Psicopatología de las alucinaciones: El Mito de la caverna de Platón.
Fenomenología la “Conciencia del Yo”.
ir a página de DOCENCIA SALUD MENTAL
semiologia de los trastornos senso-perceptivos y alucinaciones.
Platón: el mito de la caverna.
Psicopatología de las alucinaciones: El Mito de la caverna de Platón.
Fenomenología la “Conciencia del Yo”.
ir a página de DOCENCIA SALUD MENTAL
semiologia de los trastornos senso-perceptivos y alucinaciones.
Platón: el mito de la caverna.
Análisis fenomenológico de la conciencia de realidad:
-Alegoría del conocimiento y de la conciencia de realidad.
-El mundo de las ideas versus el mundo de las impresiones sensoriales.
Queridos psicopatólogos:
-¿Es real lo que vemos, lo que sentimos, lo que percibimos?. ¿Cuál es la auténtica realidad?.
- Y si es real, podemos añadir que es verdadero?.
- ¿ la verdad se puede sustentan - a nivel psicopatológico- en lo no real?
-¿cómo distinguir el mundo real, del mundo subjetivo, del mundo idealizado, del mundo fantástico, o alucinado?.
-¿”Acaso no son reales mis alucinaciones”?.
El mito de la caverna.
República VII; 514a_517c y 518b_d.
(R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos. Edad antigua, Herder, Barcelona 1982, p. 26-30).
(texto para estudio e investigación en psicopatología y fenomenología)
Sic
--Ahora, imagínate nuestra naturaleza, por lo que se refiere a la ciencia, y a la ignorancia, mediante la siguiente escena. Imagina unos hombres en una habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de tal manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está delante de ellos. La luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancia detrás de ellos sobre una eminencia del terreno. Entre ese fuego y los prisioneros, hay un camino elevado, a lo largo del cual debes imaginar un pequeño muro semejante a las barreras que los ilusionistas levantan entre ellos y los espectadores y por encima de las cuales muestran sus prodigios.
--Ya lo veo, dijo.
--Piensa ahora que a lo largo de este muro unos hombres llevan objetos de todas clases, figuras de hombres y de animales de madera o de piedra, y de mil formas distintas, de manera que aparecen por encima del muro. Y naturalmente entre los hombres que pasan, unos hablan y otros no dicen nada.
--Es esta una extraña escena y unos extraños prisioneros, dijo.
--Se parecen a nosotros, respondí. Y ante todo, ¿crees que en esta situación verán otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado que unas sombras proyectadas por la luz del fuego sobre el fondo de la caverna que está frente a ellos.
--No, puesto que se ven forzados a mantener toda su vida la cabeza inmóvil.
--¿Y no ocurre lo mismo con los objetos que pasan por detrás de ellos?
--Sin duda.
--Y si estos hombres pudiesen conversar entre sí, ¿no crees que creerían nombrar a las cosas en sí nombrando las sombras que ven pasar?
--Necesariamente.
--Y si hubiese un eco que devolviese los sonidos desde el fondo de la prisión, cada vez que hablase uno de los que pasan, ¿no creerían que oyen hablar a la sombra misma que pasa ante sus ojos?
--Sí, por Zeus, exclamó.
--En resumen, ¿estos prisioneros no atribuirán realidad más que a estas sombras?
--Es inevitable.
--Supongamos ahora que se les libre de sus cadenas y se les cure de su error; mira lo que resultaría naturalmente de la nueva situación en que vamos a colocarlos. Liberamos a uno de estos prisioneros. Le obligamos a levantarse, a volver la cabeza, a andar y a mirar hacia el lado de la luz: no podrá hacer nada de esto sin sufrir, y el deslumbramiento le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras antes veía. Te pregunto qué podrá responder si alguien le dice que hasta entonces sólo había contemplado sombras vanas, pero que ahora, más cerca de la realidad y vuelto hacia objetos más reales, ve con más perfección; y si por último, mostrándole cada objeto a medida que pasa, se le obligase a fuerza de preguntas a decir qué es, ¿no crees que se encontrará en un apuro, y que le parecerá más verdadero lo que veía antes que lo que ahora le muestran?
--Sin duda, dijo.
--Y si se le obliga a mirar la misma luz, ¿no se le dañarían los ojos? ¿No apartará su mirada de ella para dirigirla a esas sombras que mira sin esfuerzo? ¿No creerá que estas sombras son realmente más visibles que los objetos que le enseñan?
--Seguramente.
--Y si ahora lo arrancamos de su caverna a viva fuerza y lo llevamos por el sendero áspero y escarpado hasta la claridad del sol, ¿esta violencia no provocará sus quejas y su cólera? Y cuando esté ya a pleno sol, deslumbrado por su resplandor, ¿podrá ver alguno de los objetos que llamamos verdaderos?
--No podrá, al menos los primeros instantes.
--Sus ojos deberán acostumbrarse poco a poco a esta región superior. Lo que más fácilmente verá al principio serán las sombras, después las imágenes de los hombres y de los demás objetos reflejadas en las aguas, y por último los objetos mismos. De ahí dirigirá sus miradas al cielo, y soportará más fácilmente la vista del cielo durante la noche, cuando contemple la luna y las estrellas, que durante el día el sol y su resplandor.
--Así lo creo.
--Y creo que al fin podrá no sólo ver al sol reflejado en las aguas o en cualquier otra parte, sino contemplarlo a él mismo en su verdadero asiento.
--Indudablemente.
--Después de esto, poniéndose a pensar, llegará a la conclusión de que el sol produce las estaciones y los años, lo gobierna todo en el mundo visible y es en cierto modo la causa de lo que ellos veían en la caverna.
--Es evidente que llegará a esta conclusión siguiendo estos pasos.
--Y al acordarse entonces de su primera habitación y de sus conocimientos allí y de sus compañeros de cautiverio, ¿no se sentirá feliz por su cambio y no compadecerá a los otros? Ciertamente.
--Y si en su vida anterior hubiese habido honores, alabanzas, recompensas públicas establecidas entre ellos para aquel que observase mejor las sombras a su paso, que recordase mejor en qué orden acostumbran a precederse, a seguirse o a aparecer juntas y que por ello fuese el más hábil en pronosticar su aparición, ¿crees que el hombre de que hablamos sentiría nostalgia de estas distinciones, y envidiaría a los más señalados por sus honores o autoridad entre sus compañeros de cautiverio? ¿.No crees más bien que será como el héroe de Homero y preferirá mil veces no ser más «que un mozo de labranza al servicio de un pobre campesino» y sufrir todos los males posibles antes que volver a su primera ilusión y vivir como vivía?
--No dudo que estaría dispuesto a sufrirlo todo antes que vivir como anteriormente.
--Imagina ahora que este hombre vuelva a la caverna y se siente en su antiguo lugar. ¿No se le quedarían los ojos como cegados por este paso súbito a la oscuridad?
--Sí, no hay duda.
--Y si, mientras su vista aún está confusa, antes de que sus ojos se hayan acomodado de nuevo a la oscuridad, tuviese que dar su opinión sobre estas sombras y discutir sobre ellas con sus compañeros que no han abandonado el cautiverio, ¿no les daría que reír? ¿No dirán que por haber subido al exterior ha perdido la vista, y no vale la pena intentar la ascensión? Y si alguien intentase desatarlos y llevarlos allí, ¿no lo matarían, si pudiesen cogerlo y matarlo?
--Es muy probable.
--Ésta es precisamente, mi querido Glaucón, la imagen de nuestra condición.
La caverna subterránea es el mundo visible. El fuego que la ilumina, es la luz del sol. Este prisionero que sube a la región superior y contempla sus maravillas, es el alma que se eleva al mundo inteligible. Esto es lo que yo pienso, ya que quieres conocerlo; sólo Dios sabe si es verdad. En todo caso, yo creo que en los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que percibimos con dificultad, pero que no podemos contemplar sin concluir que ella es la causa de todo lo bello y bueno que existe. Que en el mundo visible es ella la que produce la luz y el astro de la que procede. Que en el mundo inteligible es ella también la que produce la verdad y la inteligencia. Y por último que es necesario mantener los ojos fijos en esta idea para conducirse con sabiduría, tanto en la vida privada como en la pública. Yo también lo veo de esta manera, dijo, hasta el punto de que puedo seguirte. [. . .]
--Por tanto, si todo esto es verdadero, dije yo, hemos de llegar a la conclusión de que la ciencia no se aprende del modo que algunos pretenden. Afirman que pueden hacerla entrar en el alma en donde no está, casi lo mismo que si diesen la vista a unos ojos ciegos.
--Así dicen, en efecto, dijo Glaucón.
--Ahora bien, lo que hemos dicho supone al contrario que toda alma posee la facultad de aprender, un órgano de la ciencia; y que, como unos ojos que no pudiesen volverse hacia la luz si no girase también el cuerpo entero, el órgano de la inteligencia debe volverse con el alma entera desde la visión de lo que nace hasta la contemplación de lo que es y lo que hay más luminoso en el ser; y a esto hemos llamado el bien, ¿no es así?
--Sí.
--Todo el arte, continué, consiste pues en buscar la manera más fácil y eficaz con que el alma pueda realizar la conversión que debe hacer. No se trata de darle la facultad de ver, ya la tiene. Pero su órgano no está dirigido en la buena dirección, no mira hacia donde debiera: esto es lo que se debe corregir.
--Así parece, dijo Glaucón.
Resumen del texto original:
1. La caverna y los prisioneros
Imaginemos nuestra naturaleza en relación con la ciencia y la ignorancia mediante la siguiente escena:
Unos hombres se encuentran desde su niñez en una habitación subterránea con forma de caverna. Están encadenados de tal manera que no pueden mover las piernas ni el cuello, y sólo ven lo que se encuentra delante de ellos. La luz proviene de un fuego encendido a cierta distancia detrás de ellos. Entre el fuego y los prisioneros, hay un camino elevado con un pequeño muro, similar a las barreras que los ilusionistas usan para mostrar sus prodigios.
A lo largo de este muro, algunos hombres llevan objetos de todo tipo: figuras de hombres y animales de madera o piedra. Otros hablan mientras pasan, y algunos permanecen en silencio.
Observación clave: Los prisioneros, con la cabeza inmóvil, sólo verán las sombras de los objetos proyectadas por la luz del fuego. Si intentasen nombrar las cosas que ven, necesariamente nombrarían las sombras y no los objetos reales. Incluso si hubiese un eco, creerían que las sombras hablaban.
“En resumen, estos prisioneros atribuirán realidad únicamente a las sombras. Es inevitable.”
2. La liberación y el deslumbramiento
Supongamos que liberamos a uno de los prisioneros. Le obligamos a levantarse, caminar y volver la cabeza hacia la luz. Inicialmente, el prisionero sufrirá y el deslumbramiento impedirá distinguir los objetos reales.
-Le parecerá más verdadero lo que veía antes que lo que ahora se le muestra.
-Al mirar hacia la luz directa, sufrirá daño en los ojos y tenderá a volver su mirada a las sombras.
Si es llevado fuera de la caverna, hacia la claridad del sol, se producirá un deslumbramiento violento:
-Al principio, no podrá ver los objetos reales.
-Poco a poco, sus ojos se adaptarán: primero verá sombras, luego reflejos en el agua, y finalmente los objetos mismos.
-Finalmente, podrá mirar al cielo y contemplar al sol en su verdadero lugar, entendiendo que éste produce las estaciones, los años y gobierna lo visible.
Al recordar la caverna y sus compañeros de cautiverio, se sentirá feliz por su liberación, y no deseará volver a su antigua ilusión, incluso si ello implicaba honores o recompensas.
“Estaría dispuesto a sufrir cualquier dificultad antes que vivir nuevamente en la ilusión de la caverna.”
3. Regreso a la caverna y reacción de los demás
Si el hombre liberado regresa a la caverna:
-Sus ojos se verán cegados por el cambio de luz.
-Sus antiguos compañeros podrían reírse de él y considerarlo discapacitado por intentar ascender.
-Podrían incluso reaccionar con violencia si alguien intentase liberarlos.
Interpretación: La caverna simboliza el mundo visible, el fuego la luz del sol, y el prisionero liberado el alma que asciende hacia el mundo inteligible.
4. La idea del Bien y la ciencia
Platón concluye:
-En los límites del mundo inteligible se encuentra la idea del Bien, que es causa de todo lo bello y bueno.
-El conocimiento no se aprende como un objeto externo que se deposita en el alma; el alma posee la facultad de aprender, pero necesita orientarse correctamente hacia la luz.
-Todo arte y ciencia consiste en facilitar esta conversión del alma, guiándola hacia lo verdadero.
“No se trata de dar la facultad de ver, ya la tiene; sólo se debe corregir la dirección de su mirada.”
5. Relevancia para psicopatología y fenomenología
- La caverna es una metáfora de la conciencia limitada y los prejuicios.
- La liberación simboliza la introducción gradual a la realidad tal como se percibe fenomenológicamente.
- La dificultad de adaptación a la luz refleja los procesos de insight y ajuste cognitivo en psicología clínica.
- El retorno a la caverna muestra cómo los prejuicios colectivos y la resistencia al cambio pueden afectar la comprensión de la verdad.
....................................................//.......................................................................................
Resumen del mito de la caverna e introduccion psicopatológica. .
Imaginemos, dice Platón, la situación siguiente: una caverna profunda en cuyo fondo se hallan unos prisioneros que se encuentran inmovilizados desde siempre...... Están atados de manera tal que solamente pueden mirar hacia el frente, donde se encuentra la pared de dicha cueva en la que se proyectan unas sombras engendradas por un fuego situado en un pequeño promontorio exterior y que ilumina unas figuras transportadas por otros hombres que caminan por un sendero, tras los prisioneros, y separado de éstos por un pequeño muro, como las mamparas de los titiriteros.
Estos caminantes llevan esculturas y figuras diversas, hechas también de diversos materiales, cuyas sombras son lo único que los prisioneros del fondo pueden ver, de forma que, para ellos, que no conocen otra cosa, aquellas sombras, son la verdadera y única realidad, y a ellas atribuyen los sonidos y palabras proferidas por los hombres que, tras ellos, transportan las figuras proyectadas.
¿Qué sucedería -pregunta el Sócrates del diálogo platónico- si se liberase a uno de estos prisioneros y se le obligase a la fuerza a mirar primero las imágenes que transportan los otros hombres, al fuego después y más tarde a ascender hacia el exterior de la caverna?
(Platón insiste en que el prisionero debería ser arrastrado a la fuerza, ya que de grado no querría abandonar su situación puesto que no conoce ninguna otra).
El prisionero quedaría primero como cegado al ver directamente la luz del fuego y creería que quien le impulsa hacia afuera le está engañando.
Pero, poco a poco, a medida que vaya ascendiendo hacia la auténtica realidad, hacia el exterior de la caverna, se iría dando cuenta del engaño de su situación anterior y tomaría conciencia de su condición de prisionero liberado.
Ya en el exterior, podría ver primero las sombras de los objetos reales, y se percataría de que estas sombras son bien distintas de las anteriores, ya que no son proyectadas por un fuego sino por el sol, y no lo son de imágenes o esculturas, sino de verdaderas realidades.
Después, podría observar directamente el mundo real y, por fin, el sol mismo.
Fuera ya de la caverna (es decir, fuera ya de la ignorancia) no necesitaría que nadie le siguiese impulsando por la fuerza, sino que voluntariamente proseguiría su investigación.
Llegado a este punto, se daría cuenta de que la realidad existente en el interior de la caverna es una copia de la auténtica realidad del mundo exterior; se daría cuenta, también, de que las sombras del fondo de la cueva son doblemente artificiales, ya que son sombras de imágenes artificiales que son copias de realidades externas, y proyectadas por un fuego que es como una pálida imitación del sol.
Por fin, se daría cuenta también de que el sol es, en cierta forma, la causa de todo cuanto existe, ya que sin él no habría ni día ni noche, ni estaciones, ni vida sobre la tierra ni, por tanto, esculturas, fuego, prisioneros ni sombras en el fondo de la cueva.
En tal situación, no tendría ninguna envidia ni ninguna añoranza de su anterior estado y más bien tendería a volver al interior de la caverna para liberar a sus antiguos compañeros de ignorancia.
Pero este trabajo de liberación sería interpretado por sus antiguos compañeros como un engaño, puesto que, desconocedores de la verdadera realidad, preferirían seguir manteniendo la seguridad de sus acostumbradas creencias antes que enfrentarse a un mundo desconocido, razón por la cual, y en clara alusión a la muerte de Sócrates, matarían si pudieran al que intentase liberarlos y sacarlos de su complacida y segura ignorancia.
Explicación del mito de la caverna de Platón.
Así:
-El ser humano sería identificado con los prisioneros.
-Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias: Lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real ("mundo sensible").
-Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, sería “el mundo de las ideas”, en el cual, la máxima idea, “la idea del bien”, es el sol.
-Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real.
-Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.
-La situación en la que se encuentran los prisioneros de la caverna viene a representar el estado en el que permanecen los seres humanos ajenos al conocimiento.
-Únicamente aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas, volver a mover sus entumecidos músculos podrán contemplar el “el mundo de las ideas” con sus infrautilizados ojos.
-¿Qué fuerza, o gran motivación, nos puede permitir la salida de la caverna y la rotura de las cadenas que nos atan al fondo.
- Una de estas fuerzas que nos hace salir de la caverna, es la representada por el maestro: a alusión a Sócrates.
-¿cómo se accede a ser maestro?, y ¿por qué hemos de salir de la caverna?.
¿no es mejor seguir en nuestro mundo de las sombras?.
-¿Cómo volver a la caverna para enseñar, a nuestros compañeros la realidad del mundo de las ideas?.
-¿cómo conseguir que nos crean, y no seamos objeto de represalias, castigos, basados en la desconfianza?.
-y por último, ¿cómo saber que el mundo de las ideas no es también un engaño de nuestra psique?.
Platón sugiere diversas respuestas al interrogante de cómo se desea aprender.
- En el Banquete nos habla del impulso de Eros como vía de acceso al saber
-En el Teeteto (155d) afirma que es la admiración la que está en el origen de la filosofía ( afán de saber), impulso que se relaciona con su doctrina de la reminiscencia o anámnesis (defendida en el Menón, diálogo sobre la virtud), la cual nos remite a la doctrina de la inmortalidad del alma (defendida, por ejemplo, en el Fedro)
-La afirmación de que el espíritu humano posee en sí mismo todas las condiciones de su saber, anteriormente a toda experiencia, versión epistemológica de la clásica máxima griega del «conócete a ti mismo» que Sócrates hizo suya.
-A nivel psicopatológico:
El mito de la caverna como alegoría de la psicosis.
Dos acepciones:
a) El delirio como el "mundo de las ideas" fuera de la caverna:
¿la vida de las sombras, atrapados en el fondo de una caverna,..no es acaso nuestra auténtica realidad?.
Todos los humanos- “atrapado en el fondo del caverna”, percibimos sensorialmente “unas meras sombras” a las que llamamos realidad. Acostumbrados, no anhelamos otro conocimiento, y nos resistimos al esfuerzo de aceptar que otra realidad es posible, “el mundo de las ideas”, en este caso, el mundo del la luz, del sol, sería el conocimiento delirante y alucinatorio.
Entendiendo la psicosis como “una nueva forma de ver el mundo”, El psicótico sería aquel que abandona el fondo de la cueva.
El psicótico –siguiendo el mito de Platón- de forma pasiva, o activa –“trepando por la cueva”, “construyendo laboriosamente su delirio”, percibe la nueva realidad sensorial: las alucinaciones. Ante sus ojos, descubre el mundo de la luz, y “el mundo de las ideas”: su nuevo delirio alucinatorio. El psicótico ya no querría volver al fondo de la caverna, habría descubierto la "verdadera luz, y la nueva realidad".
Nosotros, conformes con el mundo de las sombras, querríamos devolverlo a la obscuridad de la cueva.
¿quién vive engañado?. Aquel que descubre la nueva realidad, "alucinada", o los que seguimos atados al mundo de las sombras, sin atrevernos a mirar a otras realidades.
b) El delirio como regreso a la oscuridad de la caverna:
La psicosis como pérdida de la conciencia de realidad.
El psicótico, baja a la caverna, y “atado” en su delirio, ve las sombras proyectadas por la luz –su nueva realidad- en el fondo de la cueva.
Para él, estas sombras, meras proyecciones, y carentes de cualidades sensoriales, serán su nueva realidad. Con su interpretación delirante, extraerá nuevos significados, relaciones y teorías.
Ensimismado con “sus sombras”, rechazará el mundo sensorial anterior “el mundo de la luz”, y se entregará a la nueva tarea de construir su delirio, “atado”, forzado a vivir sus alucinaciones, “meras sombras”.
Toda persuasión para abandonar su delirio “abandonar la caverna oscura donde ve y vive la nueva realidad”, será rechazado por él. Se creerá engañado, intentará forzosamente mantenerse “atado” al delirio.
El trabajo de curación del psicótico, equivaldría al del prisionero obligado a abandonar sus ataduras en el fondo de la caverna, y ascender por la pendiente hasta la apertura de la cueva. En los primeros momentos, “deslumbrado, cegado” rechazaría la visión de la luz, y la riqueza sensorial de la “realidad” se le hará insoportable.
El psicótico puede exigir permanecer en el fondo de la caverna, oponerse con todas sus fuerzas a soportar la realidad exterior, en muchos sentidos más compleja, difícil y hasta peligrosa.
Cualquier intento de abandonar la caverna por parte de familiares, del psiquiatra, puede acrecentar su delirio, sintiéndose engañado, en peligro y viéndolos como falsos, “dobles” o impostores.
Una nueva realidad, la del mundo de las sombras (las alucinaciones y delirios) se impone, y le lleva al aislamiento, al ostracismo, en la oscuridad de su caverna. (equivalente del autismo esquizofrénico).
Perspectiva fenomenológica de la caverna de Platón:
La conciencia de realidad se altera: lo sensorial y lo racional se subordinan a la vivencia subjetiva.
-Intentar “arrastrar” al psicótico hacia la realidad consensuada puede ser percibido como un engaño o amenaza, reforzando el aislamiento y la defensa del delirio.
-La analogía con el autismo esquizofrénico: el individuo se retrae en su caverna interna, inmerso en la riqueza sensorial y simbólica de su mundo propio, donde las sombras (alucinaciones, delirios) sustituyen a la experiencia consensuada.
Implicaciones terapéuticas:
-El proceso de recuperación es comparable a la liberación del prisionero: requiere paciencia, acompañamiento gradual y reconocimiento de la vivencia subjetiva.
-La exposición progresiva a la luz, es decir, a la realidad consensuada, debe respetar el ritmo del paciente, evitando la imposición abrupta que podría intensificar el delirio o la resistencia.
La psicosis: su conexión fenomenológica- psicopatológica con el mito de la caverna.
La fenomenología de la psicosis se centra en captar la vivencia tal como es, sin imponer juicios sobre lo que “debería ser real”.
-El psicótico no está simplemente equivocado: experimenta un mundo consistente desde su conciencia. "nueva realidad subjetiva"
- La labor del clínico consiste en acompañar, comprender y explorar estas vivencias, evitando la violencia de la imposición de la realidad consensuada.
- La caverna, entonces, se convierte en una metáfora de la subjetividad humana, con múltiples niveles de percepción y conciencia, donde la libertad, la resistencia y la construcción de sentido son centrales.
El mito de la caverna aplicado a la psicopatología plantea preguntas profundas:
¿Qué entendemos por realidad?
¿Quién define los límites entre experiencia normal y delirante?
¿Qué papel juega la percepción sensorial, la memoria y la interpretación en la construcción de la conciencia?
¿Cómo acompañar al psicótico en su ascenso o descenso, respetando su vivencia sin reforzar el aislamiento?
Bibliografía:
-PLATÓN: La República. Introducción de M. Fernández-Galiano. Alianza Editorial, 1994
-ROSS, D.: Teoría de las ideas de Platón. Cátedra, Col.Teorema, Madrid, 2001.
-http://www.filosofia.org/bio/platon.htm#00
Concepciones filosóficas posteriores al "mito de la caverna", que pretenden explicar la conciencia del yo, y criterios de realidad.
La hipótesis del genio maligno,
La hipótesis del genio maligno es un célebre recurso argumentativo de René Descartes en sus Meditaciones metafísicas (1641). Representa el punto culminante de su duda metódica: la posibilidad de que exista un ser sumamente poderoso —un genio engañador— que se dedique a inducirnos al error de manera sistemática.
Recurso argumentativo de René Descartes ( Meditaciones metafísicas), como culminación de la duda metódica.
Tal vez hemos sido creados por un Dios que nos obliga a engañarnos sistemáticamente, que ha dispuesto nuestra naturaleza de tal modo que creemos estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Qué legitimidad tenemos de nuestras proposiciones, incluso de las que se presentan con "claridad y distinción" (excepto la idea del “cogito”), ¿No habrá un Dios, o algún otro poder, que me ponga en el espíritu estos pensamientos? , hasta cuestionar la veracidad de las leyes matemáticas,…
1637, «Je pense, donc je suis», (Pienso, luego existo), en su Discurso del método.[2] En latín: «Cogito, ergo sum», en 1644 en sus Principios de la Filosofía.[3]
Antecedentes en la tradición filosófica española. El médico y pensador Gómez Pereira, en su obra Antoniana Margarita (1554), había escrito: «Nosco me aliquid noscere: at quidquid noscit, est: ergo ego sum» (“Conozco que conozco algo. Todo lo que conoce, es; luego yo soy”). Aunque no es idéntica, la semejanza muestra que el problema de la certeza del yo pensante ya estaba presente antes de Descartes.
Gómez Pereira en 1554:[5] «(Nosco me aliquid noscere: at quidquid noscit, est: ergo ego sum)» «Conozco que yo conozco algo. Todo lo que conoce es; luego yo soy»
La tierra de cinco minutos,
El argumento de la Tierra de cinco minutos fue formulado por Bertrand Russell en The Analysis of Mind (1921, p. 159). Consiste en un experimento mental de carácter escéptico: es posible que el mundo haya aparecido hace apenas cinco minutos en el estado en que lo encontramos, incluyendo en cada persona recuerdos falsos de un pasado inexistente.
Russell subraya que no hay ninguna imposibilidad lógica en esta idea. Nada garantiza una conexión necesaria entre sucesos de tiempos distintos. Así, ningún acontecimiento presente o futuro puede refutar la hipótesis de que el universo haya sido creado hace solo unos instantes con la apariencia de antigüedad.
Antecedentes históricos: Gosse y los objetos “procrónicos”
En 1857, el naturalista y creacionista Henry Gosse publicó Omphalos, donde defendía una propuesta semejante: Dios habría creado la Tierra y los seres vivos de manera instantánea, dotándolos de señales de un pasado ilusorio. Ejemplos paradigmáticos son el ombligo de Adán —marca de un nacimiento que nunca ocurrió—, los anillos de los árboles o los fósiles, todos ellos rasgos que aparentan una historia previa que jamás existió.
A estas huellas ficticias, Gosse las denominó objetos procrónicos (del griego pro- “antes” y chrónos “tiempo”), es decir, elementos creados “fuera del tiempo”, como si fueran recuerdos materiales de un pasado nunca acontecido.
El intento de Gosse buscaba conciliar ciencia y fe, aunque terminó en un callejón sin salida: proponía un universo creado recientemente pero con evidencias engañosas de una historia anterior. No es casual que dos años después Charles Darwin publicara El origen de las especies (1859), donde ofrecía una explicación evolutiva radicalmente distinta del pasado de la vida y de la Tierra.
Reflexión filosófica: realidad y conciencia del tiempo
La hipótesis de Russell, como la de Gosse, confronta directamente al criterio de realidad: ¿qué pruebas tenemos de que el mundo no haya comenzado hace cinco minutos? Nuestra memoria, las huellas materiales, los registros históricos, todo podría formar parte de una ilusión bien construida.
Frente a este escepticismo radical, solo queda la conciencia inmediata del yo en el presente: sé que ahora pienso, percibo y recuerdo, aunque no pueda asegurar que esos recuerdos correspondan a un pasado real. La duda sobre la edad del universo y sobre la continuidad temporal refuerza la fragilidad de nuestra relación con la realidad, y muestra cómo la identidad del yo se apoya siempre en una narración temporal que, en última instancia, no podemos demostrar de forma absoluta.
Jorge Luis Borges recogió esta cuestión en su ensayo La creación y P. H. Gosse, donde analiza el carácter paradójico y casi literario de la propuesta de Gosse: un universo creado con “cicatrices” de un tiempo inexistente.
Síntesis:
-Descartes usa el genio maligno como recurso metodológico para llegar a una certeza (el cogito).
-Russell emplea la Tierra de cinco minutos como paradoja que ilustra la imposibilidad de demostrar el pasado.
-Ambos muestran que el criterio de realidad se funda en la conciencia inmediata del yo, mientras todo lo demás puede ponerse en duda.
El experimento del cerebro en una cubeta
El experimento del cerebro en una cubeta constituye una de las formulaciones contemporáneas más influyentes del escepticismo radical. Revisa las nociones de conocimiento, realidad y verdad, preguntando si todo lo que creemos saber no podría ser solo el producto de la actividad cerebral, aislada de cualquier contacto real con el mundo.
Se trata de una relectura moderna de la hipótesis cartesiana del genio maligno: si Descartes imaginaba un poder engañador que falsea nuestras percepciones, hoy la ciencia-ficción y la filosofía exploran la posibilidad de que la manipulación provenga de la tecnología.
Imaginemos que un cerebro maduro, extraído del cráneo, se mantiene vivo mediante irrigación y oxigenación artificial. Sus aferencias sensoriales están conectadas a una supercomputadora capaz de enviar impulsos eléctricos que simulan, con total verosimilitud, una realidad inventada.
El sujeto experimentaría un mundo externo pleno y coherente, indistinguible de la realidad auténtica. Surge entonces la pregunta decisiva:
-¿Tendría conciencia de esa realidad falsificada como si fuera verdadera?
-¿Seguiría siendo el mismo “yo”, con su autoconciencia intacta, aunque desconectado del mundo real?
-Literatura y cine de ciencia-ficción: El cerebro de Donovan, Diarios de las estrellas (Stanisław Lem), The Matrix, entre otros.
-Filosofía contemporánea: Jonathan Dancy lo formula en Introduction to Contemporary Epistemology (1985):
“Usted no sabe que no es un cerebro suspendido en una cubeta llena de líquido en un laboratorio, conectado a un computador que lo alimenta con experiencias actuales bajo el control de algún ingenioso científico. Si el científico es exitoso, nada en sus experiencias podría revelar que usted lo es, ya que esas experiencias serían idénticas a las de alguien que no es un cerebro en una cubeta”.
-Indistinguibilidad: nuestras experiencias no bastan para demostrar si vivimos en la “realidad” o en una simulación.
-Escepticismo radical: cuestiona la posibilidad de fundamentar el conocimiento en criterios empíricos.
-Autoconciencia: al igual que en Descartes, lo único que permanece incuestionable es la vivencia del yo presente, no el mundo externo.
-Nick Bostrom (2003): en su célebre artículo Are You Living in a Computer Simulation? defiende la posibilidad de que vivamos en una simulación creada por una civilización avanzada.
-Michael McKinsey y otros filósofos contemporáneos (Stanford Encyclopedia of Philosophy, 2018) discuten la hipótesis en el marco del externalismo semántico: si nuestros conceptos dependen de un mundo externo real, ¿podrían tener sentido en un escenario puramente simulado?
Síntesis:
El cerebro en una cubeta prolonga la duda cartesiana y el escepticismo de Russell. Al sustituir al genio maligno por la tecnología y la simulación, plantea la pregunta radical: ¿qué criterio de realidad nos permite distinguir entre un mundo auténtico y una ilusión perfectamente coherente? La respuesta, una vez más, parece reducirse a la conciencia inmediata del yo, único punto que resiste a la duda universal.
La hipótesis de simulación
El argumento de simulación propone que la realidad es una simulación . Simulación de la que no somos conscientes. La hipótesis desarrolla la característica del dios maligno de René Descartes, pero la lleva más allá por analogía en una realidad simulada futura.
La tesis de que la realidad es una ilusión: Esta hipótesis escéptica (Parménides, Zenón de Elea y Platón y en el pensamiento oriental el Advaita Vedanta), que prefigura el dualismo mente-cuerpo de Descartes, y está relacionada estrechamente con el fenomenalismo.
En la filosofía griega, Parménides y su discípulo Zenón de Elea cuestionaron la realidad del cambio y del devenir. Parménides afirmaba que el “ser” es uno, inmutable y eterno, y que el cambio y la multiplicidad son meras apariencias engañosas de los sentidos. Zenón reforzó esta postura con sus famosas paradojas, mostrando la incoherencia lógica de concebir el movimiento como algo real. Platón, por su parte, en su teoría de las Ideas, distinguía entre el mundo sensible —temporal, cambiante y sujeto a ilusión— y el mundo inteligible de las Ideas, verdadero y eterno, donde reside la auténtica realidad.
En el pensamiento oriental, corrientes como el Advaita Vedanta de la India sostienen que el mundo fenoménico (el mundo que percibimos con los sentidos) es Maya, una ilusión o apariencia, y que la realidad última es Brahman, la consciencia absoluta y no dual. Según esta visión, el sufrimiento humano y el error surgen de identificarse con lo ilusorio en lugar de reconocer la unidad subyacente de todo.
Fenomenalismo : los seres humanos solo pueden conocer los fenómenos, es decir, los objetos tal como se presentan a la percepción y la cognición del sujeto.
George Berkeley (1685–1753): los objetos existen solo como percepciones en la mente de Dios o en nuestras mentes.
Ernst Mach (1838–1916): los objetos son conjuntos de sensaciones.
Immanuel Kant (1724–1804): distingue entre fenómeno (lo que podemos conocer) y noúmeno (Ding an sich, la cosa en sí, incognoscible).
Bertrand Russell (1872–1970): reconoce la limitación del conocimiento humano a la experiencia fenoménica.
Establece que el sujeto sólo puede conocer el fenómeno, que corresponde al objeto tal como lo percibe el sujeto de acuerdo a su sistema cognoscitivo. Por ejemplo, el hombre percibe el azúcar con sabor dulce de acuerdo a su sistema cognoscitivo, pero ¿será realmente dulce? Al objeto tal cual es, y no como lo percibe el hombre se le denomina noúmeno, y es incognoscible. Los seres humanos conocemos las cosas, no como realmente son, sino como somos nosotros, como las captamos según nuestro sistema cognoscitivo y sensorial.
Así, solo hay conjunto de vivencias fenoménicas: colores, sonidos, tactos, olores, formas, y los objetos son simplemente complejos de sensaciones (Mach); para otros, son correlatos intencionales de la conciencia (Husserl).
En Kant, el noúmeno es la “cosa en sí” (Ding an sich): lo que los objetos son independientemente de nuestra experiencia.
En resumen: -> El noúmeno es incognoscible. -> El sujeto está limitado a conocer sólo el fenómeno. -> La captación del fenómeno depende del sistema cognoscitivo del sujeto (sentidos y razón).
-El argumento de simulación Nick Bostrom.1 (2003): Are You Living in a Computer Simulation? en la revista Philosophical Quarterly. “Simulation Argument”,
Más allá del escepticismo, afirmando que "...tenemos razones empíricas interesantes para creer que una cierta afirmación disyuntiva sobre el mundo es verdad", una de las proposiciones disyuntivas es la de que casi seguramente estamos viviendo en una simulación”..
Supongamos que las civilizaciones avanzadas desarrollan la capacidad de ejecutar simulaciones de alta fidelidad del pasado (con seres conscientes simulados). Aceptando esta hipótesis: lo más probable es que nosotros seamos simulados.
¿Por qué? Porque habría muchísimas más “mentes simuladas” que “mentes originales”. Estadísticamente, sería más probable que tú seas un ser dentro de una simulación que un humano “de base”.
Es un argumento probabilístico (no una demostración).
Parte de la idea de que la tecnología futura (computación cuántica, superordenadores) podría simular cerebros conscientes y mundos enteros.
Su fuerza radica en el principio de indeterminación ontológica: no podemos saber si somos los “originales” o una “copia” sin pruebas empíricas.
The Simulation Argument Website
Solipsismo,
Solipsismo (del latín [ego] solus ipse, “solamente yo existo”)
El solipsismo es una doctrina metafísica y epistemológica extrema que sostiene que lo único de lo que un individuo puede estar absolutamente seguro es de la existencia de su propia mente. Todo lo que aparentemente le rodea —los objetos, otras personas, el mundo externo— es incognoscible y podría no ser más que proyecciones o estados mentales del propio yo. Desde la perspectiva solipsista:
-El yo es la única realidad tangible. Todo conocimiento verdadero y seguro se limita a la conciencia propia.
-La realidad externa sólo puede comprenderse a través del yo. Los objetos y los demás seres existen sólo como representaciones dentro de la mente.
-Es imposible conocer una realidad objetiva independiente de la conciencia, incluso si tal realidad existiera; nuestra experiencia del mundo está inevitablemente mediada por la percepción subjetiva.
Contexto histórico y filosófico
El solipsismo puede considerarse una extensión radical de los argumentos escépticos antiguos y modernos. En la filosofía occidental, se relaciona estrechamente con el dualismo cartesiano de René Descartes: su famosa proposición “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”) establece que la existencia de la mente es indudable, aunque todo lo demás podría ser ilusorio, engañoso o manipulado por un genio maligno. El solipsismo lleva este principio hasta el extremo: si sólo puedo estar seguro de mi mente, todo lo demás puede no existir en absoluto.
Autores posteriores, como George Berkeley, propusieron el idealismo, donde los objetos dependen de ser percibidos (esse est percipi), lo que se aproxima al solipsismo, aunque Berkeley introdujo la noción de Dios como garante de la coherencia del mundo percibido, evitando así un solipsismo absoluto.
En la tradición fenomenológica, pensadores como Husserl reconocen que la conciencia estructura la experiencia, pero diferencian entre la conciencia del yo y la existencia de un mundo intersubjetivo,
¿Límites del pensamiento autorreflexivo humano?.
El solipsismo plantea un problema esencial: ¿hasta dónde puede llegar el pensamiento humano cuando se repliega sobre sí mismo?
Si la conciencia se encierra únicamente en sí, corre el riesgo de negar toda alteridad.
Antonio Machado, en Juan de Mairena (1936), lo expresa con claridad:
“La fe platónica en las ideas trascendentes salvó a Grecia del solus ipse en que la hubiera encerrado la sofística. La razón humana es pensamiento genérico. Quien razona afirma la existencia de su prójimo, la necesidad del diálogo, la posible comunicación mental entre los hombres”.
Ejemplo el subjetivismo cartesiano con su hipótesis del genio maligno (Meditaciones metafísicas, 1641).
En el Monólogo de Segismundo de la tragedia La vida es sueño (1635), de Calderón de la Barca: Segismundo, encerrado desde que nació en una torre, se pregunta si es real el mundo que ve a través de la ventana y si esta vida en realidad no es más que un sueño.
El Taoísmo y el Zen, enseñan que trazar una distinción entre el yo y el universo no tiene sentido y es arbitrario, y meramente un artefacto del lenguaje en lugar de una realidad inherente.
¿en contra del solipsismo?, estas filosofías buscan una anulación del yo. El yo se diluye en la totalidad:
“El mundo no es pues un sueño mío sino que yo soy un sueño del mundo”. En el hinduismo, se dice que "no somos más que el sueño de Brahma": en realidad no existimos, somos el sueño de un dios que está dormido.
Ver: Teoría general del espíritu como acto puro: Giovanni Gentile (1875-1944)
En la teoría del acto puro de Giovanni Gentile el espíritu es concebido como auto-creación absoluta.
Filósofo italiano, vinculado al idealismo y al fascismo italiano (ministro de Educación de Mussolini). Su pensamiento se conoce como Actualismo, y su obra más representativa es La teoria generale dello spirito come atto puro (1916). Idea central: el “acto puro”
Para Gentile, el espíritu no es una sustancia ni una cosa, sino un acto en continuo hacerse.
Ese acto es el pensamiento pensándose a sí mismo.
El espíritu nunca es un objeto terminado: no es algo que “está”, sino algo que se actualiza constantemente en el presente.
Empirismo (del latín experientia, “experiencia”)
El empirismo es una teoría filosófica que enfatiza el papel de la experiencia, especialmente la percepción sensorial, en la formación del conocimiento. Según esta perspectiva, la experiencia es la base de todo conocimiento, no solo en cuanto a su origen, sino también en cuanto a su contenido. Los conceptos e ideas se derivan del mundo sensible; es decir, se parte de la observación del entorno y de la interacción con él para construir conocimiento.
Locke responde al racionalismo europeo de René Descartes, que defendía que gran parte del conocimiento es innato y accesible a través de la razón pura. En su obra fundamental, Ensayo sobre el entendimiento humano (1689), Locke sostiene que:
-Todo conocimiento humano es a posteriori, es decir, depende de la experiencia y no de ideas innatas.
-La mente humana al nacer es una tabula rasa (una “hoja en blanco”), sobre la cual se inscriben las experiencias derivadas de la percepción sensorial.
-Las fuentes del conocimiento se dividen en:
Sensación: experiencias directas obtenidas a través de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato).
Reflexión: experiencias internas derivadas de la actividad mental, como el pensamiento, la memoria y la imaginación.
En contraste con el racionalismo, que sitúa la razón como fundamento del conocimiento, el empirismo sostiene que la observación y la experiencia directa son la base de todo saber humano. Los conceptos más abstractos y complejos se construyen gradualmente a partir de impresiones sensoriales simples, acumuladas y organizadas por la mente.
El empirismo no solo influyó en la teoría del conocimiento, sino también en la ciencia moderna, que se basa en la observación, la experimentación y la verificación empírica. Filósofos posteriores, como George Berkeley y David Hume, desarrollaron estas ideas, explorando la relación entre percepción, experiencia y realidad, y cuestionando incluso la existencia de ciertas entidades que no pueden percibirse directamente.
George Berkeley (1685-1753)
Tratado sobre los principios del conocimiento humano (1710)
Berkeley defiende el idealismo subjetivo, según el cual los objetos sólo existen en la medida en que son percibidos.
Los objetos existen si son percibidos Esse est percipi (“ser es ser percibido”) de modo que un objeto siempre es percibido; porque si ningún humano lo percibiera, Dios sería la entidad encargada de percibirlo. “La percepción en cualquier caso es el fundamento del ser”
Asi, un objeto existe siempre que alguien lo perciba. Si ningún ser humano lo percibiera, Dios es quien asegura su existencia, manteniéndolo presente en todo momento.
Conclusión: la percepción es el fundamento del ser; no hay existencia de los objetos fuera de la conciencia que los percibe.
Ejemplo ilustrativo: Una manzana en la mesa “existe” mientras alguien la vea, la toque o la imagine. Incluso si nadie humano la percibe, Dios la mantiene en la existencia continua.
David Hume (1711-1776) Tratado de la naturaleza humana (1739), Investigación sobre el entendimiento humano (1748)
Sobre las falsas creencias del suicidio, la inmortalidad del alma, las supersticiones y la religión.
Investigación sobre el entendimiento humano:
«Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas» Cita de Hume.
Hume continúa la línea del empirismo británico, profundizando en cómo la experiencia sensorial fundamenta todo conocimiento humano, pero con un giro radical: ninguna idea puede existir sin haber sido primero una impresión.
-Impresiones: Son las percepciones más vivas y directas que experimentamos: lo que sentimos al ver, oír, tocar, amar, odiar o desear. Representan la materia prima de la mente, lo que impacta con intensidad la conciencia.
-Ideas: Son copias menos vivas de las impresiones. Surgen cuando reflexionamos sobre nuestras experiencias sensoriales o afectivas pasadas.
-Ejemplo: recordar el calor del sol o imaginar el amor que sentimos por alguien, son ideas derivadas de impresiones anteriores.
- ESCEPTICISMO.
El escepticismo: corriente filosófica basada en la duda sistemática, cuya tradición se remonta a la escuela griega de los Skeptikoi.
Etimología: del griego skeptikoi, que significa “examinar” o “investigar”.
Los primeros escépticos no afirmaban nada de manera categórica, limitándose a observar, analizar y cuestionar. Su objetivo no era destruir el conocimiento, sino evitar el dogmatismo.
Duda sistemática: El escéptico no puede afirmar la existencia de verdades absolutas. Todo conocimiento es subjetivo, dependiente del observador y de sus percepciones.
Suspensión de juicio (epoché): Al no asumir ninguna afirmación como definitiva, el escéptico suspende el juicio. Esta práctica, según los antiguos, conduce a la tranquilidad del alma (ataraxia), al liberar al pensamiento de la ansiedad de la certeza absoluta.
Crítica a mitos y supersticiones: Aunque respetaban el método socrático de hipótesis y deducciones, los escépticos eran desbaratadores de creencias dogmáticas y supersticiosas, cuestionando todo aquello que no se apoyaba en la evidencia o en la razón.
Autores clásicos: Pirrón de Elis (360-270 a.C.): fundador del escepticismo pirrónico y Sexto Empírico (siglo II d.C.): autor de los Esbozos Pirrónicos.
El Escepticismo en el Renacimiento: Michel de Montaigne (1533-1592): sus Ensayos exploraron la duda y la relatividad del conocimiento humano y Francisco Sánchez “el Escéptico” (1551‑1623): su obra Quod Nihil Scitur (“Que nada se sabe”) influyó directamente en el desarrollo de la duda metódica de Descartes.
“¡Nunca llegarás a conocer la verdad!”
De la epojé a la fenomenología
El término epojé (gr. ἐποχή, “suspensión”), transliterado como epoché o epokhe, proviene del escepticismo y de Sexto Empírico, donde se entendía como la “suspensión de juicio”: siempre buscar, siempre investigar, sin afirmar ni negar nada.
-Para Edmund Husserl (1859-1938), la epojé se articula en la reducción fenomenológica:
-“Puesta entre paréntesis no sólo de las doctrinas sobre la realidad, sino también de la realidad misma”. (1913)
-La epojé es así un estado de reposo mental en el que no se afirma ni se niega, una actitud de imperturbabilidad o ataraxia (gr. αταραξία).
-La finalidad es alcanzar una conciencia pura, centrada en los fenómenos tal como se presentan a la experiencia, sin presuposiciones ni juicios sobre la existencia objetiva del mundo externo.
Moran, D. (2000). Introduction to Phenomenology. London: Routledge.
Smith, D. W. (2007). Husserl. London: Routledge.
Sokolowski, R. (2000). Introduction to Phenomenology. Cambridge: Cambridge University Press.
Epojé en la psicopatología de Karl Jaspers
En su obra Psicopatología General (5ª ed., FCE México, 1996), Jaspers aplica la epojé como herramienta para la comprensión empática de la vivencia fenomenológica del paciente:
Liberación de prejuicios:
-Para captar la experiencia psíquica, el psicopatólogo debe dejar de lado teorías recibidas, interpretaciones psicológicas y valoraciones subjetivas.
-Solo lo que se manifiesta realmente en la conciencia del paciente es relevante.
Captación de lo psíquico tal como es:
-A través de autodescripciones, confidencias y exploración directa, el psicopatólogo obtiene información confiable sobre: La conciencia del yo, La vivencia de la realidad, La afectividad del paciente
Actitud fenomenológica:
-La imparcialidad no es un don innato, sino resultado de un trabajo crítico y constante.
-El psicopatólogo debe observar cada fenómeno psíquico con detalle, del mismo modo que el histólogo describe cada fibrilla de la corteza cerebral.
-Esto permite descubrir lo desconocido del ser humano y cultivar un asombro fecundo, siempre presente y estimulante.
Generalización desde lo individual:
-La observación penetrante de un caso individual permite aprehender lo general, gracias a la riqueza de las vivencias subjetivas.
Epojé y existencia.
-La fenomenología existencial, heredada por Jaspers, enfatiza que el hombre está solo frente a su existencia: su realidad, su actitud ante la vida y la angustia de su existencia única. Así, la epojé permite:
a) Esclarecer la conciencia desde una actitud existencial, abierta y sin dogmas.
b) Reconocer que la verdad no reside en creencias, sino en el hecho mismo del creer y la existencia.
Como señala Irvin D. Yalom (Existential Psychotherapy, 1980), comprender la experiencia del otro implica adentrarse tanto en los fenómenos asombrosos como en los sutiles de la conciencia de existencia.
Resumen:
. Epojé: suspensión de juicio, neutralidad fenomenológica.
. Husserl: reducción fenomenológica, puesta entre paréntesis de la realidad y doctrinas.
. Jaspers: herramienta para la comprensión empática del paciente, liberación de prejuicios y descripción rigurosa de cada vivencia psíquica.
. Actitud existencial: apertura, imparcialidad y reconocimiento de la existencia como única verdad.
Nuestra realidad y el existencialismo.
El existencialismo: corriente filosófica que analiza la condición de la existencia humana, la libertad y responsabilidad individual, las emociones y el significado de la vida.
-Su premisa central, formulada por Jean-Paul Sartre, es: “La existencia precede a la esencia.” No existe una naturaleza humana predeterminada; el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos, creando su propia esencia a través de sus decisiones.
- El existencialismo propone una ética de la responsabilidad individual, independiente de sistemas de creencias externos, buscando superar la moral impuesta y los prejuicios, y construyendo una ética universal basada en la libertad y la autenticidad del sujeto.
Libertad y responsabilidad:
-El hombre es libre para elegir y responsable de sus actos.
-La libertad implica angustia y la necesidad de asumir las consecuencias de las decisiones.
Sentido de la vida y absurdo: Los existencialistas se preguntan: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Por qué existo? ¿Existe la libertad total?
-Conceptos como la nada, el absurdo, la muerte y el tiempo son centrales en el análisis existencial.
Relación del yo con el mundo: La existencia se experimenta en relación con las circunstancias, el pasado, el presente y el futuro.
-José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia.” y la vida es futurización, un proceso en constante devenir; el presente y el pasado se interpretan a la luz del futuro.
Existencialismo. siglo XIX . Autores, obra representativa y conceptos.
Søren Kierkegaard. Temor y temblor (1843). Subjetividad, angustia, fe, existencia individual
Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra (1883‑1885) Voluntad de poder, superación de valores tradicionales
Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación (1818) Pesimismo, la voluntad como esencia de la vida
Fiódor Dostoyevski. Crimen y castigo (1866) Libertad, culpa, moralidad y psicología profunda
Existencialismo. siglo XX .. Autor, obra representativa y conceptos.
Martin Heidegger. Ser y tiempo (1927). Ser-en-el-mundo, existencia auténtica, temporalidad
Karl Jaspers. Psicopatología general (1913). Psicopatología existencial, comprensión del ser
Jean-Paul Sartre. El ser y la nada (1943). Libertad radical, nada, absurdo
Simone de Beauvoir. El segundo sexo (1949). Libertad y opresión, ética de la responsabilidad
Albert Camus. El mito de Sísifo (1942). Absurdo, rebelión, búsqueda de sentido
Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida (1912). Angustia existencial, fe y duda
Hannah Arendt. Eichmann en Jerusalén (1963). Política, responsabilidad, banalidad del mal
José Ortega y Gasset. Meditaciones del Quijote (1914) / Yo soy yo y mi circunstancia (1914). Relación entre yo y circunstancias, futurización de la vida
Existencialismo: Conceptos centrales
-La Existencia precede a la esencia (Sartre) → no hay naturaleza humana predeterminada, cada individuo crea su esencia.
-Libertad y responsabilidad → cada acción es elección y el individuo asume sus consecuencias.
-Sentido y absurdo → la vida se enfrenta al vacío, la nada y la muerte.
-Autenticidad → vivir conforme a la propia experiencia y responsabilidad, no según dogmas externos.
-Temporalidad y futurización → el presente y el pasado se interpretan desde el futuro en acción (Ortega y Heidegger).
El existencialismo busca comprender la existencia desde la experiencia del individuo, reconociendo la libertad, la responsabilidad y la finitud humana.
La filosofía existencial plantea que la vida cobra sentido en la acción y la elección, y que la autenticidad surge de asumir la propia existencia frente a la nada y el absurdo.
Cómo influye la filosofía de la existencia, el existencialismo en nuestra práctica clínica, como psicopatólogos?.
Ver relación entre psicopatología y existencialismo.
- Fenomenología y análisis existencialista de la neurosis de ansiedad.
-El “concepto de angustia” y “O lo uno o lo otro” según Kierkegaard.
-“El ser y la nada”: ansiedad y existencialismo en J. P. Sastre.
Esto no está en el DSM - IV .
Esto es psicopatología y fenomenología clásica.
Forma de contactar con el organizador:
Dr. José Luis Día Sahún.. “Seminario de Psicopatología descriptiva y fenomenología”
H. Miguel Servet. Psiquiatría. Paseo Isabel La Católica 1-3. 5.009 Zaragoza.