificar nuestros deseos según su origen (cuerpo o mente) y su naturaleza (naturales o artificiales), Epicuro añade una tercera manera de clasificar nuestros deseos y los placeres que resultan de ellos:

    • Placeres breves pero intensos. Como disfrutar de un vaso de agua cuando estamos sedientos, o disfrutar estrenando algo nuevo. Este tipo de placeres no son duraderos y el deseo por ellos vuelve pronto: volvemos a estar sedientos si no volvemos a beber, volvemos a querer estrenar algo nuevo cuando nos hemos acostumbrado a lo que estrenamos antes.

    • Placeres duraderos y crecientes. Como disfrutar haciendo deporte o disfrutar de la compañía de amigos. Este tipo de placeres se mantiene durante mucho tiempo y el deseo por ellos también se mantiene constante, sin sufrir altibajos.

Podemos hacernos una idea de la evolución en el tiempo de estos dos tipos de placeres si representamos gráficamente la intensidad del placer según pasa el tiempo.

El placer de estrenar algo nuevo es muy intenso el primer día, pero luego decrece en las semanas siguientes hasta desaparecer después de unos meses. Entonces vuelve a aparecer el deseo por estrenar otra cosa. Para satisfacer una vez más este deseo, necesitamos volver a gastar dinero para comprar algo nuevo.

En cambio, el placer de disfrutar de la compañía de amigos va creciendo según conocemos mejor a nuestros amigos. Si la amistad es sincera, no sufrirá grandes altibajos. Además, es un placer duradero en el tiempo:

Reglas para elegir y actuar bien

Ya conocemos la gran variedad de deseos y placeres asociados a ellos. Hemos visto que algunos deseos tienen su origen en nuestro cuerpo mientras que otros son más propios de nuestra mente. También hemos clasificado los deseos según sean naturales o artificiales. Los naturales pueden ser necesarios para nuestra vida o innecesarios. Los artificiales son todos innecesarios. Por último, hemos clasificado los placeres según su duración: breves e intensos unos, prolongados y estables los otros.

Entre tanta variedad, ¿cómo elegir nuestros placeres? ¿qué deseos tratar de satisfacer y cuáles otros ignorar? Una vez elegidos ¿cuál es la mejor manera de alcanzarlos? ¿cómo actuar para lograr satisfacer los deseos que nos hacen disfrutar?

Epicuro nos ofrece algunas reglas generales para elegir qué placeres buscar y también para satisfacer del mejor modo nuestros deseos.

Disponibilidad, sencillez

Cuando se trata de satisfacer deseos que son necesarios para nuestra vida, es claro que debemos tratar de satisfacerlos. No podemos ignorarlos o suprimirlos salvo que no queramos vivir. Por ejemplo, es necesario alimentarnos y descansar. Pero ¿hay mejores y peores maneras de alimentarnos y descansar? Epicuro piensa que sí: Es mejor satisfacer nuestras necesidades de la manera más sencilla posible.

  • Si necesitamos calmar nuestra sed, mejor con agua que con un refresco. ¿Por qué? Porque el agua es la manera más sencilla de calmar la sed: es más barata y es más accesible que los refrescos. Si nos acostumbramos a calmar nuestra sed bebiendo refrescos, cuando sólo podamos beber agua no sentiremos el mismo placer que si nos hemos acostumbrado a beber agua. Es posible que incluso sintamos disgusto, que no disfrutemos del agua fresca por habernos acostumbrado a los refrescos.

  • Si necesitamos descansar, de nuevo es mejor acostumbrar nuestro cuerpo a un colchón y almohada sencillos en lugar de acostumbrarlo a otros más exclusivos. De este modo, cuando tengamos que dormir en otros lugares, no estaremos a disgusto porque nos falten nuestro colchón y almohada más exclusivos.

Satisfacer nuestros deseos más básicos de forma sencilla tiene otra ventaja: cuando podemos disfrutar de lujos o lo disfrutaremos más.

Moderación

Una segunda regla que nos ofrece Epicuro es la moderación: no debemos excedernos en la satisfacción de los deseos naturales. Y esto se aplica tanto a los deseos naturales más necesarios como a los menos necesarios:

    • Si sentimos hambre, debemos comer. Pero podemos comer unos alimentos u otros. La recomendación anterior de disponibilidad y sencillez se aplica aquí perfectamente. Pero además de elegir alimentos sencillos y de fácil acceso, debemos evitar comer en exceso. Si nos acostumbramos a comer mucho, cuando no tengamos abundancia de alimentos sentiremos que nos falta comida y seremos infelices. Por el contrario, si nos acostumbramos a comer sólo lo necesario para calmar nuestra hambre, no sentiremos dolor o disgusto cuando tengamos pocos alimentos.

    • Debemos descansar, pero evitando dormir en exceso. La falta de moderación nos conducirá a sufrir cuando tengamos que madrugar. Por el contrario, si nos acostumbramos a levantarnos pronto, no sufriremos tanto cuando tengamos que madrugar.

    • Si disfrutamos jugando con la consola, mejor hacerlo con moderación. No siempre tendremos el tiempo ni el lugar para hacer todo el deporte que queramos. Mejor jugar con medios sencillos y disponibles (y no con un mando caro o en un monitor de última generación), y además poner un límite al tiempo al juego. Si nos acostumbramos a jugar sin moderación, luego sentiremos dolor cuando no podamos dedicarle todo el tiempo al que nos hemos acostumbrado.

Al igual que sucedecon la regla de la disponibilidad, la regla de la moderación tiene un segundo efecto positivo: disfrutaremos más cuando podamos dedicarnos más a esos placeres que normalmente disfrutamos de forma moderada:

  • Si estamos acostumbrados a comer poco, disfrutaremos más el día de los banquetes cuando podamos comer más.

  • Si estamos acostumbrados a jugar con límite, disfrutaremos más los días de vacaciones cuando podamos jugar más.

Evitar placeres momentáneos que luego acarrean infelicidad

Siempre que pensemos en actuar para lograr un placer, debemos preguntarnos por las consecuencias a medio y largo plazo. No prever las consecuencias de nuestras acciones es causa de muchas infelicidades.

Esta regla se aplica a todo tipo de placeres:

    • El placer de comer dulces acarrea caries, diabetes y obesidad.

    • El placer de dormir en un colchón excesivamente blando acarrea dolores de espalda.

    • El placer de una tarde sin estudiar acarrea peores resultados, recuperaciones y trabajo extra.

Epicuro nos insiste en razonar antes de actuar, sopesando los placeres y dolores de nuestras acciones. A veces es mejor no satisfacer un deseo.

Aceptar algún dolor a cambio de mayor felicidad

Puede parecer una contradicción que la misma persona que afirma que la felicidad consiste en disfrutar de la vida nos diga que en ocasiones debemos padecer algunos dolores. Pero no se trata de padecer sin más, sino de aceptar algún padecimiento a cambio de obtener luego mayores placeres, o de evitar males mayores:

    • Hacemos la tarea desagradable de limpiar nuestras botas a cambio del placer de una excursión al campo.

    • Pelamos las patatas para luego disfrutar de una rica tortilla.

    • Mejor el dolor del pinchazo de la vacuna que padecer una larga enfermedad.

    • Mejor el dolor del dentista antes que padecer un terrible dolor de muelas.

Nuevamente, Epicuro nos insiste en razonar antes de actuar, sopesando los placeres y dolores de nuestras acciones. A veces es mejor aceptar un dolor o hacer un sacrificio.

Preferir placeres duraderos

Obtener un placer requiere de nosotros alguna acción pues raramente los placeres llegan a nosotros sin esfuerzo. Este esfuerzo puede ser físico (como cuando subimos la compra a casa) mental (estudiar para aprobar un examen) o económico (ahorrar). A cambio de este esfuerzo deberíamos intentar conseguir el mayor disfrute posible. Por tanto, Epicuro nos aconseja esforzarnos a cambio de placeres duraderos, que nos proporcionen felicidad durante largo tiempo, y evitemos placeres de corta duración incluso cuando sean intensos. Por ejemplo:

    • Mejor invertir nuestro dinero en unas botas para disfrutar del campo muchas veces que gastar ese dinero dándonos un atracón de comida o comprando una serie o un partido de fútbol que disfrutaremos un día.

    • Mejor usar nuestra inteligencia aprendiendo a tocar un instrumento musical que emplearla aprendiendo a ganar en un juego: una vez hemos ganado, no disfrutaremos volviendo a jugarlo. En cambio, disfrutaremos cada vez que toquemos nuestro instrumento.

    • Mejor usar nuestras energías partiendo leña para luego estar calientes varios días que salir a montar en bicicleta.

Ser autosuficientes para conservar nuestra libertad

Cada una de las anteriores reglas o recomendaciones quiere ayudarnos a elegir bien para alcanzar la máxima felicidad, lo que para Epicuro es lo mismo que decir para alcanzar el máximo disfrute. Las anteriores reglas asumen que podemos elegir, que somos libres para elegir nuestras acciones. Si no fuésemos libres, si estuviésemos obligados, no tendría mucho sentido preocuparnos por elegir bien. Quien es esclavo no puede elegir lo que desea hacer y por tanto no puede llevar una vida feliz.

La importancia de mantener nuestra libertad y tratar de aumentarla para así poder elegir mejor es el tema de esta última recomendación. Ser autosuficiente, no depender de nada ni de nadie, es para Epicuro una meta a tratar de conseguir, porque quien no depende de nada ni de nadie es máximamente libre.

Sin llegar al extremo de la esclavitud, perder parte de nuestra libertad nos obliga a hacer o aceptar cosas con las que no disfrutamos. Muchas veces, esta pérdida de libertad, y la infelicidad que ésta acarrea, no son evidentes al comienzo, incluso Por ejemplo:

  • Quien desarrolla una adicción a una sustancia.

  • Quien pide un préstamo que luego no puede pagar.

  • Quien sólo vive para conseguir "likes".

No es casual que estos ejemplos estén vinculados a places artificiales, completamente innecesarios. El placer inicial que provocan algunas sustancias, el disfrute de objetos lujosos y el placer de la fama son ejemplos de placeres no naturales, superfluos, que con frecuencia nos conducen a la infelicidad. Epicuro aconseja evitar estos placeres precisamente por la falta de libertad que suelen acarrear, pues nos hacen dependientes de algunas sustancias, de quien nos ha prestado el dinero, de quienes nos pueden dar y quitar la fama.

¿Qué necesitamos para tener una vida feliz?

Podemos resumir todos los consejos para elegir y actuar bien y además concretarlos algo más si comprendemos la respuesta de Epicuro a qué cosas son necesarias para llevar una vida feliz. No son muchas, pero no son fáciles de alcanzar:

    1. Amistad. Los seres humanos somos animales sociales, y Epicuro considera que la amistad es la relación social más perfecta: proporciona disfrute y ayuda pero no coarta nuestra libertad.

    2. Libertad. Sin libertad no podemos elegir y cuando nos podemos elegir sino que somos obligados, con frecuencia el resultado es dolor e infelicidad.

    3. Reflexión. Aplicando nuestra capacidad de razonar podemos elegir los mejores placeres y la mejor forma de satisfacerlos.

Críticas al epicureísmo

Recordemos que el epicureísmo afirma que:

    1. Bueno = Placer y Malo = Dolor. Aunque en ocasiones Epicuro nos aconseje no elegir el placer y aceptar el dolor, la razón es que de ese modo obtendremos después un placer mayor. Debemos calcular racionalmente y a largo plazo cuál es la decisión que más nos conviene, pero siempre desde el punto de vista de obtener el máximo placer y el menor dolor posibles.

    2. Tanto los placeres como los dolores que debemos tener en cuenta en nuestros cálculos son los que nos afecten a nosotros personalmente, pues Epicuro en ningún momento nos pide que tengamos en cuenta los placeres y dolores de otras personas.

Uniendo estos dos puntos, podemos decir que el epicureísmo es un hedonismo egoísta:

Hedonismo egoísta: teoría que afirma que lo mejor para cada persona es el placer que esa persona pueda sentir. Una vida buena es una vida feliz, y la felicidad se encuentra en el disfrute personal.

Ambos puntos pueden ser criticados, al menos en algunas ocasiones:

    • No creemos que debamos elegir siempre aquello que nos agrada. Por ejemplo, podemos creer que tiene mérito hacer arte o investigar la naturaleza aunque ello no nos agrade. Habitualmente el artista y el científico disfrutan con lo que hacen, pero también creen que aunque no les agradase, o aunque hubiese algo con lo que disfrutasen más, prefieren el arte o el conocimiento al puro placer. No siempre lo bueno es lo placentero o al menos no siempre lo mejor es lo más placentero. Hay cosas que son buenas con independencia de que sean más o menos placenteras o que son buenas por algo más que por el puro disfrute que sentimos.

¿Dedicar el tiempo libre a investigar?

¿Dedicar el tiempo libre a pasear?

  • No creemos que debamos elegir siempre el placer propio, en ocasiones creemos que tiene mérito elegir el placer ajeno. Llamamos altruismo a la conducta que consiste en sacrificar el placer (o el beneficio) propio en favor del ajeno. No siempre debemos elegir aquello que nos proporcione a nosotros el mayor placer posible. Con frecuencia creemos que debemos hacer algo por el bienestar de los demás.

Conclusión

Es posible criticar al epicureísmo cuando esta teoría ética se aplica a situaciones en las que nuestras acciones afectan a otras personas: nuestro placer o dolor no es el único factor a la hora de elegir.

Pero la teoría de Epicuro mantiene su valor en situaciones en las que nosotros somos los únicos o los principales afectados. Buscar el placer, huir del dolor y razonar a largo plazo sobre los distintos placeres que la vida nos puede ofrecer siguen siendo buenos consejos para dirigir nuestra vida.

Epicuro