Teatro romano de Mérida.
A pesar de la dependencia que el teatro romano presenta con respecto al teatro griego, muy especialmente al principio de su desarrollo, lo cierto es que el teatro romano intensifica algunos temas del teatro griego y va olvidando otros.
Para los romanos pasa a ser el teatro un juego, en contra de la concepción griega, que lo consideraba un ritual. Es una sociedad apegada al otium (ocio) y el teatro tiene gran competencia: circo, desfiles, gladiadores, celebraciones de la victoria...
Los romanos apenas cultivan la tragedia y si lo hacen, como en el caso de Séneca, no es para representarla, sino para leerla en voz alta en círculos escogidos. En los inicios representan a lo griego (temática, escenario, vestuario...) para que la aristocracia no pusiese objeciones, en las llamadas comedias paliatas. ("Pallium" manto griego). Posteriormenete, aparecen las comedias togatas, las que tienen ya contenido y temática propiamente romano, lo que no gustó nunca a la clase pudiente.
Antes de la introducción del teatro de influencia griega, tuvo gran éxito un teatro popular conocido como farsas atelanas, llamada así por tener su origen en la ciudad italiana de Atella. Son espectáculos llenos improvisación y pantomima, en la que personajes-tipo improvisaban historias pactadas al inicio.
Sin embargo, cultivan con gran fortuna la comedia, crítica de tipos humanos y de costumbres sociales.
Dos son los autores cómicos principales en Roma: Plauto y Terencio.
El primero, de origen humilde, era actor hasta que decidió convertirse en comediógrafo con gran éxito. Escribió alrededor de 130 comedias de las que solo se conservan 31 ("Anfitrión", "Asinaria"...). Sus obras representan comedias de enredos sentimentales entre dioses y hombres con muchos personajes ridículos por sus deformidades morales, como el avaro de "Aulularia", o el soldado fanfarrón en Miles gloriosus.
Terencio, que era un esclavo liberado por su amo debido a su inteligencia y talento, era mucho más refinado y recibió la influencia de Menandro, el comediógrafo griego. Su obra completa, más sus traducciones de Menandro, se perdieron en un naufragio.
Tienen cierto éxito las farsas atelanas que serán con sus personajes tipificados, el precedente de la Commedia dell´arte renacentista. Son espectáculos irreverentes llenos de mimo y pantomima.
Con la caída del Imperio Romano y la llegada del Cristianismo, el teatro prácticamente desapareció, pues la Iglesia recién nacida consideraba el teatro algo demoniaco, y a los actores una especie de endemoniados, ya que podían cambiar su alma para representar a otros. Con estas ideas, el teatro entra en una época de oscuridad, de ocultación y casi inexistencia hasta el comienzo del Renacimiento.
El teatro romano se representaba en espacios provisionales: estrados de madera, carros, etc. A partir del 60 a. C. se construyeron en piedra y mármol, y eran edificios diseñados especialmente para su finalidad. Los construían desde los cimientos y estaban divididos en dos partes iguales, la mitad para el escenario y la otra mitad para los espectadores. El escenario estaba cubierto y se ponían toldos para el público. En España tenemos varios teatros romanos, el de Mérida, el mejor conservado del mundo. Alguno como el de Sagunto ha sufrido una polémica restauración.
Sobre la consideración del actor en tiempos clásicos, sólo tenemos que recordar que los actores (siempre varones, aunque algunas mujeres participaban en los mimos), no usaban máscaras y provenían de clases sociales muy humildes, casi siempre esclavos o libertos; constituían un grupo marginal y mal considerado.