Pésaj... Bediká 

en los Libros

¿Hay que revisarlos por si tienen Jametz?

VD PESAJ BEDIKA EN LOS LIBROS.pdf

Agradecimientos

Agradecimiento Especial al RAABA"D Rab David Perets SHLIT"A (Presidente del Tribunal Rabínico de Panamá y, a su alumno R. Yaäcob Eliyahu Benarroch Bibás SHLIT"A, por ser los valuartes de esta publicación que ya lleva casi 19 años llegando a muchos países en el mundo.

Todos los derechos reservados (C)

Agradecimiento al Torem quien humildemente ha ocultado su identidad en el anónimato, tal y como está escrito, en los Profetas:  "Hatzneä Léjet..."

Extendemos un agradecimiento especial a la familia, amigos, y muy en especial al comité encargado de la redacción, digitalización y envíos por haber colaborado horas extras

Introducción

 

La Festividad de Pésaj, la garantía de Libertad para el Pueblo de Yisrael, requiere de una preparación exhaustiva que no se limita únicamente a la preparación de alimentos Casher le Pésaj, de la obtención de Matzot, Maror, Jaroset, y vino para las cuatro copas para la Noches del Séder, sino también a la cautela que se debe tener con que no haya Jametz en la propiedad desde la víspera de Pésaj hasta su finalización. La Ley exige que no haya Jametz en la casa y otros lugares pertenecientes al yehudí, y, por lo tanto, hay una obligación extensiva de chequear los lugares por donde se supone ha recaído la posibilidad de que se haya depositado el mismo. Despensas, esquinas, muebles, cuartos de la casa, son sólo ejemplos de dónde chequear la existencia de Jametz, en la noche de la víspera de Pésaj. Por otro lado, existen ubicaciones –aun dentro de la casa- donde no es necesario buscar, cuyo factor común es ser lugares donde -de seguro- nunca podría llegar allí el Jametz. Y, es por ello, que esta investigación halájica se ha tomado la tarea de descubrir si hay necesidad de chequear los libros que hay en las bibliotecas de las casas, casas  de estudio de Torá, o incluso Sinagogas, para verificar la existencia de Jametz sobre y adentro de sus cubiertas, o entre sus páginas…, muy en especial, cuando se sabe que, a veces, la persona pudo haber llegado a usar o leer libros mientras comía, por lo que se podría presumir –quizá- que justo allí haya caído o pegado pedacitos de Jametz.

Preguntas


¿Es obligatorio hacer la Mitzvá de Bedikat Jametz (buscar y descartar la existencia de Jametz) también en los libros de la casa? ¿Y en tal caso, habrá que sacudirlo?

Argumentos 

Consideración legal nula

 

El Talmud, en Maséjet Pesajim (6:2), dice Rab Yehudá en nombre de Rab que una persona que ya ha realizado la Bedikat Jametz (buscar y descartar la existencia de Jametz), deberá hacer el Bitul (anulación), tal y como explica RASH”I: en el corazón, por medio de la declaración “Todo Jametz que está en mi posesión… que sea anulado… 

El motivo es “por si se encontrare, en medio de Pésaj, una Gueluska Yafá (pan o torta considerable y le provoque, por error, comerla dado su relevancia alimenticia”. Para que esto no ocurra, los Sabios decretaron un refuerzo en este asunto, para su mente se separe más de este tipo de alimento, y, para ello no será suficiente con buscar y eliminar de antemano este tipo de alimento, sino que habrá que anularlo (también antes de Pésaj).

Pero, el Talmud explicó que la obligación de anular el Jametz no viene por si acaso haya migajas pequeñas, pues no tendrían relevancia o consideración legal, en caso de haberlas encontrado en medio de la Festividad de Pésaj. Es decir, aun sin la eliminación y sin la anulación, no traspasaría la prohibición de Bal Yeraé (proh. de que haya Jametz en la propiedad de la persona), por haber dejado inadvertidamente un Jametz de tan diminuto tamaño.

Por lo tanto, quizá, esto implica que los libros no sean objetos destinados a la Búsqueda del Jametz, dado que se supone que la dimensión que pudiera caber o ser retenida por un libro generalmente es muy ínfima, y el Talmud dijo que esta dimensión no habría sido relevante para justificar la ley de anulación del Jametz.

El riesgo es inminente

 

Empero, el autor del Jazón Ish (O.J., 116: 18), rechazaría el uso de esta prueba a favor de transigir en la búsqueda de Jametz en los libros, y la catalogaría justamente como una prueba en contra (N.E. Quizá debido a que, si bien no es por las migas la razón de la anulación, queda en entredicho que sí había sido una obligación buscar -Bedikat Jametz- en sitios donde haya una posibilidad de encontrar allí aunque sea de un tan ínfimo tamaño).  Pero, no sólo eso…

Vale recordar que el Shulján Äruj (Simán 440:2) dictamina que si un no yehudí dejare su alimento Jametz en casa (por ej., en un armario) de un Yehudí, y este último no tuviera legalmente ninguna responsabilidad legal sobre el cuidado del mismo, entonces, habría de ser necesario colocar una Mejitzá (un elemento que interfiera) entre dicho alimento y el espacio que se vaya a usar en la casa del yehudí, como por ejemplo, una cortina o tablilla de madera, de tal manera que se evite (que el Yehudí erróneamente vaya a) consumir dicho alimento, por olvido (de que es Pésaj). Pero, observa el Jazón Ish que al igual que una Gueluska, habría que hacer con respecto a (un tamaño menor de Jametz, como por ejemplo) migas de Jametz que pudieran haber en casa del yehudí: habría que colocar una Mejitzá como interferencia. Y así se expresó: “no hay diferencia entre un pedazo grande y migajas de Jametz”. Y, por lo tanto, le parece a este sabio concluir que, con respecto a los bienes de un Yehudí: “deberá hacer Bedikat Jametz en sus libros” (N.A. aunque sólo cupiesen allí migajas de Jametz, así como habría de hacerse con respecto con los lugares especificados en el Shulján Äruj, a menos que venda o alquile esos libros temporalmente a un gentil, y sólo haya que colocar una Mejitzá en la biblioteca donde se ubican).

Certeza vs duda

No obstante, la comparación entre el caso del “Jametz del gentil en casa del Yehudí” con el caso de la “Los libros del Yehudí” se pone en duda: en el primer caso, el Jametz está allí de seguro, y, por lo tanto, es necesario colocar una Mejitzá; pero, en el segundo caso, hay duda sobre si hay allí Jametz o no. Por consiguiente, no se puede concluir a partir de un caso seguro a un caso de duda.

Para entender aún más esta reflexión, se explicará de otra manera… Si bien se coloca una Mejitzá en un Jametz seguro del gentil, por las dudas de que el Yehudí –por error- se lo vaya a comer en Pésaj, no implica en que haya que hacer lo mismo en un caso de (a) doble duda: duda sobre si hay Jametz en los libros del Yehudí, y duda sobre si el Yehudí (suponiendo que haya Jametz allí) se lo comería al encontrarse Jametz en dichos libros en medio de Pésaj.

Aunado a esto, (b) la probabilidad de que el Jametz que se pudiera encontrar en los libros sea de una dimensión Cazayit es mucho más baja (casi nula), por lo que se podría descartar la comparación entre el Jametz del gentil (cuyo tamaño seguramente es mayor a Cazayit) y el caso de los libros del Yehudí. Y así es la opinión de Rab Shelomó Zalman Auerbach.

 Los alumnos del Rab Ben Tziyón Abá Shaúl (Jélek I, Simán 32), a través del libro Or Letziyón, dijeron, en su nombre: “nunca vimos a nuestros Rabinos que acostumbraran a hacer Bedikat Jametz en los libros de las bibliotecas, antes de Pésaj”. Y dijo que ni siquiera hay una sospecha de que se vaya allí encontrar, se vaya a caer -de allí- un Cazayit de Jametz, y se lo vaya a comer. Y si es por las migajas que pueda encontrarse allí, tampoco hay sospecha de trasgresión, ya sea por lo que dijo el Talmud sobre que no es relevante, o porque no tiene el tamaño condenaría a la sanción de Caret, que es la que determina si es obligatorio buscar el Jametz o no, y trae una prueba del Talmud (Pesajim 10:2).

Atestiguando de los grandes


En el Yabiä Ómer (Jélek 7, O.J., Simán 43) está registrado que asegura no haber visto a los Sabios acostumbrando a revisar libro por libro al detalle, página por página; y aseguró sí haberlos visto –en Pésaj- consultando sus libros de siempre sin haber verificado la existencia de Jametz en los mismos previamente.

Por consiguiente, tanto teórica como prácticamente,  no se ha evidenciado que haya necesidad de revisar los libros descartando la existencia de Jametz, para el cumplimiento de Bedikat Jametz.

Un detalle de salubridad

 

En una ocasión, M.V.R. Ha_RAABA”D de la Comunidad judía de Panamá R. David Perets SHLIT”A, en nombre de quien se está escribiendo toda este investigación, le preguntó a su suegro, el Rab Abraham Amar ZTz”L, sobre si su tío, el Rab Refael Baruj Toledano ZTz”L, chequeaba la existencia de Jametz en los libros. Y le dijo que no hacía Bedikat Jametz en los libros. Pero, si le advirtió otro asunto del que hay que cuidarse con los libros, y que está escrito en obras del Rab JID”ALa persona no debería traer libros de Torá a la mesa donde se está comiendo…, debido a que podría ocurrir que los libros contengan polillas, termitas o ácaros (tipos de Tolaïm), y éstos se trasladen inadvertidamente al interior de los alimentos que están en la mesa. Y podría pasar que alguien los ingiera (N.E. y traspase, al menos, cinco prohibiciones de la Torá por su ingesta).

De cualquier manera, la respuesta de estos Sabios tuvieron en común que si bien se cuidaban de los Tolaïm de los libros, empero, no así se cuidaban de verificar allí la existencia de Jametz previo a la Festividad de Pésaj. Y justamente por cuidarse de no traer los libros a la mesa y no comer cerca de los libros, la posibilidad de encontrar Jametz en los libros era, más bien, remota.

Hábitos de la actualidad


No obstante, en la actualidad, los hábitos de los comensales han ido cambiando con el tiempo, y poco a poco se ha incluso incrementando la cantidad de personas que sí traen libros a la mesa de la comida, y/o a la inversa, en algunos lugares, traen comida a las mesas de estudio, con lo cual, se aumentaría la posibilidad de encontrar en los libros -que están en dichas mesas- algún vestigio de comida, entre la que podrían estar migajas o pedacitos de Jametz. Y, si es así, quizá no se pueda utilizar necesariamente las declaraciones que atestiguaron que no se revisaba antiguamente los libros -antes de Pésaj- como prueba de que así deba seguir transigiéndose, pues los tiempos han cambiado en este sentido.

Escalada hacia el Jametz

 La mencionada obra “Teshubot Or Le Tziyón” (Loc. Cit.) trajo otra prueba ubicada en Maséjet Pesajim (10:2). Pregunta el Talmud sobre si es necesario, para fines de Bedikat Jametz, subirse a una escalera larga para llegar hasta un lugar muy alto de su morada, en aras de agarrar una Kikar (pedazo de pan de una dimensión similar a 6 huevos y hay quien dice 8 huevos) que estaba allí. 

Entonces, el Talmud elaboró un par de hipótesis, empezando diciendo que la respuesta podría ser que no sea necesario, debido a que los Sabios no quisieron incluir -en su decreto de búsqueda de Jametz- a casos que generen una molestia muy grande para la persona, al punto en que se tenga que subir a una escalera para agarrarlo preventivamente, ya que el pedazo de Jametz está muy arraigado al sitio donde se encuentra y no se caería de allí por su propio peso o, quizá pudiera pasar que haya sido hecho el pedazo de Jametz con una textura (por ejemplo, resbalosa y no plana) que facilite su descolocación y caída como podría ocurrir con cualquier objeto así de vez en cuando; y si esto llegara a pasar en medio de Pésaj, quedaría en riesgo de ser consumido inadvertidamente. La conclusión del Talmud fue admitir lo difícil del planteamiento, quedando en TIK”U, lo que significa que el Talmud quedó con la duda.


El RAMBA”M (Jametz Umatzá, 2:14) interpretó la conclusión del Talmud igualmente, con la salvedad que añadió un detalle que no estaba presente textualmente en el caso… Y dijo así: “Si hubiese un Cazayit de Jametz en la parte superior de una viga, habrá obligación de traer una escalera para bajarlo de allí, debido a que lo que se deposita allí suele caerse de vez en cuando (y quedaría en riesgo de comérselo durante la Festividad de Pésaj)”. Nótese que el RAMBA”M entiende que la conclusión del Talmud es exclusivamente para el caso en que lo que estuviera encima de la viga fuere del volumen de al menos un Cazayit (28 cc.); pero, si no, no habría necesidad de subirse a la escalera por una dimensión tan ínfima.

Por consiguiente, lo mismo se ha de acotar sobre la necesidad de hacer Bedikat Jametz en los libros, a sabiendas que la dimensión del Jametz que podría encontrarse allí sería menor a esa medida (N.E. y, con más razón, cuando ni siquiera se sabe si hay Jametz o no allí del todo).

Accesibilidad

No obstante, alguien podría alegar frente a esta deducción que el motivo por el que el RAMBA”M dijo que se refiere a una medida de Cazayit proviene del léxico del Talmud “Kikar” cuya connotación es un trozo considerable de pan. Es decir, sólo algo que tiene un tamaño relevante vale la pena sospechar que se pueda llegar a caer y posteriormente ser comido por alguien que esté pasando por allí en Pésaj… Pero, por algo que no tenga una dimensión así de relevante (Cazayit) aunado a la duda que se pueda quedar atascado encima de la viga, el Talmud no sospecharía que si cayera –en Pésaj- se lo pudiera llevar a la boca… Por consiguiente, cuando sí sea seguro que el Jametz estaría al acceso de la persona (dado que el libro está “a la mano”), sería factible la oportunidad de consumo de Jametz para la persona, a pesar de tratarse de una menor dimensión…

[N.E. Se podría alegar a favor del autor del Or Letziyón que, en el caso de la Korá, si hubiese sido un caso de duda sobre si hay allí Jametz o no, el Talmud, por descarte, tampoco habría exigido su búsqueda, y, con más razón, si se hubiese tratado de un pedazo pequeño de Jametz. Si es así, considerando que, en el caso de los libros, tampoco es seguro de que haya Jametz, y que el tamaño -de seguro- no sería mayor a un Cazayit, quizá sería lo apropiado deducir que no sea necesario hacer Bedikat Jametz en los libros. Se recomienda ver más detalles en Or Letziyón (Loc.Cit.) quien sustentó aún más su conclusión].

La ponchera agrietada


El Rab Öbadía Yosef, a través de su obra Yabíä Ómer (Jélek 7, Simán 43), habló sobre el caso en que una persona tuviese libros en su morada, dado que podría pasar que se le cayera migajas de Jametz en éstos… ¿Tendría que revisar todos esos libros?¿O será suficiente teniendo que colocar cortinas que funcionen como Mejitzá?¿O no sería necesario hacer nada? Y dijo que, en Maséjet Pesajim (45:1), está escrito que si una persona tuviese una Ärebá (Palangana o Ponchera) hecha de arcilla, y se le agrietara o se ahuecara, y decidiera enmendar el problema por medio de llenar los orificios y grietas con una masa, a base de harina y agua (es decir, con Jametz)…, ¿podría acaso guardar –obviamente sin usar- este utensilio en un closet, en su casa, o trasgrediría la prohibición de la Torá de “no se hallará Jametz en todo tu propiedad”?¿Podrá seguir utilizando este utensilio después de Pésaj? Dice el Talmud que se anula halájicamente esta ínfima cantidad de Jametz complementaria frente al resto de la voluminosa palangana. Es decir, no habría trasgresión, y se considera a la “palangana” como si sólo estuviera hecha totalmente de arcilla, y su pequeño contenido de Jametz en sus paredes hubiese pasado a ser nulo (N.E. Cabe aclarar que en ningún caso se permite comerlo en Pésaj, y solo se está transigiendo en el tema prohibición de hallazgo de Jametz en la propiedad).

Continuando sobre este tema del hallazgo de Jametz en un caso así, los Rishonim, entre ellos, Rabí Yehonatán Mi_Lunil dijeron que, dado que cada remendada es de una “muy pequeña dimensión” (menos de Cazayit de Jametz) y se ha colocado allí sólo como “remiendo”, no traspasaría la prohibición de dejarlo de tener Jametz en la posesión (Bal Yimatzé y Bal Yeraé), aunque sea que haya varios correctivos así, “por separado”, en el mismo utensilio, y muy a pesar de que sumen –entre todos esos remiendos- “más que un Cazayit”. No sólo eso… Incluso en un caso diferente, en que -quien colocó allí el Jametz- lo haya hecho sin percatarse que se quedó pegado en la superficie del utensilio, y no como remiendo, y la sumatoria del Jametz no llegara a Cazayit, se podría permitir dejarlo –a propósito, en Pésaj- guardado en un closet, sin necesidad de eliminarlo y no trasgrediría la prohibición de tener Jametz en la propiedad; pero, si sumará más que un Cazayit, habría que eliminarlo.  Y continuó el Rab Yehonatán Mi_Lunil diciendo que, empero, cuando se hallare migajas de pan en una casa, habrá que buscarlas y suprimirlas, que no queden en la casa, ya que se sospecha que puedan llegar a sumar –entre todas- como el volumen de un Cazayit.

Estadística de una existencia


Por consiguiente, cuando se tenga la “certeza” que las migajas de pan no van a sumar el volumen de un Cazayit, según esta opinión, no habrá que buscar y eliminar este Jametz, y, con más razón, cuando ni siquiera se tenga la certeza de más mínima existencia allí; por lo tanto, los libros que están en la biblioteca no debieran ser objeto de una obligación de buscar el Jametz y de eliminarlo, pues lo más seguro es que no llegue este Jametz a juntarse y sumar el volumen de Cazayit (pues no estarían sueltas las migajas en una misma superficie y estarían sin riesgo de juntarse, sino que, en el peor de los casos, estarían resguardadas en dichos libros), y, más todavía, tampoco es seguro de que se hallen allí del todo, en los libros.

Esta recopilación de Rab Öbadía Yosef fue parte de las pruebas de las que dedujo que no haya necesidad de buscar Jametz en los libros como parte de la Mitzvá de Bedikat Jametz. La recopilación recién encontró un símil en textos escritos por Talmid RASHB”A (Maséjet Pesajim, Hoja 43), por el autor del Terumat Hadeshen (Simán 164, N.E. Jélek 2), y así se podría interpretar del propio Shulján Äruj (442: 11)

Menos de un Cazayit


Dijo el Shulján Äruj: en cuanto a las “poncheras en las que se amasa en el Jametz, no se pueden apoyar  (sus dueños no podrán transigir) a través del lavado (escaldado) que se les haga con agua caliente ni a través del escarbado del Jametz que se haga de éstos, porque es imposible ‘escarbar y que no quede’, entre todo, un Cazayit allí pegado, entre todo lo que haya allí, pues el utensilio los unifica halájicamente, en un solo volumen. Y añadió que deberán regalarlo a un no yehudí, para que se lo devuelva después de Pésaj, o embarrarlo con arcilla…”. De este Shulján Äruj, se deduce que sí no hubiese un Cazayit en el dispositivo donde se encuentra el Jametz, por ejemplo, en un libro, no habría por qué tener que regalarlo al gentil, y, con más razón, cuando ni siquiera se sabe que hay Jametz, tampoco habría que  buscar Jametz entre sus páginas: y la conclusión del Rab Öbadía Yosef es que, aunque se sospeche de que haya migajas, en el caso en que lo máximo que pudiese haber fuera un volumen “menor a Cazayit”, y no hubiese sospecha de que se juntarían con el de otras ubicaciones entre sí, entonces, no haría falta hacer Bedikat Jametz de dichas ubicaciones (en este caso, en los libros de una biblioteca)…


 

Masa, y a la intemperie…


Por otro lado, cabe preguntar, sobre esta deducción, que si bien se puede entender que el Talmud y el Shulján Äruj hayan dado un permiso de mantener un dispositivo con presencia de Jametz en la propiedad sin tener que regalarlo, por el sólo hecho de totalizar menos de un Cazayit, quizá haya sido debido a que se trataba de una masa que ha estado a la intemperie y susceptible a una putrefacción parcial o total, y no cuando se trate de una miga de pan o galleta Jametz atascada en una página de un libro, la cual tarda mucho más tiempo en pudrirse (y podría ser todavía provocativa para comer), y lo más seguro es que se haya mantenido en buen estado, caso en el cual es factible que la Ley fuera más estricta, aun cuando se trate de una medida menor a Cazayit.

{N.E. Esta pregunta podría venir reforzada por el siguiente análisis: el RAMBA”M (2:15) trajo la regla de la Ärebá y dijo que, aunque no sumara Cazayit, si no estuviera presente allí para remendar el utensilio (por ejemplo, se quedó allí pegado), habría que eliminar dicho Jametz. 

Y el Hagahot Maimoniyot (Ot Tav) dijo que esta estrictez se aplica sólo si el Jametz estuviese adecuado para la ingesta, pero, si estuviera aunque sea un poco detestable, entonces, no haría falta eliminarlo, debido a que tiene dos degradaciones: lo detestable del Jametz y el volumen menor a Cazayit. Según este punto de vista, una o más migajas de pan que estén –de seguro- presentes en un libro, y que normalmente estarían adecuadas para la ingesta, bajo este perfil, habría que eliminarlas. Por otro lado, los mismos que son exigentes en “eliminar” (Biür) aun en el caso de la masa (menor a Cazayit en su totalidad) que está pegada en la superficie de la casa, incluyeron a las migajas de pan como más “novedad” y no como algo evidente para prohibir. Más aún, hay incluso  argumentos que diferencian a las migajas de pan de las masas pegadas al recipiente o casa, en pro de una mayor tolerancia, pues no se juntan como ocurre con la masa, y así lo acotó el Meiri (Pesajim 45.2)}

Jatzí Shiür

 

El Shilté Guiborim (Dapé Ha_RI”F, Pesajim 14:1), en nombre de Rabenu Yeshäyá (RYA”Z), dice que es necesario eliminar el Jametz que está la propiedad, aunque mida menos del volumen de Cazayit. {N.E. Y añadió: “Y yo digo que incluso las migajas de pan (o bizcochos horneados) deberán ser eliminados cuando estén a la vista”, de lo que se entiende que haya que hacer Bedikat Jametz para descartar su presencia}.

 Y así dictaminó el Jayé Adam (Klal 119, Ot Vav): “y los Sabios exigieron descartar la existencia del Jametz y eliminarlo, aunque sea en los boquetes y grietas de la casa, en los cuales sólo se podrían encontrar migajas y migajas, y están ciertamente sujetas a una indefectible anulación, y no trasgrediría de la Torá, aun así, por la sospecha de que se las pueda llevar a la boca, deberá eliminarlas aunque sea un ínfima medida”.

Asimismo es la opinión del Rab David Ben Zimrá (RABDA”Z, Jélek 1, 135), quien sostuvo: “obviamente es necesario eliminar el Jametz, aunque se trate de la existencia de medio Cazayit, debido a que las obligaciones de la Torá involucran, en principio, aunque sea a una fracción de la medida que justifica la sanción correspondiente, tal y como lo sostiene Rabí Yojanán (por lo tanto, si se lo llegara a comer, traspasaría una prohibición de la Torá); por tal motivo, los Sabios hicieron un decreto de que se elimine (Biür) dicho Jametz aunque lo haya anulado (Bitul), no vaya a ser que la persona lo ingiera inadvertidamente en Pésaj, si lo encontrara, pues la anulación sólo habría servido para fines de no trasgredir Bal Yeraé y Bal Yimatzé (no se hallará Jametz en toda tu propiedad), pero no para considerarlo anulado ante la prohibición de Comer Jametz…”.


Abundancia anual=No Temporada

Por otro lado, el Perí Jadash (N.E. O.J., Simán 442:8) sostuvo que no es necesario hacer una Bedikat Jametz en un espacio en el que se sepa que haya menos de un Cazayit de Jametz.

{N.E. El Perí Jadash (444.2) dijo, sobre el tema de una víspera de Pésaj que cae Shabbat, que, después de comer la Seüdá de Shajarit de Shabbat, sacuda  el mantel donde se comió, pero aclaró:   “a las migajas, no hace falta eliminarlas”, y trajo prueba de Maséjet Pesajim (6:2) “el que revisa debe anular también, y si piensas que la anulación se deba hacer por si quedaron migajas”, no es así, y, a eso, respondió el Talmud: “éstas no son relevantes”}

Y hay una referencia del Shaär Hatziyún (433 S.K. 33), en la que el autor expresó aspectos legales de los que se interpreta su tendencia (N.E. en base al RASHB”A y al Rabenu Yerujam) a que no haya que revisar ni eliminar la migas de Jametz que tengan menos de Cazayit de volumen. Y así es la opinión del Halijot Shelomó (N.E. Pérek 5,  Debar Halajá 10), que demostró que ciertamente sea así.


Lo especial de un libro

 

Y se basó el Rab Shelomó Zalman Auerbach en un caso en que, una persona  tenía en su casa un trozo de pan del Beth Hamikdash, antes de Pésaj… Dice la Halajá que no tiene ni siquiera que colocar una Mejitzá antes de la hora de la prohibición de aprovechar el Jametz, y, con más razón que no habrá de quemarlo… Y es diferente al caso del Simán 440.2, en el que se obliga al dueño de la casa a poner una Mejitzá que cubra al Jametz del no yehudí, que, por cierto, lo hizo libre de responsabilidad por lo que pueda pasarle al dicho Jametz. Explicó el Rab Shelomó Zalman Auerbach que el motivo por el cual no es necesario colocar una cortina o separador sobre el Jametz sagrado (del Templo), es porque no hay la sospecha de que alguien se atreva a comerlo si lo encuentra en  Pésaj, dado que este tipo de Jametz es prohibido durante todo el año y no lo come nadie en todo el año, a diferencia del tipo de Jametz que pertenece a un ser humano (en este caso a un no yehudí), el cual no tiene ninguna prohibición particular durante todo el año, sino únicamente en Pésaj (para el Yehudí). Y ya que esta diferencia es relevante y definitiva, para el tema de Biür Jametz, lo mismo habrá que decir sobre el Jametz que se pudiera encontrar en los libros: este Jametz no se consume durante todo el año, ya que destaca la presunción de que haya ingresado un gusano o algo indeseable en su interior. Por consiguiente, no habría necesidad de hacer Bedikat Jametz en los libros, dado que no hay riesgo de que se lo vaya a comer cuando lo encuentre, debido a que será repulsivo para las personas, pues nadie nunca se lo comería, de la misma manera como con los panes sagrados en casa del Yehudí.

  No obstante, comparar un caso cuya sanción por comerlo durante todo el año llega al grado de lo sagrado y hasta de una penalidad capital de la Torá (y, por lo tanto, de por sí, ya está separado de la mente),  con un caso en que hay una repulsión debido a lo probablemente repugnante que pueda llegar a ser un Jametz invadido por un gusano, para una persona, quizá no sea impactante hasta el punto que justifique la tolerancia de dejarlo al descubierto... (N.A. sin taparlo, y pudiera ser así aun cuando se supiera que ciertamente hay Jametz allí, y aun encontrándose físicamente todavia en buen estado y apto para su consumible).

Cabe aclarar, empero, que el Rab Auerbach sí tenía este aspecto muy en cuenta, y, para él, una comida que ha estado inserta en un libro, automáticamente pasaría a estar separada de su mente; y la prueba es que, en su casa, nunca se traía libros a la mesa donde se come, pues decía que era nocivo para la salubridad. Y el motivo de todo esto era que, dado su acervo legislativo y de libros antiquísimos, que recibió después de pasar muchas generaciones, es obvio que éstos abordaran organismos y gusanos que hayan formado un hábitat adentro de sus páginas. Por consiguiente, es comprensible que el grado de separación mental que tendría una persona de cualquier alimento que se encontrara en un libro de éstos, en estas condiciones, sería muy parecido al grado de separación mental que tendría una persona con respecto a un pan sagrado del Templo. Pero, compararlo con cualquier otro libro que no tenga tantos años de existencia, pudiera, quizá, exigir una demostración de mayor contundencia.


Las Dudas y los Decretos

 

El Eshel Abraham Mi_Butshtash (Simán 440) dedujo, del Shulján Äruj, que si hubiese duda sobre si existiera un Jametz (aunque sea de mayor dimensión) en la propiedad de no yehudí, no habría que colocar la Mejitzá (en caso de que el Yehudí tuviese que ocupar dicha propiedad). Por ejemplo, un Yehudí tuvo que ir a un hotel perteneciente a un no yehudí, en Jol Hamo*ëd, no está obligado a colocar Mejitzot en todos los lugares donde sospeche que pudiera o no haber Jametz (adecuado para el consumo humano), lo que implica que no haya que hacer Bedikat Jametz.

Por consiguiente, se deduce (considerando equivalentes a ambos casos) que tampoco habrá que estar advertido de hacer Bedikat Jametz en los libros (en la casa del Yehudí), dado que hay una “duda” sobre la ausencia o hallazgo de un volumen menor a Cazayit de Jametz, adentro de los libros.

 El Rab Öbadía Yosef, en su libro Jazón Öbadiá (Pésaj, Halajot Bedikat Jametz, pag. 35), dijo que no es necesario hacer Bedikat Jametz en los libros. Y dice que, aunque el Jazón Ish y el Maäsé Rab (N.E. antecedidos por el RYA”Z) registraron lo contrario, no obstante, muchos Poskim no coinciden con una exigencia como ésta, y, encabezándolos con el Meiri y el MAHARI”L, entre los Rishonim, y con el Perí Jadash (Simán 442:8) y Zerä Emet (Jélek 1, Simán 48), entre otros ya registrados en su otro libro Yabiä Ómer (Loc.Cit.), concordaron en que no hay diferencia legal entre el caso de las migajas de pan (por ejemplo, las que están en un libro) y las masas del Simán 440 del Shulján Äruj, obteniendo finalmente que no sea necesario hacer Bediká y Biür de un Jametz que mida menos de un Cazayit. Y, por consiguiente, tolera el Jazón Öbadiá que no se haga la búsqueda del Jametz ni siquiera en los libros que han sido abiertos –durante el resto del año- a la hora de comer.

No es menos importante recalcar que existe aun más detalles alrededor de este tema, pero, que, en esta edición, por cuestión de tiempo y espacio, no ha sido posible agregar; sin embargo, las conclusiones de esta edición, sí las tomarán -a éstas también-  en cuenta, como se verá a continuación... 

Conclusiones


 

No es necesario hacer Bedikat Jametz ni revisar los libros que normalmente se encuentren resguardados en una biblioteca y no se traen frecuentemente a la mesa cuando allí come


Es muy recomendable revisar los libros que sí se suelan traer a la mesa cuando allí come, como por ejemplo, libros de Parashat Hashabúä, libros de Kidush, Birconim, Shironim…