Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida

Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida

-Versión 2016-

Uno de los síntomas más visibles de la decadencia cultural en Colombia, es que uno de sus pensadores más relevantes, Estanislao Zuleta, aún es sumamente desconocido por la mayoría de las personas en el país. A pesar de que en algunos pocos sectores cultos de la sociedad se conoce la obra de Estanislao Zuleta, su lecciones, su legado, aún no ha llegado a inquietar y a transformar las formas retrogradas, dogmáticas y burocráticas que siguen prevaleciendo en las distintos escenarios de creación del conocimiento. Quizá la impronta trascendental de las enseñanzas de Estanislao Zuleta requerirá un tiempo más prolongado, dada las fuerzas imperantes de los modelos que siguen implantando la ignorancia y la tiranía. Pero lo que ya hemos comprobado, sin lugar a dudas, es que todo aquel que se acerca con interés y laboriosidad a su obra, ese alguien, ya estará impregnado y sin reversa en la cimentación del pensamiento crítico.

La vida y obra de Estanislao Zuleta en Colombia, fue la realización más exacta y contundente de la siguiente exhortación de Nietzsche: “¡Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida!”

En uno de sus cuadernos Estanislao Zuleta escribió:

“Lo único que tiene importancia en mi vida es el pensamiento. No importa cómo haya tenido lugar un pensamiento: si en el alcohol, contra el alcohol o al margen del problema; si en crispada lucha moralista-sartreana contra la «vida imaginaria» o en medio de una fantasía; si en la desgracia, el duelo, el sufrimiento o en la dicha: lo que importa es el pensamiento mismo, su diferenciación y su articulación, su mutación y continuidad. Es esto lo que realmente tiene historia, constituye una historia; todo lo demás, amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella; todo es secundario y derivado, es decir, relativo al papel que pueda haber desempeñado en el proceso de pensamiento.”

La lucha ejemplar de Estanislao Zuleta: haber logrado que toda su existencia fuese el pensamiento más alto de la vida.

Aquel chico autodidacta, que desafió el sistema educativo, con la ayuda de su maestro Fernando González y con la lectura apasionada de La montaña mágica de Thomas Mann, se convirtió en uno de los más grandes pensadores y maestros que ha tenido Colombia.

Efectivamente su vida se puede caracterizar así: amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella… Pero, como él mismo lo dijo, todo esto fue circunstancial, lo único que tuvo importancia en su vida fue el pensamiento.

Jorge Vallejo Morillo, en la biografía que hace de Estanislao Zuleta, La rebelión de un burgués, cita un juicio de María Antonia Garcés, una de las mujeres en Cali que tuvieron el privilegio de escuchar a Zuleta, que a mi parecer es la mejor definición que se ha podido hacer de nuestro pensador:

“Zuleta amó la vida apasionadamente y supo combinar los planteamientos más radicales, los cuestionamientos más intensos con el giro ingenioso, la carcajada libre, descomplicada… fue un intermediario, un mediador, un tentador. A través de su amistad, de sus conferencias magistrales, de sus ensayos y de sus libros, la inteligencia colombiana tuvo acceso a los grandes maestros del pensamiento occidental: a las grandes obras de la filosofía, desde Platón hasta Hegel, Marx y Freud; a las extraordinarias producciones de la novelística europea del siglo XIX y de la narrativa contemporánea. Como intermediario, Estanislao sirvió de enlace entre el mundo del conocimiento y el de la vida cotidiana que se nutre de sueños y de fracasos, de perplejidades y desengaños, fundidos en las realizaciones más prosaicas. Como mediador, Estanislao nos inició en la valoración del proceso, en la evaluación de la dificultad, en la aceptación de la muerte como parte intrínseca de la vida, no como algo externo a ella. Como tentador, nos enseñó a convertir los sueños en proyectos y a construir esos proyectos con el afecto y la esperanza que depositamos en un gran amor”.

Detengamos en algunos elementos biográficos, especialmente en aquellos que configuraron la grandeza del pensamiento de Estanislao Zuleta.

El amor más grande que tuvo Estanislao fue el de su madre, como ya es bastante conocido, su padre murió en el accidente del 23 de junio de 1935, en el aeródromo de Medellín, donde se chocaron dos aviones, aquel accidente donde morirían también Carlos Gardel y otras personalidades de Medellín. Su madre, se convertiría en su principal cómplice y lo apoyó siempre en todas su decisiones, así fueran tan controvertidas y contrarias a las convencionales costumbres burguesas, por ejemplo, la de abandonar el colegio para dedicarse a leer.

Nos cuenta Vallejo Morillo, que fue Fernando González, quien le mostró a Estanislao Zuleta el mundo de los libros: “Por lo general, González era el de la sugerencia de autores y libros. Su influencia sobre Estanislao, sin embargo, no era tanto, por las ideas de los textos como por su presencia misma, por la manera de ser de ese individuo delgado, burlón, con la cara triangulada como de genio. […] Le enseñó al joven Estanislao a leer a Schopenhauer, a Dostoievski y a Nietzsche, en su propia biblioteca o caminando por ahí, por los senderos de Otraparte.” Pero fue un libro en especial, el que marcó definitivamente su vida, La montaña mágica de Thomas Mann. Un poeta amigo de su madre se lo regaló diciéndole que tomara esa obra en serio, y Estanislao así lo hizo y ¡de qué manera!

Volvamos a la tensión con el estudio escolar, Vallejo Morillo nos relata: “Estanislao Zuleta terminó su instrucción primaria por pura inercia, por físico cansancio, con total falta de ganas. No le gustaba para lo que hacía, se le alborotaba el asma, se agitaba. […] Terminó la primaria ya viejo para el promedio de edad: once-doce años. […] A los trece ingresó por fin al bachillerato en el liceo de la Universidad Bolivariana. […] Finalizando el año, el rector Henao citó a Margarita para que acudiese a su oficina. Le encareció llevarse a ese muchacho para otra parte, que por favor se lo lleve porque no dejaba trabajar a sus profesores, que parecía saber más que San Agustín, que agradeciera que no lo expulsaba en consideración a esto y a lo otro. Pasó al liceo de la Universidad de Antioquia. Otros dos años la misma perdedera de tiempo. En 1951, a la edad de dieciséis años decidió ponerle fin a tanto dogmatismo y tanta aprenderá de cosas sin oficio. Le comunico su decisión a su madre; Margarita consultó con Fernando Isaza. Hubo revuelo grande. Tan grande que parecía que iba a romper para siempre los vínculos con la parentela. Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a toda la familia y les dijo: Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable. […] Ahora podría disfrutar de los aires frescos de Fernando González, de las gracias de León de Greiff, de las angustias que vivía con sus amigos; ahora tendría que

ser consecuente consigo mismo y propender a su altísima existencia viviendo, como sus maestro, a la enemiga”.

Estanislao, el chico que no terminó el bachillerato, pero que al lado de Fernando González, inició el camino más profundo del conocimiento, y el que fundó el más grande amor por los libros. Más tarde Estanislao Zuleta expresaría: “En realidad mis preocupaciones en el orden cultural comenzaron de una forma completamente independiente de mis relaciones con la escuela, a través de las lecturas. Y lo que comenzó por ser independiente terminó por ser incompatible en muy breve tiempo: Esas lecturas tienen inicialmente dos nombres: Dostoievski y Thomas Mann. Luego vinieron Sigmund Freud y Carlos Marx. Sartre, Nietzsche, Kierkegard. Merlau-Ponty y Camus vendrían a ampliar el listado”.

Con sus amigos, organizó centros literarios, se inventaban una especie de juicios literarios donde evaluaban las obras. Estudiaron con gran pasión El Capital, y después de igual manera, emprendieron el estudio de la obra de Nietzsche y la de Freud: el psicoanálisis.

La vida en los cafés y en las tertulias fue el escenario predilecto de Estanislao. Vallejo Morillo nos cuenta: “Estanislao fue desde muy joven hasta el día de su muerte un hombre de café; en ellos se sentía cómodo, eran su ágora natural; en ellos conversaba a sus anchas, con los grupos afines, con los variados filios que congregaba, con los emboladores y las coperas, con un León de Greiff o con cualquier vecino de mesa amurallado entre botellas de cerveza y cerros de libros.

Eran los tiempos de la bohemia, de la lectura, de la política y del trago”.

En todas partes que estaba Estanislao, conformaba grupos de estudio donde enseñaba historia de Colombia, marxismo, literatura europea, psicoanálisis. Como dice su biógrafo, la pasión de Estanislao desde su adolescencia fue crear grupos de estudio.

Este intelectual sin título alguno comenzaría hacer llamado por la academia, llamado por las más prestigiosas universidades del país. Vallejo Morillo nos muestra varios testimonios de los que presenciaron, el fenómeno Zuleta en la universidad: “Él llegó y a los pocos días ya era el hombre de la universidad, copando la atención de estudiantes y profesores. Zuleta invitó a una crítica de la universidad, no sólo de la Santiago, de toda la universidad colombiana; invitó a concentrarse en textos universales que encarnaban realmente la cultura de occidente, incluyendo a los clásicos. Inició sus conferencias con Platón, con Aristóteles, con los socráticos y en general con los dramaturgos griegos, Sófocles, Esquilo. Todo esto era totalmente nuevo en la universidad y en la ciudad. Una conferencia de Estanislao se llenaba de tal manera que era muy difícil encontrar un puesto, se debía escuchar desde los corredores. Luego vinieron Freud y Marx, Tolstoi y Dostoievski. Las charlas de ese hombre se convirtieron en la cátedra universal. […] Empezaron a circular los griegos, Freud, Marx, Kant, Hegel, Nietzsche, Spinoza, Heidegger, Sartre, Schopenhauer, los existencialistas europeos, Lacan y los grandes de la novela decimonónica del viejo continente. Todos los prevenidos antes las presuntas dificultades de esos textos quedaron sorprendidos ante la facilidad con que Zuleta los presentaba”.

“Hablaba de todo; un día hablaba de Nietzsche, otro de Marx, otro de Freud, luego de Dostoievski. Eso se fue llenando de estudiantes. La gran capacidad de Zuleta, su personalidad y su cultura contrastaba con la mediocridad de los profesores que nadaban repitiendo cositas de libros. Sus clases eran impresionantes; no solamente se llenaba con los estudiantes matriculados en Economía, gente de toda la universidad asistía a punto de que muchas de esas clases debieron ser trasladadas al teatro de la universidad”.

Estanislao, probó con su experiencia, que la relación con el conocimiento estaba más allá de las aulas represivas, dogmáticas y burocráticas del fracasado sistema educativo del país. Un hombre que sin título alguno, ascendió a las cumbres más altas del conocimiento, como nunca nadie lo había hecho así por estas tierras.

Estanislao Zuleta, como un guerrero infatigable del conocimiento se dio cuenta que estaba solo. Los militantes de izquierda no dejaron de ser los dogmáticos evangelizadores de una nueva verdad. Los académicos no dejaron la esterilidad y vanidad de sus burocracias universitarias. Los políticos que consultaban a Estanislao sobre Derechos Humanos y democracia, luego seguían con sus políticas de exclusión tiranías e ignorancia, Colombia se hundía en el precipicio de la muerte. Y Estanislao en la más profunda soledad. Sus desengaños estaban profundamente enmarcados, en la dramática y constante comprobación de que sus compatriotas, no sólo no escogían el pensamiento como forma de acción, sino que lo tomaban, como otra forma de vanidad y siempre para no cambiar nada. La vida pequeño burguesa, pretendió esclavizar a Estanislao dándole títulos honoríficos tan solo, para que se volviera un profesor de horarios y burocracias. También como académico, fue contratado por el gobierno para discernir sobre política, para luego no tener en cuenta nada de lo que Estanislao proponía. Pero él, no creyó en esas trampas de estabilidad institucional y laboral, y se quedó en su soledad, sus libros y su licor.

Estanislao tiene toda la razón al decir que lo más importante en su vida fue el pensamiento, porque tal cual fue su existencia, la elaboración más alta del pensamiento. Yo creo, sin lugar a dudas, que el maestro más grande que ha tenido Colombia ha sido él. Él lograba comprender las ideas más complejas del arte, la filosofía y la ciencia, y tenía la capacidad, y la voluntad de enseñar luego, de la manera más sencilla y clara – y no por ello restando profundidad en el análisis – todo este conocimiento, a todas las personas habidas de saber.

En un ensayo titulado Tribulación y felicidad del pensamiento. Estanislao Zuleta nos brinda una definición de lo que es, y lo que no es el pensamiento: “Al pensamiento le es siempre necesario, inevitable descomponer, desarticular un sistema de supuestas evidencias y de interpretaciones previas, porque es el trabajo que resulta de una crisis de ese sistema. Y también un intento de restructuración, de formación de nuevos vínculos y formas de determinación, de generalización y sistematización. Con sus pérdidas y sus conquistas esta puesta en relación y en perspectivas de una crisis personal y una crisis histórica no se puede propiamente enseñar.” Y es acá…. donde se diferencia el pensamiento, el sublime, complejo y profundo pensamiento, de una simple instrucción y adquisición de algún conocimiento. Se busca y se ama el pensamiento, porque es decisivo para la existencia y para resolver la vida.

Nos sigue diciendo Zuleta: “Uno de los rasgos del pensamiento que aquí queremos destacar consiste en que su carácter corrosivo y su virulencia no se deja delimitar a un tema determinado y particular, ni se puede tener un control previo de sus consecuencias. Parece por el contrario poseer una vida propia, extiende sus ramificaciones a los más diversos campos, contamina las creencias y convicciones que parecían más alejadas de su punto de partida y por lo tanto afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida; de tal manera que una vez puesta en marcha, nos sentimos impulsados a poner la más violentas resistencias a su peligrosa proliferación y a su tendencia a seguir sacando implacablemente sus consecuencias”.

Insistamos, el pensamiento afecta, conmueve y perturba los fundamentos de nuestra vida… lo otro es una simple instrucción. “Es perfectamente posible conocer la aritmética, la biología, la economía sin haberlas pensado nunca. […] Uno de los logros más nefastos de nuestra civilización: el experto y el científico que hacen aportes y que, fuera del campo de su especialidad, son las ovejas más mansas del rebaño, se atienen a las ideas y a los valores más dominantes y conservan incontaminadas por su saber, las más extravagantes creencias con tal de que sean lo suficientemente tradicionales y colectivas, como para que no les planteen problemas en su medio”.

Bueno…. además falta una aclaración fundamental. Nos dice Zuleta: “Pero si el pensamiento fuera solamente duelo, soledad, y angustia, seguramente no existiría. Es necesariamente también sentimiento de liberación, de nuevo nacimiento, autoafirmación”.

En su célebre ensayo Elogio de la dificultad Estanislao Zuleta va a señalar algunos elementos relevantes que son adversos al pensamiento.

En primer lugar, señala una tendencia nefasta, que en muchas ocasiones permanece inconsciente, de seguir relacionándonos con el mundo, de la misma manera dogmática, las representaciones religiosas que siempre se han querido imponer. Y así, de esta manera, algunas elaboraciones de la ciencia y la filosofía se utilizan como dogmas, un ejemplo, convertir la asombrosa y colosal obra de Marx, en un dogma, en un evangelio. “En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de

dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido”.

En segundo lugar, señala aquella tendencia petulante y narcisista de ser incapaz de tener en cuenta el pensamiento del otro, y peor aún, de disfrazar la tendencia autoritaria de quererse imponer. “En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo”.

En tercer lugar, un elemento que ya se ha señalado: el pensamiento es todo lo contario a la comodidad, a lo fácil. “Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades”.

Y por último, respecto de los elementos adversos al pensamiento, Estanislao Zuleta, hace una alusión contundente. “Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón”.

A Estanislao, lo describe mejor esta idea que alguna vez fue escrita para caracterizar a Nietzsche. Creo que se le puede aplicar perfectamente a Estanislao.

“Con el pensamiento de este filósofo no se llega a ninguna parte, no hay en él ninguna conclusión, ningún resultado. En [Nietzsche decía Safranski, en Estanislao hoy digo yo] encontramos solamente el propósito de aventura, de la interminable aventura del pensamiento”.

Frank David Bedoya Muñoz.

Versión, 2016.