René Descartes
Introducción
La biografía de Descartes nos muestra a un filósofo:
Desencantado, decepcionado con la educación recibida.
Crítico con la situación de la Filosofía.
Elogioso con las Matemáticas, única ciencia que ha logrado avances incuestionables, con rigor y aplicando un método: la deducción.
Un intelectual de éxito.
Un filósofo con un proyecto: fundar una nueva filosofía a salvo de los errores, las imprecisiones y las confusiones que han plagado a los escolásticos.
Descartes se propuso unificar todas las ciencias en una. El proyecto de Descartes de unir todo el saber bajo un único método máximamente general, aplicable a todo tipo de ciencias. Este proyecto está basado en algunas ideas iniciales que serán típicas del racionalismo:
La razón humana es por naturaleza capaz de alcanzar la verdad. Lo único que habrá que hacer para no errar es utilizarla según un método adecuado.
La educación recibida y la tradición cultural no aseguran la verdad de las creencias. Descartes desconfía particularmente de la filosofía tradicional transmitida por la escolástica y desestima el argumento de autoridad, tan empleado por ella. Los perjuicios acumulados impiden el desarrollo natural de la razón humana.
No todos pueden ni deben acometer ese examen crítico de todas las creencias recibidas.
Un método adecuado asegura el acierto en el uso de la razón, un método riguroso sometido a reglas y destinado a robustecer y encauzar el uso de la razón natural.
Formas de conocimiento
Descartes tiene el objetivo de fundar una nueva filosofía en la que no haya errores, o mejor no sea posible cometer errores, porque emplee un método de pensamiento que excluya errores y confusiones.
Para ello, la primera cuestión es ¿qué forma tiene el conocimiento que reconocemos como cierto, como seguro?
Son ciertas y seguras las demostraciones. Las pruebas y cálculos matemáticos son ciertos y seguros una vez hemos revisado todos sus pasos y no hay error en ninguno de ellos. Por tanto, la deducción es una forma segura de conocimiento. Sin embargo, toda demostración tiene unos puntos de partida que se aceptan al comienzo de la demostración pero que no son ellos mismos demostrados.
Algunas verdades, pocas, son ciertas y seguras sin necesidad de prueba alguna. En Matemáticas, los axiomas y postulados son ese tipo de verdades admitidas sin prueba; ellas son la base para la prueba de otras verdades. Estas verdades se alcanzan por intuición: basta comprenderlas, pensarlas con claridad para admitir que son ciertas, verdaderas, más allá de toda duda.
Que la intuición y la deducción sean las únicas formas de conocimiento válidas para Descartes es algo de profundas consecuencias en toda su filosofía:
La experiencia, la información proporcionada por los sentidos, no está entre las formas válidas de adquirir conocimiento. En consecuencia, la inducción no es un método aceptable (compárese con el método propuesto por Francis Bacon).
Las formas válidas son precisamente aquellas que se aplican en las matemáticas: los axiomas se alcanzan por intuición, los teoremas se demuestran por deducción.
Es importante señalar que intuición y deducción, siendo las únicas formas de conocimiento aceptadas por Descartes, no son formas infalibles:
Que la intuición sea una forma de conocimiento válido no quiere decir que sea infalible: una proposición puede parecer cierta hasta el punto de no requerir demostración pero no serlo en realidad. Existen los prejuicios y las opiniones que, no por ser aceptadas por todos, son verdaderas.
Tampoco la deducción es infalible. Los errores en el cálculo (un modo de deducción) o en el razonamiento en general pueden producir una falsa certidumbre.
Una vez localizadas las formas de conocimiento válido, y viendo que es posible equivocarse en su empleo, la tarea es diseñar un modo, un método de emplearlas que evite el error y asegure el progreso seguro de nuestros conocimientos.
El método cartesiano
Descartes se propone diseñar un método para alcanzar el conocimiento de forma segura, un procedimiento que guíe paso a paso al hombre en su búsqueda de las verdades. Este método ha de ser máximamente general: debería poder aplicarse a cualquier ámbito de estudio y en particular debe poder aplicarse a la Filosofía.
¿Cuál es el método cartesiano? Es un procedimiento ordenado en cuatro pasos o reglas:
Desechar, descartar todas las opiniones o aparentes conocimientos de los que no tenemos seguridad plena. Esta primera regla es denominada la regla de la evidencia. Es posible que tengamos algunos conocimientos de partida sobre el problema a tratar, pero muy probablemente no son conocimientos ciertos, son opiniones que creemos verdaderas pero de las que cuya verdad no estamos absolutamente seguros. En matemáticas, es habitual distinguir entre conjeturas y teoremas. Debemos desechar todas las conjeturas, al menos de momento. Si algo queda en nuestra mente que "sobreviva" al proceso de duda, podrá ser aceptado sin reservas pues no será un prejuicio ni una opinión falta de fundamento.
Analizar el problema desde cero, sin partir de conjeturas o prejuicios iniciales, descomponiéndolo en sus partes hasta llegar a los elementos más simples. Llegados a estos elementos simples, aparecerán ante la mente verdades intuitivas que permitan dar el siguiente paso. Estas verdades serán seguras pues el paso anterior ha eliminado todas las ideas aparentemente verdaderas pero de las que cabe plantear alguna duda, siquiera mínima.
Sintetizar a partir de las primeras verdades halladas en el análisis nuevas verdades que permitan resolver el problema tratado. Esta síntesis es un proceso demostrativo: se demuestran nuevas verdades (teoremas) mediante una aplicación rigurosa de las leyes del razonamiento (Lógica y Matemáticas).
Revisar las deducciones realizadas en el paso de síntesis, pues la mente puede errar durante la demostración. Al igual que la duda es la salvaguarda de una intuición falible, la revisión es el garante de que nuestras capacidades de deducción no nos lleven al error.
Aplicación del método
Una vez establecido un método con el que usar nuestras capacidades para intuir y deducir de forma que produzcan verdades seguras sin posibilidad alguna de error, Descartes se lanza a elaborar una nueva filosofía aplicando este método: el racionalismo.
La duda metódica
En primer lugar (primera fase del método), Descartes se deshace (¿provisionalmente?) de todas las ideas (¿algunas acaso ciertas?) de las que cabe plantear alguna duda:
Verdades filosóficas aportadas por anteriores filósofos. Cabe dudar de ellas por:
Su vaguedad o confusión, falta de claridad en lo que se afirma. Las primeras verdades han de ser claras.
Contradicción con las tesis de otros filósofos. La verdad es una.
Verdades basadas en la información de los sentidos con dos argumentos:
La falibilidad de nuestros sentidos.
El argumento del sueño.
Verdades matemáticas logradas por demostración, en particular intuiciones matemáticas. ¿Es posible dudar de la verdad de los axiomas de la aritmética y de la geometría? ¿En qué se apoya nuestra confianza en su verdad?
El argumento del "genio maligno".
Este proceso de duda lleva a Descartes al borde del escepticismo absoluto: no es posible conocer con certeza plena la verdad de ninguna afirmación. Pero como veremos, Descartes saldrá del escepticismo al que le ha conducido la primera fase de su método.
La aplicación de la duda viene guiada por el particular criterio que tiene Descartes para diferenciar entre ideas verdaderas por un lado y falsas o al menos dudosas por otro. El criterio de verdad cartesiano incluye las siguientes dos características:
Claridad. Una idea es verdadera cuando su simple comprensión lleva a quien la comprende a ver su verdad. Es por esto que Descartes desecha en el primer paso de su método todas las ideas de las que puede tener alguna duda, ideas cuya verdad no es evidente.
Distinción. Esta segunda característica es necesaria para la primera: si una idea es confusa, si se confunde con otras similares en lugar de distinguirse del resto, no será posible pensarla con claridad.
Podemos decir que el proceso de duda es el proceso de aplicación del criterio cartesiano de verdad: todas las ideas que no lo cumplan han de ser puestas en cuarentena, han de ser puestas en duda.
La primera verdad
¿Queda alguna idea verdadera tras la aplicación de la duda metódica? ¿Hay alguna, al menos una, idea verdadera según el criterio cartesiano de verdad?
Descartes inicia la aplicación de la segunda regla de su método buscando en su mente si queda alguna idea que supere su criterio, y encuentra una:
Pienso, luego existo
Esta idea cumple con los requisitos impuestos por Descartes para ser una verdad cierta, indudable:
No es una idea confusa sino distinta, diferenciada de otras con las que no se confunde.
Es una idea clara, su verdad es evidente e indudable: despierto o dormido, dominada mi mente por alguna otra inteligencia (genio maligno) o siendo libre, es verdad que mientras estoy pensando, existo.
No es una idea que dependa de otras para ser verdadera, no es una deducción o el resultado de una demostración, sino que es una verdad intuitiva.
Aceptada esta primera, y hasta este punto única verdad, Descartes la analiza (segunda fase de su método):
¿Qué se entiende por pensar?
Pensar abarca cualquier actividad consciente de la mente. Cualquier contenido mental es para Descartes una idea: ideas abstractas y sensaciones, sentimientos, imaginaciones y sueños, todo aquello que me pasa por la mente es de alguna manera pensar.
¿Quién soy yo? ¿Qué clase de ser es el que existe al pensar?
Sustancia pensante, sustancia cuya esencia es el pensamiento
Sustancia imperfecta y limitada (finita)
El riesgo del solipsismo ¿sólo existo yo? ¿puedo saber si existen otras sustancias?
Origen de esta idea. ¿De dónde proviene esta idea? ¿Qué o quién la ha producido? Descartes adelanta una clasificación de las ideas de la mente según su origen:
Ideas producto de la mente humana, fruto de sus capacidades de imaginación y fantasía, ideas fabricadas o facticias.
Ideas producto de causas externas a la mente humana, fruto de la excitación de nuestros sentidos, ideas sobrevenidas o adventicias.
Ideas que no son ni producto de nuestra creatividad ni tampoco fruto de nuestra sensibilidad. A falta de un origen definido, Descartes considera que estas ideas acaso estén en nuestra mente desde nuestro nacimiento, son ideas innatas.
"Pienso luego soy" no es producto de la imaginación o fantasía, no es una idea fabricada por nuestra mente, sino una idea que nuestra mente encuentradentro de ella al inspeccionar sus contenidos. Tampoco es una idea producto de nuestros sentidos, sino que surge de la reflexión interior, nuestra razón la encuentra sin la ayuda de ninguno de nuestros sentidos. Por tanto, sólo queda un posible origen: es una idea innata.
Además de la verdad "Pienso, luego soy", Descartes repara en otras ideas que tiene en su mente, sean o no verdaderas:
La idea del infinito.
La idea de máxima perfección, de un ser (acaso imaginario) sumamente perfecto.
Demostración de la existencia de Dios
Entre las ideas, acaso falsas pero en cualquier caso pensables por una mente humana están las ideas de lo infinito y del ser sumamente (infinitamente) perfecto. A partir de ellas elabora Descartes sendos argumentos (deducciones, tercera fase del método) que le permiten afirmar la existencia de Dios:
Un ser que duda y que apenas tiene certeza de una sola idea no puede ser la causa de la idea de infinito. La creación de esta idea sobrepasa las capacidades de la mente humana (que sí puede contenerla, pero no haberla creado). Sólo un ser infinito es capaz de crear la idea de infinito, y ese ser es Dios, quien ha alojado la idea en la mente humana desde su nacimiento, pues es una idea innata.
La idea de un ser sumamente perfecto incluye su existencia, pues si no existiese, si fuese un ser meramente imaginario, no sería el ser sumamente perfecto. Este argumento es una reformulación del argumento ontológico de Anselmo de Canterbury.
Además de estos dos argumentos, Descartes aporta uno tercero derivado de la imperfección de quien piensa la verdad "pienso, luego soy". El argumento, similar a otro ya planteado por Agustín de Hipona, deduce que ha de existir un ser perfecto (Dios) que sea la causa de la existencia de la mente que piensa la verdad "pienso, luego soy", pues esta mente no se ha creado a sí misma ni a las ideas innatas que contiene.
En este punto, Descartes considera cierta sin lugar a duda alguna la existencia de dos seres (sustancias):
El yo pensante, la mente que afirma "pienso, luego existo".
Dios, el ser infinito, sumamente perfecto.
Recuperación del conocimiento científico
Una vez demostrada la existencia de un ser sumamente perfecto, podemos desechar la posibilidad de que exista un genio maligno responsable de nuestro convencimiento en las primeras verdades de la matemática. Dios es sumamente bueno y no puede engañarnos poniendo en nuestra mente ideas falsas. Las ideas desechadas por el argumento del genio maligno incluyen:
Los axiomas y reglas de demostración matemáticas, y mediante la combinación de ambos todos los teoremas matemáticos.
Todos los conocimientos del mundo exterior que a nuestra mente le resulten claros y distintos. Pero ¿qué ideas del mundo exterior son claras y distintas? Descartes sólo encuentra dos: el espacio y el movimiento, que son la base de la nueva física de Galileo. Estas dos ideas han de ser verdaderas, han de corresponderse con una realidad objetiva, pues un Dios bueno no puede hacernos creer en ideas evidentes que no sean verdaderas.
Descartes elabora una concepción de la naturaleza y del universo entero basada en la nueva ciencia, una concepción del mundo que se denominará mecanicismo y que, con algunas variantes posteriores, prevalecerá entre filósofos y científicos en los siglos siguientes como la concepción dominante del mundo material. Partiendo del principio nunca abandonado de aceptar únicamente ideas claras y distintas, Descartes elabora una concepción del universo en la que no hay lugar para ideas dudosas o confusas.
El mecanicismo cartesiano se caracteriza por los siguientes rasgos:
La realidad física queda plenamente definida por características matematizables (sujetas a la aritmética y la geometría), es decir por magnitudes. Estas características son denominadas cualidades primarias.
La cualidad definitoria, esencial, de la materia es su extensión: su localización y dimensiones en el espacio.
No hay otras realidades físicas que la materia (que a su vez es esencialmente espacio ocupado) y el movimiento (que se define con espacio y tiempo).
Las cualidades primarias de la materia se relacionan entre sí mediante leyes matemáticas, que son leyes del movimiento y de su transferencia (momento o cantidad de movimiento).
La relación fundamental entre realidades físicas es la relación de causalidad. Por causalidad se entiende única y exclusivamente causa eficiente.
La causalidad eficiente se produce por el contacto (contigüidad espacial) de dos sustancias materiales, y consiste en la transferencia de cantidad de movimiento.
Las leyes del movimiento determinan con total precisión los estados futuros de un sistema material: el estado actual (posiciones y velocidades) del universo determina un único estado futuro, a esta teoría se la denomina determinismo físico.
Todas aquellas características que no sean suceptibles de matematizarse, las cualidades secundarias,
Son el resultado de la interacción entre nuestra mente y las cualidades primarias.
No existen en la realidad física, objetiva e independiente de la mente, sino que son cualidades subjetivas, existentes en el sujeto.
Se explican por una combinación de leyes matemáticas objetivas y del funcionamiento subjetivo de la mente.
Sólo cuando han quedado fuera de toda duda, plenamente conocidas ciertas ideas, puede Descartes abordar el problema de qué existe. La ontología es secundaria respecto de la epistemología. Descartes puede afirmar que existen tres tipos de sustancias:
El sujeto, el yo, la sustancia pensante. Su esencia es pensar.
Los seres materiales, cuya esencia es la extensión: sustancias extensas.
Dios, cuya esencia es la infinitud: sustancia infinita.
Permanece como problema el hecho de que el hombre se perciba a sí mismo como una sustancia pensante y al tiempo como un cuerpo material extenso. El problema surje de las características contrarias que tienen una y otra sustancias:
Sustancia pensante (mente):
No espacial, inmaterial.
Libre: la mente puede pensar lo que quiera y cuando quiera.
Activa, creativa. No esta empujada por nada que no sea ella misma.
Sus contenidos (ideas) son privados, sólo accesibles al yo que piensa.
Sustancia extensa (cuerpo)
Material, la extensión es su esencia
Determinada: los cuerpos, como el resto de sustancias materiales, siguen las leyes del movimiento. Un ejemplo de esto son los reflejos, que Descartes intuye pueden explicar toda la actividad motora del cuerpo humano.
Pasiva. El cuerpo humano es una intrincada máquina en la que unas partes son responsables del movimiento de otras.
Sus propiedades (cualidades primarias) son públicas, accesibles a todos.
Dado que la mente y su actividad sólo es accesible al yo, la existencia de otras mentes es problemática y Descartes considera que una vez demostrada la existencia de Dios, queda demostrada la existencia de otras mentes y así rechazar el solipsismo.
Un segundo problema es la interacción entre el yo y el cuerpo que lo acompaña. Hay relación entre ambos cuando:
La mente es afectada por la excitación de los sentidos.
El cuerpo cambia como resultado del pensamiento.
¿Cómo es posible que dos sustancias tan diferentes puedan afectar una a la otra? Descartes avanza una posible respuesta: prácticamente en el centro del cerebro se encuentra la glándula pineal , y en ella se produce "el contacto" entre nuestro cuerpo material y los espíritus animales que sirven de "mensajeros" para nuestra mente.
El racionalismo posterior a Descartes se mostrará crítico con esta solución, y otros racionalistas como Malebranche, Spinoza o Leibniz aportarán sus propias soluciones al dualismo mente-cuerpo. Dos son los problemas principales a resolver:
Si la mente no ocupa espacio y el cuerpo se define por ser espacial, ¿cómo es posible que dos sustancias tan diferentes se influyan mutuamente?
En la visión mecanicista del mundo material, la actividad del cuerpo sigue leyes determinadas y nada puede hacer cambiar el curso de los acontemientos. Sin embargo, la mente es libre y en su actividad puede cambiar su curso de acción y decidir algo o su contrario. ¿Es posible compaginar el determinismo físico con la libertad de la mente?