Eduardo Sáenz de Cabezón

Matemático y divulgador

Sánz de Cabezón durante la charla TED "Las matemáticas son para siempre". / CEDIDA

“Espero que hayamos aprendido de esta pandemia a hacer caso a los datos y a los modelos matemáticos”

El científico riojano analiza las múltiples relaciones que tienen las matemáticas con las pandemias, por qué son tan importantes e, incluso, cómo nos están salvando la vida

LUCÍA GIL BATALLA Y LARA MÉNDEZ GARCÍA | Logroño-Santiago de Compostela

Eduardo Sáenz de Cabezón Irigaray (La Rioja, 1972) estudió durante su juventud en el instituto Sagasta de Logroño. Al acabar la secundaria decidió estudiar matemáticas por dos razones: su gusto por la informática y por un profesor apasionado por esta ciencia. También es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas. Actualmente es profesor de lenguajes y sistemas informáticos en la Universidad de La Rioja. También es divulgador científico y realiza una intensa labor como tal mediante conferencias, espectáculos, charlas y talleres para personas de todas las edades y por todo el mundo (España, México, Panamá, Argentina, Costa Rica, Uruguay, etc). El matemático riojano afirma que “tenemos que aprender que para manejar la pandemia de forma eficaz tenemos que tener en todos los gobiernos mecanismos para poder recoger esos datos y poderlos coordinar”.

—En el telediario o en los periódicos aparecen muchas referencias a la estadística o a las matemáticas, por ejemplo, cuando nos dan estadísticas de encuestas electorales, o de los datos económicos. Además, durante el último año hemos visto muchas estadísticas relativas a la pandemia. ¿Qué relación tienen las matemáticas con las pandemias y en qué ayuda la estadística en la gestión de una infección como la provocada por la COVID-19?

—Las matemáticas y las pandemias tienen mucha relación en diferentes ámbitos. Por un lado, se utilizan matemáticas para predecir cómo van a ser los casos o cómo se va a repartir el material. Hay unos modelos que se utilizan para eso. Hay matemáticas que se han pensado durante muchos años y que se aplican en modelos efectivos para todas las pandemias, para la COVID y para otras. Esos modelos predicen cómo van a ser los contagios y cómo va a ser la evolución de la pandemia. También hay otras matemáticas que se utilizan para modelizar los virus y se ve cómo se puede ayudar a los bioquímicos o a los biólogos para poder generar vacunas o medicinas y para entender mejor cómo funcionan los virus y cómo podemos contrarrestarlos. Otra cosa muy importante, donde también intervienen las matemáticas, es a la hora de distribuir mejor los equipos de protección, las vacunas o, incluso, ver cómo se pueden planificar las desescaladas y las restricciones cuando hay una pandemia. Las matemáticas intervienen en todas las fases. En cuanto a las estadísticas, también son muy importantes porque, cuando podemos medir un fenómeno, podemos actuar frente a él. En este caso, para saber cómo de intenso tenemos que actuar tenemos que saber medirlo. Las medidas que tomamos dependen del conocimiento que tengamos de cómo va evolucionando la pandemia. Si sabemos que va a crecer mucho, tendremos que cerrar; y si vemos que la cosa va a mejor, podremos reactivar la economía. Las matemáticas son muy importantes para eso, para poder medir en qué lugar y en qué momento estamos.

—Entre esas noticias que han aparecido en alguna se ha comentado la existencia de modelos. ¿Cómo son esos modelos y cómo funcionan?

—Hay modelos matemáticos muy variados. Normalmente, para hacer un modelo, lo primero es tener unos datos, que son lo que sabemos que ha ocurrido. Para eso hay que hacer una buena recogida de datos. Esto es muy difícil, sobre todo cuando hay mucha población. Teniendo estos datos vemos si hay alguna relación matemática entre ellos, si hay una fórmula matemática que nos permita establecer una relación entre el número de infectados y el tiempo, por ejemplo. Si conseguimos encontrar un buen modelo que explique los datos que tenemos, podemos utilizarlo para hacer predicciones y, con esas predicciones, podemos actuar. Todo se hace con modelos muy variados, no solo en enfermedades, sino en casi todas las ciencias, también en ingeniería o en tecnología. Todo se hace con modelos muy variados.

—¿De qué modo podrían realmente estos modelos predecir nuevas olas, su intensidad y si será necesario tomar nuevas medidas o, incluso, de qué manera sería posible, usando tales modelos, predecir el final de la pandemia?

—Para eso, lo más importante de todo, es tener buenos datos. Si tenemos buenos datos, de buena calidad y bien recogidos, entonces los modelos matemáticos permiten saber cuál va a ser la evolución de la pandemia si las condiciones no cambian demasiado. Incluso podemos saber qué condiciones tenemos que poner para que la pandemia se reduzca. Los modelos están sirviendo, van a servir y ya han servido. Muchas de las medidas que se han tomado han sido basándose en los modelos. Son muy importantes.

—Ahora que ya ha pasado un año, mucha gente se ha cansado de la pandemia y empieza a incumplir las medidas. ¿Cómo se puede predecir esto usando modelos matemáticos?

—Esto se puede predecir y se hace. Se toman estadísticas de, por ejemplo, los desplazamientos de las personas, cuyos datos se recogen a través de los teléfonos móviles, los billetes de autobús, de tren o de aviones que se venden, y se ve si está evolucionando la movilidad de las personas, el relajamiento de las medidas o cuántas denuncias se ponen. Recogemos datos lo mejor que podemos. Estas cosas se pueden predecir y nos llevan a la importancia que tiene seguir las medidas. Es muy importante que dejemos a los científicos que investiguen para que puedan encontrar una solución, como vacunas o medicinas, pero necesitan tiempo. Para ganar ese tiempo tenemos que comprometernos todos, los que son científicos y los que no, a cumplir las medidas que van a hacer que se retrasen los efectos de la pandemia. Es una colaboración de todos, científicos y no científicos.

—Con lo que nos ha contado hasta ahora, ¿cómo cree que ha cambiado el papel de las matemáticas desde el principio de la pandemia hasta la actualidad o, también, la percepción que tiene la sociedad de su valor y eficacia?

—Yo creo que ha cambiado más lo segundo. Pienso que con la pandemia la población en general nos damos más cuenta de que las matemáticas son muy importantes e, incluso, nos están salvando la vida. Las matemáticas siempre han sido muy importantes en todas las pandemias y en muchos otros problemas. Por ejemplo, ahora mismo, los datos que tenemos y las matemáticas, nos están diciendo que tenemos que tener mucho cuidado con el cambio climático y que va a ser, quizá, más fuerte que esta pandemia. Lo que pasa es que nuestra percepción no es esa. La población en general estamos muy tranquilos y no percibimos la gravedad del tema, pero las matemáticas nos siguen diciendo que tengamos cuidado y que esto es muy importante. Yo espero que hayamos aprendido de esta pandemia a hacer caso a los datos y a los modelos matemáticos.

—Durante la pandemia se recogieron y gestionaron muchísimos datos sobre contagios, muertes, etc. Y para ello se utilizan sistemas informáticos. Ya que usted conoce bien este campo, ¿podría explicarnos cómo se hace esto?

—Los datos se limpian de alguna manera, se comprueba que no haya datos malos, datos repetidos, datos en los que a veces fallan los instrumentos de medida y se desechan, y se recoge una colección de datos que sirven para hacer los modelos, algo que se hace mediante ordenadores. Los modelos matemáticos, que son cálculos complicadísimos, no los podría hacer una persona ni un grupo de personas. Con tantísimos miles o millones de datos que se reciben y con unas matemáticas tan complicadas, sí los podemos programar en un ordenador, donde tenemos la potencia para hacer los modelos adecuados. Esa es una diferencia entre esta pandemia y las pandemias que pasaron hace 50 o 40 años, cuando no había ordenadores. Los cálculos no podían hacerse igual de bien y, entonces, íbamos más a ciegas. Ahora, que podemos hacer todos esos cálculos con ayuda de los ordenadores, sabemos mucho más lo que estamos haciendo. Es espectacular el hecho de que en un solo año la ciencia haya avanzado tanto. Que hayamos tomado tantas medidas se debe a los grandes avances científicos, pero también informáticos que tenemos hoy en día.

—Muchas personas utilizan la incidencia acumulada para medir la evolución de la pandemia. ¿De qué manera es realmente una forma útil usar la incidencia acumulada o habría otras formas de evaluar la incidencia y la evolución de forma más realista?

—Realmente, un solo dato no nos da una información completa, aunque la incidencia acumulada es un buen dato que indica cómo está progresando la pandemia. Para calcular la incidencia acumulada se toman, normalmente, dos datos: a siete días y a catorce días. La incidencia acumulada a catorce días significa cuánta gente se ha contagiado en los últimos catorce días en total; y la incidencia acumulada a siete días indica cuánta gente se ha contagiado en los últimos siete días, en la última semana. La incidencia a siete días comparada con la incidencia a catorce días, debería ser la mitad. Pero, si resulta que en la última semana la incidencia acumulada es mayor a la mitad de la incidencia a catorce días, significa que la última semana ha sido peor que la anterior, lo que significa que la pandemia está empeorando. Con ese tipo de medidas podemos saber cómo evoluciona la pandemia, que es lo más importante, porque ahí sabemos si las medidas están teniendo éxito o no; o si podemos prever que vaya a crecer más o que vaya a disminuir. Yo creo que lo mejor es tener muchos y buenos datos y tener varios sistemas de medición: la incidencia acumulada y otros.

Eduardo Sáenz de Cabezón dando clase. / CEDIDA

—Si la mayoría de las personas tuvieran conocimientos sobre las matemáticas, ¿sería más fácil gestionar esta y otras pandemias?

—Sí, sería más fácil. Por un lado, porque tendríamos más personas con conocimientos que estarían haciendo mejores modelos, aunque los que se están haciendo ya son muy buenos; y por otro lado, tendríamos gente que sería consciente de que los datos, las matemáticas y los modelos que se hacen con esos datos nos están dando buenas indicaciones sobre cómo acabar con la pandemia. Además, no tendríamos que estar buscando explicaciones extrañas, como que nos están metiendo chips en las vacunas. No entiendo cómo la gente cree esas cosas. Si uno mira los datos y sabe más matemáticas, podría tener una visión de la realidad más adecuada y no estar creyendo cosas que nos pueden perjudicar a todos.

—Sin restricciones extremas, ¿cómo evolucionará la crisis por COVID-19 a partir de ahora?

—Sin las restricciones, el factor más importante para la evolución de la pandemia es la vacunación. Todos los modelos indican que cuanto más crezca la vacunación, habrá más gente que bloquee la expansión de la pandemia; ya se están viendo los resultados en los colectivos que se han vacunado. Conforme vaya avanzando el porcentaje de personas que están vacunadas, van a ocurrir dos cosas con la pandemia: una, que va a haber menos casos porque va a haber menos gente que se pueda contagiar; y dos, que los casos que va a haber van a ser menos graves. A partir de ahora, en los próximos meses, vamos a ver una evolución muy favorable de la pandemia debida, sobre todo, a la vacunación.

—Como hemos dicho antes, la toma y manejo de datos es un aspecto crucial y muy difícil, ya que cada país está tomando los datos de forma muy diversa. ¿Cómo se puede estimar el número de infectados si las cifras no son fiables dada la cantidad de asintomáticos y de países que no pueden hacer una cantidad suficiente de cribados para ser estadísticamente representativos?

—Es verdad que en cada país se toman medidas de forma distinta, pero lo que podemos hacer es comparar datos de los países que están tomando medidas parecidas y el comportamiento de la población es parecida. Lo que se hace en estos casos es utilizar la estadística. No podemos hacer un test a toda la población, pero sí podemos hacer dos cosas. La primera, hacer un test a una parte de la población y medir, dentro de los test que hemos hecho, cuántos son positivos y cuántos negativos. A partir de ahí decir que, si hemos medido 100 y 30 eran positivos, si hubiéramos medido a 100.000, probablemente 30.000 serían positivos. Con eso, podemos hacer una estimación de cuál es la situación real en toda la población. Para eso se usa la estadística con técnicas que han sido validadas hace mucho tiempo y sí se puede saber bastante.

—Ya que usted es divulgador científico, ¿de qué manera cree que ayuda la divulgación científica a la sociedad para entender la pandemia?

—Es muy importante porque ayuda a explicar por qué hacemos las cosas: por qué tenemos que llevar mascarillas, por qué tenemos que lavarnos las manos a menudo o por qué tenemos que vacunarnos. Y comprender eso ayuda a que podamos, entre todos, vencer la pandemia. Así que hay dos agentes para poder hacerlo mejor: por un lado, los científicos que hacen las medicinas y las vacunas; y por otro, la población que, entendiendo gracias a la divulgación cómo funciona la pandemia, toma las medidas adecuadas.

—Las vacunas son muy importantes para conseguir la inmunidad del grupo y eliminar la enfermedad. ¿Puede explicarnos un poco más acerca del efecto de las vacunas y su importancia?

—Todos los modelos parten de tres tipos de individuos: unas personas que ya tienen la enfermedad, otras que podrían llegar a tenerla y otras que ya no la van a tener. Si el grupo de personas que tiene la enfermedad y el grupo de personas que podrían tenerla es alto y, el grupo de personas que no pueden tener la enfermedad y que la bloquean es bajo, podría producirse el contagio. Cada vez que haya más personas vacunadas, hay más gente en el grupo de personas que ya no contagian la enfermedad o que ya no la van a tener. Eso hace que el virus, en el tiempo en el que está circulando, tenga más dificultades para encontrar personas a las que poder infectar; es decir, en su tiempo de vida no es capaz de encontrar personas a las que infectar. Eso hace que la expansión sea más lenta porque al virus no le da tiempo a infectar a más personas. Si un virus encuentra fácilmente personas a las que infectar, la pandemia se va a expandir; pero, si no las encuentra fácilmente, no se va a expandir. Por esto, las vacunas impiden la expansión del virus.

—Usted hizo un vídeo en su canal de YouTube “Derivando” explicando la función de las matemáticas durante las pandemias y habló sobre los efectos de las distintas medidas como el confinamiento o el distanciamiento social. ¿Podría explicarnos un poco más los efectos de cada tipo de restricción?

—Cuando tenemos una vacuna y a la mayoría de la gente vacunada, el virus no es capaz de contagiar a nadie y la pandemia disminuye. Pero, ¿y si no tenemos una vacuna? ¿Qué hacemos para que el virus no encuentre gente a la que infectar? Tener menos contactos. Si una persona está contagiada y esta persona tiene muchos contactos, el virus tendrá fácil encontrar a otras personas a las que infectar. Pero, si esa persona que está infectada no tiene contactos, el virus no encontrará a nadie a quién contagiar y se morirá. El efecto de las restricciones es ese: hacer que el virus tenga más difícil encontrar gente a la que contagiar.

—Y ya para finalizar, es muy probable que en el futuro haya muchas nuevas pandemias. ¿Cómo se podría mejorar su gestión?

—Poniendo medios para recoger los datos de forma rápida y eficaz. Una de las cosas que tenemos que aprender es que para manejar la pandemia de forma eficaz tenemos que tener en todos los gobiernos mecanismos para poder recoger esos datos y poderlos coordinar. Yo creo que eso sería muy importante.