• Goya. Aproximación a los Caprichos, por Juan Carrete

Publicado en Juan Carrete Parrondo, "Aproximación a los Caprichos de Goya". En Caprichos de Francisco de Goya. Una aproximación y tres estudios. Madrid, Calcografía Nacional; Barcelona, Fundació Caixa de Catalunya; Sevilla, Fundación El Monte, 1996. P. 9-15.

El grabado, inventado en el siglo XV, fue hasta el siglo XIX la única técnica conocida para la creación seriada de imágenes, por lo que se puede decir que fue, después de la imprenta, el medio de comunicación visual mas importante. Desde su descubrimiento se utilizó por parte del poder para propagar ideas, tanto fueran del poder político, del religioso, o incluso para oponerse a estos poderes establecidos.

La técnica del grabado calcográfico consiste, en la mas sencilla de sus explicaciones, en incidir o corroer sobre una plancha de cobre, bien sea por medios físicos o químicos, con el fin de que cubiertas de tinta estas incisiones, la imagen quede impresa sobre el papel, pudiendo repetirse esta operación en principio un número indeterminado de veces. Así, pues, con poco esfuerzo se consigue multiplicar indefinidamente la imagen. Pero aunque sea explicado de forma tan sencilla a nadie se le escapa la necesidad que había de un diestro dibujante, de un hábil técnico y, por supuesto, de las ideas, de los mensajes que se querían trasmitir. En el tiempo en que vivió Goya, la Ilustración, el Siglo de las Luces, fue época en que el poder, en manos de la minoría ilustrada quiso educar a todo un pueblo en los principios de la Razón. Nada mas fácil de entender que el grabado se convirtiera en un medio de comunicación y persuasión de suma importancia, y la serie de los Caprichos de Francisco de Goya en la mas importante y transcendente serie grabada en toda la historia de España.

El grabado en Goya es quizá el producto más puro de su pensamiento en cuanto a lo que entiende por ser artista, es decir, creador, pues en el cultivo de esta técnica se mostró con total libertad y pudo comunicar de forma gráfica su concepto de lenguaje de invención, como ya había expuesto por escrito a la Academia de San Fernando en 1792 en un informe que es todo un manifiesto de lo que más tarde sería el Arte, y que una vez más creo necesario reproducir: "Que las Academias, no deben ser privativas, ni servir más que de auxilio a los que libremente quieran estudiar en ellas, desterrando toda sugeción servil de Escuela de Niños, preceptos mecánicos, premios mensuales, ayudas de costa, y otras pequeñeces que envilecen, y afeminan un Arte tan liberal y noble como es la Pintura; tampoco se debe prefijar tiempo de que estudien Geometría, ni Perspectiva para vencer dificultades en el dibujo, que este mismo las pide necesariamente á su tiempo á los que descubren disposición, y talento, y quantos más adelantados en él, más fácilmente consiguen la ciencia en las demás Artes, como tenemos los exemplares de los que más han subido en este punto, que no los cito por ser cosa tan notoria. Daré una prueba para demostrar con hechos, que no hay reglas en la Pintura, y que la opresión ú obligación servil de hacer estudiar ó seguir á todos por un mismo camino, es un grande impedimento á los jóvenes que profesan este arte tan difícil, que toca mas en lo Divino que ningún otro, por significar cuanto Dios há criado; el que más se haya acercado podrá dar pocas reglas de las profundas funciones del entendimiento que para esto se necesitan, ni decir en que consiste haber sido más feliz tal vez en la obra de menos cuidado, que en la de mayor esmero; ¡que profundo, é impenetrable arcano se encierra en la imitación de la divina naturaleza, que sin ella nada hay bueno, no sólo en la Pintura (que no tiene otro oficio que su puntual imitación) sino en las demás ciencias!" [...]

"Parece que me aparto del fin primero, pero nada hay más preciso, si hubiera remedio, para la actual decadencia de las Artes sino que se sepa que no deben ser arrastradas del poder, ni de la sabiduría de las otras ciencias, y sí gobernadas del mérito de ellas, como siempre ha sucedido cuando ha habido grandes ingenios florecientes: entonces cesan los despóticos entusiastas, y nacen los prudentes amadores, que aprecian, veneran y animan a los que sobresalen, proporcionándoles obras en que puedan adelantar más su ingenio, ayudándolos con el mayor esfuerzo a producir todo cuanto su disposición promete; esta es la verdadera protección de las Artes, y siempre se ha verificado que las obras han creado los hombres grandes. Por último, Señor, yo no encuentro otro medio más eficaz de adelantar las Artes, ni creo que le haya, sino el de premiar y proteger al que despunte en ellas, el de dar mucha estimación al Profesor que lo sea, y el de dejar en su plena libertad correr el genio de los discípulos que quieren aprenderlas, sin oprimirlos ni poner medios para torcer la inclinación que manifiestan a este o aquel estilo, en la Pintura. [...]"

Las primeras obras grabadas de Goya se pueden datar hacia el año 1778, cuando, de forma incipiente, copia al aguafuerte dieciséis pinturas de Velázquez pertenecientes a la Colección Real, la trágica efigie de El agarrotado (1778-1780) y el San Francisco de Paula (c. 1780). Pero es a partir de 1793 cuando Goya saca el máximo partido de una técnica que pone al servicio de sus ideas: los Caprichos no son otra cosa sino un intento de denuncia a la vez que educativo, un querer propagar las ideas de la minoría ilustrada, que tenía puestas sus esperanzas en el hombre razonable. Pero ademas incorporando una variante de la técnica del aguafuerte, el aguatinta, lo que proporcionaba el carácter pictórico y no solamente lineal a las estampas.

Una de las formas de abordar las estampas realizadas por Goya es tener presente la consideración de que Goya cuando graba es consciente de que la obra que está creando está destinada, por medio de las múltiples estampas que producirá, a tener una gran difusión y que por medio de ellas podrían llegar sus ideas e inquietudes a un público más amplio; es decir, el autor desea por el medio habitual del momento propagar su mensaje, de la misma manera que con las más variadas intenciones lo realizaban otros particulares, la Iglesia, el poder político o las instituciones culturales.

La publicación de los Caprichos en 1799 se ha convertido en uno de los símbolos del final del Antiguo Régimen y el nacimiento de la época contemporánea. En este momento Goya inicia una actividad artística completamente personal y al margen de sus compromisos: a estos años pertenecen sus primeros álbumes de dibujos y la utilización del grabado como vehículo de expresión de sus propios pensamientos y obsesiones. En el grabado Goya pudo expresarse libremente al igual que ocurriera con aquellas pinturas que nacían sin ser obra de encargo, en las cuales, según el mismo pintor comentaba, podía "hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en que el capricho y la invención no tienen ensanches". Por esta razón, no es de extrañar que siempre estuviera ávido por incorporar todas aquellas innovaciones que pudieran abrir nuevas posibilidades a su mundo de creación.

Es importante anotar que en 1793 el pintor sufre una aguda enfermedad y que durante los años previos a la elaboración de los Caprichos Goya conoce al amigo de Ceán, Sebastián Martínez —un rico mercader gaditano coleccionista de pinturas y estampas— que pudo facilitar al pintor la contemplación de su colección, y a un amigo de éste, Leandro Fernández de Moratín, admirador de la caricatura política inglesa que pudo poner en manos de Goya algunas estampas de este tipo.

En la primavera o verano de 1796 Goya comparte con la duquesa de Alba su estancia en Sanlúcar de Barrameda y, según parece, es durante este tiempo cuando empieza a dibujar de una manera continuada, convirtiendo el cuaderno de dibujos casi en un diario donde se anotan sus pensamientos. De esta manera en el Álbum de dibujos de Sanlúcar ya se encuentran referencias a los Caprichos; al año siguiente hay un proyecto de edición para el que se preparó el prospecto que acompaña a la edición facsímil, aunque no se editaron en su forma definitiva hasta 1799, año en el que se puso a la venta la colección de ochenta estampas. Por el anuncio que se publicó en el Diario de Madrid del 6 de febrero de 1799, y que coincide casi totalmente con el prospecto, podemos comprender cual era el objetivo que pretendía la publicación: "Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por Don Francisco Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos (aunque parece peculiar de la eloqüencia y la poesía) puede también ser objeto de la pintura: ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil, y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar materia para el ridículo, y ejercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice.

Como la mayor parte de los objetos que en esta obra se representan son ideales, no será temeridad creer que sus defectos hallarán, tal vez, mucha disculpa entre los inteligentes: considerando que el autor, ni ha seguido los ejemplos de otro, ni ha podido copiar tampoco de la naturaleza. Y si el imitarla es tan difícil, como admirable cuando se logra; no dejará de merecer alguna estimación el que apartándose enteramente de ella, ha tenido que exponer a los ojos formas y actitudes que sólo han existido hasta ahora en la mente humana, obscurecida y confusa por la falta de ilustración o acalorada con el desenfreno de las pasiones.

Sería suponer demasiada ignorancia en las bellas artes el advertir al público que en ninguna de las composiciones que forman esta colección se ha propuesto el autor, para ridiculizar los defectos particulares, a uno y otro individuo: que sería en verdad, estrechar demasiado los límites al talento y equivocar los medios de que se valen las artes de imitación para producir obras perfectas.

La pintura (como la poesía) escoge en lo universal lo que juzga más a propósito para sus fines: reúne en un solo personage fantástico, circunstancias y caracteres que la naturaleza presenta repartidos en muchos, y de esta combinación, ingeniosamente dispuesta, resulta aquella feliz imitación, por la cual adquiere un buen artífice el título de inventor y no de copiante servil.

Se vende en la calle del Desengaño, número 1, tienda de perfumes y licores, pagando por cada colección de a 80 estampas 320 rs. vn."

La tirada de la primera edición fue de unos trescientos ejemplares y la venta fue bastante reducida. El 19 de febrero apareció el último anuncio: un cambio en la situación política, adverso para las libertades, le hace retirarlos de la venta. En 1803 Goya cedió las ochenta láminas de cobre y las estampas que le quedaban a la Real Calcografía a cambio de una pensión real para su hijo. "He recivido la Real Orden de S. M. que V. E. se sirve comunicarme con fecha 6 del que rige.[octubre 1803] , de haber admitido la oferta de la obra de mis Caprichos en ochenta cobres grabada a la agua fuerte por mi mano, la que entregaré a la Real Calcografía con la partida de estampas que tenía tiradas a prevención que son 240 exemplares de a 80 estampas cada exemplar, por no hacer el menor fraude a S. M." Años más tarde en carta a un amigo, comentaba: "Los Caprichos... los cedí al Rey ha más de veinte años... y con todo eso me acusaron a la Santa [Inquisición]". Quedan claros los móviles que impulsaron la cesión. Desde esa fecha las láminas de cobre de los Caprichos se conservan en la Calcografía, pudiéndose ser contemplados hoy en el Gabinete Francisco de Goya, de esta institución.

De forma casi inmediata a su publicación empezaron a correr papeles con la explicación o interpretación de los Caprichos, de entre todos ellos el más conocido es el que se guarda en el Museo del Prado y se le da gran credibilidad pues perteneció al erudito y heredero de la colección de estampas de Ceán Bermúdez, Valentín Carderera. A él se debe el comentario manuscrito que se lee en la cubierta: Explicación de los Caprichos de Goya escrita de propia mano. Otro ejemplar manuscrito también por el propio Goya y casi idéntico al del Prado es el acompañaba al ejemplar que Goya regaló a Wellington. No obstante, esta versión es sin duda, la de tono más cauto e impreciso, esquivando, como hacia el anuncio del Diario de Madrid, toda concreción peligrosa y dando carácter generalizador y ambiguo a cuantas estampas pudieran ser comprometedoras, especialmente en asuntos religiosos o políticos. Puesto que la mayoría de los temas tratados tanto sobre la brujería, como el cortejo, el anticlericalismo, la represión inquisitorial, las asnerías, el mundo al revés ... con toda la crítica que ello comportaba, eran sin duda asuntos un tanto comprometidos.

La técnica de grabado por excelencia de los Caprichos es la combinación de aguafuerte y aguatinta y no la superposición de ésta última una vez concluida la lámina con el aguafuerte sistema empleado en Las pinturas de Velázquez. En este sentido, conviene hacer hincapié en el espectacular avance que supone desde el punto de vista de la técnica esta colección, máxime cuando el aguatinta apenas si se había desarrollado en España ya que nunca contó con el favor de los profesores de grabado de la Academia de San Fernando. Goya utilizó en dos ocasiones sólo la técnica del aguatinta para grabar toda la lámina (Capricho 32 y 39) sin retocar absolutamente la resina con el bruñidor, escoplo o punta seca; los blancos se han obtenido por reservas de barniz y, al no estar matizada la transición entre éstos y las sombras, el efecto dramático se extrema. No obstante se pueden apreciar dificultades en la distribución espacial de las figuras y el entorno, principalmente en el Capricho 32, Por que fue sensible, donde la mujer no parece estar apoyada en las escaleras sino flotando ya que se ha perdido el efecto de profundidad.

A partir de los primeros años del presente siglo las estampas de Goya perdieron la fuerza y pasión con que habían sido consideradas en el siglo anterior, lo cual no quiere decir que dejaran de ejercer una gran influencia, pero distinta. Durante el siglo XX serán motivo de inspiración, y de exhaustivos análisis y estudios, pero engañoso sería creer que ese era el objetivo que se propuso su creador.

En los últimos tiempos los estudios sobre las estampas de Goya se han multiplicado, abarcando los mas variados puntos de vista, bien sea analizando su gestación, sirviendo como materia de ensayo filosófico o literario, interpretándolas a la luz de la psicología y la patología, o bien buscando las posibles fuente formales de inspiración, la técnica de ejecución, y hasta las diferentes cotizaciones alcanzadas en los mercados.

En la actualidad sería de difícil respuesta el preguntarnos por la vigencia de la expresión visual del mensaje ético de Goya, pues en ocasiones hasta parece como si la obra de Goya hubiese sido secuestrada por los círculos de la alta cultura oficial y con ello reducida a mero tema estético y de erudición. Aunque también hay que reconocer que para el hombre actual, concienciado por los mismos problemas que él denunció —en cuanto que universales e intemporales—, las imágenes de los Caprichos aun siguen siendo de plena actualidad y documentos visuales que nos ayudan a comprender el mundo.