Esther Martínez Lobato

Guionista

Esther en una imagen de su productora, Vancouver Media. / CEDIDA

“Para ser guionista es fundamental tener talento, tener capacidad de mirar al mundo de una manera generosa y amor a la lectura”

La creadora audiovisual confiesa que lo que más le influyó para ser escritora y para ser lo que realmente quería de manera genuina fue el apoyo y la influencia de su padre y de sus abuelos

ÁNGELA JEREMÍAS IGLESIAS Y JAVIER MONTERO OTERO | Santiago de Compostela


Esther Martínez Lobato (Soria, 1976) es guionista y productora en Vancouver Media, una compañía en la que con Álex Pina ha creado series como Vis a Vis, La casa de papel o El embarcadero, trabajos que les han llevado a recibir premios importantes como el primer Emmy a una serie española por La casa de papel. La guionista piensa que debe haber un espacio para el audiovisual en el sistema educativo donde "los niños se sientan libres de desarrollar todos sus talentos" y defiende que "el secreto para un buen guion es que sea honrado y eso quiere decir que no te engañe".


—¿Cómo le influyeron sus estudios para convertirse en guionista?

—Falta mucho camino por hacer en la enseñanza para que los niños se sientan libres de desarrollar todos sus talentos, porque estamos en un sistema en el que nos quieren convertir a todos en máquinas de aprobar exámenes y hay muchas virtudes que tenemos de pequeños que se van sedimentando debajo de un montón de información. A mí, personalmente, lo que más me influyó para ser escritora fue el apoyo de mi familia, la influencia de mi padre y de mis abuelos que escribían, la libertad absoluta para elegir lo que quería hacer y para ser lo que era realmente de manera genuina sin tener que adaptarme a un boletín de notas o cosas por el estilo que nos hacen ser muy mecánicos e iguales los unos a los otros.

—Además de su preparación, ¿qué o quién le influyó más para acabar siendo guionista?

—En mi caso personal es una cosa un poco del destino. He sentido en algunos momentos de mi vida que no podía ser de otra manera porque yo escribo desde muy pequeña cosas. Fui a estudiar la carrera de audiovisual un poco por carambola, porque a esa edad creo que no sabes muy bien qué quieres ser en la vida y de alguna manera la escritura ha estado en mí y me he dedicado no solo profesionalmente a ello, porque era algo que hacía desde siempre. Entonces, se habría desarrollado si no de manera profesional, sí de manera natural, hubiera hecho lo que hubiera hecho.

—¿Cuáles fueron los diferentes pasos para convertirse en guionista y, de ellos, cuáles cree que son los más importantes?

—Para ser guionista son fundamentales varias cosas, pero, aparte de tener talento, de tener la capacidad de mirar al mundo de una manera generosa para generar contenidos, hay que tener amor a la lectura. Porque el oficio de guionista es el de escritor, aunque sea para el audiovisual. Hay que manejar el lenguaje y hay que saber de qué se habla, pero, sobre todo, hay que tener una amplia generosidad porque el trabajo de guionista es un trabajo en equipo y en el que tienes que prescindir de tu ego personal y trabajar a favor del producto que se hace entre un equipo muy grande de personas. Más allá de los guionistas y de los productores, está el talento de los actores, de los directores y del equipo artístico. Esto es algo fundamental y sin él no se podría construir ningún tipo de obra audiovisual.

—Si se habla de las influencias a la hora de escribir un guion, ¿cuáles son las suyas y por qué?

—Más que influencias es un ánimo de superarnos y de aprender más. Es lo que tenemos en Vancouver cada vez que acabamos un proyecto. Lo primero que pensamos es qué cosa no sabemos hacer, qué proyecto no sabemos hacer, qué género no hemos hecho nunca para, gracias a la situación que tenemos porque Netflix nos lo permite, meternos en una aventura que no tenga que ver con lo anterior. Sobre todo porque creemos que tenemos que seguir creciendo y aprendiendo cosas que no tenemos ni idea de hacer. Entonces, cada aventura es un género distinto y una historia diferente a desarrollar en la que al principio de generar la idea, -el tratamiento, la biblia-, estamos muy perdidos y necesitamos ver, aprender y hablar con mucha gente para poder hacer el trabajo.

—Ahora mismo es guionista, productora ejecutiva y también showrunner en Vancouver Media. ¿Podría decirnos en qué consiste cada uno de estos trabajos para usted y cómo es su día a día?

—La escritura de guion es arrojar una mirada personal sobre el mundo, sobre unas circunstancias que suceden, sobre una historia concreta; tener algo que contar y contarlo de una manera original y diferente que no se haya contado. Porque llevamos escribiendo y escuchando historias desde que el ser humano es ser humano. Son como una especie de nutrición para el alma. Son el alimento del ser humano y de su espíritu. Hemos oído todo tipo de historias y contadas de todos los tipos posibles. Nuestra función ahora mismo es contar esas historias, pero de una manera distinta, con una visión diferente. El trabajo de la producción ejecutiva tiene mucho que ver con el showrunner. Porque el showrunner era algo que hacíamos en este país y que se llama producción ejecutiva hasta que llegó Netflix y los americanos y nos dijeron que se llamaba showrunner. El showrunner es el que lleva a término la ficción; es decir, desde que se nos ocurre una idea y hacemos el planteamiento, escribimos el guion y lo supervisamos. Hablamos con los directores, les decimos lo que queremos que se dirija. Hablamos con vestuario, elegimos la ropa, elegimos el maquillaje, elegimos la luz, elegimos los lugares, nos presentan un montón de fotos al día, de diferentes localizaciones, puentes, carreteras, coches. Lo elegimos absolutamente todo. Cada una de las decisiones viene tomada por nosotros. Y, cuando se ha rodado todo el material, elegimos los planos y el montaje que queremos que se haga. Elegimos la música y todo este proceso. El día a día que tenemos es una toma de decisiones constante de principio a fin donde viene un montón de gente haciendo cola con fotografías pidiéndonos que elijamos lo que queremos que se muestre en la serie.

Así que, por una parte, el talento creativo es una cosa que hace uno en la intimidad, a pesar de que el guion en la tele se hable con un montón de gente del equipo de guion y se ponga a debate. La escritura es una cosa íntima, y el showrunner, la producción ejecutiva, es una toma de decisiones constante, donde tienes que estar muy seguro de lo que quieres mostrar y dar seguridad a tu equipo, porque la profesión es muy canalla. Pasan eventos y situaciones desastrosas todos los días, todos los días alguien se pone enfermo. Hay una localización que no se puede rodar. El vestuario no ha llegado, se ha roto algo y cualquier tipo de cosa y tienes que mantener la calma del equipo, darle ánimos y valentía. Y que todo el mundo, cuando te mire, sienta que estás dirigiendo el barco hacia un puerto preciso y que tienes claro adonde quieres ir.

—¿Cuáles son los secretos para un buen guion?

—El secreto para un buen guion es que sea honrado y eso quiere decir que no te engañe el guion. Tú puedes escribir acerca de un mundo inventado y de un montón de cosas que no tengan sentido y que no sean realistas. Nosotros en Vancouver no hacemos casi nada realista ni naturalista, sino que exageramos la realidad. Pero dentro de la propia historia todo tiene coherencia. Los personajes son honestos, hacen cosas que les sea natural a ellos hacerlas y tienen un mundo propio donde es posible, resulta natural en ellos que hagan lo que hacen. Sobre todo hay que tener una mirada diferente acerca de las cosas. Las cosas casi siempre son las mismas, las historias casi siempre son las mismas. Las historias de amor siempre son las mismas. Que lo que varía en la ficción es el foco, la mirada a través de la que lo cuentas. ¿Quién es la voz? ¿Quién es el narrador de todo eso? Y así eliges una manera propia y diferente de contar una historia.

—Si nos fijamos en las tramas de La casa de papel, Vis a Vis, Sky Rojo o El embarcadero, hay mucha acción, mucha emoción y mucha tensión. ¿Cómo se consiguen?

—Yo creo que lo más importante en una ficción es humanizar a los personajes. Creo que hay muchas series y muchas ficciones donde la trama o los eventos se comen el desarrollo del personaje. La ficción latina, la ficción española, que se está lanzando al mundo gracias a Netflix y otras plataformas lo que aporta es una visión emocional de los contenidos. Creo que dar vida a los personajes, una vida real, es lo que hace que los espectadores se enamoren de ellos, que los sientan como parte de su familia, como parte conocida y que se creen esas grandes adhesiones que hacen que ahora la audiencia tenga grandes ídolos en los personajes de ficción, a pesar de que no existan. Tienen un material sensible real y creo que es a través de la emocionalidad y de que se les muestre desnudos, vulnerables y con un montón de colores en sus emociones.

Retrato de la productora soriana. / CEDIDA

—¿Cómo es habitualmente la relación entre una guionista como usted y el director o directora de una de sus series para conseguir que funcione su trabajo?

—Es una relación constante de trabajo que se enriquece mutuamente. Nunca se impone algo desde el guion, sino que se genera un contenido. El director lo tiene que hacer propio para poderlo transmitir, para poderlo contar en imágenes y para ir al set de rodaje, que finalmente es como un campo de batalla donde todo el mundo tiene que seguirlo y hacer lo que él diga: los actores tienen que creer en él, tiene que transmitir suficientemente bien, contundentemente y de la forma más precisa posible a los actores cómo es su personaje, lo que necesita que sientan y que se emocionen en cada una de las secuencias. Así que es un trabajo constante y mutuo. El director muchas veces lee el guion y de alguna manera él tiene que filtrar emocionalmente lo que ponen en esas palabras para rodarlo en el set.Y muchas veces también supone una gran ayuda para el escritor, que muchas veces desde nuestra mesa, de nuestro ordenador, aislado, no entendemos, o no es tan fácil para nosotros ver los problemas que pueden darse en un set o cómo mostrar la emocionalidad de los personajes. Y él también nos hace correcciones a los guionistas para que podamos cambiar parte del texto, para que sea más fácil de rodar o para que visualmente el capítulo sea mejor.

—Otra pieza importante de cada serie son los actores y actrices. En su caso, ¿cómo es su relación con ellos y cómo consiguen que lo que representan se parezca a lo que pensaron ustedes cuando crearon los personajes?

—Pues es una relación parecida a la del director. En realidad las series son un trabajo de mucha gente, que estamos muy ligadas y tenemos un contacto estrecho cada día. Cada día hablamos de lo que vamos a rodar, de cómo lo vamos a hacer. El trabajo con los actores es muy complicado porque ellos tienen que sentir realmente de manera fiel lo que pone en el guion. Pero, en su caso, para mí personalmente me parece un poco esquizofrénico porque llegan a sentirlo fuera incluso del set algunos de ellos con su método de trabajo. todo el día se levanta por la mañana y piensan cómo se siente mi personaje. El otro día me decía Verónica Sánchez, al acabar el rodaje de Sky Rojo, cuando le pregunté: “¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes?” Y me dijo: “Es la primera vez que me lo preguntan como Verónica y no como Coral”. Entonces, el trabajo de ellos es muy duro porque emocionalmente tienen que estar en una persona que no son ellos. Todos nosotros trabajamos mucho con ellos en ese sentido e intentamos que entiendan cómo se siente el personaje hasta que lo hacen suyo y pueden ponerlo a funcionar en cualquier circunstancia.

—La COVID 19 lleva casi un año parando el mundo. ¿De qué manera les ha afectado a ustedes en Vancouver Media?

— Ha ralentizado el rodaje, de manera que este año hemos rodado dos temporadas de Sky Rojo y empezamos me parece que fue el 15 de octubre de 2019 y acabamos el 18 de febrero de 2021. Es un rodaje de dieciséis meses, casi un año y medio. Es muy raro para nosotros, porque solemos rodar esta cantidad de metraje en mucho menos tiempo; por ejemplo, las dos primeras temporadas de La casa de papel se rodaron en ocho meses. Estamos hablando del doble de tiempo y ha sido por las paradas desde la COVID, principalmente por el confinamiento y luego porque después del confinamiento se adoptaron unas medidas muy severas en Vancouver, por las que se han hecho PCR semanales a todo el equipo, se ha intentado mover el plan de rodaje para no acumular un exceso de gente en los rodajes. A pesar de ser una serie coral, cada vez que un actor o un director tenía COVID, que lo han tenido casi todos, había que parar el rodaje. Y esto ha hecho que se extendiera por lo menos medio año más de lo que nos hubiera gustado.

—Acaba de pasar el 8 de marzo. ¿De qué modo ha sentido en su carrera que hay todavía discriminación hacia la mujer en el mundo del audiovisual?

—Personalmente no he sentido en ningún momento que se me haya discriminado en ningún equipo. Lo que he podido sentir es la ausencia de mujeres en los equipos. Durante muchos años, yo he sido como la única mujer en los equipos de guionistas. Sin embargo, estoy muy contenta porque el día del final del rodaje de Sky Rojo nos juntamos a ver el último plano, estábamos en el plató y puedo decir que yo estaba en producción ejecutiva; la productora de Vancouver es una chica, Cristina López Ferraz; la jefa de producción de Sky Rojo era una mujer al final de la serie, María Zambrano; la jefa de decorados era Ana Paula, también una mujer; la directora financiera de Vancouver es también una mujer, que es Olga Lerchundi, y, de repente, nos dimos cuenta de que las cosas estaban cambiando porque era algo insólito, ya que en muchos años de trabajo estamos normalmente las mujeres desperdigadas. Sin embargo, creo que la falta de mujeres en la industria puede ser un problema de un reflejo social donde a las niñas no se las ha educado, por lo menos a las niñas de mi generación, para ser empresarias o guionistas. Y espero sinceramente que eso cambie y que los trabajos creativos, como es este caso, se puedan desarrollar tanto por un cerebro masculino como por uno femenino. Muchas veces me preguntan si yo solo escribo personajes femeninos y mis compañeros escriben los masculinos y he de decir que no, porque realmente los mejores textos que yo he leído de amor y de personajes femeninos los ha escrito mi compañero Alex Pina. Entonces, creo que el cerebro humano puede ponerse en la tesitura de sentir como mujer y como hombre de manera ambivalente si se lo propone y no debería estar coartado por el género en esta profesión.

—¿Cuáles serían sus recomendaciones para alguien de nuestra edad si en el futuro se plantea ser guionista?

—Más que recomendaciones, yo alertaría de que más que una profesión es una manera de vida. Ser escritor o guionista o dedicarse al mundo de cualquier arte, cualquier disciplina de este tipo es muy esclavo porque no puedes entrar a trabajar y salir de trabajar en un horario. El cerebro está constantemente funcionando. Eres escritor o no lo eres y lo eres de manera personal y genuina, independientemente de que trabajes o no trabajes. Es un sentimiento. La profesión es muy injusta porque hace falta talento, hace falta colocarse en un lugar adecuado y además hace falta una dosis de suerte para poder expresarte y poder tener la posibilidad de trabajar de la manera que te gusta. Así que es como una especie de lotería donde se suman demasiados factores. No es una cosa fácil de hacer. No es un trabajo que se desarrolle como algunos creen, yendo a cafeterías y apuntando en servilletas la primera idea que se te ocurre, sino que muchas veces te sientas a escribir y dices para mañana tengo que tener 15 páginas, se me ocurran o no, y se me tienen que ocurrir. Entonces, creo que alguien que se quiere dedicar a esto tiene que tener muy claro que es escritor en el alma y que va a ser una manera de vida más allá que una profesión.

—Si miramos hacia delante, ¿cómo ve el futuro del oficio de guionista y de la industria audiovisual en general?

—Ahora mismo estamos en el momento, creo, de una burbuja de contenidos, porque hay un montón de plataformas y un montón de contenidos. Hay gente que se empieza a aburrir de la exageración de contenidos que hay. Pero yo creo que de la misma manera que la literatura, el teatro o la tele, la ficción es necesaria para el alma y para el ser humano. Creo que se evolucionará en los formatos. En Sky Rojo hemos evolucionado a un contenido filtrado en capítulos de veinticinco o menos minutos, o sea, creo que el consumo es distinto, creo que la gente ahora consume móviles, que consume tramos más cortos de información y de ficción, que se ven vídeos de YouTube y de Instagram que duran un minuto.

Vamos a tener que aprender, los escritores, a narrar de esa manera, pero no creo que desaparezcan. Creo que es una cosa que desde siempre siempre va a estar ahí. El ser humano necesita que le cuenten historias.