Julián Barrio Barrio (Manganeses de la Polvorosa, 1946), fue ordenado sacerdote en el año 1971, es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo y fue vicerrector del Seminario de Astorga entre 1980 y 1992. Es nombrado por el Papa Juan Pablo II obispo auxiliar de Santiago de Compostela, coincidiendo con el inicio del Año Xacobeo y es consagrado obispo el 7 de febrero de 1993 en la catedral por el cardenal Rouco Varela, al que sustituye como arzobispo de la sede compostelana en 1996. El prelado está esperanzado con este Año Santo que comenzó en pandemia y anticipa que es posible que el Papa Francisco visite la ciudad: "He invitado al Papa a venir, aunque él puede venir a visitar Santiago cuando quiera. Lógicamente me hace ilusión que el Papa pueda venir a Santiago a lo largo de este Año Santo".
—Estamos en Año Xacobeo, un año marcado por la pandemia de la COVID ¿Cómo cree usted que se presentará este año jubilar en cuanto a número de peregrinos y fieles que llegarán a Compostela?
—La verdad es que hemos abierto con mucha ilusión el Año Santo Compostelano, dándonos cuenta de la situación en la que nos encontramos. Yo confío en que a lo largo del año puedan venir peregrinos, porque hasta este momento en realidad son muy pocos los que han llegado con motivo de la pandemia, y esto es lo que ha movido al Papa Francisco ante la petición que yo le había hecho a prolongar este Año Santo no solamente en el año 2021 sino también en el 2022.
—Hace unas semanas usted mismo se encargó de realizar la apertura de la Puerta Santa sin la tradicional caída de la pared que la tapa. ¿Qué significado tiene para usted esta tradición y qué cambios hubo este año?
—La verdad es que es un acto para mí muy emotivo. Yo, desde el año 1993 en que vine como obispo auxiliar a esta diócesis, ya participé en ese Año Santo; posteriormente me ha tocado el gozo de hacer la apertura de la Puerta Santa en el año 1999, en el 2004, en el 2010 y ahora en el 2021. Es un acto siempre con una gran emotividad, por el significado del hecho de la apertura de la Puerta Santa abrir la Puerta Santa es proclamar a todas aquellas personas que de una u otra manera, peregrinos o no peregrinos, es decir me refiero que hagan el Camino de Santiago o que simplemente quieran en sí, porque participar en las gracias jubilares, pues es decirles: “Cristo es la auténtica y verdadera puerta, es el camino”. Lógicamente entrar por la Puerta Santa, significa y conlleva que, de una u otra manera, nosotros tenemos que ser conscientes de que tenemos que pasar por Cristo, que es el camino, la verdad y la vida. Entonces, es un mensaje realmente hermoso porque es decirle a tantas y tantas personas que pueden ya participar en las gracias jubilares del Año Santo, que es una llamada a la conversión, una llamada al gran perdón y ofrecérselo a todas aquellas personas, no sólamente de la diócesis de Santiago, sino de las diócesis en Galicia, en España y de las diócesis de tantos otros lugares como pueden ser Europa, América, África, Oceanía... Porque, realmente, la peregrinación se ha hecho universal.
—Este Xacobeo es especial entre otras cosas por la particularidad de que serán dos años, tal y como anunciaron el día de la apertura de la puerta. ¿Cómo se ha realizado la propuesta al Papa Francisco y cómo reaccionó cuando se le propuso?
— Este año me habían llamado y escrito muchas personas que querían venir peregrinando a Santiago y que con motivo de la pandemia veían muy difícil que pudieran hacerlo a lo largo de este año. Asumiendo o haciéndome cargo yo de esa inquietud y de esa preocupación, fue cuando le escribí al Papa Francisco exponiéndole la situación y pidiéndole, lógicamente, que si lo veía oportuno, que el Año Santo se pudiese prolongar. No es que sean dos Años Santos, es un Año Santo que se prolonga también a lo largo del 2022. El Papa, sensible de esta realidad y preocupado de que el mayor número de personas participen en las gracias jubilares, nos ha concedido que se prolongue el Año Santo a lo largo del 2022.
—Suponemos que no le llegarán las horas del día para dar entrevistas y querer complacer a todos los medios de comunicación. ¿Cómo está siendo su agenda de un día cualquiera de este 2021, comparada con la de un año normal?
—La verdad es que estoy viendo, con la experiencia que he tenido, sobre todo ya en este mes, que me faltan horas, porque, realmente, son muchos los medios de comunicación que de una u otra manera se quieren poner en contacto conmigo para que yo les manifieste esta inquietud, esta preocupación de la celebración del Año Santo. En todo caso, yo quiero agradecerles a todos los responsables de los distintos medios y en este caso concreto también a ti, esa inquietud y esa preocupación y yo asumo, lo voy a decir así sin preocupación, porque siempre una entrevista o cualquier manifestación nos preocupa y quiero agradecer esta preocupación de tantas y tantas personas por llegar a un mayor conocimiento de lo que es, de lo que significa la vivencia diaria de un Año Santo Compostelano.
Por otra parte, soy consciente de que yo también me debo a esas personas que, lógicamente, quieren transmitir un mensaje sobre la significación del Año Santo.
—¿Xacobeo, Año Santo o Año Jubilar? ¿Cuál prefiere y por qué?
—La verdad es que suelo referirme normalmente como Año Santo Compostelano o Año Jubilar, pero también se puede decir Año Santo Xacobeo porque Xacobeo significa Santiago, es decir, algo relativo a Santiago, y, efectivamente, el Año Santo nos viene concedido precisamente por esa presencia de la tumba Apóstol Santiago aquí, en nuestra catedral. Yo normalmente hablo de Año Jubilar Compostelano o hablo de Año Santo Compostelano, pero también podemos decir Año Santo Xacobeo.
—¿Qué importancia tiene para el Año Santo la colaboración entre el arzobispado, la Xunta de Galicia, el ayuntamiento y otras instituciones y cómo es esa colaboración?
—El Año Santo, la presencia de tantas y tantas personas que esperemos que puedan venir, no solo afecta a la iglesia como tal; es decir, en la iglesia tenemos que tratar de acogerles, de ofrecerles ese acompañamiento espiritual y, de alguna manera, ofrecerles esa hospitalidad espiritual. Pero hay cosas en un peregrino que es como una persona con las necesidades de otras personas. Entonces, necesita un alojamiento, necesita unas atenciones, necesita unos cuidados que, efectivamente, también competen y debe dar respuesta a ellas el concello, por una parte, y también la administración autonómica de la Xunta de Galicia por otro.
—Este año no han podido venir muchos peregrinos por culpa del coronavirus. ¿Cuáles han sido sus efectos y cree que este Xacobeo van a venir más o menos peregrinos que otros años santos?
—Pienso que hasta el verano la presencia de los peregrinos va a ser muy escasa. Recuerdo otros Años Santos que ya incluso en el mes de enero, tuvimos la posibilidad y yo diría que por la gracia del Señor, de poder recibir a tantos y tantos peregrinos; pero este año veo que el número de peregrinos que están viniendo es muy escaso. Si las condiciones mejoran, que mejorarán después de Semana Santa, quizá podamos tener un mayor número de peregrinos, pero hay que pensar que el número de peregrinos que vengan, van a estar muy condicionados por la evolución de la situación sanitaria en la que nos encontramos.
—¿Qué tiene este camino que transforma positivamente a todo aquel o aquella que lo hace, particularmente en un año jubilar?
—El Camino de Santiago es un ámbito de búsqueda, es decir, quien hace el Camino de Santiago por motivos religiosos ciertamente lo que busca es reafirmar su fe, la fe con la que debe vivir el compromiso cristiano y revitalizar la fe en contacto con la tradición apostólica, esa tradición apostólica que nosotros tenemos garantizada a través del Apóstol Santiago; pero hay otras personas, que no es que rechacen la motivación espiritual, pero quizá están en una situación personalmente de búsqueda, tratando de buscar el sentido de su vida. Entonces el Camino de Santiago sería el misterio del Camino de Santiago, que da la posibilidad a las personas de encontrarse consigo mismas, de encontrarse con los demás y de encontrarse también con Dios. De hecho, para mí, es una gran satisfacción poder hablar con los peregrinos y encontrarme con ellos. Algunos peregrinos me dicen: ”Verá arzobispo, no he encontrado aquello que buscaba, pero voy a seguir buscando”. Entonces yo les digo: “Pues mire, ya se ha encontrado”. Porque la persona está siempre en una actitud ante la vida, en la cual busca el sentido de la vida. Porque bueno hoy procuramos no solo amueblar nuestra cabeza con unos contenidos que son necesarios para nuestra vida, sino, sobre todo, tratar de buscar aquellas claves que le den a uno sentido a su vida. No quiere decir que con esto resolvamos las dificultades que encontramos, ni mucho menos, pero,nos ayudan más fácilmente a resolver esas posibles dificultades que podemos encontrar a lo largo de nuestra vida. Ese es el secreto, a mi modo de ver, por el que tantas y tantas personas no solamente hacen el Camino de Santiago una vez, sino que, incluso, reiteran esa peregrinación. Porque, el Camino da la posibilidad de descubrir la novedad de nuestra vida en la vida de cada día. El peregrino no es un turista. Cuando estamos como turistas nos programan, nos llevan de un lado a otro y nos dicen lo que tenemos que hacer; es decir, la iniciativa personal es muy poca. En cambio, el peregrino tiene toda la iniciativa a la hora de organizar su día a día, de descubrir esa novedad que es lo que le fundamenta y le alimenta esa esperanza, con la que tiene que vivir. La esperanza no es otra que llegar a la meta. La peregrinación es una metáfora de nuestra vida; es decir, día a día, nosotros tenemos que ir peregrinando hasta llegar a la casa del Padre, a la ciudad de los Santos, y, de alguna manera, también el peregrino es consciente de que día a día se tienen que sortear las lógicas dificultades que se le plantean a la hora de hacer el Camino para llegar a la meta, que es la tumba del Apóstol y, a través del Apóstol, encontrarse, tener esa vivencia con Cristo.
—Habrá cientos de historias personales que a usted le habrán llamado la atención sobre los peregrinos, sobre todo en Año Santo. ¿Puede contarnos alguna que le haya impactado de forma especial?
—Sí, con muchas y sobre todo con los jóvenes. Muchos jóvenes me dicen, al segundo o tercer día de empezar la peregrinación, que hubiesen vuelto para sus casas y, yo les pregunto: Pero hombre, ¿y por qué? Y me dicen que es porque no eran capaces de aguantar el silencio. En una sociedad como la nuestra, en la que siempre hay ruidos y movimiento, hay momentos en los que uno tiene que hacer el Camino en soledad, es decir, encontrándose consigo mismo; y eso conlleva el responder a estas últimas o penúltimas preguntas que cada uno de nosotros llevamos dentro y a las que, lógicamente, hay que darles respuesta. Y eso a veces nos cuesta; nos cuesta entrar dentro de nosotros mismos y de ahí la actitud que es frecuente en los jóvenes de decir: “Bueno, al segundo día yo me hubiese vuelto para casa”. Claro que el silencio a veces nos abruma, pero, sin embargo, el silencio creo que es necesario para poder escuchar lo que cada uno de nosotros llevamos dentro.
—El funcionamiento del botafumeiro es uno de los momentos más esperados por el peregrino. ¿Qué protocolo especial se sigue durante este Xacobeo para que todo salga a la perfección?
—Al peregrino hay que ofrecerle y posibilitarle todo aquello que le ayude a vivir esa experiencia de fe. Incluso el Papa en el mensaje bien hermoso que nos escribió decía: “El peregrino cuando llega a Santiago hay tres aspectos que no debe olvidar, entrar por la puerta Santa, contemplar el pórtico de la Gloria y, lógicamente, vivir y participar en la eucaristía”. Son tres posibilidades entre otras, pero que nosotros como iglesia aquí en Santiago de Compostela tenemos que tratar de ofrecer acogiendo al peregrino, explicándole y ayudándole lógicamente a comprender lo que significan estos tres aspectos en el proceso de la peregrinación, para que realmente puedan de alguna manera, participar lo mejor y más plenamente en lo que son las gracias del Año Santo Compostelano.
—Supongo que habrá invitado al Papa Francisco al Año Jubilar. En el caso de que aceptase asistir, ¿cómo serían los preparativos para recibir al Santo Padre?
—Ojalá pudiera venir. Yo he invitado al Papa a venir, aunque él puede venir a visitar Santiago cuando quiera. Lógicamente me hace ilusión que el Papa pueda venir a Santiago a lo largo de este Año Santo. Estuvo el Papa San Juan Pablo II, el Papa Benedicto en el último año Santo en 2010. Claro que para mí sería una gran satisfacción prepararlo todo. Creo que al Papa hay que ofrecerle, como a los peregrinos, la mejor hospitalidad que seamos capaces. Y es verdad que la presencia del Papa conlleva otras inquietudes, otras preocupaciones, no solamente por parte de la iglesia compostelana, sino también por parte del concello, por parte de la administración de la Xunta y también por parte del gobierno. Porque el Papa viene invitado, en este caso, por el arzobispo de Santiago, pero también viene invitado por el gobierno y por la conferencia episcopal española. Entonces, hemos de aunar un poco las inquietudes y preocupaciones en este sentido para que la acogida del Papa pueda ser la mejor posible y esperemos que tengamos esta gracia de poderlo tener entre nosotros. Porque, realmente, él nos traería un mensaje que nos podría ayudar mucho a todos a la hora vivir el compromiso de la fe y, sobre todo, a la hora de revitalizar nuestra esperanza; y nuestra catedral tiene que ser un eco de esa esperanza. Dante en “La Divina Comedia” pone una oración bien hermosa en boca de Beatriz. Le dice Beatriz dirigiéndose al apóstol: “haz que desde aquí resuene la esperanza”. Y esta es la inquietud y preocupación que, de manera especial en los años Santos, hemos de tener. Y que me imagino que, si el Papa viniera, lo subrayaría de manera especial porque estamos muy necesitados de vivir esta esperanza que nos tiene que llevar del pasado con agradecimiento y el presente vivirlo con responsabilidad. También nos tiene que llevar a mirar al futuro con confianza, porque el futuro, aún en medio de toda esta situación que vivimos, está en manos de Dios.