PSICOPATOLOGÍA DESCRIPTIVA Y FENOMENOLOGÍA
El “mito de la caverna” de Platón, conciencia del yo y conciencia de realidad . .
Semiología de los trastornos de la percepción.
Dr. JL. Día Sahún.
Semiología y Tipos de alucinaciones. TEMARIO:
Semiología y Psicopatología de las alucinaciones. J. L. Día. (pdf)
-Fenomenología de las alucinaciones Auditivas. Pág. 2
-Alucinaciones visuales: clínica y psicopatología. Pág. 31.
-Alucinaciones olfativas. Pág. 65
-Alucinaciones gustativas. Pág. 79
-Alucinaciones táctiles, superficiales y profundas. Pág. 86.
-Alucinaciones Cenestésicas y del Espacio Corporal Pág. 102
-Las alucinaciones sexuales y genitales. Pág. 116
-Alucinación negativa. Pág. 128.
La alucinación es, ante todo, una vivencia de presencia sin objeto real:
la conciencia percibe algo que no está ahí, pero lo siente con la misma certeza que lo real.
En términos fenomenológicos (Jaspers, Minkowski, Binswanger), no es un simple error sensorial, sino una crisis de la intencionalidad: la conciencia pierde la referencia al mundo común y se encierra en su propio horizonte perceptivo.
Por eso la alucinación no depende de los sentidos, sino de la estructura del yo-percibiente.
Cuando el yo se desancla del mundo compartido, surgen las voces, los fantasmas, o —en la cultura digital— los ecos sintéticos de una realidad creada por algoritmos.
Definición fenomenológica.
La alucinación auditiva —y en especial la verbal— constituye una vivencia perceptiva sin objeto real, impuesta con fuerza de realidad exterior, acompañada de pérdida del sentimiento de actividad y de una escisión del yo. El sujeto “oye” sin percibir; su conciencia es invadida por un fenómeno que se presenta como autónomo, ajeno, pero real.
(Jaspers, Allgemeine Psychopathologie, 1913).
-Fenomenología de las alucinaciones Auditivas.
Ver: Historia fenomenológica de las alucinaciones verbales y acústicas.
Historia universal de las alucinaciones verbales y las "voces" en la cultura, mística y psicopatología. link
Cómo distinguir voces reales de voces alucinatorias verbales-acústicas
1. Criterio fenomenológico básico: presencia sin objeto
En la voz real, existe una fuente física (vibración sonora, presencia corporal, resonancia ambiental).
En la voz alucinatoria, hay vivencia de presencia, pero sin objeto ni causa externa.
El sujeto oye, pero no hay nadie que hable.
La voz tiene todas las cualidades sensoriales del sonido, aunque procede de la interioridad perceptiva del yo.
“El enfermo no imagina o recuerda, sino que oye realmente una voz que no está ahí, una voz real que no existe en el mundo común; la percepción está desanclada del mundo. (Jaspers, 1913).
No implica un error de los sentidos sino un trastorno de la relación del yo con el lenguaje y con el mundo, donde el pensamiento se vivifica y se vuelve ajeno.
Criterios clínicos para distinguir voz real vs. alucinación verbal
Dimensión
Fuente sonora
Localización
Control del yo
Juicio de realidad
Contenido
Impacto afectivo
Voz Real
Objetiva, verificable
Espacio real, direccional
Conservado
“Puede ser un error”
Coherente con contexto
Variable
Alucinación Verbal
Sin fuente externa, persiste pese a verificación
Cabeza, cuerpo, entorno sin causa
Imposición, pasividad
Convicción absoluta
Imperativo, comentador, dialogante, simbólico
Carga emocional intensa
Criterio cardinal: la actitud del sujeto ante la experiencia (crítica, certeza, vivencia de extrañeza).
2. Lugar de procedencia
Reales: se localizan en el espacio exterior (fuera del cuerpo, con dirección, distancia, timbre).
Alucinatorias: pueden percibirse
Extracorporales: desde el techo, detrás, a través de las paredes.
Intracorporales: dentro de la cabeza, del pecho o del oído interno.
A veces el paciente dice: “me hablan dentro”, “no suena, pero lo oigo”.
→ Es el fenómeno clásico de alucinación verbal psíquica o eco del pensamiento.
3. Relación con el yo (vivencia de pasividad)
En las voces reales, el sujeto mantiene el control de la atención y la interpretación.
En las alucinatorias, aparece la vivencia de imposición o pasividad:
-“No soy yo quien piensa; me lo dicen.”
-“Me hablan, me ordenan, me comentan lo que hago.”
Es el signo cardinal de la experiencia de influencia, descrita por Jaspers como alteración del “ser-para-sí”.
4. Contenido y tono
Voces reales: coherentes con el entorno, contextuales, variables.
Voces alucinatorias:
-Imperativas: órdenes o prohibiciones.
-Comentadoras: describen o repiten lo que el paciente hace.
-Dialogantes: discuten entre sí sobre el sujeto.
-Despectivas o mesiánicas: cargadas de afecto, a veces sagradas o persecutorias.
→ El contenido revela una implicación emocional directa, no neutra.
5. Control de la experiencia
El oyente de una voz real puede verificar su fuente (abrir una puerta, preguntar).
El sujeto con alucinaciones no logra desmentir lo que oye; la voz persiste incluso si se demuestra su inexistencia.
A veces intenta tapar los oídos, pero la voz continúa, “sin pasar por el aire”.
6. Contexto clínico
Voces reales: aparecen en la vigilia normal, en ambientes con estímulos auditivos.
Voces alucinatorias: suelen acompañarse de:
-alteración del juicio de realidad,
-pensamiento delirante asociado,
-aislamiento, insomnio, o consumo de sustancias,
-experiencias de pasividad (influencias, control, irradiación).
En depresiones graves o duelos, pueden surgir voces hipnagógicas o pseudopercepciones afectivas, cercanas al recuerdo, pero el sujeto las reconoce como internas (“sé que no es real”).
7. El juicio de realidad
El criterio último —para Jaspers y la psicopatología fenomenológica— es el juicio de realidad:
¿Reconoce el sujeto que la voz puede no ser real?
Si sí, hablamos de imagen, recuerdo o fantasía auditiva.
Si no, y mantiene la convicción inquebrantable, hablamos de alucinación verdadera.
8. Las zonas intermedias
Entre ambos extremos existen zonas grises, especialmente en:
Estados de privación sensorial, fiebre o intoxicación.
Fenómenos hipnagógicos (al dormirse o despertarse).
Alucinosis orgánica.
Creatividad literaria o poética, donde la voz interior se vive con fuerte presencia, pero sin pérdida del juicio de realidad.
→ “Sé que es mi voz poética, no una voz que me ordene.”
9. En la clínica fenomenológica
Las alucinaciones verbales son modificaciones en la relación del sujeto con el lenguaje.
El pensamiento se oye.
El discurso interno se exterioriza y se hace ajeno.
El lenguaje, que antes servía para representar, ahora se impone como presencia autónoma.
Minkowski: “El pensamiento se solidifica en sonido.”
Bleuler: “La palabra se vuelve cuerpo.”
Binswanger: “La voz es la carne del sentido.”
Diagnóstico diferencial entre ilusión y alucinación verbal.
Fenómeno
Ilusión verbal
Interpretación delirante
Pseudopercepción afectiva
Pensamiento obsesivo
Forced thinking (epilepsia temporal)
Automatismo mental (Clérambault)
Clave
Sonido real → significado delirante
Frase real → interpretación autorreferencial
Voz ligada a emoción, reconocida como interna
Intrusivo, egodistónico, no sonoro
Flujo impuesto, sin cualidad acústica
Pensamiento ajeno, voces psíquicas
Conclusión
La alucinación verbal-acústica es, más que una falsedad sensorial, una crisis del yo en el lenguaje: el pensamiento se emancipa y habla por sí mismo.
Distinguirla de la voz real exige observar no solo el sonido, sino la actitud del sujeto ante él, su certeza, su crítica y su relación con el mundo.
“La voz real vibra en el aire; la voz alucinada vibra en el alma.”
— Dr. J. L. Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza.
Al comienzo, éstas generalmente son simples ruidos, crujidos, zumbidos, timbres en los oídos, tañidos de campanas ("doblar a muerto"), golpes, corrimiento de mesas, crepitación de látigos, trompetas, cantos tiroleses, otros cantos, llantos de niños, silbidos de pajaritos, explosiones, chirridos, "disparos y estertores mortales", "la cama hace ecos a los disparos", la "Cacería Salvaje" hace un tumulto, "Satanás ruge debajo de la cama".
Y luego se desarrolla, gradual o repentinamente, el síntoma peculiarmente característico de la "demencia precoz" (esquizofrenia) , a saber, el escuchar voces. A veces, son sólo susurros, "como si me concernieran a mí", como dice un paciente,...un lenguaje secreto, "burlándose del prisionero"; a veces las voces son fuertes o son suprimidas, como si fuesen producidas por un ventrílocuo, o como si fuese el llamado de un teléfono, "voces de niños"; un paciente escuchaba "hablar al mosquito". ...todo esto nos cuenta Kraepelin:
Según texto de E. Kraepelin. "la demencia precoz".
Vamos con la clínica – psicopatología de las voces alucinadas.
Sic. “Oigo voces”. "me hablan", "me dicen cosas", "hablan entre ellos sobre mí" ,...
Análisis semiológico:
¿dónde?. "en mi cabeza, como mi pensamiento", o a veces "en el exterior, a mi alrededor, o desde lejos, a un kilómetro de distancia,....."
Así, hacemos primera introducción de las voces según su localización. Según origen o procedencia. (objetivado por el paciente, vivido subjetivamente, descubriendo así su nueva verdad)
¿Espacio interior y exterior?:
“en el exterior sí ” , “están fuera de mí”, "vienen de fuera".
Transmitidas, "como grabadas en una cinta", "salen de un aparato o altavoz".
"Al pasear, por la calle, lo dicen, se refieren a mí"
-Fuera, en la calle,....,a mi alrededor,
"Detrás de mí, como susurro al oído, o a través de la pared (de vecindad),..."
La voces pueden provenir de o situarse en los objetos y en los animales de compañía,...
Los objetos se hacen sonoros, emiten voces.
¡ los objetos hablan, los animales hablan,.partes del cuerpo hablan..¡¡
“¡hay que tener un buen oído para escucharlas¡.” Sic
Provenientes o captadas sólo de un oído:
“Los perseguidores injurian por la derecha y los protectores tranquilizan por la izquierda”
Origen impreciso, entre lo corporal y lo externo, variables, imprecisas, confunden, desorientan, Pero aluden a mí, saben de mí, me citan, me reprochan, me elogian, ….
Voces que provienen del Espacio interior o corporal:
-“En mi cabeza”, “en mi interior”, (diferente a mis pensamientos)
-“En mi oído, ...un chip auricular,..”
Incluso las voces se asientan o parten de las vísceras, o partes del cuerpo:
“me hablan desde el estómago”, “una persona alojada en mi vientre, que oigo su voz”. Sic
“mi gemelo interior habla, un alien alojado en mi interior habla..”
-En mi corporalidad externa: “en la ropa”, vestidos, (envoltorio), y los “objetos”
Tabla resumen de localización y asignación personal de las voces.
Parámetro
Localización externa
Localización interna
Segunda persona
Tercera persona
Conciencia crítica
Sin crítica
Ejemplo clínico
“Viene de la pared”
“En mi cabeza”
“Hazlo ya”
“Hablan de mí”
“Sé que no existen”
“Es real”
Valor fenomenológico
Proyección espacial
Escisión pensamiento-voz
Imperatividad y pasividad
Autorreferencia delirante
Insight parcial
Xenopatía completa
¿Cómo te afectan estas voces".
Relación del paciente con las voces:
-El paciente, en ocasiones habla de forma espontánea y abierta sobre sus “voces”.
-"me acompañan, me aconsejan,...,como la voz de la conciencia,..."
- "comentan lo que hago" , “dialogan conmigo”
-Difamatorias o imperativas: "me acosan, me influyen, o me ordenan cosas que haga,..."
-Otras veces, puede negar las voces, pero asegurar que oye “mensajes hablados” o “transmisiones” , u otros tipos de sonidos hablados. "nunca he oído voces,. Sólo me hablan.." "no oigo, escucho voces"
(¡puede ser muy difícil distinguir entre percepción acústica real o alucinación ¡)
Intensidad del fenómeno alucinatorio:
-Sólo ocasional, apenas percibido, un “como sí”,. “un susurro alusivo a mí”, ..que apenas interfiere en la vida del paciente:
“oigo mi nombre”, “me llaman”,...”O palabras sueltas,...”
sic "Al pasear oí "maricón", y noté un gesto de burla"
(ver delirios de auto y hetero depreciación erótica)
-Insistentes, persistentes, hasta constantes, que fuerzan al paciente a una total dependencia de las voces, haciendo que el resto de conversaciones, -con el médico, amigos, familia,- carezca de interés, y se viva incluso como irreal en comparación con el mundo alucinatorio.
-Creación de una nueva realidad, en un segundo plano, que se hace prioritaria para el paciente. Así, la gran parte del tiempo del paciente es ocupado en dialogar, contestar u obedecer a las voces. Las alucinaciones y las voces "reales”, forman la memoria y dan contenido conjunto a la vida y conducta del paciente.
¿dónde distinguir pues ya entre “voces” y voces? (la escisión yoica se ha consumado)
-El mundo alucinatorio se hace omnipresente, anula a la realidad sensorial, lleva al paciente a un autismo esquizofrénico: recluido, ensimismado en su mundo alucinatorio, con mutismo relacional, sólo diálogos con sus voces. La voces y su elaboración delirante, ya suplen al mundo real. Para que hablar con terceros, para que salir a la calle, si todo está en mí?
1. Vivencia del yo y alienación
Desde una perspectiva jaspersiana, la alucinación verbal no es sólo una alteración perceptiva, sino una fractura en la estructura del yo-mundo. El “espacio interno” deja de ser íntimo: lo ajeno se infiltra. El sujeto experimenta una heteronomía del pensamiento, preludio de la alienación del yo.
La voz invade la conciencia y expropia la interioridad: la palabra ajena se pronuncia dentro. La conciencia del yo se desrealiza. (Día Sahún, Conciencia del yo y realidad, 2025).
2. Modelos contemporáneos (ampliado)
Estudios de neuroimagen funcional (Raij et al., 2009; Jardri et al., 2011; Allen et al., 2012) muestran activación simultánea del área de Broca (producción del habla interna) y del córtex auditivo primario durante las alucinaciones verbales. Esta co-activación sugiere una ruptura en los mecanismos de monitorización interna del discurso, responsables de distinguir entre el pensamiento propio y la voz ajena.
Los modelos predictivo-cognitivos sostienen que la conciencia utiliza señales de eferencia para anticipar las consecuencias sensoriales de sus actos mentales; cuando esta “copia del yo” falla, la voz interior se experimenta como externa. Así, el sistema de atribución de agencia colapsa y el pensamiento se oye como si viniera de fuera.
Desde una lectura neurofenomenológica, estos hallazgos no sustituyen, sino que complementan la descripción jaspersiana: el fenómeno no reside solo en el cerebro, sino en la pérdida del sentimiento de propiedad del lenguaje. La palabra, antes íntima, se emancipa y retorna como alteridad sonora.
En términos de Hoffman (2008) y Waters & Fernyhough (2017), las voces surgen en un continuo entre habla interior hiperreflexiva y experiencia perceptiva externamente localizada; entre ambos polos se sitúan las llamadas voces semánticas internas, donde el sujeto aún reconoce un resto de su propia intencionalidad.
De este modo, los modelos contemporáneos proponen un puente entre el cerebro y la vivencia del yo:
“El yo habla y no se oye como suyo; el pensamiento pierde su timbre de origen y se vuelve objeto de percepción”.
(Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza.)
3. Dimensión existencial y simbólica
En la clínica fenomenológica, cada voz posee un tono afectivo propio y una posición ética frente al yo. No son simples sonidos: expresan una relación del sujeto consigo mismo y con el mundo. Algunas voces acompañan y consuelan, otras acusan, vigilan o protegen; todas revelan un modo de estar en el mundo.
Su significación simbólica —voz de la culpa, del deseo, del mandato, de la conciencia o del Otro absoluto— no puede reducirse al contenido literal, sino que debe interpretarse en el marco existencial del sujeto. La voz, más que un síntoma, se convierte en un signo de la fractura del sentido, una irrupción de lo no dicho que busca expresión.
Así, en la voz persecutoria se encarna la alteridad hostil del mundo; en la voz imperativa, la pérdida de libertad; en la voz protectora o mística, el anhelo de amparo y trascendencia. Cada una encarna un aspecto del yo alienado y su lucha por recomponer un orden de significaciones.
Desde la perspectiva de Stanghellini (2004) y Sass (2010), las voces son metáforas vivas de la escisión del yo: el pensamiento afectivo se exterioriza y adopta forma sonora. No hablan solo de algo, sino por alguien; son figuras del yo desgarrado que intenta restablecer un diálogo interior.
“En cada voz resuena una ética implícita: la del sujeto que busca, en su propia desposesión, una forma de volver a escucharse.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza
4. Conciencia de enfermedad y crítica a las alucinaciones.
Conciencia de enfermedad -“insight” - en la psicosis de JL Día. Link
La conciencia de enfermedad constituye un eje fundamental en la psicopatología de las alucinaciones verbales. Según Jaspers, no basta con oír voces: importa la actitud del sujeto ante lo que oye —su grado de crítica, de duda, o de adhesión a la experiencia—.
Podemos reconocer varios niveles clínicos de crítica fenomenológica:
1. Crítica positiva o reflexiva
El sujeto reconoce el carácter anómalo de la vivencia:
“Sé que las voces no existen, pero las oigo; intento no hacerles caso.”
Persiste el juicio de realidad: el yo mantiene cierta distancia y la vivencia se experimenta como extraña, pero no invasiva. Es frecuente en pseudopercepciones o en fases iniciales de la psicosis.
2. Actitud indiferente o neutral
Las voces se viven como ajenas al yo, pero sin implicación emocional:
“No me afectan, están ahí, pero no me importan.”
Predomina una idea de irrealidad, típica de algunas alucinaciones orgánicas o de estados crepusculares, donde no hay estructura delirante asociada.
3. Vivencia de alusión o autorreferencia
El paciente percibe que las voces hablan de él, le nombran o comentan su vida:
“Se refieren a mí, a mi persona.”
“Comentan mi pasado, mi presente o mi pensamiento.”
“Hablan entre ellos con disimulo, pero sobre mí, me critican o se burlan.”
Aquí aparece ya una interpretación delirante del lenguaje, una pérdida parcial de la distancia crítica.
4. En primera persona
El fenómeno se confunde con el propio pensamiento:
“Oigo mi voz”, “mi pensamiento suena”, “las palabras se escapan y las oyen los demás.”
Corresponde al clásico eco del pensamiento descrito por G. de Clérambault dentro del automatismo mental, donde la intimidad del pensar se vuelve audible y ajena.
5. En segunda persona
Las voces se dirigen directamente al sujeto, con tono imperativo, injurioso o seductor:
“Hazlo”, “cállate”, “te están observando.”
Predomina la vivencia de pasividad y la pérdida de la autonomía del yo.
6. En tercera persona
Las voces hablan entre sí, discuten o comentan las acciones del paciente:
“Hablan de mí, dicen lo que hago.”
Constituye uno de los síntomas de primer rango de K. Schneider, y refleja una escisión completa entre el yo y su representación.
En suma, la crítica frente a las voces varía desde la reflexión lúcida hasta la completa convicción de realidad.
En los límites, la voz se convierte en lenguaje del mundo: lo que antes era interior se vuelve público, y el sujeto ya no piensa en palabras, sino que las palabras piensan por él.
“La enfermedad comienza cuando la voz deja de ser metáfora y se convierte en mundo.”
— Día Sahún, Psicopatología fenomenológica del lenguaje, Zaragoza.
5. Contenido de la percepción alucinatoria
El contenido de la alucinación verbal puede presentarse bajo formas elementales, complejas o simbólicas, según el grado de estructuración del fenómeno y la participación del yo en su elaboración.
a) Formas elementales (acoasmas)
Se reducen a ruidos o impresiones acústicas simples: roces, zumbidos, silbidos, golpes, susurros, murmullos.
Carecen de significado lingüístico y se sitúan en la frontera entre la percepción y la sensación. Suelen aparecer en fases iniciales o en cuadros de tipo orgánico.
b) Formas verbales o fonémicas
El ruido se transforma en palabra: surgen fonemas, sílabas o frases con estructura de lenguaje.
“Me hablan”, “me dicen cosas”, “repiten lo que pienso.”
Es el momento en que el pensamiento adquiere corporeidad sonora: el lenguaje se vuelve presencia.
c) Formas musicales o melódicas
La voz se hace canto o ritmo, y la percepción adopta un carácter estético o hipnagógico.
Pueden aparecer en cuadros neurológicos, deprivación sensorial o demencias (síndrome de Charles Bonnet auditivo; Berrios, 1990).
d) Formas enigmáticas o simbólicas
El sujeto oye palabras indescifrables, frases en lengua desconocida o mensajes cifrados.
“Tiene un significado que debo descubrir.”
Aquí comienza el trabajo delirante de atribución de sentido, donde la voz se convierte en enigma.
Cualidades sonoras
Las voces pueden ser:
Nítidas: localizadas en el espacio interno (cabeza, pecho, estómago) o externo, con identidad definida, a menudo reconocible.
Vagas o imprecisas: flotantes, sin timbre claro, difusas o cambiantes.
El timbre, tono e intensidad varían: pueden ser graves, agudas, hirientes o suaves, cargadas de afecto o neutras. La sonoridad misma participa del significado: una voz dulce puede ser más perturbadora que una violenta.
Tipología según el contenido verbal
Fonemas imperativos (Wernicke, 1900):
Voces que dan órdenes o prohibiciones.
“Me obligan a matarme”, “me dicen que me mate.”
Siempre deben valorarse con extrema prudencia clínica por su potencial riesgo de acción.
Voces alusivas o comentadoras:
Relatan, juzgan o dialogan sobre el sujeto.
“Hablan de mí”, “se burlan”, “me observan.”
Voces de ánimo o consuelo (Sim, 1992):
Tranquilizadoras, protectoras o afectivas.
“Me dicen que tenga paciencia”, “me animan.”
Voces acusadoras o amenazantes:
Censuran, humillan o intimidan.
“Me acusan de mis pecados”, “dicen que me castigarán.”
Atribución y vivencia de control
El clínico debe valorar:
El grado de pasividad de la vivencia (¿se impone o se genera?).
El grado de implicación del yo (¿reconoce la voz como propia, ajena o impuesta?).
El carácter xenopático: la sensación de que el fenómeno proviene de una instancia externa, invasora o ajena al sí mismo.
Este aspecto fue descrito por Pierre Lelong (1928) en su Syndrome xénopathique, donde la experiencia de la voz implica una verdadera expropiación de la agencia: el pensamiento ya no pertenece al sujeto, sino a un otro interior que lo domina.
“La voz alucinada no sólo se oye: se padece. En ella se hace audible la frontera entre el yo y el otro, entre el pensamiento y el mundo.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza.
Modalidad o forma
Acoasmas (formas elementales)
Fonemas o palabras aisladas
Voces verbales o discursivas
Voces imperativas
Voces alusivas o comentadoras
Voces de ánimo o consuelo
Voces acusadoras o amenazantes
Voces místicas o reveladoras
Voces musicales o melódicas
Voces enigmáticas o cifradas
Carácter xenopático (de Lelong)
Descripción clínica
Ruidos simples: zumbidos, golpes, murmullos, susurros sin significado verbal.
Sílabas, nombres o palabras sueltas sin contexto.
Frases completas, comentarios o diálogos.
Órdenes, mandatos, prohibiciones.
Relatos, juicios o comentarios sobre el paciente.
Mensajes protectores o tranquilizadores.
Censura, culpa, persecución moral o religiosa.
Experiencias visionarias, mandatos divinos o mensajes sagrados.
Sonidos armónicos, canciones o melodías sin letra.
Lenguaje desconocido o incomprensible, mensajes ocultos.
Vivencia de imposición o control externo.
Ejemplo típico
“Oigo un zumbido que me sigue”, “ruidos detrás de la pared”.
“Maricón”, “mi nombre”, “ven”.
“Hablan entre ellos sobre mí”, “me dicen lo que hago”.
“Me dicen que me mate”, “hazlo”.
“Se burlan de mí”, “dicen que soy ridículo”.
“No temas”, “todo saldrá bien”.
“Eres un pecador”, “te castigaremos”.
“Dios me habla”, “me dictan una misión”.
“Escucho una orquesta”, “suena un himno”.
“Me hablan en otro idioma, tengo que descifrarlo”.
“No soy yo quien piensa; otro habla dentro de mí”.
Valor fenomenológico / Interpretativo
Frontera entre sensación y percepción; fenómeno elemental sin simbolización.
Inicio de verbalización del pensamiento; irrupción del lenguaje.
Escisión del yo; pensamiento convertido en lenguaje autónomo.
Pérdida de agencia; riesgo de obediencia; experiencia de pasividad.
Autorreferencia delirante; desdoblamiento observador/observado.
Compensación afectiva; búsqueda de sentido o trascendencia.
Internalización del superyó; voz de la culpa o del castigo.
Dimensión simbólica-trascendental; alteración del sentido existencial.
Pseudo-alucinación estética; posible base orgánica.
Trabajo delirante de atribución de sentido.
Expropiación del yo; pérdida de la propiedad del pensamiento.
Referencias clásicas
Wernicke, 1900; Ey, 1932
Kraepelin, 1913
Jaspers, 1913; Schneider, 1959
Wernicke, 1900; Sims, 1991
Schneider, 1959
Sim, 1992; McCarthy-Jones et al., 2013
Ey, 1954; Stanghellini, 2004
Binswanger, 1957; Minkowski, 1968
Berrios, 1990
Lanteri-Laura, 1970
Lelong, 1928 (Syndrome xénopathique)
6. Alucinaciones musicales
El fenómeno de las alucinaciones musicales —también llamado auditory Charles Bonnet syndrome o musical tinnitus— constituye una forma singular de experiencia auditiva sin objeto real, en la que el paciente “oye música” con total nitidez y convicción, pese a la ausencia de estímulo externo.
El contenido suele adoptar la forma de una melodía reconocible, una canción infantil, un himno o una pieza instrumental compleja, con su timbre, ritmo y armonía característicos. En ocasiones el paciente distingue instrumentos, voces o coros, e incluso puede tararear o “seguir la melodía” como si realmente sonara.
“Oigo una música que no existe, pero suena perfecta.”
Origen y descripción clínica
Estas experiencias pueden ser vocales o instrumentales, familiares o desconocidas, persistentes o fluctuantes, y tienden a repetirse con un cierto patrón de perseveración.
Se describen sobre todo en:
Senilidad, con pérdida auditiva parcial o sordera (síndrome de privación sensorial).
Pacientes neurológicos, con lesiones del lóbulo temporal o del tronco cerebral.
Trastornos demenciales o epilépticos, y en cuadros de intoxicación o fiebre alta.
Historia y referencias clásicas
Ya en 1845, F. Baillarger describió las primeras observaciones de “música sin fuente externa”.
Posteriormente, E. Regis (1881) sistematizó el fenómeno y Berrios (1990) realizó su estudio histórico-clínico fundamental (Musical Hallucinations: A Historical and Clinical Study, British Journal of Psychiatry, 156, 188-194).
B. Claude y H. Ey (1932) incluyeron las alucinaciones musicales en el grupo de los síndromes de alucinaciones orgánicas, diferenciando entre:
Formas sintomáticas u orgánicas (por lesión, sordera, acúfeno).
Formas idiopáticas o endógenas, de base psicótica o funcional.
Fenomenología e insight
En la mayoría de los casos existe buen insight: el paciente reconoce que la música no proviene del exterior, pero mantiene la vivencia perceptiva como real (“no es imaginación, la oigo”).
Este elemento crítico permite distinguir la alucinación orgánica de la psicótica, donde el juicio de realidad se pierde.
Fenomenológicamente, constituyen un ejemplo privilegiado de intencionalidad sin objeto: la conciencia crea un paisaje sonoro sin mundo, donde la memoria auditiva se autonomiza.
A veces, el fenómeno se vincula con la creatividad musical —como en Haydn, Schumann o Ravel—, donde la frontera entre inspiración, recuerdo y alucinación se difumina.
Tabla. Alucinaciones musicales: clasificación y características
Tipo / Modalidad
Elementales
Melódicas simples
Melódicas elaboradas
Vocales / Instrumentales
Creativas / Inspiradas
Orgánicas (sintomáticas)
Endógenas (funcionales)
Ejemplo clínico
Zumbidos, acúfenos, timbres rítmicos
Canción conocida, himno infantil
Orquesta completa, voces corales
Canto con letra o melodía pura
“Oigo la música antes de escribirla”
Música constante en sordera o lesión
Música asociada a estados místicos o afectivos
Causa probable
Tinnitus, lesión auditiva
Deprivación sensorial, demencia
Lesión temporal, epilepsia
Variable
Hiperactividad imaginativa
Neurológica
Psicótica o afectiva
Insight / Crítica
Conservado
Parcial
Variable
Conservado o perdido
Conservado
Conservado
Ausente
Valor fenomenológico
Fenómeno sensorial simple
Recuerdo sonoro que se objetiviza
Construcción imaginativa sonora
Lenguaje musical como discurso del yo
Fusión entre inspiración y alucinación
Síndrome auditivo orgánico
Expresión simbólica del mundo interior
7. Alucinaciones acústicas no verbales
Las alucinaciones acústicas no verbales constituyen una modalidad particular de percepción sin objeto real, donde el contenido no adopta forma de palabra o frase, sino de sonidos, ruidos o melodías carentes de significado lingüístico.
El sujeto oye algo, pero ese “algo” no habla: su sentido no está en el lenguaje, sino en el acontecer sonoro.
Definición clínica
Lanteri-Laura las definió como percepciones acústicas carentes de estructura verbal, mientras que la Present State Examination (PSE) de J.K. Wing et al. (1973) las describe como:
“un ruido alucinado distinto de una palabra o frase reconocible: música, golpes, zumbidos, murmullos, pasos, sonidos de motores o timbres”.
Estos fenómenos se sitúan en el continuum auditivo de la alucinación, entre las formas puramente elementales y las verbales organizadas.
Ejemplos clínicos
Ruidos elementales: golpes, pasos, campanas, motores, silbidos, zumbidos, timbres.
Ruidos con carga emocional: explosiones, crujidos, roces, golpeteos que se asocian a un significado personal o persecutorio.
Murmullos o susurros confusos: el sujeto los percibe como voces en potencia, como si el ruido estuviera a punto de volverse palabra.
Dimensión delirante
En muchos casos, el ruido adquiere sentido simbólico o delirante, actuando como un lenguaje encubierto.
El fenómeno sonoro, en sí neutro, se integra en la red delirante y se carga de significación persecutoria o mística:
“Los ruidos de los martillos clavan la horca para el melancólico delirante.”
“Los ruidos de los hoyos que los perseguidores cavan en el muro para observar al perseguido.”
Estos ejemplos, recogidos por la tradición clínica francesa, ilustran cómo el sujeto interpreta el mundo sonoro como un mensaje del destino o del enemigo, haciendo del ruido un signo y del silencio una amenaza.
Fenomenológicamente, el sonido no verbal puede representar una protoforma del lenguaje alucinado: el rumor del mundo que se prepara a hablar, la prefiguración acústica de la palabra delirante.
Tabla. Tipología y valor fenomenológico de las alucinaciones acústicas no verbales
Tipo / Modalidad
Elementales simples
Música o melodía vaga
Ruidos con carga afectiva
Murmullos o susurros
Sonidos amenazantes o catastróficos
Ejemplo clínico
Zumbidos, timbres, motores
Sonidos repetitivos o rítmicos
Golpes, martillos, pasos tras la pared
Murmullos ininteligibles, rumor de voces
Explosiones, estruendos, rugidos
Significación clínica
Lesiones auditivas, tinnitus, orgánico
Deprivación sensorial, demencia
Asociación persecutoria o simbólica
Preforma de la voz verbal
Delirio melancólico o de persecución
Valor fenomenológico
Percepción sin contenido; pura sensación auditiva.
Puente hacia las alucinaciones musicales.
“Lenguaje del mundo”; el ruido como signo.
Proto-lenguaje alucinado; palabra latente.
Expresión acústica del miedo; símbolo de ruina.
“Cuando el mundo deja de hablar, empieza a sonar. En el ruido sin palabra se gesta el lenguaje del delirio.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza
8. Alucinaciones del pensamiento y eco alucinatorio
Entre las formas más complejas y reveladoras de la alteración del yo se encuentran las alucinaciones del pensamiento, ya descritas por Baillarger a mediados del siglo XIX y desarrolladas después por Bleuler y Kurt Schneider.
En ellas, el pensamiento mismo se hace perceptible, se “oye”, se “repite” o se “difunde”, como si hubiera perdido su intimidad.
a) Pensamiento sonoro y difusión del pensamiento
El paciente experimenta que sus ideas se vuelven audibles o transparentes para los demás:
“Saben lo que pienso.”
“Repiten lo que pienso.”
“Se ríen de lo que pienso.”
“Las palabras se me escapan por la boca.”
El pensamiento, en lugar de permanecer silencioso y propio, se exterioriza. La frontera entre el pensar y el decir se disuelve; la palabra interior se emancipa y se vuelve objeto de percepción.
Algunos pacientes intentan tapar la boca o bloquear el pensamiento, temiendo que “se les escape”, como si la conciencia ya no les perteneciera.
Este fenómeno puede coexistir con pensamientos intrusivos u obsesivos, de contenido sexual o blasfemo, propios del trastorno obsesivo-compulsivo, aunque en este último el sujeto mantiene el juicio de realidad y reconoce la ajenidad de la idea.
b) Eco alucinatorio
Descrito por Bleuler, consiste en la repetición inmediata o retardada de las propias palabras:
“Lo que digo lo escucho repetido varias veces a lo lejos.”
“Cuando callo, las voces repiten lo que acabo de decir.”
A menudo se intensifica durante la lectura o la escritura: el texto leído se repite en la mente con voz ajena, como si el pensamiento tuviera eco.
El sujeto se queja de “pensar en voz alta” o de que le roban las ideas. Esta sensación de expropiación marca el paso de la alteración perceptiva a la alteración de la agencia mental.
c) Síntomas de primer rango (K. Schneider, 1959)
Schneider consideró estos fenómenos —junto con otros— como signos cardinales de esquizofrenia, al expresar una ruptura fundamental entre el yo y su actividad mental. Entre ellos:
Pensamientos audibles: el pensamiento se oye como voz.
Voces que discuten entre sí (en tercera persona).
Voces que comentan la conducta del paciente.
A estos se añaden las experiencias de pasividad del pensamiento (robo, difusión, control) y de delirio de control sobre afectos, impulsos o actos, que implican una profunda alteración de los límites del yo.
d) Fenomenología del yo escindido
Estas experiencias constituyen una masiva interferencia en la capacidad para delimitar el “yo”: la identidad se fragmenta, el sujeto ya no se reconoce como autor de sus propios actos mentales.
El pensamiento, antes propiedad íntima, se convierte en fenómeno exterior: el yo se convierte en objeto de sí mismo. Ver: "El yo psicótico".
“¿Cómo discriminar lo que es yo de lo que no es yo?” (Sims, 1991).
“¿Cómo separar mi yo de los otros yo?”
El fenómeno revela la alienación de la persona en su forma más radical: la invasión de la interioridad por una alteridad que habla, repite o piensa dentro.
No hay error de los sentidos, sino crisis del ser-para-sí, del acto mismo de poseerse.
“El pensamiento se vuelve sonido, y el yo, eco. En ese instante nace la voz psicótica: la palabra sin dueño.”
— J. L. Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza.
9.- Alucinaciones psíquicas verbales:
-Automatismo mental de Clérambault, falsas alucinaciones (Michéa), pseudoalucinaciones (V. Kandinsky, Hagen y Hoppe) o alucinaciones aperceptivas (de Kahlbaum).
-Ausencia de contenido sensorial, lenguaje interior pero ajeno al yo, las identifica en el mismo modo que su pensamiento, pero no las considera como suyas.
Diagnóstico diferencial con:
- Pensamientos obsesivos: ideas obsesivas, fijas, iterativas, bajo presión, vividas como impuestas y no deseados, egodistónicas. Oposición y lucha ritual secundaria. Típico de la neurosis obsesiva.
- El “forced thinking” : pensamiento forzado, ictal, propio de la epilepsia temporal.
(ver W. Penfield y H. Jaspers 1954).
Les hallucinations psycho-motrices verbales. Las alucinaciones psicomotrices verbales:
“voces que proceden directamente de la garganta, del movimiento de las cuerdas vocales, con sensaciones orgánicas de la laringe, vivido como impuesto, y de carácter motriz..”
(J. Seglas 1892). (siguiendo a G. Lanteri-Laura) ver vida y obra de Jules Séglas (1856-1939) y sus delirios melancólicos y nihilistas.
Jules Séglas señala entre las alucinaciones psíquicas dos fenómenos importantes:
1° las impulsiones verbales del tipo onomatomanía impulsiva. A nivel fenomenológico, deberías distinguir de:
- coprolalia de algunos tics verbales, en el paciente con Gilles de la Tourette.
- la verborrea impulsiva del maniaco, o incontinencia verbal maniaca, “habla a presión”.
- la compulsión verbal del obsesivo, “impelido a recitar palabras”, como síntoma de su neurosis obsesiva.
2° las alucinaciones psico-motrices, que se dividen en diversos grupos:
a) las alucinaciones verbales motrices puras. Sensaciones de movimientos de articulación pura, alucinaciones motrices, cinéticas, vividas en la garganta y cuerdas vocales,…con o sin expresión verbal.
b) las alucinaciones verbales motrices y auditivas en las cuales se mezcla un elemento sensorial auditivo y motor verbal.
Ejemplo de caso clínico: sic “la voz de la médium es dicha con mi garganta, y sale por mi boca, con una voz distorsionada, inauténtica, que no es mía,,…fuera de mi voluntad, impuesta, y sin control,…ellos hablan a través de mi…”
c) fenómenos de tipo pseudoalucinatorio, representaciones interiores de naturaleza cinestésica. La vocalización automática en la lectura, del pensamiento,…o de imágenes y afectos, a modo de movimientos labiales, de mi garganta, cuchicheo, siseo, no percibido por mí, fuera de mi conciencia.
¿Cómo queda resguardada la identidad en estos fenómenos alucinatorios?.
§ ¿soy yo el que habla, o soy suplantado por otro?.
- Séglas: Dédoublement de la personnalité et les hallucinations verbales motrices (Société Médico-psychologique, Août 1889),
- Séglas J., L’hallucination dans ses rapports avec la fonction du langage, Progrès médical, T VIII, N° 34, 1888.
- Séglas J., Des Troubles du langage chez les Aliénés, Rueff Editeurs, Paris, 1892.
- Séglas J. Leçons cliniques sur les maladies mentales et nerveuses (Salpêtrière 1887-94), Paris, 1895 http://www.bnf.fr ).
A distinguir de:
- la onomatomanía. Repetición verbal, obsesiva, de onomatopeyas, con el consiguiente correlato motor laríngeo.
- la coprolalia: repetición verbal, estereotipada de palabras obscenas o insultos. Forma obsesiva, escatofilia.
Carácter motor añadido. (típico de tics verbales complejos, enfermedad de Guilles de la Tourette.)
-formas de “posesión demoníaca”, “sugestión” de naturaleza histérica o psicótica:
“el diablo habla por la boca del poseído y hace vaticinios proféticos”.
-Emisión de voces, o lenguajes, vividos de forma impuesta, o disociada, de otra personalidad.
"otros hablan por mi boca, no soy yo el que habla"
Fenomenología de la identidad y del habla impuesta
“¿Soy yo quien habla o soy suplantado por otro?”
La experiencia del lenguaje deja de ser expresión del yo para volverse un acto posesivo del Otro.
Aquí se sitúa el dilema de la identidad fenomenológica: el yo que se oye a sí mismo hablar, pero ya no se reconoce.
Diferenciación clínica onomatopeya, coprolalia, compulsión verbal y estado maniaco o psicótico.
Fenómeno
Onomatomanía
Coprolalia
Compulsión verbal obsesiva
Verborrea maníaca
Posesión demoníaca (histérica o psicótica)
Descripción
Repetición verbal impulsiva de sonidos o palabras, con correlato motor laríngeo.
Emisión de palabras obscenas o insultos, de carácter tónico-motor.
Repetición ritual egodistónica, reconocida como absurda.
Habla a presión, sin vivencia de imposición.
“El diablo habla por la boca del poseído y hace vaticinios proféticos.”
Referencia clásica
Séglas, 1892
Tourette
Neurosis obsesiva
Kraepelin
Tradición clásica
Bibliografía esencial
Clérambault, Automatisme mental, 1909.
Séglas, Des troubles du langage chez les aliénés (1892); L’hallucination dans ses rapports avec la fonction du langage (1888).
Kandinsky, Über Pseudo-Halluzinationen (1885).
Lanteri-Laura, Leçons cliniques sur les maladies mentales et nerveuses (Salpêtrière, 1895).
Contenido y significado de las alucinaciones verbales
Las alucinaciones verbales no sólo transmiten un contenido lingüístico: encarnan una relación del sujeto con el mundo, con su deseo y con su culpa. Cada voz lleva en sí una interpretación, un intento de explicación de lo incomprensible. El paciente elabora —a menudo delirantemente— el sentido de lo que oye, reconstruyendo a partir de las voces su propio universo de significaciones.
Ver: Temática y contenidos de las ideas delirantes
🔸 Dimensiones interpretativas y temáticas
1. Persecutoria — en la paranoia
La voz se convierte en portavoz del peligro. El paciente oye amenazas, conspiraciones o juicios de muerte.
“Mi vida corre peligro, oigo que quieren matarme…”
La palabra alucinada es aquí el eco del miedo proyectado: el mundo entero habla contra él. La voz asume el tono del enemigo invisible y da cuerpo al sentimiento de persecución.
2. Sexual — en la erotomanía y los delirios de apreciación erótica
Surgen susurros, declaraciones amorosas o alusiones obscenas; la voz adopta la forma del deseo o de la seducción. “Susurros y voces amorosas.”
A veces aparece la inversión: acusaciones morales o sexuales (“dicen que soy maricón…”).
Como señaló Castilla del Pino en sus Estudios sobre el delirio, el contenido erótico puede revelar la fragilidad del yo frente al deseo, su escisión entre atracción y culpa.
3. Hipertímica o de grandeza — en la manía o megalomanía, delirios hipertróficos del yo, de alta cuna.
“Voces que hablan sobre mi grandeza, que me animan o me aplauden.”
En estos casos, la voz celebra, exalta, confirma la identidad. Se trata de una expansión del yo, una hipertrofia del reconocimiento: el sujeto oye la consagración que el mundo real le niega.
4. Melancólica — de depreciación y culpa
“Voces de acusación, de burla o de condena.”
Propias de la melancolía delirante, donde el lenguaje alucinado asume el papel de juez o verdugo. La voz se erige en tribunal moral: acusa, humilla, castiga.
Aquí la alucinación verbal es la forma sonora de la culpa vivida, el retorno del superyó en su versión implacable. Culpa _ ruina _ hipocondría delirante. En la melancolia.
5. Sensitiva o de referencia — el secreto, la falta, la vergüenza
Cuando la voz gira en torno a un “secreto penoso”, una falta inconfesable o una transgresión íntima, nos hallamos ante los delirios sensitivos de relación, descritos por Kretschmer.
“Todo el mundo sabe mi falta; hablan de mí.”
La culpa se proyecta sobre los demás; la conciencia moral se convierte en rumor exterior. Así, la voz funciona como mediadora entre el yo y su vergüenza, exteriorizando lo reprimido bajo forma sonora.
Interpretación fenomenológica:
Cada tipo de voz revela una estructura afectiva dominante:
culpa en la melancolía, deseo en la erotomanía, miedo en la paranoia, orgullo en la manía.
Pero, en todos los casos, el fenómeno alucinatorio traduce un conflicto entre el yo y su propio lenguaje: la palabra deja de ser vehículo del sentido y se transforma en espejo sonoro de la escisión interior.
“En el delirio, la voz no describe: actúa. No narra el miedo, sino que lo hace hablar.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza
Efecto de las voces sobre el paciente
(Alienación, libertad y pérdida de sí)
Las voces no son sólo un síntoma: son una forma de presencia que invade el espacio del yo, que modifica su tono vital y su modo de existir. En ellas se mide el grado de integridad, desposesión o servidumbre interior del sujeto frente a su propio lenguaje.
1. Pasividad e indiferencia — Integridad del yo conservada
En algunos casos, el paciente describe las voces con distancia irónica o neutralidad afectiva:
“No me afectan.”
“Me río de ellas.”
“Las voces no tienen que ver conmigo.”
Aquí el yo conserva su posición de observador. La experiencia alucinatoria se vive como fenómeno ajeno, sin fusión emocional ni pérdida del juicio de realidad. Esta actitud, más frecuente en fases residuales o en cuadros orgánicos, revela una estructura yoica aún intacta: el sujeto sufre el fenómeno, pero no se identifica con él.
La conciencia crítica protege la frontera entre “yo” y “no-yo”: la voz se oye, pero no se obedece.
2. Implicación e invasión — Alteración de la identidad
A medida que la vivencia se intensifica, la voz ya no es un suceso externo sino una presencia que participa del ser.
“Estoy implicado con las voces.”
“Me someten a presión.”
“Es una manipulación, un manejo de mi vida.”
El yo comienza a fracturarse; el lenguaje, que antes expresaba la voluntad, ahora la suplanta.
El sujeto pierde el poder de decidir el comienzo o el fin de su propio discurso: ya no habla, sino que es hablado.
Fenomenológicamente, esta fase marca la transición de la alteración perceptiva a la alienación personal.
Lo que Jaspers llamó Erlebnis der Beeinflussung (vivencia de influencia) no es sólo una percepción patológica, sino una experiencia ontológica de ser poseído por la palabra.
“El yo deja de ser fuente del pensamiento y se convierte en su objeto.”
— K. Jaspers, Allgemeine Psychopathologie, 1913
3. Delirio de control — Pérdida de la libertad
“Me dirigen los movimientos.”
“Las voces me hacen callar.”
“No soy libre por culpa de las voces.”
Aquí se consuma la alienación descrita por Henri Ey: el sujeto vive bajo un régimen de determinismo interior, donde su cuerpo, su lenguaje y su voluntad se subordinan a una instancia ajena.
El pensamiento, la palabra y el gesto se sienten automatizados; la interioridad se mecaniza.
“La alienación de la persona es el delirio.”
— H. Ey, Études psychiatriques, 1954
Desde la fenomenología existencial, esta vivencia expresa la pérdida de la libertad constitutiva del sujeto: la imposibilidad de ser autor de sí mismo, de mantener la distancia reflexiva entre pensamiento y acción.
El yo, que debía ser centro de iniciativa, se experimenta como objeto movido por fuerzas invisibles.
Binswanger vería aquí una forma de ser-en-el-mundo determinado por el Otro: el sujeto ya no habita su existencia, sino que es habitado por ella.
Minkowski hablaría de ruptura del “ímpetu vital”: la voz sustituye al tiempo interior, imponiendo su propio ritmo.
“El delirio no quita la razón, la sustituye; le impone otra lógica, otro centro de gravedad.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza
4. Perspectiva fenomenológica y ética
Las voces, en su dimensión clínica y simbólica, ponen en juego la libertad ontológica del yo.
Allí donde el sujeto ya no puede callar lo que se le dice, la palabra se convierte en destino.
El psiquiatra fenomenólogo —siguiendo a Ey y Jaspers— no debe buscar solo el mecanismo, sino el drama de la libertad perdida: el esfuerzo del enfermo por recuperar el dominio de su palabra, su cuerpo y su mundo.
“En el fondo de cada voz resuena un grito de autonomía: el deseo de volver a ser dueño de la palabra que lo domina.”
— J. L. Día Sahún
Atribución y construcción delirante de las voces
La alucinación verbal no se agota en el fenómeno auditivo: reclama explicación, sentido, causalidad.
El sujeto, empujado por la necesidad de comprender lo incomprensible, construye un sistema delirante de atribuciones que busca restablecer la coherencia perdida entre pensamiento, cuerpo y mundo.
“Cuando la voz aparece, el mundo debe rehacerse para justificarla.”
— Día Sahún, Seminario de Psicopatología Fenomenológica, Zaragoza
1. Las explicaciones secundarias
Frente a la experiencia de pasividad y desposesión, el paciente apela a teorías compensatorias:
“telepatía”, “control mental”, “magnetismo”, “ondas”, “emisores ocultos”, “micrófonos”, “radios”, “chips implantados”.
Estas hipótesis no son absurdas desde dentro: son intentos de restaurar causalidad, de reanclar la vivencia subjetiva en una lógica comprensible.
El pensamiento delirante no destruye la razón; la reconstruye bajo nuevas leyes.
“Se enteran de lo que digo y pienso, lo comentan, después difamación y burla…”
Aquí el paciente crea un mundo alterno regido por otras leyes de comunicación: la intimidad ya no es privada, el pensamiento es público, la mente se ha vuelto emisora.
En términos de Jaspers, se trata de la Erklärungsversuch des Unbegreiflichen: la tentativa de explicación de lo que carece de comprensión racional.
En Ey, esta necesidad traduce el esfuerzo del psiquismo por restituir su unidad amenazada.
2. El trabajo del delirante
“¡Ver el trabajo del delirante y la construcción del delirio!”
El delirante es un artesano de la coherencia: busca pruebas, experimenta, verifica, desmonta enchufes, tapa agujeros, cubre las paredes.
Su conducta es una fenomenología práctica del pensamiento psicótico.
El cuerpo participa en la búsqueda del sentido: mirar, tapar, desconectar, es una forma de pensamiento encarnado.
Lanteri-Laura subrayó este aspecto artesanal del delirio: no es una idea suelta, sino un sistema en construcción permanente.
Cada gesto del paciente —la cinta adhesiva sobre el enchufe, el auricular tapando el oído— forma parte del mismo proceso de elaboración delirante, donde la voz se convierte en objeto técnico y el sujeto en ingeniero de su propio tormento.
“El delirio no es caos; es un orden alternativo.”
— H. Ey
Desde la fenomenología del cuerpo, Merleau-Ponty permitiría leer estas conductas como una reorganización del espacio vivido: el mundo se vuelve superficie de transmisión; la pared, una membrana; el oído, una antena.
Expresión y comunicación de las alucinaciones verbales
La experiencia alucinatoria no sólo se vive, sino que se encarna en gestos, silencios y diálogos implícitos.
La forma en que el paciente habla, calla o se interrumpe es ya expresión del fenómeno.
1. La palabra retenida o negada
El paciente puede llevar años oyendo voces y negarlo conscientemente, no por simulación, sino porque las voces forman parte de su cotidianidad más íntima.
A veces no siente necesidad de contarlas; otras, teme que al nombrarlas se multipliquen.
“El paciente lo niega, pero se queda perplejo, escucha, interrumpe la conversación, mira hacia un lado u otro, o contesta, dialoga con sus voces.”
La escena clínica se convierte en un teatro invisible donde el psiquiatra comparte espacio con interlocutores ausentes.
La mirada desviada, la pausa o el susurro son las marcas del diálogo interior audible.
2. La defensa corporal
“Para no oír las voces que me hablan constantemente.”
Los auriculares, tapones, bufandas o algodones en los oídos son objetos simbólicos: intentos de restablecer un límite sensorial frente a un fenómeno sin fuente física.
En ellos se expresa la búsqueda desesperada de frontera entre el adentro y el afuera.
El cuerpo se convierte en territorio de defensa fenomenológica: la piel y el oído, en murallas contra lo invisible.
3. La implicación del psiquiatra
“Usted también las oye.”
“¿Por qué me pregunta eso?”
“Todos lo saben.”
El clínico es arrastrado al campo semántico del delirio: se convierte en actor dentro de la escena psicótica.
Su voz puede confundirse con la alucinada, su silencio puede interpretarse como complicidad.
Este fenómeno de inclusión transferencial delirante es una experiencia clásica en la práctica fenomenológica: el terapeuta entra sin querer en el universo semiótico del paciente.
“El psiquiatra escucha, pero también es escuchado.”
— Día Sahún
Para Binswanger, este encuentro es el límite y la esencia del cuidado: dos mundos que intentan coexistir sin confundirse.
La tarea del clínico no es negar la voz, sino devolverle al paciente la posibilidad de diferenciarla.
Escuchar sin invadir, acompañar sin juzgar, callar sin abandonar.
4. Dimensión simbólica y antropológica
Las voces tecnificadas —radio, microchip, satélite— son símbolos contemporáneos del viejo mito de la posesión.
Donde antes hablaba el demonio o el dios, hoy hablan las ondas y los algoritmos.
La estructura es la misma: una alteridad que penetra el yo y lo habla desde dentro.
Louis Sass interpretaría esta escena como forma de hiperreflexividad moderna: la conciencia excesivamente lúcida se desdobla hasta volverse enemiga de sí misma.
La voz, en última instancia, es el eco del yo que se ha vuelto objeto de su propia observación.
“Las voces son la última defensa contra el sinsentido:
cuando el mundo deja de responder, el sujeto fabrica un interlocutor.”
— J. L. Día Sahún, Psicopatología Fenomenológica del Lenguaje, Zaragoza
Diagnóstico diferencial y referencias contemporáneas
El reconocimiento preciso de las alucinaciones verbales exige distinguirlas de fenómenos afines en el campo de la percepción y el pensamiento.
No todo lo que “se oye” pertenece al mismo orden psicopatológico: el clínico debe interrogar el modo de aparición, el juicio de realidad, la actitud del sujeto y la implicación afectiva.
1. Diagnóstico diferencial
• Alucinaciones auditivas no verbales
Percepciones acústicas sin articulación fonémica: ruidos, zumbidos, timbres, onomatopeyas o ritmos elementales.
A menudo ligados a causas orgánicas (acúfenos, lesiones auditivas) o a estados de privación sensorial.
→ Fenómenos prelingüísticos, fronterizos entre sensación y percepción
Ver: Semiología de los trastornos de la percepción.
• Ilusiones sensoriales
Sonidos reales deformados por la expectativa delirante.
“El ruido del viento me dice palabras.”
El estímulo existe, pero su interpretación está falseada: es la realidad quien “habla” al enfermo.
• Interpretaciones verbales
El paciente escucha una frase auténtica y fortuita —una conversación, una radio— y le atribuye un significado autorreferencial o persecutorio.
“Lo dijeron por mí.”
Aquí la percepción es correcta, pero el juicio del significado está alterado.
• Percepción delirante
Fenómeno característico de Jaspers: una percepción real se asocia a una convicción delirante inmediata.
“Oí mi nombre y supe que me acusaban.”
No hay error sensorial ni razonamiento intermedio: la certeza nace en el mismo instante perceptivo.
2. La atribución del sentido y el riesgo diagnóstico
El síntoma “oír voces” no constituye por sí solo un diagnóstico de psicosis.
El célebre estudio de D. L. Rosenhan (On Being Sane in Insane Places, Science, 1973) reveló el peligro de sobrediagnóstico cuando la experiencia subjetiva se toma sin contexto fenomenológico:
“It is clear that we cannot distinguish the sane from the insane in psychiatric hospitals.”
Las voces pueden aparecer en múltiples condiciones: duelo, insomnio, estrés, consumo de sustancias, epilepsia temporal, prácticas religiosas o experiencias místicas.
De ahí la importancia de la exploración fenomenológica, que atiende no solo al contenido de la voz, sino a la actitud del oyente: su grado de crítica, su implicación emocional y su capacidad de compartir mundo.
Leudar & Thomas (Voices of Reason, Voices of Insanity, 2000) demostraron que las voces pueden también inscribirse en narrativas biográficas coherentes, no necesariamente psicóticas.
De igual modo, el movimiento Hearing Voices (Watkins, McCarthy-Jones, Melbourne Declaration) propone comprender las voces como una forma de experiencia humana, no reductible a enfermedad, abriendo un espacio de diálogo entre la fenomenología clínica y la vivencia espiritual o creativa.
3. Referencias modernas y neurofenomenología
Los avances contemporáneos han permitido situar las alucinaciones verbales en la encrucijada entre cerebro, lenguaje y conciencia del yo:
Jardri R. et al. (2011) — Neural mechanisms of auditory hallucinations, Trends in Cognitive Sciences, 15(7): 295-305.
Waters F. & Fernyhough C. (2017) — Hallucinations: A systematic review of points of convergence, Schizophrenia Bulletin.
Stanghellini G. & Rosfort R. (2013) — Emotions and Personhood: la afectividad como matriz del yo alucinado.
Hoffman R. E. (2008) — Auditory Verbal Hallucinations: Mechanisms, Pathways, and Therapies.
Simms J. J. (2020) — Phenomenology of Hearing Voices.
Tuukka T. Raij (2009) — Reality of Auditory Verbal Hallucinations, Brain, 132(11).
Estos trabajos muestran co-activaciones entre el área de Broca y el córtex auditivo durante las voces, confirmando la hipótesis de desincronía entre pensamiento y monitorización interna: el pensamiento se oye porque el cerebro ya no reconoce su propio eco.
La neurociencia, así, no sustituye la fenomenología, sino que la prolonga, proporcionando correlatos fisiológicos a la ruptura de la ipseidad descrita por Jaspers y Ey.
4. Colofón fenomenológico
En última instancia, las alucinaciones verbales son una crisis de la interioridad.
Lo que antes era pensamiento se hace palabra audible; el límite entre el yo y el otro se disuelve.
La voz alucinada revela tanto la pérdida de libertad (Ey) como la búsqueda desesperada de sentido: el sujeto intenta recomponer su identidad a través de las voces que lo desposeen.
“El pensamiento se emancipa y se vuelve presencia sonora; la palabra deja de servir al yo y comienza a hablar por él.”
— J. L. Día Sahún, Psicopatología Fenomenológica del Lenguaje, Zaragoza
🧩 Tabla comparativa: diagnóstico diferencial de las experiencias auditivas anómalas
Fenómeno
Alucinación verbal
Alucinación auditiva no verbal
Ilusión sensorial
Interpretación delirante
Percepción delirante
Pseudopercepción o voz afectiva
Descripción clínica
Percepción de voz con forma lingüística (palabra, frase o diálogo) sin objeto real.
Sonidos o ruidos sin estructura fonémica (zumbidos, golpes, timbres).
Sonido real interpretado erróneamente como voz o mensaje.
Frase real interpretada con sentido autorreferencial o persecutorio.
Percepción real unida de inmediato a una certeza delirante sin razonamiento intermedio.
Voz interior reconocida como simbólica o emocional.
Ejemplo típico
“Me hablan dentro de la cabeza.”
“Oigo un murmullo que me sigue.”
“El viento me susurra palabras.”
“Lo dijeron por mí en la televisión.”
“Oí mi nombre y supe que me acusaban.”
“Sé que no es real, pero me reconforta.”
Juicio de realidad
Convicción plena de realidad externa.
Parcial o conservado.
Variable, según el grado de crítica.
Parcial o ausente.
Convicción absoluta.
Conservado.
Valor fenomenológico
Crisis de la interioridad: el pensamiento se oye como ajeno.
Fenómeno sensorial simple, prelingüístico.
Percepción real con significado falso.
Juicio delirante añadido a una percepción correcta.
Fusión percepción-significado: nacimiento del delirio.
Imagen auditiva de un estado afectivo o poético.
Síntesis interpretativa alucinaciones verbales acústicas:
-El criterio cardinal no es la forma del sonido, sino la actitud del sujeto ante la experiencia: su convicción, su crítica, su implicación emocional.
-En la alucinación verbal verdadera, la palabra ha perdido su pertenencia al yo: el pensamiento se emancipa y se vuelve presencia sonora.
-En los fenómenos intermedios (ilusiones, interpretaciones, pseudopercepciones), el yo conserva su dominio y el juicio de realidad permanece.
La tarea clínica consiste en situar cada experiencia en el eje interioridad ↔ exterioridad, crítica ↔ convicción, expresión ↔ alienación.
“No es la voz lo que define la locura, sino la imposibilidad de distinguir entre el lenguaje que habla y el yo que escucha.”
— J. L. Día Sahún, Psicopatología fenomenológica del lenguaje-
Bibliografía alucinaciones verbales.
1. Clásicos de la Psicopatología y la Psiquiatría Alemana
• Jaspers, K. (1913). Allgemeine Psychopathologie. Springer.
Fundamento fenomenológico: definición de alucinación, percepción delirante, juicio de realidad.
• Kraepelin, E. (1913). Psychiatrie: Ein Lehrbuch für Studierende und Ärzte. Barth.
Descripciones históricas de ruidos, voces y demencia precoz.
• Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien.
Psicología de la esquizofrenia, eco del pensamiento, voces.
• Wernicke, C. (1900). Grundriss der Psychiatrie.
Acoasmas, fonemas, formas elementales.
• Kahlbaum, K. (1863). Die Gruppirung der psychischen Krankheiten.
Concepto de alucinaciones “aperceptivas”.
• Kandinsky, V. (1885). Über Pseudohalluzinationen.
Base conceptual de pseudoalucinación y vivencias internas.
• Baillarger, J. (1845). De l’hallucination.
Primeras descripciones de alucinaciones musicales.
2. Escuela Fenomenológica y Existencial
• Minkowski, E. (1966). Le temps vécu.
Afectividad, impulso vital y mundo vivido.
• Binswanger, L. (1957). Schizophrenie.
El yo escindido, mundo propio, lenguaje y existencia.
• Merleau-Ponty, M. (1945). Phénoménologie de la perception.
Fenomenología de la corporalidad (clave para voces corporales / motrices).
• Sass, L. A. (2010). The Paradoxes of Delusion.
Hiperreflexividad, ipseidad, subjetividad extrema en la psicosis.
• Stanghellini, G. (2004). Disembodied Spirit.
Fenomenología del yo y el habla ajena.
• Sims, A. (1991). Symptoms in the Mind.
Referencia moderna en psicopatología fenomenológica.
3. Escuela Francesa: Lenguaje, Automatismo y Voces
• Clérambault, G. de. (1909). Automatisme mental.
Pensamiento impuesto, eco, difusión, desposesión del yo.
• Séglas, J. (1888–1895).
L’hallucination dans ses rapports avec la fonction du langage.
Des troubles du langage chez les aliénés.
Base de alucinaciones psíquicas y psicomotrices verbales.
• Lanteri-Laura, G. (1970). Leçons Cliniques.
Etiología, semiología y fenomenología francesa clásica.
• Ey, H. (1932–1954). Études Psychiatriques; Traité des hallucinations.
Fenomenología organodinámica, concepto de alienación.
• Claude, H. (1932). Estudios sobre alucinaciones orgánicas y auditivas.
4. Neurociencia contemporánea y modelos cognitivos de voces
• Jardri, R., et al. (2011). Neural mechanisms of auditory hallucinations.
Trends in Cognitive Sciences, 15(7).
Co-activación Broca + área auditiva.
• Allen, P., Aleman, A., & McGuire, P. (2012). The hallucinating brain.
Neurobiología predictiva y monitorización del habla interior.
• Waters, F., & Fernyhough, C. (2017). Hallucinations.
Revisión moderna, modelos de agencia y predicción.
• Hoffman, R. E. (2008). Auditory verbal hallucinations: mechanisms and therapies.
Modelo de habla interna intrusiva.
• Raij, T. T., et al. (2009). Reality of auditory verbal hallucinations. Brain, 132.
Realidad perceptiva de las voces.
• Berrios, G. E. (1990). Musical Hallucinations: A Historical and Clinical Study. BJP.
5. Hearing Voices Movement y enfoques narrativos
• Romme, M., & Escher, S. (1989–2000). Accepting Voices.
Fundación del movimiento “Hearing Voices”.
• McCarthy-Jones, S. (2013). Hearing Voices: The Histories, Causes and Meanings.
• Woods, A., et al. (2014). Voice Hearing in Mental Health and Society.
• Leudar, I., & Thomas, P. (2000). Voices of Reason, Voices of Insanity.
Voces en narrativas no psicóticas, construcción de sentido.
• Watkins, J. (Hearing Voices Network). The Melbourne Declaration.
6. Psicopatología contemporánea y manuales esenciales
• Parnas, J., Sass, L., & Zahavi, D. (2013).
The structure of self-consciousness in schizophrenia.
(ipseidad, desposesión, hiperreflexividad).
• Andreasen, N. (1984). The Scale for the Assessment of Positive Symptoms (SAPS).
Incluye fenomenología de voces.
• World Health Organization – Present State Examination (PSE) (Wing et al.).
Definición moderna de alucinaciones acústicas no verbales.
• Stanghellini, G. & Rosfort, R. (2013). Emotions and Personhood.
• Penfield, W. & Jasper, H. (1954). Epilepsy and the Functional Anatomy of the Human Brain.
“Forced thinking”.
7. Textos culturales, históricos y antropológicos sobre voces
• Schreber, D. P. (1903). Denkwürdigkeiten eines Nervenkranken.
Voces, influencia, teología delirante.
• Castel, P. (1991). La Querella de los Locos: Historia de la locura y las voces.
• Foucault, M. (1961). Histoire de la folie.
Contexto cultural de la voz ajena.
• Eliade, M. (1964). Shamanism: Archaic techniques of ecstasy.
Voces visionarias, transes, audiciones sagradas.
Ver: Historia fenomenológica de las alucinaciones verbales y acústicas.
Alucinaciones visuales: clínica y psicopatología.
Historia de las visiones y alucinaciones visuales en nuestra cultura .Link.
“El espacio del ver se convierte en el escenario del alma.”
— J. L. Día Sahún
Introducción clásica – Emil Kraepelin y la mirada visionaria del delirio
“Las alucinaciones visuales constituyen el grado más plástico del delirio; el ojo, en ellas, se vuelve médium del alma.”
— E. Kraepelin
🔹 1. La mirada del clínico-poeta
Entre los grandes descriptores de la psicopatología, Emil Kraepelin (1856-1926) ocupa un lugar singular: su lenguaje, clínico y poético a la vez, logra transmitir el universo sensorial de los pacientes con una precisión que ninguna clasificación posterior ha igualado.
Sus textos sobre las alucinaciones visuales son una verdadera fenomenología temprana de la locura: no sólo catalogan síntomas, sino que pintan el paisaje perceptivo de la psicosis.
🔹 2. Texto original (versión comentada)
“Las alucinaciones visuales comienzan con anillos multicolores delante de los ojos, juegos de color, rayos y globos ígneos, visiones de chispas; todo parece torcido y mal.
Los pacientes son perturbados por reflejos, luces enceguecedoras; sus ojos son irradiados y cegados por reflectores.”
👉 Kraepelin describe aquí el estadio elemental: fotopsias, destellos y dismetrías perceptivas, preludio sensorial de la alucinación figurativa.
“En la pared aparecen figuras blancas, reflejos, la madre muerta, pinturas, cabezas de la muerte, un corazón atravesado por una daga, fantasmas, sombras mitad bestias, mitad humanas, paisajes del sur, santos de toda la eternidad. Es fotografía a distancia y doble vista.”
👉 La imaginería fúnebre y religiosa, las metamorfosis humano-animal y la duplicación (“doble vista”) anticipan los fenómenos de Capgras, Fregoli y la heautoscopia.
“Frente a la ventana, un payaso da volteretas; espíritus buenos y malos aparecen; ángeles y la Virgen María, en manto azul, ofrecen el cáliz; Satanás, con cuernos y cola incandescente, baila por la habitación; la Muerte surge como una figura enmascarada; por la noche, los hombres se acercan a la cama.”
👉 Aquí, el mundo interior se escenifica: lo religioso y lo demoníaco coexisten en una dramaturgia del bien y del mal. La visión se convierte en teatro cósmico.
“Mirlos de rapiña dan vueltas sobre las cabezas; el Emperador de China viene y habla; caballeros en trajes blancos, leones, personas muertas, muchachas lindas, hombres colorados con cabezas negras aparecen; una figura negra ríe irónicamente.”
👉 Kraepelin observa la alternancia entre lo sublime y lo grotesco, lo familiar y lo exótico: el espacio perceptivo se desborda y el ojo inventa su propio universo.
“El paciente ve una corona brillante y una estrella amenazante; objetos teatrales, mujeres desnudas, cuadros indecorosos, un automóvil en el aire, dos hombres en globo, la ‘Cacería Salvaje’; una sombra verde vuela a su lado. Hay serpientes en su comida, en el agua del baño.”
👉 Se mezclan temas de deseo, persecución y culpa. La visión se erotiza y se contamina de angustia. Es la iconografía completa del delirio visual.
“Apariciones sobrenaturales se ven en el aire: fuego en el cielo, halos, Lutero en las nubes, espíritus en los campos.”
👉 La mirada trasciende el mundo: el campo visual se expande hasta el cielo. La alucinación adopta dimensión mística.
“Las personas conocidas parecen extrañas.”
(Fenómenos de falsa identificación: Fregoli, Capgras).
“Los muebles se transforman en esposa e hijos; las figuras en las pinturas y esculturas hacen reverencias.”
👉 El delirio ya no se limita al ojo: invade la identidad del objeto y del otro. El mundo deviene metamorfosis viva.
“Un paciente vio ‘las voces’ bajo la forma de seres cuadrúpedos, grises, pequeños, que saltaban alrededor y daban vueltas en el aire; acompañados por llamas diminutas.”
“Otro dijo ver un cañón de fusil a su espalda, una rata roja y blanca en su corazón, dos tortugas en el hombro.”
— Kraepelin dixit.
👉 El fenómeno mixto —voz hecha cuerpo, percepción extracámpica— anuncia la transición entre alucinación auditiva y visual, y la emergencia de la corporalidad visionaria.
🔹 3. Significado clínico-fenomenológico
Kraepelin documenta aquí toda la escala de complejidad alucinatoria:
del destello elemental a la escena apocalíptica, de la sombra al mito.
El ojo enfermo deviene creador: fabrica mundos, rostros, símbolos, animales y dioses.
La descripción encarna el espíritu mismo de la psiquiatría clásica: observar sin reducir, nombrar sin explicar.
Desde una lectura fenomenológica moderna (Jaspers, Ey, Minkowski), el texto de Kraepelin puede entenderse como una cartografía del ver alucinado, donde se despliegan simultáneamente las tres dimensiones del fenómeno:
Sensorial: excitación visual primaria.
Simbólica: elaboración imaginaria y mítica.
Existencial: ruptura del horizonte del yo y del mundo.
“Las visiones de Kraepelin no sólo pertenecen a la historia de la locura: pertenecen a la historia del arte.”
— J. L. Día Sahún, Psicopatología fenomenológica de las visiones
🔹 1. Definición y posición fenomenológica
Las alucinaciones visuales se definen como percepciones sin objeto real, vividas en el campo visual externo, con carácter de realidad inmediata y localización espacial objetiva.
Se distinguen de:
Pseudoalucinaciones → imágenes reconocidas como interiores o mentales.
Representaciones mentales → productos de la imaginación voluntaria, sin vivencia de realidad.
Fenomenológicamente, lo esencial no es la forma visual sino la convicción de presencia: el sujeto ve algo allí fuera, en el mismo espacio donde habitualmente percibe el mundo.
🔹 2. Clasificación según complejidad sensorial
La gradación de las alucinaciones visuales puede describirse según su complejidad perceptiva y su nivel de organización figurativa.
a) Alucinaciones “de pasaje” o de presencia
Formas breves, laterales o periféricas, descritas como sombras fugaces, siluetas o movimientos apenas sugeridos.
“Veo una sombra a mi lado.”
“Como si alguien estuviera detrás de mí.”
“Siento que hay una persona a mi lado, aunque no la vea del todo.”
Suelen experimentarse en el espacio peripersonal (cercano al cuerpo) y aparecen en enfermedades orgánicas, especialmente en la enfermedad de Parkinson o durante tratamientos con L-Dopa.
También en estados hipnagógicos, delirios de presencia o síndromes de falsa identificación.
b) Síndrome del inquilino fantasma (Phantom boarder symptom)
“Hay alguien más en casa.”
“Como si viviera otra persona conmigo.”
Se trata de una forma particular de alucinación de presencia, frecuente en demencias degenerativas y trastornos de falsa identificación.
El paciente percibe presencias invisibles en su propio hogar, con intensa carga afectiva.
📖 Referencia: Hwang, J. P. et al. Phantom boarder symptom in dementia. Int J Geriatr Psychiatry (2003) 18(5): 417-420.
c) Alucinaciones elementales
Percepciones luminosas simples —fotopsias, llamaradas, puntos, destellos, luces de colores— sin forma definida.
“Veo puntos negros, algodones que flotan, luces que parpadean.”
Con frecuencia asociadas a patología neurológica (epilepsia occipital, alucinosis orgánica, intoxicaciones).
d) Alucinaciones simples
Imágenes aisladas, de objetos reconocibles pero de corta duración:
“Veo una hoja verde flotar delante de mí; intento cogerla y se va.”
(Caso de encefalitis, en A. Sims, Symptoms in the Mind)
“Unas líneas negras que bajan del techo…”
(Inicio de alucinosis alcohólica)
En la abstinencia de opioides, Chaslin describe un caso paradigmático:
“El Dr. V., en abstinencia de morfina, decía extraer de su boca un hilo que lo atormentaba, que después quemaba en la vela. Al inyectarle morfina, el fenómeno cesó.” (P. Chaslin, Éléments de sémiologie psychiatrique)
e) Alucinaciones complejas o escénicas
Constituyen imágenes organizadas —figuras humanas, animales, escenas completas— dotadas de color, movimiento y relieve.
“Figuras monstruosas, deformes, con grandes cabezas.”
(Paciente esquizofrénico)
“Veo un elefante y un desfile de personas delante de mí; siempre estoy con gente.”
(Paciente con enfermedad de Parkinson y alucinaciones por L-Dopa)
“Un platillo volante enorme, de colores, suspendido sobre el Puente de Piedra.”
(Paciente con esquizofrenia y delirio parafrénico)
“Veo a mi madre, igual que a usted; me acompaña, le hablo, pero no me contesta. Le preparo comida, pero no come. Quiero cogerle la mano, pero es etérea.”
(Caso de mujer de 85 años, sin demencia, fenómeno de nurturing, J. L. Día Sahún)
“Un alcohólico ve cabezas de leones sobre él, que se agrandan y amenazan devorarlo; huye aterrado para salvarse.”
(Paciente de Philippe Chaslin, Éléments de sémiologie)
Estas formas complejas suelen asociarse a psicosis endógenas, síndromes tóxicos, alucinosis de Parkinson, o cuadros de deprivación sensorial.
🔹 3. Referencias clásicas y modernas
Lhermitte, J. & Ajuriaguerra, J. (1936). Hallucinations visuelles et lésions de l’appareil visuel. Annales Médico-Psychologiques, 94: 321-351.
ffytche, D. H. (2007). Visual hallucinatory syndromes: past, present, and future. Dialogues in Clinical Neuroscience, 9(2): 173-189.
🜂 Síntesis
Las alucinaciones visuales localizadas en el espacio exterior constituyen la forma más “perceptiva” del fenómeno alucinatorio:
el yo no se retrae, sino que proyecta el delirio en el mundo.
El sujeto ve lo inexistente como si existiera; la realidad se duplica, y el espacio cotidiano se convierte en escenario del asombro.
“El ojo enfermo no miente: solo ve el alma que lo habita.”
— J. L. Día Sahún
🜞 Bloque 2 – Tipología de las alucinaciones visuales
“El contenido de la visión revela el modo en que el yo se representa su propio mundo.”
— J. L. Día Sahún
🔹 1. Según su contenido figurativo
Las alucinaciones visuales pueden clasificarse, en primer término, por el tipo de figura o entidad representada, lo que permite aproximarse a su fuente simbólica y a su valor diagnóstico.
a) Objetos y cosas
El sujeto percibe aparatos, utensilios, muebles, instrumentos, máquinas, o formas familiares que a menudo aparecen fuera de contexto o con una textura ilusoria.
“Veo un teléfono sobre la mesa, pero no existe.”
“Aparecen aparatos que miden mis pensamientos.”
Estas imágenes tecnificadas son frecuentes en parafrénicos, esquizofrénicos o delirios de influencia contemporáneos, donde el objeto visual se carga de intencionalidad persecutoria o mágica.
b) Animales — Zoopsias
Imágenes de animales reales o fantásticos, fijos o móviles.
Constituyen un clásico de la alucinosis alcohólica y de los síndromes tóxicos o febriles.
“Un gato me mira, sus ojos brillan.”
“Veo insectos que suben por la pared.”
La zoopsia traduce la animalización del miedo: el mundo externo encarna pulsiones primitivas.
Frecuente también en delirios tóxicos o epilépticos, donde el ojo proyecta la amenaza en formas zoológicas.
c) Metamorfosis y ambigüedad
Fenómenos intermedios entre lo humano y lo monstruoso.
El rostro de un conocido se transforma en otro, o un ser adopta rasgos contradictorios:
“Es un perro, o un lobo… pero sé que es mi madre, o el demonio.”
Estas alucinaciones metamórficas expresan inestabilidad de identidad y de límites corporales, típicas de la psicosis esquizofrénica y de estados visionarios intensos.
d) Personas y figuras humanas
Aparecen presencias completas, de tamaño y realismo variables, que a menudo interactúan con el paciente.
“Veo hombres vestidos de gris; se acercan, me miran, hablan entre ellos, se ríen… pasan a mi lado y desaparecen.”
(Paciente con síndrome de Charles Bonnet)
El fenómeno se asocia con deprivación visual, trastornos degenerativos y, a veces, con duelo o aislamiento.
En todos los casos, se conserva la vivencia de presencia externa, aunque el juicio crítico pueda fluctuar.
🔹 2. Según su cualidad perceptiva
Las alucinaciones varían por su color, textura y grado de corporeidad.
-Monocromas o policromas: imágenes rojas (sangre), azuladas o con dominancia lumínica.
-De superficie o de profundidad: visiones planas “como pinturas”, o con volumen, relieve y perspectiva.
-Artificiales: semejan proyecciones o cuadros luminosos, sin peso ni sombra.
-Naturales: conservan verosimilitud con el entorno, adaptándose a la luz, distancia o perspectiva real.
“No son objetos reales: parecen pinturas, imágenes suspendidas.”
Fenomenológicamente, la diferencia reside en la consistencia ontológica:
la imagen puede ser vista sin ser vivida como parte del mundo.
🔹 3. Según su dinamismo o estatismo
-Estáticas: semejan fotografías fijas, retratos o cuadros sin movimiento.
-Dinámicas: escenas en desarrollo, a veces con narrativa interna (“como una película”).
-Oníricas: despliegues escénicos que se desarrollan como sueños proyectados sobre la realidad (onirismo visual).
“Las visiones se presentan como una película, con personajes que entran y salen.”
El dinamismo suele aumentar en estados febriles o tóxicos, donde la percepción adopta ritmo cinematográfico.
🔹 4. Según su tamaño o escala visual.
La experiencia visual puede modificar la proporción aparente de los seres percibidos:
Tipo
Normales
Liliputienses
Gulliverianas
Descripción
Tamaño real, integradas en el entorno.
Figuras minúsculas, a veces multicolores.
Imágenes gigantescas, desproporcionadas.
Significado fenomenológico
Continuidad con la realidad.
Miniaturización mágica; visión infantil o juguetona.
Aumento del sentimiento de amenaza o poder cósmico.
Estas distorsiones recuerdan fenómenos de micropsia y macropsia del síndrome de Alicia en el país de las maravillas y aparecen también en migrañas, intoxicaciones, epilepsia temporal o LSD.
🔹 5. Síntesis clínica y fenomenológica
El contenido de la visión refleja la estructura del yo y del mundo vivido.
El paciente no “inventa” figuras: las percibe como respuesta al modo en que su conciencia habita el espacio.
Cada forma —animal, objeto, rostro, color, tamaño— traduce una modalidad de existencia.
“El ojo proyecta en el espacio su propio mito interior.”
— J. L. Día Sahún
- Según imagen Estética, o de realidad: artificial, de cuadro, de superficie, con perspectiva,..Coloreadas.
Bloque 3 – Según tonalidad afectiva: la emoción que da forma a la visión
“Toda alucinación es una emoción hecha visible.”
— J. L. Día Sahún
🔹 1. Afectividad y configuración del campo visual
Las alucinaciones visuales no sólo varían por su contenido o complejidad sensorial, sino también por su tono afectivo dominante.
El color emocional de la conciencia se proyecta sobre el espacio, determinando la forma, el movimiento y el significado de lo percibido.
Así, el mundo visible se convierte en expresión directa del estado del alma.
🔹 2. En la manía: la luz eufórica y el éxtasis visual
En el estado maníaco, la percepción se inunda de luminosidad.
Las imágenes son congruentes con el humor exaltado: visiones místicas, paisajes radiantes, colores intensos, rostros gloriosos o figuras angélicas.
El paciente experimenta la visión como una revelación gozosa, cargada de energía cósmica.
“Veo luces por todas partes, todo brilla, los ángeles me saludan, es la gloria.”
Estas formas pueden alcanzar un grado de éxtasis visual, semejante a la teofanía religiosa, donde la expansión del yo produce una apertura del espacio perceptivo.
El maníaco, en su delirio de exaltación, no imagina: ve su propia irradiación.
🔹 3. En la melancolía: el mundo como ruina
En la depresión melancólica, la visión adopta un tono sombrío, monocromo, de destrucción y muerte.
El espacio se ennegrece, los objetos se marchitan, el horizonte se derrumba.
“La calle está tendida de cadáveres, los edificios destruidos, todo inundado de agua.”
(Paciente melancólico, observando desde la ventana del hospital)
La vivencia afectiva transforma el mundo visible en un escenario de culpa y catástrofe.
Fenomenológicamente, el campo visual se colapsa con el campo moral: lo que el paciente ve es el reflejo visible de su condena interior.
El ojo, antes órgano de conocimiento, se convierte en testigo del fin del mundo personal.
🔹 4. En las pasiones eróticas y extáticas
Determinados estados de exaltación amorosa o de trance místico originan visiones apasionadas:
imágenes de figuras desnudas, angelicales, demoníacas o de fusión corporal, a veces vinculadas a alucinaciones genitales o sinestesias táctiles y luminosas.
Heinrich Klüver (1966) describió en sujetos bajo mescalina una “visual experience” dual, a la que llamó:
-Presque vu — sensación de inminencia visual, “casi visto”.
-Dual system experience — coexistencia de dos realidades perceptivas: la del mundo físico y la del universo simbólico o arquetípico.
“La visión erótica y la mística comparten el mismo circuito del alma: la tensión del deseo que se hace luz.”
— Día Sahún
En términos fenomenológicos, estas alucinaciones extáticas representan el exceso del deseo en el espacio perceptivo:
la emoción no se contiene en el cuerpo y se proyecta como imagen.
El ojo ve aquello que el cuerpo ya no puede sostener.
🔹 5. Síntesis fenomenológica alucinaciones visuales.
Tonalidad afectiva
Manía
Melancolía
Erotismo / Éxtasis
Forma de la visión
Luces, ángeles, figuras radiantes.
Ruinas, cadáveres, paisajes oscuros.
Figuras luminosas, cuerpos, símbolos ardientes.
Sentido fenomenológico
Expansión del yo y éxtasis perceptivo.
Colapso del mundo: proyección del duelo interior.
Deseo transformado en visión; unión del placer y la revelación.
🜂 Conclusión
Toda alucinación visual es un espejo del clima emocional del sujeto.
La afectividad no sólo colorea el mundo: lo crea.
El melancólico oscurece el universo; el maníaco lo incendia; el extático lo diviniza.
En cada caso, la visión traduce el modo en que el ser humano soporta su propia intensidad afectiva.
“Las emociones profundas no se sienten: se ven.”
— J. L. Día Sahún
🜞 Bloque 4 – Otras modalidades de alucinaciones visuales
“La visión alucinada no siempre ocupa el día: a veces se insinúa entre el sueño y la vigilia, o transforma las proporciones del mundo.”
— J. L. Día Sahún
🔹 1. Alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas
Estas formas transitorias constituyen manifestaciones fisiológicas del sueño, situadas en el umbral entre la vigilia y el ensueño.
Aunque su naturaleza es generalmente benigna, su riqueza visual y su carácter de realidad pueden aproximarlas a la experiencia alucinatoria.
a) Alucinaciones hipnagógicas
(Alfred Maury, 1865)
Percepciones visuales, auditivas o táctiles que surgen al inicio del sueño, cuando el pensamiento todavía conserva conciencia parcial de sí mismo.
“Al comenzar a dormirme vi a unas personas que me hablaban y me daban la mano.”
Pueden adoptar formas figuras humanas, voces familiares, escenas breves o movimientos cercanos al cuerpo, sin generar desconcierto afectivo.
Jaspers las denominó “alucinaciones fisiológicas del sueño”, destacando que no implican ruptura psicótica, sino actividad imaginativa hipnoide.
Delay y Pichot describieron visiones luminosas o paisajes fugaces que aparecen antes del adormecimiento, con plena vividez sensorial, pero sin desorganización del yo.
“Entre el pensar y el dormir, el ojo todavía sueña con el mundo.”
b) Alucinaciones hipnopómpicas
Fenómenos perceptivos —auditivos, visuales o táctiles— que ocurren durante el despertar matutino.
El sujeto conserva un residuo onírico que invade la conciencia despierta:
rostros, luces, sombras o presencias que desaparecen al abrir completamente los ojos.
Pueden confundirse con estados de parálisis del sueño o con las alucinaciones de transición del sueño REM, especialmente cuando van acompañadas de imposibilidad de movimiento o sensación de presencia.
🔹 2. Alucinaciones de tamaño y forma: dismorfopsias y metamorfopsias
Se trata de distorsiones perceptivas del tamaño, la forma o la proporción del objeto visual.
Pueden ser elementos de alucinación o de ilusión metamórfica, y expresan una alteración del espacio vivido.
a) Micropsias y macropsias
Micropsias: objetos percibidos como más pequeños de lo normal.
Macropsias: objetos o figuras aumentados de tamaño o cercanía.
Estas experiencias aparecen en migrañas, epilepsias temporales, intoxicaciones o cuadros tóxicos-metabólicos, y se relacionan con el llamado síndrome de Alicia en el País de las Maravillas.
b) Alucinaciones liliputienses o gulliverianas
Descripciones clásicas de seres minúsculos o gigantes, a menudo con rasgos teatrales o caricaturescos.
F. Leuret (1834) ya las mencionó en experiencias místicas, y Sauvet (1847) acuñó el término “liliputiense” tras su propia intoxicación voluntaria por éter.
“Gente pequeña, hombres o mujeres diminutos, acompañados de animales y objetos proporcionados en tamaño. A veces representan un teatro de marionetas con escenas en miniatura y el paciente los oye hablar en tono liliputiense.”
Leroy (1922) sistematizó este cuadro como The Syndrome of Lilliputian Hallucinations (Journal of Nervous and Mental Disease, 56: 325–333), observando su aparición en delirios febriles, intoxicaciones, epilepsia y estados crepusculares.
Desde una perspectiva fenomenológica, se trata de una alteración de la escala del espacio vivido: el mundo se miniaturiza o se agranda según el estado afectivo y la distancia simbólica entre el yo y la realidad.
“Cuando el mundo se encoge, el alma retrocede; cuando se agranda, el yo se pierde.”
— Día Sahún
🔹 3. Alucinaciones cinéticas o de movimiento (Kinetopsias)
Percepción ilusoria de movimiento en objetos inmóviles, o de inmovilidad en objetos en movimiento.
El paciente refiere que las paredes se mueven, las personas flotan, los cuadros ondulan o las líneas se desplazan lentamente.
Estas experiencias se asocian a lesiones occipitales, alucinosis peduncular, epilepsia, trastornos tóxicos o metabólicos, y a veces preceden a crisis epilépticas visuales.
Pueden también manifestarse en alucinaciones de tipo psicodélico, donde la percepción cinética refleja el dinamismo afectivo del sujeto.
🜂 Síntesis final del bloque.
Tipo de alucinación
Hipnagógicas
Hipnopómpicas
Liliputienses / Gulliverianas
Kinetopsias
Momento o modalidad
Inicio del sueño
Despertar
Vigilia
Vigilia o cuadro neurológico
Rasgos fenomenológicos
Escenas breves, figuras humanas, sin pérdida de juicio.
Sombras, voces o presencias residuales.
Miniaturas o gigantismos escénicos.
Movimiento ilusorio de objetos estáticos.
Referencias clásicas
A. Maury (1865); Jaspers; Delay y Pichot.
Ey; Jaspers.
Leuret (1834), Sauvet (1847), Leroy (1922).
Lhermitte; ffytche (2007).
“La visión se fragmenta en múltiples umbrales: entre la vigilia y el sueño, entre la forma y el movimiento, entre el cuerpo y el espacio.”
— J. L. Día Sahún
🜞 Bloque 5 – Alucinaciones autoscópicas, heautoscópicas y fenómenos del doble
“El ojo que ve su propio cuerpo inaugura el misterio del yo.”
— J. L. Día Sahún
🔹 1. Concepto general
Las alucinaciones autoscópicas constituyen una de las formas más enigmáticas de la percepción alucinatoria.
El sujeto ve su propio cuerpo o su doble en el espacio exterior, conservando —en mayor o menor grado— conciencia de que se trata de sí mismo.
Lanteri-Laur las incluye entre las “alucinaciones del cuerpo” (Les hallucinations), situadas entre la experiencia perceptiva y la vivencia cenestésica.
Jaspers: “Percibir el cuerpo en el mundo exterior como un segundo yo, bien como percepción o como representación.”
El fenómeno expresa una disociación del yo corporal: el sujeto se experimenta simultáneamente como observador y observado.
🔹 2. Tipología fenomenológica
a) Heautoscopia o autoscopia “externa”
(Féré, 1891)
El paciente ve su propia imagen fuera de su cuerpo, como si se tratara de una figura real, tangible, situada en el espacio exterior.
“Me veo de pie frente a mí mismo, idéntico, inmóvil.”
Esta visión puede adoptar carácter neutral, hostil o protector, y a menudo se asocia a estados de agotamiento, epilepsia temporal, fiebre o intoxicación.
Las ilusiones cenestésicas suelen proyectarse sobre el doble, que “respira”, “se mueve” o “padece” en su lugar.
📚 Sollier, P. Les phénomènes d’autoscopie. L’hallucination de soi-même. Paris, 1903 / rééd. Harmattan, 2006.
b) Autoscopia interna
El sujeto refiere verse dentro de su propio cuerpo, “a través de la pupila” o desde un punto de vista interno.
Fenómeno limítrofe con las ilusiones cenestésicas introspectivas: el yo se desplaza hacia el interior, generando una visión corporal endógena.
c) Autoscopia negativa
El paciente no percibe su imagen en el espejo o en el campo visual, a pesar de conservar la visión intacta.
“Me miro al espejo y no me veo.” (A. Sims)
Según E. Bleuler, se trata de un fenómeno raro en patología espontánea, aunque puede inducirse por sugestión o hipnosis.
Ejemplo clásico: Anna O., durante el duelo por la muerte de su padre, presentó reducción del campo visual, falsos reconocimientos y alucinaciones negativas:
“No veía a ciertas personas que estaban delante de mí.” (L. Israel, 1979)
🔹 3. Fenómenos afines
a) Paraeidolias
Percepciones deformadas en las que la imaginación completa estímulos imprecisos.
“Las nubes, el cielo se transforman en un campo de batalla con tanques y soldados.”
Estas fantasías organizadoras actúan como una proto-alucinación: la mente impone sentido donde sólo hay forma.
b) Alucinaciones del recuerdo (Kahlbaum)
Representaciones visuales vividas con la fuerza de lo real, reconstrucciones mnésicas que irrumpen en la vigilia.
Relacionadas con la memoria afectiva, no con la imaginación voluntaria.
c) Alucinaciones mnésicas o ecmnésicas
Escenas completas pertenecientes a la biografía pasada, percibidas como presentes:
“Me vi de niño jugando en la casa familiar.”
El tiempo se repliega sobre sí mismo; la memoria se convierte en visión.
🔹 4. Alucinaciones de la deprivación sensorial
La supresión prolongada de estímulos —ceguera, sordera, amputación— puede desencadenar percepciones alucinadas como intento del cerebro de restituir la experiencia perdida.
a) Síndrome de Charles Bonnet
(Charles Bonnet, 1760 / De Morsier, 1967)
Aparición de visiones complejas (rostros, figuras, escenas) en personas con déficit visual, pero sin deterioro cognitivo ni psicosis.
Teunisse R. J. et al., The Lancet, 1996 ; 347: 794-7.
b) Síndrome de Sanchis Banús
(Archivo de Neurología y Psiquiatría, 1927*)
Reacciones paranoides o alucinatorias en sujetos ciegos; el vacío sensorial se llena de imágenes internas dotadas de voz o movimiento.
c) Síndrome del miembro fantasma
Persistencia de sensaciones visuales y cenestésicas del miembro amputado.
El cuerpo conserva una imagen de sí mismo que no desaparece con la pérdida física, fenómeno paradigmático de la representación corporal.
“Incluso sin cuerpo, el yo sigue viéndose a sí mismo.”
🜂 Síntesis final del bloque alucinaciones visuales.
Modalidad
Autoscopia / Heautoscopia
Autoscopia interna
Autoscopia negativa
Paraeidolias
Ecmnésicas
Deprivación sensorial
Descripción
El sujeto ve su propio doble.
Visión introspectiva del propio cuerpo.
Ausencia de la propia imagen.
Fantasías proyectadas sobre formas reales.
Escenas del pasado vistas como presentes.
Ceguera, amputación, aislamiento.
Significado fenomenológico
Desdoblamiento del yo corporal.
Interiorización del espacio perceptivo.
Negación visual del yo.
Creatividad perceptiva.
Disolución temporal.
Compensación imaginaria.
Referencias
Féré (1891); Sollier (1903); Jaspers.
Lanteri-Laura
Bleuler; Sims; Israel.
Ey; Jaspers.
Kahlbaum.
De Morsier; Sanchis Banús.
“El doble no es una ilusión: es la forma en que el yo aprende que también puede perderse.”
— J. L. Día Sahún
🜞 Bloque 6 – Alucinaciones difíciles de explicar
“A veces, el ojo enfermo ve demasiado; otras, ve más allá de sí mismo.”
— J. L. Día Sahún
🔹 1. La alucinosis peduncular
Forma orgánica paradigmática de alucinaciones visuales complejas, vívidas y escénicas, debida a lesiones en el cerebro medio o el tálamo.
Jean L’Hermitte (1922) describió ancianos con visiones floridas, coloridas, móviles, a menudo con figuras humanas o animales, sin pérdida completa de conciencia, pero con alteraciones de la memoria y fluctuación del nivel de atención.
“Veía procesiones de personas vestidas de colores que atravesaban su habitación.”
Las alucinaciones podían ser terroríficas o eufóricas, generando desde pánico hasta placer.
Posteriormente, Van Bogaert confirmó la lesión en los pedúnculos cerebrales mediante estudios anatomo-patológicos.
📚 Lhermitte, J. Les hallucinations. Clinique et physiopathologie. G. Doin, Paris, 1951.
Fenomenológicamente, la alucinosis peduncular representa el intento del cerebro de restituir la imagen del mundo cuando el flujo sensorial se interrumpe: una creación automática del sistema visual liberado de su control consciente.
🔹 2. Alucinaciones visuales en la enfermedad de Parkinson y la demencia con cuerpos de Lewy
Ambas entidades muestran alucinaciones visuales estructuradas y recurrentes, con contenido humano o animal, generalmente no amenazante al inicio, aunque con el tiempo pueden adquirir valor delirante.
“Una mujer está sentada al borde de mi cama; sonríe y desaparece cuando la miro fijamente.”
La neuropatología demuestra la presencia de cuerpos de Lewy en el lóbulo temporal y áreas visuales secundarias, responsables de la liberación perceptiva.
📚 Harding, A. J. Visual hallucinations in Lewy body disease relate to Lewy bodies in the temporal lobe. Brain 125 (2), Oxford Journals Medicine.
🔹 3. Alucinación extracámpica
Percepción de una presencia o fenómeno fuera del campo sensorial accesible: detrás del sujeto, más allá de su vista, o a distancia imposible para la audición.
“Sé que hay alguien detrás de mí, se mueve cuando yo lo hago.”
“Oigo su voz en el portal de comisaría, aunque estoy a medio kilómetro.”
Estas experiencias son típicas de esquizofrenias paranoides, crisis epilépticas, psicosis orgánicas y también alucinaciones hipnagógicas.
Fenomenológicamente, expresan la expansión patológica del espacio de presencia: el yo percibe más allá de sus límites corporales.
🔹 4. Alucinaciones bilaterales antagonistas
Fenómeno infrecuente descrito por Lanteri-Laura y V. Nágera: el paciente percibe mensajes diferentes o antagónicos por cada oído, con contenido afectivo opuesto.
“Por un oído me hablan bien; por el otro, me insultan.”
Esta díada perceptiva revela una escisión en la unidad del yo perceptivo: cada hemisferio parece recibir una voz distinta, metáfora perfecta de la disociación esquizofrénica.
🜂 Síntesis final del bloque alucinaciones visuales especiales.
Modalidad
Alucinosis peduncular
Parkinson / Lewy body
Extracámpicas
Bilaterales antagonistas
Descripción clínica
Visiones escénicas por lesión mesencefálica.
Alucinaciones visuales recurrentes, coloridas.
Percepciones fuera del campo sensorial.
Voces o estímulos opuestos en cada oído.
Significado fenomenológico
Creación visual automática del cerebro lesionado.
Liberación perceptiva en degeneración temporal.
Expansión del espacio de presencia.
Escisión del yo perceptivo.
Referencias
Lhermitte (1922, 1951); Van Bogaert.
Harding et al., Brain 125 (2).
Ey; Lanteri-Laura.
V. Nágera; Lanteri-Laura.
“Las formas más extrañas del ver recuerdan que la conciencia no es un espejo, sino una red: puede romperse en mil direcciones y seguir viendo.”
— J. L. Día Sahún.
🧩 PSICOGENIA DE LAS ALUCINACIONES
(Ampliación fenomenológica y bibliográfica)
1. Alucinaciones histéricas (Henri Ey, Janet, Charcot, Babinski)
“Modalidad muy peculiar de alucinar; el objeto supone para la conciencia del histérico un imaginario tomado de la duplicidad misma, de la teatralidad de su existencia.”
(H. Ey, Traité des hallucinations, Masson, 1973).
Contexto: Ey se inspira en los trabajos de Pierre Janet y Charcot sobre la disociación histérica. La alucinación histérica no surge de un proceso psicótico ni de una lesión orgánica, sino de una escisión funcional del campo de la conciencia.
Fenomenología: el sujeto histérico vive su percepción imaginaria como teatro interior: sabe y no sabe al mismo tiempo que aquello es ficción. Se trata, por tanto, de una “semialucinación” o “alucinación de compromiso”, donde el “yo” se divide entre creer y representar.
Comparación:
En la hipnosis, la imagen sugerida ocupa momentáneamente el campo perceptivo; el histérico reproduce esa sugestión de manera autónoma.
En términos de Ey, la “función de lo imaginario” suplanta temporalmente la función de lo real, dentro de un campo de conciencia no unificado.
Autores afines:
Pierre Janet (1889): L’automatisme psychologique → define las “representaciones visuales de origen emotivo” en las conversiones histéricas.
Babinski: consideró estas visiones como “pseudopercepciones sugestivas”, reversibles por distracción o persuasión.
📚 Ver también: H. Ey (1950) La conscience, y Études psychiatriques (1955), cap. “La fonction de l’imaginaire”.
2. Alucinaciones visuales obsesivas (O. Bumke, Jaspers, Dugas, Ribot)
“Los contenidos de las ideas obsesivas llegan a ser vistos en cualquier parte.”
(Jaspers, Schriften zur Psychopathologie.)
Origen: descritas por Otto Bumke (1908) y Karl Jaspers (1913) como percepciones ideogénicas, nacidas de la intensidad afectiva y de la fijación atencional del pensamiento obsesivo.
Fenomenología: la idea obsesiva se materializa en el campo sensorial. No se trata de una alucinación auténtica (el sujeto conserva crítica), sino de una “pseudopercepción” fóbica.
Los contenidos de las ideas obsesivas llegan a ser vistos en cualquier parte. (“Escritos psicopatológicos” (K. Jaspers). Por ejemplo: El obsesivo con temor a infectarse con la sangre, ve manchas rojas, de sangre, por todas partes. Manchas negras de suciedad, de alquitrán, aquel que padece neurosis de contaminación por suciedad,… Esta visión del color rojo, de la mancha negra,…es vivida como una percepción fóbica obsesiva, iniciando su ritual de limpieza, o creencia de haber sido infectado “por la mancha roja”,...etc. Ver casos clínicos de Neurosis obsesiva jldia.
Jaspers las incluye dentro de las percepciones afectivas o de significación, donde la emoción domina la interpretación del estímulo.
Interpretación moderna: equivalen a intrusiones perceptivas o imágenes mentales hiperrealistas en el espectro obsesivo-compulsivo, vinculadas al sistema límbico y a la hiperactivación del córtex orbitofrontal.
Referencias útiles:
O. Bumke (1924), Lehrbuch der Geisteskrankheiten.
K. Jaspers (1913), Allgemeine Psychopathologie, §§ 3–4 “Erlebnisse der Wahrnehmung”.
🔹 Alucinaciones funcionales (A. Sims)
En las alucinaciones funcionales, es necesario un estímulo externo real para que aparezca la experiencia alucinatoria.
La particularidad es que la percepción real y la alucinación se producen de forma simultánea, dentro del mismo campo sensorial, sin que una sustituya a la otra. La alucinación surge como un eco o duplicado patológico del estímulo real, que la desencadena de modo automático o reflejo.
El sujeto distingue el estímulo real (por ejemplo, el sonido del agua o la voz de un locutor), pero interpreta o escucha algo añadido, cargado de significado persecutorio, religioso o amenazante.
Ejemplos clínicos:
-Un paciente refiere “voces amenazantes que sólo aparecen cuando oye el agua correr por las tuberías”.
-Otro escucha voces persecutorias coincidiendo con la emisión del telediario, pero no en silencio ni en ausencia de estímulos auditivos.
No se trata de alucinaciones espontáneas, sino condicionadas por la presencia de un estímulo real.
Desde el punto de vista psicopatológico, las alucinaciones funcionales pueden considerarse intermedias entre la percepción normal y la alucinación propiamente dicha, ya que dependen de un estímulo real pero su contenido no tiene correlato objetivo. Sims las distingue de las ilusiones (donde el estímulo se malinterpreta) y de las alucinaciones puras (donde no hay estímulo alguno).
🔹 Alucinaciones reflejas o sinestésicas (Störring, Bleuler, Sims)
Las alucinaciones reflejas —también denominadas sinestésicas— se caracterizan porque una percepción en un campo sensorial provoca una alucinación en otro campo distinto.
A diferencia de las funcionales, aquí no se trata de simultaneidad dentro del mismo sentido, sino de una reverberación intersensorial: un estímulo visual, auditivo o táctil puede desencadenar una experiencia en otra modalidad sensorial.
Ejemplos clásicos:
-E. Bleuler describió el caso de un paciente que, al oír el ruido de la llave en la cerradura, lo “siente en su propio corazón”.
-Otro enfermo afirmaba: “Puedo verle a usted escribiendo dentro de mi estómago”, desplazando la percepción visual hacia una vivencia táctil interna.
-A. Sims cita pacientes que sienten dolor físico al oír determinadas palabras, mostrando una mezcla patológica entre lenguaje, emoción y corporalidad.
Estas formas sinestésicas pueden considerarse formas primitivas de automatismo mental, donde el límite entre los sentidos y el cuerpo se difumina. Revelan la disolución de la estructura de la experiencia corporal y perceptiva, tan característica de las psicosis esquizofrénicas y de ciertos estados orgánicos.
Referencias modernas:
-A. Sims (1988), Symptoms in the Mind: An Introduction to Descriptive Psychopathology.
-P. Slade & R. Bentall (1988), The Psychology of Hallucinations.
-H. Ey (1973), Traité des hallucinations, cap. “Les hallucinations fonctionnelles et psychogènes”.
Tipo
Histérica
Obsesiva
Funcional
Génesis
Psicogénica (disociativa)
Ideogénica (afectiva)
Refleja (sensorio-asociativa)
Conciencia del yo
Parcial
Conservada
Parcialmente crítica
Ejemplo
Visiones teatralizadas, tipo hipnosis
Manchas rojas, suciedad imaginada
Voces con ruido del agua o TV
Fenomenología principal
Duplicidad, teatralidad, reversibilidad
Pseudopercepción fóbica, emoción dominante
Coexistencia de estímulo real y alucinatorio
3. Alucinaciones negativas. “Negative hallucination” .
Ausencia, negación o vacuidad perceptiva. Por ejemplo: un objeto, persona o parte del entorno existe y está presente, pero el sujeto no lo percibe o niega su existencia. PubMed+1
Una forma de “negative disorders of perception” (como la ceguera, hipoacusia, anosmia) pero en forma alucinatoria
- Hay un estímulo real / objeto presente (o al menos una referencia válida – una persona, una casa, un objeto) que el sujeto no percibe o “no ve”.
- Estímulo o referencia externa presente (casa/marido/objeto) que el sujeto debería percibir.
- Ausencia de percepción o negación explícita (“no lo veo”, “desapareció”, “ya no está”).
- No resulta de una simple ilusión o error perceptivo de tipo “lo veo mal” sino de una no percepción o percepción negada.
- La experiencia se produce en marco psicopatológico (melancolía, psicosis, estado orgánico, etc.).
- Puede coexistir con otras alucinaciones positivas o síntomas psicóticos, pero se distingue por ese carácter “negativo”.
- Fenomenología relevante: La desaparición crea “espacios en blanco” perceptivos, sensación de vacuidad, ausencia objeto. “el mundo perdió sustancia”, “ella ya no está aunque la silla vacía sigue allí”. (Adaptación del texto de Hazif-Thomas)
- Diferenciación frente a alucinaciones funcionales “positivas” o reflejas:
A diferencia de la alucinación funcional clásica, no es que un estímulo provoque un añadido perceptivo (voz, imagen), sino que la percepción falla o desaparece de forma patológicas.
-Implicaciones clínicas: no confundirse con negligencia perceptiva, amnesia, daño sensorial, o delirios de desaparición sin implicación perceptiva. o con delirios de negación (síndrome de Cotard).
- La clave diagnóstica radica en su estructura vivencial: el sujeto mantiene un cierto reconocimiento intelectual de la realidad, pero su vivencia perceptiva es de desaparición.
La desaparición del objeto refleja la desaparición del sujeto como presencia activa, una forma radical de alienación perceptiva. Una estructura de la conciencia perceptiva. —como ya anticipó Jaspers— no percibir también puede ser una forma de experiencia, y que incluso la ausencia puede ser vivida con la misma fuerza y realidad que una presencia imaginada.
Caso A. de “negative hallucination” en varón 62 años con melancolía psicótica: “mi mujer ya no está en el sillón, ha desaparecido, la silla vacía, la casa vacía, sin ropa, sin objetos, (ver conexión con nihilismo)
Caso B. (de JL Día)., varón 50 años, con trastorno psicótico, delirio paranoide de contenido sexual, ve a su perseguidor de forma invisible, solo aprecia sus pisadas como una marca en la nieve, pero lo ve, aunque él este invisible, “solo sus pisadas”.
Caso C. (de JL Día), mujer con trastorno conversivo/disociación, (antes histeria). No ve la cama conyugal, el sillón del marido, la TV…de forma selectiva y con significado afectivo, conservando visión normal. Sin ceguera psicógena, ni escotoma visual.
Caso D. (de JL Día). Mujer 60 años, se casa su hija y presenta grave melancolia: “no hay ropa en casa, los armarios vacíos, los cajones vacíos..” (típico delirio de negación, de alucinación negativa melancólica)
- Perelberg, R. J. (2016). Negative Hallucinations, Dreams and Hallucinations: The Framing Structure and Its Representation in the Analytic Setting. International Journal of Psycho-Analysis, 97(6):1575-1590.
- Town, C.H. (1906). The Negative Aspect of Hallucinations. Psychological Laboratory of the University of Pennsylvania.
- Yann Auxéméry (2015) Historique et actualité du concept d’« hallucination négative » Annales Médico-psychologiques, revue psychiatrique V. 173, I. 3
Tipo de fenómeno
Alucinación funcional
Alucinación refleja (sinestésica)
Alucinación negativa
Estímulo real
Sí
Sí
Sí
Vivencia:
Añade voz o imagen
Cruza sentidos
Suprime presencia
Campo sensorial
Mismo sentido
Sentido distinto
Mismo sentido
Ejemplo clínico
Voces con sonido del agua
“Oír con el corazón”
“No veo a mi mujer”
“Cuando el mundo calla, la mente inventa sus propios sonidos.”
— J. L. Día Sahún
El fenómeno de las alucinaciones por aislamiento o por deprivación sensorial constituye un modelo paradigmático de la génesis psicógena del delirio perceptivo.
El aislamiento sensorial descrito por Donald O. Hebb (1951) en la Universidad de McGill mostró que la ausencia prolongada de estímulos externos altera profundamente la organización perceptiva y la estabilidad emocional.
1. Estudios clásicos
-Bexton, Heron y Scott (1954) realizaron los célebres experimentos de privación sensorial en voluntarios: sujetos encerrados en cubículos insonorizados, con gafas opacas y guantes aislantes.
A las pocas horas aparecían ilusiones visuales y auditivas, figuras geométricas, luces móviles, formas humanas o animales, seguidas de ansiedad, despersonalización y desorientación temporal.
-Zuckerman (1969) y Riesen (1975) confirmaron que la reducción de estímulos provoca una activación interna compensatoria: el cerebro genera su propio contenido sensorial para mantener la coherencia del mundo percibido.
“El sujeto se ve obligado a reconstruir imaginariamente el espacio y el tiempo:
el vacío se llena de imágenes.”
Las alucinaciones descritas eran multimodales —visuales, auditivas, táctiles— y se acompañaban de intensos cambios afectivos: miedo, angustia, sensación de pérdida de límites corporales, necesidad de reorientación y reencuentro con lo real.
En algunos casos, se experimentaba un sentimiento de “desintegración del yo”, semejante a las vivencias psicóticas breves o a los efectos de la mescalina y otros psicodélicos.
“Alucinaciones que vienen a investir el vacío.”
(J. L. Día Sahún)
2. Lectura fenomenológica
Desde la perspectiva de Jaspers y Ey, la deprivación sensorial revela el papel constitutivo del mundo perceptivo:
cuando el horizonte de estímulos desaparece, la conciencia —incapaz de soportar el vacío— lo puebla de fantasías, recuerdos o figuras simbólicas.
El ojo no soporta el silencio del mundo; inventa su propio espectáculo.
Fenomenológicamente, la alucinación por aislamiento puede considerarse una respuesta de conservación del sentido: el sujeto intenta restablecer la continuidad entre el yo y el entorno mediante imágenes que sustituyen la realidad ausente.
3. Ejemplos clínicos y referencias
-Síndrome de Sanchis Banús (1927): reacciones paranoides o alucinatorias en sujetos ciegos; el vacío sensorial se llena de imágenes internas dotadas de voz o movimiento.
(Archivo de Neurología y Psiquiatría, XVIII, 1, 1927; tratado de O. Bumke).
Solomon, P. et al. (eds.) Sensory Deprivation. Harvard University Press, 1961.
BBC Horizon: Total Isolation (enero 2008): recreación contemporánea del experimento de Hebb, con idénticos resultados: aparición de visiones, voces y desorientación afectiva en pocas horas de encierro.
🜂 Síntesis fenomenológica
Condición
Aislamiento físico y perceptivo
Privación visual (ceguera, oscuridad)
Prolongación del encierro
Tipo de experiencia
Ilusiones, voces, luces, figuras
Imágenes internas, escenas oníricas
Despersonalización, angustia
Significado fenomenológico
El yo reconstituye el mundo perdido
Compensación imaginaria de la falta sensorial
Disolución del límite yo-mundo
“Privar al hombre del mundo es devolverle sus propios fantasmas.”
— J. L. Día Sahún
🔹 Otras formas: “La memoria de los sentidos”
“El ojo recuerda más de lo que ve; guarda imágenes que insisten en volver.”
— J. L. Día Sahún
El psiquiatra Cabaleiro Goás acuñó la expresión “memoria de los sentidos” para designar aquellas representaciones perceptivas que, aun careciendo de objeto actual, persisten en el campo sensorial como si fueran todavía presentes.
Definió el fenómeno como “la representación de la imagen del objeto real largamente persistente en un campo sensorial externo determinado”, subrayando la continuidad entre percepción y recuerdo.
Estas experiencias se sitúan en la frontera entre percepción, imaginación y memoria: no constituyen verdaderas alucinaciones, pues el sujeto mantiene conciencia crítica, pero tampoco son simples recuerdos, ya que se presentan con vividez sensorial, color, forma y relieve, como si la imagen no quisiera desaparecer del mundo.
1. Las imágenes eidéticas
El término procede de E. Urbantschitsch (1907), quien describió en niños y artistas la capacidad de mantener fijada una impresión visual durante segundos o minutos después de su desaparición.
Posteriormente, Jaensch desarrolló el concepto de eidética o imagen ideica, entendida como representación involuntaria y precisa, distinta de la imaginación voluntaria.
“En muchos eidéicos, las representaciones de la fantasía pueden adoptar el carácter de visiones con los caracteres de la percepción.”
— Störring
Estas imágenes eidéticas revelan la inercia perceptiva de la conciencia, su tendencia a conservar la huella de lo real incluso cuando el estímulo ha cesado.
Conservan juicio de realidad intacto, pero su vividez las aproxima a la experiencia alucinatoria.
Fenomenológicamente, podrían situarse en un continuo entre la imagen mnésica viva y la alucinación atenuada.
2. El “recordar sensorial”
En algunos sujetos —niños, artistas, soñadores o pacientes con estados hipnoides— la memoria sensorial adopta forma perceptiva externa: la imagen del objeto recordado se proyecta en el mismo espacio donde fue vista.
Se trata de una proyección del recuerdo sobre el campo visual, una suerte de eco perceptivo que prolonga la presencia del objeto ausente.
La conciencia lo reconoce como recuerdo, pero el cuerpo lo vive como presencia.
“Ver de nuevo lo que ya ha sido visto: ése es el poder eidético del alma.”
— J. L. Día Sahún
3. “Pensamientos hechos visibles”
El psicólogo Halbey, citado por Eugen Bleuler, hablaba de “pensamientos hechos visibles” en el contexto de la esquizofrenia:
imágenes mentales que irrumpen en el campo perceptivo con fuerza de visión.
El sujeto ve sus propias ideas, palabras o pensamientos, como si se proyectaran fuera de su mente.
Bleuler consideró estas manifestaciones como formas de automatismo imaginativo, donde el límite entre pensamiento e imagen se disuelve.
Fenomenológicamente, constituyen una hibridación entre lo eidético y lo psicótico: el pensamiento adquiere color, cuerpo y distancia; la interioridad se vuelve espectáculo visible.
🜂 Síntesis fenomenológica
Tipo de fenómeno
Memoria de los sentidos
Imágenes eidéticas
Recordar sensorial
Pensamientos visibles
Fuente
Cabaleiro Goás
Urbantschitsch, Jaensch, Störring
Fenomenología clásica
Halbey, Bleuler
Juicio de realidad
Conservado
Crítico
Crítico
Parcialmente alterado
Significado
Persistencia sensorial del recuerdo
Imagen posperceptiva vívida, frontera con alucinación
Proyección del recuerdo en el espacio perceptivo
Materialización del pensamiento; preludio psicótico
“Entre el ver y el recordar hay un estrecho umbral donde la imagen se niega a morir.
Ese umbral es la frontera del alma eidética.”
— J. L. Día Sahún
“El yo se multiplica, se persigue, se reconoce y se niega: ve su sombra y la llama enemigo.”
— J. L. Día Sahún
La alucinación del doble constituye una de las experiencias más inquietantes de la psicopatología: el sujeto ve o siente la existencia de un otro idéntico a sí mismo, un duplicado que habita el mundo exterior y reproduce sus gestos, su rostro o su cuerpo.
No se trata de una simple metáfora, sino de una percepción vivida, que disuelve los límites entre identidad y alteridad.
En ocasiones, el paciente sabe de los dobles de forma indirecta: “ fui al hotel, en la recepción ya me conocían, sin duda mi doble estuvo antes”. “Mi doble maquina contra mí, roba o delinque para que me detengan,” (casos de JL Día)
1. Duplicación, falsificación y cambio de identidad
En las psicosis paranoides o en los delirios de persecución se observan a menudo dobles del otro:
“Veo dobles de mis perseguidores; se disfrazan para pasar desapercibidos, pero yo los reconozco.”
— (Hiperidentificación de Fregoli)
Estas formas pertenecen a la familia de los delirios de falsa identificación, entre los que destacan:
-Delirio de Capgras: el otro es reemplazado por un impostor idéntico.
-Ilusión de Sosias: el sujeto confunde a extraños con conocidos.
-Intermetamorfosis: dos personas intercambian identidades entre sí.
Fenomenológicamente, el yo percibe la identidad como una máscara cambiante; el mundo se convierte en un teatro de duplicaciones y suplantaciones.
Delirios de falsa identificación: Sosias, Capgras, Fregoli, Intermetamorfosis y dobles subjetivos. (jldia)
2. Los dobles de uno mismo
Otra variante, más radical, es la duplicación del propio yo.
“Hay dobles de mí que aparentan ser yo. Copias, falsificaciones que usurpan mi identidad.”
— (Comunicación personal)
El paciente percibe que existen versiones alternativas de sí mismo, dotadas de autonomía y presencia física.
“Adoptan mi apariencia, mi corporalidad… simulan ser yo, pero son impostores.”
Este fenómeno, de raíz esquizofrénica o disociativa, traduce la pérdida de la unidad de la ipseidad: el sujeto deja de habitar su propio cuerpo de modo exclusivo.
Su imagen ya no le pertenece; el yo se aliena en su reflejo.
3. El Doppelgänger — “el gemelo malvado”
El imaginario romántico alemán llamó Doppelgänger al doble que acompaña al sujeto, visible o invisible, presagio de muerte o de desdoblamiento moral.
“El doble que me acompaña al lado… el gemelo malvado.”
“Me ven en dos lugares a la vez.” (bilocación)
El mito literario (Jean Paul, E. T. A. Hoffmann, Poe, Dostoievski) anticipa la descripción clínica: el sujeto se contempla como otro ser, separado pero idéntico, un yo que se ha escapado de sí mismo.
4. Autoscopia y heautoscopia
Charles Féré (1852-1907) introdujo el término autoscopie para designar la visión del propio cuerpo fuera de sí.
Jaspers lo define como: “Percibir el cuerpo en el mundo exterior como un segundo yo, bien como percepción o como representación.”
En la alucinación autoscópica, el individuo se ve a sí mismo frente a sí mismo: “Me veo de pie, idéntico, inmóvil.”
Puede tratarse de una percepción neutral, protectora o amenazante; en ocasiones el doble respira, se mueve o sufre por el sujeto, como si compartiera su destino.
En formas más complejas —descritas por W. Mayer-Gross (1889-1961)— se habla de polyopic autoscopy: el paciente contempla varias copias de sí mismo o una habitación entera poblada de sus duplicados, que actúan de manera independiente.
5. Personificación y experiencias extracorporales
Ludwig Staudenmaier (1912), citado por Jaspers, estudió las llamadas personificaciones:
figuras humanas animadas que encarnan aspectos del propio yo, con movimiento y expresión autónoma.
En el límite extremo, estas vivencias desembocan en las “out-of-body experiences”, donde el sujeto percibe su cuerpo desde fuera, suspendido o desplazado, como si la conciencia flotara más allá de su corporalidad.
“Percibir el cuerpo fuera de la corporalidad, como un segundo yo que se ofrece en espejo:
eso es la experiencia autoscópica.”
🜂 Síntesis fenomenológica
Modalidad
Falsa identificación (Capgras, Fregoli, Sosias)
Dobles del yo / Doppelgänger
Autoscopia / Heautoscopia
Personificación / Polyopic autoscopy
Experiencia extracorporal
Descripción
Duplicación del otro o cambio de identidad
Percepción del propio doble o de copias autónomas
Visión del cuerpo propio en el espacio exterior
Multiplicación de dobles o figuras propias
Conciencia desplazada fuera del cuerpo
Significado fenomenológico
Desorganización del reconocimiento; teatralidad del mundo
Escisión de la ipseidad; alienación de la imagen corporal
Desdoblamiento perceptivo; pérdida de unidad corporal
Fragmentación del yo; proyección visual del inconsciente
Deslocalización radical del yo
Referencias
Capgras (1923); Courbon; Sérieux
Jaspers; Ey; Mayer-Gross
Féré (1891); Sollier (1903)
Staudenmaier (1912); Mayer-Gross
Jaspers; Blanke (2004)
“El doble no es un intruso: es el reflejo visible de la fractura del yo. Allí donde la conciencia se desdobla, nace la visión de sí misma.”
— J. L. Día Sahún
ANEXO CLINICO:
El doble en Dostoievski: la descomposición del yo
“El hombre es un misterio. Hay que desentrañarlo, y si toda la vida la dedicas a ello, no digas que has perdido el tiempo.”
— F. Dostoievski
En El Doble (Двойник, 1846), Dostoievski describe la historia del funcionario Goliadkin, cuya existencia se ve invadida por un segundo yo idéntico: Goliadkin el Joven, criatura que usurpa su puesto, su nombre y su identidad social.
Lo que comienza como sospecha se transforma en visión: el protagonista ve literalmente a su doble sentarse a su mesa, hablar con su voz y ser aceptado por los demás como si fuera el verdadero.
La genialidad de Dostoievski consiste en convertir una escisión interior en acontecimiento perceptivo. La alucinación se hace relato, y el delirio se hace estructura narrativa.
“Todo en él se desdobla: la mirada, la voz, el pensamiento.
El otro no es una sombra, sino una invasión: su propio yo vuelto enemigo.”
— J. L. Día Sahún
Desde una lectura fenomenológica, El Doble representa el momento inaugural de la desposesión del yo:
-el sujeto se convierte en espectador de sí mismo,
-el pensamiento se exterioriza,
-la conciencia pierde su centro de gravedad.
El Goliadkin que observa y el que actúa ya no coinciden: entre ambos se abre un abismo ontológico, preludio de la heautoscopia clínica.
Jaspers habría dicho que aquí el yo pierde su identidad de acto; Ey lo llamaría automatismo imaginario de la personalidad; Minkowski hablaría de cisura del yo viviente.
En términos existenciales, Dostoievski intuye que el doble no es solo síntoma, sino metáfora del conflicto moral y ontológico del ser humano: la coexistencia irreconciliable entre culpa y deseo, entre obediencia y rebeldía.
“El doble no destruye al yo: lo revela, mostrándole su propio fondo de extrañeza, lo suple, lo duplica o multiplica, y vive una vida paralela al yo.”
— J. L. Día Sahún
🜂 Lectura comparada del Doble.
Dimensión
Forma
Contenido afectivo
Significado existencial
Dostoievski
Desdoblamiento narrativo (Goliadkin / Goliadkin Jr.)
Persecución, vergüenza, ridículo
Pérdida del centro moral del sujeto
Fenomenología psicopatológica
Heautoscopia / autoscopia del yo
Angustia de identidad, escisión afectiva
Disolución de la ipseidad, alienación de la autoconciencia
“La mirada de Goliadkin al verse a sí mismo inaugura toda una tradición del ver psicótico:
el yo que se convierte en su propio espectro, un yo observado por si-mismo, duplicado por un impostor, por un doble, un yo nunca a salvo porque sabe que “otro” los suplanta en su identidad”
— J. L. Día Sahún
Epílogo de las alucinaciones visuales
El ojo que se mira a sí mismo: fenomenología de la visión interior
“Ver es siempre verse: toda mirada es un regreso hacia el alma que la sostiene.”
— J. L. Día Sahún
El viaje por las alucinaciones visuales nos conduce, finalmente, al misterio del propio acto de ver.
Desde las fotopsias elementales hasta las visiones extáticas, desde los recuerdos eidéticos hasta los dobles de uno mismo, todo el universo de la visión alucinada describe una lucha de la conciencia por restituir presencia allí donde ha surgido vacío.
El ojo —órgano de apertura al mundo— se convierte, en la experiencia alucinatoria, en órgano de revelación del yo.
Cuando el mundo se apaga o se disuelve, el sujeto se ve obligado a fabricar su propio horizonte:
las luces nacen de dentro, las figuras se proyectan desde la memoria, los rostros desde el deseo, los paisajes desde la culpa o el anhelo.
Cada visión es un intento desesperado de reparar la continuidad entre el yo y lo visible.
Fenomenológicamente, la alucinación no es una simple “falsedad de percepción”: es una forma extrema de la percepción misma, donde el espíritu —despojado de objeto— se inventa a sí mismo como espectáculo.
El ojo no miente: crea, y en esa creación revela la fragilidad del ver humano.
El melancólico oscurece el mundo porque su alma ha perdido la luz, y tiene “alucinaciones de no presencia, de ausencia, de pérdida”; el maníaco lo incendia todo porque su yo rebosa energía, y ve “imágenes grandiosas”, el erotomaníaco ve “al objeto amado”, el celotípico ve “al amante del cónyuge”, el paranoico ve “al perseguidor”, y a veces vemos a “nuestro doble” usurpando nuestra identidad. El esquizofrénico lo fragmenta porque su yo se ha multiplicado, escindido, disgregado, y las visiones son múltiples.
Y el místico, alucinando en la luz, alcanza lo que Jaspers llamaría el límite de lo comunicable, y llega a ver “imágenes apocalípticas”,… en ocasiones solo se ve una sombra, una mancha, suficiente para crear su delirio, y crear otro mundo propio, ajeno al resto.
En el fondo, toda alucinación visual es una confesión metafísica: la conciencia no soporta el silencio del mundo, su vacuidad, y responde con imágenes, visiones que suplen nuestras carencias. ¡¡ El ojo ve lo que el alma no puede callar.¡¡
“El ojo se mira y se descubre a sí mismo mirando: en ese instante nace la psicopatología fenomenológica.”
— J. L. Día Sahún
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA – CLÁSICA – ALUCINACIONES VISUALES
🔸 1. Psiquiatría clásica alemana
Kraepelin, E. (1915). Psychiatrie: Ein Lehrbuch für Studierende und Ärzte (8ª ed.).
— Base descriptiva clásica: fotopsias, figuras, escenas, visiones religiosas, demoníacas, zoopsias, metamorfosis.
Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien.
— Incluye alucinaciones visuales en esquizofrenias paranoides, imágenes simbólicas, figuraciones mixtas.
Jaspers, K. (1913/1959). Allgemeine Psychopathologie.
— Definitivo para: • definición fenomenológica de alucinación • distinción percepción vs. pseudoalucinación • imágenes eidéticas, mnésicas, extracámpicas • veracidad subjetiva y estructura del yo
🔸 2. Tradición francesa clásica
Ey, H. (1973). Traité des hallucinations.
— El tratado más completo de la historia.
— Capítulos: • alucinaciones visuales simples y complejas • hipnagógicas e hipnopómpica • onirismos escénicos • visualizaciones psicógenas e histéricas • acromáticas, cromáticas, cinéticas
Lhermitte, J. (1951). Les hallucinations. Clinique et physiopathologie.
— Clásico absoluto sobre alucinosis peduncular y mecanismos visuales orgánicos.
— Descripciones vívidas de visiones escénicas en lesiones del mesencéfalo.
Chaslin, P. (1912). Les aliénés.
— Zoopsias alcohólicas, metamorfosis, escenas apocalípticas.
Séri eux & Capgras (1909).
— Casos de visiones delirantes asociadas a falsa identificación.
🔸 3. Fenomenología del cuerpo y de la visión
Minkowski, E. (1933). La Schizophrénie.
— Tono afectivo, atmósfera amenazante, visión del mundo colapsado o expandido.
Schilder, P. (1923). Das Körperschema.
— Base teórica para metamorfosis visuales, distorsión del tamaño, deformación del cuerpo propio.
Conrad, K. (1958). Die beginnende Schizophrenie.
— “Trema”, “apofanía” y génesis de imágenes significativas.
🔸 4. Historia y neurología de las visiones
L’Hermitte (1922–1930)
Artículos seminales sobre alucinosis peduncular, “visiones floridas”, coloridas, móviles.
Base clásica de toda alucinación orgánica escénica.
Penfield & Jasper (1954). Epilepsy and the Functional Anatomy of the Human Brain.
— Descripciones de visiones elementales (luces, figuras, escenas) en epilepsia occipital y temporal.
Charles Bonnet (1760)
— Primeras descripciones del síndrome de Charles Bonnet: visiones en ciegos con juicio preservado.
De Morsier (1967)
— Sistematiza de nuevo el síndrome de Bonnet para la psiquiatría contemporánea.
🔸 5. Autoscopia, doble y heautoscopia
Féré, C. (1891).
— Primeras descripciones sistemáticas de autoscopia.
Sollier, P. (1903). Les phénomènes d'autoscopie.
— Texto fundamental para: • ver el doble • duplicación del yo • fenómenos extracorporales
Mayer-Gross, W. (1935).
— Descripción clásica de la “polyopic autoscopy”.
🔸 6. Alucinaciones hipnagógicas / hipnopómpicas / imágenes eidéticas
Alfred Maury (1865). Le Sommeil et les Rêves.
— Definición clásica de alucinaciones hipnagógicas.
Jaensch, E. (1930). Die Eideticen.
— Obra sobre imágenes eidéticas, precursoras de pseudoalucinaciones vividas.
Störring (1900).
— Definición de “pensamientos hechos visibles” (Bleuler retoma esta idea).
🔸 7. Clásicos del alcohol, tóxicos y delirium
Bonhoeffer, K. (1909).
— Zoopsias en delirium tremens, visiones móviles, figuras demoníacas.
Moreau de Tours, J. (1845). Du Hachisch et de l’aliénation mentale.
— Fenómenos visuales bajo cannabis y hachís: geometrías, metamorfosis, escenas oníricas.
🔸 8. Bibliografía moderna “canónica” que continúa la tradición clásica
Ffytche, D. (2007). Visual hallucinatory syndromes: past, present and future.
Dialogues in Clinical Neuroscience, 9(2): 173–189.
Blom, J. D. (2010). Dictionary of Hallucinations. • “visual hallucination” • “autoscopy” • “lilliputian hallucination” • “peduncular hallucinosis”
Harding, A. J. et al. (2002). Visual hallucinations in Lewy body disease. Brain.
— Base moderna para visiones en cuerpos de Lewy.
Alucinaciones olfativas.
Ver: Historia cultural y psicopatología alucinaciones olfativas.
“El aire se puebla de significados que el mundo no contiene.”
— J. L. Día Sahún
Las alucinaciones olfativas constituyen una de las modalidades más íntimas y afectivamente cargadas del fenómeno alucinatorio.
A menudo se acompañan de alteraciones gustativas —sabores metálicos, dulzones, amargos—, lo que puede dificultar su distinción semiológica: muchos pacientes atribuyen al gusto lo que en realidad pertenece al olfato.
Ejemplo clínico: “La fragancia a eucalipto de un vino”, “el sabor a flores de un café”, “olor a gas en el aire de la habitación”.
Fenomenológicamente, el sujeto tiene la vivencia de oler sin estímulo externo, con plena convicción de realidad.
El olor —agradable o repulsivo— se impone con fuerza sensorial y significación personal intensa:
es siempre “relevante” para el sujeto, portador de sentido íntimo, moral o persecutorio.
Las alucinaciones olfativas suelen acompañarse de una vivencia afectiva inmediata: miedo, repulsión, deseo, éxtasis o culpa.
Su contenido revela con frecuencia la tonalidad emocional dominante del paciente.
No son simples percepciones erróneas, sino expresiones atmosféricas del ánimo.
Lhermitte (1919) describió esta relación privilegiada entre el olor y la emoción, subrayando la facilidad con que los olores evocan recuerdos y estados de alma.
🔹 Cualidades de la alucinación olfativa
Según su modalidad afectiva y sensorial, pueden clasificarse en cuatro grupos principales:
Desagradables o repulsivas
-“Malos olores”, “olores extraños”, “inefables”, a menudo nauseabundos o escatológicos.
-“Huelo a podrido” —carne, cuerpo humano, habitación, respiración.
-Cacosmia: alucinaciones de olores especialmente repulsivos.
-Asociadas a estados melancólicos, hipocondríacos o paranoides.
Agradables o voluptuosas
-Perfumes dulces, colonias, flores, “olor de santidad” o de erotismo místico.
-Frecuentes en estados maníacos, extáticos o epilépticos.
-Pueden acompañarse de gustos dulzones o metálicos, o de sensaciones sinestésicas (“saboreo el aire perfumado”).
Neutras o indefinibles
-Olores persistentes, insólitos: vinagre, vapor, sopas, gas, humo, etc.
-No evocan necesariamente asco o placer, sino inquietud.
-A menudo preludian un delirio persecutorio o una crisis epiléptica parcial.
Olores de contenido corporal o ambiental
-De las secreciones humanas (sudor, semen, excremento, sangre).
-Del entorno: ropas, muebles, paredes, aire.
-Expresan la proyección del mal o del deseo sobre el mundo circundante.
🔹 Ejemplo clínico (J. L. Día, observación personal)
“Arrojan un gas tóxico o anestésico en mi casa, que yo solo puedo oler, me causa tos y falta de aire. ¡¡ me quieren eliminar ¡¡ .” (Paciente con esquizofrenia paranoide.)
El olor se localiza en el aire exterior, pero está investido de significado persecutorio y exclusividad: solo el paciente puede percibirlo.
No se trata de un recuerdo olfativo, sino de una experiencia de realidad absoluta.
El aire —medio común— se vuelve atmósfera privada, cargada de amenaza.
En este tipo de casos, el olor funciona como señal encarnada del perjuicio, una “percepción delirante” en sentido jaspersiano:
el olor existe, pero su significado personal y afectivo está desbordado, convirtiéndose en prueba del delirio.
🔹 Fenomenología y análisis
El olor alucinado no es solo un estímulo percibido; es una vivencia del alma proyectada sobre el aire.
Cada olor tiene un sentido moral o existencial:
El cacosmia expresa culpa o degradación corporal.
El perfume celeste expresa exaltación o fusión con lo divino.
El gas tóxico expresa amenaza o invasión del yo.
Fenomenológicamente, la alucinación olfativa condensa emoción, recuerdo y símbolo.
La frontera entre lo interno y lo externo se disuelve: el sujeto respira su propio mundo interior.
“Oler sin causa es recordar demasiado. Revivir experiencias pretéritas o anticiparse al futuro expectante….”
— J. L. Día Sahún
🔹 Clasificación de las alucinaciones olfativas según H. Ey
“En el olor se encarna la tonalidad afectiva de la psicosis.”
— (Paráfrasis de H. Ey, Traité des hallucinations, 1973)
H. Ey propone una clasificación de las alucinaciones olfativas atendiendo a dos ejes fundamentales:
El contenido olfativo en sí mismo (qué olor se percibe).
La repercusión afectiva y existencial que ese olor tiene para el paciente.
De este modo, no se describe solo qué huele el enfermo, sino cómo ese olor estructura su mundo vivido.
1. Según su contenido olfativo
Ey distingue cuatro grandes tipos:
Agradables
-Perfumes, esencias, olores de flores, fragancias finas o “atmósferas exquisitas”.
-El paciente puede describirlos como sensaciones voluptuosas, “olor a santidad”, “perfume celestial”, “olor de iglesia”, “olor de rosas en el aire”.
-Frecuentes en estados maníacos, éxtasis místicos, crisis epilépticas con componente extático.
Desagradables o nauseabundos
-Olor a gas, azufre, productos químicos, excrementos, carne podrida, alcantarilla…
-Configuran lo que clásicamente se ha llamado cacosmia alucinatoria: olores repulsivos y perturbadores, vividos como invasión.
-Se asocian con melancolía psicótica, cuadros hipocondríacos graves, esquizofrenias paranoides, delirios de perjuicio y de ruina corporal.
Neutros
-Olores insólitos, persistentes, sin clara carga de placer o asco: vinagre, vapores, humo, comida, “olor de estación de metro”, “sopa de cebolla”, etc.
-Más que repugnancia, producen extrañeza, inquietud, sospecha.
-A menudo son el “telón de fondo olfativo” sobre el que puede articularse más tarde un delirio de envenenamiento, de gas tóxico o de contaminación.
Indefinibles
-Olores “jamás sentidos”, misteriosos, difíciles de nombrar: el paciente insiste en que son inefables.
-Suelen ir cargados de angustia o voluptuosidad, sin que el sujeto pueda precisar de qué se trata: “Algo raro en el aire”, “un olor extraño y metafísico”, “algo que no se parece a nada”.
-Fenomenológicamente, rozan la experiencia numinosa o de “atmósfera demoníaca / sagrada”, según el tono afectivo.
2. Según su repercusión sobre el paciente
Ey añade un segundo eje: el efecto vital que produce el olor en la existencia del enfermo.
Así, describe alucinaciones olfativas de carácter:
Peligroso o agresivo
-Olor a gas, tóxicos, venenos, humo letal, “anestésicos” que penetran en la casa, el cuarto o el cuerpo.
-Se articulan fácilmente en delirios de perjuicio o envenenamiento: “Me intoxican por el gas”, “me quieren dormir”, “arrojan productos químicos invisibles”.
Erótico
-Olores voluptuosos, corporales, afrodisíacos, perfumes intensos, fragancias de piel o de secreciones sexuales.
-Pueden incluir olor de genitales, sudor, fluido seminal, mezclados con perfumes, flores o incienso.
-Propios de ciertos estados maníacos, parafrénicos, experiencias extáticas eróticas o místico-eróticas.
Repulsivo
-Putrefacción orgánica: olores fecales, cadáveres, sangre podrida, gangrena, “olor a tumba”, “olor a pecado”.
-Aquí se sitúan muchas vivencias olfativas de la melancolía hipocondríaca y del síndrome de Cotard: el sujeto “huele” su propia descomposición interna.
Místico
-Olor a flores, incienso, nardo, vino litúrgico, cera caliente, pan recién horneado: olfato sacramental.
-Típico de experiencias místicas, visiones religiosas, éxtasis maníacos o epilépticos en contexto religioso.
-El olor se vive como signo directo de la presencia de Dios o de la Virgen.
(Este segundo eje está recogido y comentado, entre otros, por Rogelio Luque en su revisión histórica de las alucinaciones.)
3. Manía y melancolía: el olor como clima del alma
Henri Ey subraya de forma especialmente bella cómo, en las psicosis agudas afectivas, el campo olfativo se tiñe del humor dominante:
En la manía con vivencias eróticas o místicas, la atmósfera se llena de olores voluptuosos: perfumes intensos, fragancias florales, esencias litúrgicas.
El paciente siente el aire “cargado de perfume celeste”; huele el paraíso o el deseo desbordado.
En la melancolía grave, especialmente con rasgos hipocondríacos o nihilistas, los olores se vuelven fúnebres, macabros, demoníacos: azufre diabólico, carne podrida, olor de cadáver, cloaca, corrupción.
El enfermo “siente” el olor de su propia muerte; la putrefacción se convierte en signo sensorial del pecado, de la condena o del Mal.
Para H. Ey, estas vivencias olfativas no son un mero “detalle sintomático”, sino parte de la desestructuración del campo de conciencia en las psicosis agudas:
la afectividad se derrama sobre el espacio y lo impregna; el aire se convierte en escenario oloroso de la catástrofe interior.
“En las psicosis agudas, el olor deja de ser un dato del entorno: se convierte en revelación del destino del sujeto.”
— J. L. Día Sahún, a partir de Ey, Traité des hallucinations (Tomo I, cap. “Les hallucinations olfactives dans les psychoses aiguës”).
🔹 ¿Dónde se localiza la alucinación olfativa?
La localización del olor es un elemento clave en la comprensión fenomenológica del fenómeno alucinatorio.
Más allá del contenido o la tonalidad afectiva, lo decisivo es dónde siente el paciente que se origina el olor, pues de ello depende su interpretación: si procede del mundo exterior, suele insertarse en un delirio de persecución; si emana del propio cuerpo, adopta el tono de culpa, corrupción o autodesprecio.
1. Alucinaciones olfativas externas
El olor se percibe como procedente del entorno, proyectado hacia el espacio ambiental.
El sujeto lo sitúa en el aire, en la habitación, en los tubos, en los objetos, en el exterior de su cuerpo.
Ejemplos clínicos:
“Arrojan un gas tóxico en mi casa.”
“Por las tuberías entra un anestésico que me quiere dormir.”
“El aire está contaminado con veneno.”
Este tipo de alucinaciones suele aparecer en contextos paranoides o esquizofrénicos,
donde el olor funciona como prueba perceptiva de un perjuicio: el aire se convierte en instrumento del enemigo.
El olor no se vive como recuerdo ni imaginación, sino como hecho físico hostil.
Fenomenológicamente, se trata de una invasión del mundo externo:
el aire común deja de ser compartido; el espacio respirable se transforma en territorio de amenaza.
Jaspers hablaría de una “percepción delirante”: el olor existe, pero su significación persecutoria lo convierte en síntoma delirioide.
2. Alucinaciones olfativas internas (auto-olfativas)
En otros casos, el olor no procede del ambiente, sino del propio cuerpo.
El paciente está convencido de que él mismo desprende mal olor, o que sus órganos se descomponen y emiten emanaciones repulsivas.
Ejemplos clínicos:
“Huelo a podrido.”
“Mis órganos se pudren por dentro.”
“Los demás se apartan porque notan mi hedor.”
Estas formas “auto-olfativas” se asocian con delirios hipocondríacos y con el síndrome de Cotard, en los que la vivencia del cuerpo se disuelve: el sujeto siente que su existencia corporal se corrompe o desaparece.
El olor interno expresa una autopercepción morbosa del ser corporal: lo invisible (el alma, la culpa, la enfermedad) se hace sensible por el olfato.
Fenomenológicamente, es una inversión de la experiencia vital: el yo deja de inspirar el mundo, para exhalar su propia descomposición.
3. Síndrome de referencia olfativa (Olfactory Reference Syndrome – ORS)
Entre ambos extremos (externo e interno) se sitúa el síndrome de referencia olfativa, descrito en la literatura anglosajona contemporánea (Alistair Munro, Delusional Disorder: Paranoia and Related Illnesses, Cambridge University Press).
El paciente cree desprender un olor desagradable (del aliento, la piel, los genitales, el sudor),
pero su convicción se centra menos en el olor en sí que en la reacción de los otros:
“Al pasar se tapan la nariz, se apartan de mí… todos notan que huelo mal.”
Este cuadro, también conocido como “halitosis delirante” o síndrome de desprendimiento de mal olor corporal, se considera una forma monosintomática de delirio hipocondríaco de base corporal, próxima a las ideas de referencia y a la paranoia de perjuicio moral.
No hay estímulo olfativo real; lo que domina es una vivencia de vergüenza y aislamiento social.
El olor imaginado cumple la función simbólica de un estigma: el paciente siente que su existencia contamina el aire común.
“El olor se convierte en metáfora del rechazo: el alma cree exhalar su diferencia.”
— J. L. Día Sahún
🜂 Síntesis fenomenológica
Tipo de localización
Externa
Interna (auto-olfativa)
Referencia olfativa (ORS)
Descripción
El olor proviene del entorno (aire, objetos, tuberías)
El olor surge del cuerpo o de los órganos
El sujeto cree que los demás perciben su olor
Ejemplo clínico
“Me envenenan con gas.”
“Huelo a podrido.”
“Se tapan la nariz cuando paso.”
Significado psicopatológico
Delirio de persecución / paranoia
Melancolía hipocondríaca / síndrome de Cotard
Delirio monosintomático de referencia y culpa
Fenomenológicamente, la localización del olor refleja la dirección del conflicto:
-Hacia fuera → persecución (el mal viene del mundo).
-Hacia dentro → culpa y descomposición (el mal soy yo).
-En el entre-mundo social → vergüenza y rechazo (el mal contamina a los otros).
“El aire del alucinado se bifurca: o lo envenenan, o lo exhala.”
— J. L. Día Sahún
🔹 Diagnóstico diferencial de las alucinaciones olfativas
La alucinación olfativa puede aparecer en contextos muy diversos: psicosis endógenas, estados afectivos, crisis epilépticas o cuadros obsesivo-hipocondríacos.
El diagnóstico diferencial requiere atender a tres planos simultáneos:
El contexto clínico global.
La tonalidad afectiva del olor.
La posición existencial del sujeto ante la experiencia (vivencia pasiva, mística, persecutoria o culpable).
“El olor alucinado no pertenece a una enfermedad, sino a un modo de estar en el mundo alterado.”
— J. L. Día Sahún
a) Psicosis endógenas
Las alucinaciones olfativas se observan tanto en melancolías psicóticas, manías agudas, esquizofrenias y otras psicosis endógenas.
En la melancolía hipocondríaca, el olor es repulsivo o cadavérico: el paciente “huele su putrefacción”, percibe el hedor del pecado o la descomposición de sus órganos (“huelo a muerto”).
Expresa el sentimiento de ruina del ser corporal y la culpa existencial.
En la manía psicótica, el olor se torna agradable, exaltado, litúrgico o erótico: perfumes florales, aromas celestiales o de pan y vino sagrado.
Es la versión olfativa de la vivencia extática, el aire como portador de gracia.
En la esquizofrenia paranoide o parafrénica, predominan los olores de gas, veneno, productos químicos o emanaciones persecutorias.
El olor actúa como prueba sensorial de una acción hostil.
Ey los interpreta como expresión de la desestructuración del campo de conciencia, donde el aire se llena de significados delirantes.
b) Trastornos obsesivo-hipocondríacos de base corporal
Aparece el llamado síndrome de desprendimiento de mal olor corporal, donde la convicción de oler mal se acompaña de conductas de limpieza compulsiva: lavados, uso de desodorantes, perfumes, cremas o consultas médicas reiteradas.
El paciente no duda del olor, pero intenta controlarlo o neutralizarlo.
Fenomenológicamente, el olor se vive como culpa corporalizada, pero con cierto juicio de realidad preservado: no hay ruptura del mundo, sino auto-observación angustiada.
Se sitúa en la frontera entre la obsesión y el delirio monosintomático (Olfactory Reference Syndrome, Munro).
“El obsesivo se lava para borrar un olor que no existe: limpia la sombra de su angustia.”
— J. L. Día Sahún
c) Estados de éxtasis y manía mística
En los estados extáticos, el olor se transforma en símbolo de la unión con lo divino.
El paciente describe “olor a flores”, “perfume celestial”, “sabor de cielo en la boca”.
Ey señala que en estas formas maníaco-místicas la alucinación olfativa tiene carácter voluptuoso y beatífico, equivalente al odor sanctitatis de la tradición hagiográfica.
Aquí el olor no produce miedo, sino placer sacralizado; es un signo de transfiguración del cuerpo.
Fenomenológicamente, la frontera entre alucinación y experiencia religiosa se vuelve difusa: el olor expresa una intensificación del ser, no su ruina.
d) Alucinaciones olfativas paroxísticas
Son las que aparecen como marcador lesional en determinadas epilepsias jacksonianas o focales.
Suelen presentarse de manera breve, súbita y estereotipada, con olores intensos (a caucho quemado, metal, humo, gas, carne asada) que preceden a la crisis motora o a la alteración de conciencia.
Estas alucinaciones no se acompañan de interpretación delirante, y el sujeto suele reconocerlas como fenómenos de enfermedad.
Corresponden a descargas eléctricas localizadas en estructuras temporales-uncinadas.
e) Crisis uncinadas (epilepsia parcial compleja o psicomotora)
Descritas desde Hughlings Jackson, estas crisis implican activación del uncus y del hipocampo, regiones estrechamente relacionadas con el bulbo olfatorio y la memoria afectiva.
El paciente experimenta un olor repentino, a menudo desagradable o indefinible, acompañado de una sensación de déjà vu, miedo, detención del tiempo o visión retrospectiva.
Tras la crisis puede persistir un breve estado confusional o una emoción de familiaridad.
Fenomenológicamente, la crisis uncinada representa una intrusión del pasado sensorial en el presente: el olor irrumpe como recuerdo puro, desligado de su objeto, “una memoria sin memoria”.
🜂 Tabla docente: diagnóstico diferencial de las alucinaciones olfativas
Contexto clínico
Melancolía psicótica
Manía / éxtasis
Esquizofrenia paranoide
Trastorno obsesivo-hipocondríaco / ORS
Epilepsia (jacksoniana / uncinada)
Tipo de olor predominante
Putrefacto, cadavérico, azufre
Perfumes, flores, litúrgico
Gas, veneno, químico
Olor corporal, halitosis imaginada
Humo, caucho, metálico
Significación fenomenológica
Culpa, autodescomposición
Exaltación, unión divina
Persecución, perjuicio
Vergüenza, autocensura, limpieza compulsiva
Fenómeno paroxístico, memoria olfativa
Autores / Referencias
Ey, Cotard
Ey, Hildegarda
Ey, Jaspers
Munro
Hughlings Jackson, Lhermitte
En síntesis: El olor alucinado puede indicar la dirección del proceso mental:
-Hacia arriba, perfume y éxtasis (manía, mística);
-Hacia fuera, gas y veneno (paranoia);
-Hacia dentro, putrefacción y culpa (melancolía, Cotard);
En el cerebro, breve chispa sensorial (epilepsia).
“Toda alucinación olfativa es un aire con sentido: el alma respira su propio diagnóstico.”
— J. L. Día Sahún
🔹 Alucinaciones olfativas y su diagnóstico diferencial con delirios de tipo olfativo
Distinción fenomenológica y clínica
“El olor puede ser una percepción sin objeto o una idea con cuerpo.”
— J. L. Día Sahún
Fenomenológicamente, debe diferenciarse entre alucinación olfativa (percepción sensorial vivida como real, sin estímulo externo) y delirio olfativo (convicción o interpretación delirante en torno al olor, sin vivencia perceptiva inmediata).
Ambos pueden coexistir o sucederse, pero su estructura vivencial difiere:
En la alucinación, se huele algo.
En el delirio, se cree, se interpreta y se juzga que algo huele.
Esta distinción —central en Jaspers— cobra especial importancia en los síndromes de referencia olfativa, las formas hipocondríacas y las paranoias olfativas crónicas.
🔹 1. Delirio de desprendimiento de mal olor corporal
Pryse-Phillips W. “An Olfactory Reference Syndrome”, Acta Psychiatrica Scandinavica 47 (1971): 484–509.
Th. Videbech. “Chronic olfactory paranoid syndromes. A contribution to the psychopathology of the sense of smell.” Acta Psychiatrica Scandinavica 42 (1966): 183–213.
L. Cruzado, E. Cáceres-Taco, J. R. Calizaya. “Acerca de un caso de síndrome referencial olfatorio.” Actas Españolas de Psiquiatría 40 (4) (2012): 234-238.
Masnik R. “Olfactory Reference Syndrome – OCD Center of Los Angeles.” (Autodysomofobia, bromosis).
Se trata de un delirio monosintomático corporal en el que el sujeto cree emitir un olor desagradable (difuso, corporal o localizado: halitosis, sudor, genitales).
Se vive con intensa vergüenza, retraimiento y ansiedad social, pero el olor no se percibe realmente: es imaginado o interpretado.
Se reconocen dos formas principales:
A) Forma obsesiva
-Predomina la duda y la compulsión de neutralización.
-Maniobras de lavado, perfumes, jabones, champús, detergentes, y riesgo de dermatitis o intoxicación química.
-Búsqueda médica continua (“periplo de especialistas”).
-Personalidad anancástica, evitativa o distímica.
-Mantiene empatía y confianza con el médico, aunque con intensa autocrítica.
-Aislamiento social progresivo, posible ideación suicida.
-Atribución interna: “Yo huelo mal; debo corregirme.”
Fenomenología:
El olor actúa como símbolo de culpa y vergüenza corporal, un eco sensorial del superyó.
El obsesivo se lava no para eliminar el olor, sino para purificar su yo encarnado.
“La limpieza es su penitencia olfativa.”
— J. L. Día Sahún
B) Forma paranoide
-El foco pasa del cuerpo al entorno: “los demás” reaccionan ante su supuesto olor.
-Frases típicas: “Se tapan la nariz cuando paso”, “hacen gestos”, “dicen palabras alusivas”.
-Surgen ideas autorreferenciales y alucinaciones auditivas (“oigo decir guarro, peste”).
-Interpretación delirante de hechos triviales.
-Evolución hacia ostracismo grave o reclusión domiciliaria.
-Riesgo de agresividad contra quienes “se burlan” o “se apartan”.
-Atribución externa: “Ellos me ofenden; los otros me huelen.”
Fenomenología:
El olor se proyecta hacia el mundo social: de culpa pasa a persecución moral.
El paciente no “huele” sino que “es olido” —una forma extrema del delirio sensitivo de referencia.
C) Personalidad sensitiva de base
Muchos casos derivan de una personalidad inhibida, hipersensible, con baja autoestima y escasa asertividad, que reacciona con sufrimiento desproporcionado ante gestos neutros del entorno.
El olor imaginado cumple una función de autorreferencia protectora: convierte la inseguridad difusa en causa concreta.
🔹 2. Delirio de envenenamiento por gases, tóxicos o sustancias químicas
Frecuente en esquizofrenias paranoides y paranoias puras, donde la alucinación olfativa genuina se asocia a un delirio persecutorio de perjuicio: “Me envenenan por el aire”, “arrojan gases anestésicos”, “liberan toxinas en el agua o la habitación”.
El agente es exterior, el olor funciona como prueba perceptiva del ataque, y la vivencia es autorreferencial y amenazante.
“El paranoico no duda de su olor: duda del aire, de sus intenciones.”
— J. L. Día Sahún
🔹 3. Delirio hipocondríaco melancólico (Forma de Cotard)
En la melancolía psicótica y el síndrome de Cotard, el olor es signo de descomposición del ser:
“Huelo a podrido, mis órganos se deshacen.”
No se trata de percepción del entorno, sino de auto-olfacción imaginaria, correlato sensorial del nihilismo corporal.
El olor equivale a la certeza de no existir.
🔹 4. Síndrome de hiperhidrosis, rubor facial y sudoración palmar-plantar
Algunos cuadros de hiperhidrosis o fobia social con rubor facial cursan con vivencias de ser olido o notado, sin estructura delirante.
El temor a oler mal es anticipatorio (fóbico), no delirante.
La persona teme la mirada ajena, el escrutinio, y puede desarrollar ideas de alusión si el cuadro se cronifica.
The Center for Hyperhidrosis. “La cura para el sudor excesivo y la ruborización facial.” www.sweaty-palms.com
Fenomenológicamente, estas formas representan la pre-historia ansiosa del delirio olfativo: el cuerpo se vuelve escenario de autoconciencia exacerbada.
🔹 5. Casos de anosmia y re-creación imaginaria del olor
El fenómeno inverso se observa en pacientes con anosmia adquirida que, tras la pérdida del olfato, reconstruyen mentalmente olores a partir de recuerdos sensoriales previos.
Oliver Sacks lo describe en El hombre que confundió a su mujer con un sombrero: el paciente, tras una anosmia total, “revivía” el olor del café o del tabaco de su pipa, creyendo haber recuperado el sentido del olfato.
Se trata de una imagen olfativa voluntaria, no alucinatoria, pero ilustra cómo el cerebro recrea el olor como presencia imaginaria cuando el mundo real se apaga.
🜂 Síntesis comparativa
Tipo clínico
Olfactory Reference Syndrome (forma obsesiva)
Olfactory Reference (forma paranoide)
Delirio de envenenamiento
Melancolía / Cotard
Hiperhidrosis / fobia social
Anosmia imaginada (O. Sacks)
Fenomenología dominante
Duda, limpieza compulsiva, culpa corporal
Autorreferencia, alusión social, persecución
Olor + interpretación persecutoria
Olor de putrefacción, nihilismo corporal
Miedo anticipatorio sin delirio
Re-creación olfativa sin estímulo
Localización del olor
Interna (auto-referida)
Externa (mirada de los otros)
Externa (aire, gas, entorno)
Interna (órganos, cuerpo)
Interna
Interna / mnémica
Afecto dominante
Vergüenza
Hostilidad, agravio
Miedo, amenaza
Culpa, ruina
Ansiedad, pudor
Nostalgia, deseo
Autores de referencia
Pryse-Phillips, Masnik
Videbech, Luque
Ey, Jaspers
Ey, Cotard
Clín. moderna
Sacks
🜞 Conclusión
En el límite entre cuerpo y alma, el olfato revela la arquitectura íntima de la locura.
Del perfume sagrado al gas persecutorio, del hedor del cadáver a la fragancia imaginada del recuerdo, todas las variantes del delirio olfativo expresan una ruptura en la frontera entre lo propio y lo ajeno.
-En el obsesivo, el olor es culpa que se lava.
-En el paranoico, es enemigo que se exhala.
-En el melancólico, es muerte que respira desde dentro.
-En el epiléptico, es recuerdo que retorna en forma de aire.
“Oler es existir; delirar con el olor es existir de otro modo habiendo descubierto una nueva verdad.”
— J. L. Día Sahún
🔹 Colofón fenomenológico de la alucinación olfativa y su delirio.
El aire y el alma
El olor alucinado no es solo un síntoma: es la metáfora sensorial de la existencia.
En él se revela la oscilación fundamental entre cuerpo y mundo, alma y aire.
Cuando el olfato se quiebra, el sujeto ya no respira el mundo —lo imagina, lo teme o lo adora.
En la psicosis, el aire se convierte en espejo del ser:
-el melancólico exhala su ruina;
-el paranoico huele la amenaza;
-el místico aspira el cielo;
-el epiléptico revive el pasado de forma paroxística, ajena al yo.
En la neurosis el olor es valoración cognitiva y afectiva: el obsesivo no soporta el olor corporal, la mancha, la suciedad,…el “histérico” se sobresalta ante el aroma, la esencia olfatoria,..y simboliza el olor como metáfora. El parafílico busca a través del olor el éxtasis erótico.
El olor invade el espacio vivido y lo moraliza: el aire se vuelve confesión.
El enfermo no dice “yo tengo olor”, sino “yo soy ese olor”: la identidad se vuelve emanación.
Fenomenológicamente, toda alucinación olfativa es una crisis de la respiración del mundo.
El yo pierde el ritmo común del aire compartido y se encierra en su propio clima interior:
un microcosmos saturado de significado.
“El alma huele cuando la palabra no basta, el enigma de la existencia se revela con la percepción olfativa alucinada.”
— J. L. Día Sahún
Bibliografia básica alucinaciones olfativas, fenomenología.
- Jaspers, K. (1913/1959). Allgemeine Psychopathologie.
Capítulos centrales: alucinaciones, percepción delirante, alteraciones sensoriales, diferenciación entre alucinación y Wahneinfall / Wahnbedeutung.
- Henri Ey (imprescindible)
- Ey, H. (1973). Traité des hallucinations. (Tomo I y II)
Secciones: les hallucinations olfactives, cacosmie, humeurs psychotiques et champ perceptif.
- Lhermitte, J. (1919). Les odeurs imaginaires.
El gran clásico sobre la relación entre olfato—emoción—memoria.
- Kraepelin, E. (8ª ed. 1915). Psychiatrie.
Breves menciones de olores persecutorios y cacosmias en cuadros paranoides.
- Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox.
Olores “a gas”, “a productos químicos”, dentro de la vivencia de perjuicio.
- Séglas, J. (1892) Les troubles de la parole et de la voix incluye algunas referencias a fenómenos buco–olfatorios en automatismos alucinatorios.
. Historia, fenomenología y clasificación clásica
- Jackson, J. H. (1870–1880). Artículos sobre crisis uncinadas. Primeras descripciones de alucinaciones olfativas paroxísticas en epilepsia temporal.
- Luque, R. (1994). Historia de las alucinaciones. Muy útil para contextualizar los olores en melancolía, éxtasis y paranoia según los clásicos franceses.
- Fodéré, F.E. (1799). Traité du délire. Uno de los primeros textos donde se asocian “malos olores” a locura moral y melancolía.
Alucinaciones gustativas.
Ver: Historia cultural y psicopatológica alucinaciones gustativas.
El sabor como frontera entre cuerpo y mundo
“Comer es aceptar el mundo. El delirio gustativo nace cuando el mundo ya no se puede tragar.”
— J. L. Día
Las alucinaciones gustativas son menos frecuentes que las olfativas, pero de enorme interés clínico y fenomenológico.
Se definen como percepciones gustativas sin estímulo externo, vividas con juicio de realidad intacto y plena certeza sensorial.
El sujeto siente un sabor —dulce, amargo, metálico, a veneno o sangre—, atribuyendo a esa sensación un significado personal intenso.
El gusto, sentido de contacto y de interiorización, posee un carácter afectivo y moral.
Por eso, su alteración no es un simple error perceptivo: es una crisis de confianza vital.
El paciente ya no puede comer con naturalidad: el alimento, que debía unirlo al mundo, se vuelve amenaza o repulsión.
🔹 1. Características generales
-Suelen coexistir con alucinaciones olfativas, dada la proximidad anatómica y funcional de ambos sentidos.
-Frecuentemente aparecen en contextos de psicosis endógena, epilepsia temporal o intoxicaciones.
-Pueden ser breves y paroxísticas (aura epiléptica) o persistentes y delirantes (esquizofrenia, melancolía).
-Se acompañan de intensa carga afectiva: miedo, asco, desconfianza o éxtasis.
-Fenomenológicamente, implican una vivencia de invasión interior: el sujeto siente que el sabor viene de fuera, pero entra en su cuerpo.
🔹 2. Clasificación clínica según tonalidad y contenido
Agradables
-Sabores dulces, vinosos, florales o “celestiales”.
-Propios de estados maníacos o místicos.
“En su boca un sabor de cielo”, “el pan sabe a perfume divino”.
-Se asocian a vivencias de plenitud corporal o de unión con lo trascendente.
Desagradables o repulsivos
-Amargos, ácidos, metálicos, “sabor a sangre o a veneno”.
-Son los más frecuentes.
-Expresan desconfianza, miedo o persecución.
“El agua sabe a lejía”, “me echan algo en la comida”.
Neutros o indefinibles
-Sabores nuevos, “jamás sentidos”, ni agradables ni repulsivos.
-Se acompañan de desconcierto o perplejidad.
-Aparecen en cuadros esquizofrénicos y experiencias de desrealización.
Simbólicos o morales
-Sabores con significado espiritual o ético: “el sabor del pecado”, “el gusto de la muerte”.
-Propios de la melancolía grave o delirio de culpa.
-El sabor encarna un valor: la condena, el castigo, el mal.
🔹 3. Según localización vivida
-Bucal o lingual: la más frecuente; el sabor parece residir en la lengua o mucosa oral.
-Faringea o visceral: el sabor “viene de dentro”, “sube del estómago”.
-Difusa o ambiental: el sabor impregna el aire (“todo sabe raro”).
-Autocentrada: “Mi boca exhala un sabor que los demás notan”, cercana al síndrome de referencia olfativa.
🔹 4. Contextos clínicos y diagnóstico diferencial
a) Psicosis endógenas
Melancolía psicótica / Cotard
-Sabor a podredumbre, metal o sangre.
-Sentimiento de culpa, ruina y descomposición corporal.
“Mi boca sabe a muerto, porque estoy podrido por dentro.”
-Fenomenológicamente, el sabor traduce la vivencia de inexistencia corporal.
Manía o éxtasis místico
-Sabores dulces, vinosos, perfumados: “Sabor del Espíritu Santo”, “vino de los ángeles”.
-Aparecen en contextos de exaltación afectiva o éxtasis religioso.
-Correlato gustativo del odor sanctitatis.
Esquizofrenia paranoide / parafrénica
-Sabores tóxicos o desagradables asociados a ideas de perjuicio.
“Me envenenan la comida”, “todo sabe a producto químico”.
-Fenomenológicamente, el sabor actúa como verificación sensorial del delirio persecutorio.
b) Epilepsia temporal (crisis uncinadas o psicomotoras)
-Sabor breve, súbito, repetitivo, siempre idéntico (a metal, caucho, humo o sangre).
-Precede a una pérdida de conciencia o automatismo.
-Suele coexistir con olores paroxísticos o déjà vu afectivos.
-Es una aura gustativa, indicadora de lesión temporal.
-Sin interpretación delirante posterior.
“No es un significado, sino un relámpago sensorial del pasado.”
— J. L. Día Sahún
c) Trastornos orgánicos y tóxicos
-Lesiones del opérculo frontal, ínsula o circunvolución uncinada.
-Tumores del lóbulo temporal, epilepsias sintomáticas.
-Intoxicaciones por litio, yodo, metales, quimioterapia, antiepilépticos.
-A menudo acompañadas de disgeusia (alteración del sabor real), no de alucinación.
d) Trastornos obsesivo-hipocondríacos
-Preocupación excesiva por el sabor del aliento o la comida.
-Búsqueda compulsiva de higiene bucal.
-Ideas de contaminación sin vivencia sensorial genuina.
-Fenomenológicamente, representan el borde ansioso del delirio gustativo.
🔹 5. Distinción fenomenológica con otros fenómenos
Fenómeno
Disgeusia
Ilusión gustativa
Pseudoalucinación gustativa
Alucinación gustativa auténtica
Percepción delirante gustativa
Descripción
Alteración real del sabor por causa orgánica o farmacológica
Sabor distorsionado por sugestión o mezcla con olor
Imagen gustativa interna, reconocida como irreal
Percepción vivida como real, sin objeto externo
Sabor real reinterpretado delirantemente
Rasgo distintivo
No hay convicción delirante
Juicio de realidad preservado
Propia de estados oníricos o hipnagógicos
Plena convicción y sentido personal
Sabor correcto + significado patológico
🔹 6. Fenomenología del gusto en la psicosis
El gusto traduce en el cuerpo lo que la palabra no puede decir.
Es el sentido de la intimidad y la confianza: quien come confía en el mundo.
Por eso, en la psicosis, el gusto enferma cuando el mundo deja de ser fiable.
-En el paranoico, el sabor revela el ataque del otro.
-En el melancólico, expresa la ruina interior del yo.
-En el místico, manifiesta la plenitud divina del cuerpo.
-En el epiléptico, reproduce la memoria corporal del tiempo.
Cada forma es una variación del mismo drama: la relación entre cuerpo y mundo se altera, y el sabor se convierte en lenguaje del alma.
🔹 7. Correlatos neuropsicológicos
El área gustativa primaria se localiza en la ínsula anterior y el opérculo frontal, con conexiones directas al hipocampo, amígdala y corteza orbitofrontal.
Esto explica la intensa carga emocional y mnésica de las alucinaciones gustativas.
El gusto está anatómicamente unido a la memoria afectiva y al miedo: por eso los sabores delirantes evocan culpa, peligro o nostalgia más que placer puro.
🔹 8. Cierre fenomenológico
El gusto, último sentido de contacto con el mundo, se convierte en campo de batalla del ser corporal.
En la alucinación gustativa, el yo ya no distingue entre alimento y amenaza, entre comunión y envenenamiento.
El acto de comer —símbolo ancestral de confianza y pertenencia— se transforma en un rito de sospecha.
“El sabor alucinado es la metáfora del alma que no se fía de la vida.”
— J. L. Día Sahún
🔹 Percepción delirante del gusto normal de los alimentos
El sabor verdadero cargado de significado falso
No todas las alteraciones gustativas en la psicosis son alucinaciones en sentido estricto.
En muchos casos, el sabor del alimento es real, pero se vive con una interpretación delirante:
el sujeto siente correctamente el sabor, pero atribuye a él un sentido persecutorio o extraordinario.
Jaspers denomina a este fenómeno percepción delirante (wahnhafte Wahrnehmung): una experiencia sensorial verídica sobre la cual se proyecta un significado patológico primario.
🔹 1. Estructura del fenómeno gustativo.
-Percepción sensorial conservada: el café sabe amargo, el agua tiene un gusto metálico.
I-nterpretación delirante sobreañadida: “el café estaba envenenado”, “el agua contiene tóxico letal”.
-Convicción inmediata: el juicio no pasa por la reflexión; es certeza inmediata del perjuicio.
-Conductas consecuentes: rechazo de alimentos, preparación exclusiva de la propia comida, desconfianza hacia todo lo ingerido.
“No hay error del paladar, sino del alma que interpreta el sabor como amenaza.” Caso clínico: “tomé el café en la barra del bar, el camarero me miró extraño, al llegar a casa tuve nauseas,…todo esta ya claro”
— J. L. Día Sahún
🔹 2. Semiología y expresión clínica
El paciente rechaza la ingesta porque “la comida sabe mal”, “la bebida está manipulada”, “la leche tiene veneno”.
En realidad, el sabor es normal, pero el significado delirante lo vuelve peligroso.
Predominan las formas paranoides y esquizofrénicas, con vivencia de perjuicio autorreferencial:
“Mi vida corre peligro, lo noto en el sabor de la bebida.”
“Hasta me envenenan las latas y el agua embotellada.” — (Casuística J. L. Día)
Los familiares refieren conductas de negativismo y oposición alimentaria, a veces extremas: “Come solo, prepara su comida, sólo bebe agua mineral cerrada.”
Fenomenológicamente, la percepción delirante del gusto es una vivencia de desconfianza vital radical: el acto primario de alimentarse —que implica apertura al mundo— se sustituye por autoencierro y sitiofobia.
🔹 3. Ejemplos clínicos
“En un bar, el café era amargo… y me sentó mal.”
“El agua también sabía mal.”
“¡Me envenenan, quieren acabar conmigo!”
Estos ejemplos muestran la secuencia típica:
Sabor real percibido (amargo).
Malestar físico (náuseas, vómitos).
Interpretación retrospectiva delirante:
“Me dolió el estómago, tuve vómitos; ahora sé que la bebida estaba envenenada.”
El síntoma digestivo actúa como confirmación corporal del delirio:
el cuerpo se convierte en “campo de prueba” del envenenamiento imaginado.
🔹 4. Diagnóstico diferencial
Debe distinguirse cuidadosamente de otras entidades clínicas y neurológicas:
a) Crisis uncinadas (epilepsia temporal)
-Sabor amargo, rancio, metálico, repentino y breve.
-Sin contexto delirante.
-Asociado a alteración de conciencia y perplejidad postictal.
-Fenómeno paroxístico, no interpretativo.
b) Disgeusia orgánica
-Pérdida o distorsión del gusto por lesión del nervio glosofaríngeo (IX) o facial (VII).
-Asociada a atrofias de mucosa o efectos farmacológicos.
-Sin significación personal.
c) Depresiones graves
-El paciente refiere “comidas sin sabor”, “la comida no me dice nada”.
-No hay persecución ni miedo, sino anhedonia vital: pérdida de color afectivo de la experiencia.
d) Fármacos y tóxicos
-Litio, disulfiram, antibióticos o metales pueden producir disgeusia.
-El sabor alterado es real y no se acompaña de delirio.
🔹 5. Ejemplo clásico: Philippe Chaslin
“Lebl… es obligado a tragar sosa y, debido a esto, algunos días los alimentos tienen un sabor áspero. Son sus enemigos quienes envenenan sus alimentos. Otras veces es el vino o el agua que tienen un gusto particular…
Lebl no come jamás su pan sin antes lavarlo; él mismo realiza sus compras, cocina y come solo platos especiales. Esto fue el punto de partida de una denuncia por envenenamiento ante las autoridades.”
— Chaslin, P. (1912). Des hallucinations ou illusions du goût.
Este caso ilustra de modo paradigmático la percepción delirante gustativa:
el sabor real (áspero) se interpreta como prueba de persecución, generando aislamiento, negativismo y delirio sistematizado.
🔹 6. Fenomenología explicativa de las alucinaciones gustativas.
En la percepción delirante del gusto:
-El mundo sigue siendo perceptible, pero ya no es comestible.
-El cuerpo se convierte en último bastión del yo desconfiado.
-El alimento, símbolo ancestral de comunión, se transforma en vehículo de enemistad.
-El alimento puede ser también la “hostia consagrada”, el cuerpo de Cristo, el anuncio de la divinidad.
-Fenomenológicamente, el delirio gustativo revela una ruptura ontológica: lo que debía nutrir, mata; lo que debía unir, separa.
El sabor no engaña: el sentido de la vida sí.
“Cuando el alma no puede digerir el mundo, el gusto se vuelve su lengua.”
— J. L. Día Sahún
1. Chaslin, P. (1912). Des hallucinations du goût.
2. Jaspers, K. Psychopathology. (percepción delirante).
3. Bancaud, J. (1994). Anatomical origin of gustatory hallucinations. Neurology.
4. Small, D. (2010). Taste representation in the human brain.
5. Blom, J. (2010). Dictionary of Hallucinations. (entrada “gustatory hallucination”).
Alucinaciones gustativas en psicosis (esquizofrenia, melancolía, parafrénicas)
6. Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox.
— Menciona el “sabor a veneno” como vivencia de perjuicio.
7. Kraepelin, E. (8ª ed. 1915).
— Caso de sabores “amargos” o “metálicos” dentro de ideas de persecución y envenenamiento.
8. Mayer-Gross, W. (1920).
— Disorders of perception.
— Descripciones muy jaspersianas de sabores simbólicos/morales en melancolía grave.
9. Séglas, J. (1892–1895).
— Aunque centrado en voz y motricidad verbal, incluye varios ejemplos de sensaciones bucales alucinadas.
10. Verhagen, P. J. (2000). Religious delusions and sensory hallucinations: the “taste of God”.
— Casos de sabores “celestiales” y místicos.
Alucinaciones táctiles, superficiales y profundas.
Ver: Historia cultural y psicopatológica alucinaciones táctiles y dérmicas.
Introducción alucinaciones táctiles y dérmicas.
Las alucinaciones táctiles o dérmicas constituyen la forma más concreta y, a la vez, más íntima de la percepción sin objeto.
A diferencia de la visión o del oído —que sitúan lo percibido en el espacio exterior—, el tacto se experimenta en el propio límite corporal, allí donde el mundo roza al yo.
Por eso, cuando el tacto alucina, el sujeto siente que su piel ha dejado de pertenecerle: el cuerpo se convierte en escenario de fuerzas invisibles, de calor o frío sin causa, de roces, picaduras o presiones que expresan tanto el miedo como el deseo.
Desde la fenomenología clásica (Jaspers, Minkowski, Ey, Lanteri-Laura) hasta la neuropsicología moderna, estas experiencias se han descrito como alteraciones de la frontera del yo corporal.
Las alucinaciones térmicas, hápticas o dolorosas revelan el modo en que el individuo habita su cuerpo: ya sea como territorio invadido (esquizofrenia, delirio dermatozoico) o como espacio contaminado por la culpa o suciedad (neurosis obsesiva), o espacio erotizado, “tocado sexualmente” en delirios eróticos.
En suma, las alucinaciones dérmicas son la psicopatología del límite: allí donde el mundo deja de estar fuera y empieza a sentirse dentro.
1. Concepto general
Alucinaciones táctiles o hápticas: Percepciones falsas o sin objeto real de sensaciones cutáneas, térmicas, dolorosas o de presión, vividas con carácter de realidad y sin estímulo periférico.
Se incluyen dentro de las alucinaciones corporales (bodily hallucinations, Jaspers, Sims), y pueden ser elementales (sensaciones aisladas) o figurativas (configuradas en forma de toques, animales, corrientes, etc.).
“Una mano muerta me toca.” — A. Sims
2. Tipos de sensibilidad cutánea
Sensibilidad superficial:
-Térmica: calor / frío
-Dolorosa: nociceptiva
-Táctil de presión o roce
Sensibilidad profunda:
-Propioceptiva (presión, vibración, posición)
-Cenestésica (sensación global del cuerpo)
🔬 Sistema neuroperceptivo (resumen docente)
Receptores cutáneos:
-Corpúsculos de Meissner (presión leve)
-Pacini (vibración 50–700 Hz)
-Terminaciones libres (dolor)
-Receptores térmicos:
-TRPM8 y TRPA1 (frío)
-TRPV1–3 (calor y quemazón)
Vías nerviosas: fibras A-delta (frío rápido) y C (calor difuso).
Proyección a tálamo ventrolateral y corteza somatosensorial S1/S2.
Integración límbica: da tono afectivo a las sensaciones (placer, incomodidad, angustia).
Alucinaciones táctiles elementales
1. Fenomenología de la temperatura
Sentir calor o frío es una forma de estar en el mundo: no se “ve” el fuego, se “es” el fuego.
-Alucinaciones térmicas: percepción de calor o frío sin estímulo real (p. ej. “me arde la piel”, “me cubre hielo”).
Descritas por Henri Ey y A. Sims como alucinaciones elementales de la sensibilidad superficial.
Pueden aparecer en delirios persecutorios (“me queman con rayos”) o en contextos místicos (“el fuego del Espíritu”).
-Pseudoalucinaciones térmicas: recuerdos o evocaciones intensas del calor/frío que no se confunden con la realidad.
-Alucinaciones cenestésico-térmicas profundas: sensación de calor o frío en órganos internos; descritas por Conrad y Minkowski.
Definición: percepción de calor, frío, quemazón o hielo en ausencia de estímulo térmico.
Fenomenología: el paciente las vive con absoluta certeza perceptiva, como si provinieran de una fuente externa o de un “agente invisible”.
“Me arde la piel.”
“Siento hielo dentro del cuerpo.”
“El fuego viene desde fuera y me quema sin consumirme.”
Variedades:
-Calor difuso (sensación de irradiación o ardor interno).
-Quemadura localizada (punción caliente, láser, corriente).
-Frío glacial o penetrante (corrientes, hielo en las extremidades).
Frecuentes en:
-Esquizofrenias con delirio de influencia o castigo (“me queman a distancia”).
-Trastornos depresivos melancólicos (“ardor del alma”), con equivalentes cenestésicos.
-Episodios místicos (“fuego interior”, “ardor divino”).
Comentario fenomenológico:
La sensación térmica alucinada es una forma de tacto sin objeto, donde el cuerpo ya no percibe el mundo, sino que el mundo parece percibir el cuerpo.
“No es que yo sienta calor; es el calor el que me siente.”
“El calor y el frío no solo se sienten, se habitan.” — J. L. Día Sahún
-Los receptores térmicos son mediadores del límite corporal: nos dicen dónde empieza y termina el cuerpo.
-En la alucinación térmica ese límite se disuelve: el sujeto siente sin mundo, o el mundo entra en su piel.
-El fuego místico, la quemadura paranoide y el frío de la despersonalización son variaciones culturales y psicopatológicas del mismo fenómeno: la alteración del tono térmico del yo.
2. Hápticas (de roce, presión o contacto)
Definición: percepciones táctiles falsas en forma de presión, toque, empuje o manipulación.
El paciente no ve al agente, pero siente su contacto como real.
“Una mano muerta me toca.” — A. Sims
“Una mano invisible me manosea.”
“Por la calle me empujan; noto las manos en la espalda.”
“Me cambian la forma de la cara.”
“Monique se acerca disfrazada, me roza con sus dedos y me siento feliz.”
Estas alucinaciones implican una alteración radical del límite corporal.
El yo pierde su frontera: el otro lo toca desde dentro.
Aspectos clínicos:
-Sensación de roce o contacto ligero: “alguien me roza con una tela”.
-Presión o empuje: “me apartan del camino”.
-Tacto erógeno o persecutorio: “me manosean”, “me estimulan”.
-A menudo con ambivalencia afectiva: mezcla de placer, miedo y vergüenza.
-Los receptores cutáneos —corpúsculos de Meissner y de Pacini, terminaciones libres, etc.— responden a la presión, al movimiento y a la vibración mecánica de la piel.
-Un dispositivo vibratorio, sea médico, fisioterápico o de otro tipo, estimula principalmente los corpúsculos de Pacini, especializados en frecuencias entre 50 y 700 Hz, generando una sensación de “zumbido” o temblor localizado.
Cuando la vibración es continua o intensa, puede producir:
-Habituación sensorial: el cerebro deja de registrar parte del estímulo.
-Ecos hápticos: sensación persistente tras retirar el estímulo (after-vibration).
-Fenómenos parestésicos o pseudoalucinatorios: el sujeto siente que la piel sigue vibrando o “tiembla por dentro”, aun sin contacto.
🔍 Perspectiva fenomenológica
En psiquiatría o neuropsicología del cuerpo vivido, estas sensaciones pueden leerse como:
Una conciencia amplificada de la piel, donde el límite entre estímulo externo e interno se difumina.
-Si el sujeto atribuye esa vibración residual a una causa externa (“algo me hace vibrar a distancia”), el fenómeno puede adquirir valor alucinatorio o delirante.
-Si la reconoce como persistencia fisiológica, se trata de una pos-sensación táctil normal, similar a las “vibraciones fantasma” de los teléfonos móviles.
Traducción fenomenológica:
La conciencia del cuerpo como objeto pasivo sustituye la vivencia del cuerpo vivido (Leib).
El yo táctil se cosifica: “soy tocado, luego no soy yo.”
3. Alucinaciones táctiles figurativas
Definición: sensaciones configuradas con forma o contenido reconocible.
Ya no es un simple estímulo táctil, sino una escena sensorial.
“Un chorro de agua caliente que no moja.” (Lanteri-Laura)
“Una invasión de parásitos que me picotea.”
“Me muerden y me estiran la piel.”
Características:
Implican integración perceptiva superior: el cerebro construye un “objeto táctil imaginario”.
Se acompañan con frecuencia de ilusiones cenestésicas (corrientes, burbujas, desplazamientos).
Suelen integrarse en delirios de persecución o infestación.
Ejemplo:
En el delirio ectodérmico o dermatozoico (Ekbom), el paciente siente insectos moviéndose bajo la piel, pica, rasca, busca y “muestra” el parásito en frascos o cerillas.
Significado fenomenológico:
El cuerpo se convierte en escenario de lo extraño.
El límite entre dentro y fuera se diluye: “algo vive bajo mi piel”.
4. Alucinaciones de esfínteres y mucosas
Definición: percepciones dolorosas, urentes o invasivas en regiones perianales, genitales o mucosas, sin lesión orgánica.
A menudo integradas en delirios de control o persecución.
“Me manipulan el ano, me ponen dolor y quemazón a distancia; no me dejan vivir en paz.”
(Caso clínico de J. L. Día)
Frecuencia:
Esquizofrenia paranoide (fenómenos de influencia corporal).
Psicosis con componente sexual persecutorio o místico.
Delirios somáticos y cenestésicos (“me introducen líquidos, corrientes, microchips”).
Comentario fenomenológico:
El cuerpo íntimo —la zona del pudor y la excreción— se transforma en lugar del poder del Otro.
Es el grado máximo de pasividad corporal: ser tocado donde nadie debería tocar.
5. Formicación
Definición: sensación de insectos (hormigas, gusanos, arañas) que caminan sobre o bajo la piel.
Del latín formica = hormiga.
Contextos clínicos:
-Intoxicaciones (alcoholismo crónico, cocaína, anfetaminas, alucinógenos).
-Abstinencia o delirium tremens (“bichos en la piel”).
-Trastornos psicóticos y depresiones graves.
Características:
-Sensaciones mixtas: picadura, movimiento, cosquilleo, prurito.
-Pueden coexistir con ilusiones visuales (zoopsias).
-El sujeto suele intentar eliminar los supuestos insectos: rascado, lavado compulsivo, uso de objetos punzantes.
Diferenciar:
-De la parestesia orgánica (distribución nerviosa precisa, correlato sensitivo).
-De la sugestión o hipocondría (sin certeza perceptiva).
6. Alucinaciones táctiles dolorosas
Definición: percepción de dolor sin causa somática, vivida con convicción sensorial plena.
“Siento que me clavan agujas”, “me cortan con cuchillos invisibles.”
Diagnóstico diferencial:
-Dolor psicógeno: queja dolorosa con interpretación simbólica, pero sin carácter perceptivo.
-Trastornos somatomorfos: preocupación corporal sin experiencia sensorial plena.
-Lesiones neurológicas periféricas: patrón radicular o neurítico reconocible.
Fenomenología:
En la alucinación dolorosa, el yo no puede distinguir entre cuerpo sentido y cuerpo actuado:
“El dolor me ocurre, no me pertenece.”
7. Diagnóstico diferencial de parestesias
Parestesias → sensaciones anómalas (cosquilleo, hormigueo, entumecimiento) con base neurológica o vascular.
-Patrón anatómico coherente (territorio de un nervio o raíz).
-Pueden aparecer por neuropatías periféricas, isquemia, compresión o hipocalcemia.
-En las alucinaciones táctiles, en cambio, el campo corporal es incoherente, la sensación no sigue trayectos nerviosos y se acompaña de vivencia afectiva intensa (temor, asco, erotismo, culpa).
Contexto aluc. dérmicas
Delirium tremens
Delirio persecutorio
Mística cristiana
Consumo de drogas (cocaína, LSD)
Descripción clínica
ardor o frío glacial, bichos, picaduras, alucinosis
“Me queman con rayos láser”
“El fuego de la caridad quema sin consumir”
Alucinosis, calor, frio, alt morfologica,...
Interpretación
Hiperactividad vegetativa, pseudoalucinaciones térmicas, visuales.
Relectura tecnológica del fuego demoníaco medieval
Alucinación térmica de sentido extático
Alteración central de la integración térmica y visual.
🧠 Epílogo fenomenológico
Las alucinaciones táctiles son la experiencia de un yo desbordado: el cuerpo ya no siente el mundo, el mundo siente al cuerpo.
Desde la quemazón térmica hasta el roce invisible o la hormiga imaginaria, todas expresan la ruptura del límite corporal, donde el tacto se convierte en escenario del Otro.
⚖️ Alucinaciones táctiles: activas y pasivas
Las experiencias táctiles anómalas pueden organizarse según su dirección intencional —de dentro hacia fuera o de fuera hacia dentro—, lo que permite diferenciar dos estructuras fenomenológicas:
🔹 1. Alucinaciones táctiles activas
Definición:
El sujeto cree haber tocado o rozado algo que no existe, o atribuye a ese contacto un significado contaminante o mágico.
Se trata de un fenómeno intermedio entre la ilusión del tacto, la vivencia obsesiva y la pseudoalucinación activa.
“He tocado algo sucio.” “Al tocar esa mancha roja me contagié el VIH.”
Características clínicas:
Aparecen en contextos de neurosis obsesiva o de ansiedad fóbica grave de contaminación.
El sujeto mantiene cierta conciencia crítica con la compulsión (“puede que no sea así, pero no puedo evitar pensarlo”).
La vivencia corporal es real, pero la interpretación es delirante o simbólica.
A menudo desencadena conductas compensatorias: lavado compulsivo, evitación, ritos de purificación.
Comentario fenomenológico:
En la forma activa, el yo sigue siendo agente del contacto, pero ese acto se carga de culpa, peligro o poder contaminante.
El cuerpo toca el mundo y, al hacerlo, pierde su inocencia.
El obsesivo no siente ser tocado: teme lo que ha tocado.
🔹 2. Alucinaciones táctiles pasivas
Definición:
El sujeto siente ser tocado, empujado, acariciado o manipulado, sin estímulo externo.
La sensación se impone desde fuera, con plena convicción perceptiva.
“Una mano invisible me manosea.”
“Me empujan por la espalda.”
“Siento que me cambian la forma de la cara.”
Características clínicas:
Fenómeno típico de psicosis endógenas (especialmente esquizofrenia paranoide).
Vivido con carácter de alteridad y pasividad: “me lo hacen”, “no puedo evitarlo”.
Frecuente asociación a delirio de influencia o control corporal.
Puede coexistir con sensaciones térmicas, dolorosas o cenestésicas profundas.
Afecto variable: miedo, vergüenza, placer, resignación.
Comentario fenomenológico:
En la forma pasiva, el cuerpo deja de ser un instrumento del yo y se convierte en objeto de acción ajena.
El límite entre sujeto y mundo se invierte: “ya no soy quien toca, soy el tocado.
Dimensión
Dirección del fenómeno
Estructura del yo corporal
Tipo de vivencia
Conciencia de realidad
Afectividad
Ejemplo clínico
Activa
Del yo hacia el mundo
Conservada, aunque culpabilizada
Duda obsesiva o contaminante
Parcial, crítica
Ansiedad, culpa, temor, duda obsesiva.
“He tocado algo contaminado.”
Pasiva
Del mundo hacia el yo
Disuelta, invadida, psicotizada.
Percepción impuesta y certera
Total, sin crítica
Miedo, vergüenza, perjuicio, fascinación
“Algo me toca por detrás.”
🧠 Epílogo
En el tacto alucinado, el cuerpo puede ser activo o pasivo, pero siempre es culpable o invadido.
El neurótico teme haber tocado el mundo; haber sido manchado, contaminado, contagiado, ensuciado,..
El psicótico siente que el mundo lo toca a él. Es tocado a distancia, pinchado, acariciado, o....empujado, quemado..
En ambos, el yo táctil revela su fragilidad: el límite de la piel, ese umbral donde empieza la realidad. Territorio fronterizo donde el tacto, la sensibilidad táctil, dérmica, dolorosa, juega un papel decisivo.
La alusión, la percepción, la interpretación de la sensibilidad superficial y táctil condiciona nuestra vida.
"me tocó, me acarició....supe que era deseada, querida,.."
🩺 Diagnóstico diferencial de las alucinaciones táctiles, dérmicas y superficiales
Las alucinaciones táctiles constituyen un síntoma de frontera, compartido por cuadros neuróticos, psicóticos y orgánicos.
Su interpretación depende del grado de certeza, de la vivencia de pasividad y del contexto clínico y afectivo.
🔹 1. Delirio de contaminación o suciedad (TOC grave)
Estructura: idea obsesiva de haber tocado algo sucio o peligroso, sin percepción alucinatoria verdadera.
Ejemplos clínicos:
“He tocado una mancha roja, seguro que me he contagiado de VIH.”
“Me he pinchado con una aguja en el autobús.”
Fenomenología:
-Duda persistente, lucha interior, conciencia crítica conservada.
-Ansiedad intensa, alivio parcial mediante rituales de limpieza.
-No hay sensación táctil real; la “contaminación” es simbólica o imaginada.
Diagnóstico diferencial: no es alucinación, sino pensamiento mágico-obsesivo con vivencia corporal secundaria. El obsesivo no siente ser tocado, sino teme lo que ha tocado.
🔹 2. Esquizofrenia y psicosis endógenas
Forma típica: alucinaciones táctiles pasivas o impuestas, acompañadas de delirio de control o perjuicio.
Contenido: toques, empujones, manipulaciones del cuerpo, corrientes o vibraciones.
“Me tocan por la espalda.”
“Me manosean por la noche, a distancia.”
“Me cambian la forma de la cara con rayos.”
Afecto: miedo, vergüenza, sensación de vulnerabilidad extrema.
Estructura fenomenológica:
-Pasividad absoluta (“me lo hacen”).
-Convicción total.
-Sentimiento de invasión y desposesión corporal.
El cuerpo deja de ser vivido como propio: se convierte en escenario del Otro.
🔹 3. Delirio dermatozoico o ectodérmico (síndrome de Ekbom)
-Definición: convicción delirante de estar infestado por insectos, parásitos o filamentos.
-Sensaciones: picor, movimiento, pinchazos, hormigueo (“formicación”).
-Comportamiento: rascado compulsivo, lesiones por manipulación, presentación del “signo de la caja de cerillas”.
-Conciencia de enfermedad: nula; el paciente busca validación médica.
-Asociaciones: depresión, psicosis tardías, intoxicación por cocaína o anfetaminas.
“Los noto correr bajo la piel; mire, aquí traigo uno en este frasco.”
Diferencial:
De la formicación tóxica (alcohólica o anfetamínica), que puede tener conciencia parcial.
De la alucinación visual microzoópsica (bichos diminutos, mosquitos), frecuente en delirium.
🔹 4. Alucinaciones tóxicas y orgánicas
-Sustancias causales: alcohol, cocaína, anfetaminas, belladona, alucinógenos.
-Cuadro: formicación alucinatoria, zoopsias, hipertermia, taquicardia, insomnio, agitación.
-Fenómeno típico: delirium tremens, donde la piel y la visión se confunden:
“Cucarachas sobre mi piel.” “Una culebra se enrosca en mi pierna.”
La reacción de defensa corporal (sacudirse, golpear, rascarse) muestra la plena credibilidad perceptiva del fenómeno.
Suelen coexistir con sudoración, temblor, midriasis y delirio ocupacional (limpiar, espantar insectos).
Autores clásicos:
- Moreau de Tours: intoxicaciones belladónicas y hashish, “hiperalgesia táctil y sensación de movimiento epidérmico”.
- P. Chaslin (Les aliénés, 1892): casos paradigmáticos de alucinaciones térmicas, álgicas y de “sensibilidad interna”.
📜 Ejemplos clínicos según Chaslin
“Gil siente una constricción en la cabeza, dolorosa, predicha por sus enemigos.”
“Fay percibe dolores en las piernas que sus perseguidores le envían.”
“Rob., sobre quien tiraban un proyectil, sintió el viento del proyectil.”
“Lem. sentía al Diablo hundirle en el corazón un hierro candente.”
“Otras veces Satán, en forma de serpiente gigante, se enroscaba en torno a su cuerpo y lo apretaba hasta romperle los huesos, mientras una orquesta de demonios tocaba aires infernales.”
(Chaslin, Tomo I, p.161)
Comentario fenomenológico:
En todos ellos, la experiencia corporal se halla sobredeterminada simbólicamente:
el dolor y el tacto son traducidos en lenguaje moral o religioso (castigo, posesión, persecución).
La piel se convierte en instrumento de juicio: el mal toca el cuerpo para demostrar su poder.
🔹 5. Síntesis docente
Etiología / contexto
TOC / delirio de contaminación
Esquizofrenia / psicosis endógena
Delirio dermatozoico
Tóxico-delirioso (alcohol, cocaína)
Naturaleza de la sensación
Sensación imaginada, duda de contacto
Sensación real, impuesta, pasiva
Picor, movimiento cutáneo, “bichos”
Tacto + visión combinados, zoopsias
Convicción / crítica
Parcial, crítica
Total
Total
Parcial
Afecto predominante
Ansiedad, culpa
Miedo, vergüenza
Asco, desesperación
Pánico, agitación
Ejemplo
“He tocado sangre y me he contaminado.”
“Me tocan por la espalda, me cambian el cuerpo.”
“Tengo insectos bajo la piel.”
“Veo y siento cucarachas sobre mí.”
🧠 Epílogo fenomenológico
La alucinación dérmica es la memoria viva de los castigos antiguos.
En el obsesivo, el contacto se teme; "he sido inoculado por el virus, he sido contagiado, manchado por un color rojo de sangre,.. tocado, infectado."
En el psicótico, se sufre: quemada la piel a distancia, herido, electrocutado, pinchado, ..por un tercero, como perjuicio o acto erotomaniaco.
En el intoxicado, se combate: la quemazón, la distorsión perceptiva de la piel, la pìel parasitada por "bichos", en un estado confuso - onírico.
En el místico, se acepta: bautizado a distancia, quemado por las llamas de Cristo, empujado por Satanás..
La piel, frontera del yo, sigue siendo el espejo donde el mundo deja su huella invisible.
🪳 Alucinaciones táctiles y diagnóstico diferencial con el delirio dermatozoico (Ekbom)
🔹 1. Introducción
El delirio dermatozoico, también llamado delirio de parasitosis o delirio ectodérmico, constituye la forma paradigmática de las alucinaciones táctiles con interpretación delirante.
El paciente siente y ve insectos, larvas o filamentos que se mueven sobre o bajo su piel, a los que atribuye su picor, ardor o escozor cutáneo.
“Los bichos me caminan por dentro; se meten en los poros.”
🔹 2. Breve reseña histórica
Autor / año
G. Thibierge (1894)
Perrin (1896)
K. A. Ekbom (1938)
Wilson y Miller (1946)
Bourgeois M. et al., Ann. Méd. Psychol., 1986
Moreno Vázquez K. et al., Dermatol. Rev. Mex., 2007
Contribución
Introduce el término acarofobia (miedo a los ácaros).
Propone neurodermatitis parasitofóbica.
Describe sistemáticamente las formas preseniles de delirio parasitario dermatozoico (Ekbom syndrome).
Popularizan la denominación “delirio de parasitosis”.
Serie de 150 casos en dermatología francesa: incidencia, pronóstico, asociaciones psiquiátricas.
Revisión contemporánea latinoamericana del síndrome de Ekbom.
🔹 3. Concepto y variantes
Delirio dermatozoico: creencia delirante de infestación cutánea por ectozoos (parásitos externos).
→ Delirio ectodérmico o “cleptoparasitosis” (la piel “robada” por insectos).
Delirio endodérmico: convicción de infestación interna (intestinal o visceral).
→ Asociado a xenopatías corporales y alucinaciones cenestésicas profundas.
🔹 4. Diagnóstico diferencial
a) Esquizofrenia
-En la esquizofrenia, las alucinaciones táctiles se insertan en un delirio complejo de influencia y desposesión del yo.
-Coexisten alucinaciones auditivas, térmicas y cenestésicas, y una clara desorganización de la vida psíquica (autismo, replegamiento, escisión yoica).
-El contenido parasitario es solo un símbolo dentro de una estructura delirante más amplia.
El esquizofrénico no sólo siente los bichos: los interpreta como emisarios del poder que lo controla.
b) Trastornos fóbicos o hipocondríacos
-El fóbico teme ser infestado, pero conserva el juicio de realidad.
-Se observan conductas de evitación, ansiedad anticipatoria, búsqueda de seguridad.
-El contacto con polvo, animales o tejidos genera ataques de angustia, pero sin convicción delirante.
-En algunos casos evolucionan hacia parasitofobia (acarofobia, aracnofobia, etc.) o hipocondría cutánea con rascado excesivo.
c) Formas orgánicas o tóxicas
-Intoxicaciones por cocaína, anfetaminas, alcohol o belladona (descritas por Moreau de Tours).
-Aparecen formicaciones, zoopsias, prurito intenso y agitación vegetativa.
-En el delirium tremens, las zoopsias visuales y táctiles se combinan con sudoración, temblor y delirio ocupacional (“limpiar la piel”, “sacarse los bichos”).
🔹 5. Clínica y fenomenología del delirio dermatozoico.
Rasgo
Edad / sexo
Inicio
Síntomas primarios
Conducta
Afectividad
Evolución
Descripción
Predomina > 50 años; 2:1 mujeres > hombres.
Insidioso y progresivo (“al principio era un punto negro, luego el picor…”); a veces agudo tras estrés o somatopatía.
Convicción firme de infestación cutánea. Disestesias: picor, escozor, calor, cosquilleo, “movimiento de parásitos”.
Rascado o lavado persistente, uso de desinfectantes o cuchillas, búsqueda de parásitos en la piel (“signo de la caja de cerillas”).
Mezcla de asco, desesperación, angustia y rabia contra el entorno incrédulo. Riesgo de agresividad contra el médico "incrédulo"
Crónica, con riesgo de lesiones secundarias, sobreinfección y folie à deux (contagio delirante al cónyuge).
Evolución
Crónica, con riesgo de lesiones secundarias, sobreinfección y folie à deux (contagio delirante al cónyuge).
“Noté un punto negro… luego los bichos andaban por mi piel y se metían en los orificios.”
🔹 6. Variante endodérmica o visceral
Mucho menos frecuente, el delirio endodérmico de infestación se centra en órganos internos:
-“Los parásitos viven en mi intestino; los veo en las heces.”
-“Se mueven dentro, me comen por dentro.”
-Asociado a alucinaciones cenestésicas y viscerales (“movimientos, ruidos, burbujeo”).
-Posible vínculo con xenopatías corporales esquizofrénicas y delirios hipocondríacos graves.
Referencias: E. H. Ford, D. P. Calfee et al., “Delusions of intestinal parasitosis”.
🧠 Epílogo fenomenológico
El delirio dermatozoico es la parábola moderna del cuerpo invadido.
Donde el místico veía demonios y el esquizofrénico máquinas, el paciente de Ekbom siente insectos: metáforas contemporáneas de la alteridad que habita la piel.
La piel deja de ser frontera y se convierte en hábitat.
El sujeto no es ya quien toca el mundo, sino quien lo alberga involuntariamente.
Alucinaciones del Esquema Corporal y de la Existencia Física.
(según Lanteri-Laura, Schilder y J. Lhermitte)
Siguiendo el planteamiento de Lanteri-Laura, pueden distinguirse varios modos de alteración alucinatoria del esquema corporal, entendido como la representación mental y vivida del propio cuerpo (Schilder, 1923).
Estas formas expresan el grado más avanzado de desintegración de la experiencia corporal, cuando el sujeto deja de reconocerse incluso como cuerpo existente.
1. Alucinaciones del esquema corporal (somatoagnósicas)
Aparecen vivencias de distorsión, segmentación o deformación estética del cuerpo.
El paciente percibe miembros de tamaño anómalo, ausentes o añadidos, o siente zonas corporales “fantasmas”, carentes de realidad física.
“Noto un brazo que no tengo.”
“Mis piernas están torcidas, deformes, partidas.”
Estas “ilusiones de los amputados”, descritas por J. Lhermitte (1939), constituyen el paradigma de la alucinación somatoagnósica: el cuerpo es vivido fragmentado o reconstruido imaginariamente.
2. Alucinaciones de negación corporal
Se caracterizan por la pérdida del sentimiento de existencia de órganos o del propio cuerpo:
“No tengo estómago.” “Me faltan los genitales.” “Soy transparente.”
El paciente no siente ni reconoce partes esenciales de sí mismo, y puede interpretarlo en clave hipocondríaca o delirante (“me han vaciado”, “me han robado los órganos”).
Fenomenológicamente, es una experiencia de desencarnación parcial, donde el yo se percibe separado de su soporte físico.
Estas formas de negación corporal se vinculan tanto a la hipocondría psicótica como a los síndromes de despersonalización somatopsíquica, en los que el sujeto se siente extraño a su propia carne.
3. Alucinaciones de no existencia física
Cuando la negación se extiende más allá del cuerpo y alcanza la existencia global del sujeto, se habla de alucinaciones de no existencia física o nihilistas.
“No existo.” “Soy aire, una sombra.”
Estas experiencias, frecuentes en la melancolía psicótica y en el síndrome de Cotard, representan el grado extremo de la alienación corporal: el yo se desmaterializa, pierde peso ontológico y se percibe como pura ausencia.
4. Diagnóstico diferencial
Conviene diferenciar estas vivencias de otras entidades clínicas que pueden simular o acompañar el fenómeno:
Síndrome de Cotard: negación delirante de órganos o de la vida, con tonalidad nihilista.
Síndrome de despersonalización: extrañeza yoica, distanciamiento afectivo y sensación de desrealización, sin convicción delirante.
Crisis de angustia o ataques de pánico: percepción corporal alterada (ahogo, vacío, mareo) de naturaleza paroxística.
Trastornos somatomorfos y síndrome de Briquet: somatizaciones múltiples con queja corporal sin alucinación ni pérdida de juicio de realidad.
5. Significación fenomenológica de la alucinación que niega la corporalidad.
En este nivel, el cuerpo ya no aparece como alterado o manipulado (como en las cenestésicas), sino como negado, ausente o irreal.
El sujeto pierde la evidencia inmediata de su propia corporalidad, base del “ser-en-el-mundo”.
Es la negación ontológica del cuerpo, donde el yo ya no se siente ser encarnado, sino pura conciencia sin soporte, o incluso nada.
Bibliografía recomendada:
Fenomenología del cuerpo y cenestésicas
Schilder, P. (1923). Das Körperschema.
— Obra seminal sobre esquema corporal, base para entender distorsiones táctiles y corporales.
Conrad, K. (1958). Die beginnende Schizophrenie.
— Fenomenología del cuerpo alterado (“trema”, “apofanía”, sensaciones térmicas y corporales iniciales).
Lhermitte, J. (1939).
— Les hallucinations corporelles y trabajos sobre “membre fantôme” y somatoagnosias.
— Importante para distinciones entre sensación real, parestesia y alucinación.
Alucinaciones tóxicas y formicación
Moreau de Tours, J. (1845). Du Hachisch et de l’aliénation mentale.
— Primeras descripciones detalladas de formicación alucinatoria y disestesias bajo sustancias.
Bonhoeffer, K. (1909).
— Describe zoopsias táctiles (cucarachas, insectos) y fenómenos mixtos visual–táctiles.
S. Guttmann (1936).
— Formicaciones en cocaína/anfetamina: movimiento epidérmico, picor, “insectos imaginarios”.
Delirio dermatozoico / delirio de parasitosis (Ekbom)
Thibierge, G. (1894)
— Introduce “acarofobia”.
Perrin, J. (1896)
— “Neurodermatitis parasitofóbica”.
K. A. Ekbom (1938).
Senkile dermatozoon-Delusion.
— Clásico fundador del síndrome de Ekbom, descripción clínica brillante.
Wilson & Miller (1946).
Delusion of parasitosis.
— Popularizan el término, sistematizan la fenomenología.
Bourgeois, M. et al. (1986).
— Serie de 150 casos: epidemiología y clínica del delirio ectodérmico.
Distinciones clásicas con parestesias y neuropatías
Head, H. (1920).
— Trabajos sobre localización táctil y parestesias radiculares.
Sherrington, C. S. (1906).
— Bases neurales del tacto, nocicepción y propiocepción (útil para explicación neurofisiológica de tu texto).
Bibliografía moderna muy útil
Blom, J. D. (2010). A Dictionary of Hallucinations.
— Entradas: “Tactile hallucination”, “Formication”, “Delusional parasitosis”.
— Excelente para residentes.
H. Kaplan / B. Sadock (ed.)
En Comprehensive Textbook of Psychiatry hay capítulos sólidos de somatosensory hallucinations.
Alucinaciones Cenestésicas y del Espacio Corporal
Introducción y marco conceptual
La cenestesia designa la experiencia vivida del interior del cuerpo, la percepción global de sí mismo como organismo encarnado.
Según Lanteri-Laura, no se trata de un simple sistema sensorial, sino de una forma de darse a sí mismo: el modo en que el sujeto siente su presencia corporal como totalidad.
Las alucinaciones cenestésicas —cuando la cenestesia se altera o se falsea— constituyen, por tanto, una percepción sin objeto real, pero con plena certeza vivencial, que afecta al yo corporal y al sentimiento de existencia física.
El cuerpo deja de ser transparente y se convierte en escenario: un lugar donde algo actúa, se transforma o se manipula desde dentro.
Fenomenológicamente, se sitúan en el punto de cruce entre el sentir y el ser, entre lo somático y lo psíquico. No son simples sensaciones falsas, sino modificaciones radicales del modo de habitar el propio cuerpo.
Historia alucinaciones de la corporalidad, alucinaciones cenestésica y cinestésicas. ver
Definición y semiología
Cenestesia: experiencia interna de la corporalidad profunda —la sensibilidad visceral, muscular y orgánica— que configura la representación global del cuerpo propio.
Su trastorno genera vivencias corporales anómalas, a menudo descritas como:
-“Cambios de tamaño, forma o consistencia de los órganos.”
-“Sensaciones internas imposibles: huecos, presiones, torsiones, corrientes, desgarros.”
-“Percepción de movimientos, fuerzas o presencias dentro del cuerpo.”
Alucinación cenestésica: “Percepción sin objeto, referida al interior del cuerpo, que afecta a la autoconciencia corporal.”
Relaciones con los trastornos del esquema corporal
Estas experiencias se sitúan en continuidad con las agnosias corporales descritas por la neurología clásica:
-Asomatoagnosia y anosognosia (Babinski): pérdida del reconocimiento de partes del cuerpo o de la enfermedad.
-Autotopoagnosia (A. Pick): incapacidad para localizar o señalar partes del propio cuerpo.
-Asimbolia del dolor (P. Schilder): alteración del significado afectivo del dolor.
Si las agnosias son fallos en el conocimiento del cuerpo, las alucinaciones cenestésicas son excesos de experiencia corporal, en los que el cuerpo se vuelve demasiado presente, invadido por sensaciones que no provienen de ningún estímulo real.
Afectación del “yo corporal”
Las alucinaciones cenestésicas impactan directamente sobre el sentimiento del yo encarnado.
El sujeto ya no se experimenta como unidad orgánica, sino como conjunto de partes extrañas, manipuladas o deformadas.
Surgen vivencias de transformación corporal, de metamorfosis interna, o de violación del límite corporal.
“Siento mis vísceras moverse solas.”
“Me cambian los órganos.”
“Alguien manipula mis entrañas desde dentro.”
Este tipo de experiencia, profundamente perturbadora, expresa una fractura en la identidad corporal: el cuerpo deja de coincidir con el yo.
Cenestopatías (Dupré, 1913)
El término “Cenestopatía”, introducido por Ernest Dupré (Les Cénestopathies, 1913), designa un conjunto de sensaciones corporales falsas, dolorosas o extrañas, sin lesión orgánica.
Dupré las clasificó en dos grandes grupos:
-Dolorosas: vivencias de órganos desgarrados, retorcidos, presionados o estirados.
-Parestésicas: picores, punzadas, sensaciones de calor, frío, corriente eléctrica o vibración.
Estas cenestopatías constituyen el núcleo de muchas formas de alucinación somática y de delirio corporal, especialmente en la esquizofrenia, las depresiones melancólicas o los síndromes de despersonalización somática.
Conclusión introductoria
En suma, las alucinaciones cenestésicas representan la forma más íntima y profunda del fenómeno alucinatorio: no se proyectan hacia el mundo exterior, sino hacia el interior del ser corporal, allí donde el yo se siente existir.
Anticipan, así, el análisis fenomenológico posterior sobre cómo el cuerpo, cuando deja de ser vivido como propio, puede convertirse en fuente de revelación, extrañeza o tortura.
Análisis fenomenológico de las alucinaciones cenestésicas
Las alucinaciones cenestésicas constituyen una de las expresiones más profundas del trastorno de la autoconciencia corporal.
No se proyectan hacia el mundo externo, como las visuales o auditivas, sino que se interiorizan en el espacio orgánico del sujeto, alterando la vivencia inmediata del cuerpo-propio (Leib).
El cuerpo deja de ser el medio silencioso de la existencia para volverse un campo de tensiones, presencias, vacíos y manipulaciones.
Entre las principales descripciones destacan las de G. Huber (“Esquizofrenia cenestésica”, Alcmeon, VII, 4, 1996) y Lizardo Cruzado (Rev. Med. Hered., 2012), que recogen esta fenomenología en el marco de la esquizofrenia y de los síndromes cenestopáticos.
1. Despersonalización somatopsíquica
El sujeto experimenta sus órganos, miembros o regiones corporales como extraños o transformados, a veces incluso ausentes o robados.
“Me han cambiado los órganos.”
“Siento mi cuerpo ajeno, como si lo moviera otro.”
Aquí el yo corporal se desdobla: el cuerpo deja de coincidir con la identidad personal.
La despersonalización somatopsíquica constituye el núcleo existencial de toda cenestesia alucinada: el cuerpo ya no soy yo, sino algo que me sucede.
2. Percepciones álgidas y parestésicas
Las sensaciones descritas como dolorosas, perforantes, punzantes, quemantes o eléctricas carecen de correlato anatómico.
A veces se viven como corrientes internas, presiones, pinchazos o movimientos subcutáneos.
“Siento descargas eléctricas.”
“Me queman por dentro.”
En su forma más elaborada, aparecen alucinaciones genitales o viscerales con un fuerte componente erótico o persecutorio: “me tocan”, “me excitan”, “me penetran”.
Estos fenómenos, ya señalados por Dupré y Ey, pueden acompañar delirios erotomaníacos o de posesión.
Un paciente esquizofrénico relataba:
“Noté mi cuello alargado, una brecha en la garganta, como si mi padrastro me tocara y manipulara.”
3. Deformaciones corporales y alteraciones del esquema corporal
El paciente puede sentir cambios de tamaño, forma o proporción en su cuerpo u órganos:
“Me menguan los testículos.”
“Me hacen crecer la cabeza.”
“Mis brazos se estiran, me alargan mientras duermo.”
Estas experiencias, próximas a las micro- y macropsias corporales, alteran el esquema corporal descrito por Schilder.
Su forma neurótica contemporánea es la dismorfofobia, donde la vivencia cenestésica (“me noto gorda, pesada, deformada”) se fusiona con un juicio delirante de fealdad.
4. Alucinaciones negativas de la corporalidad
Aquí el cuerpo se vacía o desaparece parcialmente:
“Me roban los órganos.”
“Estoy hueco por dentro.”
“Ya no tengo vísceras.”
Estas vivencias de empequeñecimiento o anulación son frecuentes en el síndrome de Cotard, donde la negación del cuerpo acompaña a la negación de la vida misma.
Fenomenológicamente expresan la pérdida radical del sentimiento de existencia corporal.
5. Alucinaciones de la sensibilidad propioceptiva y del movimiento
El sistema propioceptivo, normalmente silencioso, se hace consciente y se falsifica:
“Esta no es mi mano, la muevo pero no es mía.”
“Mi mano actúa sola, hace lo que quiere.”
Corresponden a los llamados síndromes de la mano ajena (Alien Hand Syndrome, Dr. Strangelove Syndrome), donde el acto motor se experimenta como impuesto desde fuera.
En su extremo, el paciente siente que sus movimientos son controlados (“soy una marioneta”, “me mueven a distancia”), enlazando con el delirio de influencia descrito por Schneider.
También se registran alucinaciones articulares o cinéticas:
“Me imponen moverme, como un resorte.”
“Siento empujones, sacudidas, impulsos ajenos.”
6. Cambios en la percepción del peso y de la gravedad
Se perciben sensaciones de pesadez extrema, levedad o ingravidez:
“Siento que levito, que no peso nada.”
“Mi cuerpo es tan grande que llena el espacio.”
“Peso toneladas, hago cambiar la Tierra de órbita.”
Son experiencias de desproporción cósmica que recuerdan la “negación delirante” de Cotard y, en su aspecto expansivo, las vivencias de enormidad corporal de ciertos estados maníacos o esquizofrénicos.
7. Alucinaciones reflejas
Un estímulo real externo (ruido, voz, roce) provoca una reacción cenestésica automática:
“Al oír la voz, sentí que me apretaban el estómago.”
El fenómeno ilustra la asociación anómala entre percepción y sensación corporal, donde el límite entre dentro y fuera se difumina: el mundo toca el cuerpo directamente.
8. Alucinaciones de la sensibilidad interna (viscerales)
El paciente siente la textura o el material de sus órganos alterado:
“Tengo huesos de metal.” “Mi piel es de papel.”
En casos graves, esta convicción se acompaña de conductas auto-lesivas:
Varón de 40 años (HUMS) con heridas abdominales autoproducidas para “acceder” a las placas metálicas que creía tener bajo la piel.
Otro paciente acudió a urgencias tras sentir “al diablo en su abdomen”, con delirios místicos de posesión.
Estas experiencias integran el grupo de alucinaciones viscerales: el cuerpo interior se vuelve escenario de entidades, objetos o metamorfosis.
9. Alucinaciones genitales y sexuales
Fenómenos de tocamientos, violaciones o excitaciones forzadas:
“Mientras duermo me hacen el amor.”
“Me siento embarazada sin haberlo estado.”
Aparecen tanto en delirios erotomaníacos como en síndromes de posesión demoníaca (íncubo y súcubo).
Como “victima durmiente”, se puede experimentar un "orgasmo o masturbación forzada", o delirio de embarazo.
"mientras duermo me hacen el amor, y me siento embarazada.."
El cuerpo sexualizado se convierte en lugar de intrusión: una frontera rota entre deseo, culpa y persecución.
10. Distorsiones globales del espacio corporal
En el extremo, el sujeto puede sentir su cuerpo dilatarse o contraerse globalmente, en relación al entorno, alterando la percepción del tiempo y del espacio.
Este fenómeno aparece en el “Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas” descrito por John Todd (1955), inspirado en la obra de Lewis Carroll (1865). -Alice's Adventures in Wonderland. London 1865.
Incluye micro- y macropsias visuales, alteraciones cenestésicas, distorsión temporal y autoscopias.
El cuerpo ya no ocupa su lugar natural en el mundo, sino que flota en un espacio alterado, subjetivo, fantástico.
Síntesis fenomenológica
En conjunto, estas manifestaciones describen el espectro cenestésico del trastorno de la corporalidad:
Nivel fenomenológico
Sensación alterada
Imagen deformada
Agencia perturbada
Existencia vaciada
Expansión o fusión
Manifestación clínica
Dolor, calor, presión, descargas
Cambios de tamaño, peso o forma
Movimientos impuestos, manos ajenas
Ausencia de órganos, vacío interior
Levitación, enormidad, posesión
Significado existencial
Ruptura del sentir orgánico habitual
Desintegración del esquema corporal
Pérdida del control del cuerpo
Negación del cuerpo como base del yo
Disolución de los límites del ser corporal
El cuerpo deja de ser medio de presencia en el mundo (Merleau-Ponty) para convertirse en objeto vivido como otro, terreno de fuerzas ajenas o divinas.
En ese sentido, las alucinaciones cenestésicas son el paradigma de la alteración del ser-en-el-cuerpo: la conciencia pierde su suelo y el cuerpo, que debía sostenerla, se vuelve extranjero.
Repasemos el gran trabajo semiológico de Alucinaciones táctiles y cenestésicas en la Demencia precoz de Kraepelin.,
Ver: La demencia precoz según E. Kraepelin.
Las sensaciones táctiles mórbidas cobran considerable importancia en el cuadro clínico de nuestros pacientes. ¡ nos dice Kraepelin sobre sus pacientes ¡¡
Son generalmente muy variadas.
Sic. El paciente se siente atrapado, tocado por todo su cuerpo, siente cosquilleos en su muslo y hasta su cuello, puntadas en su espalda y en sus pantorrillas, una rara sensación en su cuello, calor en su cara, "arena caliente" es esparcida sobre su cara, "ponen inmundicias en su pelo"; algo es "arrojado a chorros en sus pies", "cien ratones corren por su cuello".
Por la noche se lo pincha con agujas, siente golpes en las costillas, "polvo invisible" es esparcido sobre él; "aire caliente" juega sobre su cuerpo.
Tiene la sensación de que sus pies se elevan del suelo; su cama es empujada por la noche; se mueve de un lado al otro, se balancea.
Hay "parásitos y polvo que produce escozor" en su cama; un paciente sentía "cachorros de león".
Hay una sensación de desgarro en su cabeza y en su espalda, una quemazón en su estómago, dolor en sus dientes, un "redoble en su cerebro", "un tirón en su corazón", dolores lumbares a través de su cuerpo y de su lomo. Un paciente registraba en su oído derecho cuando otras personas levantaban sus narices.
¿Elaboración delirante de la cenestopatía esquizofrénica?.
No es poco frecuente que estas imaginaciones, conectadas aparentemente con sensaciones orgánicas, reciban una interpretación muy extraña.
El paciente es atormentado terriblemente en su cuerpo, nota que algo le está siendo quitado, se le quita la sangre, que "cada parte de su cuerpo es maltratada"; siente" inquietud interna"; un vacío interno, corrientes y tensiones en su cuerpo.
Kraepelin describe los delirios de base corporal de sus pacientes, formas que nos recuerdan a delirios de Cotard, de hipocondría psicótica.
El agua "se escapa de su cuerpo", la comida "sale inmediatamente por su cabeza". Su cuerpo es "retorcido"; su boca es "desgarrada"; sus encías son "abiertas"; sus ojos son "arrancados por garras"; su pelo es "arrancado a tirones"; sus hombros son "separados uno del otro"; sus testículos son "reventados"; sus ovarios y estómago son "arrancados"; sus mejillas son "despellejadas". Su cerebro es "reducido a papilla"; su garganta es hecha "estallar"; su intestino entero le es "extraído"; el fuego "estalla en su boca". Al paciente se lo "inyecta por la espalda"; Dios "perfora sus pies con un alambre"; se lo desfigura. Un hombre "se le acuesta atravesado", se le "quiebra la espalda", se le "succiona la respiración". Se le hacen "estallar sus oídos y su cabeza", se le "extrae su fuerza", sus dedos de los pies son "quemados"; se le "cortan las orejas". Sic.
-Ver fenómenos de manipulación, control e influencia psicótica sobre la corporalidad:
Un paciente sostenía que estaba siendo "privado, " otro, que estaba siendo "destruido". Un tercero se quejaba de "intersecciones"; un cuarto decía: "Es siempre como si algo estuviese siendo empujado dentro de mí", un quinto sentía "mil muñecas deslizándose dentro de mí".
Muy frecuentemente estas sensaciones están asociadas con electricidad y acciones similares a distancia. El paciente se siente atado a la estación receptora y también a la emisora, "electrizado desde lejos", elevado del suelo por descargas eléctricas, "volado por la electricidad", siente "la corriente en sus pleuras", un "pinchazo en su corazón proveniente del aparato", es "calentado por los rayos"; corrientes eléctricas "fluyen a través de su cama"; una corriente eléctrica "viene del sol".
Una paciente pensaba que estaba "iluminada con rayos Röntgen debajo de sus enaguas" y era así expuesta a la mirada curiosa de todos.
Repasamos el trabajo de Gerd Huber (1921- 2012) . “estudioso de la Psicopatología Clínica” en Heidelberg, bajo la influencia de Kurt Schneider
Entre las múltiples cenestesias debemos distinguir algunos tipos bien definidos, aunque es imposible categorizarlos sistemáticamente, nos dice Huber.
1. Sensaciones de entumecimiento y rigidez.
1.1 Despersonalización somatopsíquica. Los pacientes experimentan su propio cuerpo, órganos y miembros como extraños o no presentes: no tienen la sensación de estómago o vejiga llena.
2. Sensaciones de debilidad motora, a veces en forma creciente hasta llegar a los así llamados “estados de fascinación” (spellbound).
3. Sensaciones circunscriptas de dolor (perforación, corte, quemadura), con crecimiento y disminución en forma paroxística o gradual.
4. Sensaciones corporales errantes, es decir, sensaciones corporales vagas de fluctuación, tironeo, giro, elevación; igual que las sensaciones circunscriptas de dolor, pueden crecer hasta alcanzar un punto de intolerancia penoso y agonizante y empujar el paciente al suicidio.
5. Sensaciones eléctricas.
6. Sensaciones térmicas de calor y frío, más difusas o circunscriptas; por lo general ocurren sin una proyección externa.
7. Sensaciones de movimiento, tironeo o presión dentro del cuerpo o en su periferia.
8. Sensaciones de peso o liviandad anormales y vacío, hundimiento, levitación y elevación.
9. Sensaciones de disminución, contracción y constricción, o de aumento, extensión y dilatación (elongación). Éstos ya son desórdenes del patrón de la imagen corporal.
10. Sensaciones kinestésicas (pseudomovimientos de los miembros).
11. Sensaciones vestibulares (perturbaciones cualitativamente extrañas de la orientación y equilibrio corporal).
12. Sensaciones provocadas por estímulos acústicos, emocionales y táctiles: formas de alucinaciones reflejas, “sincinesias”, o bien auténticas hiperpatías, hiperalgias neurológicas. Raramente se pueden encontrar hipoestesias e hipoalgias circunscriptas y a veces unilaterales; las sensaciones espontáneas pueden ocurrir también en sólo una mitad del cuerpo, o metámeras sin representación anatómica
Alucinaciones Cinestésicas o Motrices
(ver también: alucinaciones cenestésicas y del espacio corporal)
Definición y marco general
Las alucinaciones cinestésicas (o motrices) afectan al sentido del movimiento y a la vivencia de la motricidad.
El sujeto experimenta movimientos reales o imaginados sin control voluntario, o bien sensaciones falsas de desplazamiento, impulso o bloqueo motor, aun permaneciendo inmóvil.
Corresponden a alteraciones del sentido kinestésico (del griego kinesis, movimiento) y de los órganos vestibulares, responsables de la orientación y equilibrio corporal.
En ellas, el cuerpo deja de ser instrumento del yo para convertirse en un objeto movido desde fuera —una “escena de marioneta” en la que la voluntad propia se desdibuja.
“Soy manejado con hilos.”
“Me empujan desde dentro.”
“Me mueven los miembros a distancia.”
Estas vivencias sitúan al paciente en el umbral entre percepción y acción, donde el movimiento, que normalmente pertenece al campo de la intencionalidad, se transforma en experiencia pasiva.
1. Impulsión y control externo
El sujeto percibe movimientos involuntarios o impuestos sobre su cuerpo, generalmente con la convicción de una fuerza externa o voluntad ajena que los dirige.
-“Soy una marioneta movida por ellos.”
-“Me hacen levantar los brazos.”
-“Me obligan a caminar.”
Estos fenómenos se asocian con los delirios de influencia o control descritos por Schneider: el yo motor se siente invadido y desposeído de su agencia.
También pueden coexistir sensaciones de bloqueo o inhibición:
-“Quiero moverme y no puedo, algo me paraliza.”
Fenomenológicamente, se produce una ruptura entre la intención de actuar y la conciencia del movimiento; el cuerpo ya no responde al yo.
2. Alucinaciones motrices verbales (Séglas, 1888)
El psiquiatra Jules Séglas, en su trabajo “L’hallucination dans ses rapports avec la fonction du langage” (Progrès Médical, 1888, n.º 33-34), describió las alucinaciones psico-motrices verbales, en las que el sujeto siente que sus músculos fonatorios son movidos por otro.
“Cuando las voces hablan, mueven mi lengua dentro de mi boca.” (Bleuler)
Séglas distingue varios tipos:
Alucinaciones verbales motrices puras: sensación de movimientos de articulación sin sonido.
Alucinaciones verbales motrices y auditivas: se combinan la sensación cinética y el eco auditivo.
Fenómenos pseudoalucinatorios de tipo cinético: representaciones internas o vocalizaciones mentales (“oírse pensar”).
Estos fenómenos anticipan la noción moderna de “discurso insertado” o “voz interior alucinada”, en la que el pensamiento mismo adopta la textura del movimiento corporal.
3. Alteraciones globales del movimiento corporal
Los pacientes pueden permanecer quietos físicamente y, sin embargo, sentir que realizan numerosas acciones o desplazamientos.
“Estoy suspendido en el aire.”
“Me trasladan de un lugar a otro.”
“Me cuelgan de hilos invisibles.”
Otros creen hablar sin hacerlo, o caminar sin moverse, configurando auténticos delirios del órgano del habla o del acto motor.
La experiencia combina desposesión, parálisis y desdoblamiento: el cuerpo actúa sin el sujeto, o el sujeto actúa sin cuerpo.
4. Fundamentos fenomenológicos
Las alucinaciones cinestésicas revelan una perturbación de la síntesis entre intención y motricidad (Husserl, Merleau-Ponty).
El movimiento, que normalmente es vivido como “mío”, se escinde en dos polos:
-Yo-que-quiero-moverme,
-Cuerpo-que-se-mueve-solo.
Este desgarramiento da origen al sentimiento de alienación motriz, núcleo de la experiencia psicótica.
El cuerpo deja de ser el mediador de la acción y se convierte en escenario de una fuerza exterior o de un automatismo interno incomprensible.
5. Notas clínicas e históricas
-H. Charlton Bastian (1860–1912) introdujo el término kinaesthesic para designar la sensibilidad del movimiento.
-August Cramer (1889) fue el primero en describir alucinaciones “propioceptivas y kinestésicas” en pacientes psicóticos.
-Eugen Bleuler (1857–1939) observó con frecuencia ilusiones y alucinaciones del sentido kinestésico y vestibular en esquizofrenia (Alucinaciones en la esquizofrenia, ed. J. L. Día).
-J. Dirk Blom describe la “Pinocchio illusion”, una distorsión alucinatoria de la longitud o posición de partes corporales, distinta de la dismorfofobia.
-En la parapsicología y los estados límite (NDE, viajes astrales, bilocación, levitación), se hallan descripciones que imitan estas experiencias desde una interpretación espiritual del cuerpo movido o flotante.
-Nicolae Vaschide (1873–1907) estudió las alucinaciones telepáticas, que trasladan el movimiento a un plano imaginario intersubjetivo.
La “Phantom illusion” reproduce, mediante estimulación vibratoria muscular, ilusiones perceptivas de cambio en la forma y orientación corporal: un modelo experimental de la alucinación cinestésica.
6. Síntesis clínica y existencial de las alucinaciones cinestésicas y motrices.
Modalidad
Impulsión motriz
Bloqueo motor
Voz motriz
Desplazamiento imaginado
Ilusión experimental (Phantom)
Manifestación típica
Movimientos impuestos, “soy manejado”
“Me paralizan”
Lengua movida, eco verbal corporal
Levitación, suspensión, traslado
Sensación de miembro extendido o vibrante
Significado fenomenológico
Pérdida de la agencia corporal
Inhibición exterior, alienación de la voluntad
Disolución entre pensamiento, lenguaje y cuerpo
Ruptura del anclaje gravitatorio
Desorganización del esquema propioceptivo
Las alucinaciones cinestésicas, junto con las cenestésicas, constituyen el corazón somático de la experiencia psicótica.
En ellas el cuerpo, que debería ser el vehículo silencioso del yo, se convierte en sujeto y objeto de la experiencia: el lugar donde la acción se vuelve sensación, y la sensación, destino.
Síntesis final: del cuerpo vivido al cuerpo alienado
(Alucinaciones cenestésicas y cinestésicas en la fenomenología psicopatológica)
1. La unidad alterada del cuerpo vivido
Tanto las alucinaciones cenestésicas (del sentir interno) como las cinestésicas (del movimiento y la acción) constituyen manifestaciones de una misma fractura fundamental: la del yo encarnado.
El cuerpo, que normalmente se experimenta como transparencia del existir —medio silencioso por el que el mundo se nos da— se convierte en objeto extraño, escenario de fuerzas ajenas o automáticas.
Karl Jaspers lo expresó así:
“El cuerpo es la frontera entre el yo y el mundo; cuando esa frontera se quiebra, el mundo penetra en el yo o el yo se disuelve en el cuerpo.”
2. Continuum fenomenológico.
Dimensión
Modalidad sensorial
Nivel del cuerpo
Vivencia nuclear
Estructura alterada
Autoconciencia afectada
Analogías culturales
Correspondencias clínicas
Alucinación Cenestésica
Sensaciones internas (viscerales, dolorosas, térmicas, táctiles profundas)
Profundo, visceral, orgánico
“Mi cuerpo es manipulado, transformado, vacío”
Sentimiento del cuerpo (Leibgefühl)
Pérdida de pertenencia corporal
Posesión, metamorfosis, vacío, estigmas
Esquizofrenia cenestésica (Huber), Cotard, dismorfofobia, cenestopatías
Alucinación Cinestésica
Sensaciones de movimiento, impulso, desplazamiento, equilibrio
Motor, propioceptivo, vestibular
“Mi cuerpo se mueve solo, es movido, suspendido”
Intencionalidad motriz (bewegung bewusstsein)
Pérdida de agencia o control
Marioneta, levitación, traslado, trance
Delirio de control, automatismo mental, síndrome de la mano ajena
Ambas series convergen en una misma experiencia de alienación somática: el yo deja de ser en su cuerpo y pasa a ser observador o víctima de él.
3. Significación existencial
Desde la fenomenología (Merleau-Ponty, Lanteri-Laura, Ey), estas experiencias no se entienden como simples errores sensoriales, sino como fracturas en el ser-en-el-mundo.
El enfermo vive su cuerpo demasiado presente, excesivamente sentido, como si la carne hablara por sí misma.
Lo que en la normalidad es fluidez —un moverse, un sentir— se vuelve resistencia, invasión o extrañeza.
Así, el fenómeno alucinatorio revela negativamente la estructura originaria del cuerpo vivido: muestra cómo el yo y el cuerpo están normalmente fusionados, precisamente cuando esa unión se rompe.
4. Perspectiva clínica
En la clínica contemporánea, estos fenómenos pueden manifestarse en:
Esquizofrenia y psicosis endógenas, como eje de desintegración corporal (Huber, Conrad).
Trastornos disociativos y depresiones melancólicas, con vivencias de vacío, inhibición psicomotriz o paralización.
Trastornos alimentarios y dismorfofobias, con proyecciones cenestésicas sobre la imagen corporal.
Estados límite, intoxicaciones o experiencias místicas, donde la alteración del sentir y del moverse se vive como revelación o castigo.
El diagnóstico diferencial exige reconocer si la vivencia se sitúa en el plano perceptivo (alucinatorio) o ideativo (delirante), y valorar su grado de extrañeza y convicción.
5. Cierre fenomenológico alucinaciones corporales, cenestesias y cinestesias.
En las alucinaciones cenestésicas y cinestésicas se cumple el destino de toda psicopatología del cuerpo:
el cuerpo deja de ser nuestro modo de estar en el mundo y se convierte en el lugar donde el mundo nos invade.
Entre la mística del cuerpo y la clínica de la esquizofrenia, entre la cenestopatía y la marioneta, el sujeto experimenta la pérdida de su anclaje corporal —ese delicado equilibrio entre ser cuerpo y tener cuerpo.
Cuando esa síntesis se fractura, emerge el drama existencial que Jaspers y Merleau-Ponty reconocieron: la encarnación del yo se vuelve problemática, y el cuerpo, de fundamento del ser, pasa a ser su enigma.
Bibliografía esencial
-Dupré, E. (1913). Les Cénestopathies. Mouvement Médical, 23: 3-22.
-Séglas, J. (1888). Les hallucinations psycho-motrices verbales. Progrès Médical, 33-34.
-Bastian, H.C. (1889). On the kinaesthetic sense of movement and position.
-Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien.
-Lanteri-Laura, G. (1970). La phénoménologie du corps en psychiatrie.
-Huber, G. (1996). “Esquizofrenia cenestésica.” Alcmeon, VII(4).
-Ey, H. (1973). Traité des hallucinations. Paris: Masson.
-Schilder, P. (1923). Das Körperschema.
-Blom, J.D. (2010). A Dictionary of Hallucinations.
-Merleau-Ponty, M. (1945). Phénoménologie de la perception.
-Conrad, K. (1958). Die beginnende Schizophrenie. (esquizofrenia incipiente)
-Lizardo Cruzado, L. (2012). “Alucinaciones viscerales y cenestopáticas.” Rev. Med. Hered., 23(3), Lima.
Las alucinaciones sexuales y genitales
Ver también: Historia de las alucinaciones sexuales y genitales.
Las alucinaciones sexuales y genitales constituyen uno de los fenómenos más intensos, complejos y difíciles de explorar dentro de la psicopatología. A pesar de su frecuencia en psicosis, anorexia psicótica, delirios pasionales, místicos, automatismo mental, estados disociativos o cuadros inducidos por fármacos y anestesia, suelen pasar inadvertidas por pudor, vergüenza o por la reticencia del clínico a preguntar.
Su estudio es esencial por tres motivos:
El cuerpo sexual es el núcleo del yo corporal.
Cuando la alucinación invade la genitalidad, el paciente vive una forma extrema de desposesión: la sexualidad —habitualmente íntima, propia y voluntaria— se convierte en acción del Otro, en invasión o posesión del cuerpo.
Las alucinaciones sexuales organizan y agravan muchos delirios.
Refuerzan delirios persecutorios, erotomaníacos, místico-religiosos, hipocondríacos o tecnológicos. Allí donde aparece la alucinación genital, el delirio adquiere una certeza corporal, “demostrada” por el cuerpo mismo.
Son marcadores de gravedad clínica.
En esquizofrenia, automatismo mental, paranoias crónicas o delirios somáticos genitales, las vivencias sexuales impuestas indican una ruptura profunda del sentimiento de identidad, propiedad corporal y límites del yo.
Fenomenológicamente, estas alucinaciones revelan que la sexualidad —que debería nacer del propio sujeto— es vivida como algo que viene desde fuera, que utiliza, manipula o violenta el cuerpo.
Por ello, constituyen un territorio privilegiado para comprender la psicosis, la corporalidad alterada y la relación del paciente con el Otro.
Su exploración clínica exige prudencia, lenguaje no intrusivo y la capacidad de escuchar aquello que el paciente solo puede decir mediante metáforas, símbolos o desplazamientos somáticos.
Alucinaciones sexuales, su clínica y psicopatología.
La sexualidad —como dimensión privilegiada de la corporalidad— puede volverse alucinatoria.
A lo largo de la historia, los episodios de erotización impuesta han sido interpretados como posesión o ataque espiritual (proceso de Urbain Grandier, monjas de Loudun), así como en los fenómenos de íncubos y súcubos descritos en la tradición demonológica.
Diagnóstico diferencial
Es fundamental distinguir las alucinaciones sexuales de:
• Hiperestesias o hipersensibilidad genital asociadas a excitación sexual, ansiedad o trastornos somáticos.
Expresiones frecuentes:
-«Noto picor, manoseo, un calor que me ponen en los genitales…»
-«Me excitan.»
-«Me manipulan los genitales.»
Aquí la sensación proviene del propio cuerpo, aunque pueda ser interpretada delirantemente. En la alucinación verdadera, en cambio, la sensación se vive como totalmente impuesta, ajena, no generada por el propio sujeto.
Formas clínicas habituales
-Actividades sexuales impuestas por un supuesto agresor cercano o lejano; identificable o completamente anónimo. A veces vividas como “recuerdo impuesto”.
-Violación o relación sexual durante el sueño, que puede derivar en delirios de embarazo, fecundación, o “violación a distancia”.
Modalidades fenomenológicas
Las alucinaciones sexuales pueden manifestarse a través de:
-Alucinaciones verbales con contenido erótico, sexual u obsceno.
-Alucinaciones visuales: escenas sexuales, figuras desnudas, visión de genitales.
-Alucinaciones cenestésicas o táctiles: manipulación, penetración, fricción, contracción genital, excitación impuesta.
En algunos pacientes con neurosis obsesiva grave, la sexualidad puede adquirir forma ideativa y sensorial intensa, con aparición de imágenes, objetos o símbolos sexuales vividos casi como presencias sensoriales. Son pseudoalucinaciones de fuerte carga obsesiva, que pueden rozar lo alucinatorio.
Caso clínico: paranoia sexual con alteraciones de la identidad
Las sensaciones sexuales juegan un papel considerable en las experiencias de muchos pacientes.
El siguiente caso —paciente del Dr. Día— ilustra una paranoia sexual grave acompañada de alteraciones corporales e identitarias.
Se trata de una mujer de 50 años, viuda, que vive sola, con dos hijas que residen cerca.
Describe con nitidez sus alucinaciones verbales, sexuales y corporales, así como la convicción de ser abusada por los hombres “perversos” de la vecindad. Relata cómo “utilizan su cuerpo” para deformarlo, modificarle la identidad y, sobre todo, cómo abusan sexualmente de ella a distancia: “orgasmos horribles y vergonzosos”.
En su discurso aparecen todos los componentes de una psicosis persecutoria intensa, de enorme impacto afectivo, capaz de llevar a ideación suicida. La presión alucinatoria se vuelve progresivamente insoportable.
A continuación se recogen fragmentos literales del relato de la paciente:
“Sexo y masturbación dolorosa por telepatía, a mí misma y a mis hijas.”
“Soy víctima de unos perversos. Se ceban conmigo, se obsesionan conmigo.”
“Los otros… los árabes, peruanos, los de la peluquería y la churrería, los vecinos… se han fijado en mí, me tienen poseída.”
“Estoy atacada sexualmente a través de la mente… me siento dominada y esclavizada por el sexo.”
“Me raspan el estómago, la tripa, me cambian por otra persona, me hacen pasar por otra… y me cambian la cara en el espejo.”
“Escucho voces, de cuatro personas, que me van a matar.”
“Me espían, me quieren manipular.”
“Lo mío es depresión por lo que me hacen. ¿Cómo se puede soportar todo esto?… ¡He pensado en el suicidio!”
La vivencia central es siempre la misma: un cuerpo invadido, manipulado desde fuera, excitado de forma impuesta, y una identidad que se fragmenta bajo la acción de un Otro persecutorio.
Clínicamente, constituye un ejemplo paradigmático de alucinaciones sexuales cenestésicas, ideas delirantes de influencia y vivencias de despersonalización corporal propias de las psicosis más graves.
Otros casos de la psiquiatría clásica
En la psiquiatría clásica encontramos numerosas descripciones de alucinaciones sexuales cenestésicas, recogidas magistralmente por Emil Kraepelin en La demencia precoz (Ed. Polemos).
Son relatos de manipulación genital impuesta, excitación provocada desde fuera, y vivencias de violación o posesión erótica sin presencia real de otro ser humano.
Kraepelin refiere el caso de un paciente con:
-“Contracción en los testículos y en el pene”, acompañada de
-“una sensación calurosa y húmeda” en la región genital.
El paciente interpreta estas sensaciones como producidas por terceros. Describe que, cuando se le presenta a gente nueva, percibe “signos en sus dedos” hechos por las muchachas, como si existiera una comunicación erótica cifrada dirigida a él.
En su delirio aparecen hechizos amorosos, manipulación eléctrica y agresiones sexuales fantásticas:
-“La corriente eléctrica hace que el pene se ponga erecto.”
-“Una aguja de oro es clavada dentro de éste.”
Durante la noche “se cometen actos lujuriosos”, y su “vitalidad le es quitada eléctricamente”.
“Hombres lujuriosos se le acercan” para poseerlo o agotarlo.
Experiencias femeninas descritas en la tradición clásica
Las mujeres también relatan vivencias eróticas impuestas, con la misma cualidad de invasión corporal y pérdida de control.
Una paciente refiere que era “besada por la noche por un Capuchino”, experiencia vivida con absoluta realidad.
Otra paciente describe un episodio nocturno de extraordinaria intensidad psíquica y corporal:
“Me parecía por la noche como si yo estuviese divina y espiritualmente casada, o más bien que se me había quitado la inocencia.
Los dolores eran considerables, pero no grité, aunque por algunos minutos tuve que respirar violentamente.
Entonces me pareció como si hubiese sido casada varias veces, cuando tuve que yacer en la cama vestida con mejores ropas.
Pero nunca hubo un ser humano conmigo.”
Este tipo de relatos muestra claramente la vivencia alucinatoria de unión sexual, “desposorio espiritual” o violación simbólica, sin estímulo externo. Fenomenológicamente, expresan la ruptura del sentimiento de propiedad corporal y la irrupción del Otro en el núcleo mismo de la sexualidad del sujeto.
Casos clínicos: alucinaciones en los órganos sexuales
(Según Philippe Chalin, “Éléments de sémiologie psychiatrique”)
Philippe Chalin —continuador de la línea francesa de semiología junto a Ey, Lanteri-Laura y los autores de la escuela de Sainte-Anne— describe varios fenómenos cenestésico-sexuales en pacientes psicóticos, insistiendo en su cualidad de sensación impuesta, vivida como ajena al cuerpo propio y siempre cargada de significado persecutorio.
Entre sus casos destaca el siguiente:
— Caso Jo…
Jo… refiere que sus enemigos le extraen sangre por el ano y, mediante el mismo procedimiento “eléctrico”, también le extraen el esperma.
Relata que, si tapa el meato urinario con su dedo, el líquido “sale igualmente” a través de la piel del pene, mojándole por fuera. No percibe placer alguno; al contrario, la vivencia es de violación y expolio corporal.
En la exploración clínica se comprueba la ausencia total de pérdida seminal, lo que confirma la naturaleza alucinatoria del fenómeno.
Simultáneamente, los mismos enemigos le provocan visiones eróticas: mujeres desnudas, sugerentes, que aparecen de forma súbita e intrusiva.
En estos episodios, el paciente experimenta eyaculaciones voluptuosas, vividas como doblemente impuestas: tanto por la imagen alucinada como por la acción del agresor imaginario.
Notas fenomenológicas y ampliación (aportación basada en Chalin y la escuela francesa)
Aunque Philippe Chalin no dejó una obra extensa propia, su trabajo se integra en la tradición de la semiología francesa que describe minuciosamente:
-Alucinaciones cenestésicas de los órganos genitales,
-Ideas delirantes de influencia corporal,
-Vivencias de penetración, extracción o manipulación,
-Imágenes eróticas impuestas,
-Relación entre visiones eróticas y sensaciones genitales alucinadas,
-La “desposesión” del cuerpo sexual, núcleo del automatismo mental cuando afecta a la genitalidad.
Autores de su misma línea —Ey, Chaslin, Lanteri-Laura— comparten esta observación:
cuando la psicosis invade el territorio genital, el paciente vive la sexualidad como una función expropiada, convertida en un instrumento del Otro.
En estos casos se produce:
-Ruptura del sentimiento de propiedad corporal (“extraen”, “penetran”, “mueven”, “obligan”).
-Erotización impuesta, sin deseo.
-Fusión entre alucinación visual y cenestésica.
-Interpretación persecutoria de toda sensación interna.
-Culminación en un “teatro corporal” dirigido por agentes externos.
Alucinaciones sexuales en pacientes con esquizofrenia (según Bleuler)
Bleuler subraya que, entre las alucinaciones corporales de los pacientes esquizofrénicos, las sexuales son las más frecuentes y las más significativas.
Este tipo de fenómenos puede incluir desde goces y arrobamientos propios de las gratificaciones sexuales normales o anómalas, hasta las prácticas más obscenas, repugnantes o fantásticas que pueda concebir la imaginación.
Formas clínicas en varones
Los pacientes varones suelen describir:
-Extracción forzada del semen,
-Erecciones dolorosas provocadas artificialmente,
-Impotencia impuesta desde fuera,
-Torsiones, cortes o quemaduras en los órganos genitales, tanto internos como externos.
En muchos casos, estas sensaciones son ocultadas, no solo al clínico, sino también al propio paciente, que apenas reconoce su naturaleza sexual.
Formas clínicas en mujeres
Las mujeres suelen referir:
-Violaciones, ultrajes o agresiones sexuales “del modo más diabólico”.
-Obligación de copular con animales, seres fantásticos o figuras demoníacas.
-Dolor genital desplazado a otras regiones del cuerpo, especialmente al pecho, que solo emerge como sexual durante la entrevista cuidadosa o cuando se permite que la paciente hable libremente.
-Bleuler señala que no se trata simplemente de un eufemismo: existe un auténtico desplazamiento de sensaciones genitales hacia otras zonas, como el pecho o el corazón; en algunos varones, hacia la nariz; en algunas mujeres, hacia la boca.
Incluso las voces genitales pueden migrar.
Ejemplo: un paciente hebefrénico, dominado por un poderoso complejo de masturbación, escuchaba durante mucho tiempo a su propio pene decirle: “Canto de pájaro, canto de pájaro”. Más adelante, la voz se desplazó inocuamente a su oreja derecha.
Metamorfosis simbólicas del contenido sexual
Con frecuencia, las alucinaciones sexuales se disfrazan bajo formas simbólicas:
Sensaciones de ser “electrolizada” o “quemada” pueden corresponder en realidad a un contenido sexual reprimido.
Una paciente relataba sentir “caballitos de madera meciéndose” en su cama; una exploración cuidadosa reveló que se trataba de sensaciones de coito, transformadas —incluso para ella misma— en la imagen de caballos de madera.
Pese a la abundancia de elementos simbólicos, Bleuler aclara que la mayoría de estas experiencias corresponden a verdaderas sensaciones alucinatorias, no simples metáforas o exageraciones expresivas.
Uso figurado del lenguaje
En las alucinaciones corporales, los pacientes emplean mucho más el lenguaje figurado que en las alucinaciones de otros sentidos.
Por ejemplo, una paciente que decía sentirse “sofocada” hasta pronunciar determinadas palabras, utilizaba esa expresión como metáfora de una compulsión verbal, no de un fenómeno somático real.
Alucinaciones reflejas y pseudo-ataques catatónicos
Las alucinaciones corporales de la esquizofrenia tienden a presentarse como alucinaciones-reflejas, en forma de ataques súbitos y muy elaborados, que pueden recordar a episodios catatónicos abortados.
Bleuler recoge el relato característico:
“Comienza en los pies como un entumecimiento; pasa por el cuerpo hasta los brazos, y pica; pasa al vientre y retumba; luego va al corazón, desgarra, tira, y luego sube a la cabeza… y entonces estoy completamente perdido.”
Muy a menudo, estos ataques tienen carácter sexual.
Algunos pacientes lo admiten de manera espontánea; en otros, se detecta mediante comentarios indirectos, insinuaciones o signos clínicos que permiten inferir ese trasfondo erótico.
🔵 1. Clérambault: erotomanía y fenómenos sexuales–genitales
Aunque Clérambault es conocido sobre todo por la erotomanía pura y el automatismo mental, sí existen referencias directas e indirectas a alucinaciones con componente sexual (táctil, cenestésico, imaginativo).
No son tan extensas como en Kraepelin o Bleuler, pero están implícitas en su teoría del sujeto invadido.
a) Erotomanía con componente sensorial
En la erotomanía “tipo I”, Clérambault describe que:
-el “Otro” amado actúa a distancia,
-el sujeto siente signos corporales,
-hay “sensaciones internas impuestas”,
-y en los casos graves, el delirio incluye contacto erótico (no siempre declarado como tal).
En palabras del propio Clérambault: «El sujeto experimenta la acción del ser amado sobre su cuerpo y su pensamiento, como si éste le tocase o se uniera a él a distancia.»
Aquí no emplea el término “alucinación genital”, pero el contenido es inequívoco.
b) Erotomanía y automatismo mental
En el automatismo mental (que él considera el reverso persecutorio de la erotomanía), Clérambault sí menciona:
-sensaciones corporales impuestas,
-“influencias genitales”,
-manipulación del cuerpo por “magnetismo”, “ondas”, “corrientes”.
Esto se solapa con lo que Bleuler describe como alucinaciones sexuales disimuladas.
El paciente erotomaníaco puede “sentir”:
-caricias,
-presión pélvica,
-erecciones o humedad genital impuesta,
-un coito simbólico a distancia,
-orgasmos “del Otro”.
Aunque Clérambault no sistematiza estos fenómenos como categoría aparte, el material clínico lo sugiere repetidamente.
2. La tradición francesa posterior amplía lo que Clérambault deja implícito
Autores como Ey, Lanteri-Laura, Dublineau, Séglas, Chaslin señalan que:
La erotomanía puede derivar hacia vivencias corporales de fusión, unión sexual o manipulación genital.
En algunas erotomanías crónicas aparecen alucinaciones táctiles o cenestésicas sexuales, siempre vividas como “acciones del amado”.
Ejemplos típicos:
“Él se acuesta conmigo cada noche, a distancia.”
“Puedo sentirlo dentro de mí aunque esté lejos.”
“Me embaraza con ondas.”
“Él me hace llegar al orgasmo sin tocarme.” (caso citado por Ey como intermedio entre erotomanía y automatismo sensual).
Idea fenomenológica final: En la erotomanía, la alucinación sexual expresa la forma extrema de la relación patológica con el Otro:
· El otro desea, toca, excita o posee al paciente a través de su cuerpo.
Lo que debería ser “mi sexualidad” se convierte en “sexualidad del otro en mí”.
La temática sexual, cuando aparece en el delirio, suele ir acompañada de fenómenos perceptivos que refuerzan y corporizan la convicción delirante. Delirio y alucinación forman aquí un circuito cerrado, donde la idea delirante da sentido a la sensación, y la sensación confirma la idea.
1. Persecución sexual + alucinaciones cenestésicas genitales
En los delirios de persecución de contenido erótico‐sexual, las alucinaciones cenestésicas genitales son frecuentes: sensación de penetración, manipulación genital, extracción de semen, “corrientes” en vagina/pene/ano, orgasmos impuestos.
La alucinación aporta la “prueba corporal” del complot sexual.
2. Erotomanía (Clérambault) + posesión erótica a distancia
En la erotomanía, la acción del amado puede vivirse como contacto corporal, caricias a distancia, uniones simbólicas o excitación genital impuesta.
Las alucinaciones sexuales funcionan como lenguaje erótico del vínculo delirante:
«Él está conmigo en la cama… me hace el amor desde lejos.»
3. Delirios místico-religiosos + episodios de íncubos y súcubos
En delirios místicos, la sexualidad puede aparecer como violación demoníaca, desposorio espiritual, visitas nocturnas de figuras santas o diabólicas.
La alucinación genital es el soporte corporal del contenido religioso:
éxtasis con componente sexual, posesión, tentación, purificación.
4. Delirios somáticos genitales + alucinaciones táctiles o pruriginosas
En hipocondrías y delirios somáticos con foco genital (parásitos, infecciones, cambios de sexo, pudrición), son frecuentes las alucinaciones táctiles, pruriginosas, pinchazos, olores o secreciones inexistentes.
El cuerpo sexual es vivido como órgano enfermo, invadido o manipulado.
5. Delirios tecnológicos + alucinaciones sexuales “de alta tecnología”
En delirios de influencia tecnológicos: violación por internet, estimulación con chips, ondas o cámaras, aparecen alucinaciones genitales eléctricas, vibraciones, orgasmos inducidos por pantallas o antenas.
La tecnología ocupa el lugar que antes tenían demonios o hechizos amorosos.
Clave fenomenológica
En todos estos cruces se repite un patrón esencial: La sexualidad deja de vivirse como función propia y se convierte en acción del Otro sobre el cuerpo.
La genitalidad —núcleo íntimo del yo corporal— se transforma así en escenario privilegiado para la expresión del delirio y la alucinación, constituyendo uno de los territorios clínicos de mayor intensidad, sufrimiento y valor diagnóstico.
Fenómenos contemporáneos: alucinaciones sexuales en anestesia, sedación y síndromes modernos
1. Alucinaciones sexuales inducidas por óxido nitroso (“Nitrous Oxide Hallucination”)
El término nitrous oxide hallucination se utiliza para describir las alucinaciones sensoriales —a veces sexuales— que pueden aparecer durante la inhalación o la fase de despertar del óxido nitroso (“gas de la risa”).
Suelen presentarse como:
-sensaciones de manipulación o contacto genital,
-imágenes sexuales vívidas,
-distorsión del propio cuerpo genital,
-vivencias de violación o invasión durante el tránsito sueño–vigilia.
El fenómeno es transitorio, típicamente breve, pero puede vivirse con absoluta realidad, generando confusión y angustia.
2. Alucinaciones sexuales durante y después de la anestesia
Diversos anestésicos y sedantes (propofol, midazolam, ketamina, opioides, óxido nitroso) pueden inducir episodios de alteración perceptiva con contenido sexual, especialmente en:
-fases de inducción de la anestesia,
-despertar postoperatorio,
-episodios de sedación profunda o disociación.
Los trabajos de Balasubramaniam & Park (2003) describen casos en los que los pacientes:
-sienten manipulación genital,
-creen haber sido violados o tocados por el personal,
-experimentan orgasmos involuntarios,
-o presentan visiones eróticas asociadas al despertar anestésico.
El problema clínico y ético es notable: algunos pacientes formulan acusaciones de abuso, cuando el análisis revela que se trata de alucinaciones fármaco-inducidas muy vívidas.
La obra de Jan Dirk Blom e Iris Sommer (Hallucinations: Research and Practice) documenta que:
las alucinaciones sexuales inducidas por fármacos son más frecuentes de lo que se reconoce,
se deben a alteraciones en redes sensoriales, memoria y propiocepción,
y su intensidad puede igualar a la de las alucinaciones psicóticas verdaderas.
3. Síndromes modernos de excitación genital persistente
PGAD / PSAS y Restless Genital Syndrome (ReGS)
(Persistent Genital Arousal Disorder / Persistent Sexual Arousal Syndrome / Restless Genital Syndrome)
Se consideran síndromes neurológicos y somatosensitivos, no alucinaciones en sentido estricto; sin embargo, la vivencia subjetiva puede asemejarse mucho a una alucinación sexual:
-excitación genital persistente,
-no ligada a deseo ni fantasía sexual,
-aparición autónoma, impredecible,
-carácter invasivo, vergonzoso, doloroso o humillante,
-exacerbación por estímulos neutros (vibración, postura, roce),
-incapacidad para controlar o detener la excitación.
Muchas pacientes describen la experiencia como:
-“un orgasmo que me ataca”,
-“una excitación que viene sola”,
-“como si alguien desde fuera me excitara sin que yo quiera”.
Desde una perspectiva fenomenológica, PGAD/ReGS constituye:
un “quasi-alucinatorio” de la genitalidad,
una intrusión sensorial autónoma,
una experiencia de cuerpo sexual no propio,
un fenómeno donde el límite entre somático y psíquico se desdibuja.
Clínicamente se relaciona con:
hiperexcitabilidad del nervio pudendo,
desregulación dopaminérgica o serotoninérgica,
efectos secundarios de ISRS, antipsicóticos o retirada de estos,
disfunciones del suelo pélvico,
neuropatías periféricas.
4. Línea de continuidad histórica
Lo moderno retoma lo antiguo:
-del íncubo medieval → al anestésico que “viola” en el despertar,
-del demonio sexual → al fenómeno neurológico autónomo PGAD,
-de la posesión erótica → a la manipulación imaginada por ondas, energía o internet.
En todos ellos, la vivencia central permanece: la sexualidad se siente como algo que viene desde fuera y toma el control del cuerpo sin permiso del yo.
Bibliografía básica alucinaciones sexuales y de la genitalidad.
Psiquiatría clásica alemana
Kraepelin, E. (1915). Psychiatrie (8ª ed.)
— Descripciones detalladas de manipulación genital, erecciones impuestas, contracciones testiculares, extracción de vitalidad “eléctrica”, violaciones nocturnas alucinadas.
Bleuler, E. (1911). Dementia Praecox oder Gruppe der Schizophrenien.
— Probablemente el texto más rico sobre alucinaciones sexuales ya en 1911:
• alucinaciones cenestésicas genitales
• desplazamiento de sensaciones sexuales a otras zonas
• voces genitales
• orgasmos impuestos
• “ultrajes diabólicos” en mujeres
Jaspers, K. (1913). Allgemeine Psychopathologie.
— Marco fenomenológico:
• cenestopatías sexuales,
• vivencias de desposesión corporal,
• “acciones del Otro sobre el cuerpo”,
• distinción entre alucinación verdadera y significado delirante sobre el cuerpo genital.
Tradición francesa clásica (imprescindible)
Ey, H. (1973). Traité des hallucinations.
— Base para: • alucinaciones cenestésicas sexuales • excitación impuesta
• manipulación genital por “corrientes”, “rayos”, “magnetismo”
• erotismo místico y demoníaco • automatismo sensual
G. De Clérambault. Obras reunidas en: “Œuvres psychiatriques” (1963).
— Aunque no sistematiza las alucinaciones genitales, su teoría del automatisme mental incluye: • acciones corporales impuestas • erotismo a distancia, • “sensaciones genitales provocadas”, • fenómenos sexuales en erotomanía grave.
Lanteri-Laura, M. Ensayos (1960–1985) sobre: • alucinaciones cenestésicas • erotización impuesta • cuerpo invadido Fundamentales para tu enfoque fenomenológico del cuerpo sexual.
Séglas, J. (1892–1900).— Aunque centrado en “alucinaciones motoras del lenguaje”, describe también sensaciones corporales impuestas y participación genital en automatismos.
Chaslin, P. (1912). Les aliénés.
— Casos clínicos de: • penetración demoníaca, • “hierros candentes” en zona genital,
• extracciones y manipulaciones genitales fantásticas.
Dublineau (Escuela Sainte-Anne).— Describe alucinaciones genitales místico-persecutorias en mujeres (años 20–40).
Investigación histórica, demonología y mística (erotismo impuesto) Estas fuentes son cruciales para entender la continua línea histórica entre:
íncubos / súcubos → posesión sexual → erotopatías psicóticas contemporáneas.
Sinistrari de Ameno, L. (1700). Demonialitas.
— Íncubos, súcubos, violaciones nocturnas, orgasmos “impuestos por demonios”.
Del Río, Martín (1599). Disquisitionum Magicarum Libri Sex.
— Descripciones tempranas de posesión erótica que anticipan alucinaciones genitales modernas.
Hansen, G. (1900). Die Hexenwahn.
— Fenómenos nocturnos de “acto sexual demoníaco”, equivalentes históricos de coito alucinatorio.
Huxley, A. (1952). The Devils of Loudun. (sobre las monjas de Loudun)
— Riquísima descripción de episodios de posesión sexual colectiva, erotización alucinatoria, violaciones espirituales. Citado de forma constante en psiquiatría clásica.
Procesos de posesión de Loudun, Urbain Grandier (1634). — Caso histórico clave:
• excitación genital impuesta • convulsiones eróticas alucinadas • “coitos demoníacos” sin estímulo externo.
Estos textos sirven como paralelos clínicos pre-psiquiátricos para erotopatías alucinatorias psicóticas.
Otras fuentes clásicas relevantes
Moreau de Tours, J. (1845). Du Hachisch…
— Describe hiperestesia sexual inducida → germen de interpretaciones alucinatorias genitales.
Freud, S. (1905–1915). Aunque no habla de alucinaciones, sí describe:
• erotización automática • fenómenos de cuerpo extraño en histeria
→ útil para diagnóstico diferencial entre fenómeno alucinatorio vs. conversivo/obsesivo.
Schilder, P. (1923). Das Körperschema. — Importante para tu parte sobre cuerpo vivido / genitalidad como núcleo del yo corporal.
Janet, P. (1903). Les obsessions et la psychasthénie. — Fenómenos “cuasi-alucinatorios” sexuales en histeria grave y pasajes obsesivos somáticos.
Bibliografía moderna con sabor clásico (para MIR/PIR)
Blom, J. D. (2010). Dictionary of Hallucinations. Entradas:
• “Sexual hallucination” • “Genital hallucination” • “Incubus / succubus hallucination”
Sims, A. (1988). Symptoms in the Mind.— Explica didácticamente las alucinaciones sexuales cenestésicas y fenómenos genitales impuestos.
Sommer, I. & Blom, J. (eds.) Hallucinations: Research and Practice. — Casos modernos de alucinaciones sexuales durante anestesia, sedación, disociación, PGAD.
Alucinación negativa.
Ver también: Historia cultural y psiquiátrica de las alucinaciones negativas.
Las alucinaciones negativas constituyen uno de los fenómenos más sutiles y menos estudiados de la psicopatología.
No se trata de ver algo inexistente (alucinación positiva), sino de no percibir algo que sí está presente: una persona, un objeto, una parte del propio cuerpo o incluso un fragmento del tiempo vivido.
Su interés clínico es enorme porque revelan una desconexión profunda entre el sujeto y el mundo, una “escotomización” de lo real que puede aparecer en hipnosis, trauma, disociación, histeria, psicosis o estados de shock emocional.
Comprenderlas exige situarse en el terreno fenomenológico:
¿qué ocurre cuando la conciencia decide –o es obligada– a no ver?
¿Qué es exactamente una alucinación negativa?
Una alucinación negativa no es ver “algo que no existe” (alucinación positiva), sino no ver lo que sí está ahí, “suprimir” un estímulo real del campo perceptivo. Fenomenológicamente implica:
Escotomización sensorial voluntaria o involuntaria (Bernheim).
Inatención extrema o “ceguera inatencional” (Wundt, Parish).
Ausencia de reconocimiento de algo presente y obvio.
Fallo del acceso al objeto más que alteración del órgano sensorial.
Desconexión momentánea del yo respecto al mundo (disociación, shock, histeria).
El paciente no dice “veo X”, sino:
“No veo lo que debería ver.”
“Mi cuerpo/cara/parte de mí ha desaparecido.”
“No está la persona delante.”
“No estoy yo en el espejo.”
El interés clínico es enorme porque:
Puede confundirse con amnesia, agnosia, negligencia, disociación.
Puede aparecer en psicosis, epilepsia, conversión, trauma, hipnosis, intoxicación.
Desvela fallos profundos en la constitución del yo corporal y del yo perceptivo.
Lo que diferencia la verdadera alucinación negativa de otras formas de ausencia perceptiva es:
Convicción de ausencia real → “No veo lo que está”.
No hay duda → certeza fenomenológica.
Sensación de imposición o pasividad (a veces).
Integridad del resto de la percepción.
El paciente no lo vive como descuido, sino como fenómeno.
🧭 Mapa fenomenológico de las formas de negatividad
(Del objeto → al cuerpo → al yo → al otro → al mundo)
I. Negatividad del objeto
👉 Lo real está, pero no aparece para la conciencia.
Alucinación negativa clásica
-El objeto real no se ve/no se oye/no se siente.
-Núcleo: presencia física anulada perceptivamente.
Negatividad sensorial selectiva
-Visual, auditiva, táctil, dolor (analgesia negativa).
-Núcleo: fallo del registro sensorial con estímulo íntegro.
II. Negatividad del cuerpo
👉 El cuerpo propio deja de comparecer como cuerpo vivido.
Autoscopia negativa
-No verse en el espejo; rostro o cuerpo ausentes.
Cuerpo parcialmente “borrado”
-Falta una parte: cara, manos, mitad corporal.
Sombra ausente
-No proyectar sombra; cuerpo sin inscripción física.
-Núcleo: desaparición de la corporalidad visible y espacial.
III. Negatividad del yo (ipseidad)
👉 Aparece la ruptura más íntima: el yo deja de sentirse como ser.
Despersonalización negativa
-“No soy yo”, “estoy vacío”.
Auto–negación ontológica
-“No existo”, “soy una ficción”, “soy una idea”.
-Núcleo: extinción del ser del yo como presencia en el mundo.
IV. Negatividad intersubjetiva
👉 La presencia del yo desaparece en la mirada de los otros.
“No ser visto” / invisibilidad heteroperceptiva
-“Nadie me ve”, “soy transparente”, “no existo para los demás”.
Núcleo fenomenológico: falla la confirmación del yo por la mirada del otro.
V. Negatividad del mundo (horizonte de realidad)
👉 El mundo entero pierde su ser; se vuelve falso, hueco, representado.
Desrealización negativa
-El mundo está, pero no es vivido como real.
Solipsismo negativo
-“Nada existe”, “todo es ficción”, “mi vida es una película”.
-Variante extrema: “Caverna sin exterior”.
Alucinación negativa del mundo (negatividad total)
-Mundo visible sin consistencia, sin densidad, sin exterioridad.
-Núcleo: colapso del horizonte del mundo.
(Estructura completa para docencia, investigación y uso clínico)
Las alucinaciones negativas pueden agruparse en cinco grandes categorías fenomenológicas, ordenadas desde las formas más sensoriales y localizadas hasta las más existenciales y ontológicas. Esta clasificación permite visualizar su continuidad estructural y su relevancia clínica.
I. Alucinaciones negativas sensoriales
👉 El objeto está presente, pero la percepción lo borra.
1.1. Negativas visuales
-Personas u objetos reales no son vistos.
-Formas parciales: desaparición de un objeto concreto.
1.2. Negativas auditivas
-No se escucha un sonido o una voz real.
1.3. Negativas táctiles / cenestésicas
-Estímulos táctiles reales que “desaparecen”.
1.4. Analgesia / anestesia negativa
-Dolor o tacto real que no se siente.
🔹 Núcleo: el estímulo físico no accede a la conciencia.
II. Alucinaciones negativas corporales
👉 La corporalidad propia no aparece como cuerpo vivido.
2.1. Autoscopia negativa
-No verse en el espejo.
-No verse una parte del cuerpo.
2.2. Desaparición parcial del cuerpo
-Ausencia de manos, rostro, piernas, torso (fenómenos parciales).
2.3. Sombra ausente
-El cuerpo no proyecta sombra.
Variante: sombra fragmentada o “incompleta”.
🔹 Núcleo: pérdida de la inscripción corporal en el espacio.
III. Alucinaciones negativas del yo (ipseidad)
👉 El yo deja de sentirse como centro de experiencia.
3.1. Despersonalización negativa
-“No soy yo.”
-“Estoy vacío.”
3.2. Auto–negación ontológica
-“No existo.”
-“Soy una ficción.”
-“Nunca he nacido.”
3.3. Ausencia de agencia
-No sentir que los actos sean propios.
-No sentirse autor de la experiencia.
🔹 Núcleo: colapso de la ipseidad mínima (Sass & Parnas).
IV. Alucinaciones negativas intersubjetivas
👉 El yo desaparece en la mirada del otro.
4.1. “No ser visto” (invisibilidad heteroperceptiva)
-Sensación de ser invisible a los demás.
-“Los otros no me perciben.”
4.2. Ausencia de reconocimiento
-No sentirse “leído” o registrado por los otros.
-El rostro propio “no existe” para el otro.
🔹 Núcleo: ruptura del lazo intersubjetivo y del reconocimiento social.
V. Alucinaciones negativas del mundo
👉 La realidad externa deja de existir como mundo.
5.1. Desrealización negativa
-El mundo aparece sin densidad ni consistencia.
-“Todo es irreal.”
5.2. Solipsismo negativo
-“Nada existe.”
-Todo es ficción, montaje, escenografía.
-Mundo tipo “Show de Truman”, pero sin actores reales.
5.3. Alucinación negativa global del mundo
-El mundo está presente sensorialmente, pero no “es”.
-La realidad entera desaparece como horizonte.
🔹 Núcleo: colapso de la realidad compartida; desaparición del mundo.
Resumen docente de la clasificación (una línea por categoría)
Categoría
I. Sensorial
II. Corporal
III. Yo
IV. Intersubjetiva
V. Mundo
Qué desaparece
Objetos y estímulos del mundo externo
Cuerpo propio, sombra, imagen en el espejo
Ipseidad, existencia, agencia
Presencia para los otros
La realidad como tal
Cuadro Docente — Caso Clínico Canónico del Continuum Negativo
Varón, 28 años. Episodio psicótico incipiente.
Sin antecedentes previos. Evolución progresiva de fenómenos negativos en todos los niveles yo–mundo.
1. Nivel intersubjetivo (inicio) — “No me ven”
“La gente no me mira… es como si no estuviera para ellos.”
— Sensación de invisibilidad social; desaparición del yo en la mirada del otro.
2. Nivel corporal — “Mi cuerpo no aparece en el espejo”
“A veces mi cara no sale… o falta una parte.”
— Autoscopia negativa parcial; pérdida de inscripción corporal.
3. Nivel del yo — “No siento que exista”
“Estoy vacío… no hay un yo dentro de mí.”
— Alteración de la ipseidad mínima; auto–negación ontológica.
4. Nivel del mundo — “Esto no es real; es una escenografía”
“Todo parece preparado… como una película para que yo crea que vivo.”
— Desrealización negativa extrema → solipsismo vivido.
5. Conclusión clínica
Cuadro compatible con psicosis temprana con self-disorder, caracterizado por:
ruptura progresiva de la presencia corporal,
debilitamiento del yo prereflexivo,
pérdida del reconocimiento intersubjetivo,
colapso del mundo como horizonte de realidad.
Ejemplo completo del continuum negativo: objeto → cuerpo → yo → otros → mundo.
Diagnóstico diferencial de las alucinaciones negativas:
Las alucinaciones negativas deben distinguirse de otros fenómenos que también implican desaparición, apagamiento o ausencia de percepción. A continuación se presenta un diferencial breve y útil para la práctica clínica.
Fenómeno
-Alucinación negativa
-Disociación pura
-Heminegligencia
-Ceguera histérica (conversiva)
-Nihilismo depresivo (Cotard)
-Delirio de invisibilidad
-Fenómenos místicos o culturales
Qué desaparece
Estímulo real que no aparece para la conciencia
Sensación, cuerpo, afecto
Mitad del espacio o del cuerpo
Campo visual o percepción sensorial
Yo, cuerpo, mundo
Valor personal o existencia social
Mundo, cuerpo o yo
Registro sensorial
Intacto en vía sensorial; falla el acceso
Variable; suele preservarse
Afectado por lesión parietal
Conservado
Puede haber negatividad sensorial
Sensación de no ser visto
Compatible con percepción normal
insight
Parcial o nulo
Conservado
Ninguno
Variable; teatralidad
Convicción delirante
Convicción delirante
Alto insight cultural
Núcleo diagnóstico
Fenómeno perceptivo negativo con mundo presente
Desconexión yo–cuerpo / yo–mundo sin convicción delirante
Fallo neurológico de atención espacial; no es vivencia psicótica
Ganancia primaria/ secundaria; mecanismo conversivo
Vivencia de ruina, muerte, inexistencia asociada a depresión grave
Idea delirante estructurada: “soy invisible”, sin negatividad perceptiva
Interpretación espiritual o simbólica, no psicótica.
Puntos clínicos clave para diferenciar
✔ 1. En la alucinación negativa hay un estímulo real que no aparece.
En el nihilismo o en el misticismo no hay estímulo ausente: hay interpretación.
✔ 2. En la heminegligencia hay lesión neurológica.
No hay vivencia fenomenológica de “vacío”, solo omisión espacial.
✔ 3. En la disociación hay extrañeza, desrealización, negación del mundo.
✔ 4. En el Cotard hay certeza delirante y afecto depresivo masivo con nihilismo.
✔ 5. En los delirios de invisibilidad no falta percepción: falta significado.
¿Existen realmente las alucinaciones negativas?
La llamada alucinación negativa —negative hallucination— designa un fenómeno peculiar: no consiste en ver algo inexistente (alucinación positiva), sino en no ver algo que sí está presente, como si la percepción borrara activamente una parte del mundo.
Desde una perspectiva fenomenológica, se ha descrito como una escotomización sensorial (scotomization): una “zona ciega” creada no por lesión del órgano, sino por un fallo en el acceso de la conciencia a un estímulo real.
1. Bernheim y la “ceguera hipnótica”
El primero en describir el fenómeno con claridad fue Hippolyte Bernheim (1840–1919), internista de Nancy y gran especialista en hipnotismo clínico.
En sujetos profundamente sugestionables, demostraba que podían volverse “ciegos” ante un objeto real, por ejemplo:
-no ver una persona situada frente a ellos,
-ignorar completamente un estímulo visual que está en su campo perceptivo,
-o actuar como si una parte de la escena hubiese sido suprimida.
Bernheim lo interpretaba como un fenómeno negativo de sugestión, demostración de que la percepción puede ser suprimida bajo ciertas condiciones. A esto llamó “ceguera hipnótica”.
2. Las críticas de Parish y Wundt: ¿verdadera alucinación o simple inatención?
Autores como Edmund Parish (1861–1916) y Wilhelm Wundt (1832–1920), desde la psicología experimental, negaban que la alucinación negativa fuera un fenómeno genuino.
Para ellos no era una alucinación, sino:
ceguera inatencional,
estrechez del campo de conciencia,
fallo selectivo de la atención,
o un simple “despiste sensorial”.
Es decir, el sujeto no percibía el estímulo porque no dirigía la atención hacia él, no porque hubiera un proceso alucinatorio en sentido estricto.
3. La cuestión fenomenológica de fondo
La pregunta clave permanece:
¿Puede el psiquismo suprimir directamente un estímulo real, o solo puede dejar de atenderlo?
La fenomenología posterior (Minkowski, Merleau-Ponty, Ey) verá que esta frontera no siempre es nítida: cuando la supresión es vivida con certeza, pasividad, convicción anómala y coherencia con el estado de conciencia, estamos ante un fenómeno cuasi-alucinatorio, digno de estudio propio.
Formas clínicas y fenomenológicas de “alucinación negativa”
Además del modelo hipnótico, existen fenómenos clínicos donde la percepción de un objeto real queda enmascarada, suprimida o no registrada, aunque los órganos sensoriales funcionen con normalidad. Estas situaciones ilustran cómo la conciencia puede “borrar” partes del mundo.
1. Cuando una alucinación positiva oculta a un objeto real
En ocasiones, una alucinación visual o verbal puede enmascarar un estímulo verdaderamente presente. No se trata de inatención simple, sino de competencia sensorial:
Una figura alucinada (“una cara diabólica”, “una cruz”) aparece exactamente en el lugar donde hay un objeto real.
El paciente no reconoce los objetos familiares de la habitación, porque la escena alucinada los ha desplazado o superpuesto.
Es una forma de “negativa” por sustitución: lo real no desaparece, pero es expulsado de la escena perceptiva por la fuerza de la imagen alucinatoria.
2. “Time-gaps” o lagunas temporales: la alucinación negativa como no-conciencia del tiempo
Otra modalidad es el equivalente temporal de la alucinación negativa: un tiempo vivido que no se inscribe en la conciencia.
Se trata de episodios en los que:
-el sujeto ha pasado por una experiencia,
-ha realizado acciones,
-ha mantenido un diálogo o ha estado físicamente presente,
-pero no lo reconoce después.
Este “time-gap” no es amnesia orgánica, sino un vacío fenomenológico, un “no haber estado ahí”, análogo a no percibir un objeto presente.
3. Estados disociativos y shock psíquico
En cuadros disociativos —especialmente los relacionados con trauma, duelo súbito, violencia o situaciones altamente emocionales— aparecen:
escotomas sensoriales,
ausencias parciales del campo perceptivo,
amnesias selectivas de lo visto u oído,
desrealización extrema que produce una forma de no-reconocimiento del entorno inmediato.
Aquí la alucinación negativa expresa un retirada del yo: la conciencia se desconecta para evitar el impacto emocional.
ver: Trastornos disociativos, de despersonalización y desrealización JL. Día.
4. Conversión histérica: “ceguera”, “sordera”, “anestesia” como equivalentes negativos
En los cuadros clásicos de histeria de conversión, pueden observarse:
ceguera histérica,
sordera psicógena,
anestesia sensorial,
hipoestesia selectiva de zonas del cuerpo.
La histeria. Diagnóstico y tratamiento en Hospital General.
Una anestesia total, especialmente cuando afecta a zonas amplias del cuerpo, puede considerarse un equivalente clínico de alucinación negativa:
el estímulo está ahí, el sistema sensorial está intacto, pero la conciencia no registra nada.
Es una “negatividad” no por lesión, sino por desconexión simbólica del órgano respecto al yo.
Diagnóstico diferencial de las alucinaciones negativas
Dado que la “ausencia de percepción” puede tener múltiples orígenes, es fundamental diferenciar la alucinación negativa genuina de otros fenómenos en los que el estímulo real tampoco es reconocido, pero por mecanismos distintos.
1. El fenómeno de Perky (Cheves West Perky, 1874–1940)
En el Perky phenomenon, un estímulo real débil (una figura proyectada tenuemente) es confundido con una imagen mental.
Aquí la percepción:
-no desaparece,
-pero se altera cualitativamente,
-se colorea de imaginación y sugestión.
El sujeto cree estar “imaginando” lo que en realidad está viendo; es una inversión imaginación–percepción.
👉 No es alucinación negativa: el estímulo se percibe, aunque deformado por la expectativa.
2. Autoscopia negativa (P. A. Sollier)
La autoscopia negativa consiste en:
-no verse a sí mismo en el espejo, o
-percibirse parcial o incompleto.
Expresiones clásicas:
-“No me veo en el espejo”.
-“Mi cabeza ha desaparecido”.
-“Solo veo mi ropa, pero no mi cuerpo”.
Aquí no desaparece el objeto externo, sino la conciencia del propio cuerpo como objeto perceptivo.
Es una forma de negación del esquema corporal, más cercana a la disociación corporal que a la alucinación perceptiva.
ver: signo del espejo. "Signo de Abely" . (resumen JL Día)
3. Diferenciar con prosopoagnosia
La prosopoagnosia es un trastorno neurológico del reconocimiento de rostros:
El paciente ve la cara, pero no la identifica.
En el espejo, puede ver “un rostro extraño” en lugar del propio.
Ejemplo literario clásico:
Oliver Sacks: “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”.
Aquí el problema es agnósico, no alucinatorio.
👉 En la alucinación negativa, el problema no es reconocer, sino ver o no ver.
4. Cuando alucinaciones positivas ocultan el propio rostro
En algunos pacientes psicóticos, al mirarse al espejo:
-“ven caras desconocidas”,
-“rostros superpuestos”,
-figuras deformadas o diabólicas.
Estas alucinaciones positivas pueden ocultar el rostro real del paciente y generar una vivencia de negativa autoscopia secundaria:
“Estoy ahí, pero no me reconozco porque algo ocupa mi lugar.”
5. Autoscopia negativa como variante de autotopagnosia
La autotopagnosia se refiere a la incapacidad para:
-localizar partes del propio cuerpo,
-reconocerlas,
-o identificarlas como propias.
En su extremo, puede producir fenómenos como:
-“No siento mi cuerpo”,
-“Mi cuerpo no está”,
-“Mi pierna ha desaparecido”.
Relacionados con los clásicos:
acenestesia (falta de sentimiento de existencia corporal),
acenesthesia (desaparición del cuerpo vivido).
👉 Estas formas expresan un vaciamiento del yo corporal, más que un fenómeno perceptivo puro.
Nota final fenomenológica (Bleuler)
Una vez más, como recordaba E. Bleuler, la psicopatología es el territorio donde lo más íntimo —el cuerpo, el yo, la identidad y la sexualidad— puede “aparecer” o “desaparecer” bajo formas alucinatorias.
“Todos los goces y arrobamientos, y también las prácticas sexuales más obscenas y repugnantes, pueden ser vividos en alucinaciones.”
Y también, por extensión: todas las ausencias, vacíos, desapariciones y borramientos del cuerpo.
Similitudes entre “negación del duelo / nurturing syndrome” y alucinaciones negativas.
Ver texto de J.L.Día- Duelo patológico, síndrome de Nurturing. Delirio del cuidador, negación psicótica del duelo. Casos clínicos.
1. Ausencia/negación de la realidad
-En las alucinaciones negativas, el sujeto no percibe lo que está presente (escotomización sensorial, “no veo lo que está”).
-En la negación del duelo / nurturing syndrome, hay una negación de la pérdida, una especie de “no aceptar” o “no registrar” el hecho de que el objeto querido ha fallecido o está ausente. Ej.: el paciente que sigue creyendo que su cónyuge vive, lo cuida, convive con su presencia, el “nurturing” persiste. PubMed+1
→ En ambos casos hay un vacío experiencial, una parte de la realidad (un estímulo físico, un fallecimiento) que no se integra en la conciencia.
2. Convicción alterada de la experiencia en ambos casos.
-En la alucinación negativa, la supresión de la percepción no es vivida como un simple error: existe una certeza de que “algo falta” o “no veo”.
-En la "nurturing syndrome", el sujeto tiene la convicción persistente de que el objeto está presente, continúa la relación, los cuidados, etc., a pesar de la evidencia contraria.
→ Ambos presentan una alteración del monitoring de la realidad.
En ambos fenómenos aparece una característica común: una desconexión entre la realidad y su reconocimiento consciente, un vacío donde debería haber percepción o aceptación.
Además:
· En las alucinaciones negativas hay escotomas, time-gaps, supresión perceptiva.
· En la negación del duelo hay vacíos afectivo-cognitivos, huecos donde la pérdida no logra inscribirse.
Aunque sus mecanismos son distintos, ambos procesos revelan una misma fragilidad del psiquismo: cuando la realidad es intolerable —por exceso o por dolor— la conciencia puede “no verla”.
🌙 SÍNTESIS FINAL
Las alucinaciones negativas muestran que la percepción no es solo recibir estímulos, sino reconocerlos como parte del mundo propio. Cuando ese reconocimiento falla —por sugestión, trauma, disociación o desorganización psicótica— la conciencia puede “borrar” objetos, cuerpos, palabras o tiempos que sí están presentes.
Este fenómeno, difícil de explorar y fácil de confundir con agnosias, negligencias o inatención, revela uno de los puntos más vulnerables del psiquismo:
la capacidad de sustraerse de la realidad cuando esta resulta excesiva o insoportable.
Desde Bernheim y Sollier hasta Ey, Hécaen y Ajuriaguerra, la psicopatología clásica ha mostrado que estas ausencias no son errores perceptivos, sino experiencias vividas con convicción, que modifican la posición del yo ante el mundo.
Ya sea en forma de “no ver”, “no estar”, “no sentirse”, “no aparecer en el espejo”, o como lagunas temporales y vacíos corporales, las alucinaciones negativas revelan la dimensión más íntima de la percepción: la relación entre la presencia del mundo y la presencia del yo.
En ellas, el sujeto no solo deja de percibir el objeto: deja de percibirse a sí mismo como quien ve.
Bibliografía principal
Clásicos de la psicopatología de la percepción
Ey, H. (2004). Traité des Hallucinations. Tomo I y II. Ed. Claude Tchou, Bibliothèque des Introuvables, París.
Obra monumental: perspectiva organodinámica, historia, fenomenología y clínica de todas las formas alucinatorias.
Lanteri-Laura, G. (1994). Las alucinaciones. Fondo de Cultura Económica, México.
Exposición clara y rigurosa del fenómeno alucinatorio en psiquiatría clásica y contemporánea.
Repertorios y taxonomías modernas
Blom, J. D. (2010). A Dictionary of Hallucinations. Springer, Nueva York.
Diccionario clínico esencial, con más de 1.000 entradas de fenómenos perceptivos, incluido un excelente apartado sobre rarezas y variantes.
Blom, J. D., & Sommer, I. E. C. (2012). Hallucinations: Research and Practice. Springer.
Revisión multidisciplinar actualizada: neurobiología, fenomenología, farmacología y clínica.
Historia, cultura y significado de las voces
MacCarthy-Jones, S. (2013). Hearing Voices: The Histories, Causes and Meanings of Auditory Verbal Hallucinations. Cambridge University Press.
Obra imprescindible para comprender el fenómeno desde la historia cultural, la psicología, la neurociencia y la clínica.
Sugerencias opcionales para enriquecer tema.
Parish, E. (1897). Hallucinations and Illusions.
Wundt, W. (1902). Grundzüge der physiologischen Psychologie.
Sollier, P. (1903). Les phénomènes d’autoscopie.
Hécaen, H. & Ajuriaguerra, J. (1952). Méconnaissances et hallucinations corporelles.
Sacks, O. (1985). The Man Who Mistook His Wife for a Hat.
Estas referencias completan la parte de alucinaciones negativas, autoscopia y somatognosia.
RESUMEN FINAL INTEGRADO DE TODAS LAS FORMAS DE ALUCINACIÓN
(Síntesis fenomenológica y clínica de conjunto)
La alucinación, en su núcleo esencial, es una vivencia de presencia sin objeto real.
Pero esa presencia puede adoptar múltiples modos según:
el órgano sensorial,
el cuerpo vivido,
el lenguaje y el pensamiento,
la identidad (ipseidad),
la relación con los otros,
y la realidad del mundo.
A lo largo de este curso completo se evidencia que no existen “muchas” alucinaciones, sino muchas puertas por las que la conciencia se descose. Todas comparten una estructura común:
el yo deja de reconocer como propio aquello que aparece, o deja de aparecer lo que debería aparecer.
Así, la alucinación puede ser exceso de presencia o déficit de presencia; irrupción o disolución; invasión o vaciamiento.
1. Alucinaciones sensoriales clásicas
Auditivas (verbales y no verbales)
Consideradas las más importantes en la clínica psiquiátrica.
Incluyen:
-ruidos elementales (acoasmas),
-voces verbales (primera, segunda y tercera persona),
-voces comentadoras e imperativas (Schneider),
-eco del pensamiento, difusión y robo del pensamiento,
-voces psicomotrices de Séglas (voces “pronunciadas con mi garganta”),
-alucinaciones musicales.
Visuales
-figuras simples, sombras, luces,
-escenas complejas, animales, demonios, muertos, místicas,
-imágenes fragmentadas, distorsiones,
-alucinosis peduncular, Charles Bonnet.
Olfativas y gustativas
Raras pero altamente significativas:
-olores a gas, putrefacción, incienso, perfume, demoníaco;
-sabores venenosos, metálicos, sacrales;
-clave en delirios de envenenamiento o místicos.
Táctiles y dérmicas
-pruritos, picaduras, corriente eléctrica, hormigueos;
-delirio dermatozoico (Ekbom / Thibièrge);
-sensaciones genitales sexuales.
Cenestésicas y cinestésicas
-alteración global del cuerpo vivido:
“me mueven”, “me manejan”, “soy una marioneta”,
“me paralizan”, “me impulsan”, “me trasladan”.
2. Alucinaciones corporales y de la identidad corporal
Autoscopia positiva y negativa
-verse duplicado, ver un doble,
-no verse en el espejo (autoscopia negativa).
Transformación corporal (metamorfosis)
-ampliación, reducción, disolución, huecos, pesadez extrema.
-cuerpo simbólico (Ovidio), metamorfosis como lenguaje del yo.
Sexuales / genitales
-tocamientos, penetraciones, excitación sin causa,
-experiencias místicas-eróticas,
-relación estrecha con delirio sexual.
3. Alucinaciones del pensamiento y del lenguaje
Aquí se encuentra la frontera fenomenológica más fina.
-pensamiento sonoro,
-eco alucinatorio,
-repetición,
-irrupción en tercera persona,
-lenguaje interior ajeno,
-automatismo mental (Clérambault),
-sensaciones motrices de la palabra (Séglas).
Fenomenológicamente:
la palabra propia deja de ser propia.
El yo pierde la propiedad del pensamiento.
4. Alucinaciones psicomotrices
-voces “habladas con el propio cuerpo”,
-sensaciones en cuerdas vocales, garganta, labios, manos,
-vocalización impuesta.
Constituyen el puente entre cuerpo, pensamiento y lenguaje.
5. Alucinaciones negativas. (estudio fenomenológico de JL Día)
Cuando el estímulo real desaparece, cuando el mundo presente no aparece para la conciencia:
-no ver a una persona real,
-no oír un sonido real,
-no sentir el cuerpo propio,
-no verse en el espejo,
-no proyectar sombra,
-no existir para los otros (“soy invisible”),
-no existir para sí mismo (“yo no existo”).
Culminan en el solipsismo negativo:
“nada existe”,
“todo es escenografía”,
“la realidad es una ficción”.
6. Alucinaciones del yo (ipseidad)
Cuando lo que desaparece no es el mundo, sino el sujeto:
-despersonalización extrema,
-disolución del yo,
-auto-negación ontológica,
-hiperreflexividad (Sass & Parnas),
-pensamiento sin dueño,
-cuerpo sin pertenencia,
-mundo sin horizonte.
Aquí se sitúan los self-disorders contemporáneos.
7. Alucinaciones del mundo (expansión máxima)
Cuando la realidad pierde su condición de realidad:
-desrealización intensa,
-inconsistencia del mundo,
-mundo-falso,
-mundo-escenario,
-mundo-simulacro.
El “Show de Truman” clínico que hemos descrito como “colapso de la estructura de presencia”.
SÍNTESIS FINAL
Todas las alucinaciones —visuales, auditivas, corporales, del pensamiento, sexuales, negativas o solipsistas— expresan una ruptura del modo en que el yo aparece en el mundo y el mundo aparece al yo.
Cada modalidad es una puerta distinta hacia la misma fractura: la desorganización de la presencia, de la ipseidad y del mundo vivido.
PSICOPATOLOGÍA - FENOMENOLOGÍA ALUCINACIONES
Por Dr Día Sahun, JL Chusé
Psiquiatra. Hosp.
Univ. Miguel Servet, profesor asociado UNIV. Zaragoza,
TUTOR MIR PSIQ.
Jldiasahun@gmail.com