Este virus comenzó en China y no se esperaba nada de lo que podía llegar a pasar. Al principio todo parecía estar en Asia, muy lejos de Galicia. Cuando empezó a avanzar por Europa se pensaba que nada podría ocurrir hasta que llegó, de repente, como un tsunami, subiendo los casos de forma descontrolada de un día para otro. Y nadie sabía cómo actuar: “En un primer momento te quedas totalmente despistado y casi bloqueado, porque te sobreviene algo con lo que no tienes ninguna experiencia, algo nuevo. Además, estás viendo lo que ha pasado en otros sitios, en otros países, en otras autonomías y te das cuenta del peligro que entraña”, recuerda con emoción el doctor Pose, Jefe de Medicina Interna del Centro Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).
En cuanto llegó la pandemia muchos científicos dejaron lo que tenían entre manos y comenzaron a trabajar para intentar pararla: “Aparecen muchos datos de golpe y hay que sacar conclusiones y analizar los riesgos de la propia enfermedad y las oportunidades de las vacunas”, explica Elena Vázquez Cendón, decana de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Santiago (USC). Además, la pandemia incrementó el trabajo para muchos, como Jorge Mira, catedrático de Electromagnetismo del departamento de Física Aplicada de la USC y parte del comité de expertos de la Xunta: “Fue estresante; sobre todo en las primeras semanas, porque estábamos forzados a dar tantas respuestas porque nos pedían constantemente información. Entonces, hubo un poco de agobio en los compañeros que estaban participando en el proyecto porque tenían que ver al conselleiro y decirle lo que iba a pasar. Eran conscientes de que lo que ellos dijeran iba a afectar a las medidas sanitarias, y, por lo tanto, era una responsabilidad enorme”. Al poner el foco en esta nueva pandemia, muchos otros problemas se quedaron en segunda línea: “Cuando tiene lugar una situación de este tipo te dedicas a tratar lo primero que ves delante, lo que consideras más importante, pero el resto de pacientes sigue existiendo y sigue habiendo, por lo menos, los mismos”, explica el doctor Pose, enfatizando la prioridad que tuvo el coronavirus sobre otras enfermedades.
En el inicio de esta pandemia hubo un descontrol de los casos de COVID-19 que nadie esperaba y que afectó a todos los campos de la investigación. Eduardo Sáenz de Cabezón, profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de La Rioja enfatiza la importancia de las matemáticas para enfrentarse a la pandemia: “Las matemáticas y las pandemias tienen mucha relación en diferentes ámbitos. Por un lado, se utilizan las matemáticas para predecir cómo van a ser los casos o, por otro, para saber cómo se va a repartir el material. Hay matemáticas que se han pensado durante muchos años y que se aplican en modelos efectivos para todas las pandemias; para la COVID y para otras”.
Pero quizás los científicos que tuvieron una mayor responsabilidad y una mayor presión fueron los virólogos como Isabel Sola, codirectora del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que relata cómo fue este cambio tan brusco de empezar a fabricar una vacuna partiendo del trabajo que ya realizaban con los coronavirus: “Seguimos trabajando en un virus que pertenece a la misma familia y la clase de trabajo y de protocolos que utilizamos son esencialmente similares. En eso no hemos tenido que cambiar gran cosa. Lo que sí ha cambiado, por supuesto, es la presión de trabajo, el compromiso con trabajar en algo que se necesita cuanto antes”.
Mientras tanto, en primera línea de combate contra la COVID-19, el doctor Pose recuerda que “si potencias mucho la asistencia en un sitio y el número de médicos es el mismo, tienes que desatender a otros enfermos, y eso es lo que ha ocurrido, no solo en Santiago sino también a nivel mundial. Esto se ha acentuado principalmente con los pacientes crónicos, porque a los pacientes agudos tienes que atenderlos obligatoriamente”. También relata la experiencia en el hospital con los pacientes: “Estos pacientes, cuando se diagnostiquen y se empiecen a tratar, su pronóstico puede ser peor. Otros pacientes con cáncer que tenían que recibir quimioterapia no pudieron recibirla porque las instalaciones estaban ocupadas por pacientes de COVID-19 o porque el personal no podía atenderlos”. Por último, el internista recuerda con especial atención la terrible situación de las personas mayores al inicio de la pandemia: “Los mayores son, con los niños, las personas más frágiles de la sociedad, pero lo que pasa es que uno se preocupa más por los niños, porque los mayores ya han vivido su vida y mucha gente piensa que ya socialmente pasaron a estar jubilados y ya pasaron a estar fuera de lo que es la sociedad activa y no nos preocupan tanto”.
Por todas estas razones, la investigación es fundamental para poder encontrar una solución a esta pandemia. Como corrobora Sáenz de Cabezón, “lo más importante de todo es tener buenos datos y que dejemos a los científicos que investiguen para que puedan encontrar una solución, como vacunas o medicinas; pero necesitan tiempo. Para ganar ese tiempo tenemos que comprometernos todos, los que son científicos y los que no, a cumplir las medidas que van a hacer que se retrasen los efectos de la pandemia. Es una colaboración de todos, científicos y no científicos”.
Uno de estos científicos, el físico Jorge Mira, explica que lo que hacen ellos “es predecir cómo se mueven los virus por las redes, tanto si es una red informática como si es una red de personas”, porque hacen cuentas y hacen “matemáticas para intentar predecir cómo va a evolucionar ese virus y a cuánta gente va a infectar a lo largo del tiempo”.
Por su parte, la bioquímica Isabel Sola explica el desarrollo de las vacunas contra el SARS-CoV-2: “En el proceso de producción a gran escala la dificultad que hay depende de la tecnología con la que se construyan las vacunas, porque no todas las vacunas son iguales. El caso de las vacunas de ARN mensajero es un proceso más complejo. Todo esto tiene que llevar muchos controles de calidad para asegurar que la vacuna que estamos produciendo es tan buena y eficaz como la que uno ha probado al principio; de ahí que tengan ese pequeño inconveniente. En el caso de las vacunas de adenovirus, se producen de forma más sencilla porque es un trabajo que se realiza en las células y ellas solas van produciendo la vacuna. Es más sencillo de producir pero tienen otros inconvenientes, porque quizás el nivel de eficacia no llegue a los extremos de las vacunas de ARN”.
En este sentido, la profesora África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, explica las dificultades para seguir con la investigación, ya que tenían “un proyecto muy importante” y tuvieron “que pararlo completamente”. Para ella “las mejores vacunas para la COVID-19 son aquellas con los patógenos atenuados”, aunque “lo que nos ha sorprendido es que tenemos un nivel de protección con estas vacunas muy bueno, pero no sabemos si nos va a durar más de un año”.
Otra vía de investigación es la seguida por el equipo de Angel Carracedo, genetista y catedrático de Medicina Legal de la USC, que estudia el predominio de la enfermedad en los distintos grupos sanguíneos para localizar los grupos de riesgo: “El grupo AB0 también influye un poquito. La gente que es 0- tiene más resistencia y la gente que es de los grupos AB, sobre todo si son positivos, tienen un poquito más de sensibilidad”.
Después de vivir una situación como esta, la salida pasa por alcanzar la deseada inmunidad de rebaño. Esta inmunidad consiste, como pudo comprobar el alumnado de 1º de ESO del IES Rosalía en una investigación realizada para el proyecto europeo ATS STEM, en que si hay un cierto número de personas inmunizadas, estas protegen a los demás contra una enfermedad. En el caso de la COVID-19 tiene que haber más de un 70% de la población inmunizada. En este sentido se está avanzando rápidamente a pesar de los problemas con la adquisición de las vacunas y de los efectos secundarios derivados de las mismas. El doctor Pose está convencido “de que, sin estos problemas, al final del verano tendríamos la inmunidad de rebaño y a más del setenta por ciento de la población vacunada”. Pero hasta llegar ahí, la fatiga pandémica es uno de los principales retos. Según África Gonzalez, “si seguimos, como estamos haciendo, todas las normas del COVID y haciendo lo que nos piden, esa fatiga pandémica será menor”. Otro aspecto que impide mejorar la evolución de esta pandemia son los bulos y la información falsa o alterada. Algo que lamenta y critica Angel Carracedo: “Una cosa que a mí me preocupó mucho no son solo las opiniones de un montón de locos negacionistas y de gente absurda, sino también, a veces, una interpretación errónea de la estadística y de la información por parte de los medios de comunicación”.
Esta gran crisis derivada de la pandemia, que tanto ha hecho sufrir, también ha proporcionado muchas enseñanzas tal y como señalan la mayoría de los científicos consultados. Por una parte destacan, como Sáenz de Cabezón, la importancia de valorar las matemáticas en la investigación: “Pienso que con la pandemia la población en general nos damos más cuenta de que las matemáticas son muy importantes e, incluso, nos están salvando la vida”. Por otra parte, la bioquímica Isabel Sola insiste en el papel vital de la ciencia: “Implica trabajo de investigación e invertir en ciencia. Pero la ciencia no se hace de un día para otro, es decir, no es un programa de ordenador que se ejecuta en unos segundos, sino que son ciencias experimentales que requieren de todo un tiempo de experimentación en el laboratorio, en animales; y todo esto requiere tener personal formado y requiere tener laboratorios de alta seguridad que funcionen”. Otro aspecto importante, según el doctor Pose es la enseñanza que a nivel personal y humano ha supuesto esta pandemia: “Los japoneses dicen que las pandemias son una desgracia, pero hay que verlas como una oportunidad, igual que las guerras. Una oportunidad para sacar lo mejor de ti mismo, para, por ejemplo, fomentar el humanismo y la colaboración. Y en este sentido yo creo que una de las enseñanzas más importantes de la pandemia es la necesidad de colaborar unos con otros, de ser humanitarios, de proteger a los más débiles y de ser solidarios”. Gracias a todas estas lecciones parece que se está consiguiendo calmar este tsunami tan inesperado y que en algún momento, en el futuro, la vida volverá a ser lo que era.