Manuel Lage y Marisa Pardal

Terapeutas expertos en adicciones de UTACA

Los dos terapeutas durante el encuentro virtual en la sede de UTACA en A Coruña. / MEET

“En la adolescencia las adicciones más frecuentes son las nuevas tecnologías”

Los dos expertos reflexionan sobre las conductas adictivas más frecuentes en los adolescentes y sobre las terapias para salir de esa situación

DAVID GARCÍA GONZÁLEZ Y BRUNA DÍAZ VALERO | A Coruña-Santiago de Compostela

Manuel Arturo Lage Muiño es licenciado en Psicología en la USC, máster en Psicología Aplicada y especialista en psicología clínica. Su compañera, Marisa Pardal es educadora social en el centro de Unidad de Tratamiento del Alcohol y Conductas Adictivas (UTACA) de A Coruña. Ambos atienden diariamente a personas con adicciones y avisan de que todo el mundo puede volverse adicto: “Cualquier persona puede desarrollar una dependencia o una adicción incluso siendo muy jovencito; y es muy importante la edad a la que se empieza, ya que cuanto más joven más daño puede hacer, porque el cerebro está todavía sin desarrollarse”.

—Como sabemos, son expertos en adicciones. ¿Cómo comienza habitualmente una persona a ser adicta y a qué edad?

—MANUEL LAGE (M. L.) Una persona adicta pierde su libertad de elegir, de decidir cuándo usar una cosa o no, y esa cosa en este caso es una sustancia como el tabaco, el alcohol o los videojuegos. ellas son las que le dicen cuándo lo tienen que hacer, hasta dónde o el tiempo que deben hacerlo. Por eso, a lo mejor las sobrepasa. Es decir, cuando la persona pierde la libertad y empieza a utilizar eso, ya no solo para pasarlo bien sino para no pasarlo mal, entonces esa persona tiene que empezar a pensar que, tal vez, puede empezar a tener problemas. ¿A qué edad? Cualquier persona puede desarrollar una dependencia o una adicción incluso siendo muy jovencito; y es muy importante la edad a la que se empieza, ya que cuanto más joven más daño puede hacer, porque el cerebro está todavía sin desarrollarse. El cerebro es igual que cualquier otro órgano: después de nacer todavía continúa madurando y es el último órgano en constituirse definitivamente. Un cerebro humano tarda hasta los 22 años, más o menos, en desarrollarse. Entonces, si yo sé que a ese órgano le puede hacer daño alguna sustancia cuanto más joven soy; es decir, que cuanto más inmaduro es ese órgano más daño le puedo hacer; por ejemplo: empezar a beber o a fumar con 21 años es completamente diferente a empezar a beber o fumar con 6., Hace mucho más daño con 6, 7, 8, 10, 14, 15 que con 21.

—¿Cómo es el ambiente social de los adictos y qué importancia tiene?

—M. L.: El ambiente social es lo más importante. Si pensáis en vosotros mismos, en el valor que le dais a vuestro grupo de amigos, lo que hagan vuestros amigos, simplemente, hay muchas más posibilidades de que lo acabéis haciendo, porque le dais mucha importancia a todo aquello que hacen vuestros amigos, vuestro entorno social. De pequeños en casa tenemos una educación, nos vamos educando en normas, valores y comunicación; después llegamos a una edad, que posiblemente sea la vuestra, donde le damos mucho peso, mucha importancia, a nuestro grupo de amigos, por lo que todas aquellas conductas que tengan nuestros amigos, tenemos muchas probabilidades de acabar reproduciéndolas nosotros para que nos acepten, para ser iguales que ellos, para que tengan una reputación con ellos. Por lo tanto, es muy importante el grupo social en el que tengan relaciones. Para vosotros es lo mismo. Los videojuegos, por ejemplo, posiblemente habéis jugado ya a todo. Pero yo no, porque soy mayor y no los había. Pero es todo realmente diferente, y la cosa que es muy mala, por ejemplo: la cocaína o los porros, ahí ya todo el mundo sabe que es malo, lo que pasa es que a lo mejor os paráis un poquito más. Por ejemplo, los videojuegos son algo que se empieza mucho más joven. ¿Recordáis cuando empezó el whatsapp, que estabais o estábamos, yo también, todos juntos en el mismo sitio, pero hablándonos por whatsapp en el grupo? Cuando dedicamos al whatsapp un tiempo para comunicarnos, cuando lo podemos hacer visualmente, estamos actuando mal. Por eso debemos reflexionar sobre estas prácticas para que luego de mayor no se conviertan en una costumbre o una necesidad.

—Aparte de las drogas se puede uno enganchar a muchas cosas. ¿Qué adicciones son más comunes en los adolescentes y cuáles son las más preocupantes en la actualidad?

—La palabra droga está definida por la OMS y tiene que cumplir 5 características: tiene que ser una sustancia, tiene que ser tóxica, tiene que tener la capacidad de alterar el sistema nervioso central, tiene que tener la capacidad de tener tolerancia, es decir, que cuando empiezas con poca sustancia te hace mucho efecto, pero cuando te acostumbras tienes que ir aumentando la dosis para que te haga el mismo efecto; y tiene que tener la capacidad de crear dependencia. Una adicción se puede producir sin que haya droga por el medio; por ejemplo, la adicción al juego. Una persona juega a una máquina, pero no hay sustancia porque no metes nada dentro del cuerpo, aunque puedes acabar convirtiéndote en un esclavo. La palabra adicción significa “esclavo”, más o menos. En la adolescencia las adicciones más frecuentes son las nuevas tecnologías. El teléfono puede ser bueno o malo dependiendo el uso que le demos; si lo uso adecuadamente, es bueno pero, si abuso, es una herramienta fatal.

—Los pacientes que vienen a tratarse, ¿normalmente cómo llegan y cómo salen después de la terapia?

—Generalmente, cuando llegan es porque pasa algo, un problema: en la casa, en el trabajo, por problemas de tráfico. Cuando pasan el tratamiento miramos si hay alguna deficiencia. Todo va a depender de la motivación que tengas; por ejemplo, si el paciente no quiere dejar de beber o jugar, podrá dejar de consumir una temporada y luego recaerá. Es importante que la persona que tiene la adicción quiera dejarla, que sepa en que consiste su adicción, su problema. Nosotros para resolver un problema necesitamos saber cuál es para poder ayudarlo.

—¿Cómo es el proceso de recuperación de las personas adictas y qué momentos son los más complicados?

—El peor momento es el paso de venir aquí y de la desintoxicación de los adictos. Si a los adictos les hacemos ver que es un proceso que transcurrirá en sus primeras semanas o sus primeros meses, que su vida va a mejorar y que va a ser mucho más feliz, probablemente lo lleve mejor.

—¿Qué importancia tiene la familia en la recuperación de una persona adicta?

—La familia ocupa un papel muy importante. La familia tiene que saber en qué consiste la adicción de su familiar, cómo puede desarrollarse, cómo ayudar, y también es muy importante la comunicación, un apoyo. Es muy importante no juzgar ni culpabilizar, sino entender. Vosotros, cuando tenéis un problema, acabáis recurriendo primero a vuestros amigos y, si ellos no pueden hacer nada, acabáis recurriendo a vuestros padres.


Los terapeutas en otro momento de la charla virtual. / MEET

—¿De qué adicción es más difícil recuperarse y por qué?

—Yo no voy a comparar adicciones, pero eso depende de la motivación que le ponga la persona adicta. Si no tienes motivación, superarlo es mucho más difícil que si tienes mucha motivación, ya que así va ser mucho más fácil superarla.

¿Cuáles son los mayores peligros una vez que se desintoxican y vuelven a la vida normal?

—Hay 3 factores de riesgo: uno es el entorno; el segundo son los desequilibrios emocionales y el tercero, que yo no tenga una conciencia clara del problema. Si yo no tengo esa conciencia clara acabo contándome trolas, engañándome: “Un día es un día”, “No va a pasar nada” o “Me lo merezco” son cosas que me digo para que mi conciencia pueda llevar a cabo la adicción.

—Durante el encierro de marzo, ¿cómo estuvieron atendiendo a las personas con adicciones y qué efectos tuvo el confinamiento en estos casos?

—Nuestra unidad, preferiblemente, es presencial. Debido al confinamiento, lo que intentábamos era hacer contactos telefónicos (videollamadas) para saber cómo llevaban el consumo, cómo van de ánimo, de humor, como ya hacíamos antes del confinamiento. Posiblemente lo llevaron mucho mejor, porque había un acceso un poco más difícil al alcohol en los supermercados.

—¿Ustedes qué recomiendan a la gente que es adicta y no se ve capaz de superarlo?

—Entre que una persona empieza a pensar que tiene que dejar algo y al final lo lleva a cabo, a lo mejor pasan semanas, meses o años. Si una persona no lo consigue, lo intenta varias veces y manifiesta una voluntad, realmente quiere dejar de consumir, pero no es capaz. A lo mejor no es el momento, a lo mejor es que no está todavía preparada. Nosotros negociamos. A lo mejor todo no es blanco ni todo es negro y podemos quedarnos con un gris. Así, le proponemos, por ejemplo, un programa de reduccion de daño: imagínate a alguien que fuma; pues si fuma 20 cigarrillos al día, y no es capaz de dejarlo, vamos a intentar que fume solo 10 o 5, porque fumar es malo, pero si fuma menos es mucho mejor.

—¿De qué modo están funcionando las medidas de los gobiernos contra las adicciones?

—En la limitación, por ejemplo, de los niños en el acceso a las bebidas alcohólicas y al tabaco. Pero todos conocemos los trucos, todos sabéis cómo hacerlo, por lo que el cumplimiento de las normas va a depender de lo que nosotros queramos, de si las queremos cumplir. Los botellones están prohibidos, pero los hay. Yo puedo entender que la gente está encerrada y a los chicos y a los niños os cuesta un poquito más porque estáis más acostumbrados a socializar y a estar fuera.

Y ya para finalizar, si nos encontramos con un caso de adicción cercano, ¿cómo podemos ayudar a esa persona a dejarlo?

—M. P.: Va a depender de la relación que tengas con esa persona. Si es cercana y tienes confianza, es más fácil promover una conversación, preguntarle si le está pasando algo, o hacerle ver que en este momento está jugando mucho. Hay que intentar no culpabilizar ni criticar, sino ponernos de su parte. También saber si le está pasando algo, y que no esté solo. Lo puedes entender muy fácil si te preguntas a ti mismo cómo te gusta que te digan las cosas y qué no te gusta oír; también, cuando te quieren decir algo que no te gusta, cómo te gustaría que te lo dijesen. Por lo tanto, tú tienes que hacerlo de una forma parecida: sin criticar ni reñir.

—A esa persona que no quiere decir en su casas que es adicta, ¿cómo podemos convencerla?

—M. L.: Es lo que te estaba diciendo Marisa: muchas veces, si es una persona próxima como un amigo o un familiar, alguien con quien tenemos confianza, tenemos que manifestarle lo que no siente, lo que no sabe, sin hablar directamente de él. Eso ayuda a que la persona no se sienta atacada.