Esta conferencia la presenté en la Casa Museo Otraparte el 1 de septiembre de 2011. 

Con motivo de los veinte años de la Escuela Zaratustra (2004) la vuelvo a editar y a compartir.

  

Permítanme comenzar recordando unos fragmentos de un discurso de Así Habló Zaratustra y la primera mitad de una balada de León de Greiff, que hoy quiero dedicar a los doctos y a los administradores de la educación:


“De los doctos.

[…] «Zaratustra ha dejado de ser un docto».[…] Ésta es la verdad: he salido de la casa de los doctos: y además he dado un portazo a mis espaldas. Durante demasiado tiempo mi alma estuvo sentada hambrienta a su mesa; yo no estoy adiestrado al conocer como ellos, que lo consideran un cascar nueces. Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que sobre sus dignidades y respetabilidades. Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme de los cuartos llenos de polvo. Pero ellos están sentados, fríos, en la fría sombra: en todo quieren ser únicamente espectadores, y se guardan de sentarse allí donde el sol abrasa los escalones. […] Cuando se las dan de sabios, sus pequeñas sentencias y verdades me hacen tiritar de frío: en su sabiduría hay a menudo un olor como si procediese de la ciénaga: y en verdad, ¡yo he oído croar en ella a la rana! Son hábiles, tienen dedos expertos: ¡qué quiere mi sencillez en medio de su complicación! […] Somos recíprocamente extraños, y sus virtudes repugnan a mi gusto aún más que sus falsedades y sus dados engañosos. Y cuando yo habitaba entre ellos habitaba por encima de ellos. Por esto se enojaron conmigo.”[1]  

Nietzsche

 

“Balada del Abominario. Diatriba imprecante y oratoria.

Hola! Bausanes estridentes

pletóricos de vulgaridad!

Andad los caminos trillados

por la vetusta humanidad:

pero dejadnos nuestras rutas

llenas de luz u opacidad,

todas bañadas de silencio,

recogimiento y ansiedad….

Andad los senderos hollados

por la vetusta humanidad,

¡oh supercríticos morosos

hartos de suma fatuidad,

arlequinescos figurines

pletóricos de vulgaridad,

de vicios fáciles y tontos

y de la unánime verdad,

y de ideales consagrados,

y de vacua sinceridad!

 

Dejadnos reír levemente

de vuestra amnesia sensorial;

dejadnos locos a los locos

soñando en vaga nimiedad:

en lo impreciso y lo quimérico,

en lo ayuno de realidad,

en las empresas que fracasan,

en los ritmos sin claridad

donde dialogan locas almas

ebrias de personalidad,

enamoradas de sus vicios

de su acritud, de su maldad!

 

Locos ególatras intrépidos

enemigos de la necedad,

enemigos de lo consagrado

por su notoria utilidad!

Adversarios de lo manido,

de lo obsoleto, de lo usual,

de las sonantes academias,

de los casos de actualidad,

de las virtudes de precepto,

de los juicios de autoridad…!”[2]

León de Greiff

 

* * *

Hay un imperativo en el mundo moderno: “Tienes que estudiar”. Nada más temible que ser un analfabeto. Unas décadas atrás el mayor prestigio lo otorgaba una carrera universitaria; es decir, haber estudiado lo que es hoy llamado despectivamente un pregrado. Tener tan sólo un pregrado en la actualidad, es tan desdeñable como ser un "simple" bachiller. El mayor prestigio hoy, tener una maestría, un doctorado y mucho mejor en el extranjero. Hagan sus ofertas, su pergamino por veinticinco millones de pesos por lo menos, sin contar los gastos del viaje. No tener hoy una especialización, no tener una maestría, no tener un doctorado, es tan vergonzoso como antaño haber cursado solamente segundo de primaria. El resultado, muchos doctores, muchas tesis en estanterías sin leer, algunas veces ni siquiera por el mismo autor. Ya se sabe, vendido el diploma, se vende la tesis, se venden trabajos de grado, se venden informes de laboratorios, prácticas, pregunte por lo que no vea. En el mercado tenemos de todo. Claro está, hay proliferación de garajes de educación superior, perdón, corporaciones universitarias. Obtenga su título, sólo le hace falta dinero. Las universidades privadas prestigiosas, es decir, las de plata, vaya coincidencia, la mayoría aún son religiosas, también entraron de lleno en el juego de la oferta y la demanda. Qué carajos de tradición y valores, acá se cobra el doctorado más caro, nuestro nombre, nuestra marca es más cara.

 

¿Cuántas facultades de educación superior existen en Colombia? ¿Cuántos pensadores han surgido de allí? Uno, dos, tres, cero. ¿Algún tipo equiparable a un Estanislao Zuleta, a un Fernando González? Yo no le he visto. Quizás sí, centenares de especialistas, doctos, académicos que muy pronto tendrán que asegurar a fuerza de exhibición de pergaminos su permanencia en aquellas burocracias académicas.

 

¿Dónde están los intelectuales en Colombia? No sé, en cualquier caso, están de espaldas a la sociedad.

 

Mundo del capital. Las formas en que nos relacionamos con el conocimiento, están determinadas por las lógicas del mercado. El sueño burgués civilizado: acceder a los beneficios del capital, a través de la adquisición del conocimiento. Endeble ilusión. ¿Cuánto tardarán en enterarse la mayoría de las personas que en el mundo del capital cada vez se necesitan menos seres humanos para su sistema de producción? Lo cual significa que la competencia, la carrera universitaria es colosal. ¿Quién tiene doctorado? ¿Cuál es el primero? El que muestre más títulos. Los demás confórmense con enmarcar su diplomita de pregrado. El sueño burgués incivilizado: vuélvase mafioso. En todo caso, también los hijos del patrón tienen con qué pagar su doctorado.

 

Señor x si quiere aspirar a un puesto de cátedra universitaria muestre sus diplomas de especialización. ¿Señor x, no los tiene?, ¿ya ensayó llevar su hoja de vida a un colegio? ¿Cómo es posible que a estas alturas no hayas hecho una especialización?

 

Oferta: no tienes que hacer trabajo de grado, basta con que te matricules de una vez en la maestría. Dile a papá que vale por el primer semestre cinco millones más. Dos en uno.

 

Sospecha: el autor de esta conferencia es un historiador. Tan sólo ha podido hacer un pregrado, ¿no será simplemente que está resentido por no haber tenido el dinero para seguir su carrera de títulos? El autor de esta conferencia dice que no, y agrega que de tener veinticinco millones de pesos en estos momentos (2011), se los gastaría en libros y en trago con sus amigos. [Veinte años después de la Escuela Zaratustra (2024) compraría solo un libro y media de ron Medellín, porque el resto lo debe pagar a bancos y a amigos]

 

* * *

 

Miles de doctos arropados de títulos, constituyen una inmensa pasarela de vanidades académicas. Miles de investigaciones. ¿Qué están investigando? A la sociedad. ¿Qué se derivan de estas investigaciones? Transformaciones, no.

 

Hay un filósofo francés llamado Michel Serres, un sabio, un antípoda de los doctos. En una de sus obras llamada Hominiscencia (2001), nos relata lo siguiente:

 

“Me tomó mucho tiempo comprender lo que quería decir Montaigne cuando mis profesores me obligaban a disertar sobre su famosa frase: “Más vale una cabeza bien hecha que una cabeza bien llena”. Antes de poder organizar libros en sus anaqueles, Montaigne y sus ancestros, los doctos, debían aprender de memoria La Ilíada, y Plutarco, La Eneida y Tácito, si querían disponer de ellos para meditar. El autor de los Ensayos los cita de ahora en adelante acordándose solamente de su lugar en las estanterías para consultarlos: ¡qué gran economía! Por eso, la pedagogía que ese Renacimiento desea vaciará la cabeza, antes llena, y modelará de ella la forma sin preocupación por el contenido, de ahora en adelante inútil puesto que está disponible en libros. Liberado de la memoria, un entendimiento bien hecho se dirigía hacia los hechos del mundo y de la sociedad para observarlos. En realidad, Montaigne elogia, en esta sentencia, la invención de la imprenta y saca de ellas las lecciones educativas.

 

Como viejitos caducos, los niños de hoy no se acuerdan incluso ya de la emisión vista ayer por la noche en la televisión. ¿Qué ciencia inmensa promoverá esta otra pérdida de memoria? Ese saber reciente, usted puede ya aprenderlo o al menos visitarlo, en la Red, tal como el nuevo olvido lo ha modelado ya. Sí, la enciclopedia, cuya red mundial rebosa de informaciones singulares, viene a cambiar el paradigma, bajo el efecto de la nueva liberación. Nuestro aparato cognitivo se libera aún más de todos los recuerdos posibles para dejar lugar a la invención. Henos aquí pues librados, completamente desnudos, a un destino temible: libres de toda cita, liberados de la aplastante obligación de las notas de pie de página, henos aquí reducidos a volvernos inteligentes.”[3] 

 

Estanislao Zuleta también nos lo recordaba. La ignorancia como comúnmente se cree, no es un estado de carencia, si no de llenura. En nuestro mundo moderno, la mayoría de las personas están llenas de información, se consume información, se paga por la información, los educadores dejan ser maestros, y se vuelven “facilitadores” de la información. Pobres profesores que están compitiendo con Wikipedia. Si se tratara sólo de información, bastaría ahora el internet. “¿Sabes navegar en la Web o no pasas de los dos o tres mismos puertos? Pobres profesores, aún los hay, me consta, que para evitar riesgos obligan a sus alumnos a entregarles sólo trabajos a mano, no sea que le copien íntegramente su tarea de internet, que sabemos que sí, pero que por lo menos, cumplan la pena de transcribir.

 

Estamos llenos de información y huérfanos de sabiduría. Información claro, toda la que usted quiera, de la mejor calidad en la universidad. ¿Dónde queda esa información? en publicaciones que solo leen los mismos doctos… En anaqueles de bibliotecas, en tesis enterradas en campus universitarios. Los que no acceden a la Universidad también tienen toda la información que quieran, mejor dicho la que quiere el mercado que tengan las gentes del común.

 

¿Qué más informado que un chico de hoy? Pero ¿sabrá de algo? ¿Qué más informado que un especialista docto de una universidad? Pero ¿sabrá de algo? Como bien dice Michel Serres, en la era de la información lo que prevalece es o “especialistas obedientes o ignorantes llenos de arrogancia”[4].

 

¿Se puede amar la sabiduría? sí. Pero los caminos de este amor son otros muy distintos a los trazados por el mercado de las ofertas educativas. Sigo sosteniendo, aprendería mejor –lo cual incluye el valor de olvidar mucha información- un joven leyendo la obra de Fernando González, que recibiendo toda esa ingente información del bachillerato.

 

Estanislao Zuleta, -uno de nuestros más grandes pensadores, quien fue criado también por Fernando González, caminando y conversando, contagiándole el amor a la sabiduría-, nos describe el fiasco de los sistemas educativos que tenemos, así:

 

“La educación, tal como ella existe en la actualidad, reprime el pensamiento, transmite datos, conocimientos, saberes y resultados de procesos que otros pensaron, pero no enseña ni permite pensar. […] Lo que se enseña no tiene muchas veces relación alguna con el pensamiento del estudiante; en otro término, no se le respeta, ni se le reconoce como un pensador, y el niño es un pensador. La definición de Freud hay que repetirla una y mil veces: el niño es un investigador; si lo reprimen y lo ponen a repetir y a aprender cosas que no le interesan y que él no puede investigar, a eso no se le puede llamar educar.[…] La educación está siendo pensada cada vez más con los métodos y los modelos de la industria. Ofrece una cantidad cada vez mayor de información en el mínimo de tiempo y con el mínimo de esfuerzo. Eso no es otra cosa que hacer en la educación lo que hace la industria en el campo de la producción: ¡mínimo de costos, mínimo de tiempo, máximo de tontería! […] La educación y el maestro, sin saberlo, están formando al individuo para que funcione como necesita el sistema; están preparando burócratas, en el sentido amplio de la palabra. De nuestros niños, que a veces hacen juegos de palabras, pintan con cierto talento o les interesa jugar con los números, la educación hace perfectos burócratas; reprime su pensamiento para que puedan «funcionar» en cualquier parte.”[5] 

 

O lo que es peor, lo advertía Nietzsche, los alumnos fingen que estudian, los profesores fingen que enseñan, y el Estado finge que los vigila a ellos en su proceso de educación… Agreguemos nosotros: el mercado finalmente es el que decide: ¿Tienes dinero para recorrer esta oferta de títulos? Se vende la posibilidad de ser doctor.

 

En una excelente e incisiva crítica a las reformas que se pretender hacer a la educación superior, el maestro Juan Guillermo Gómez García nos ofrece una espléndida definición de lo que debe ser la universidad hoy en la sociedad, el ideal de lo que debería ser:

 

“La universidad es por su esencia y debe seguir siendo una institución de carácter político. Es decir, una institución que debe regular y equilibrar las relaciones de poder, corregir, reflexionar y demandar la suerte intrincada de arbitrariedades de todo tipo, de desequilibrios de todo orden, propios de nuestras sociedades. La universidad tiene –en su esencia– una misión de árbitro ideal de los conflictos entre los poderes, y debe indicar los modelos alternativos de repensar las fracturas, las arbitrariedades y la esclerosis múltiple que ataca al cuerpo social por cuenta de las aventuras de los dueños del poder. La universidad contribuye pues, o debe contribuir a reparar los traumatismos y a solventar un marco interpretativo para salir del callejón sin salida de las formas de violencia que se generan por las violencias físicas, morales y simbólicas”.[6] 

 

¿Pero?  El mismo Juan Guillermo lo deja claro en su artículo, este ideal sólo se podrá cumplir en tanto la universidad siga siendo pública, y nos advierte que es necesario revisar “el papel desmoralizante y en última destructivo de la universidad privada, las formas sutiles de privatización de la universidad pública”[7].

 

En todo caso este ideal lo veo yo muy lejano, las universidades cada vez más son un mercado.

 

Claro que siguen ocurriendo algunos casos excepcionales de amor al conocimiento y proliferación del pensamiento… Maestros y estudiantes que gozan del saber, y que no son aún doctos… Pero son la excepción, los menos, los más, son los egocentrismos, las burocracias, el mercado y la oferta de la información. O si no que alguien me responda ¿qué papel está jugando la universidad en la solución de los problemas colombianos? Por favor, no me vengan a responder, que “se están formando los profesionales que construirán nuestro futuro.” Más bien los tecnócratas que necesita el mercado.

 

¿Qué por qué soy tan apocalíptico? No señores, señoras y jóvenes, no es un discurso apocalíptico, la sociedad de la información funciona, y bastante bien… La razón instrumental ha triunfado, se producen los especialistas que se necesitan. Lo que yo quiero señalar es la degradación del pensamiento. Déjenme repetir las palabras de Michel Serres: “Especialistas obedientes o ignorantes llenos de arrogancia”[8].

 

* * *

 

No se trata de la cantidad o la calidad de información a la que podamos acceder. Se trata de un goce. Del placer de leer. De la voluntad de saber. Saber, placer, gozar… El mercado educativo no sabe nada de eso.

 

Es posible relacionarnos con el conocimiento de una forma distinta a la que el mercado prescribe. Permítame pongo un ejemplo. Excúseseme que sea el mío, pero es el caso que mejor conozco.

 

Ni en la escuela ni el colegio me enseñaron a leer. Con Simón Bolívar yo aprendí a leer. Aún recuerdo que una profesora de sociales nos torturó en noveno haciéndonos leer varias veces la sacrosanta constitución del 91.

 

Un día tuve la fortuna de descubrir El general en su laberinto de Gabriel García Márquez. A los 17 años descubrí así, a Simón Bolívar mi más grande pasión, y por ahí derecho comencé a entender que teníamos una historia. Decidí estudiar historia en la Universidad Nacional, se los aseguro, no buscaba ser un docto, quería saber más de Bolívar. En 6 años de carrera nunca nadie quiso mencionar al Libertador. Tuve el privilegio de ser alumno del historiador Antonio Restrepo, conocí uno, uno entre tantos que no era un docto, era un titán amante del pensamiento. Por él conocí a Nietzsche, mi segundo amor. En Nietzsche conocí al mundo. Bolívar y Nietzsche, he allí mi placer, mi sueño. Leer Así habló Zaratustra siempre será un acontecimiento descomunal en cualquiera que tenga oídos para la música de ese pensamiento. Yo arriesgo de parecer ridículo, podría decir que hay dos clases de seres humanos, los que han leído Así habló Zaratustra y los que no.

 

Después gocé infinitamente en los viajes que nos procuró Fernando González en su obra. ¿Es posible relacionarnos con el conocimiento de una forma distinta a la que el mercado prescribe? Sí. ¿Cómo? Leyendo los libros del maestro de Otraparte. Caminando con sus pensamientos. Esa es la verdadera escuela. Las demás que se llaman así, no.

 

Entre padecimientos amorosos, que no faltan tampoco, aparecieron Marcel Proust y Sigmund Freud. Yo creo que una vez leídos estos dos maestros del inconsciente ya nadie puede dejarlos nunca de leer y releer.

 

Eric Hobsbawm, Michel Serres, Jorge Luis Borges, Dostoievski, Kafka…. No sigo con la lista de mis pasiones, no quiero abusar.

 

De esta forma me volví un amante del conocimiento. De esta forma apareció la Escuela Zaratustra.

 

* * *

 

La Escuela Zaratustra es un gesto de amor a la sabiduría. En este mismo lugar, en la Casa Museo Otraparte hace siete años, en el año 2004 la Escuela nació con una conferencia titulada: “El Zaratustra de Nietzsche para los suramericanos”. [9]  Tanto la conferencia como el proyecto se los propuse a Gustavo Restrepo, director de la Casa Museo Otraparte, él aceptó la propuesta y se programó inmediatamente la inauguración de la Escuela con la presentación de dicha conferencia. Al proyecto se vincularon siete historiadores amigos, recientemente graduados de la Universidad Nacional quienes diseñaron un ciclo de historia de Colombia durante todo ese año 2004.

 

El proyecto de la escuela se presentaba con el siguiente epígrafe de Zaratustra: “Sea vuestro amor a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza más alta el pensamiento más alto de la vida.” Y terminaba su presentación con la siguiente definición: “El objeto de nuestra escuela es el amor por el conocimiento y su único incentivo es ser partícipe de una comunidad constituida en el ejercicio del pensamiento”. En concreto la Escuela Zaratustra surgió como una escuela libre de historia, filosofía, literarura y política.

 

Por algunas diferencias metodológicas y por los afanes e intereses diversos de los organizadores, al cabo de un año el proyecto original se diluyó y se transformó en otros interesantes escenarios similares que aún se prolongan acá en Otraparte. En los años 2007 y 2008 realicé un seminario que comprendía quince conferencias bajo el titulo general de “Comentarios a las vidas y obras de Simón Bolívar y Friedrich Nietzsche”, proyecto que se denominó Escuela Zaratustra II [10].

 

A partir del año 2010 con unos nuevos camaradas y cómplices de amor al conocimiento, este historiador bolivariano y nietzscheano con dos médicos de vocación humanista y una maestra filósofa, discutieron y prepararon  una refundación de la Escuela Zaratustra, donde se precisó que la escuela sería una colectividad comprometida con la generación de lazos y redes, dirigidos a la prolongación del pensamiento crítico y vitalista. Esta nueva etapa de la Escuela se inauguró en un acto público el 9 de noviembre del año 2010 en el Parque Obrero de Itagüí. 

Después marché a Venezuela, pero esa es otra historia.

Esta sociedad capitalista y cristiana no necesita de una Escuela Zaratustra. Un lugar para cultivar el amor al pensamiento, donde no se ofrecerá título alguno. “Señor X le certificamos que usted participó en un seminario de 90 horas, para que aumente los renglones de su hoja de vida”. No, no y no.

 

Quizá la Escuela Zaratustra solamente fue un grupo de amigos que se reunieron constantemente a leer, a discutir, a declamar, a soñar, a beber, a escribir, a amar, en varios momentos, en distintos escenarios. La verdad, viéndolo bien, la Escuela Zaratustra sea lo que sea, no produjo nada para el sistema, no arrojó dividendos, su fundador fue un caminante, un bohemio que caminó unas veces con Bolívar y otras veces con Nietzsche. “Dejadnos locos a los locos”.

 

Los integrantes de la Escuela Zaratustra fueron los menos productivos y los más derrochadores, una vergüenza para la cultura de la acumulación del capital. Los integrantes de la Escuela Zaratustra no quisieron ser como Ardila Lule ni como Pablo Escobar, quisieron ser como Estanislao Zuleta. En otras ocasiones salíamos a pasear de la mano de Porfirio Barba Jacob, Fernando Vallejo y León de Greiff…

 

A propósito de León de Greiff, la otra mitad de la Balada del abominario. Diatriba imprecante y oratoria dedicada a los doctos.

 

“Y que desdeñan vuestros rostros

estucados de seriedad,

revestidos de suficiencia,

insufribles de necedad,

ventripotentes apopléticos,

amarillos de vanidad,

canijos, lánguidos, obesos,

glabros, velludos…. ¡Variedad

infinita de formas y modos

para idéntica mentalidad…!

 

Lindos bausantes estridentes

Pletóricos de vulgaridad;

arlequinescos figurines

prodigiosos de vaciedad;

esclavos de un molde preciso,

magníficos únicos sin par

como hidrocéfalo narciso

de su misma insustancialidad!

Monopolistas de “lo bello”,

incapaces de interceptar

una emoción desemejante

a la emoción que es del ritual!

 

Entes raquíticos, estólidos,

idos al Limbo, presto, andad!

Andan al Limbo, figurines,

turba de lo sacramental,

inocuos y zurdos y vacuos,

solemnes y zafios y tal…!:

mientas nosotros vamos, lentos,

a la Quimérica Ciudad,

entre coros y befas y burlas

de la vetusta humanidad…!”[11]

León de Greiff

 

Frank D Bedoya Muñoz

2011-2024

 

 



[1] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid, 2005, p. 190

[2]León de Greiff, Obra Poética, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004, tomo I, p. 84 

[3] Fragmento de la obra: Hominiscencia (2001) de Michel Serres. Tomado de la traducción castellana (2003) de Jorge Márquez Valderrama, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

[4]Michel Serres, El Contrato Natural, PRE – TEXTOS, 2004, Valencia.

[5]Estanislao Zuleta, Educación y democracia, Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2008.

[6]http://almamater.udea.edu.co/debates/deb59-11.htm

[7] Ibíd.

[8] Michel Serres, El Contrato Natural, PRE – TEXTOS, 2004, Valencia.

[9] https://sites.google.com/site/bolivarynietzsche/el-zaratustra-de-nietzsche-para-los-suramericanos

[10] http://www.otraparte.org/actividades/literatura/zaratustra-2007.html 

[11]León de Greiff, Obra Poética, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004, tomo I, p. 84.