En el siglo XVI surgen los llamados teatros nacionales en los diferentes países europeos. Adaptan el legado dramático al gusto del público y a las características socio-económicas y religiosas particulares de cada país.
Aunque sin duda, parece que es la sociedad y su concepción de la dramaturgia la que está preparada para recibir a los grandes plumas de la historia del teatro. Se llega, como hemos visto, a niveles insospechados con Shakespeare; a una producción inmensa y de gran éxito con Lope de Vega, y una profundidad psicológica con Calderón de la Barca.
En Francia, años más tarde, tres grandes escritores alcanzan fama y reconocimiento en Francia. hablamos de Racine, Moliére.
Características de estos Teatros Nacionales:
- Mezcla de la prosa y el verso.
- Aparición de canciones y romances tradicionales en sus argumentos.
- Les gustan los juegos de palabras.
- Desarrollan la técnica del monólogo.
- Ruptura de las tres unidades aristotélicas (tiempo, espacio y unidad)
Sus diferencias, no obstante, son muy significativas ya que la habilidad de Shakespeare (representante del teatro isabelino) para crear personajes individualizados, verdaderos arquetipos de la literatura universal es incomparable. A los autores franceses, por su parte, les gusta hacer crítica social en sus obras basadas en la Commedia dell´Arte. Son, como veremos más adelante, Racine o Corneille, que cultivan la tragedia. y, sobre todo, el comediógrafo Moliére, al que se le conoce por la fijación de los personajes tipos: el pedante, avaro, fanfarrón...
Vamos a conocerlos mejor (el teatro isabelino ya lo hemos visto antes):
Teatro de capa y espada en España
Teatro clásico francés