El proyecto de una crítica de la razón pura

 Durante los años de formación de Kant, el racionalismo había triunfado en la universidad alemana de la mano de Christian Wolff (1679-1754). Influido por Leibniz, Wolff había pretendido elevar la ,etafísica al rango de ciencia capaz de ofrecer un conocimiento racional puro (desligado de contenidos empíricos) acerca de todo lo posible. Wolff dividió la Metafísica en dos partes:

En el pensamiento y la producción de Kant hay una primera etapa precrítica, en la que nuestro autor se mueve bajo la égida de este dogmatismo racionalista: la realidad se puede conocer mediante la razón de una manera científica. La ciencia moderna parecía dar la razón en parte a esta perspectiva: aunque Newton interpretase su filosofía natural como una ciencia experimental e inductiva, en la práctica la ciencia newtoniana hacía un uso exhaustivo de la razón y la matemática, de modo que los filósofos racionalistas del siglo XVIII—y entre ellos Kant—intentarán ajustar la física newtoniana a sus esquemas y ganarla para su causa.

La etapa crítica del pensamiento kantiano se inicia con la publicación de la Crítica de la Razón Pura, verdadero parteaguas de su producción y punto de inflexión de toda la filosofía moderna. Sin embargo, el origen de este giro crítico hay que buscarlo mucho antes: según cuenta el propio Kant, fue la lectura de las obras de Hume lo que le «despertó del sueño dogmático». Los planteamientos del filósofo escocés le hicieron perder la confianza ciega en la capacidad de la razón para alcanzar conocimiento alguno sin apoyo de la experiencia. A partir de entonces, Kant abandonará el sueño de construir una metafísica científica, sin contenidos empíricos, acerca de los grandes objetos de la razón.

Sin embargo, Kant no va a aceptar el escepticismo que se desprende de los planteamientos humeanos. Y es que, al reducir la ciencia a un conjunto de creencias probables, Hume nos obliga a abandonar la distinción platónica entre epistéme y dóxa, entre conocimiento científico y mera creencia u opinión: ya hemos visto que para el pensador escocés es imposible alcanzar un conocimiento universal y necesario acerca de cuestiones de hecho.

El punto de partida de la reflexión de Kant durante su período crítico será el Faktum de la ciencia: poseemos una serie de conocimientos bien establecidos cuyo carácter científico no se puede negar. Es el caso de la matemática, establecida como ciencia como mínimo desde que Euclides publicara sus Elementos en el siglo III a.C.; o de la física, que con Newton había entrado también definitivamente en el camino seguro de la ciencia. Era la metafísica, que pretendía ser el más alto de los saberes, la que no había sido capaz de constituirse todavía como ciencia: los desacuerdos y las disputas entre los filósofos, piensa Kant, son buena prueba de que la metafísica nunca ha sido capaz de pasar de ser un mero proyecto irrealizado. Pero no cabía duda de que había conocimientos científicos en otros ámbitos. La postura humeana de que la física newtoniana tan sólo recogía las mejores creencias que tenemos disponibles acerca del mundo natural, pero que carecían de una base demostrativa que las hiciera universales y necesarias, era, para Kant, una tesis inaceptable. Hume nos ha prohibido extender nuestro conocimiento más allá de los límites de nuestra experiencia, y en esto había acertado; pero su explicación de nuestros procesos perceptivos es incompatible con una ciencia que no es meramente una posibilidad, sino una realidad que tenemos ante nuestros ojos.

A partir de la constatación del Faktum de la ciencia, Kant dará un giro decisivo a la filosofía, el llamado giro crítico. La reflexión kantiana irá dirigida a elucidar las condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento—un conocimiento que, en la medida en que es real, en que está dado, debe ser posible—. Filosofar consistirá esencialmente en encontrar los fundamentos de las ciencias, en preguntarse cómo es posible que exista un conocimiento universal y necesario. Este giro da lugar a una filosofía trascendental: una filosofía que no se pregunta por nuestro conocimiento de los objetos, sino por las condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento de objetos. Así, su proyecto de una crítica de la razón pura—una crítica que elucide las capacidades y los límites de la razón en la búsqueda del conocimiento—se concretará en las siguientes tres preguntas, de naturaleza trascendental:

La respuesta a las dos primeras preguntas implicará una crítica al empirismo anglosajón, mientras que la respuesta a la segunda es una crítica radical a las pretensiones de los racionalistas dogmáticos, sobre todo en lo que concierne a la metafísica especial.