Chinchón/Brihuega

Día-1. Lunes 12 de julio. Bollullos-Chinchón

Con la ilusión de siempre iniciamos el viaje hacia Chinchón, donde llegamos a las 3 de la tarde, justo a tiempo de comer y descansar en una pequeña área privada con capacidad para 4 autocaravanas (10€/noche). Por la tarde fuimos al gran atractivo del pueblo, su Plaza Mayor. Es una plaza porticada, con edificios de tres plantas con los balcones pintados de verde. Su trazado es irregular pero en el centro se inscribe un círculo alrededor del cual aún se monta una plaza de toros.

Subimos por estrechas callejuelas a la iglesia de la Asunción desde donde se tiene unas bonitas vistas de la plaza y el pueblo, con el castillo en el horizonte. En la iglesia destaca el magnífico lienzo de la Asunción de la virgen, pintado por Goya a petición de su hermano, que fue capellán de la iglesia. Pasamos junto a la casa donde el pintor se hospedaba cuando iba a visitarlo, que estaba en venta.

A un paso de la iglesia está la torre del reloj, único vestigio de la iglesia de Ntra Sra de Gracia, destruida durante la guerra de la Independencia.

Terminamos la tarde callejeando por el pueblo y cenamos en la plaza, que había cambiado su aspecto con la iluminación nocturna, unas migas con huevo, rica, rica...

Día-2. Martes 13 de julio. Chinchón-Brihuega

El plan era quedarse a comer en el Mesón Cuevas del Vino, que es un auténtico museo y visitar las bodegas de El Nero pero ambos cierran los martes, así que después de desayunar salimos para Brihuega. Llegamos temprano y aparcamos frente al colegio (40°45’53.9748” W -2°52’23.1312” // 40.764993, -2.873092). Tras un corto paseo, entramos al centro del pueblo por la Puerta de la Cadena y enseguida nos sorprende los adornos en las calles: balcones, paredes, rejas, paraguas y telas colgadas sobre nuestras cabezas, cualquier sitio es bueno para colocarlos, siempre en color lila. Admirando el decorado llegamos a la plaza del Coso y cogimos un mapa en la oficina de turismo (lástima que no se pueda entrar por el covid porque es un edificio magnífico, antigua Real Cárcel de Carlos III).

En un rincón de la plaza hay una discreta puerta en la pared de piedra, rotulada como “Cuevas árabes”. La entrada cuesta 2€ y entramos sin mucha convicción pero para nuestra sorpresa nos encontramos un laberinto de galerías subterráneas salpicado de enormes tinajas empotradas en la pared. La excavación es anterior a los árabes porque se han encontrado vestigios visigodos. Salimos por la carnicería anexa a la puerta de entrada, ya que son los dueños, gratamente sorprendidos por la visita.


Continuamos callejeando en dirección a la iglesia de Santa María de la Peña, construida a principios del siglo XIII y el anejo castillo de la Piedra Bermeja, al que se accede por el cementerio. El castillo no tiene mucho que ver, salvo una enorme sala y unas bonitas vistas desde la torre. Volvemos a comer y descansar a casa porque aún nos quedan las visitas vespertinas.

El motivo de parar en Brihuega es visitar sus enormes campos de lavanda. Hasta ahora no teníamos noticia de este bonito pueblo pero se está haciendo muy popular como la “Provenza española” y cada año más turistas acuden a ver sus campos. La mejor hora para la visita es el atardecer así que aprovechamos el tiempo que teníamos para visitar la antigua fábrica de paños, recientemente adquirida por el Ayuntamiento y aún en restauración. Es un edificio sorprende, circular, con enormes vasijas de barro que se está deshaciendo de siglos de abandono y que tiene un enorme potencial. La visita incluye un jardín anexo realmente bonito, creado en el lugar de los antiguos secaderos en el siglo XIX y ampliado en el XX.

La tarde empieza a caer, indicando que es la hora esperada. Las mil hectáreas dedicadas al cultivo de la lavanda están principalmente en la carretera Gu-925 en dirección a Malacuera-Solanillos del Extremo, a unos 10 km, y en la carretera Cm-2005, dirección Sigüenza/Almadrones, a 4,5 km del pueblo. Elegimos esta última porque es más fácil aparcar. E hicimos bien, porque nada más llegar nos encontramos con un enorme aparcamiento, muy cerca del monolito del Bicentenario de la Batalla de Brihuega-Villaviciosa (40.7850, -2.8544), repleto de vehículos y un montón de gente esparcida entre las matas de lavanda. El espectáculo es sobrecogedor. Las hileras perfectamente alineadas se pierden en el horizonte esparciendo el olor y el color de la lavanda a los cuatro vientos. Paseamos entre las plantas y nos alejamos de la muchedumbre que se agolpaba fundamentalmente en la zona frente al aparcamiento.

A medida que cae el sol, los tonos lilas, violetas, azules… de las plantas van cambiando, así que hicimos montones de fotos hasta que el fresco del atardecer nos indicó el camino a casa, eso sí, sobrecogidos, maravillados, embriagados por el color y el olor de la lavanda.

Día-3. Miércoles 14 de julio. Brihuega

Brihuega nos ha gustado y sorprendido, así que nos quedamos durante la mañana siguiente para detenernos en los sitios que aún no habíamos visitado: la fuente de los 12 caños y el lavadero, el arco de Cozagón, las murallas, las iglesias de San Miguel y San Felipe… Nos detuvimos un buen rato en la visita al museo de miniaturas del profesor Max, donde vimos cosas tan curiosas como la última cena pintada en un grano de arroz, la plaza de toros y paseíllo de toreros en una cabeza de alfiler o las siete maravillas del mundo pintadas en una lenteja, etc. Muchas de las miniaturas había que verlas con una lupa.

Después de comer y descansar partimos para Almazán (a unos 110 km.). Aparcamos junto al polideportivo (N 41°29’22.8444” W -2°32’19.518” // 41.489679, -2.538755), en un amplio parking donde no había ninguna autocaravana. A dos pasos se encuentra una preciosa alameda paralela al Duero que seguimos hasta el puente que cruza para el pueblo. Subimos hasta la plaza Mayor, donde se encuentran los edificios más representativos de la villa: el palacio de los Hurtado de Mendoza, la iglesia de origen románico de San Miguel, la Puerta de la Villa y el Ayuntamiento. Tomando un café decidimos que no nos apetece quedarnos y que aún tenemos tiempo de llegar hasta Ágreda, así que nos pusimos en camino.

El área de Ágreda está muy cerca de la carretera si utilizamos un camino de tierra de unos 300 metros, pero las coordenadas que teníamos nos mandó a un lugar sin salida y cuando finalmente pudimos aparcar era prácticamente de noche. Las coordenadas correctas son 41.84677, -1.93166.