Contenido

 

Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida

La vida en una caja

La embriaguez en Estanislao Zuleta y en Juan Rulfo

Pensar a Colombia: Marx, Nietzsche y Freud, los lentes que se puso Zuleta






Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida


Uno de los síntomas más visibles de la decadencia cultural en Colombia, es que uno de sus pensadores más relevantes, Estanislao Zuleta, aún es sumamente desconocido por la mayoría de las personas en el país. A pesar de que en algunos pocos sectores cultos de la sociedad se conoce la obra de Estanislao Zuleta, su lecciones, su legado, aún no ha llegado a inquietar y a transformar las formas retrogradas, dogmáticas y burocráticas que siguen prevaleciendo en las distintos escenarios de creación del conocimiento. Quizá la impronta trascendental de las enseñanzas de Estanislao Zuleta requerirá un tiempo más prolongado, dada las fuerzas imperantes de los modelos que siguen implantando la ignorancia y la tiranía. Pero lo que ya hemos comprobado, sin lugar a dudas, es que todo aquel que se acerca con interés y laboriosidad a su obra, ese alguien, ya estará impregnado y sin reversa en la cimentación del pensamiento crítico.


La vida y obra de Estanislao Zuleta en Colombia, fue la realización más exacta y contundente de la siguiente exhortación de Nietzsche: “¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida!”


En uno de sus cuadernos Estanislao Zuleta escribió:


“Lo único que tiene importancia en mi vida es el pensamiento. No importa cómo haya tenido lugar un pensamiento: si en el alcohol, contra el alcohol o al margen del problema; si en crispada lucha moralista-sartreana contra la «vida imaginaria» o en medio de una fantasía; si en la desgracia, el duelo, el sufrimiento o en la dicha: lo que importa es el pensamiento mismo, su diferenciación y su articulación, su mutación y continuidad. Es esto lo que realmente tiene historia, constituye una historia; todo lo demás, amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella; todo es secundario y derivado, es decir, relativo al papel que pueda haber desempeñado en el proceso de pensamiento.”


La lucha ejemplar de Estanislao Zuleta: haber logrado que toda su existencia fuese el pensamiento más alto de la vida.


Aquel chico autodidacta, que desafió el sistema educativo, con la ayuda de su maestro Fernando González y con la lectura apasionada de La montaña mágica de Thomas Mann, se convirtió en uno de los más grandes pensadores y maestros que ha tenido Colombia.


Efectivamente su vida se puede caracterizar así: amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella… Pero, como él mismo lo dijo, todo esto fue circunstancial, lo único que tuvo importancia en su vida fue el pensamiento.


Jorge Vallejo Morillo, en la biografía que hace de Estanislao Zuleta, La rebelión de un burgués, cita un juicio de María Antonia Garcés, una de las mujeres en Cali que tuvieron el privilegio de escuchar a Zuleta, que a mi parecer es la mejor definición que se ha podido hacer de nuestro pensador:


“Zuleta amó la vida apasionadamente y supo combinar los planteamientos más radicales, los cuestionamientos más intensos con el giro ingenioso, la carcajada libre, descomplicada… fue un intermediario, un mediador, un tentador. A través de su amistad, de sus conferencias magistrales, de sus ensayos y de sus libros, la inteligencia colombiana tuvo acceso a los grandes maestros del pensamiento occidental: a las grandes obras de la filosofía, desde Platón hasta Hegel, Marx y Freud; a las extraordinarias producciones de la novelística europea del siglo XIX y de la narrativa contemporánea. Como intermediario, Estanislao sirvió de enlace entre el mundo del conocimiento y el de la vida cotidiana que se nutre de sueños y de fracasos, de perplejidades y desengaños, fundidos en las realizaciones más prosaicas. Como mediador, Estanislao nos inició en la valoración del proceso, en la evaluación de la dificultad, en la aceptación de la muerte como parte intrínseca de la vida, no como algo externo a ella. Como tentador, nos enseñó a convertir los sueños en proyectos y a construir esos proyectos con el afecto y la esperanza que depositamos en un gran amor”.


Detengamos en algunos elementos biográficos, especialmente en aquellos que configuraron la grandeza del pensamiento de Estanislao Zuleta.


El amor más grande que tuvo Estanislao fue el de su madre, como ya es bastante conocido, su padre murió en el accidente del 23 de junio de 1935, en el aeródromo de Medellín, donde se chocaron dos aviones, aquel accidente donde morirían también Carlos Gardel y otras personalidades de Medellín. Su madre, se convertiría en su principal cómplice y lo apoyó siempre en todas su decisiones, así fueran tan controvertidas y contrarias a las convencionales costumbres burguesas, por ejemplo, la de abandonar el colegio para dedicarse a leer.


Nos cuenta Vallejo Morillo, que fue Fernando González, quien le mostró a Estanislao Zuleta el mundo de los libros: “Por lo general, González era el de la sugerencia de autores y libros. Su influencia sobre Estanislao, sin embargo, no era tanto, por las ideas de los textos como por su presencia misma, por la manera de ser de ese individuo delgado, burlón, con la cara triangulada como de genio. […] Le enseñó al joven Estanislao a leer a Schopenhauer, a Dostoievski y a Nietzsche, en su propia biblioteca o caminando por ahí, por los senderos de Otraparte.” Pero fue un libro en especial, el que marcó definitivamente su vida, La montaña mágica de Thomas Mann. Un poeta amigo de su madre se lo regaló diciéndole que tomara esa obra en serio, y Estanislao así lo hizo y ¡de qué manera!


Volvamos a la tensión con el estudio escolar, Vallejo Morillo nos relata: “Estanislao Zuleta terminó su instrucción primaria por pura inercia, por físico cansancio, con total falta de ganas. No le gustaba para lo que hacía, se le alborotaba el asma, se agitaba. […] Terminó la primaria ya viejo para el promedio de edad: once-doce años. […] A los trece ingresó por fin al bachillerato en el liceo de la Universidad Bolivariana. […] Finalizando el año, el rector Henao citó a Margarita para que acudiese a su oficina. Le encareció llevarse a ese muchacho para otra parte, que por favor se lo lleve porque no dejaba trabajar a sus profesores, que parecía saber más que San Agustín, que agradeciera que no lo expulsaba en consideración a esto y a lo otro. Pasó al liceo de la Universidad de Antioquia. Otros dos años la misma perdedera de tiempo. En 1951, a la edad de dieciséis años decidió ponerle fin a tanto dogmatismo y tanta aprenderá de cosas sin oficio. Le comunico su decisión a su madre; Margarita consultó con Fernando Isaza. Hubo revuelo grande. Tan grande que parecía que iba a romper para siempre los vínculos con la parentela. Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a toda la familia y les dijo: Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable. […] Ahora podría disfrutar de los aires frescos de Fernando González, de las gracias de León de Greiff, de las angustias que vivía con sus amigos; ahora tendría que ser consecuente consigo mismo y propender a su altísima existencia viviendo, como sus maestro, a la enemiga”.


Estanislao, el chico que no terminó el bachillerato, pero que al lado de Fernando González, inició el camino más profundo del conocimiento, y el que fundó el más grande amor por los libros. Más tarde Estanislao Zuleta expresaría: “En realidad mis preocupaciones en el orden cultural comenzaron de una forma completamente independiente de mis relaciones con la escuela, a través de las lecturas. Y lo que comenzó por ser independiente terminó por ser incompatible en muy breve tiempo: Esas lecturas tienen inicialmente dos nombres: Dostoievski y Thomas Mann. Luego vinieron Sigmund Freud y Carlos Marx. Sartre, Nietzsche, Kierkegard. Merlau-Ponty y Camus vendrían a ampliar el listado”.


Con sus amigos, organizó centros literarios, se inventaban una especie de juicios literarios donde evaluaban las obras. Estudiaron con gran pasión El Capital, y después de igual manera, emprendieron el estudio de la obra de Nietzsche y la de Freud: el psicoanálisis.


La vida en los cafés y en las tertulias fue el escenario predilecto de Estanislao. Vallejo Morillo nos cuenta: “Estanislao fue desde muy joven hasta el día de su muerte un hombre de café; en ellos se sentía cómodo, eran su ágora natural; en ellos conversaba a sus anchas, con los grupos afines, con los variados filios que congregaba, con los emboladores y las coperas, con un León de Greiff o con cualquier vecino de mesa amurallado entre botellas de cerveza y cerros de libros.


Eran los tiempos de la bohemia, de la lectura, de la política y del trago”.


En todas partes que estaba Estanislao, conformaba grupos de estudio donde enseñaba historia de Colombia, marxismo, literatura europea, psicoanálisis. Como dice su biógrafo, la pasión de Estanislao desde su adolescencia fue crear grupos de estudio.


Este intelectual sin título alguno comenzaría hacer llamado por la academia, llamado por las más prestigiosas universidades del país. Vallejo Morillo nos muestra varios testimonios de los que presenciaron, el fenómeno Zuleta en la universidad: “Él llegó y a los pocos días ya era el hombre de la universidad, copando la atención de estudiantes y profesores. Zuleta invitó a una crítica de la universidad, no sólo de la Santiago, de toda la universidad colombiana; invitó a concentrarse en textos universales que encarnaban realmente la cultura de occidente, incluyendo a los clásicos. Inició sus conferencias con Platón, con Aristóteles, con los socráticos y en general con los dramaturgos griegos, Sófocles, Esquilo. Todo esto era totalmente nuevo en la universidad y en la ciudad. Una conferencia de Estanislao se llenaba de tal manera que era muy difícil encontrar un puesto, se debía escuchar desde los corredores. Luego vinieron Freud y Marx, Tolstoi y Dostoievski. Las charlas de ese hombre se convirtieron en la cátedra universal. […] Empezaron a circular los griegos, Freud, Marx, Kant, Hegel, Nietzsche, Spinoza, Heidegger, Sartre, Schopenhauer, los existencialistas europeos, Lacan y los grandes de la novela decimonónica del viejo continente. Todos los prevenidos antes las presuntas dificultades de esos textos quedaron sorprendidos ante la facilidad con que Zuleta los presentaba”.


“Hablaba de todo; un día hablaba de Nietzsche, otro de Marx, otro de Freud, luego de Dostoievski. Eso se fue llenando de estudiantes. La gran capacidad de Zuleta, su personalidad y su cultura contrastaba con la mediocridad de los profesores que nadaban repitiendo cositas de libros. Sus clases eran impresionantes; no solamente se llenaba con los estudiantes matriculados en Economía, gente de toda la universidad asistía a punto de que muchas de esas clases debieron ser trasladadas al teatro de la universidad”.


Estanislao, probó con su experiencia, que la relación con el conocimiento estaba más allá de las aulas represivas, dogmáticas y burocráticas del fracasado sistema educativo del país. Un hombre que sin título alguno, ascendió a las cumbres más altas del conocimiento, como nunca nadie lo había hecho así por estas tierras.


Estanislao Zuleta, como un guerrero infatigable del conocimiento se dio cuenta que estaba solo. Los militantes de izquierda no dejaron de ser los dogmáticos evangelizadores de una nueva verdad. Los académicos no dejaron la esterilidad y vanidad de sus burocracias universitarias. Los políticos que consultaban a Estanislao sobre Derechos Humanos y democracia, luego seguían con sus políticas de exclusión tiranías e ignorancia, Colombia se hundía en el precipicio de la muerte. Y Estanislao en la más profunda soledad. Sus desengaños estaban profundamente enmarcados, en la dramática y constante comprobación de que sus compatriotas, no sólo no escogían el pensamiento como forma de acción, sino que lo tomaban, como otra forma de vanidad y siempre para no cambiar nada. La vida pequeño burguesa, pretendió esclavizar a Estanislao dándole títulos honoríficos tan solo, para que se volviera un profesor de horarios y burocracias. También como académico, fue contratado por el gobierno para discernir sobre política, para luego no tener en cuenta nada de lo que Estanislao proponía. Pero él, no creyó en esas trampas de estabilidad institucional y laboral, y se quedó en su soledad, sus libros y su licor.


Estanislao tiene toda la razón al decir que lo más importante en su vida fue el pensamiento, porque tal cual fue su existencia, la elaboración más alta del pensamiento. Yo creo, sin lugar a dudas, que el maestro más grande que ha tenido Colombia ha sido él. Él lograba comprender las ideas más complejas del arte, la filosofía y la ciencia, y tenía la capacidad, y la voluntad de enseñar luego, de la manera más sencilla y clara – y no por ello restando profundidad en el análisis – todo este conocimiento, a todas las personas habidas de saber.


En un ensayo titulado Tribulación y felicidad del pensamiento. Estanislao Zuleta nos brinda una definición de lo que es, y lo que no es el pensamiento: “Al pensamiento le es siempre necesario, inevitable descomponer, desarticular un sistema de supuestas evidencias y de interpretaciones previas, porque es el trabajo que resulta de una crisis de ese sistema. Y también un intento de restructuración, de formación de nuevos vínculos y formas de determinación, de generalización y sistematización. Con sus pérdidas y sus conquistas esta puesta en relación y en perspectivas de una crisis personal y una crisis histórica no se puede propiamente enseñar.” Y es acá…. donde se diferencia el pensamiento, el sublime, complejo y profundo pensamiento, de una simple instrucción y adquisición de algún conocimiento. Se busca y se ama el pensamiento, porque es decisivo para la existencia y para resolver la vida.


Nos sigue diciendo Zuleta: “Uno de los rasgos del pensamiento que aquí queremos destacar consiste en que su carácter corrosivo y su virulencia no se deja delimitar a un tema determinado y particular, ni se puede tener un control previo de sus consecuencias. Parece por el contrario poseer una vida propia, extiende sus ramificaciones a los más diversos campos, contamina las creencias y convicciones que parecían más alejadas de su punto de partida y por lo tanto afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida; de tal manera que una vez puesta en marcha, nos sentimos impulsados a poner la más violentas resistencias a su peligrosa proliferación y a su tendencia a seguir sacando implacablemente sus consecuencias”.


Insistamos, el pensamiento afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida… lo otro es una simple instrucción. “Es perfectamente posible conocer la aritmética, la biología, la economía sin haberlas pensado nunca. […] Uno de los logros más nefastos de nuestra civilización: el experto y el científico que hacen aportes y que, fuera del campo de su especialidad, son las ovejas más mansas del rebaño, se atienen a las ideas y a los valores más dominantes y conservan incontaminadas por su saber, las más extravagantes creencias con tal de que sean lo suficientemente tradicionales y colectivas, como para que no les planteen problemas en su medio”.


Bueno…. además falta una aclaración fundamental. Nos dice Zuleta: “Pero si el pensamiento fuera solamente duelo, soledad, y angustia, seguramente no existiría. Es necesariamente también sentimiento de liberación, de nuevo nacimiento, autoafirmación”.


En su célebre ensayo Elogio de la dificultad Estanislao Zuleta va a señalar algunos elementos relevantes que son adversos al pensamiento.


En primer lugar, señala una tendencia nefasta, que en muchas ocasiones permanece inconsciente, de seguir relacionándonos con el mundo, de la misma manera dogmática, las representaciones religiosas que siempre se han querido imponer. Y así, de esta manera, algunas elaboraciones de la ciencia y la filosofía se utilizan como dogmas, un ejemplo, convertir la asombrosa y colosal obra de Marx, en un dogma, en un evangelio. “En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido”.


En segundo lugar, señala aquella tendencia petulante y narcisista de ser incapaz de tener en cuenta el pensamiento del otro, y peor aún, de disfrazar la tendencia autoritaria de quererse imponer. “En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo”.


En tercer lugar, un elemento que ya se ha señalado: el pensamiento es todo lo contario a la comodidad, a lo fácil. “Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades”.


Y por último, respecto de los elementos adversos al pensamiento, Estanislao Zuleta, hace una alusión contundente. “Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón”.


A Estanislao, lo describe mejor esta idea que alguna vez fue escrita para caracterizar a Nietzsche. Creo que se le puede aplicar perfectamente a Estanislao.


“Con el pensamiento de este filósofo no se llega a ninguna parte, no hay en él ninguna conclusión, ningún resultado. En [Nietzsche decía Safranski, en Estanislao hoy digo yo] encontramos solamente el propósito de aventura, de la interminable aventura del pensamiento”.




La vida en una caja


Para ser exactos, no es solo una caja, son diez cajas donde reposan los archivos personales de Estanislao Zuleta en el cuarto piso de la biblioteca de la Universidad de Antioquia.


Cansado de ser el biógrafo inexistente, le robé tiempo al tiempo, y me fui en la tarde-noche a ver, por fin, tales archivos, a antojarme no más, porque sé que no tengo tiempo para la anhelada biografía. De hecho, el tiempo solo me dio para ver la primera caja.


¡Y qué tal que no fuera funcionario público! Si hubiese ido un ser humano normal, «pata en el suelo» como dicen en Venezuela, es decir, sin carnet de la Contraloría General de Antioquia, no hubiera podido pasar de la portería de la universidad. De nada sirve ser historiador egresado de la Universidad Nacional. El archivo está abierto hasta las ocho y cuarenta y cinco de la noche, pero a los visitantes solo les está permitido el ingreso a la universidad antes de las cinco o seis de la tarde. O sea, que dicho de otro modo, un Estanislao Zuleta cualquiera que nunca terminó el bachillerato, en estos tiempos, jamás podría entrar al Alma Máter de la ciudad, a estudiar e investigar sobre la vida de alguno de los eméritos intelectuales antioqueños. ¿A dónde fueron a parar tus papeles Estanislao?


En Venezuela conocí universidades donde no existen muros limítrofes, ni rejas, ni sistemas de seguridad ultramodernos en las puertas; es que de hecho ni había puertas, simplemente la universidad pública se mezclaba literalmente con la ciudad, a una cuadra estaba uno en un mercadillo y a la otra, sin uno percatarse y ya estaba en una facultad.


Pero no quiero criticarle todo a la universidad, en verdad, tienen muy bien protegidos y preservados los papeles del maestro, alguien tiene que hacer ese trabajo.


Yo, entre pues con mi carnet de funcionario público y aprendí como tramitar permisos posteriores.


Confesión: ya va, en menos de un mes, dos veces que utilizo las influencias de mi cargo para acceder más fácil a los archivos personales de mis escritores favoritos, hace una semana Tomás Carrasquilla, ayer Estanislao Zuleta. ¿Cuándo un «pata en el suelo» podrá acceder al conocimiento, al buen conocimiento, sin tener que pagar una matrícula en el cada vez más privatizado sistema de educación de nuestro país?


Volvamos a la caja.


Lo primero que encontré fue la libreta de calificaciones de Estanislao Zuleta, del Liceo Antioqueño de la U de A. El Alumno Zuleta Velásquez Estanislao solo cursó cuatro años de bachillerato, es decir, en el lenguaje de hoy, solo llegó hasta noveno, después se retiró, pero esa historia ya nos la sabemos.


En primer de bachillerato quedó habilitando Dibujo y Escritura. En segundo de Bachillerato quedó habilitando Inglés e Historia. En tercero de bachillerato quedó habilitando Algebra y Francés. Y en cuarto de bachillerato no habilitó pero porque se fue, porque si no le hubiese tocado habilitar de nuevo Algebra y Francés. Y valga anotar que el resto de las materias las pasó raspado, ninguna con más de tres. Ese fue el historial académico oficial del que se iría a convertir en el intelectual más importante del país, por fuera de la escuela.


Después encontré la partida de matrimonio de la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria del año 1967 cuando se casó con María del Rosario Ortiz. ¿Quién habría hecho casar por la iglesia a ese ateo y comunista?


Luego encontré los papeles notariales de divorcio del mencionado matrimonio.


Y después para gran sorpresa mía, su registro de defunción. La muerte, aquella a la que nunca nos acostumbramos. Fecha y hora de defunción: 17 de febrero de 1990, hora 10:00 pm. Causa del deceso: Infarto del miocardio.


Luego encontré los convenios con las instituciones académicas del país que por fin en algún momento se dieron cuenta que: “El profesor Estanislao Zuleta representa uno de los más importantes valores culturales e intelectuales del país”.


Después pude ver algunas de sus cartas, sus manuscritos, lamenté no haber aprendido a leer y a escribir en letra pegada, porque casi no logré leer. Qué vergüenza. Qué dirían mis profesores de paleografía y diplomática en la universidad. ¡Qué historiadores los de estos tiempos que no logran descifrar siquiera un manuscrito del siglo XX escrito en lapicero con letra pegada, qué haría este sujeto en un archivo colonial!


Pero además Estanislao era muy desordenado para escribir, se nota que unas veces trataba de escribir despacio y le quedaba una bella letra pequeña bien puesta en su sitio, pero la mayoría de las veces, se ve que iba agarrando impulso y velocidad, y las letras se iban espaciando hasta casi convertirse en garabatos, las letras de Estanislao parecen que se fueran volando del papel. Descifré pues algunas cosas, pero me cansé. ¡Ah que biógrafos! a este ritmo. Pensé que menos mal finalmente no iba a hacer la biografía porque si no tendría que pagar a un asistente que me descifrara esta letra.


El tiempo se iba acabando. Iban a cerrar. En la caja solo quedaban unas entrevistas y algunos libros editados ya conocidos, unos artículos de mi viejo maestro Antonio Restrepo sobre Estanislao y las primeras clases de Estanislao Zuleta sobre Platón y Aristóteles.


Una extraña tristeza se apoderó de mí. Tantos periplos de una vida palpitante en Colombia para un infarto del miocardio y terminar en una caja.


Recordé la pregunta perspicaz y desafiante que me hiciera hace pocos días mi maestro Ernesto García Posada: -¿Y para qué quieres hacer una biografía de Estanislao Zuleta? Y después de tanto tiempo de haber quedado esa pregunta en el aire, ayer me respondí: - en verdad, ¿Pará qué? ¿Para llenar más cajas?


A propósito de cajas, recordé que me quedaban faltando nueve por revisar, y me marché.




La embriaguez en Estanislao Zuleta y en Juan Rulfo


Críticos, comentadores, biógrafos, aduladores puritanos y custodios de opiniones oficiales, tratan de juzgar las vidas y obras de Estanislao Zuleta y Juan Rulfo sin mencionar el gusto que ellos tenían por el alcohol, o reduciendo al máximo el hecho que ellos, además de escribir y de pensar como pocos, también como a muchos les gustaba beber.


No se trata de hacer aquí un elogio al alcoholismo para hacerle contra peso a las condenas puritanas que siempre vienen con un buen grado de hipocresía. Beber en demasía, sabemos, siempre causará problemas con los seres cercanos, con el dinero, con el trabajo, con la salud; eso ni siquiera tiene discusión, pero esa no es la cuestión, cada cual debe encontrar su punto de equilibrio. La sociedad cristiana burguesa condena algunas adicciones pero aprueba otras, y no menos peligrosas, por ejemplo, la adicción a consumir compulsivamente “siempre y cuando se guarde la compostura y se respeten las reglas del mercado”.


Tanto Estanislao Zuleta como Juan Rulfo admitieron que la embriaguez hizo parte de sus vidas. Y lo hacían sin dramatismos. No se entiende por qué algunos quieren ocultar esta parte de sus vidas. Ellos en todo eran dionisiacos.


Obsérvese estas dos declaraciones:


“Pienso que en lugar de ponerme a escribir [Pedro Páramo] debí haber ido a emborracharme, cosa que hice cuando terminé la novela; pero viendo los resultados, sigo pensando que mejor hubiera sido agarrar una papalina y dejar en paz a Pedro Páramo. No sé, tal vez fue hasta cierto punto una especie de embriaguez la que sentí mientras contaba ese largo cuento de Comala”. Juan Rulfo.


“Lo único que tiene importancia en mi vida es el pensamiento. No importa cómo haya tenido lugar un pensamiento: si en el alcohol, contra el alcohol o al margen del problema; si en crispada lucha moralista-sartreana contra la «vida imaginaria» o en medio de una fantasía; si en la desgracia, el duelo, el sufrimiento o en la dicha: lo que importa es el pensamiento mismo, su diferenciación y su articulación, su mutación y continuidad. Es esto lo que realmente tiene historia, constituye una historia; todo lo demás, amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amista (inspiradora) o sin ella; todo es secundario y derivado, es decir, relativo al papel que pueda haber desempeñado en el proceso de pensamiento”. Estanislao Zuleta


Dichosos los seres que lograron convertir su embriaguez en creación.


Ocultarle a estos dos titanes del pensamiento su gusto por la embriaguez, creo que es un favor innecesario y puritano.


Cuántos abstemios hay por el mundo moralizando sin crear nada, o peor aún, acumulando riquezas, prolongando explotación y violencias de todo tipo… eso sí, en mucha sobriedad.


En Estanislao Zuleta y Juan Rulfo de la embriaguez a la creación, luego, de la creación a la embriaguez una vez más.


Cinco años después de haber escrito este artículo, Morella Zuleta, hija de Estanislao Zuleta, tuvo la generosidad de compartirme un breve y desconocido texto de Estanilao, que él había titulado «Alcohol». Lo comparto, es breve, pero, inmensamente bello. Ahora este artículo tiene un mejor final:


“ALCOHOL

Apagar ese foco de luz deslumbradora,

adormecer las fibras inundadas del mundo,

hacer callar las voces que llaman otra

aurora…

Y sin embargo, continuar amando, seguir

creyendo en la vieja promesa,

continuar otra vez, una mas, hasta que la

búsqueda conduzca a otra empresa,

una empresa tenaz, larga, atrevida, capaz de

sacudir las bases del saber

y de calar el fondo de la vida, acaso así, la sensibilidad exacerbada, podrá integrar la sensibilidad del ser hasta la misma muerte desatada”.

Estanislao Zuleta




Pensar a Colombia: Marx, Nietzsche y Freud, los lentes que se puso Zuleta


Si somos consecuentes con una de las principales enseñanzas que nos dejó Zuleta: aquella idea de no convertir ningún pensamiento en otro absoluto, en una verdad religiosa, en algo intocable e inmutable; no evocaremos su obra como un dogma establecido. Y aquellos tres pensadores, y la lectura que hizo Zuleta de ellos para entender el mundo, Marx, Nietzsche y Freud, tampoco serán pensados como los portadores de una nueva verdad. Es ya bastante conocido que muchos pensadores y algunas escuelas han tratado de cruzar las obras de los “filósofos de la sospecha” como los llamó Paul Ricoeur; en mi opinión, en Colombia, quien logró la proeza de juntar estas tres obras, de cruzarlas con un espíritu crítico y sin idolatrías, fue Estanislao Zuleta. Él utilizó el pensamiento, no por un simple ejercicio intelectual narcisista, sino para plantear preguntas al mundo moderno, y entre tantas incógnitas, hoy elegiremos una cuestión que lo ocupó a él, que nos ha ocupado a muchos, una cuestión que a veces nos atormenta bastante: ¿cómo entender a Colombia?


Marx, Nietzsche y Freud, no fueron los únicos pensadores que Zuleta tomó, pero, creo que todos estamos de acuerdo, que ellos tres fueron una base fundacional de su propio pensamiento.


En el año 1984, Delfín Ignacio Grueso, le hizo una entrevista a Estanislao Zuleta, y él allí aclaró lo siguiente:


“Por casualidad me encontré en la biblioteca de un tío cuatro tomitos con el misterioso nombre de la Interpretación de los sueños de un señor Sigmund “Freú”, como yo decía entonces. Me los prestó y me encantaron. Tendría dieciséis años. Desde ese entonces he continuado leyendo a Freud permanentemente. He pasado por el existencialismo, por el marxismo y por todo lo que posteriormente se ha considerado, en diversos momentos, opuesto al psicoanálisis, sin que yo en este punto haya cambiado de opinión. […] Con Freud, por decirlo así, todo cambia. Cuando se trata de pensar al hombre en términos de necesidad, o en términos de trabajo, se ignora un punto importante: el hombre es un animal simbólico”.


Este es el primer lente que se puso Zuleta para pensar la vida humana, como él lo advierte ahí, nunca abandonó esa premisa para entender lo humano.


También sabemos que muy pronto, en su juventud, Zuleta ya había incorporado en sus pasiones no sólo a Freud, sino a Nietzsche y a Marx y a muchos otros: “En realidad mis preocupaciones en el orden cultural comenzaron de una forma completamente independiente de mis relaciones con la escuela, a través de las lecturas. Y lo que comenzó por ser independiente terminó por ser incompatible en muy breve tiempo: Esas lecturas tienen inicialmente dos nombres: Dostoievski y Thomas Mann. Luego vinieron Sigmund Freud y Carlos Marx. Sartre, Nietzsche, Kierkegard, Merlau-Ponty y Camus vendrían a ampliar el listado”.


También, en medio de tan amplias obras, podemos rastrear lo esencial, el pivote de lo que tomaría Zuleta, de Marx y de Nietzsche, para siempre. En la misma entrevista de Delfín Ignacio Grueso, aclaró: “La mejor crítica a la división capitalista del trabajo, la más rica, la más enriquecedora, se encuentra sin duda, en El capital en los capítulos XI, XII y XIII del primer tomo, pero Nietzsche tiene la misma idea. En la división capitalista del trabajo encuentra un empobrecimiento del trabajador a causa de un trabajo insensato, en el que no se puede reconocer, porque consiste en una tarea mecánica repetitiva. Y hace una observación que también hace Freud. A diferencia de Marx, que ve allí solo el horror en que cae el hombre por obra de la división mecánica del trabajo que convierte al obrero en un apéndice de la máquina, Nietzsche ve allí una droga, algo que termina por gustarle para escapar de la angustia”.


En este punto, creo que podemos proponer unas bases de la interpretación de Zuleta, no sólo para pensar a Colombia, sino a la humanidad actual: en el mundo del capitalismo, el ser humano, aquel extraño animal simbólico, se ve reducido a una operación mecánica de producción, una arandela más en un modo de producción, el ser humano, queda reducido a una operación, y lo peor, aquella nueva reducción de sus existencia, le termina “gustando”; se acomoda, no hay nada más qué pensar, “trabajo en un horario tal, soy funcional, descanso y trabajo, cobro un sueldo, funciono”… no hay nada más que pensar. Bueno, el que se quedó sin trabajo, peor….pero, no nos adelantemos a los problemas.


Estanislao, con su increíble capacidad de síntesis resume en dos preguntas el aporte esencial del psicoanálisis y el marxismo para comprender la sociedad:


“¿Qué puede ser el psicoanálisis, si se lo asume a fondo, más que un “atrévete a saber”? ¿Qué puede ser el marxismo sino la idea de que un pueblo está oprimido porque no sabe que está oprimido?”


Atrevámonos a decir pues: Colombia es un pueblo que está oprimido porque no sabe que está oprimido.


Esencialmente, ¿cómo describía, Estanislao Zuleta, el caso de Colombia? En una entrevista que le hizo, Hernando Villa Garzón, en el año 1983, éste le dijo: “En un país como Colombia no se ha producido nunca una revolución porque nunca se ha producido una revolución en un país que tenga la mayor parte de la población en las ciudades. Esa no era la situación de Rusia, ni de China, ni de Cuba, ni de Argelia. Eso nunca se ha producido. Partamos de este problema. El grado de desarrollo colombiano corresponde a un capitalismo incipiente, dependiente, pero suficientemente desarrollado como para haber descompuesto las formas pre-capitalistas –pequeña propiedad campesina y artesanal- en un grado muy alto. En un país así no se ha producido nunca una revolución”.


Esta idea es muy importante porque nos explica, que nuestros males no son el “castigo de una calamidad infinita”, ni mucho menos, que nuestra identidad sea sólo ser un pueblo de reaccionarios, godos, la derecha de América latina. Quizá, en ese tránsito de sociedad rural, que por exclusión social y por la violencia, donde nos convertimos en una sociedad de sólo cuatro ciudades masificadas, allí en ese desarraigo, en ese complejo proceso urbano y negación del campo, están las claves para comprender por qué Colombia se ha negado a una revolución social. Un ejemplo, en el plebiscito sobre los acuerdos de paz de Colombia del 2016, muchos de los que votaron NO, fueron personas de la ciudad que nunca vivieron directamente la guerra que ha padecido el campo durante décadas. El Sí predominó en las regiones periféricas, en las zonas más alejadas; en los centros urbanos, la zona andina, ganó el NO. Creo que el arribismo, producto de cierta comodidad alcanzada en la ciudad, es un fenómeno que aún no se ha estudiado suficientemente. Acá no importa la paz del campo, acá importa la prosperidad y la seguridad de la ciudad; ya sea por el trabajo, ya sea por la mafia, en la ciudad existe otra Colombia.


En esta misma entrevista, Estanislao dice algo, profundamente estremecedor y actual: [En Colombia] “no se puede hacer una reforma urbana con los ospinistas o con los turbayistas, porque ellos son acaparadores de la tierra urbana, enriquecimiento sin causa han tenido y quieren seguir teniéndolo; no se puede hacer nada contra los terratenientes de la Costa Atlántica, con el alvarismo; no se puede hacer nada para mejorar la situación de los trabajadores, con el lopismo y con la gran burguesía”. ¿Alguien tiene una mejor explicación que la anterior para nombrar lo que sigue pasando en Colombia? Permítanme agregar, algo que se me ocurre, “Alvarismo” hoy, de Álvaro Uribe Vélez.


Como estamos hablando de Estanislao Zuleta, acá no hay recetas, sino preguntas. Pero, aun así, los ideales estaban también definidos. En una conversación con Umberto Valverde en 1980, Estanislao dijo: “Marx prometía el acceso a una comunidad, bajo la forma de una empresa común, que le daba un sentido a la vida, no en otra vida después de la revolución, sino en una vida digna de vivir. Eso fue Marx para mí y eso sigue siendo”. Estanislao criticó todo tipo de dogmatismo y mucho más en la política. Pero, permaneció convencido de que fuera lo que fuera, el cambio sólo vendría en un sueño colectivo, en una comunidad, el individualismo era y sigue siendo la muerte, la soledad. Colombia tiene que buscar sus caminos en sueños colectivos, la burguesía y los terratenientes de Colombia nos siguen llevando por abismos. ¿Cuándo la unidad del pueblo? ¿Cuándo la unidad del pueblo en la ciudad? Por eso, me parece muy afortunado, el título de este encuentro: “Hacia una democracia de la vida cotidiana”, es decir, de nuestra vida en la ciudad, como individuos aislados, en una competencia por el triunfo burgués individual, no. La democracia de nuestras vidas en la ciudad, como pueblos, es decir, como seres con vínculos con los demás. ¿Democracia? ¿Cómo individuos solos? Ahí está reducida la democracia, en el juego electoral que seguramente elegirá y prolongará el poder de los mismos terratenientes y grandes burgueses.


Respecto del psicoanálisis también aclaró: “La práctica psicoanalista tiene un elemento que es esencial es una lucha contra lo que nos esclaviza y sobrepasa, contra nuestras inhibiciones, compulsiones de repetición, síntomas, angustias, represiones”. Y advierte que el psicoanálisis también puede caer en la trampa de solo ser un negocio. “Un buen negocio, el psicoanálisis [a veces queda], como tantas otras cosas, sometido a la división capitalista del trabajo y la exigencia de la especialización”. Los marxistas, cometiendo los mismos errores del dogma ideológico, y algunos freudianos, analistas y analizados, en unas nuevas cofradías encerradas en sí mismas, donde no aparece la sociedad. El reino del individuo, no más. Agrega Estanislao “El psicoanálisis no puede ser un procedimiento de adaptación a la existencia, a las instituciones”. Agrego yo, una moda de ciudad.


¿Y qué pasó con Nietzsche? El otro lente que se puso Zuleta. Indudablemente, Estanislao, atacó todas las tergiversaciones que se hicieron de la obra de Nietzsche, la más grotesca, asociar su pensamiento al nazismo. O reducirlo a una exaltación del irracionalismo. Algo que Estanislao, también, criticó. Nietzsche fue un liberador, cómo el hombre es capaz de vivir “después de recibir la noticia de la muerte de Dios, o de concebir la vida como lucha”. Como bien lo expresó, Giorgio Colli, en un aforismo que tituló: “Falsa victoria sobre la moral”: “Ahora que todos los tabúes han sido superados, ridiculizados, sólo queda eliminar la hipocresía. Pero la hipocresía es el último baluarte donde la fuerza de la moral, rastreada por todas partes, ha encontrado refugio”.



No debe asombrar a nadie, la constatación de que en Colombia prevalece, en la vida cotidiana, en nuestras ciudades, en nuestra sociedad, predomina el individualismo burgués, la exclusión social y la moral religiosa. Decía Zuleta: “La mayor fuerza de la burguesía es la dispersión de las masas”. […] y en una conversación con Aida Calero en 1985 agregaba: “No nos engañemos en cuanto a Colombia. En nuestro país hay libertad de todo; todo el mundo puede opinar lo que quiera, por ejemplo, pero preguntémonos: ¿qué puede opinar una población que no puede entender el proceso que vive la nación? Porque para opinar se necesita un mínimo de formación. Una nueva organización democrática no puede ser, por lo tanto, solamente política, un partido para votar. Claro que se vota, y dos o diez candidatos exponen sus programas, pero lo hacen a una población que es ignorante. Así como hay una democracia sindical, tiene que haber una democracia generalizada, o sea que la gente tenga la posibilidad de defender sus derechos. Nadie puede hacerse una ilusión de que realmente en nuestro país existe un equilibrio en términos de poder. Lo que quiero decir es que sabemos que el derecho existe para cualquiera; así lo dice la Constitución pero la Constitución es un libro y la sociedad no. Pero no sucede lo mismo con las posibilidades. Y mientras éstas no sean efectivas no podemos hablar de una sociedad democrática en Colombia”.


No quiero dejar una sensación apocalíptica, ni de desolación total. Creo que esta es una buena oportunidad, para que los movimientos sociales, los partidos políticos progresistas, la izquierda en toda sus versiones, las corporaciones culturales, los colectivos académicos, todas las formas colectivas de construcción, echen un nuevo vistazo a la obra de Zuleta, no para hacer un nuevo evangelio y hacer un nuevo santo, sino para tomar sus aguijones, sus ideas y repensarnos como sociedad. No sólo él, claro está. Pero, yo estoy absolutamente convencido, que una nueva lectura de Zuleta para entender a Colombia, ayudaría mucho en estos momentos. En Zuleta no hay lugar a los derrotismos o a los optimismos delirantes, es siempre el camino a la realización del pensamiento y no para quedarnos en la contemplación sino, para pasar a la acción. Reitero, no a la acción individual, sino a la acción colectiva. Recuerden la bella conferencia del año 1982, “Idealización en la vida personal y colectiva”, quiero recordar con un párrafo de lo que Zuleta dijo en esa ocasión:


“Si resulta tan difícil combatir la explotación, la dominación y la escandalosa desigualdad, ello se debe desde luego, por una parte, a la resistencia de los explotadores y a su poderío económico, ideológico y militar; pero también, por otra parte, a la dificultad de construir un espacio social y legal en el que puede afirmarse la diferencia y la controversia y producirse un acuerdo real, es decir relativo, revisable, modificable, en lugar de buscar una comunión de las almas”.


No seamos pretensiosos. No se trata de explicar TODA la interpretación marxista, freudiana o nietzscheana que hizo Zuleta de la sociedad. No se trata de llenar cuartillas con citas de cada uno de los posibles análisis, crear un “manual Estanislao Zuleta, un recetario”, nada de eso serviría; quizá sí, se puedan llenar anaqueles con trabajos eruditos, tesis y más tesis para dormir el sueño de los justos. Muchos doctos de ayer y hoy se pavonean con su erudición, disfrazados con sombreros oscuros o bufandas afrancesadas , van jugando su rol de intelectuales, pero aquella fastuosidad y aquellos vestidos, parecen disfraces de niños de Divercity, al rato me pongo el disfraz de bombero, o de cocinero o de intelectual, pero, todo se queda en representación, en una puesta en escena, para que digan ahí va el que sabe más de Zuleta, el que sabe más de Freud, el que sabe más de Nietzsche, el que más sabe de todos los temas habidos y por haber…. Pero, esa erudición queda siempre de espaldas a la sociedad, en camarillas, en nuevas cofradías. Si algo mostró Zuleta, es que el pensamiento se utiliza es para tratar de transformar la sociedad, de poner el pellejo, de vivir la vida hasta las últimas consecuencias. Estanislao trató de establecer un diálogo con todos los mundos posibles, cómo llevar unas obras tan abstractas, al entendimiento y a la conversación con los desarraigados, con el ciudadano de a pie, con el campesino; pero no para remplazar sus trajes de pueblo, con un nuevo ropaje de intelectuales, sino para tratar de resolver los problemas concretos de la política y la cotidianidad. Habrá que repensar las colectividades políticas sociales, por su puesto. Se trata de estar vivos. Se trata de develar que “estamos oprimidos, porque no sabemos que estamos oprimidos”, si el pensamiento no es para desacomodar nuestra existencia, para mover y conmover las certezas y los privilegios individuales, sino es para transformar nuestra cotidianidad, sino es para hacer política de una manera distinta a como se ha hecho hasta ahora, sino logramos construir colectividades que vuelvan a tomar el desafío de repensar a Colombia, ese pensamiento poco servirá. ¿Qué pasa en nuestras ciudades? Somos los hijos, las hijas, los nietos desarraigados de unos abuelos que por violencias y exclusión salieron del campo a la ciudad, y sí, quizá estamos más cómodos, algunos han alcanzado una comodidad burguesa, cierta estabilidad; pero estamos rodeados de nuevas olas de desplazamientos, de trabajo informal, de desempleo, de mafias, de exclusiones, sigue una oligarquía financiera y terrateniente prolongando su poder, sus estructuras clientelistas y electoreras siguen intactas; ahora, no es que yo haya perdido el enfoque del foro, y ahora esté pasando al panfleto político, y vaya a anunciar por quién hay que salir a votar; aunque no se puede negar el entusiasmo actual por aquello de que “estamos listas”, (publicidad política no pagada); pero, debemos abrir como éste, ese y muchos nuevos horizontes políticos más. ¿Cómo construir nuevas colectividades con capacidad de transformar nuestra ciudad, nuestros entornos urbanos? ¿Cómo reestablecer unos nuevos lazos con el mundo rural? ¿Cuándo vamos hacer un diálogo campo-ciudad? Sabemos que la sociedad, por ejemplo, antioqueña aún se prolonga en oligarquías financieras y conservadoras, ideologías guerreristas. El asunto decisivo es que si nos hemos encontrado para recordar a Estanislao Zuleta, si volvemos a sus libros a sus conferencias, es para retomar las preguntas, hacer otras nuevas y continuar con el “el elogio de la dificultad” pero, no como texto aprendido de memoria para recitar, sino como acicate para nuevas acciones liberadoras. No nos podemos ponernos a llorar, a rasgarnos las vestiduras porque los ecuatorianos nos llevan ventaja en verraquera. Tenemos que descifrar el enigma colombiano, tenemos que reinventarnos.


No, no hay recetas. Quería terminar esta intervención con una cita deslumbrante de Zuleta, una nueva oración más eficaz que un versículo del evangelio; pero no, no lo voy a hacer, no quiero reducir a Estanislao Zuleta a una cita más con su respectiva nota de pie de página, para calmar la buena conciencia académica. O ya iba a terminar con una cita de Bolívar….”El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz, y se nos quiere volver a la tinieblas….” estoy que termino la cita, pero no.


Estanislao Zuleta, siempre se me aparece con su sonrisa, -como también se me aparece Michel Serres, sonriendo-, y se me antoja, que aún nos siguen diciendo -con aquella jovialidad autentica que caracteriza a los espíritus libres-, nos dicen algo que más o menos se puede expresar así: la primera revolución que la vida espera de nosotros, es que seamos inteligentes; que no nos dejemos adormecer, nunca, ni por el oprobio, ni por los privilegios.


Mis escritos sobre Estanislao Zuleta - Frank Bedoya - EZ.pdf