Contexto, vida y obra

Contexto, Vida y obra

1. El Empirismo británico

La filosofía moderna es una filosofía de la conciencia. Después de Descartes, ya no se concibe el conocimiento como un acceso directo a la realidad, sino que se entiende que el objeto de nuestro conocer son las ideas de la mente. Toda la filosofía de la Edad Moderna comienza, pues, con un análisis de los contenidos de la conciencia, cuyo cometido es establecer firmemente cuáles de ellos pueden ser fuente de un conocimiento legítimo y fidedigno.

Sin embargo, desde finales del siglo XVII comienzan a distinguirse dos corrientes enfrentadas en la filosofía moderna. Por un lado, en la Europa continental los herederos del programa cartesiano —llamados hoy racionalistas— recogen el proyecto de fundar el conocimiento en las ideas evidentes del entendimiento, emprendiendo a partir de ellas una reconstrucción de la realidad mediante el uso especulativo de la razón. Por otro lado, con John Locke (1632-1711) surge en las Islas Británicas una corriente distinta, denominada hoy empirismo, que hace confluir el cartesianismo con el experimentalismo que había sido dominante en el pensamiento inglés al menos desde el siglo XIV, y que en el propio siglo XVII había hallado su principal vehículo en las investigaciones científicas de la Royal Society. Locke acepta, como Descartes, que todo nuestro conocimiento es conocimiento de ideas, pero sostiene que su legitimidad no reside en su evidencia intelectual, sino en su origen sensible. El empirismo, así, recupera la idea aristotélica de que nada existe en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos.

La figura culminante del empirismo clásico es David Hume (1711-1776). Nacido en Edimburgo, Hume representa, junto a su amigo Adam Smith, uno de los momentos álgidos de la Ilustración escocesa. Su gran obra de filosofía, A Treatise of Human Nature, es temprana: la publicó en 1739 y 1740. Su escaso éxito le impulsó a reformular sus posturas más tarde en An Enquiry concerning Human Understanding (1748) y su An Enquiry concerning the Principles of Morals (1751). Fue también autor de una célebre Historia de Inglaterra, y de numerosos ensayos sobre política y economía. Sin embargo, es en su obra primera donde se encuentra lo fundamental de su filosofía. En ella, Hume lleva los presupuestos del empirismo a sus últimas consecuencias epistemológicas y éticas, ofreciéndonos una imagen novedosa de la naturaleza humana, sus capacidades y su conducta.

2. Vida y obra de David Hume

Hume nace en Edimburgo el 26 de abril de 1711, cuatro años después del Acto de Unión que creó Gran Bretaña a partir de Inglaterra y Escocia.

A la edad de diez años entra en la Universidad de Edimburgo. Estuvo allí durante cuatro años y salió sin un título. Todos los estudiantes aprendían latín, griego, lógica, metafísica y filosofía natural. También tenían la oportunidad de estudiar matemáticas y ética. Abandonó la universidad antes de que Colin Maclaurin introdujera la física experimental newtoniana, pero seguramente estaba familiarizado con los escritos del amigo de Newton John Locke (1632-1703), Anthony Ashly Cooper, Earl de Shaftesbury (1671-1713) y Samuel Clarke (1675-1729). La idea de Shaftesbury de que la moralidad es discernida por un “sentido moral” había creado escuela en el pensamiento moral británico de la época, en tanto que la concepción de Clarke de la moralidad como concernida con relaciones eternas que, como las de la matemática, eran discernidas únicamente por la razón habían conducido a otra. También es probable que Hume tuviera conocimiento del inmaterialismo del obispo George Berkeley (1685-1753).

Después de dejar la universidad empezó a estudiar para prepararse para una carrera en derecho. Sin embargo, tenía aversión a todo lo que no fuera la filosofía y el aprendizaje general. En 1729 parece que llegó un hallazgo en su búsqueda de un nuevo medio para hallar la verdad. Norman Kemp Smith especula que este hallazgo le llegó a través de la reflexión sobre la teoría del sentimiento moral de Hutcheson—más en concreto, Hume se habría percatado de que un enfoque similar podía extenderse al dominio de la creencia. Sea cual fuere el carácter preciso de esa “nueva escena de pensamiento” que se le abrió, el resultado inmediato fue la enfermedad y la depresión. En 1734 se muda a Bristol para convertirse en secretario de un mercader. En pocos meses, zarpa a Francia para empezar a escribir el libro que estaba proyectando.

En Francia Hume vivió en La Flèche, donde estaba sito el colegio jesuita en el que había estudiado Descartes. El colegio poseía una importante biblioteca, a la que Hume tuvo acceso, y donde pudo leer tanto a Descartes como a Malebranche (1638-1715), quien negaba la existencia de conexiones causales necesarias entre las cosas y atribuía toda causalidad genuina a Dios. Fue en La Flèche donde Hume compuso durante los dos años siguientes su Tratado de la Naturaleza Humana.

El subtítulo de la obra la describe como un “intento de introducir el método experimental en los asuntos morales”. Con ello no se refería Hume únicamente a la ética, sino a todos los asuntos centrados en la vida humana. Su propósito, descrito en la introducción, era desarrollar una “ciencia del hombre” que proveyera de un “sistema completo de las ciencias, construidas sobre un fundamento casi completamente nuevo, y el único sobre el cual pueden descansar con alguna seguridad”. En cuanto al método experimental, se refería Hume al método de basarse en experiencias reveladoras para apoyar generalizaciones apropiada. Los investigadores, dice, deben formular sus experimentos desde una observación cautelosa de la vida humana, y tomarlos como aparecen en el curso natural del mundo. La dependencia de la experiencia sitúa límites estrictos a lo que puede ser así conocido. No podemos penetrar en la esencia ni de la mente ni de la materia y solo podemos juzgar los poderes y facultades de cada cual observando lo que producen.

El Tratado consistía de tres libros, cada uno de los cuales estaba dividido en partes y secciones:

Libro I: Sobre el Entendimiento

Parte I: De las ideas: su origen, composición, abstracción, conexión, etc.

Parte II: Sobre las ideas de espacio y tiempo

Parte III: Sobre el conocimiento y la probabilidad

Parte IV: Sobre el escepticismo y otros sistemas de filosofía


Libro II: Sobre las Pasiones

Parte I: Sobre el orgullo y la humildad

Parte II: Sobre el amor y el odio

Parte III: Sobre la voluntad y las pasiones dirigidas


Libro III: Sobre la Moral

Parte I: Sobre la virtud y el vicio en general

Parte II: Sobre la justicia y la injusticia

Parte III: Sobre otras virtudes y vicios

Tomadas en conjunto, estas reflexiones debían conducir a una revolución filosófica. Lleno de expectativas, Hume zarpó para Londres el otoño de 1737 con la intención de publicar el libro. Esperaba conocer a Butler y lograr su aprobación para el tratado. Antes de presentárselo eliminó del manuscrito una discusión sobre los milagros. Logró un acuerdo con el editor John Noon para publicar una edición de mil copias de los primeros dos libros, cuyos volúmenes aparecieron anónimamente en enero de 1739.

Las reseñas fueron casi enteramente incomprensivas y negativas. Hume respondió a la falta de reseñas elogiosas escribiendo un Abstract en el que ilustraba y explicaba el “argumento principal de la obra, relativo al razonamiento de experiencia y la relación causa-efecto. Las conclusiones principales que recogía eran las siguientes:

Hume publicó este resumen como base para futuras reseñas en un panfleto anónimo en 1740—año que ve también la publicación del libro tercero del Tratado, que había estado revisando entretanto, para lo cual había solicitado la ayuda de Lord Hutcheson. Este volumen contenía un apéndice con adiciones y correcciones al libro primero. La mayoría de las adiciones independientes estaban dedicadas al problema de la identidad personal.

Años más tarde, Hume lamentaría que el Tratado nació muerto de las prensas. Tras la decepción, Hume se empeñará en alcanzar la maestría en un género literario que estaba volviéndose crecientemente popular: el ensayo. En 1741 publica un volumen de Ensayos morales y políticos, al cual siguió un segundo volumen de igual título al año siguiente. Su éxito fue inmediato.

En 1744 parecía que Hume podía ser nombrado catedrático de Psicología y Filosofía moral en la Universidad de Edimburgo. Sin embargo, la circulación de un panfleto anónimo acusándole de herejía impediría este nombramiento. Hume respondería con otro panfleto en el que defendía que su escepticismo tenía únicamente la intención de inducir a la modestia y la humildad en relación con las operaciones de las facultades naturales, no summirnos en una duda universal. En cualquier caso, su candidatura fue rechazada, tras lo cual Hume aceptó el puesto de tutor del Marqués de Annandale en Londres, puesto que ocupará durante un año. No volverá a Escocia porque un familiar lejano, el General James St. Clair, le ofrecerá un puesto como secretario en una inminente expedición militar a expulsar a los franceses de Canadá. Hume acepta inmediatamente, pero los vientos poco favorables terminaron recomendando un ataque a Francia en la costa de Bretaña, en la ciudad de L’Orient. La expedición fue un desastre y Hume se encontró de vuelta en Escocia al poco tiempo. Allí escribe nuevos ensayos y empieza a trabajar en su Investigación sobre el Entendimiento Humano, una reexposición del libro I del Tatado. Aunque el tono es más conciliador que el del libro de juventud, su contenido es si cabe más explícitamente subversivo. Entre otras cosas, recupera el tema de los milagros. Publicado en 1748 con su nombre como autor explícito, la obra cimentó la reputación de Hume como pensador infiel.

Cuando la obra aparece, Hume está de vuelta en el continente, sirviendo de nuevo como secretario del General St. Clair, esta vez en la embajada militar de Viena y Turín. De vuelta en Escocia, trabajará en la reexposición del libro 3 del Tratado, publicada en 1751 como Investigación sobre los Principios de la Moral. Allí se propone:

El primer fin se logra con el descubrimiento de que las virtudes son características mentales que son útiles o inmediatamente agradables para sus poseedores y para los demás. El segundo emerge de otros dos descubrimientos:

Ya en el Tratado había defendido Hume que las distinciones morales no se derivan de la razón, sino de una facultad distintiva de sentimiento moral. Hume presenta ahora la misma epistemología moral enfatizando los roles importantes y complementarios de la razón y el sentimiento en los juicios morales. La razón proporciona la información de las consecuencias de los rasgos a la que el sentimiento moral responde favorable o desfavorablemente.

Esta segunda Investigación es tan irreligiosa como la primera, pues localiza la fuente de las distinciones morales por entero en la naturaleza humana, sin hacer mención de los deberes divinos. Es más, critica las virtudes monacales del celibato, el ayuno, la penitencia, la mortificación, el silencio, la humildad y la soledad como inútiles y desagradables para su poseedor y para los otros. La moralidad no tiene que ver con tales rasgos y, lejos de ser una imposición onerosa, es esencial para el bienestar social y la felicidad del individuo virtuoso.

En esta época, Hume está escribiendo ya sus Diálogos sobre la religión natural, que se publicarían anónimamente en 1779, tres años después de su muerte .

A través de los esfuerzos de sus amigos, Hume fue nombrado en 1752 custodio de la Biblioteca de la Facultad de Abogados de Edimburgo. Por esta época publica sus Discursos Políticos y comienza la publicación de su Historia de Inglaterra. Los seis volúmenes publicados entre 1754 y 1762 fueron los que le granjearon riqueza y popularidad en el resto de su vida.

Desde 1753 había empezado a publicar también una colección de cuatro volúmenes de sus obras no históricas. En 1755 se propone sacar a la prensa varias disertaciones:

Hume ofreció incluir dos ensayos adicionales, “Sobre el Suicidio” y “Sobre la Inmortalidad del Alma”. Aunque algunas copias de sus Cinco Disertaciones llegaron a salir de la imprenta en 1756, decidieron no seguir adelante con la publicación. Hume escribió entonces un ensayo nuevo, “Sobre el estándar del gusto”, y sus Cuatro Disertaciones de 1757 incluyen esta última. Los dos ensayos polémicos de 1756 sólo aparecerán después de su muerte.

En 1763 Hume recibe la invitación de servir al recién nombrado embajador británico en Francia, Lord Hertford, con la perspectiva de ser nombrado formalmente Secretario de la Embajada. Aceptó la invitación y fue recibido en París con aclamación popular. Hume era muy querido por su ingenio, honestidad, benevolencia y amigabilidad. Se convirtió en amigo de varios de los philosophes franceses, como d’Alembert, Diderot y d’Holbach. Fue conocido en los salones parisinos como le bon David. Justo cuando iba a marcharse de Francia, el célebre autor Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en problemas por sus escritos, acudió en busca de su ayuda y terminó partiendo con él a Inglaterra. Allí, Hume alojó a Rousseau en una casa de campo y ayudó a que el rey Jorge III le granjeara una pensión. Rousseau se mostraba inicialmente encantado con la amistad de Hume, pero sensible, impetuoso y paranoico por naturaleza, pronto decidió, sin justificación, que su protector formaba en realidad parte de una gran conspiración con d’Alembert para dañar su reputación. Aunque Hume exculpó a Rousseau por su locura, los dos nunca se reconciliaron.

Hume vuelve a Escocia en 1766, pero vuelve a ser llamado al servicio público al año siguiente como Secretario de Estado. Mantuvo la posición durante un año, pero permaneció en Londres otro año y medio, retirándose a Edimburgo en 1769, con una gran fortuna acumulada por sus libros, sus ganancias y sus pensiones por servicios al gobierno.

Sus últimos años transcurren en Edimburgo entre amigos, ocupado en la revisión de sus obras para nuevas ediciones. Un objeto particular de revisión en sus últimos años fueron sus Diálogos sobre la religión natural, en los que encontramos conversando a Demea (un racionalista religioso como Clarke), Cleantes (un empirista religioso como Butler) y Filón (un escéptico empirista como Hume). La existencia de una Deidad, entendida mínimamente como primera causa del orden del universo, es concedida formalmente por todas las partes. El debate se refiere principalmente a la naturaleza de tal causa y su supuesta inteligencia y bondad moral.

La salud de Hume empieza a declinar en 1772. Escribe “My Own Life” en abril de 1776, año en el que muere, el 25 de agosto, por un cáncer de colon.