Norberto (Tito) López Amado

Director de la serie 3 Caminos

Tito (en el centro con gafas) con los protagonistas de la serie durante su presentación. / CEDIDA

“El Camino se hizo presente de una forma espiritual tremenda durante la serie”

El cineasta ourensano dirige la nueva serie de Netflix y Ficciō-n en la que varios desconocidos se hacen amigos haciendo el Camino de Santiago en tres ocasiones

LEONARDO MALLO BOQUETE Y CARLA FERREIRO CARREIRA | Madrid - Santiago de Compostela


Norberto “Tito” López Amado (Ourense, 1965) es el director de diferentes películas y series como 3 Caminos, su último trabajo, estrenado en Amazon Prime Video en 2021. Estudió la carrera de derecho, pero al final se convirtió en director de cine, que es su verdadera vocación. También es director de otras series como El tiempo entre costuras o El príncipe, de documentales como ¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Foster? y de películas como Nos miran o El cuaderno de Sara. El director espera que la serie haga más visible el Camino de Santiago en el mundo.


—Es el director de una serie llamada 3 Caminos, en la que los protagonistas hacen el Camino de Santiago. ¿Cómo llegó a este proyecto y por qué decidió realizarlo?

—Por muchas cosas. Este proyecto me lo propone una productora que se llama Ficciō-n y me manda los guiones. Yo soy gallego, por lo que tengo mucha vinculación con el Camino de Santiago, y, entonces, me pareció un proyecto muy interesante. Sobre todo, porque hablaba de una cosa que me afectaba mucho. Entonces, les dije que adelante y nos pusimos a trabajar en los guiones y en todo el proyecto.

—¿De qué modo cree que haber sido periodista le ha ayudado en este trabajo y en su carrera cinematográfica?

—Ser periodista, haber trabajado realmente en la agencia EFE muchos años como periodista, me ha ayudado mucho porque, al final, los periodistas, normalmente, lo que buscan es la verdad, lo que buscan es retratar la realidad, ser testigos y transmitirle a las personas las cosas que están viendo a través de su mirada, a través de su escritura, a través de su experiencia. Y, entonces, el cine para mí tiene también mucho que ver con eso, porque las películas y las series de televisión nos acercan a distintas realidades y, cuanto más entiendas esas realidades y la verdad, mejor la vas a poder transmitir. Por lo tanto, en este caso con el Camino de Santiago, una de las cosas que hicimos con los guionistas y los productores fue recorrer el camino antes de rodarlo, vivir la experiencia para, luego, poder contarla.

—¿Cómo fue el proceso de preparación de la serie y qué les resultó más complicado y por qué?

—Se trata de una serie complicada porque es una road movie, una de esas películas que se cuentan durante un viaje y una de las dificultades es que cada día vas rodando en un sitio diferente. En este caso el Camino de Santiago lo pedía porque los peregrinos van avanzando y nosotros elegimos el Camino Francés. Fuimos desde Roncesvalles hasta Finisterre y el viaje era cada día una etapa. Entonces eso supone, a nivel de rodaje, muchísima complicación técnica. Requiere muchísima preparación y tienes que jugar mucho con la improvisación. Es una de las cosas que tenía este proyecto y fue un reto. Fue muy complicado también a nivel de producción porque necesitas conocer muy bien los lugares, pedir los permisos y, luego, desde el lado del director, tienes que amoldarte a las circunstancias que vas a encontrar cada día: si llueve, llueve; si no llueve, no llueve; si hace frío, hace frío; si hace un calor tremendo, pues también lo tienes que asumir. Como es un poco el Camino de Santiago. Entonces, fue complicado rodar una road movie o película de viaje, en la que los personajes crecen y descubren cosas a lo largo de ese camino que van haciendo.

Y luego tuvimos el otro conflicto, pero que ya afectó a todo el mundo y que es la COVID. Entonces, la pandemia afectó a todo y nos afectó muchísimo en cómo rodar. Fue de las primeras series que se rodaron con COVID y había muchos protocolos. No sabían muy bien cómo hacerlo, había mucho miedo de contagiarse, de que el proyecto se parará, y, al final, lo acabamos consiguiendo. Ya está y ya lo hemos podido compartir con todo el mundo.

—Una cosa complicada a la hora de hacer una serie como esta es conseguir la financiación. ¿Cómo fue ese proceso y qué le permitió hacer que no hubiera podido sin esos recursos?

—En el tema de la financiación cuando yo llegué ya la tenían, ya estaba gestionada. Ya estaba Amazon metido y estaba también la Xunta de Galicia. Lo que es el tema del dinero, en este caso, yo no lo viví directamente sino que lo vivió la productora. Pero es verdad que los presupuestos afectan muchísimo a cualquier tipo de proyecto. Muchos proyectos no consiguen ver la luz y muchos de mis proyectos no he conseguido hacerlos justamente por no conseguir la financiación. La financiación es una de las partes más delicadas, porque todos creemos o soñamos con que tenemos un proyecto bueno que todo el mundo quiere financiar, pero, a la hora de la verdad, hay muchos intereses creados, hay dificultades a la hora de conseguir el dinero. Además, la situación económica por el tema de la pandemia tampoco es fácil. Y entonces, en este caso, el proyecto ya estaba financiado. Era una apuesta muy grande para el Xacobeo, había como una serie de expectativas, había que contar una historia desde el lado audiovisual y había mucha ilusión por hacerla. Entonces, nos tuvimos que ajustar al dinero que había y tuvimos que renunciar a cosas porque por el tema de la pandemia no pudimos viajar a Méjico ni a Corea como estaba previsto. Porque era un proyecto que tenía un tema muy internacional pero realmente la pandemia lo impidió. Pero supimos sortearlo y supimos al final, a través de la ficción, contar las cosas como había que contarlas.

—Una característica del Camino es que está lleno de gente de todo el mundo. ¿Cómo fue el proceso para elegir a los actores para los personajes protagonistas (un mejicano, una gallega, una alemana, un italiano y un coreano) y cuáles fueron los criterios principales para elegirlos?

—Pues esa es una pregunta muy buena, porque uno de los grandes riesgos que tenía el proyecto era, sobre todo y por encima de todo, que fueran creíbles los actores, que fueran actores de distintas partes del mundo. Está el personaje de Jana, que lo hizo una actriz alemana; el personaje Italiano, que lo hizo otro actor Italiano, Corea... Había un poco de mezcla, que viene a ser lo que es un poco el Camino de Santiago, y decidimos jugar a que cada uno hablara su propio idioma y que la forma de comunicarse fuera el inglés. Además, yo creo que esa también era una de las claves de la serie, porque el Camino es muy cosmopolita, te encuentras con gente de todo el mundo. Te puedes comunicar mediante un idioma o, a veces, de forma gestual, pero, al final, todo el mundo se entiende. Y esta era una de las claves, realmente: respetar mucho el lado universal que tiene el Camino de Santiago y para eso había que elegir actores que pudieran cumplir esos requisitos. Luego, como siempre, hay un proceso de casting en el cual hay varias opciones de posibles actores. Y en este caso, vinieron a Madrid, estuvimos hablando con ellos y, al final, generamos una dinámica de grupo donde todos hablaban y nos hicimos muy amigos antes de rodar. Y esa fue una experiencia realmente preciosa porque, al final, cada proyecto te da muchas cosas y en este proyecto había algo que era importante que era la amistad. Por eso ahora, que estáis ahí en clase, imaginaros que tenéis que elegir a los amigos de vuestra vida y que queréis que sea un retrato de vuestras relaciones de una manera bonita o real. Pues eso es un poco lo que se hace en los procesos de casting: intentar encontrar a gente que de una manera química te los puedas creer como amigos, aunque en ese caso no lo sean al principio.

—Para ti, ¿cuál fue el personaje que más te gustó y qué te costó más al elegirlo?

—Yo tenía cierta debilidad por el personaje que hace Alex Gonzalez, el mejicano, y ahí había también un riesgo porque Álex es español y decidió hablar en mejicano. Ese era mucho riesgo y no lo teníamos muy claro, pero me gustaba mucho el viaje que tenía este hombre, este bombero en cuya vida se cruza la muerte y tiene una enfermedad tremenda, que es el ELA; y cómo, al final, ese personaje, aunque en un determinado momento deja de estar presente, está presente siempre en todos los demás en esa especie de recuerdo que tienes de alguien que en tu vida ha sido importante. Y este personaje se llamaba Roberto. Creo que Álex ha hecho un trabajo realmente precioso y excepcional y ha quedado como uno de los personajes que más me ha gustado.

—En la serie se hace un solo camino de todos los que llevan hasta aquí, Santiago de Compostela, el francés. ¿Por qué eligieron este camino y no otros de los muchos que llegan a nuestra ciudad y por qué termina las tres veces en Finisterre?

—Hay muchos caminos para llegar a Santiago y realmente elegimos el francés por un tema de producción, porque había que tomar una decisión. uego, lo de que acaben los tres en Finisterre, realmente el Camino termina cuando llegas a Santiago, abrazas al apóstol y ya estás ahí y te dan la Compostela, pero había algo poético en llegar como al fin del mundo, en llegar a ese lugar mítico que es Finisterre, y en terminar la serie abierta a la luz. Porque tuvimos la suerte de que cuando rodamos esos tres finales que, además, los rodamos a la vez los tres, el mar es casi como un lugar metafórico de lo que era la serie, llegar a un lugar así es casi como si fuera un sueño, un sitio donde cualquier persona que llegue allí puede imaginar que el mundo es más grande de lo que realmente cree. Y por eso lo elegimos. Fue una decisión también de guión y creo que son escenas realmente emotivas en las que hay como una especie de viaje, cuando los personajes se meten en el mar. Es como si se dijeran: “Hemos llegado aquí, nos metemos en el agua y nuestras vidas cambian para siempre’’. Es como una especie de bautismo casi mágico y fue especial por eso.

El director (der. en la primera fila) durante la presentación de la serie en la Ciudad de la Cultura de Santiago en plena pandemia. / CEDIDA

—¿Qué complicaciones tuvieron por culpa de la COVID?

—No tantas como imaginábamos al principio, porque fuimos de los primeros que rodamos y es la incomodidad de adaptarte al rodar, a limpiar todo y, sobre todo a nivel técnico, fue bastante complicado porque había que tener todo muy limpio, el miedo al contagio, el miedo a cómo se comunicaban los actores. Y ahora todos tenemos más asumido que hay que llevar la máscara, que todos estamos protegidos con la mascarilla, pero en ese momento estaba todo como reinventándose. Por eso fue muy bonito descubrir una cosa que es que la mayoría de los hoteles y los lugares nos recibían con mucha expectativa. Y estaban vacíos y entonces nos cuidaron, nos protegieron mucho y, al final, la COVID nos vino hasta bien porque hizo que el viaje, que ya era en sí muy solidario, hiciera mucho más solidario el proyecto gracias a la COVID. Había como mucha más comprensión y una mirada muy hermosa entre todos.

—La relación de un director y los actores es fundamental para que funcione un trabajo como este. ¿Cómo fue su relación con ellos y qué fue lo más complicado para usted de dirigir a tantos actores con papeles protagonistas?

—La verdad es que, para mí, una de las claves para ser director es dirigir actores. Dirigir actores es fundamental, es lo que me mueve, es lo que más me gusta: hacer ese viaje con ellos, sentir lo que cada personaje siente y, a la hora de decir acción, hacer que crezcan en el momento en el que se está rodando la escena. Al tener tantos protagonistas, que en este caso eran cinco, lo que tenía que conseguir era el equilibrio; es decir, que todos se sintieran importantes, que ninguno de ellos sintiera que era menos importante que el otro, que todos tuvieran su espacio para poder expresar su viaje; porque cada uno tenía un viaje muy diferente. Les unía, sobre todo, el concepto de amistad y lo que propuse en los ensayos, que fue realmente interesante, es que les dije que fueran amigos de verdad. Y les propuse que se fueran a vivir juntos durante un tiempo los fines de semana y que compartieran la realidad juntos como amigos para que les quedara eso en la memoria y que, cuando realmente los viéramos delante de la cámara, entendiéramos que era gente que ya se conocía desde hace tiempo, que era gente que ya había vivido cosas antes. Y ese fue un viaje a nivel interpretativo precioso. Luego, cada actor tiene su viaje propio. Tienes que tratarlos a cada uno con sus métodos, porque uno de los trabajos importantes de un director es conseguir el equilibrio, la armonía de que distintos actores con distintas formas de interpretar, con distintas formas de llegar a los personajes, con distintas formas de sentir, al final en el mismo set estén haciendo lo mismo, estén en la misma película.

—¿Cómo fue la situación de tener que utilizar diferentes lenguas y qué piensa del resultado una vez que se ve la versión doblada completamente al castellano?

—La versión doblada no la he visto porque no la hice yo y no soy partidario de que nadie vea esta serie doblada. Creo que esta serie hay que verla en versión original. Cada uno tiene que hablar como hablaba, con un esfuerzo tremendo; de que el que hablaba italiano hablaba italiano, que, cuando se comunicaban en inglés, se comunicaban en inglés. Creo que ver la versión doblada es no ver la serie. No estoy nada de acuerdo con el doblaje. Es una imposición que hubo, una necesidad comercial, aunque luego se han dado cuenta de que fue un error la versión doblada. Lo único que hace es que pierda toda la verdad.

—Otra cuestión difícil en una producción audiovisual es el trabajo en exteriores. ¿Cuáles fueron las situaciones más complicadas y qué importancia tiene el paisaje del Camino en la serie?

—El Camino es todo: es paisajes, es exterior, hay una cantidad de monumentos que te encuentras, lógicamente, durante el Camino. Pero para mí el Camino te habla mediante la naturaleza y el reto de rodar en la naturaleza fue de las cosas más difíciles porque tuvimos que asumir, un poco, lo que os contaba antes: ``que si nos llovía, nos llovía; si hacía frío, hacia frío; si hacía calor, hacía calor´´. Y que las secuencias tuvieran esa verdad según la realidad, por así decirlo, meteorológica que nos fuéramos encontrando era fundamental. Pero, al mismo tiempo, yo también quería que en la serie se pudiera sentir un poco el viaje de lo que es el Camino, que pudieras verlo desde lo alto, aprovechando ahora la facilidad que tenemos con los drones de ver el Camino desde lo alto; es decir, mostrar esa especie de casi reflejo que tiene la Vía Láctea en el Camino de Santiago y en el que, de una forma un poco mágica, tú sintieras el paisaje desde lo alto, desde un lugar desde el que normalmente no lo ves. Pero luego la clave es recorrerlo, sentir el paso del tiempo, sentir el frío, sentir el dolor, llegar cansado a los albergues y, al mismo tiempo, poder cerrar los ojos y disfrutar del paisaje increíblemente hermoso que tiene el Camino de Santiago y que te hace crecer tanto. Que cuando llegas a Galicia se produce una explosion de un verde que es una belleza.

—¿Cuál fue el momento más difícil rodando en el exterior?

—Yo creo que difíciles fueron muchos, sobre todo, después de la pandemia, porque no teníamos claro qué iba a pasar realmente en el año 2021, y tampoco teníamos, por temas de la pandemia, figurantes suficientes como para hacer que todo quedara creíble; es decir, crear la llegada a Santiago de Compostela con muy poca gente y que pareciera que había mucha gente, eso es lo realmente complicado. Y después, desde el punto de vista de posproducción, hay cosas que añadimos y conseguimos que realmente pareciera lo que suele ser habitual. Porque ahora Santiago, y vosotros estáis ahí, está vacío, no tiene peregrinos, tiene muy poca gente, los restaurantes muchos están cerrados, hay una situación un poco triste. Pero nosotros no queríamos transmitir eso, así que había que manipular a través de la cámara, manipular a través de la figuración y de mucha gente que había que meter, para que la sensación del Santiago mítico, que todos tenemos, fuera la misma.

—Se dice que hacer el Camino es una experiencia espiritual que cambia a la gente. ¿De qué modo se tuvo esto en cuenta a la hora de hacer la serie y cómo aparece reflejada esa experiencia para los personajes principales?

—La parte espiritual del proyecto era la parte que más me interesaba. Creo que es verdad que el Camino de Santiago genera un viaje espiritual. Cuando nosotros empezamos a rodar la serie, rodamos primero el segundo camino, después el primero y el último. Y en el parón, por culpa de la COVID, fue algo precioso poder estar montando. En el momento del confinamiento hubo un viaje espiritual precioso entre la montadora y yo. Ella estaba montando en su casa y yo en la mía, en la distancia, pero el Camino se hizo presente de una forma espiritual tremenda y realmente entendimos muy bien el Camino justamente en la sala de montaje. Ahí, para mí , entendimos lo que significa el Camino para las personas y, si no lo habéis hecho, os recomiendo que lo hagáis porque es algo que te hace crecer enormemente.

—¿Qué diferencias ha notado entre cómo veía usted hacer el Camino de Santiago antes del rodaje de la serie 3 Caminos y cómo lo ve ahora?

—Yo nunca había sentido necesidad de hacerlo, nunca me había atraído hacer el Camino de Santiago y, sin embargo, después de rodar la serie me he dado cuenta que en determinados momentos de tu vida, creo que te puede ayudar mucho. Porque te obliga a parar, te obliga a reflexionar, te ayuda a cuestionarte a lo mejor cosas que nunca te habías cuestionado y también creo que te genera el cansancio necesario. Al principio hablas mucho, pero luego llega un momento donde dejas de hablar y ya el diálogo es un diálogo interior. Pero luego el cansancio te quita ese diálogo interior y te lleva a otra cosa mucho más bonita que es que te conecta con el entorno, con el viaje, con los árboles, con el frío, con la lluvia, con el sentir las plantas, con cruzarte con gente desconocida, que todos realmente te saludan; y por eso creo que, después de este rodaje, tal vez lo vuelva a hacer, pero lo haría ya para mí.

—Hay otras obras anteriores sobre el Camino como La Vía Láctea o The Way y 3 Caminos es la obra audiovisual más importante en este Xacobeo 21-22. ¿Cuál cree que será el efecto de esta serie para que se conozca más y mejor el Camino de Santiago en el resto del mundo?

—Yo creo que hay una cosa muy buena que tienen las series y es que, gracias a Amazon, se ha distribuido a una gran cantidad de países; creo que a más de 190. Entonces, yo siempre digo que las obras audiovisuales están vivas y que tienen luego autonomía propia. A partir de un determinado momento, cuando tú las dejas, nunca sabes a quién le van a llegar. Pero, por la experiencia que tengo de tantas cosas que he rodado y la experiencia que he vivido, me he dado cuenta de que de repente viajas por el mundo y un mejicano ha visto una pelicula tuya que tú no sabías ni que la conocía y, de repente, vas a Estados Unidos y pasa exactamente lo mismo. En este caso concreto creo que el Camino interesa mucho internacionalmente y esta serie creo que va a invitar a muchas personas a, por lo menos, querer probarlo, a querer saber qué es. Y espero que se decidan a hacerlo, cuando se pueda, claro.

—Ya que una película en el exterior tiene que ver muchísimo con el tiempo, ¿cómo ha afectado eso a la producción?

—Mucho. El tiempo siempre que nos levantamos en cualquier rodaje hay una gente que está siempre preocupada si llueve, si no llueve y en Galicia llueve mucho. Y al final los rodajes cuando se complican desde el lado meteorológico se hacen muy difíciles, pero no tanto, tal vez, para los actores ni para el director, sino para el equipo técnico, que tiene que proteger las cámaras, proteger los focos, tener cuidado… Hubo una escena en concreto en la que hay un accidente y durante la que estaba cayendo una tormenta eléctrica tremenda y ahí hubo un debate sobre si parábamos o no parábamos, porque realmente es peligroso estar rodando cayendo rayos al lado, ya que se puede generar un accidente. Entonces, hay que tener siempre muchísimo cuidado y hay que tener muy en cuenta el tiempo a la hora de rodar, siempre. Por eso España es un lugar en el que se rueda mucho; sobre todo en el sur, en Andalucía, en Almería sobre todo, porque el tiempo allí es muy estable y llueve poco.

—Para rodar la serie, ¿a cuántos lugares habéis tenido que viajar?

—Todo el Camino Francés prácticamente desde Roncesvalles y después pasamos por todas las provincias, si tú haces el Camino Francés hasta Galicia. Y luego estuvimos,como ya os dije, en Finisterre. Pero sí nos documentamos mucho antes de rodar. Esa fue una de las claves: poder saber qué cosas queríamos contar y cómo. Además, también hay un proceso de selección por el que se quedan fuera lugares donde nos hubiera gustado rodar y no se pudo o por permisos o porque queríamos rodar, por ejemplo, dentro de la catedral de León pero no conseguimos el permiso por un tema de tiempos. Además, estuvo el tema de la COVID. O sea, que siempre hubo ciertas dificultades, pero al final rodamos en muchos lugares que realmente queríamos.

—¿Y cuales son las cosas que más te han gustado rodando la serie?

—A mí me gustó mucho rodar en Santiago porque me parecía un lugar al que le tenía muchísimo cariño porque he vivido ahí cosas muy bonitas. Me dio mucha pena, por ejemplo, no poder rodar el botafumeiro, porque estaba en obras la catedral y había una escena preciosa que me hubiera gustado mucho porque me recordaba a mi madre. Yo recuerdo haber estado con mi padre y con mi madre viendo el botafumeiro, algo que me dejó realmente asombrado. No lo había visto nunca y el sonido, el fuego, el ruido, la belleza que tenía eso estaban en mi recuerdo y tenía mucha ilusión de poder rodarlo, pero estaba todo en obras. Todo se complicó mucho y no se pudo hacer, pero Santiago me gustó mucho. La Cruz de Hierro también me gustó mucho, no tanto por el lugar, sino por lo que significó para la serie. Fue algo que me emocionó. Luego, la mayoría de los lugares donde estuvimos de todostengo que decir que tenían algo especial y era muy apetecible descubrir no solo los lugares sino también la gastronomía y la gente, que estaban todos con una ilusión tremenda de que estuviéramos allí con una cámara.

—Como dijiste en anteriores respuestas es muy difícil saber a qué parte del mundo va a llegar la serie, pero, ¿en qué parte crees que está teniendo o va a tener más influencia?

—Yo creo que en Estados Unidos va a tener mucha influencia. A muchos americanos les gusta mucho el Camino de Santiago: desde México a toda Sudamérica también va a tener mucho impacto, pero creo que en Francia o Alemania va a tener mucho impacto. En Italia creo que va a ser una serie que va a gustar mucho y lo que yo estoy recibiendo es que está gustando una barbaridad; sobre todo porque es una serie blanca. Y blanca quiere decir positiva. Es una serie que te transmite valores alegres, que te transmite que los seres humanos podemos ser mejores y yo creo que eso, al final, si la gente sabe ver la serie desde esa mirada y la disfruta no juzgándola, creo que se va a encontrar algo muy bonito dentro.