Immanuel Kant

La distinción entre conocimiento a priori y a posteriori

“No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia (…), en el orden temporal, ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero (…) no por eso procede todo él de la experiencia (…) En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori el que es absolutamente independiente de toda experiencia, no el que es independiente de ésta o aquella experiencia. A él se opone el conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia. Entre los conocimientos a priori reciben el nombre de puros aquellos a los que no se ha añadido nada empírico. Por ejemplo, la proposición “Todo cambio tiene una causa” es a priori, pero no pura, ya que el cambio es un concepto que sólo puede extraerse de la experiencia.”

Criterios de identificación del conocimiento a priori

“Si se piensa un juicio con estricta universalidad, es decir, de modo que no admita ninguna posible excepción, no deriva de la experiencia (…). La universalidad empírica no es, pues, más que una arbitraria extensión de la validez: se pasa desde la validez en la mayoría de los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por ejemplo, en la proposición “Todos los cuerpos son pesados” (…) Necesidad y universalidad estricta son, pues, criterios seguros de un conocimiento a priori y se hallan inseparablemente ligados entre sí.”

Existencia de conocimientos a priori en las ciencias

“Existen realmente en el conocimiento humano semejantes juicios necesarios y estrictamente universales, es decir, juicios puros a priori. Si queremos un ejemplo de las ciencias, sólo tenemos que fijarnos en todas las proposiciones de las matemáticas. Si queremos un ejemplo extraído del uso más ordinario del entendimiento, puede servir la proposición “Todo cambio ha de tener una causa” (…) dicho concepto (se refiere al de causa) desaparecería totalmente si quisiéramos derivarlo, como hizo Hume, de una repetida asociación entre lo que ocurre y lo que precede y de la costumbre (es decir, de una necesidad meramente subjetiva), nacida de tal asociación, de enlazar representaciones. Podríamos también, sin acudir a tales ejemplos, para demostrar que existen en nuestro conocimiento principios puros a priori, mostrar que éstos son indispensables para que sea posible la experiencia misma (…)”

La metafísica como conocimiento puramente a priori

“Algunos conocimientos abandonan incluso el campo de toda experiencia posible y poseen la apariencia de extender nuestros juicios más allá de todos los límites de la misma (…) Y es precisamente en estos últimos conocimientos que traspasan el mundo de los sentidos (…) donde la razón desarrolla aquellas investigaciones que, por su importancia, nosotros consideramos como más sobresalientes y de finalidad más relevante (…) Estos inevitables problemas de la misma razón pura son Dios, la libertad y la inmortalidad. Pero la ciencia que tiene por único objetivo final el resolverlos es la metafísica. Esta ciencia procede inicialmente de forma dogmática (…) sin analizar de antemano la capacidad o incapacidad de la razón para llevarla a cabo.”

La distinción analítico/sintético

“En todos los juicios en los que se piensa la relación entre un sujeto y un predicado (…) tal relación puede tener dos formas: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo que está (implícitamente) contenido en el concepto A, o bien B se halla completamente fuera del concepto A, aunque guarde con él alguna conexión. En el primer caso llamo al juicio analítico; en el segundo, sintético.”

Los juicios sintéticos a priori

“En el caso de los juicios sintéticos a priori (…) ¿En qué me apoyo y qué es lo que hace posible la síntesis si quiero ir más allá del concepto A para reconocer que otro concepto B se halla ligado al primero, puesto que en este caso no tengo la ventaja de acudir a la experiencia para verlo? Tomemos la proposición: “Todo lo que sucede tiene su causa” (…) El concepto de causa indica algo distinto de “lo que sucede”; no está, pues, contenido en esta última representación (…) Tal principio expresa necesidad de forma totalmente a priori.”

La metafísica debe contener juicios sintéticos a priori

En la metafísica –aunque no se la considere hasta ahora más que una tentativa de ciencia, si bien indispensable teniendo en cuanta la naturaleza de la razón humana- deben contenerse conocimientos sintéticos a priori. Su tarea no consiste simplemente en analizar conceptos que nos hacemos a priori de algunas cosas y en explicarnos analíticamente por este medio, sino que pretendemos ampliar nuestro conocimiento a priori. Para ello tenemos que servirnos de principios que añadan al concepto dado algo que no estaba en él y alejarnos tanto del mismo, mediante juicios sintéticos a priori, que ni la propia experiencia puede seguirnos, como ocurre en la proposición “El mundo ha de tener un primer comienzo” y otras semejantes.”

El problema general de la razón pura y la posibilidad de la metafísica (I)

“El que la metafísica haya permanecido hasta el presente en un estado tan vacilante, inseguro y contradictorio, se debe al hecho de no haberse planteado antes el problema –y quizá ni siquiera la distinción- de los juicios analíticos y sintéticos. De la solución de este problema (…) depende el que se sostenga o no la metafísica. David Hume, el filósofo que más penetró en este problema (…) quedándose simplemente en la proposición sintética que liga el efecto a su causa (principio de causalidad), creyó mostrar que semejante proposición era totalmente imposible a priori. Según Hume, todo lo que llamamos metafísica vendría a ser la mera ilusión de pretendidos conocimientos racionales de algo que, de hecho, sólo procede de la experiencia y que adquiere la apariencia de necesidad gracias a la costumbre.”

El problema general de la razón pura y la posibilidad de la metafísica (II)

“La solución de dicho problema incluye, a la vez, la posibilidad del uso puro de la razón en la fundamentación y desarrollo de todas las ciencias que contengan un conocimiento teórico a priori de objetos, es decir, incluye la respuesta a las siguientes preguntas:

¿Cómo es posible la matemática pura?

¿Cómo es posible la ciencia natural pura?

Como tales ciencias ya están realmente dadas, es oportuno preguntar cómo son posibles (…) Por lo que se refiere a la metafísica, la marcha negativa que hasta la fecha ha seguido hace dudar a todo el mundo, con razón, de su posibilidad (…) Se puede considerar esa especie de conocimiento como dada y, si bien la metafísica no es real en cuanto ciencia, sí lo es, al menos, en cuanto disposición natural. En efecto, la razón humana avanza inconteniblemente hacia esas cuestiones (…) La propia necesidad la impulsa hacia unas preguntas que no pueden ser respondidas ni mediante el uso empírico de la razón ni mediante los principios derivados de tal uso. Por ello, ha habido siempre en todos los hombres, así que su razón se extiende hasta la especulación, algún tipo de metafísica y la seguirá habiendo en todo tiempo.”

El conocimiento trascendental y el proyecto de la crítica de la razón pura

“Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori. Un sistema de semejantes conceptos se llamaría filosofía trascendental Por su parte, ésta va [todavía] demasiado lejos para empezar. En efecto, [...] sólo podemos prolongar nuestros análisis hasta donde sea imprescindible para conocer en toda su extensión los principios de la síntesis a priori, que constituyen nuestro único objeto a tratar. Nos ocupamos ahora de esta investigación, que no podemos llamar propiamente doctrina, sino sólo crítica trascendental, ya que no se propone ampliar el conocimiento mismo, sino simplemente enderezarlo y mostrar el valor o falta de valor de todo conocimiento a priori.”

Sensibilidad y entendimiento

“(…) Existen dos troncos del conocimiento humano, los cuales proceden acaso de una raíz común, pero desconocida para nosotros: la sensibilidad y el entendimiento. A través de la primera se nos dan los objetos. A través de la segunda los pensamos. Así pues, en la medida en que la sensibilidad contenga representaciones a priori que constituyan la condición bajo la que se nos dan los objetos, pertenecerá a la filosofía trascendental. La doctrina trascendental de los sentidos corresponderá a la primera parte de la ciencia de los elementos, ya que las únicas condiciones en las que se nos dan los objetos del conocimiento humano preceden a las condiciones bajo las cuales son pensados.”