Esta declaración es un claro precedente de la Declaración Universal de Naciones Unidas. Establece la libertad y la igualdad como derechos naturales de todos los hombres. De modo similar a la declaración americana, establecen las libertades civiles básicas para participar en el gobierno, y establecen que la soberanía radica en la nación, no en un soberano.
Sin embargo, la Declaración francesa no tuvo impacto universal, ni siquiera se extendió a las colonias francesas. Sólo amparaba los derechos de los ciudadanos franceses varones pero excluía a las mujeres.
Durante el siglo XIX, la lucha por los derechos los fue extendiendo a la totalidad de ciudadanos. No sólo los hombres ilustrados y ricos, sino también los menos educados, los trabajadores, los hombres y las mujeres.
Esta lucha por los derechos universales se manifiesta claramente en el derecho al voto.
Inicialmente, tras las Revoluciones francesa y americana, el derecho al voto estaba restringido a un grupo reducido de personas: hombres blancos, ricos y educados. A lo largo del siglo XIX y por fin triunfando en el siglo XX, se alcanzó el sufragio universal en la mayoría de países.
Como forma de defenderse de las condiciones de explotación vigentes en el siglo XIX, la huelga laboral fue una de las herramientas empleadas por los trabajadores de los paises industrializados. Junto con el derecho a sindicarse, el derecho a la huelga sirvió para mejorar las condiciones de trabajo, como:
Reducción de la jornada de trabajo a ocho horas. Conseguida en los países más avanzados (Europa y América del Norte) a comienzos del siglo XX y celebrada anualmente en el Día del Trabajo. En España, se logró en 1919.
Derecho a vacaciones pagadas.
Dentro de la lucha por el sufragio universal iniciada en el siglo XIX, tiene especial importancia el derecho al voto para las mujeres, el sufragio femenino. Éste derecho se alcanzó en la gran mayoría de países a lo largo de la primera mitad del siglo XX.
Durante el siglo XX se han ido sucediendo las Declaraciones y Convenciones recogiendo los derechos fundamentales de todas las personas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que es la primera que incluye a las mujeres, es el ejemplo más sobresaliente, pero es una entre otras.