La respuesta es que los escuchas del Kidush necesitan que se aplique la regla de Shomeä Keöné (el que escucha es como el que recita). Para este fin, es necesario técnicamente que la persona entienda lo que se está recitando, y, en ese caso, podrá mantenerse en silencio y cumplir valiéndose de la recitación del recitante. En caso contrario, si no entiende, deberá el que escucha modular las palabras con su boca, acompañando al recitante, con excepción claro está del comienzo y culminación de las bendiciones propiamente dichas.
En el tema de Meguilá (de Esther), sin embargo, aunque también se debiera aplicar las mismas reglas de Shomeä Keöné, es una excepción, ya que este precepto viene anexado con el precepto de Pirsumé Nisá, lo que conlleva a cumplir con el también objetivo de pregonar el Milagro, razón que permite aligerar en lo referente a esta norma, y no exigir que se llegue al conocimiento exacto de su significado.
{N.E. Como prueba a esto, cabe recordar que, en el caso en que hubiese dos personas leyendo la Meguilá en voz alta simultáneamente, y una tercera persona quisiera cumplir escuchando a uno de ellos, a pesar de lo mezclada que pueda estar la voz entre esos lectores, el "Pirsum Hanés" provoca que haya tanto interés y discernimiento, hasta el punto de que la Ley transija y valide el cumplimiento del precepto de este oyente (Shulján Äruj , O.J., 690.2}
De esta misma manera, se puede entender el por qué el ROS”H fue exigente en el tema de la recitación del Yotzer… El Yotzer no tiene apuntado un precepto de Pirsumé Nisá, y, por ende, debe regir sobre éste las normas estrictas del Shomeä Keöné y la persona debe ser muy cauta en no distraerse; en cambio, en el tema de Lectura de Meguilá, no es así, y se podría tolerar una falta de atención, así como fue tolerado, por los Sabios, el desconocimiento de la semántica durante la Meguilá.