Jorge Coira

Cineasta

El director lucense con la actriz Candela Peña revisando el guion durante el rodaje de la serie Hierro. / CEDIDA

“En este trabajo no existe el concepto de día normal

El cineasta afirma que lo que más le gusta de su profesión es jugar y estar con mucha gente, buscar los pequeños matices y hacer que la cosa tenga vida, y lo que menos es la presión porque se gasta mucho dinero en muy poco tiempo, aunque confiesa que es muy divertido

ÁLVARO MARTINEZ FIGUEIRA Y CLARA JORJE GANDARA | A Coruña - Santiago de Compostela

Jorge Coira Nieto (Rábade, 1971) es un cineasta muy completo ya que hace de director, guionista y montador tanto en cine como en televisión. Incluso es también productor, aunque no es la parte del oficio que más le gusta. Empieza haciendo cortometrajes como Gran liquidación o O Matachín junto a su amigo Luis Tosar en los años 90 y después trabaja como director en series para la TVG como Mareas vivas o Padre Casares. También hace películas como O ano da carracha y 18 comidas. En la actualidad ha conseguido un gran éxito con la serie Hierro. Para él "no es muy diferente hacer cine o hacer series". Lo que sí "marca mucho la diferencia es cuánto dinero hay" porque "cuantos más medios y más tiempo tengas, mejor puedes hacer un lenguaje cinematográfico trabajado, matizado, interesante y creativo".

—¿De qué manera te sirvieron tus estudios para llegar a ser director?

—Tengo la sensación de que los estudios básicos de la EGB, lo que es ahora primaria, no es tanto que tengan una utilidad exacta y concreta, sino que te forman y te dan una base cultural general, ya que sin eso, moverse por el mundo es bastante complicado. De hecho, yo en aquella época lo que casi lamento es no haberme esforzado un poco más para retener mas conocimientos, porque tengo la sensación de que olvidé mucho de lo que aprendí en esos años y que me vendría muy bien para la vida recordar más todo aquello que aprendí, ya que paro eso es una enseñanza básica. Luego ya viene el mundo de la universidad y yo no empecé a estudiar cine porque en aquel momento no había ninguna escuela de cine en Galicia. Había en Madrid y en Barcelona, pero yo quería irme a vivir a Santiago de Compostela, ya que vivía en Lugo, y me fui a estudiar filología porque siempre me habían gustado las lenguas, pero no acabé la carrera porque, después de varios años, me di cuenta de que aquello no era lo mío. Empecé a hacer cortos y ya tiré por lo que realmente me apasionaba, que era hacer cine.

—¿Qué y quiénes te motivaron para dedicarte a tu trabajo?

—Gente muy directa. Básicamente el que más influencia tuvo fue mi hermano Pepe. Es uno de mis hermanos mayores -somos siete hermanos en total y él es uno de los mayores-, me regalaba libros de cine y ya empecé a flipar con ese mundo. Luego también mi padre, que era médico, tenía una cámara de super 8, hacía cortos y a mí me fascinaba aquella cámara. Y luego, como espectador, cuando ya empiezas a ir al cine, a descubrir lo que significa ser director y empiezas a ver el trabajo que hacen. Recuerdo que con vuestra edad estaba fascinado con Steven Spielberg. La película E.T. es la primera película que fui a ver solo al cine. La había visto con mi familia primero y me fascinó tanto que después volví a verla yo solo y a partir de ahí me influyeron muchísimos directores como Hitchcock, David Lynch, unos años más tarde, Hal Hartley y todo el mundo de los independientes norteamericanos. La lista es interminable.

—¿Cómo te organizas para tu trabajo siendo productor, montador y director?

—[Risas] Me organizo lo mejor que puedo. Lo de organizarme no es mi fuerte. Soy bastante desastre con la organización, pero, por suerte, hay una figura muy importante en el cine que se llama ayudante de dirección, que es el que organiza el trabajo y me va diciendo lo que tengo que hacer. Lo que nunca hago es hacer todo al mismo tiempo. Lo que menos hago es ser productor. Ahora estamos produciendo una película, pero hay otro productor que se encarga del día a día. O soy guionista o soy montador. Hay veces en que hago las dos cosas, pero cada cosa va en su momento; el guion es antes de empezar a rodar, luego, dirigir que es toda la parte previa al rodaje y luego controlar la post-producción, que es ensamblar todo y montar todo haciendo que cada plano se convierta en lenguaje cinematográfico, una historia que se va contando de forma audiovisual.

—¿Cómo es un día normal de rodaje para ti y qué es lo que más y lo que menos te gusta habitualmente?

—Lo bueno de este trabajo, y quizá también lo malo, es que no existe el concepto de día normal; cada día es diferente porque no hay una rutina. Ahora, por ejemplo, estoy en una película y estamos en la parte que llamamos “pre-producción”, en donde cada semana se estructura y tiene un plan de trabajo. Estas semanas no tienen nada que ver con las semanas de rodaje, que es cuando me junto con los actores y les explico cómo me imagino las escenas. Entonces ellos empiezan a hacerla, luego vamos viendo qué es lo que funciona y lo que no y vamos retocando y, a continuación, cuando tenemos clara la escena, empezamos a rodar. Se va haciendo escena a escena y plano a plano y así todo el día. En realidad es muy divertido.

Lo que más me gusta es jugar y estar con mucha gente, buscar los pequeños matices y hacer que la cosa tenga vida. Y lo que menos me gusta es la presión porque se gasta mucho dinero en muy poco tiempo y a nada que algo falle la gente se pone muy nerviosa y puede ser un poco agobiante a veces. Pero es muy divertido.

—¿Qué diferencias y similitudes hay entre el trabajo de planificación y rodaje de una película y de una serie como Hierro?

—Hay gente que tiene la sensación de que es muy diferente hacer cine o hacer series, pero para mí no lo es. Lo que marca mucho la diferencia es cuánto dinero hay, no tanto por el dinero en sí mismo, sino por el tiempo. Eso sí que marca mucho la diferencia entre preparar una película o una serie, con pocos medios o con muchos medios. Fuera de eso, para mí no hay diferencia entre series y películas; es decir, es lenguaje cinematográfico. La cuestión es que cuantos más medios y más tiempo tengas, mejor puedes hacer un lenguaje cinematográfico trabajado, matizado, interesante y creativo y, además, tienes más tiempo para pensar. Cuando se va con muy poco tiempo y pocos medios tienes que ir más rápido, con lo cual afecta a la calidad cinematográfica.

—Un aspecto importante de tu trabajo es sacar lo mejor de los actores y actrices. ¿Qué secretos tienes para que todo vaya bien durante un rodaje con ellos y cómo lo consigues?

—Tengo la sensación de que no es tanto sacar lo mejor de ellos, sino ayudarles a que ellos saquen lo mejor de sí mismos. Son los actores los que tienen que arriesgarse, exponerse y abrirse delante de una cámara para que el personaje cobre vida. Yo puedo intentar ayudarles, pero la principal ayuda, por increíble que parezca, es no entorpecer, intentar evitar que haya elementos en el rodaje que les distraigan, que les saquen de la escena, cosas que les resulten molestas. Intento darles libertad y que la relación sea de pura colaboración, que ellos puedan proponer y decir si algo les resulta incómodo o no, que se sientan libres para proponer, para jugar al mismo tiempo que ellos me escuchan; es decir, que haya una cuestión de respeto y de escucha. Es tratar bien a la gente, ser una persona decente y tratar bien a los demás.

—En una película trabaja mucha gente y el director es el máximo responsable de todo en un rodaje. ¿Cómo funciona para ti la relación con los diferentes departamentos y que importancia tienen trabajos que no se ven en la pantalla como la iluminación, el maquillaje, la escenografía o los efectos especiales?

—Son absolutamente esenciales. La figura de dirección es la principal figura creativa, pero también te digo que no es la única. Es la que en el medio de todo establece hacia dónde vamos y, en caso de dudas, es el juez. Pero no está solo ni muchísimo menos. El cine es un trabajo en equipo, con lo cual cambia completamente si cambias al director, pero también si cambias a quien haga la dirección de fotografía, maquillaje, sonido o la música. Es todo un conglomerado y yo, por mi parte, lo que intento es que sea un conglomerado lo más armónico posible. Me gusta rodearme de gente con mucho talento y que sepan mucho más que yo. Para mí lo ideal es ser el que menos sabe de todo el equipo, porque, si es así, todo irá muy bien. Y que, además, sean buena gente, porque al final pasamos muchas horas, muchas semanas, muchos meses metidos en el ajo montando escenas y rodando. Por lo tanto, intento tener una vida lo más agradable y lo más feliz posible, con lo cual me gusta rodearme de gente buena, humanamente buena. Que podamos colaborar, que podamos discutir. Siempre va a ser mejor si pensamos muchos que uno solo. Creo que se trata de generar un entorno en donde cada uno pueda aportar lo mejor de sí mismo y que la suma sea mejor que cada una de las partes.

Jorge durante el rodaje de la serie Hierro. / CEDIDA

—También eres productor. ¿Cómo es el proceso de conseguir la financiación de un proyecto y qué es lo más complicado para ti y tu equipo?

—Conseguir la financiación es de las cosas más difíciles de este trabajo y tiene cierto sentido porque en las películas y en las series hay mucha gente que trabaja. Son muy caras y se gasta mucho dinero en muy poco tiempo. Entonces, los que van a poner ese dinero de alguna manera necesitan tener alguna seguridad de que la cosa va a ir bien, y lo cierto es que no la hay; nunca sabes cómo va a salir, es imposible saberlo. Intentan agarrarse a ciertos elementos: nombres conocidos, es decir, que quien vaya a dirigir sea conocido y haya dirigido algo parecido y que los actores sean famosos. Lo que pasa es que si vas muy a lo seguro también te equivocas. Hay un elemento de “necesitamos arriesgar”, porque como público siempre queremos que nos sorprendan, que nos aporten cosas nuevas. Entonces, es simplemente intentar generar el proyecto lo más sólido posible, que esté lo mejor pensado posible para que, cuando lo presentes a la gente que va a financiarlo, vean algo que les dé confianza, que les dé seguridad en que el resultado va ser bueno. Es complicado, pero hay que currárselo y, sobre todo, hay una cosa muy importante que es ser humilde y aceptar las críticas. No recibir las críticas como un ataque personal, sino entender que yo propongo un proyecto que a mí me entusiasma, pero no tiene porque entusiasmar a todo el mundo. Con lo cual, si me dicen algo malo, yo puedo extraer algo de ahí para mejorar el proyecto.

—La pandemia ha cambiado mucho las cosas en el último año. ¿Cómo ha afectado la COVID al mundo del cine y a tí y a tu equipo en particular?

— Pues es muy curioso porque normalmente en el mundo del cine, desde que yo empecé, la sensación era de que siempre estábamos en crisis. El mundo del cine vive en una crisis constante y cada vez que hay una crisis económica somos los primeros perjudicados porque en todo el cine, no solo en España, en todo el mundo, hay una parte importante que depende de que haya ciertos incentivos por parte de los estados. Los estados en el momento en el que tienen un problema de crisis económica, en general, la cultura es de lo primero de lo que se olvidan. Pero en este caso, lo cierto, es que a nosotros no nos afectó tanto; es decir, hay un cierto sector del cine que está siendo muy afectado, que lo está pasando muy mal, por ejemplo el sector de la exhibición, la gente que se dedica a poner películas en los cines, porque todo eso está prácticamente parado. También muchos compañeros actores del mundo del teatro lo están pasando muy mal porque apenas hay teatro; los músicos lo están pasando muy mal porque apenas hay conciertos, pero lo que es hacer las películas o hacer las series, como la gente sigue queriendo verlas y están mucho tiempo en casa y quieren ver películas y series nuevas, apenas hubo unos meses al principio de la pandemia en los que la cosa estuvo muy parada. Pero enseguida se reactivó, aunque de una manera más incómoda al estar todo el rato con la mascarilla puesta y otros muchos impedimentos. Pero, con todo, creo que somos unos privilegiados porque pudimos seguir trabajando durante estos meses.

—Fuiste premiado con el Goya y con el Mestre Mateo en varias ocasiones. ¿Qué importancia tienen los premios en una carrera como la tuya que vives y trabajas aquí en Galicia?

—Es muy raro lo de los premios porque por un lado son muy agradables, porque es un regalo de un grupo de gente que te está haciendo un reconocimiento y eso se agradece mucho, pero, por otro lado, hay una parte en la que también es muy sano tener claro que hay un elemento de pura suerte. Si te dan un premio, implica que algo estás haciendo bien, pero no implica que realmente seas mejor ni peor que nadie. El éxito y el fracaso son elementos que están en juego pero no pueden ser centrales, no puedes dedicarle demasiado tiempo a pensar en ello. Lo importante a nivel de trabajo es el propio trabajo. Si estás haciendo algo y gusta, tendrás más posibilidades de seguir trabajando; los premios dan un poco igual.

—Y ya para terminar, ¿qué recomendaciones le darías a alguien de nuestra edad que quisiera dedicarse a dirigir?

—Lo primero, intenta ser feliz, sé bueno con los demás y rodéate de gente que te ayude a ser feliz. Eso es básico para la vida, pero también para esto. Y a partir de ahí ve muchas películas y muchas películas muy diferentes, no solo un tipo de cine. Hay muchos tipos de cine maravillosos, muy diferentes y que llenan mucho. Y mira el cine en su versión original para empaparte de la realidad de los cines de otros países. Lee, vete a conciertos, a museos, disfruta del arte, empápate de todo lo que puedas y, cuando tengas una cámara, sea la que sea, intenta contar historias con tus amigos para empezar a aprender a manejar ese lenguaje que todos sabemos leer, porque estamos acostumbrados a leer lenguaje audiovisual; vemos las imágenes y sabemos decodificarlas, pero codificarlas no es tan fácil. Vive, sé feliz, disfruta de la vida y aprende.