Manuel Isorna Folgar fue durante más de 20 años técnico de prevención de conductas adictivas en el Concello de Catoira. Doctor en Psicología y máster en Drogodependencias por la Universidad de Santiago de Compostela es en la actualidad profesor en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Vigo en el campus de Ourense. También ha escrito varios libros como Prevención de drogodependencias y otras conductas adictivas o Cannabis: efectos, riscos, e beneficios terapéuticos. El psicólogo critica que se vea con normalidad el consumo de alcohol y advierte sobre el uso incontrolado de “todo tipo de pantallas” porque normalmente son los “padres y las madres los que meten el lobo con piel de cordero en casa”.
—Es usted psicólogo especialista en adicciones y profesor en el campus de Ourense de la Universidad de Vigo. Desde su experiencia, ¿cómo empiezan las adicciones y en general a qué edad?
—Ahí tendríamos que diferenciar las adicciones con sustancia y las adicciones sin sustancia. La verdad es que todo eso se va complicando conforme viene una nueva juventud. Los patrones de consumo también varían y tenemos, por un lado, todo lo relacionado con internet y las pantallas, incluidos los videojuegos, las apuestas, etc. Y, por otro lado, estarían las adicciones tradicionales que todos conocemos, las adicciones con sustancia. Principalmente, por lo que soléis empezar los jóvenes, suele ser por el tabaco y el alcohol y, últimamente, también por el cannabis. No hay una edad de inicio. Hay personas que empiezan a los 14, a los 15 o a los 16. Otros, empiezan un poco más tarde, pero, principalmente, los que suelen tener serios problemas, por una cuestión de desarrollo del sistema nervioso, la probabilidad de desarrollar una dependencia que interfiera gravemente en tu vida, tiene que ver con la edad de inicio; por lo tanto, si se empieza a consumir a los 12, 13, 14 años es más probable que acabes teniendo una dependencia que si empiezas a los 18, 19, 20. Nuestra idea es intentar retrasar la edad de inicio de cualquier tipo de consumo, tanto de sustancias como de comportamientos que puedan generar adicción, porque sabemos que a partir de los 20 la probabilidad de desarrollar una dependencia se ve reducida sobremanera.
—¿Qué importancia tiene el ambiente social a la hora de caer en una adicción ?
—Hay teorías que casi le dan un 100% de probabilidades, porque si tú no tienes oportunidad de consumir alcohol o de acceder a las casas de apuestas o de acceder al cannabis o a la cocaína, es imposible que puedas desarrollar una dependencia. ¿Qué facilita que sea accesible? Que sea barato. Todo lo relacionado con lo social, desde la publicidad, la importancia de las leyes que le dan nuestros políticos, el cumplimiento de esas leyes o qué importancia se le da dentro del currículum escolar son importantes. Todo eso tiene mucho que ver: la importancia de la familia, la hora de llegada a casa, a qué hora cierran las discotecas o los pubs, si se permite o no se permite beber en la calle, si se persigue o no a aquellos establecimientos que venden tabaco y alcohol, principalmente a menores, todo eso tiene mucho que ver. Por lo tanto, la investigación demuestra que todos estos componentes sociales tienen un peso muy importante en el desarrollo de las adicciones.
—Además de las drogas, ¿qué otro tipo de adicciones son las más preocupantes para la gente de nuestra edad hoy en día y por qué?
—Todo lo relacionado con las pantallas; es algo curioso porque son, normalmente, vuestros padres y madres los que meten el lobo con piel de cordero en casa. Normalmente os regalan tablets, los mejores móviles con tarifa plana, todos tenéis ordenadores fantásticos, ya no hace falta comprar la PSP, accedéis al Fortnite a través de plataformas “gratuitas”, aunque después la mayor parte acabáis pagando o accediendo a las secciones premium, que es donde realmente ganáis dinero. Realmente este tipo de adicciones están impactando en vosotros, porque creéis que no generan adicción, pero sin embargo, luego, cuando vemos vuestro comportamiento, claramente se ve que perdéis el control sobre ellas y le dedicáis demasiado tiempo. Ese tiempo ya no se lo dedicáis a los estudios, a estar con los amigos, sobre todo a practicar deporte o realizar actividades deportivas y culturales; ya no leéis, prácticamente solo leéis lo obligatorio. Es lo que nos dicen los estudios, y eso lo que está haciendo es repercutiendo bastante en el desarrollo cognitivo de muchos de vosotros; eso genera un aislamiento, un sedentarismo que va a acarrearos muchos problemas a corto y largo plazo.
—¿Ser adicto es una enfermedad?
—Es una gran pregunta. Hay dos teorías dentro de las adicciones: hay una, que es la que prima hoy en día dentro de las conductas adictivas, y lo que viene a decir esta teoría es que hay una desestructuración dentro del sistema nervioso central, concretamente en la producción de algunos neurotransmisores y que esa falta de producción lo que hace, sobre todo con el consumo de determinadas drogas, es desequilibrar, aumentar esa producción. Esta teoría lo que quiere demostrar es que con las drogas lo que haces es equilibrar, que generamos una homeostasis dentro del sistema nervioso y, por eso, las personas consumen drogas. Es cierto también que no todas las personas, aún poniéndonos y exponiéndonos al consumo, desarrollan dependencia o no, y esa teoría parte de que el cerebro está enfermo y que las drogas lo que hacen es como automedicarnos. Por otro lado, hay otra teoría que viene a demostrar justo lo contrario, es decir, que realmente no hay un cerebro enfermo y lo que hay es una biografía personal de cada uno de nosotros donde el consumo de drogas se nos ha vendido como una muleta, como un símbolo que nos ayuda a resolver problemas. Y te voy a poner un ejemplo: alguien que se ve mal, que no se ve atractivo, que cree que no vale tanto como los demás, resulta que nos han vendido durante mucho tiempo que cuando uno tiene un cigarrillo, un porro o un cubata en la mano, tienes un valor añadido, que realmente eres más importante; tú buscas eso en esa sustancia. Nadie que enciende un cigarrillo y, cuando le preguntamos: “¿Y tú qué fumas?”, te dice que fuma nicotina,alquitrán o monóxido de carbono. Nadie dice que fuma productos químicos... La gente, realmente, cuando tiene un cigarrillo en la mano piensa que tiene un símbolo, que aparenta ser mayor, más popular, y eso realmente viene a demostrar que no es un cerebro enfermo; simplemente es como que te han vendido algo y crees que eso te va a ayudar a mejorar tu autoestima y tus posibilidades de triunfar a nivel social. Lo mismo pasaría con el alcohol y con otras sustancias. Por lo tanto hay una batalla en la que, los que nos dedicamos a investigar esto a veces encontramos datos a favor de una cosa o de otra. Probablemente, y casi con toda seguridad, haya personas que tengan ciertamente una desestructuración de su sistema nervioso central y que las drogas les ayuden; y, probablemente, haya otro tipo de personas que no tengan ninguna desestructuración, pero que ante esta presión social que hay para consumir drogas realmente acaben dañando y lesionando y generando neuroadaptaciones a las drogas a pesar de que no tenían ninguna enfermedad
—Particularmente se oye mucho hablar del botellón. ¿Qué piensa sobre esta actividad?
—Personalmente, para mí es una aberración, es decir, yo creo que hay pocos comportamientos sociales donde la evidencia científica nos demuestra que, todo lo que sucede allí, prácticamente el 100% de los comportamientos que hay allí, los deberíamos erradicarlos. Primero, porque la mayor parte de los que acudís al botellón sois menores de edad; no todos, pero sí una parte muy importante. Si algo sabemos es que las personas que van al botellón no van de oyentes; más del 90% de los que van al botellón van con la intención y van a realizar el consumo de alcohol.. Sabemos que si hay algo que daña el desarrollo de un sistema nervioso en pleno período de desarrollo, como es la adolescencia, es el consumo de alcohol. Los datos que tenemos son demoledores. Además de que consumir alcohol por sí mismo ya es un comportamiento que os daña, sabemos que os daña a corto y largo plazo y con consecuencias, la mayor parte de las veces irreversibles. Además, luego hay comportamientos de riesgo que se dan en los botellones que muchas veces son causados por el propio consumo de alcohol; por ejemplo, las peleas. La probabilidad de que os metáis en peleas en un botellón se multiplican; la probabilidad de que tengáis prácticas de riesgo a nivel sexual también se multiplican; la probabilidad de que os subáis en coches con personas que han consumido alcohol o drogas cuando vais al botellón, se multiplican; por lo tanto, es un fenómeno muy negativo como nos demuestran los datos. De hecho, en la mayor parte de los países de Europa está prohibido realizar botellón pero, además de todo eso, resulta que hay un problema de orden social; realmente, la gente que va al botellón causa mucho ruido, hay destrozos, se rompen retrovisores, se orina en los portales de las casas, los ciudadanos no pueden descansar y dormir y, curiosamente, eso, el problema de orden público, es lo que causó o lo que causa que se hayan dictado determinadas resoluciones en los ayuntamientos. No se ve como un problema de salud pública, no es un problema de cómo va a repercutir en los jóvenes que consumen, sino que realmente lo que moviliza a los políticos y a los ciudadanos es un problema de orden público, un problema del ruido y de la suciedad. Por eso los investigadores y las personas que nos dedicamos a este campo creemos que, aunque eso es muy importante, lo más relevante es el propio hecho del consumo de alcohol en menores de edad. Consumís grandes cantidades de alcohol en muy poco tiempo, de forma concentrada, lo que se denomina el binge drinking o consumo por atracón. En dos horas consumís una gran cantidad de alcohol y es un comportamiento que se da en los botellones y que no se daría en una discoteca o un pub. Por lo tanto, para resumir, es muy importante que se prohíba y que se tomen medidas para erradicar el botellón en este país.
—¿Cómo es de difícil para los adictos muy jóvenes decírselo a sus padres y qué importancia tiene para las familias el proceso de recuperación?
—Yo siempre pongo de ejemplo lo de engordar: ¿Tú cómo vas engordando? Las personas no nos damos cuenta de cómo engordamos. Normalmente tú crees que no engordas, porque hoy me tome esta Coca-Cola más u otra pizza más o porque tome más mayonesa o porque no vaya a correr o porque no me mueva. Nos parece que eso no causa impacto en nosotros. Sin embargo, un día nos levantamos y queremos ponernos el pantalón de hace tres meses y no podemos. Porque, realmente, es un proceso. Con las adicciones es exactamente igual: no podemos decir que haya un día, una hora o un consumo que indique que generamos una dependencia. Es un proceso continuo, evolutivo, que va causando alteraciones en el sistema nervioso y, una vez que tú metes las sustancias desde fuera, ya vas a tener que consumir, no para encontrarte bien, sino para dejar de encontrarte mal. Y este es el gran truco de las drogas. Las familias normalmente no se percatan de eso: ven que su hijo llega tarde y no se levanta, o que su hija gasta más dinero; ven que bajan la notas, pero tampoco son conscientes de que sea debido a la conducta adictiva.
Uno de los grandes retos que tenemos hoy en día es sensibilizar y formar a los padres sobre cómo este proceso se va desarrollando y con qué medidas educativas deben poner coto y límite a esto. Cuando esto sucede, porque al final acaban desarrollando una dependencia, la mayor parte de las familias no saben cómo actuar y es muy paradójico, porque, sobre todo las madres, se sienten muy culpables de ver que su hijo o su hija tienen un problema de dependencia y se sienten tan culpables que lo que hacen muchas veces es intentar enmascarar o justificar el comportamiento de sus hijos, lo cual retrasa más todavía el que acudan a tratamiento y, cuanto más se tarda, el pronóstico es peor. Es muy importante que las familias estén sensibilizadas, pero, ¿cuál es el problema? Pues que ninguna madre ni ningún padre cree que su hijo o hija va a desarrollar una dependencia a pesar de que lo está viendo. Lo van justificando, no entienden lo que está pasando y lo que hacen es dejarse ir y, cuando realmente tienen problemas, normalmente de violencia en casa o cuando su hijo cambia de comportamiento de forma muy exagerada, es cuando van a tomar medidas, pero lo tienen complicado y es difícil.
—¿Cómo es el proceso para tratar la adicción de las personas y cúal es la parte más difícil?
—Dentro del tratamiento hay varias formas y, normalmente, los tratamientos suelen ser complementarios. En muchos casos es necesario un tratamiento farmacológico. Si hay un problema de depresión, un problema de ansiedad u otro tipo de sintomatología es importante tomar algún tipo de tratamiento que compense ese malestar. Normalmente, hay que realizar lo que denominamos una terapia cognitivo-conductual; cognitivo quiere decir cómo estás pensando, cómo estás manejando la información, cómo estás procesando todo lo que te está aconteciendo, y muchas veces se requiere un tratamiento cognitivo, es decir, desmontar las creencias irracionales que tienen las personas e intentar transformarlo en un pensamiento racional. Es un trabajo muy psicológico. Y luego está el conductual: la persona tiene que cambiar el estilo de vida, y la persona no puede estar todo el día tumbada en el sofá o pensando que su forma de divertirse es a base del alcohol. Conductual significa que, por ejemplo, tendrás que pasar más tiempo realizando deporte o, si eres tímido o tienes pocas habilidades sociales, igual es necesario que vayas a clases de baile o que entres en un club deportivo o en una asociación cultural para encontrarte mejor y relacionarte con personas.; esa es la parte más conductual. Son importantes, probablemente, las tres cosas: la parte farmacológica, la parte cognitiva y la parte conductual. La persona tiene que cambiar el comportamiento.
—Uno de los momentos más difíciles pueden ser las recaídas. ¿Qué recomienda a la gente que es adicta y no cree que puede superarlo?
—Dentro de las conductas adictivas, en el tratamiento, en el 9% de los casos hay un componente muy importante de recaída. La recaída es que el sujeto vuelve a consumir o vuelve a perder el control sobre las sustancias, sobre la pantalla, sobre las máquinas tragaperras o sobre las apuestas; y justamente lo que intentamos hacerles ver es que una cosa es un desliz y otra cosa es una recaída. Porque tú, por ejemplo, cuando vayas a la boda de tu sobrino o tu sobrina o de quien sea y ese día, después de llevar tres años o dos años sin fumar, si enciendes un cigarrillo, no quiere decir que al día siguiente tengas que ir al estanco y compres la cajetilla de tabaco otra vez; o porque un día hayas bebido una copa de champán o una cerveza, por el motivo que sea, no quiere decir que al día siguiente tengas casi el derecho a emborracharte otra vez. Lo que intentamos explicarle es que es muy probable que haya deslices y es muy probable que un desliz no se transforme automáticamente en una recaída. ¿Qué generan las recaídas? Llevan consumiendo durante tanto tiempo que a esto lo denominamos condicionamiento; esto significa que cuando estaba contento consumía, cuando estaba triste consumía, cuando estaba cansado consumía y cuando no estaba cansado también consumía; es decir, que el consumo formaba parte de su vida. Ahora tiene que aprender que ante un estado emocional desagradable, como una ruptura de pareja, una pérdida de empleo, una discusión con sus hijos, con su pareja o con quien sea, esa situación emocional desagradable él la tiene asociada al consumo y lo que hay que hacer justamente es trabajarlo en terapia e intentar hacerle ver que cuando sucede un acontecimiento negativo estresante, como puede ser una ruptura o un conflicto, no tienen que recurrir a las sustancias sino que deben tener recursos personales cognitivos para hacerle frente a esa ansiedad. Es uno de los puntos claves en el tratamiento de las adicciones, la prevención de recaídas.
—¿Cuáles son los peligros principales de las personas que consiguen rehabilitarse cuando vuelven a la vida normal y cómo consiguen superarlo?
—Teniendo en cuenta que estas personas llevan como mínimo una década consumiendo permanentemente o apostando permanentemente, esa conducta, que genera la adicción, fue determinante en su vida, fue la conducta central, todo giraba alrededor del consumo, como mínimo durante una década, y en el momento en que vas a un tratamiento y llevas meses, un año o dos años en terapia, es bastante difícil borrar en dos años la huella que ha dejado esa conducta de consumo durante diez, quince o veinte años. Creer que en dos años se puede borrar todo esto es bastante ilusorio; lo que se intenta hacer ver en esos dos años es adaptar o plantearle situaciones que se van a encontrar en su vida real, como, por ejemplo, como comentamos anteriormente, una situación vital estresante: una pérdida de empleo, un conflicto con su pareja, que su pareja le diga que quiere separarse o un problema grave de enfermedad. Todo eso genera una serie de emociones desagradables que él nunca antes, durante todos esos años, ha gestionado correctamente; todo eso para estas personas que estaban metidas en las drogas era algo superficial y no le prestaban atención. Ahora, cuando realmente son conscientes de lo que es vivir este tipo de situaciones, por desgracia, es bastante común que no lo soporten y que, ante esas señales de malestar tan desagradables, busquen en las drogas que desaparezca esta situación. Y ese es uno de los motivos, como decía antes, de los puntos claves en el tratamiento de las adicciones.
—¿De qué manera piensa que funcionan bien las medidas que los gobiernos toman contra las adicciones?
—Hay que ver cómo están las estadísticas. Los que nos dedicamos a la investigación lo que hacemos es analizar, intentar sacar muestras, fotos de lo que está pasando y lo que muestra la realidad es que no lo estamos haciendo bien o, mejor dicho, podríamos hacerlo mucho mejor. Tenemos casi un 80% de adolescentes, menores de edad, que consumen alcohol; tenemos casi un 34% de fumadores de tabaco y de vapear; tenemos casi un 26% de consumidores de cannabis siendo menores de edad; pero cuando nos vamos a la población adulta esto se mantiene. Además, tenemos uno de los índices de consumo más altos de alcohol en Europa, el segundo más alto del consumo de cannabis en la población adulta, el de consumo de tabaco no lo damos bajado y volvemos a estar a niveles anteriores al 2010. Por lo tanto, algo estamos haciendo mal. Aún por encima, se incorpora todo lo relacionado con las apuestas. Este es un país en el que, como podéis comprobar, en cada acontecimiento deportivo nos están machacando permanentemente para que apostemos. Además, internet está lleno de anzuelos, hay intereses de determinadas plataformas que generan adicción, se os regalan los videojuegos para que todos os iniciéis y luego ya, si quieres gemas o skins, tienes que pagar. Es cierto que no pagáis todos, pero con que pague el 30%, que es con lo que se mueve, es suficiente y, realmente, yo creo que lo estamos haciendo muy mal. Ciertamente, la industria en este país sigue ganando y nuestros políticos siempre ceden ante la palabra empleo, ante la palabra economía; los ciudadanos somos los últimos. Lo estamos viendo con la COVID A pesar de que fallecían seiscientas personas cada día, y eso son dos aviones para que nos hagamos una idea, hay personas que siguen pensando que en esto de la pandemia lo principal es la economía; mientras vayan muriéndose otros, no pasa nada. Lo mismo pasa con las adicciones: mientras sean otros los que vayan desarrollando adicciones, es el precio que tenemos que pagar; pero no es cierto. El ser humano tiene derecho a ser libre, a que no lo manipulen y no lo engañen y para eso debemos tener a la mejor clase política. La cuestión es si estamos escogiendo a los mejores para que nos gobiernen. Esa es la pregunta que yo os lanzo a vosotros.
—¿Cómo fue para usted la atención que le dio a la gente que necesitaba ayuda durante el confinamiento?
—El confinamiento fue una experiencia novedosa para todos. Nadie nunca, en ningún momento de la historia, por lo menos reciente, había estado confinado de esta forma. Había muchas personas que estaban en tratamiento por las conductas adictivas pero, de repente, todo el mundo para casa. Había personas que estaban con metadona, con medicación. Fue una situación muy tensa para muchos compañeros que se dedican al tratamiento y para muchos usuarios que acuden a él; sin embargo, de alguna manera o de otra, intentaron llevar a cabo los tratamientos con los Zoom o con la atención vía online. Una vez que se abrió el confinamiento intentaron adaptarse con sesiones individuales y todavía seguimos en eso. El proceso sigue avanzando y nos encontramos también con dos realidades: el hecho de estar aislados, de no poder relacionarnos con los demás, y el que mucha gente pierda el empleo, demasiada. Al estar hacinados y convivir en casas muy pequeñas con problemas económicos aparecen los conflictos que nos llevan a problemas del estado de ánimo, depresiones y ansiedad. Nos estamos encontrando con dos realidades: personas que tienen recursos económicos y que pueden pedir ayuda y pagar el tratamiento y personas que no tienen esos recursos y que están en lista de espera en atención psicológica y psiquiátrica, que no saben cuándo lo van a recibir; y, luego, hay mucha gente que no puede pagar esa atención privada que a todos nos gusta y a la que todos tenemos derecho. Realmente sí que se nota la brecha económica de las familias.
—Desde hace muchos años ha habido problemas graves de adicciones pero, ¿cómo cree que va a ser la situación en el futuro y qué tipo de adicciones nuevas son peligrosas y por qué?
—No tengo una bola y no sé hacia dónde vamos, sinceramente. Si me preguntáis hace diez años qué iba a pasar con el tema de las apuestas, por ejemplo, yo nunca me esperaría esto; si me preguntáis hace diez años qué iba a pasar con el móvil, que ibais a tener un móvil con tarifa plana, que ibais a tener videojuegos prácticamente gratis, para que entréis, tampoco me lo habría imaginado. La tendencia es que aparezcan nuevas formas de captar a consumidores y no deja de ser un mercado: unos que venden y otros que compran. Tengo la suerte de viajar mucho, de conocer mucho y, normalmente, son personas muy inteligentes que analizan muy bien el comportamiento del ser humano, que tienen grandes cantidades de dinero por detrás para probar dónde hay un nicho de nuevos consumidores. Lo que hacen con vosotros es denigrante: os regalan literalmente trescientos euros para que aprendáis a apostar y luego saben que, de cada cien que vais a entrar, treinta vais a seguir apostando pero ya con dinero de verdad. El Fortnite igual, no es gratis, porque al final de cada cien que entran, treinta van a entrar a comprar skins. El porno tampoco es gratis porque al final vas a entrar en el premio. No sé a dónde vamos. Sí sé que las personas más inteligentes están intentando pescar a muchas personas y normalmente las conductas adictivas suelen ser un buen banco de pesca.
—Nosotros, como adolescentes, ¿cómo podemos ayudar a alguien que sufre una adicción?
—Yo, más que ayudar, me preocuparía de mí mismo; responsabilizar a un adolescente de que tenéis que ayudar no es correcto; bastante tenéis con aguantaros. Un adolescente es una persona que está cambiando a una velocidad tan rápida que ni siquiera sois capaces de gobernaros a vosotros mismos como para encima estar pendientes de un colega. Lo que recomendaría es que realicéis actividad física deportiva, si podéis todos los días, o si no, como mínimo una hora cinco días a la semana, si puede ser en clubes deportivos mejor que de forma individual; eso os va ayudar a mantener relaciones sociales, a encontraros mejor a nivel de autoestima, a nivel físico, porque el atractivo físico es muy importante y gustar y ser gustados a esta edad es muy importante. El hecho de mantener relaciones sociales es vital para vosotros y el deporte os va a ayudar en esas dos facetas. Realizad actividades culturales: tocad un instrumento musical, id a teatro o a baile. Es fundamental para vuestro desarrollo realizar actividades culturales: pintura, fotografía, imagen y sonido. Es muy importante que paséis mucho tiempo con vuestras familias; más importante de lo que podéis creer. Vuestros colegas son vuestros colegas, pero es muy importante que vuestros padres pasen mucho tiempo con vosotros, pero tiempo de calidad. Cuando pasáis mucho tiempo juntos aumentáis la confianza con ellos, os van a conocer mejor y vais a formular preguntas. Si no os responden vuestros padres, vais a buscarlo en internet o en vuestros colegas y no saben nada de la vida, saben lo mismo que vosotros. Pasar mucho tiempo con vuestros padres es determinante: ver películas con ellos, estar todos en la cocina cuando cocinamos, no solos en la habitación. Hay que hacer cosas en conjunto y vais a ver que eso os enriquece muchísimo a nivel personal. Por supuesto, estudiar mucho porque cuanto mejor rendimiento académico tenéis vuestra autoestima aumenta. Además, eso os va a ayudar a tener un mejor salario y una mejor proyección de vida. Procurad no consumir drogas como mínimo hasta los veinte años. Esto es determinante porque el desarrollo del sistema nervioso central no finaliza hasta los veinte o veintidós años.
Si vais al botellón con la idea de embriagaros y de fumar con catorce, quince o dieciséis, la probabilidad de que desarrolléis una dependencia y que esas sustancias interfieran en el desarrollo del sistema nervioso va en aumento y, al final, acaban quedando secuelas muchas veces irreversibles. Por lo tanto, yo no me propondría ayudar a los demás sino ayudarme a mí mismo y es la mejor manera de ayudar a los demás; si yo no consumo, mis amigos y mis colegas probablemente tampoco consuman y si estoy en un ambiente donde hay consumidores, la probabilidad de que consuma se dispara.
—Y ya para finalizar, a nosotros, que somos adolescentes, ¿qué nos recomienda hacer para tener precaución ante los peligros de las adicciones?
—Ser adolescente es ser joven y es sinónimo de buscar la independencia. Es normal que queráis ser independientes, que queráis ser autónomos y que os valgáis por vosotros mismos; es normal que queráis ser libres y cómo no vais a querer ser libres, cómo no vais a tener experiencias; es normal la búsqueda de sensaciones y de experiencias y es normal que queráis vivir libremente. Y yo siempre digo: “Dime qué hay que te acabe sacando la autonomía, la libertad, la independencia. Las drogas”. Eso que prometen los que se dedican a la venta de sustancias, como una panacea, creéis que os va a dar más libertad y es todo lo contrario, os van a sacar todo eso. Tenéis que ser críticos con todo lo que os rodea, aunque es difícil para un adolescente porque va en contra de lo que escucháis a vuestro alrededor. Haciendo esas cuatro cosas que os decía: realizando actividad física y deportiva, realizando actividades culturales, pasando mucho tiempo con mi familia, moviéndome en ambientes donde el consumo de drogas no sea lo primordial, volviendo temprano a casa, no se trata de prolongar la noche y el domingo pasármelo dormido todo el día. Preocupaos por aprender, por leer mucho, ya que con eso vais a tener una adolescencia muy tranquila y una vez que lleguéis a la juventud sin consumo de drogas, dudo que consumáis. Si, por el contrario, en vuestras expectativas está que el consumo de drogas tiene que ser ese peldaño para dejar de ser un niño o una niña y pasar a ser joven, y pasa por el consumo de drogas, los que penséis eso, vais a tener serios problemas.
—¿Por qué decidió dedicarse a tratar adicciones?
—Es una pregunta de hace muchos años. Yo soy de la generación de la heroína y vosotros no sabéis lo que es esto, ni falta que os hace. Hubo una época, en los años 80 o 90 en la que hubo un boom de consumo de heroína. La población no teníamos claro lo que era el consumo de heroína; yo vi que colegas míos, más o menos de vuestra edad, que empezaban con el pitillo y pasaban muy rápido del tabaco al alcohol, después pasaban muy rápido al cannabis y a fumar porros. Y en muy poquito tiempo ya se ponían con la heroína y yo os puedo asegurar que conforme se iban enganchando, veías cómo iban deshaciendo prácticamente su vida: dejaban de estudiar, empezaban a trapichear, a consumir, acaban teniendo problemas gravísimos con la familia y yo quería saber qué estaba pasando y era muy curioso, porque en la Facultad de Psicología este tema no se trataba; los profesores estaban cada uno a su rollo y venían con los folios amarillos, como decía yo, y a mí nadie me explicaba qué estaba pasando a mi alrededor. Trabajaba de camarero el fin de semana, mis colegas el sábado ya no iban a la cama, venían ya de reenganche, subíamos al autobús y yo me acuerdo cómo echaban la cocaína y la consumían. Yo se lo contaba a mi profesora, que teóricamente me daba formación en la facultad, y no sabía ni lo que era la cocaína. Uno de mis mejores amigos acabó desarrollando un brote psicótico por consumo de cannabis y yo quería saber lo que estaba pasando. Así fue cómo empecé a buscar información y a averiguar; me matriculé en un máster de drogodependencias porque quería saber y, realmente, fue por eso, porque vi cómo el consumo de sustancias sí estaba generando mucho daño. Luego, cuando entras realmente en el consumo de alcohol, fue peor todavía porque me di cuenta de que mi alrededor estaba lleno de alcohólicos: mis tíos, gente muy cercana a mí tenían realmente un problema de alcoholismo y eso generaba determinados comportamientos en esas familias que hasta aquel momento consideraba normales, pero luego me empecé a dar cuenta de que estaban causados por el alcohol. Era curioso porque luego veías cómo el tabaco estaba matando a personas que eran mi referente, personas mayores de mi vecindario y que estaban muriendo de cáncer de pulmón, de páncreas y la población lo asimilaba con una naturalidad que me sorprendía. Estoy por eso, porque soy muy consciente de esta lacra social que es el consumo de drogas, tanto legales como ilegales y estoy un poco por vocación.
—¿Provocan las adicciones sentimientos como la depresión o el aislamiento?
—Sí, claro. No todas, pero en general sí, porque las personas cuando estamos bien de ánimo, cuando ríes mucho, sonríes, haces cosas agradables, nuestro cerebro genera unas sustancias que se llaman serotonina, acelticolina y dopamina y estás alegre, te vuelves más optimista. Si yo consumo drogas, desde fuera, que generan esa sensación, porque las drogas tienen esa particularidad de que afectan sobre los neurotransmisores que acabo de decir, mi cerebro se vuelve vago y piensa: “¿Para qué voy a segregar serotonina, acetilcolina, dopamina, si hay alguien que me las está metiendo desde fuera?” Cuando consumes, el cerebro se va ralentizando, se vuelve un vago y cuando no consumes te encuentras triste, apático, sin energía. Por lo tanto, vas a tener que consumir para dejar de encontrarte mal, no para encontrarte bien, y esta es la trampa de las drogas: cuando no consumes el cerebro te dice que está triste, apático y no tiene ganas de hacer nada; está muy irritable, muy nervioso; lo que te está pidiendo es lo que denominamos el craving, que es decir: “Dame droga, vuélveme a ese nivel porque yo estoy muy mal”. Tú consumes no para estar alegre sino para dejar de estar triste y esa es la gran trampa de las drogas.