Presentación

Sean todos ustedes muy bienvenidos, profesores, alumnos y amigos del ISPI Evangélico:

Mi nombre es Miguel José Pereyra, y es un privilegio colaborar (juntamente con mi esposa Mariana), desde lo espiritual, con esta amada casa de estudios que durante 21 años viene formando docentes y transmitiendo el glorioso mensaje del Evangelio.

Como es todo un desafío para nuestras vidas, solicito la colaboración de cada uno de ustedes para desarrollar esta misión:

  • acercándonos motivos de oración;
  • sugiriendo temas para los devocionales diarios;
  • orando por nosotros a Dios, para que podamos declarar con claridad "su poderoso mensaje";
  • contactándonos a nuestro correo electrónico: consejeriainstituto@gmail.com.

Es realmente apasionante la misión de "formar" a aquéllos que educarán a las futuras generaciones de argentinos, transmitiéndoles no sólo saberes sino "vida", con todo el peso y la amplitud que la palabra expresa.

Quisiera alentarlos no sólo con mis palabras sino también con la Palabra de Dios, que nos lleva a reflexionar acerca de la trascendencia de nuestra labor:

Deuteronomio 32:1-3

"Escuchen, cielos, y hablaré;

oye, tierra, las palabras de mi boca.

Que caiga mi enseñanza como lluvia

y desciendan mis palabras como rocío,

como aguacero sobre el pasto nuevo,

como lluvia abundante sobre plantas tiernas.

Proclamaré el nombre del Señor.

¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!".

El que escribe las palabras de esta canción, es Moisés y allí, él dice cosas que me llamaron la atención porque habla de su tarea docente, para con el pueblo de Israel.

Dice en primer lugar:

“Que caiga mi enseñanza como lluvia”

La enseñanza cumple la misma misión que la lluvia sobre la tierra:

¿Por qué? Reflexionemos...

1er Lugar: El llamado ciclo del agua o ciclo hidrológico es vital, en el planeta tierra.

Para que se realice el proceso de la germinación de las semillas (y la consiguiente producción de alimentos), es fundamental la interacción, entre la acción del sol (luz y calor), el suelo y el agua.

Las consecuencias de una sequía son verdaderamente desbastadoras. Recuerdo cuando era chico, allí en Roldán íbamos a comprar lechuga a una quinta, el que la cultivaba, era un turco ya muy anciano. Íbamos con el bolsito de los mandados, y por dos pesos nos llenaba el bolso de lechuga, fresquita, y él decía esto: Miguelito; el agua potable, apenas para mantenimiento, la que da "crecimiento", es el agua que manda Dios…

Y realmente es así.

¡Vieron que maravilloso! Es el mismo proceso que tiene que ocurrir, en la mente de nuestros niños, cuando los regamos con conocimientos, cuando les trasferimos saberes, destrezas, procedimientos;…y los asimilan…. Produciendo en ellos, las competencias y capacidades que los habilitarán para la vida.

Pero hay otro detalle en el texto, dice:

“Que caiga mi enseñanza como lluvia

y desciendan mis palabras como rocío”

En aquellas zonas semidesérticas, donde las lluvias anuales, son tan escasas, saben ¿Cómo se produce la fertilización? El rocío que desciende en la noche fertiliza la tierra. Y miren queridos, te vas dando cuenta a medida que avanzan los años y los alumnos, que cada curso, cada división tiene su propia identidad, sus tiempos en este proceso de asimilación, y es por eso que nos capacitamos, para aprender a “leer”, con sabiduría, la realidad de cada grupo, y aún más, de cada alumno, y entonces sí, enseñar, transmitiendo conocimientos con la abundancia de la lluvia, o apaciblemente.... como el rocío.

Dice además:

“como aguacero sobre el pasto nuevo,

Como lluvia abundante sobre plantas tiernas”.

Soy un convencido del poder de la influencia, de una maestra, de un maestro, sobre la vida de un niño. Les puedo asegurar, que cada vez más las escuelas se están transformando en lugares, donde se construye a las personas. Para muchos niños, su colegio es su refugio, su seño es su mamá, (Vos me dirás: Miguel, yo no vengo acá a estudiar para ser mamá). Es verdad; solo les quiero hacer ver, la trascendencia, de esta vocación hermosa que hemos abrazado. Para alcanzar, a estos “tiernos brotes, que están creciendo”.

¿Saben qué? Aprendizaje y afectividad van de la mano… Hoy día es así.

Pero para finalizar, dice el texto que estamos considerando:

“Proclamaré el nombre del Señor.

¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!”

La tarea docente, esta labor de todos los días, tiene en nuestro contexto histórico-socio-cultural, una relevancia vital, pero cuanto más, cuando comunicamos, vida espiritual. Le doy gracias a Dios porque en este ámbito, podemos proclamar el nombre del Señor, abiertamente sin impedimento, y contar lo que Dios ha hecho y hace constantemente en nuestras vidas. Pero no en todas las instituciones educativas se puede hacer esto.

Cuando Cristo vive en tu corazón, es inevitable, que eso se note, que el perfume de su presencia se difunda en cada ámbito, y en las aulas también.

Proclamando con tus palabras o con la vida, la tarea docente se completa, porque no solo transmitimos, lo curricular, sino también a Aquel que puede comunicar la vida eterna, y llenar el corazón de alabanza.

¿Tenés esta experiencia?

Mirá, quiero decirte que Dios te ama, que sos valiosísima, valiosísimo para Dios, que de tal manera te amó, Dios que ha dado a su Hijo unigénito, para que si creés, no te pierdas, sino que tengas, vida eterna.

¿Lo vas a hacer? Te animo a tomar esta decisión: comunicarte con Dios, y decirle: Querido Dios, creo que Jesús me amó tanto que fue a la cruz en mi lugar, me arrepiento de corazón por todos mis pecados, perdóname, ven a mi corazón oh Cristo!

Si has hecho esta sencilla oración con todo tu ser, Dios te oyó, y de acuerdo a su promesa, te perdonó y ahora sos un hijo/ja de Dios.

Seguiremos en contacto, para descubrir, todo lo que Dios, tiene para decirnos.

Dios te bendiga.

Con todo afecto,

Miguel José Pereyra

" Prosigo a la meta, al premio

del supremo llamamiento de Dios

en Cristo Jesús".

Filipenses 3:14