• Reseña del libro de Vicenç Furió, El arte del grabado antiguo. Obras de la Colección Furió, 2014. Por Juan Carrete.

Vicenç Furió, El arte del grabado antiguo. Obras de la Colección Furió. Prólogo de José Manuel Matilla. Barcelona, Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, 2014, 208 pp. 139 ilus.

Reseña publicada por Juan Carrete Parrondo en Matéria. Revista internacional d'Art, 9 (2015) 194-196.

El autor de este libro reúne una doble faceta en su relación con el arte del grabado, es profesor de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona y coleccionista de grabados (estampas) antiguos. Pero en esta ocasión el profesor Furió se nos presenta como connaisseur, conocedor, del grabado antiguo, actividad bien conocida desde el siglo XVIII y cuya definición nos proporciona el ilustrado y teórico del arte Francisco Martínez d'Acosta, en su Prontuario artístico ó diccionario manual de las Bellas Artes, Pintura, Escultura, Arquitectura, Grabado, &c. (Madrid, Viuda de Escribano, 1788, pág. 85). "Conocedor: Es una persona que juzga sanamente de las producciones de las bellas artes, y que tiene un gusto natural perfeccionado por la freqüencia de hombres hábiles, buenos libros, y por el hábito de vér excelentes trozos."

Es de destacar la labor de Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, editora de la obra, pues se trata de un libro necesario para fomentar el estudio de esta parcela de la Historia del Arte, puesto que es muy raro que las editoriales comerciales presten interés al arte gráfico. Se publica sobre arquitectura, escultura y pintura, pero muy poco sobre el arte del grabado.

El contenido de la obra comprende desde el siglo XVI hasta mediados del XIX, presentando y "utilizando" obras de más de cincuenta artistas que practicaron el arte del grabado, pertenecientes a las distintas escuelas europeas, entre los que se encuentran, Durero, Lucas de Leyden, Sadeler, Cort, Wierix, Goltzius, Ribera, Callot, Mellan, Rembrandt, Ostade, de la Bella, Nanteuil, Dupuis, Canaletto, G. Tiepolo, Piranesi, Maella, Goya, Turner, Fortuny, etc. En total podemos entrar en contacto visual con ciento treinta estampas, todas ellas pertenecientes a la colección del autor, la Colección Furió, quien afirma: "He escrito este libro por placer, por mi pasión por el mundo del grabado antiguo y con el deseo de divulgar y compartir conocimientos" (p. 17). El libro nos ofrece, en palabras de José Manuel Matilla, autor del prólogo, "de un modo ameno, un instrumento para aprender deleitando".

El profesor Furió no es la primera vez que se encuentra con la tarea de crear un libro en el que el grabado es el protagonista. En el año 2008 y con ocasión de la exposición L'imatge de l'artista. Gravats antics sobre el món d'art, que tuvo lugar en la Fundació Caixa Girona, se publicó un libro con el mismo título, en el que se presentaban por medio de estampas aspectos relativos al mundo del arte y del artista.

Lo más relevante de El arte del grabado antiguo es que enseña a mirar las estampas, que son producto de un complejo proceso, que comienza con un dibujo que se ha pasado por medio de distintas técnicas a una plancha de cobre o a un taco de madera, para posteriormente incidir con el buril, la punta seca o el mordido del aguafuerte, en el caso de las planchas metálicas, o las cuchillas cuando se trata de la madera, para conseguir su multiplicación por medio de las sucesivas estampaciones sobre hojas de papel. La difusión es la finalidad más singular y grandiosa del grabado, casi mágica, y la que propició la revolución del mundo de la imagen.

Para esta enseñanza el autor ha estructurado el libro en cuatro capítulos: "Apreciación y valores", "Pequeñas obras maestras", "Grandes estampas al buril" y "Luces, sombras y color". El primero de ellos trata sobre necesarias generalidades para los principiantes que se acercan al mundo del grabado, que van desde el correcto vocabulario a utilizar, las peculiaridades del papel, que es el soporte del grabado, las distintas técnicas del grabado calcográfico (buril y aguafuerte), las matrices, los estados, las tiradas, las copias, la estampación, para terminar con el complejo tema de la cotización en el mercado del arte.

En el capítulo dedicado a las llamadas "Pequeñas obras maestras" se estudian y analizan estampas de Durero, Leyden, Pencz, Aldegrever, Callot, Rembrandt, de la Bella, Ostende, Chodowiecki y Fortuny, que tienen todas en común ser de pequeño formato.

El siguiente capitulo lo dedica el autor a descubrirnos el grabado a buril: "Grandes estampas a buril", grandes, tanto cuantitativa como cualitativamente. Los autores representados son los manieristas: Cort, Goltzius, Sadeler, Muller, Saenredam y Guidi; además de los grabadores de la escuela francesa, con los que el grabado a buril alcanza la perfección: el virtuoso Mellan y los especializados en la reproducción de pinturas y retratos, Nanteuil, Pierre Drevet y Dupuis.

En cuanto al llamado grabado al buril no podemos separarlo del concepto talla dulce. La talla dulce no es, en sentido estricto, una técnica sino, más bien, un tipo de lenguaje visual resultado de la conjunción de dos técnicas de grabado calcográfico —el aguafuerte y el buril— y de un método normalizado para el trazado de líneas —la teoría de trazos—. Solo la imbricación de todos estos aspectos, unos de índole técnica, otros de carácter estético, permiten entender el concepto de talla dulce. La teoría de trazos se basa en el elemental principio de que las líneas próximas entre sí provocan mayor sensación de oscuridad que las distantes. Así se consiguen todos los tonos de la escala cromática. Las calidades y texturas de los objetos se alcanzan mediante los puntos y el entrecruzamiento de líneas. El resultado de esta sintaxis es una increíble malla de rombos.

El último capítulo lo dedica el autor a las "Luces, sombras y color". El grabado tiene la propiedad de que por medio de un solo color, el negro, y el blanco del papel, se consiguen infinitos matices de grises, que van desde el claroscuro a los potentes efectos de contraluz. Que se pueden alcanzar tanto por la técnica del buril y el lenguaje de la talla dulce, como se aprecia en algunas de las estampas de Durero, Goltzius, Bloemaert, Sadeler y Bolswert, como por medio del libre aguafuerte de Ribera, Rembrandt, Rosa, Castiglione y Lairesse. El entusiasmo del connaisseur Furió por Rembrandt es contagioso. También se presentan otras técnicas de grabado en las que el claroscuro es el protagonista: el aguatinta (Goya) y la manera negra (Turner y Martin). Pero igualmente se pueden descubrir otras formas de tratar la luz: la luminosidad ideal del paisaje, que queda ejemplarizada por medio de magníficas estampas de Ricci, Canaletto, Tiepolo y Piranesi. Concluye este capítulo con diversos ensayos que hicieron los grabadores para plasmar el color en las estampas, que van desde los camafeos de Carpi, Trento, Coriolano y Knapton, el grabado a la manera del lápiz de Watts y Demarteau, el grabado calcográfico con tantas planchas como colores de Janinet, para terminar con el grabado a color de Debucourt, realizado con una sola plancha entintada con diversos colores por medio de muñequillas. Como colofón se presentan algunas estampas de Fortuny.

En esta ocasión es obligado elogiar la materialidad del libro. Tanto la maquetación como la puesta en página han sido labores muy cuidadas, y el resultado una magnífica edición. En lo que se refiere a la preimpresion, las planchas están filmadas en trama 70, 175 líneas. Realizado por Agpograf (Barcelona), las páginas interiores están impresas en papel mate de 150 gramos, a 4+4 tintas con un barniz mate de protección. Para la impresión se ha utilizado una Heidelberg SM de 10 colores.

No obstante esta gran calidad fotomecánica, la reproducción de las imágenes necesariamente es por medio de la trama, no vemos la realidad. Así pues, la "visita" a este libro ha de servir de acicate para contemplar las estampas directamente. El autor lo dice claramente: "La visión directa de la obra de arte es insustituible" (p. 18). Es de necesidad el contemplar directamente la estampa, la tinta que por medio de la prensa o el tórculo ha pasado al papel.

Actualmente la forma más común de poder contemplar las frágiles estampas es por medio de las exposiciones. Buen ejemplo se puede tomar de la exposición que con una selección de las estampas originales de la colección Furió, recogidas en este libro, tuvo lugar en el Edificio Histórico de la Universidad de Barcelona en los pasados meses de enero y febrero de 2015, organizada por el Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y Cultura.

Coleccionar es enseñar.

Juan Carrete Parrondo