Jürgen Habermas,  Comentario

[Cuando hay un debate ético en el que participan personas de diferentes credos religiosos y diferentes culturas] las perspectivas iniciales de los participantes, que tienen su raíz en su propia religión y cultura, van “descentrándose” [los participantes van dejando de ver todo desde su propia perspectiva para ir poniéndose en el lugar de los otros] cada vez con más fuerza […] a medida que el proceso de interrelación mutua de las diferentes perspectivas se va acercando a la meta de la inclusión completa. Resulta interesante constatar que la práctica de la argumentación ética apunta ya, por su propia dinámica, en esta dirección de que el participante en un debate ético salga de su propia y exclusiva posición para incluirse en la posición del otro. Si atendemos al punto de vista del diálogo, bajo el cual sólo obtienen aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para todos, el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado [para resolver un conflicto ético] ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en juego.

JÜRGEN HABERMAS, “Acción comunicativa y razón sin trascendencia”, en Entre naturalismo y religión.Barcelona, Paidós, 2006, p. 55

Análisis del texto

El texto a comentar gira todo él en torno a la Ética, y más concretamente en torno al papel que juega el intercambio, al diálogo, al debate de ideas morales. El tema queda fijado al comienzo del texto:

La Ética se puede definir como el estudio racional de las normas morales. El debate ético, la discusión sobre qué normas morales debemos seguir, comienza (tiene su raíz) en las diferencias culturales y religiosas de quienes debaten. Distintas culturas tienen distintas normas morales, diferentes religiones no coinciden en los preceptos que siguen sus fieles. Quienes entran en una discusión sobre moral, comienzan exponiendo las ideas propias de su cultura, de su religión. Pero a medida que el intercambio mutuo de ideas avanza, cada participante va tomando en consideración las ideas morales del resto de participantes.

Habermas usa dos conceptos metafóricos para expresar este proceso de pasar a tener en cuenta las ideas de los demás:

También podemos encontrar en esta frase inicial una referencia a Hume: el paso de un punto de vista egoísta, centrado en un mismo, a un punto de vista general, en el que nos ponemos en el lugar de los otros. Sin embargo, Habermas no coincide con Hume en que ese paso esté motivado por el sentimiento de simpatía. Habermas no es un emotivista moral, y en el resto del fragmento queda claro que el autor insiste en el papel de la razón y no de las emociones:

El debate ético es un intercambio de argumentos, de razones. Y para que estas razones convenzan, es necesario que incluyan elementos que los otros puedan aceptar. Si los argumentos que damos para defender nuestra moral sólo se basan en nuestra cultura, no convencerán a quienes tienen otra cultura, otra religión. Para convencer a otros, es necesario que nuestros argumentos se apoyen en premisas que sean aceptadas por esos otros. Por ello, la propia dinámica del debate lleva a los participantes a buscar razones que sean aceptables por todos, a salir de lo particular y a entrar en lo común.

Puesto que se trata de un debate ético, lo que se discuten son normas morales. Y por tanto los argumentos tratan de convencer sobre cuáles son las normas morales que deberíamos aceptar. ¿Qué tipo de normas morales pueden salir de ese tipo de debate?

Según Habermas, las normas que saldrán del diálogo habrán de ser normas igualmente aceptables por todos los participantes. Aceptables en virtud de las razones que se hayan ofrecido durante el diálogo, no en virtud de otros factores como la propaganda, el engaño o la violencia. Esta confianza en la razón enlaza a Habermas con los ideales de la Ilustración. Además, su convencimiento de que la razón nos lleva a aceptar normas morales universales, válidas para todos, muestra una clara influencia de Kant, su mayor influencia filosófica. Al igual que Kant, Habermas considera que la moral surge de la razón, y que la condición clave para llegar a buenas normas morales es que sean normas que cualquier persona racional aceptaría. Pero mientras que Kant puso el acento en las pasiones humanas (inclinaciones) y el egoísmo como las fuerzas contrarias a la razón, Habermas en este texto pone el acento en el etnocentrismo y la religión. Además de esta diferencia de matiz, la mayor diferencia entre ambos es la importancia central que tiene para Habermas el diálogo, el debate de ideas. Se trata de un debate que, para que tenga los resultados que aquí se proponen, debe estar libre de engaños y de coacciones y movido exclusivamente por el libre y racional intercambio de ideas.