Introducción

Rosh Hashaná es un día muy especial que engloba varias propiedades que en sí pudieran parecer antagónicas, pero, no lo son, en realidad. Se trata del Día de Juicio, en el cual se pone, en la balanza espiritual, todos los actos de la persona y la actitud que ha asumido en el reciente año… Tal y como dicen los Poskim, basados en el Medrash, un juicio llevado entre los hombres podría estar rodeado de un ambiente angustiante y vestimentas oscuras que expresen la incertidumbre, aunado a la seriedad propios de un veredicto de esta índole, pero, la realidad es que este Juicio está presidido y dirigido por el Rey de Reyes, el Santo Bendito Él, cuya actitud es diferente, y su deseo es que la persona no esté en una situación angustiante, sino con una actitud optimista, entusiasta, con la esperanza cierta que saldrá absuelto y beneficiado a través del Juicio Divino,  y con buen augurio para el año que está entrando, con Bendición. Este objetivo se ve estimulado en gran forma por el hecho de que Rosh Hashaná sea ciertamente  un Yom Tob, con los reglamentos similares al de Pésaj, Shabuöt, y Sucot, ante lo cual resalta el consumo alimenticio destacado, y vestimentas distinguidas propias de un Shabbat o Yom Tob... Por otro lado, tampoco ha de exagerar la alegría extrema, que pueda aminorar la importancia de lo que se está poniendo en la Balanza Vital, en este día.

Es por ello, que esta investigación halájica se propone la tarea de descubrir si también la apariencia o sabor que pueda tener un alimento sean decisivos en la tarea de  (A) no acercarse demasiado a una alegría extrema y alejarse de una sensación que pueda tener relación con un sentimiento de angustia o amargura, o si quizá (B) la apariencia y sabor del alimento no sean decisivos y, por lo tanto, este objetivo no abarque una exigencia tan avanzada en este sentido.

Menú edulcorado y graso

En el libro de Nejemiá (8:9&10), está escrito que la gente estaba llorando (de tristeza) en Rosh Hashaná, recién habían vuelto de Babel a Yerushalayim, y les dijo el profeta Ëzrá: “¡no se entristezcan ya que hoy es un día sagrado para nuestro Señor!”. Y les añadió: “¡Coman alimentos grasos, y tomen bebidas dulces!”. 

Una vez más, se deduce que es fundamental contar, e incluso, consumir alimentos grasos y dulces en Rosh Hashaná, correspondiendo así a lo sagrado de este día. Y, por lo tanto, se podría pensar que asimismo haya que cuidarse de no comer lo contrario a este tipo de alimentos, y prohibirse el consumo de alimentos amargos, ácidos, picantes, o bajos en contenido graso… 

Pescado picante

Por otro lado, se podría interpretar que hay comidas que cuentan con ingredientes picantes, con el objetivo de mejorar su sabor, mas no en forma exagerada, y, por ende, sería permitido que el conglomerado que está ingiriendo sea “picante”. Y así se refirió el Äruj Hashulján (583, Ot 3), quien permitió, en Rosh Hashaná, el pescado picante señalándolo como una excepción a la regla general que prohíbe comer alimentos con sabores amargos (fuertes):  “y no están en esta regla los pimientos picantes que le ponen a las comidas (y están permitidos) debido a que éstos vienen para acondicionar la comida para su consumo, como por ejemplo, los pescados, los cuales resultarían imposible comerlos sin (condimentarlos o mezclarlos con) pimientos (picantes)”.

Si es así, aunque se trate de alimentos que contienen sabores fuertes y no se haya neutralizado su sabor, cuando haya un motivo de necesidad para su consumo, como por ejemplo, que sería imposible su consumo si no fuera por un toque de picante, se permitirá su consumo… Igualmente, cuando haya alimentos como el puerro, que –de por sí- tiene una alegoría talmúdica que avala su uso en Rosh Hashaná, con más razón que no habría de prohibirse…