Vida y Obra

Aristóteles (384-322 a.C.)

2. la obra aristotélica


Las obras de Aristóteles, uno de los pensadores más influyentes de la antigüedad, han perdurado a lo largo de los siglos, proporcionando una base sólida para el desarrollo de la filosofía y la ciencia occidental. Sin embargo, el estudio de sus escritos ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo problemas textuales y cuestiones relacionadas con la datación y la autenticidad de sus obras. La edición canónica de Immanuel Bekker, publicada en 1831 por la Academia Prusiana, ha sido una referencia fundamental en la investigación aristotélica. Esta edición agrupa las 31 obras atribuidas a Aristóteles, las cuales presentan algunos solapamientos ocasionales. Esto último no debe sorprendernos: hemos de ser conscientes que muchos de los textos hoy atribuidos a Aristóteles no fueron elaborados para su publicación, sino que parecen haber sido borradores destinados al consumo privado del filósofo y a la preparación de sus lecciones en el Liceo. Con Aristóteles nos encontramos, por lo tanto, con una situación diametralmente opuesta a la que nos encontramos con los escritos de Platón: si del filósofo ateniense conservamos sus diálogos publicados, pero carecemos de escrito alguno que refleje el contenido de sus lecciones en la Academia, de Aristóteles conservamos sus apuntes privados, pero apenas nos han llegado unos escasos fragmentos de sus diálogos exotéricos, cuya prosa cautivadora fascinó a autores posteriores como Cicerón.

La datación de los escritos aristotélicos ha sido un tema de debate constante, especialmente en el último sigo y medio. Los estudiosos han recurrido a datos estilométricos, doctrinales e historiográficos para trazar una línea de tiempo aproximada. Se cree que algunas obras, como las Categorías, pertenecen al período de la Academia de Platón, mientras que muchas obras relacionadas con la biología se sitúan en el período entre 347 y 335 a.C. Los escritos más avanzados y elaborados se asocian al tiempo en que Aristóteles enseñaba en el Liceo.

Para hacernos una idea aproximada de cuáles son los escritos principales de Aristóteles, en vez de acudir a una clasificación cronológica, quizás sea más conveniente atender al modo en el que el propio Aristóteles clasificaba los distintos ámbitos del saber. Según él, hemos de clasificar las ciencias en tres categorías principales:

La lógica, cuya primera formulación acabada se atribuye a Aristóteles, no era considerada por este como una ciencia independiente, sino como un instrumento necesario para la construcción de las ciencias. Teniendo en cuenta esta circunstancia, podemos clasificar las obras aristotélicas de la siguiente manera:

3. Algunos apuntes preliminares sobre la metodología aristotélica

Cuando Aristóteles afronta un problema filosófico, suele empezar intentando formularlo de la manera más rigurosa posible. Sólo se puede progresar en materia de filosofía si los problemas se formulan adecuadamente.

Una vez esto se ha conseguido, es característico del proceder aristotélico comenzar por examinar lo que denomina las endoxa, es decir, las opiniones comunes de aquellos que lo precedieron. Llama Aristóteles endoxa a las opiniones "que parecen bien a todos, o a la mayoría, o a los sabios, y, entre estos últimos, a todos, o a la mayoría, o a los más conocidos y reputados" (Tópicos, 100b21-23). Aristóteles piensa que es saludable partir de estas opiniones por dos razones. Primero, porque no debemos gastar tiempo en reinventar la rueda. Siempre tenemos algo que aprender de aquellos que nos precdieron, tanto de sus aciertos como de sus errores, y haríamos mal en ignorarlos. Esta conciencia de pertenencia a una tradición en la que se han ido acumulando logros y traspiés hace de Aristóteles el primer gran historiador de la filosofía y, de hecho, a él debemos algunos de los primeros testimonios fiables sobre el pensamiento de aquellos autores que lo precedieron. 

Pero a este modo de proceder aristotélico subyace otra razón quizás más importante, y es que Aristóteles cree firmemente que en filosofía debemos partir del sentido común y del modo en que las cosas aparecen ante nosotros. Empezamos a partir de los phainomena, de las apariencia, y las opiniones comunes y la tradición heredada forman parte de estas apariencias. Esto no quiere decir que debamos dar crédito incondicional a las apariencias. Algunas apariencias serán precisas y otras no: habrá que determinar su validez. Sin embargo, las apariencias son nuestro punto de partida insoslayable, y Aristóteles parece sostener que las apariencias gozan de una verosimilitud, de una presunción de verdad, que hemos de tener siempre en cuenta cuando investigamos algún problema filosófico.