Lucía

Multada por tenencia de cannabis

Imagen de una sesión de terapia en la fundación Érguete. / CEDIDA

“Las razones que me llevaron a consumir fueron mis amistades”

La joven viguesa acude a la asociación Érguete para terminar con sus adicciones y cuenta que para ella las drogas comenzaron como un juego para pasar el rato con sus amigos

BRUNA DÍAZ VALERO Y MANUEL BARREIRO FERNÁNDEZ | Vigo-Santiago de Compostela

Lucía es una adolescente viguesa de 18 años que el año pasado fue multada por tenencia de cannabis. Dice que eso provocó una gran decepción en su familia: “Un día en mi casa me pillaron fumándome un porro. Yo pensaba que no vendrían y su reacción fue mala”. También cuenta que le supuso mucha frustración toda la situación que se generó alrededor de ella y de su familia. Según ella sus adicciones comenzaron después de empezar a tomar alcohol, con sus amigos y familia: “En aquel momento ni siquiera sabía que era una droga”.

Al darse cuenta de todos los problemas que tenía, la joven acudió a la Fundación Érguete, que es una ONG que ayuda a las personas con problemas de adicciones. Ahora ella se encuentra estudiando segundo de bachillerato para poder conseguir un trabajo, pero sigue acudiendo allí para terminar con todos sus problemas y poder continuar su vida.

—¿Cómo recuerdas tu primer contacto con las drogas?

—Mi primer contacto con las drogas creo que fue como el de casi todos: fue con el alcohol cuando empecé a salir con mis amigos. En aquel momento ni siquiera sabía qué era una droga.

—¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a consumir?

—Las razones que me llevaron a consumir fueron las amistades, por pasarlo bien, por la curiosidad de probar cosas nuevas y también por sentirte mayor.

—¿Cómo era el ambiente en el que te movías y qué actitud tenía la gente ante el consumo de drogas?

—El ambiente en el que me movía era normal. Tenía a mis amigos, iba al colegio y también quedaba por las tardes con gente de mi edad. Ante el consumo de drogas, lo que decía antes: nos parecía divertido, una manera de pasarlo bien y de querer probar cosas nuevas; que yo creo que es lo que más te empuja.

—¿Alguno de tus amigos ha acabado en la situación en la que tú estás?

—Sí.

—¿Cómo se enteraron tus padres de que consumías droga y cómo reaccionaron?

—Yo con ellos tengo bastante relación y, al fin y al cabo, siempre se puede notar algún efecto como en los ojos, el olor, o tu estado de ánimo. Eso puede hacer que intuyan algo. Yo recuerdo que en mi caso, sí se esperaban algo. Un día, en mi casa, me pillaron fumando un porro; yo pensaba que no iban a volver a tiempo y su reacción fue mala. Se enfadaron mucho. Recuerdo también que les molestó que yo podía haber sido un poco más lista y haberlo evitado. Fue como… ¿Quieres que te pillemos, no? Aparte, fue una decepción.

—¿Te apoyaron durante el proceso de rehabilitación? Me refiero a tus padres.

—Claro que sí, les pareció bien. Además, yo creo que lo que les pareció mal era que iban a tener que pagar una multa. Por eso creo que les pareció bastante mejor que acudiera a rehabilitación.

—¿Cúal fue para ti el peor momento en tu experiencia con las drogas?

—Al principio alguna pálida; alguna vez que te ocurre lo pasas un mal rato. A día de hoy, diría que la peor experiencia que tuve fue cuando llegó la multa a casa porque, aparte de que no me lo esperaba, mis padres no tenían ni idea de que un día la policía secreta me pilló fumando un porro en la calle, en el recreo del colegio. Yo intenté hablar con ellos para que no me sancionaran. La verdad, por lo que hablé con ellos, creía que no me iba a llegar ninguna multa. Pero después de muchos meses, justo cuando fue el confinamiento, apareció por mi casa una multa, y ya os imagináis mi reacción, y la suya también.

—¿Cómo recuerdas el inicio de tu relación con la Asociación Érguete y de qué modo te ayudaron?

—Yo tenía una imagen que me había dado la gente cercana sobre este tipo de centros. Pensaba que era un sitio malo, que no me iban a ayudar, que me daba pereza y no me apetecía nada ir. Por lo que me contaron, pensaba que iba a tener que mentirles, que iba a tener que fingir ser una “niña buena”, como si estuviera todo bien para que me quitaran la multa. Para mi sorpresa, no fue así para nada. Desde el primer momento me sentí cómoda con ellos y, además, no hay juicios, no tienes que mentir sobre ti, puedes contarles lo que quieras porque ellos te van a apoyar en todo. Son super buenas personas y siempre se preocupan por ti. No solo van a ayudarte en el tema de drogas. Por ejemplo, cuando he tenido problemas con mi novio o con mis padres, me han ayudado siempre.

—¿Cuál fue para ti el peor momento en la rehabilitación?

—La verdad es que no diría que hubo un momento malo. No pasé por un momento malo.

—Cuando comenzaste con las drogas, ¿qué actitud tenías tú hacia ellas?

—No lo veía como algo malo porque, además, como decía al principio, lo pasaba muy bien, me reía mucho y tampoco veía las consecuencias, ni sabía muy bien cuáles eran.

—¿Qué significado tiene para ti la ayuda que le proporcionan asociaciones como Érguete a personas en tus circunstancias?

—Es algo muy bonito, ya que muchas veces, en esta sociedad, se nos olvida que hay personas en estas situaciones que necesitan ayuda y que realmente son como tú y como yo, pero en ciertas circunstancias les han pasado cosas y han acabado así. Y es muy bonito que haya gente, asociaciones y demás que les ayuden, que piensen en ellos, ya que muchas de estas personas lo han perdido todo y no tienen a nada ni nadie que esté con ellos y es muy triste y muy duro.

—¿Te dejó algún tipo de secuela psicológica tu adicción?

—La verdad es que no.

—¿De qué manera piensas que es eficaz el modo en el que la sociedad y las autoridades se enfrentan con el problema de las adicciones (multas, cárcel…) y qué alternativas propones?

—Yo creo que no es muy eficaz porque al poner sanciones económicas las personas jóvenes como yo la única alternativa que tienen es pagar la multa y, claro, si mis padres me la pagasen, ya estaría: seguirías con tu vida igual, como antes, pero con una multa. Yo creo que sería más eficaz que en vez de hacer pagar multas, que al final son un castigo, que hicieran más programas educativos y no ofrecerte como primera opción pagar la multa

—¿Qué recomiendas a la gente que es adicta y no se ve capaz de superarlo?

—Aunque no se vea capaz de superarlo, buscar ayuda tanto en círculos cercanos como en asociaciones como Érguete. Considero que es muy difícil dar un consejo de algo que no has vivido, pero creo que gracias a ellos hoy en día puedes encontrar ayuda de gente profesional y que, con ganas, motivación y esfuerzo, sería un gran paso para superarlo.

—¿De qué modo crees que podrías haber acabado si no hubieras conseguido la ayuda necesaria y con qué miedos vives ahora en lo que se refiere a las drogas?

—El hecho de haber conocido este programa me permitió también no tener una deuda con Hacienda y no salir perjudicado mi futuro laboral. Al haber estado aquí, he visto que hay que tener cuidado y controlarse, porque no es tan difícil acabar mal, y claro que te da miedo no tener un buen futuro que no sea como el que tú esperabas.

—¿Fue muy difícil el acceso a las drogas o fue relativamente fácil?

—La verdad es que fue fácil, no te voy a mentir. Yo creo que, al final, entre conocidos y demás personas, lo acabas sabiendo todo.

—¿Qué consejos nos darías a la gente de nuestra edad para evitar meternos en una situación como la que nos has contado?

—Como contaba, casi siempre se empieza con amigos y no acabo de decir que te dejes de llevar con tus amigos, porque si ellos se metieran en esa situación no tienes que dejar de estar con ellos, pero lo que sí acabo de decir, es que tengas las cosas claras y que sepas lo que quieres hacer y lo que no.

—¿Cómo te ves en tu futuro y qué has aprendido de esta experiencia?

—Me veo bien; ojalá haciendo algo que me guste. Y con esta experiencia he aprendido que hay muchos prejuicios, que hay muchas cosas que hay que ver más allá y que, aunque puedes pensar que lo sabes todo, te das cuenta que no. Y lo más importante de todo, yo creo que te hace ser mejor persona o, por lo menos, sentirte así.