esquizofrenia_Conrad

Estimados colegas, presentamos resumen de Klaus Conrad, extraído de su formidable obra:

La ESQUIZOFRENIA INCIPIENTE”, texto de 1958.

Recordar las fases de “Trema”, “apofanía”, “anástrofe”, “consolidación” y “defecto” que el autor describe en el “brote” esquizofrénico.

Fases del delirio. Génesis y desarrollo del delirio en la esquizofrenia.

El proceso delirante”.

El proceso delirante de Conrad., (Fish y A. Sims)

(Klaus Conrad. La esquizofrenia incipiente. Fundac. Archivos de Neurobiología. 1.997)

-La fase de Trema:

Humor o Temple delirante, expectación, extrañeza ante el total cambio en la percepción del mundo, significación vaga, el centro de atención,….

-La vivencia Apofánica: La Percepción delirante.

Una búsqueda de, y el hallazgo de nuevos significados para los eventos psicológicos.

-Anastrofe: revelación, esclarecimiento con la eclosión de la psicosis.

-Consolidación: Formación de un nuevo mundo o “psychological set” basado en las nuevas significaciones.

-Residual (Residuum): Estado autístico eventual.

En este texto –único para entender la evolución y progreso de un episodio psicótico esquizofrénico- el autor insiste en el componente corporal del delirio y alucinaciones cenestésicas.

Aquí os envió un resumen muy claro de un tipo de pacientes vistos en nuestras consultas. Aquellos que viven el “manejo” corporal, la modificación de su corporalidad en relación a su psicosis.

Los hemos de distinguir de aquellos hipocondríacos, de los depresivos-melancólicos con delirio corporal, de los delirios de Cotard, “de negación o de enormidad”, y de otros síndromes psicóticos de base corporal tal como el delirio dermatozoico o delirio ectodérmico de infestación, o de los delirios de referencia por desprendimiento de mal olor corporal, y Dismorfofobia delirantes,..etc...

(ver Delusional Disorders, somatic subtype: A. Munro)

He aquí pues unos casos clínicos de esquizofrenia con predominio de síntomas corporales.

Leamos a K. Conrad y las Las sensaciones corporales

.....”Es fácil interpretar los fenómenos que el enfermo viven­cia en la esfera corporal también en términos de la apofa­nía. La convicción del enfermo de que todas estas sensaciones se las «producen», sería fácil de encasillar en el círculo de otros fenómenos de esta índole. ¿Pero de dónde proceden las sensaciones como tales? ¿De dónde procede, p. ej., la sensación de corriente que experimentan casi todos los en­fermos? ¿De dónde viene el efecto venenoso que con tanta frecuencia los enfermos sienten en su cuerpo? Sigue siendo inexplicable el fundamento de la sensación. ¿Sufre el enfermo parestesias? ¿Cómo se originan éstas?

Se cuenta que un viejo psiquiatra conectó una vez la ca­ma de un enfermo a la corriente eléctrica. Pero el enfermo debió de reírse de él, porque esta corriente no tenía nada que ver con «la corriente eléctrica» que constantemente sentía.

Más fáciles aún de interpretar son las influencias sexua­les:

El caso 61 nos dice que aun cuando durante todo el día esté sentado al lado de una muchacha y no piense nada «malo», sin embargo, siente de pronto la corriente en su miembro viril. Éste se pone rígido, y ocurre todo lo demás... «Son capaces de hacer todo esto, e incluso de inducirme final­mente las sensaciones... » Desde 1939 sufre casi todas las noches estas mo­lestias. Ninguna noche ha estado libre de ellas, incluso cuando fue herido...

Esta observación muestra que se habla de «corriente» en un caso en que tiene lugar un proceso fisiológico ordinario: la erección. Esto nos indica que, en el lenguaje del enfermo, «corriente» parece significar simplemente lo «producido» en el cuerpo.

El caso 31 relata: Por la noche, cuando el vigilante nocturno pasa las hojas de su libro, surge una «corriente» que es transmitida a su cama, qui­zá debajo del suelo. «Y me pasa por todo el cuerpo, como un golpe que hace daño a los nervios... ».

También esta observación permite ver claramente que no existen «parestesias» en el sentido neurológico habitual. El paso de las hojas del libro era en el silencio de la noche el único ruido, y en general el único estímulo sensorial.

Destacaba como figura perfilada del campo sensorial casi vacío. Pero también el sujeto normal sensible podría decir: el paso de las hojas me «pinchaba», el crujido del papel me hacía daño.

(ver: Alucinaciones reflejas, “sinestesias”, (en Alucinaciones J.L. Día)

-El caso 89 marchó con permiso, porque por un” trema” que había durado varias semanas ‑interpretado como estado de depresión‑ llegó a llamar la atención en el regimiento. En el tren, durante el viaje, tuvo de pronto la sensación segura de que en sus vestidos había veneno, «como si hubiera caído sobre mí un gas fluido». Corrió, presa de pánico, al retrete del vagón, se desnudó, miró los vestidos sin encontrar nada y se envolvió en una tela de cortina que encontró en un paquete que un compañero le había dado para su mujer. Por lo antirreglamentario de su atuendo, en cuanto bajó del tren, llamó la atención de la guardia, que le detuvo.

También esta observación muestra de qué modo repentino pueden aparecer sensaciones cutáneas de las que no está claro cómo deban ser interpretadas. No obstante, nos parece posible que la simple presión de los vestidos, es decir, vivencias sensoriales normales que forman el fondo de nuestro campo sensorial global, pudo, en la apofanía súbitamente desarrollada, aparecer de tal modo en primer plano que llevara a tales reacciones anormales.

-El caso 32 dice que las tensiones eléctricas cambian constantemente: es como si un altavoz se pusiera más alto y más bajo.

-El caso 91 siente en todo el cuerpo una atracción magnética. Cuando conectan el aparato le retumba el cráneo.

-El caso 107 piensa que la electricidad hace mucho y que siempre juega dentro de él. Siente constantemente un fino zumbido en su cabeza.

-El caso 43 relata posteriormente que todo se encontraba sometido a una corriente. Por eso se había agazapado debajo de la cama. Tenía que hacerlo. Era como si por todas partes hubiera corriente eléctrica, que pasara a través de las camas, el suelo y la pared. «Como si yo me encontrara dentro de una corriente eléctrica».

-El caso 44 habla de una corriente de intensidad enorme, contra la que no puede en absoluto luchar. «Por la corriente, en la que se oculta el demonio, y si uno no está bien sujeto, es desgarrado». La corriente le rodea por todas partes, y por ello ya no es capaz de hacer nada...

-Caso 5. (Un oficial inglés, que en cautividad enfermó con la idea de que le iban a castrar) «No me discutirá usted que ayer hicieron funcionar el aparato». Los rayos venían de abajo, y el foco estaba dirigido hacia él.

A continuación, exponemos otra observación que nos permitió interpretar con bastante claridad que de hecho las vivencias de corriente deben entenderse sólo como una apofanía en la esfera corporal.

-El caso 10 se encuentra, según nos cuenta, desde hace varios días, bajo la acción de un aparato. Hace poco estuvo en la ciudad. Durante el camino todo estaba ya preparado. Las personas, en la calle, estaban informadas, se hacían señas y le dirigían durante todo el camino. Esto debe de tener relación con el aparato del que parte todo: una especie de aparato de ondas que de algún modo pueden poner «más fuerte» y «más flojo». Cuando lo ponen con toda su intensidad, él se encuentra totalmente sin voluntad, y entonces tiene que hacer todo lo que el aparato le inspira; incluso, los movimientos más pequeños son regulados directamente y producidos. Cuando el aparato funciona «flojo», todo esto sólo se insinúa; entonces tiene él su propia voluntad. En el camino a la ciudad fue totalmente dirigido, se encontraba totalmente sin voluntad. También ocurría que a veces las influencias interferían entre sí, con lo cual el resultado no era completamente exacto. Pero por lo demás todo sucedía como si fuera regido por un reloj, incluso en el más pequeño detalle.

Escribió una carta de felicitación a su mujer, por su cumpleaños. Tanto la escritura como el contenido estaban regulados desde fuera; lo notó en seguida. No era su propia redacción, ni tampoco la forma era suya. «Porque yo conozco mi escritura». Incluso todo movimiento al escribir, todo estaba indudablemente «teledirigido».

Después de comer fue con un amigo a casa del doctor R. También en el camino fue permanentemente «teledirigido». Tenía plena claridad, lo veía todo, lo observaba todo. Pero todo movimiento estaba prescrito, no era su propio movimiento. Cuando el aparato estaba puesto fuerte, también en la cama todos sus movimientos estaban dirigidos. El paciente se atormenta constantemente pensando cómo funciona esto. Debe de participar una central o un aparato que dirige desde algún lugar todo el asunto, quizá desde el castillo. En las callejuelas estrechas, debía ser de las personas de quienes partiera la acción que le dirigía. Así, estaría dirigido de una perso­na a otra. No es que las personas de la calle no estuvieran incluidas en el asunto, o bien que fueran neutrales (El paciente se sonríe ante esta idea. ¡Tan imposible le parece la pregunta!).

Ha observado, además, que cuando conectan la corriente los latidos del corazón se aceleran: esto es muy notable.

El paciente, en otra ocasión, nos relata una vivencia que ha tenido en la sala. Estaba escribiendo, y todo naturalmente estaba «fabricado», como siempre, funcionando como por un mecanismo de relojería. Entonces oyó en él una «voz», o bien como una especie de inspiración de que debía ir a la mesilla de noche y sacar un cigarrillo. Esto lo hizo. Pero era la mesilla de noche de su compañero W. Este se quejó enseguida de que le había quitado un cigarrillo. No lo comprendió, porque sólo había hecho lo que le obligaba a hacer el aparato. Después, la escritura le resultó muy extra­ña. Simplemente, era algo fabuloso que se le ocurriese tan fácilmente, tam­bién que los pensamientos fluyesen rápidos y sin esfuerzo, todo iba mejor que antes, únicamente tenía que poner mucha atención para seguir la transmisión. Esto funcionaba de modo automático, como por un reloj. Era igual que en el exterior cuando se sentía «teledirigido». No le hacía falta pensar, le bastaba con escribir. Naturalmente, era necesario echar una oje­ada para que lo uno casara con lo otro. Al preguntarle si también la deci­sión de escribir una carta a su mujer había sido hecha por el aparato, nos contestó afirmativamente, después de un instante de vacilación.

Es evidente que vive un estado en el que, de hecho, incluso el más leve mo­vimiento voluntario de su cuerpo contiene la tonalidad de lo fabricado. Para ello aplica también este enfermo el concepto de corriente, acompañándolo de la imagen del aparato, con el fin de explicar la sensación.

Sobre la base de todas estas observaciones, nos parece muy probable que las vivencias que se describen con tanta frecuencia en los enfermos esquizofrénicos de encontrarse bajo una corriente, al igual que todas las vivencias de in­fluencia corporal, se deban a la apofanía en la esfera corpo­ral. .

También en el propio movimiento, es decir, en los movi­mientos del cuerpo, puede uno estar de modo irreflexivo en las cosas que la mano coge, o bien de modo reflexivo en el movimiento de la mano. También aquí la apofanía parece afectar solo al movimiento reflexivo. El movimiento irrefle­xivo del cuerpo se sustrae a ella, y sólo cuando la reflexión, por razones desconocidas, se ocupa de forma especial de to­dos los movimientos del cuerpo, surge aquella extraña vi­vencia que hace aparecer a todo movimiento literalmente como «fabricado», es decir, dirigido artificialmente.

Por otro lado, la piel es una superficie sensorial única y proporciona un «campo» táctil de muy compleja articula­ción. En todo instante del estado de vigilia este campo tiene una topología altamente compleja: la presión postural, la presión de los vestidos, el campo del frío y del calor, las sensaciones de tensión articulares y musculares, constante­mente cambiantes, constituyen los elementos de este campo. Todo esto, cuando existe en el ámbito de la apofanía ‑vi­venciado con la tonalidad de una significación especial co­mo hecho no natural, artificial‑, sería objeto de un estudio especial.

Cuando estas sensaciones destacan de modo parti­cular, surgen cuadros como el que Huber ha descrito recien­temente como variantes cenestésicas del proceso esquizofré­nico. Pero estas sensaciones corporales parecen adquirir un papel especial sólo a la luz de la fase apocalíptica, que va­mos a abordar ahora.

¡¡ esto no está en el DSM-IV ¡¡

........ver a continuación la esquizofrenia CENESTÉSICA DE HUBER..

Texto para estudio psicopatología – fenomenología corporalidad.

Función docente e investigadora.

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