• Goya. Tauromaquia Primera tirada, 1816.
La increíble peripecia de la Tauromaquia de Goya
El Mundo 15 marzo 2017
P. Unamuno
http://www.elmundo.es/cultura/2017/03/15/58c8528ee5fdeada2f8b4653.html
Un lote completo de la primera edición de 'La Tauromaquia' de Goya, compuesta por los 33 grabados iniciales, se subastará en Londres en Sotheby's el 4 de abril 2017.
Un lote completo de la primera edición de La Tauromaquia de Francisco de Goya, compuesta por 33 grabados, podrá contemplarse la próxima semana en Madrid antes de ser subastada el 4 de abril por Sotheby's en Londres. El hallazgo de las obras se produjo de forma casual al encontrar los herederos de una familia de la aristocracia francesa un libro de contabilidad escogido para guardar las láminas debido a sus dimensiones perfectas.
La insólita historia de los grabados de Goya no es tan infrecuente como puede parecer y recuerda a la localización, también fortuita, de las 33 estampas de la primera edición de La Tauromaquia en la casa valenciana del pintor José Benlliure, que las guardaba en una carpeta semioculta en la mesa de su despacho. Aquellos dibujos se vieron muy deteriorados por la riada de octubre de 1957, pero han podido ser expuestos hace pocos años tras su restauración.
La serie que saca a subasta Sotheby's, y por la que estima obtener entre 352.000 y 590.000 euros, se encuentra en un estado de conservación «prácticamente impecable» y corresponde a la primera y única edición realizada en vida de Goya (entre 1815 y 1816) a partir de grandes láminas de cobre. Las 33 piezas recalaron en 1931 en el castillo de Montigny, donde han permanecido olvidadas por los descendientes del propietario original, Anne Adrien Pierre de Montmorency Laval.
Durante una inspección de la biblioteca de la familia se descubrió un volumen anodino colocado en la parte posterior de un anaquel. Se trataba de un libro de contabilidad -o libro mayor- con espléndidas encuadernaciones, de las que un primer registro sólo había consignado 90 litografías de H. Bellangé sobre militares franceses uniformados.
Al parecer nadie había llegado más allá de las dos páginas en blanco que separaban este material de los dibujos de Goya, que habían permanecido intactos en parte por ignorancia de sus propietarios y en parte porque habían sido pegados cuidadosamente en el álbum con toques de pegamento en las cuatro esquinas, una operación que pudo llevarse a cabo en la década de 1840, poco después de la muerte del Príncipe de Montmorency Laval. El libro mayor fue elegido quizá por su formato, puesto que las estampas cabían perfectamente sin cortar.
En su momento, Goya las puso a la venta a través de la prensa de Madrid a 10 reales la unidad y 300 el juego completo, un precio módico al parecer que, sin embargo, no animó a demasiados clientes. Como sostiene Javier Blas, ex director de Calcografía Nacional y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, «los coetáneos del artista (...) percibieron la inquietante tensión implícita en las imágenes. Tal vez fuera ésta la causa de su fracaso de venta», algo que no le pasó a la didáctica colección sobre el mismo tema de Antonio Carnicero.
De cualquier modo, Montmorency Laval era embajador de Francia en nuestro país cuando Goya estaba elaborando sus grabados. Adquirió el lote o bien lo recibió como regalo del rey Fernando VII, y con él se fue luego a sus siguientes destinos en Roma, Austria y Londres. En 1831 compró el castillo de Montigny, que mandó ampliar para exhibir todo el patrimonio artístico reunido durante su carrera diplomática.
A su muerte, todas las propiedades pasaron a manos de su hija y su yerno, Athanase de Lévis, marqués de Mirepoix, que asumió los títulos nobiliarios de la familia y cuyo nombre aparece en los registros vinculados tanto con las estampas de Bellangé como con los grabados de Goya encontrados en la biblioteca de Montigny.
Las obras que se subastarán en Londres se exponen los próximos días 21 y 22 de marzo en la sede madrileña de Sotheby's para quienes soliciten cita previa. Séverine Nackers, responsable de obra gráfica de Sotheby's Europa, considera que un descubrimiento como el actual «sucede una sola vez en la vida» y ha indicado que la familia ha querido sacarlo a la venta porque, como muchos propietarios de castillos en Francia, necesitan liquidez para mantener el suyo.
Además de este lote de rocambolesca procedencia, se conservan juegos completos de la primera edición de La Tauromaquia en diversas instituciones como el Ayuntamiento de Valencia, propietario de los grabados hallados en casa de Benlliure, o la Biblioteca Nacional de España, que conserva además la mayor parte de los dibujos preparatorios de la serie.
Después de esta primera edición, que se desconoce quién estampó para Goya, se han realizado otras siete 'tiradas', todas a cargo de Calcografía Nacional -la última en 1983- salvo la que realizó un grabador francés para E. Loizelet en París en 1876. A partir de ésta, a la colección se añaden siete piezas inicialmente descartadas por el pintor y que elevaban el total a 40.
En cuanto a las planchas de las que salieron los grabados, Juan Carrete y Jesusa Vega conjeturan que se quedaron en la Quinta del Sordo cuando Goya se trasladó a vivir a Francia, pasaron a propiedad de su hijo Javier, que las guardó en cajas hasta su muerte, y las malvendió Mariano Goya, su nieto. Ahí arranca otra peripecia que queda para otra ocasión.
Una primera edición de ‘La tauromaquia’, de Goya, aparece en un castillo francés
La colección, valorada en medio millón de euros, será subastada en Sotheby's
Madrid 11 MAR 2017 - 22:42 CET
Una primera edición completa de los grabados La tauromaquia, de Francisco de Goya, ha sido encontrada en la bibloteca de un castillo del norte de Francia, guardada dentro de un libro de contabilidad del siglo XIX después de 150 años de olvido, según ha publicado The Guardian. La serie, 33 grabados perfectamente conservados que se valoran en más de medio millón de euros, saldrá a subasta en la sala Sotheby's, en Londres, el próximo 4 de abril.
Los grabados de Goya fueron encontrados por los propietarios del castillo de Montigny, situado en el departamento de Eureure-et-Loir, a 100 kilómetros al Este de París, al realizar un inventario de su biblioteca, la primera revisión de los fondos en varias generaciones. En una de las estanterías encontraron un viejo libro de contabilidad que guardaba en su interior una colección de grabados militares franceses. La sorpresa estaba escondida unas páginas más adelante, donde apareció la serie completa de los grabados de Goya
En palabras del jefe del grabados de Sotheby's, Severine Nackers, es "un hallazgo que se produce una vez en la vida".
Los propietarios del castillo son descendientes del marqués de Laval, político y diplomático francés. Anne Adrien Pierre de Montmorency Laval (1768-1837) fue nombrado embajador en la corte de Madrid en 1814. Su estancia en España en los convulsos años del reinado de Fernando VII coincidió con la época en la que Goya emprendió la realización de los grabados de La tauromaquia. Se desconoce si la serie fue adquirida por el embajador o fue un regalo del rey español, como un retrato de Fernando VII que también forma parte del patrimonio familiar.
Los grabados salen ahora a la venta porque, explica Nackers, como la mayoría de los propietarios de castillos en Francia "necesitan invertir en el edificio".
SOTHEBY'S. LONDRES ABRIL 2017
PROPERTY FROM THE COLLECTION OF A FRENCH DUCAL FAMILY
Francisco José de Goya y Lucientes
LA TAUROMAQUIA (DELTEIL 224-256; HARRIS 204-236)
Estimate 300,000 — 500,000 GBP http://www.sothebys.com/en/auctions/ecatalogue/lot.34.html/2017/prints-multiples-l17160The complete set of 33 etchings with burnished aquatint and lavis, drypoint and engraving, 1816, very fine to fine impressions from the First Edition, published by the artist, Madrid, 1816, printed in dark umber ink, the richly printed aquatints displayed to full, tonal effect, on fine laid papers, Plate 23 with a Serra watermark, the full sheets, mounted within a 19th-century ledger; together with five etchings after Velázquez (Harris 12-16), very good to pale impressions as published in the First or Second Editions (1778-9 and circa 1815-20); 90 hand-coloured lithographs after H. Bellangé, political and satirical items from the French and English press including Vanity Fair, many popular prints and four gouache views, the ledger bound in marbled half boards and green suede spine and corners, paper end pages watermarked HudelistWe are grateful to Juliet Wilson Bareau for her assistance in cataloguing this lot.The Tauromaquia sheets: approx. 314 by 445mm 12 3/8 by 17 3/4 in album overall: 535 by 355 by 50 mm 21 by 13 7/8 by 2 in
EL PAÏS
READ CONDITION REPORT
PROVENANCE
Anne Adrien Duc de Montmorency Laval (1768-1837), Ambassador to Madrid (1814-1823), awarded the title Duque de San Fernando Luis by the King of Spain, thence by descent to
Charlotte Adélaïde de Montmorency Laval ( 1798-1872), thence by marriage and descent to her second son,
Adelaide Charles Marie Sigismond de Lévis Mirepoix (1821-1886), thence by descent and inheritance to the present owners.
Inscribed in pen and ink on the inside front cover: ‘prix convenu à
5 fr. 50 c / pour M. de Mirepoix, rue de la Planche, no 17, f[au]b[our]g S[ain]t G[ermain]. / lundi 21 à 10 h’. A label on the inside of the album cover indicates a Paris stationery shop, but its name and other information appear to have been scraped away.
CATALOGUE NOTE
We are grateful to Juliet Wilson-Bareau for her assistance with the cataloguing of this lot
GOYA AND THE FRENCH AMBASSADOR
From the court of Madrid around 1815, to the splendid château de Montigny in France in 1831… then fast forward to the early 21st century: new heirs inspecting the family property pull a large, nondescript volume from the back of a library shelf, full of splendid bindings. It is a nineteenth-century ledger, with printed columns and headings, onto which close on 100 lithographs bearing the signature H. Bellangé have been pasted: brightly watercoloured prints of uniformed French military personnel, most on foot but with dashing officers on fiery steeds. Neatly applied to both sides of some fifty folios, they are followed by two blank facing pages, and then the start of another series of prints, this time in monochrome, a warm, dark umber ink on freshly textured, handmade paper whose luminosity creates extraordinarily varied and subtle contrasts with fine or powerful etched lines, and with delicate or intensely rich tones of aquatint. These are no hack productions, although their subject matter – bullfighting – is also a “popular” one. These are the work of an inspired master printmaker whose name is Goya.
The thirty-three prints are immediately recognisable, from the quality of the materials and the fresh and perfect condition of their technique, as virtually flawless examples of the first and only contemporary edition that was printed for Goya from large copperplates etched and aquatinted by him in 1815-1816. These prints have evidently lain undisturbed within the register – perhaps chosen because its format fitted the uncut sheets so well – ever since each one was carefully tipped, with touches of glue at the four corners, sideways onto the pages, an operation that appears to have been carried out in the 1840s, following the death of the original owner in 1837. Many more prints and press cuttings were added later to the volume, providing an indication of the family’s interest in political matters in the France of the 1870s and 1880s, following which the volume ends with an assortment of much earlier costume and genre scenes, and delightfully silly caricatures from the 1830s, perhaps found loose among family effects, and included in the volume at a later date.
What is the connection between this noble French family, a ‘scrapbook’ volume of prints, and Goya? The answer lies in the presence in Madrid of the original owner of this set of Goya’s Tauromaquia. Anne Adrien Pierre de Montmorency Laval (1768-1837) was a second son, destined for the church until the death of his elder brother in 1786, when his inheritance of the family title of marquis de Laval led him to attend the court at Versailles. He joined the French army, but fled to England as an émigré during the French Revolution. Back in France after 1800, he came to prominence following the defeat of Napoleon and the return of the Bourbon monarchy. The reign of Louis XVIII coincided with the return to Spain of Ferdinand VII: both Bourbon kings were re-established on their thrones in May 1814, and in August Anne Adrien, now known as prince de Montmorency Laval, was appointed ambassador to the Court of Madrid, where he would have arrived while Goya was still working on his heroic images of the Second and Third of May 1808, intended for the royal palace.
The situation was initially complicated by Napoleon’s return from Elba, but the French ambassador decided to remain in Madrid during this difficult period, and in February 1816 he was richly rewarded by Ferdinand VII who conferred on him the title of duque de San Fernando Luis with the rank of Spanish grandee, and the Order of the Golden Fleece.
These events coincided with the exercise by Ferdinand of absolute, anti-constitutional power, and Goya was subjected, as were all palace officials, to a purge. He was cleared of collaboration with the Bonaparte régime, but abandoned all hope of publishing his etchings of the horrors of the recent war, while secretly adding savagely anti-authoritarian images to that series. The artist embarked instead on a new and publicly acceptable project to illustrate the origins, development and contemporary state of the art of bullfighting. Three of the earliest etchings of contemporary bullfights (with which the numbered series ends) are signed and dated 1815, and the set of thirty-three prints was advertised for sale in October and December 1816. By this time the French ambassador had been resident in Madrid for two years, and had been signally honoured by the king. Although we know nothing, as yet, of the extent of his contacts in the Spanish capital, he was married, with three children, frequented the court and nobility, and undoubtedly knew his way around in Madrid. He remained in place until 1823, when French military intervention restored Ferdinand to absolute power after a brief period of revolution and constitutional rule. The ambassador would no doubt have been too close to the throne for Goya’s comfort, and we have no idea whether they ever met. The fine, early set of the bullfight prints that have come to be known as La Tauromaquia, together with several of Goya’s much earlier etchings after paintings by Velázquez, may have been purchases by the new duque de San Fernando Luis, or another gift from the crown, as is also the case with a full-length portrait of Ferdinand VII that testifies, as do those of other heads of state, to the ambassador’s career, and are part of the family collection.
Anne Adrien de Montmorency Laval, who inherited his father’s titles in 1817, went on to other ambassadorial posts in Rome and Austria, and at the Court of St James in London. But his career ended with the revolution of July 1830, and his refusal to swear allegiance to Louis-Philippe d’Orléans who succeeded as king of France. In 1831 he acquired the spectacular château de Montigny, where he built a major extension for the display and enjoyment of the many acquisitions made in the course of his diplomatic career. On his death in 1837, all his properties were inherited by his daughter and her husband, Athanase de Lévis, marquis de Mirepoix, who assumed the family titles including that of second duque de San Fernando Luis. It is his name and Paris address that are inscribed in the register, probably in connection with the mounting of the Bellangé and Goya prints in the volume which was placed in the library at Montigny. It remained there, eventually forgotten by succeeding generations, until its recent rediscovery, when images celebrating the splendour and variety of French military uniforms, from élite officers to foot soldiers, were found together with a masterpiece of Spanish printmaking that celebrates Goya’s unique understanding of the art of bullfighting. Initiated by the Moors in centuries past, it became the exclusive sport of kings and aristocrats until finally appropriated by the common people, men and even women, whose courage and skill upheld and developed a proud Spanish tradition as it flourished in Goya’s day.