En el año 2016 llegó a la Asamblea Nacional de Venezuela un diputado de derecha que, al ser elegido presidente de dicha institución, en lugar de comportarse como un legislador serio, prefirió el estilo de un burdo capataz de finca, ordenar sacar del recinto las pinturas «chavistas» de Bolívar y dejar únicamente las pinturas «clásicas» del Libertador.


Los artistas que más contribuyeron a la iconografía de Simón Bolívar fueron el pintor colombiano (o «neogranadino» -como aun se refieren los venezolanos a nosotros los colombianos a pesar de que ya van casi doscientos años que dejamos de llamarnos así-) José María Espinosa y al pintor venezolano Tito Salas. 


Haciendo una mirada general de esas pinturas de Bolívar, encontramos el Bolívar «clásico» que se fue quedando en nuestra memoria, veamos:

 

José María Espinosa:

Tito Salas:

 

El Bolívar «clásico» tuvo un devenir no alejado de la idea imperante de la belleza occidental, o sea un Bolívar más blanco que mestizo. Al respecto, nos dice por ejemplo, Gabriel García Márquez: “El más antiguo de sus retratos era una miniatura anónima pintada en Madrid cuando tenía dieciséis años. A los treinta y dos le hicieron otro en Haití, y los dos eran fieles a su edad y a su índole Caribe. Tenía una línea de sangre africana, por un tatarabuelo paterno que tuvo un hijo con una esclava, y era tan evidente en sus facciones que los aristócratas de Lima lo llamaban El Zambo. Pero a medida que su gloria aumentaba, los pintores iban idealizándolo, lavándole la sangre, mitificándolo, hasta que lo implantaron en la memoria oficial con el perfil romano de sus estatuas”. 


En mi criterio, el Bolívar «clásico» que comprende todas las pinturas de José María Espinosa y todas las pinturas de Tito Salas, junto con las miles de estatuas que se hicieron sobre el Libertador y las demás pinturas ya tradicionales que se encuentran por doquier, y que se quedaron en nuestra memoria, pueden sintetizarse en la siguiente pintura:

 

1er rostro: Bolívar «clásico»

Esta pintura la descubrí en la rectoría del Colegio San Ignacio de Loyola en Medellín. Su autor Castillo Cervantes, realizada en 1983. El rector me permitió que llevara un fotógrafo profesional e hice una copia en tamaño original de la pintura y desde el año 2000 esta copia está en mi casa como el mayor tesoro material de mi existencia. Creo que esta imagen es la mejor síntesis del Bolívar «clásico» que nos legaron, con su modelo de belleza occidental eurocéntrica claro está.



Pero, el mismo Bolívar, en una de sus cartas nos dejó un testimonio valioso sobre  la pintura que según su criterio, era la que más se parecía a él.


El 29 de octubre de 1825 desde el Potosí, Bolívar le escribió a Sir Robert Wilson:


 “Me tomo la libertad de dirigir a Vd. un retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza”.


 Se trataba de la pintura que hizo el pintor Gil de Castro.

 

2do rostro: La pintura de Bolívar más semejante a él, según el mismo Bolívar


En el año 2012 Hugo Chávez ordenó realizar la reconstrucción científica facial del rostro de Bolívar que contempló los siguientes procedimientos:


“1. Reconstrucción y Digitalización Tridimensional del Cráneo. 2. Establecimiento de la Profundidad de los Grosores del tejido Blando. 3. Modelado de la musculatura facial por medio de gráficos computarizados tridimensional. 4. Asignación de los detalles del Rostro como son el tono de piel, color de ojos, forma, color del cabello, cejas, pilosidad facial, arrugas faciales y sombreado para dar una apariencia natural, y el deterioro sufrido por los últimos meses de su enfermedad, todo lo cual dará forma grafica a los informes científicos forenses” (ver Informe sobre la reconstrucción  facial 3D  del Libertador Simón Bolívar)


Dicho trabajo incorporó las siguientes especialidades científicas: radiología forense, medicina forense, odontología forense, antropología forense y antomopatología forense.


De tal manera que es un disparate decir “que este trabajo es un capricho de Chávez o una estrategia publicitaria oficialista”; afirmar lo anterior solo tiene como motivo una pugna ideológica, además de constituir una falta de respeto al desconocer los métodos científicos que se utilizaron para hacer esta pintura que, gracias a los avances de la ciencia, podemos obtener hoy y que no solo se han utilizado en Venezuela sino en otros países del mundo con otros personajes históricos.


Tercer rostro: Imagen de Bolívar realizada a partir de métodos científicos


¿Cuál de los tres rostros de Bolívar es el «verdadero»: el clásico de los pintores tradicionales de la iconografía bolivariana, la pintura de Gil de Castro considera por Bolívar la más semejante a él o la imagen obtenida con los métodos de la ciencia?


Yo considero que ninguno de los tres rostros es el verdadero.


El primer rostro no es el verdadero porque es una construcción subjetiva de los pintores, que como sabemos obedecen a una recreación artística basada en los cánones de la belleza occidental, cuyo modelo es el hombre blanco.


El segundo rostro no necesariamente es el verdadero, sólo porque a Bolívar le haya gustado más y le parecía la pintura más semejante a él. Conociendo a Bolívar como era de vanidoso, no podemos descartar que le haya parecido más «semejante» precisamente la pintura que le era más favorable y seguramente descartó otras que también le hicieron en su época y simplemente no le gustaron. Así como cuando uno prefiere una fotografía personal y descarta otras por las mismas razones subjetivas de la belleza que construye cada quien. Nadie va elegir una fotografía donde el sujeto considere que salió bien feo para decir que esa es su fotografía «verdadera». Miremos cuales fotos de perfil elegimos para Facebook ¿las verdaderas? Bolívar también era vanidoso, más él, que sabemos era tan coqueto.


Y el tercer rostro, que aunque ofrece más elementos verídicos por ser construido con datos provenientes de métodos científicos, tan sólo puede decirse es como una fotografía que se le hiciera a Bolívar el día en que murió. Como se sabe, uno cambia con los años, con los meses, con los días, siempre se mantiene unas características físicas generales, pero nunca somos los mismos. Si nos tomaran una fotografía cada día de nuestra vida ¿cuál sería la verdadera? ¿La primera del nacimiento? ¿La del día de nuestra muerte? Con esta pintura digital como si fuera una «fotografía» más real por los instrumentos de ciencia, lo único que tenemos es una imagen muy exacta de Bolívar el último día que vivió, pero no necesariamente y dogmáticamente se puede decir que este sea el Bolívar «verdadero».


No hay una imagen verdadera de Bolívar, ya sea por el arte, ya sea por la ciencia, así a Bolívar le hubiera tocado la era de la fotografía, las fotografías modernas tampoco tienen un estatuto de verdad. Somos cuerpos en movimientos recreados por artistas, capturados por lentes cada vez más complejos. Somos seres en movimientos acariciados por la luz y por la sombra. Así que en las imágenes nada hay de «verdadero». Por muchas otras razones, cada quién lleva un Simón Bolívar en su memoria, cada quien lo construye como lo quiere recordar, recuerdo basado en la combinación de la iconografía sobre Bolívar que se ha quedado en las mentes. Lo que sí es cierto es que existe un Bolívar en el corazón de un continente, no hay uno verdadero, pero hay un Bolívar en cada corazón palpitante de la América que él dejó.


Frank D Bedoya  M

Medellín, enero de 2016 - diciembre de 2023.