Harman-Prejmer/Peles

Día  19. Lunes 24 de julio. Harman y Prejmer

La primera visita del día es la iglesia-fortaleza de Prejmer, situada a sólo 22 km de Brasov pero que es el punto más alejado de nuestro viaje, ya que está a unos 3800 kilómetros de casa. Entramos en el recinto por un túnel semicircular, pavimentado con adoquines, donde podemos ver como asoma en el techo las afiladas puntas de la reja que servía para cerrar el acceso. La iglesia fue fundada por los caballeros teutónicos germánicos en 1218, y luego pasó a la comunidad sajona de Transilvania, aunque la consolidación de la fortaleza comenzó en 1421 tras la primera invasión de los turcos.

En el interior del anillo defensivo está la iglesia, que inicialmente fue católica pero se convirtió en luterana después de la Reforma por lo que es muy austera. El muro que la rodea tiene entre 12 y 14 metros de alto y un perímetro de 800 metros. Adosadas a él hay 270 habitaciones que servían de refugio y almacenes distribuidas entre 2 y 4 pisos, por lo que según se rodea la iglesia lo que se ve es un montón de escaleras, y pasadizos de madera ennegrecida que dan acceso a muchas puertas. En alguna de las estancias hay un pequeño museo etnográfico: una antigua escuela, herrería, lagar, habitaciones, etc. Todo muy interesante, aunque lo que más me gustó fue el laberinto de pasadizos que dan acceso a la multitud de troneras por las que los defensores podían disparar a las fuerzas invasoras. Se puede dar la vuelta completa al muro defensivo subiendo y bajando escaleras de madera desgastadas por el uso de siglos.

El espacio entre la iglesia y las habitaciones no es muy grande, apenas unos metros pero hay enormes árboles, césped y un camino empedrado por lo que es un espacio muy agradable.

Harman está sólo a 9 kilómetros de Prejmer y hoy lunes el camping Honigberg. (45.714487, 25.683993) sí tiene un hueco disponible. El camping está a unos metros de la iglesia-fortaleza aunque pasamos a su lado y no lo identificamos porque el acceso es una puerta ancha normal para coches y el interior un patio grande y muy bonito porque tiene árboles y césped. El propietario me dijo que hasta las tres de la tarde no podía llamarlo para abrirme la puerta, así que tenemos tiempo de visitar la iglesia fortificada.

El esquema es el mismo que el descrito en Prejmer pero Harman es mucho más bonita porque las estancias adosadas al muro defensivo forman como casitas independientes de diferentes de alturas, pintadas de blanco y con bonitas escaleras y balcones marrones. El espacio hasta la iglesia está ocupado por césped, setos y flores y caminos empedrados. Todo el conjunto transpira paz, belleza y armonía. Para completar el atractivo de la visita, varias de las estancias acogen un museo etnográfico espectacular, con muchas piezas organizadas por temas: un salón repleto de los objetos propios de este espacio, una cocina, una habitación, una escuela…

La iglesia, como las anteriores, es muy austera aunque me llamó la atención ver que los bancos son simples tablones de madera, sin respaldo. En 1794 se añadieron 4 pequeñas torres en cada esquina de la torre principal para indicar que la población tenía el derecho de ejecutar la pena capital. En Harman también se puede acceder a los pasadizos que permitían la defensa del complejo.

A las tres de la tarde nos acomodamos en el camping. Es la hora de comer y de descansar de toda la mañana andando por las iglesias. Por la tarde tuve tiempo de dar un paseo en bici por los alrededores hasta la puesta de sol. Lo más interesante que vi fue un carro típico cargado con un enorme montón de heno.

Día  20. Martes 25 de julio. Castillo de Peles

El castillo de Peles es una visita recomendada en todas las webs que consulté mientras preparaba el viaje y está a sólo 52 kilómetros de Harman. Sin embargo, un gran tramo de carretera en obras y un desprendimiento de rocas cerca de Busteni hicieron que tardáramos algo más de una hora en llegar. Hasta las 11 de la mañana no pudimos estacionar en un aparcamiento (45.3576, 25.5402) no muy grande para una reclamo turístico importante, rodeado de árboles y empedrado, donde pensamos pernoctar.

El castillo se encuentra en las faldas de la montaña que acoge al parque natural Bucegi, así que el entorno es precioso, muy verde y con muchos árboles. Pasamos por dos edificios encantadores ocupados por restaurantes y tomamos una calle empedrada rodeada de arboleda. Desde aquí se tiene unas vistas del castillo majestuosas. Situado sobre una pequeña elevación cubierta de un intenso verde se comienza a adivinar su silueta entre los árboles. Los muros amarillos hacen destacar el entramado de madera marrón y sus techos negros sobre el cielo azul de la luminosa mañana. Conforme bajamos la calle y tenemos una visión más completa del edificio, más bonito nos parece, una imagen de postal. En realidad la construcción tiene mucho más de palacio que de castillo. Volvemos hacia atrás porque por aquí no hay acceso a la entrada y me pareció que de cerca no era tan atractivo.

El castillo fue edificado entre 1873 y 1914 como residencia de verano de los reyes Carlos I e Isabel, con las mayores comodidades modernas, incluso se construyó una central eléctrica para datarlo de electricidad y ascensor. Fue expropiado por el régimen comunista en 1948 y devuelto a la Casa Real de Rumanía en 2007, pero nunca sufrió un espolio de sus muebles y enseres por lo que se conserva muy bien.

Es muy difícil para mí expresar en palabras el lujo con el que está decorado el castillo, absolutamente todo el espacio disponible en techos y paredes está cubierto por maderas nobles, esculturas, jarrones, chimeneas, muebles, armaduras, armas de todo tipo, etc. etc. Lo más llamativo es que está todo intacto, como si los reyes hubiesen dejado de habitarlo ayer. Salimos impresionados porque nunca habíamos estado en ningún lugar donde apreciar de forma tan evidente el lujo con el que vivían los monarcas en siglos pasados.

La visita terminó justo a la hora de comer, así que nos fuimos a la zona de restaurantes. Comimos en Carol Gastro Bierhaus, en una terraza con unas vistas preciosas, observando como un zorrillo se paseaba sin mucho miedo por la calle. Después de comer nos acercamos al pequeño castillo Pelisor, que está a unos metros, pero ya estaba cerrado, así que continuamos el paseo hasta el monasterio de Sinaia situado a 1,5 kilómetros cuesta abajo, a veces con mucha pendiente. La entrada es gratuita, como en todos los templos ortodoxos. El monasterio es un complejo con dos partes bien diferenciadas. La basílica de la Santísima Trinidad, erigida a medidos del siglo XIX y la pequeña iglesia de la Virgen María, construida entre 1690 y 1695, y completamente decorada con la típica pintura bizantina. Ambos templos están rodeados por edificaciones que deben ser donde habitan los monjes y otras dependencias necesarias para la vida de la comunidad.

Terminada la visita continuamos bajando por el parque Dimitrie Ghica hasta el centro de Siania, donde nos sentamos a tomar un refresco. La vuelta a la autocaravana la hicimos en taxi porque, aunque está cerca, la pendiente es importante. Cuando llegamos han cerrado los puestos que venden cosas para los turistas (en Rumanía los hay en todos sitios) y se han ido todos los coches, salvo una autocaravana. Dudamos si pernoctar aquí o en el parking del telecabina que está a 15 minutos, en Busteni. Al final nos quedamos y fue una buena idea porque este lugar es mucho más tranquilo y bonito.