Matterhorn/Cogne

Día 43. Miércoles 16 de agosto. Monte Cervino o Matterhorn

Desde Pont Saint Martin continuamos por el valle de Aosta hasta el área de autocaravanas de Chatillon (45.7489, 7.6239), donde aparcamos y seguimos en coche hacia el lago Bleu. El carretera transcurre por un estrecho valle, paralelo al de ayer, pero es bastante ancha y poco empinada.

El lago Bleu con el monte Cervino al fondo es una visión paradisíaca, una imagen que suele aparecer en los libros de texto. El monte Cervino, o Martterhorn en alemán, es posiblemente la montaña más icónica de los Alpes, por su espectacular forma de pirámide. El lago es pequeño, parcialmente rodeado de árboles y, a pesar de su nombre, está más verdoso que azul. En cambio, el cielo es celeste con algunas nubes blancas que se arremolinan en el afiliado pico del Matterhorn y que sólo nos deja verlo a ratos. Hicimos un montón de fotos y nos sentamos un buen a disfrutar de la naturaleza.

Breuil Cervinia está a sólo dos kilómetros. Está situado al fondo del valle, en un enorme circo glaciar rodeado totalmente por colosales montañas. En el camino hacia aquí nos cruzamos con muchas autocaravanas y ahora entiendo por qué: hay una gran área (45.9258, 7.6201), justo antes del túnel de acceso al pueblo, en un entorno impresionante.

Las cumbres de las montañas están salpicadas de neveros y glaciares que se están derritiendo, originando pequeños ríos que se despeñan ladera abajo formando cascadas. En el relativo llano donde se asienta el pueblo hay un campo de golf, zonas de vegetación y algunos árboles pero conforme ascendemos con la vista hacia las cimas, los árboles desaparecen, la vegetación se va disipando hasta quedar la roca desnuda o blanca en las zonas donde la nieve aún resiste las cálidas temperaturas veraniegas.

Comimos en La Maison de Saussure, en un bonito salón con 7 enormes vigas de madera que partían de la chimenea. Desde que llegamos al valle de Aosta me llama la atención la mezcla de idiomas, ya que es fácil encontrar nombres de pueblos, negocios, etc. en francés y alemán, a pesar de estar en Italia.

Por la tarde dimos un paseo por  Breuil Cervinia. No es muy grande y sus edificios son fundamentalmente bloques de pisos modernos, para dar alojamiento al turismo de esquí y montañismo: por todos lados hay tiendas de utensilios de escalada y esquí, alojamientos turísticos, alquiler de bicicletas eléctricas, etc. Pero lo que me deja con la boca abierta son las inmensas montañas que lo rodean casi por completo, cubierta parcialmente por nubes sus cumbres, a pesar de que hace buen día, los neveros y glaciares alimentando cascadas y los dos torrentes que rugen furiosos a su paso por el pueblo.

El día ha estado muy bueno teniendo en cuenta que estamos en la alta montaña, buena temperatura y sólo algunas nubes, pero a medida que cae la tarde, empeora, como lo hizo ayer, se nubló totalmente y cayeron algunas gotas.

Bajamos hasta Châtillon y nos fuimos a pernoctar al pueblo que da nombre al valle: Augusta Praetoria en tiempos de los romanos, actualmente Aosta. El área (45.7361, 7.3305) es un parking sin ningún atractivo pero estamos más cerca de la excursión de mañana y aún nos queda tarde para dar un paseo. Comenzamos en el majestuoso Arco de Augusto y seguimos el Decumanus Maximus, o calle principal que cruzaba todas la poblaciones romanas de este a oeste, hasta la Porta Praetoria, que da acceso al monumental Ayuntamiento y su plaza.

Día 44. Jueves 17 de agosto. Cogne y Lillaz

Hoy vamos a adentrarnos en el Parque Nacional Gran Paraíso, el más antiguo y conocido de los parques nacionales italianos. Salimos de Aosta por una carretera sinuosa y empinada que en pocos kilómetros se torna más recta y llana. A los 12 kilómetros paramos a ver una cascada que cae por un enorme precipicio en una zona recientemente quemada, lo que le resta belleza al paisaje. Aquí mismo está el desvío hacia el Pont D’Ael, una maravilla de la ingeniería romana, en perfecto estado de conservación, construido en el año 3 antes de Cristo. Por su nombre enseguida pensamos que es un puente, pero en realidad es también un acueducto. En su doble función salva el profundo y estrecho valle mediante una única arcada. El agua transcurría por la parte superior mientras un pasadizo interior era un paso peatonal, bajo el cual se ha descubierto una serie de cámaras huecas para aligerar el peso y dar flexibilidad a la estructura. Una inscripción informa que se trata de una construcción privada financiada por Caius Avillius Caimus, original de Padua.

Siempre que me encuentro ante cualquier obra romana me debato entre mi profunda admiración por la refinada cultura de Roma y sus impresionantes logros arquitectónicos y la máxima repulsión que me provoca su crueldad, violencia y uso de la esclavitud.

Desde Pont D’Ael a Cogne la carretera es ancha y bastante recta. En estos 16 kilómetros vamos contemplando la belleza del parque y sólo pasamos por dos pequeños pueblecitos. Al llegar a Cogne la visión es sensacional: la extensa Pradera de Sant’Orso rodeada de voluminosas montañas. Cruzamos el prado por un camino que lleva directamente al río que baja ruidoso y revuelto, como todos los ríos alpinos, mientras el cielo se iba cubriendo de nubes, comenzó a tronar y a chispear y nos fuimos a comer al pueblo.

Al revés de lo sucedido en días anteriores, por la tarde el cielo estuvo despejado y lució el sol, lo que nos permitió volver a admirar la rabiosa belleza del paisaje.

La tarde aún nos dio para llegar hasta el fondo del valle, al pueblo de Lillaz, para ver su cascada. En el camino vimos un área de autocaravanas donde habría unas cien y llegando a Lillaz, que está solo a 5 kilómetros, otra área con unas cincuenta. Aunque nosotros hemos dispuesto del coche de Marta, el valle de Aosta y los valles adyacentes son un auténtico paraíso para las autocaravanas, las carreteras son muy buenas teniendo en cuenta que estamos en la alta montaña y la infraestructura para estos vehículos es excelente.

La cascada de Lillaz se encuentra en las afueras del pueblo y se llega a ella por un bonito paseo. El agua se despeña por un precipicio formando una gran poza de aguas turquesas a sus pies. Un sendero permite subir hasta la parte superior e ir disfrutando de diferentes perspectivas del salto de agua.

Volvimos al pueblo y nos tomamos un delicioso helado de pistacho contemplando el paisaje. Me hubiese quedado en esta maravilla de entorno un par de días.