Epistemología

Racionalismo y Empirismo

Tanto racionalistas como empiristas son idealistas, pues afirman que el conocimiento lo es siempre de ideas (contenidos mentales), pero:

En ambos casos, la razón humana se limita a recibir esas ideas (impresiones en la terminología de Hume), es pasiva en sus inicios y su tarea es elaborar a partir de ellas nuevo conocimiento (análisis y demostración en el método de Descartes, leyes de asociación en Hume).

Sin embargo, Kant sostiene que la razón humana no es pasiva, sino que es activa, opera con los datos de los sentidos como afirman los empiristas, pero organizándolos según patrones racionales, no meramente asociando impresiones.

No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones, para enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

El giro copernicano

Kant toma la inspiración para su teoría del conocimiento del cambio metodológico que está en el origen del éxito de la Revolución Científica. ¿Dónde radica la clave del éxito de la nueva Física de Galileo y Newton? Kant contesta:

La obra cumbre de Newton se titula Principios matemáticos de Filosofía natural. Galileo compara la Naturaleza con un libro, y afirma que ese libro esta escrito en caracteres matemáticos. Nada de esto es casual: la nueva ciencia es un éxito también porque aplica las matemáticas a la comprensión de la Naturaleza. Desde el momento en que los científicos han decidido interpretar lo que ven con conceptos matemáticos, han surgido leyes y principios hasta entonces desconocidos.

El papel esencial de las matemáticas en la nueva Física nos lleva a preguntarnos por el éxito de las ciencias formales. ¿Por qué las matemáticas han gozado de un progreso continuado, sin retrocesos ni vacilaciones, desde sus inicios? ¿Por qué la Lógica apenas ha necesitado apenas cambios y nació ya perfecta y prácticamente completa de la cabeza de Aristóteles? La respuesta a estas dos preguntas es la misma:

En definitiva, la Lógica, las Matemáticas y la nueva Física son ciencias porque en ellas el científico toma un papel activo y creador en lugar de otro pasivo y receptor. Este cambio es tan radical como el iniciado por Copérnico cuando propuso que en lugar de ser el Sol el que girase en torno a la Tierra era al revés. Fue un cambio de perspectiva, una nueva manera de interpretar los movimientos celestes, pero una perspectiva que abrió el camino a toda una revolución científica. Kant introduce su nueva filosofía comparándola con aquel giro que dio Copérnico a nuestra visión del universo. Pero ahora se trata de dar un giro radical al modo en que hasta ahora hemos entendido la adquisición de conocimiento. Hasta ahora hemos pensado que la realidad a conocer está en el centro y el sujeto que conoce debe girar a su alrededor: la realidad manda, el sujeto debe amoldarse a ella. Kant propondrá que el sujeto que conoce es quien manda y la realidad la que gira a su alrededor. 

A diferencia de la Lógica, las Matemáticas y la Física, la Filosofía y específicamente el estudio más general del ser, de todo lo que existe, la Metafísica, no ha encontrado aún un camino seguro por el que progresar, no ha dado su propio giro copernicano. Este es el llamado por Kant el "problema crítico".

Es fácil mostrar que existen realmente en el conocimiento humano semejantes juicios necesarios y estrictamente universales, es decir, juicios puros a priori. Si queremos un ejemplo de las ciencias, sólo necesitamos fijarnos en todas las proposiciones de las matemáticas. Si queremos un ejemplo extraído del uso más ordinario del entendimiento, puede servir la proposición «Todo cambio ha de tener una causa». Efectivamente, en ésta última el concepto mismo de causa encierra con tal evidencia el concepto de necesidad de conexión con un efecto y el de estricta universalidad de la regla, que dicho concepto desaparecería totalmente si quisiéramos derivarlo, como hizo Hume, de una repetida asociación entre lo que ocurre y lo que precede y de la costumbre (es decir, de una necesidad meramente subjetiva), nacida de tal asociación, de enlazar representaciones.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

Dos problemas iniciales

Antes de entrar a exponer la teoría del conocimiento que propone Kant, debemos entender que esta teoría, además de pretender superar al racionalismo y al empirismo, surge también del estudio de algunas cuestiones más concretas, como son:

Estudiando estas cuestiones podremos entender mejor las razones de Kant para proponer su teoría del conocimiento humano.

1. Juicios sintéticos a priori

Desde que Descartes iniciase su nueva filosofía con una clasificación de las ideas, de los contenidos de la mente, los filósofos del siglo XVII y también del XVIII (Hume) han aceptado que:

Kant se separa de esta tradición al centrar su atención no en los contenidos y procesos de nuestra mente cuando conoce, sino en los productos del conocer: los juicios. Este cambio es uno de los puntos centrales para superar las dificultades de la filosofía anterior. 

El modo de hacer filosofía inaugurado por Descartes en el siglo anterior tenía como uno de sus puntos de partida una investigación de los contenidos de nuestra mente y de las leyes que regulan su actividad. Los empiristas (Locke y Hume) continuan esta investigación con nuevas clasificaciones y leyes de asociación de ideas.

La nueva filosofía de Kant no parte de ahí sino de de los resultados de la actividad mental. Lo que a Kant le interesa estudiar no es cómo funciona nuestra mente, sino qué estructura (lógica y gramatical) tienen y cómo se justifican (con la experiencia o sin ella) las afirmaciones que hacemos como resultado de nuestros pensamientos.

Ideas

Juicios

Dos clasificaciones de los juicios

Un juicio es un enunciado (una oración que puede ser verdadera o falsa) que es afirmado por alguien. En esta definición es importante señalar que:

Una vez centramos nuestra atención en los juicios, Kant nos propone considerar los juicios desde dos puntos puntos de vista:

Juicios analíticos

La información aportada por el predicado está incluída en lo que significa el sujeto. Por tanto, no son informativos.

Ejemplos:

Juicios sintéticos

La información aportada por el predicado no está incluída en lo que significa el sujeto. Son informativos.

Ejemplos:

En todos los juicios en los que se piensa la relación entre un sujeto y un predicado (me refiero sólo a los afirmativos, pues la aplicación de los negativos es fácil [después]), tal relación puede tener dos formas: o bien el predicado B pertenece al sujeto A como algo que está (implícitamente) contenido en el concepto A, o bien B se halla completamente fuera del concepto A, aunque guarde con él alguna conexión. En el primer caso llamo al juicio analítico; en el segundo, sintético. Los juicios analíticos (afirmativos) son, pues, aquellos en que se piensa el lazo entre predicado y sujeto mediante la identidad; aquellos en que se piensa dicho lazo sin identidad se llamarán sintéticos. Podríamos también denominar los primeros juicios explicativos, y extensivos los segundos, ya que aquéllos no añaden nada al concepto del sujeto mediante el predicado, sino que simplemente lo descomponen en sus conceptos parciales, los cuales eran ya pensados en dicho concepto del sujeto (aunque de forma confusa). Por el contrario, los últimos añaden al concepto del sujeto un predicado que no era pensado en él ni podía extraerse de ninguna descomposición suya.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

2.  El alcance de la verdad que el juicio expresa: puede expresar una verdad particular, algo que sólo es verdadero en lugares y momentos concretos, o puede expresar una verdad universal, válida en todo tiempo y lugar. Desde este punto de vista distinguimos entre juicios a priory y a posteriori.

Juicios a priori

El jucio expresa una verdad universal (válida en todo tiempo y lugar) y necesaria (no puede ser falsa).

Ejemplos:

Juicios a posteriori

El jucio expresa una verdad que es particular (válida sólo en algún tiempo y lugar) y contingente (podría ser falsa).

Ejemplos:

En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori el que es absolutamente independiente de toda experiencia, no el que es independiente de ésta o aquella experiencia. A él se opone el conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia. Entre los conocimientos a priori reciben el nombre de puros aquellos a los que no se ha añadido nada empírico. Por ejemplo, la proposición «Todo cambio tiene su causa» es a priori, pero no pura, ya que el cambio es un concepto que sólo puede extraerse de la experiencia.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

La experiencia nunca otorga a sus juicios una universalidad verdadera o estricta, sino simplemente supuesta o comparativa (inducción), de tal manera que debe decirse propiamente: de acuerdo con lo que hasta ahora hemos observado, no se encuentra excepción alguna en esta o aquella regla. Por consiguiente, si se piensa un juicio con estricta universalidad, es decir, de modo que no admita ninguna posible excepción, no deriva de la experiencia, sino que es válido absolutamente a priori. La universalidad empírica no es, pues, más que una arbitraria extensión de la validez: se pasa desde la validez en la mayoría de los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por ejemplo, en la proposición «Todos los cuerpos son pesados». Por el contrario, en un juicio que posee esencialmente universalidad estricta ésta apunta a una especial fuente de conocimiento, es decir, a una facultad de conocimiento a priori.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

Esta doble clasificación de los juicios en analíticos y sintéticos por una parte y a priori y a posteriori por otra separa dos rasgos que Hume había unido en su división del conocimiento en relaciones entre ideas y cuestiones de hecho:

Al separar las cuestiones relativas a la relación entre sujeto y predicado de las relativas a la relación del juicio con la experiencia, Kant abre la posibilidad a la existencia de juicios sintéticos (informativos) y al mismo tiempo a priori (universales y necesarios):

Los conocimientos matemáticos se expresan en juicios de este tipo. Son juicios informativos, en contra de la tesis de Hume de que las relaciones de ideas no aportan nueva información, pero no por ello son posteriores a la experiencia sino independientes a ella, y por tanto pueden ser universales y necesarios.

También los principios de la Física se expresan en juicios sintéticos a priori.

Pero si esto es así, ¿cómo es posible? ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Es importante notar que Kant no pregunta si son posibles los juicios sintéticos a priori, sino cómo es que existen. Las matemáticas y la nueva física matemática de Galileo y Newton contienen esa clase de juicios. Lo que se necesita es una nueva teoría del conocimiento que explique cómo son posibles los juicios sintéticos a priori.

La tarea propia de la razón pura se contiene en esta pregunta: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? El que la metafísica haya permanecido hasta el presente en un estado tan vacilante, inseguro y contradictorio, se debe únicamente al hecho de no haberse planteado antes el problema —y quizá ni siquiera la distinción— de los juicios analíticos y sintéticos. De la solución de este problema o de una prueba suficiente de que no existe en absoluto la posibilidad que ella pretende ver aclarada, depende el que se sostenga o no la metafísica. David Hume, el filósofo que más penetró en este problema, pero sin ver, ni de lejos, su generalidad y su concreción de forma suficiente, sino quedándose simplemente en la proposición sintética que liga el efecto a su causa (principium causalitatis), creyó mostrar que semejante proposición era totalmente imposible a priori. Según las conclusiones de Hume, todo lo que llamamos metafísica vendría a ser la mera ilusión de pretendidos conocimientos racionales de algo que, de hecho, sólo procede de la experiencia y que adquiere la apariencia de necesidad gracias a la costumbre.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

2. Espacio y tiempo

A través de nuestros sentidos, de nuestras facultades de sentir, a las que Kant denomina conjuntamente nuestra sensibilidad, los seres humanos recibimos datos del mundo que nos rodea. Puesto que son datos concretos y proceden de la experiencia, no pueden ser la base para juicios a priori sino para juicios a posteriori. Ningún conocimiento universal ni necesario puede proceder de la experiencia, en esto Kant está en pleno acuerdo con Hume.

Aunque la repetición y la costumbre nos hagan creer que ciertos elementos de la experiencia son universales y necesarios, basta un breve análisis para comprender que no es así. Por ejemplo, acostumbrados a sentir la gravedad, puede parecernos que la gravedad es un rasgo universal y necesario. Es decir, que la gravedad está presente en todas nuestras experiencias y que es imposible que no lo esté. Pero obviamente no es así: podemos imaginar un universo sin gravedad; es posible que las masas no sea atraigan entre sí. Y esto mismo lo podemos decir de cualquier conocimiento que provenga de la experiencia. De cualquier característica presente en nuestra experiencia (la gravedad, la dureza de los sólidos, el sonido de las explosiones, etc.) podemos imaginar una experiencia alternativa y posible en la que esa característica esté ausente.

Y sin embargo, hay algunas características de nuestra experiencia que no podemos dejar de imaginar como parte de todas nuestras experiencias. Son características necesarias de toda experiencia posible, imaginable. Estas características con:

A diferencia del resto de elementos de nuestras sensaciones, que siempre aparecen con rasgos concretos y definidos (un peso concreto, una dureza específica, un sonido de una frecuencia e intensidad determinados), el espacio y el tiempo se nos aparecen como vacíos, como "contenedores" u "organizadores" del resto de los elementos de nuestras sensaciones. Kant denomina al espacio y al tiempo formas puras de la sensibilidad, por no aportar ningún contenido (ninguna "materia") a nuestras sensaciones sino ser más bien el marco organizador de todas ellas.

Si todos los elementos de nuestras sensaciones procediesen de la experiencia, no podría haber ninguno que fuese universal y necesario (es decir, a priori). Y sin embargo el espacio y el tiempo son elementos que siempre (universalmente) y necesariamente (lo contrario nos parece imposible) se incluyen en nuestras experiencias. Son elementos a priori de nuestra sensibilidad. ¿Cómo es ello posible? ¿De dónde proceden el espacio y el tiempo? ¿Son reales? Se requiere una nueva teoría del conocimiento que los explique.

Epistemología

Kant mantiene la primacía dada por Descartes a la teoría del conocimiento entre las disciplinas filosóficas. La tarea central y previa al resto de las investigaciones filosóficas es determinar cómo es posible el conocimiento humano y cuáles son sus límites.

Objetivos

Los objetivos que Kant trata de alcanzar con su Crítica de la Razón Pura son, entre otros:

Facultades humanas

Empleando la terminología aristotélica de materia y forma, pero aplicándola ahora en lugar de al análisis de la sustancia al análisis del conocimiento, Kant entiende el conocimiento humano como la unión indisoluble de un elemento material, donde se aporta el contendido, y un elemento formal, que organiza ese contenido para constituir el conocimiento. Ambos elementos son necesarios para que se produzca el conocimiento. Al igual que en la teoría aristotélica de la sustancia, materia y forma no son sustancias sino componentes necesarios de la sustancia. En el conocimiento hay también dos componentes, ninguno de los cuales son conocimiento por sí solos, sino componentes necesarios del mismo.

El conocimiento puede ser simple y particular o complejo y universal, Kant distingue tres tipos de conocimiento, cada uno de ellos producto de una facultad humana de conocer:

Los tipos de conocimiento más complejos toman a los conocimientos más simples como su materia para producirse: los juicios se forman a partir de intuiciones y los sistemas a partir de juicios. En la base de todo el proceso de conocimiento se encuentra la sensación: todo conocimiento comienza con la experiencia.

En cada tipo de conocimiento, es necesaria la aportación activa del sujeto, que organiza la materia con ciertos elementos que parten de él para constituir el conocimiento. Estas formas son caracterizadas como "puras" por no contener ninguna información o conocimiento, son formas "vacías" cuya función es organizar, dar una estructura a la materia.

Kant reserva el adjetivo trascendental para:

Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori. Un sistema de semejantes conceptos se llamaría filosofía transcendental. Por su parte, ésta va [todavía] demasiado lejos para empezar. En efecto, desde el momento en que esa ciencia debe contener enteramente tanto el conocimiento analítico como el sintético a priori, posee, por lo que a nuestro propósito se refiere, una excesiva amplitud, ya que sólo podemos prolongar nuestros análisis hasta donde sea imprescindible para conocer en toda su extensión los principios de la síntesis a priori, que constituyen nuestro único objeto a tratar.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

Elementos empíricos (informativos) y elementos puros (organizativos) se unen para dar lugar al conocimiento en cada una de las tres facultades humanas de conocimiento (sensibilidad, entendimiento y razón):

Materia + FormaConocimiento

Los resultados la sensibilidad son la entrada (la materia) de la facultad del entendimiento. A su vez, los resultados de éste (juicios) son la entrada de la razón para formar sistemas (teorías):

Datos de la sensación + Formas puras de la Sensibilidad Intuiciones sensibles

Intuiciones sensibles + Conceptos puros del Entendimiento Juicios

Juicios + Ideas puras de la Razón Sistemas

Los resultados del funcionamiento de la primera (más simple) facultad de conocer (la sensibilidad) son el punto de partida (la materia) de la siguiente (más abstracta) facultad: el entendimiento. A su vez, los resultados del entendimiento son la materia de la tercera y más abstracta facultad humana: la razón.

Intuiciones sensibles Juicios Sistemas

Los elementos trascendentales son ideales, no reales. Es decir proceden del sujeto y no de la realidad externa:

Los elementos formales (trascendentales), por ser necesarios para el conocimiento, son el origen de lo que hay de universal y necesario en nuestras intuiciones, juicios y teorías. Los elementos materiales, particulares y contingentes, son el origen del contenido informativo en nuestras intuiciones, juicios y teorías.

Las ciencias

Toda ciencia es un conocimiento de lo universal y lo necesario. Esta antigua caracterización aristotélica es mantenida por Kant y, como resultado de su análisis de las facultades del conocimiento, es posible defender la posibilidad de lograr conocimiento científico a pesar de las críticas de Hume, que han reducido la ciencia a una de dos posibilidades:

Ciencias formales

Kant ve posible la recuperación del carácter informativo para las Matemáticas y el carácter a priori para los fundamentos de las ciencias empíricas. Coincide con Hume en que hay una ciencia (es decir, un conocimiento con bases universales y necesarias) que no aporta nueva información, que está por tanto compuesta por juicios analíticos, la Lógica.

Pero en el caso de las Matemáticas, es claro para Kant que sus juicios son informativos (es decir, sintéticos) al tiempo que universales y necesarios (es decir, a priori). ¿Cómo es posible que sean informativos? ¿Sobre qué informan las Matemáticas? Las matemáticas, entiende Kant, se dividen en dos "ramas" o especialidades:

Ciencias experimentales

En el caso de las ciencias empíricas, especialmente de la Física tal y como la ha establecido Newton, hay pocas dudas de que sea informativa. Es más problemático que sea una auténtica ciencia, es decir conocimiento universal y necesario sobre el mundo exterior. Una vez más, la respuesta de Kant es que la universalidad y la necesidad las "pone" el sujeto, que es quien aporta el elemento formal siempre presente en el conocimiento. Pero a diferencia de las Matemáticas, en las que el elemento formal son las formas puras de la sensibilidad, ahora se trata de los conceptos puros del entendimiento.

En general, un concepto es un pensamiento aplicable a una multiplicidad de objetos. Un concepto empírico como el concepto de "planeta" es una abstracción de aquello que es común a las múltiples representaciones de planetas concretos. Estas representaciones concretas (particulares), las hemos obtenido por la experiencia, y de ahí que llamemos "empíricos" a estos conceptos. Una vez estamos en posesión del concepto de planeta, podemos formar juicios como "Plutón no es un planeta" o "Hay planetas orbitando otras estrellas".

A diferencia de un concepto empírico, un concepto puro no tiene su origen en representación empírica alguna. Por esto mismo, los conceptos puros no aportan por sí mismos información alguna, están "vacíos" de todo contenido. Los conceptos puros dan forma a una materia, concretamente a las intuiciones empíricas sobre las que se aplican. De ahí la frase de Kant:

Intuiciones sin conceptos son ciegas, conceptos sin intuiciones son vacíos.

Los conceptos puros del entendimiento, también llamados por Kant categorías, tienen su origen en el sujeto que conoce, no en los objetos que son conocidos. A diferencia de un concepto empírico, que puede emplearse o no dependiendo del contenido de las intuiciones sensibles, los conceptos puros tienen que emplearse si queremos formar un juicio: los conceptos puros son necesarios para la formación de juicios, es decir son necesarios para el conocimiento, son trascendentales.

Más exactamente, en todo juicio, son empleados necesariamente cuatro conceptos puros, elegidos cada uno de un grupo que incluye a tres de las doce categorías. Es imposible formar un juicio sin emplear cuatro conceptos puros elegidos de entre las doce categorías del entendimiento.

Todas las ciencias teóricas de la razón contienen juicios sintéticos a priori como principios.

1. Los juicios matemáticos son todos sintéticos. [...] las proposiciones verdaderamente matemáticas son siempre juicios a priori, no empíricos, ya que conllevan necesidad, cosa que no puede ser tomada de la experiencia.

De la misma forma, ningún principio de la geometría pura es analítico. «La línea recta es la más corta entre dos puntos» es una proposición sintética.

2. La ciencia natural (física) contiene juicios sintéticos a priori como principios. Sólo voy a presentar un par de proposiciones como ejemplo. Sea ésta: «en todas las modificaciones del mundo corpóreo permanece invariable la cantidad de materia». [...] La proposición no es, por tanto, analítica, sino sintética, y, no obstante, es pensada a priori.

 3. En la metafísica —aunque no se la considere hasta ahora más que como una tentativa de ciencia, si bien indispensable teniendo en cuenta la naturaleza de la razón humana— deben contenerse conocimientos sintéticos a priori. Su tarea no consiste simplemente en analizar conceptos que nos hacemos a priori de algunas cosas y en explicarlos analíticamente por este medio, sino que pretendemos ampliar nuestro conocimiento a priori. Para ello tenemos que servirnos de principios que añadan al concepto dado algo que no estaba en él y alejarnos tanto del mismo, mediante juicios sintéticos a priori, que ni la propia experiencia puede seguirnos, como ocurre en la proposición «El mundo ha de tener un primer comienzo» y otras semejantes.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

Entre los conceptos puros encontramos los de Totalidad y Necesidad: un juicio es universal y necesario (es decir, a priori) porque el sujeto que conoce decide emplear estos dos conceptos en lugar de otros posibles (los de Pluralidad y Unidad en el caso del de Totalidad, los de Existencia y Posibilidad en el caso del de Necesidad).

También son "puestos" por el sujeto los conceptos de Sustancia y Causalidad: no proceden de la experiencia sino que es el sujeto el que decide aplicar unos u otros conceptos puros para formar sus juicios en función de las intuiciones sensibles que quiera reunir en el juicio.

La facultad de la razón

El conocimiento no finaliza con los juicios: éstos se organizan en sistemas o teorías. La facultad de conocer encargada de formar sistemas es la razón. De nuevo, puesto que todo conocimiento es una suma de materia y forma, y siendo los sistemas la forma más elevada y última del conocimiento humano, ha de haber elementos trascendentales que, puestos por el sujeto que conoce, hagan posible ese conocimiento.

Los sistemas o teorías son el resultado de organizar los juicios mediante relaciones lógicas en las que unos juicios son el fundamento de otros: un sistema es una construcción formada por juicios y organizada por leyes lógicas. Estas leyes son las distintas formas del silogismo, las cuales se responden con las tres formas de relación entre sujeto y predicado:

Cada uno de estos tres tipos de silogismo permite unificar el conocimiento humano en sistemas cada vez más amplios, cada vez más ambiciosos en su alcance. El caso más claro de este impulso de la razón por alcanzar la unidad es el razonamiento hipotético: cada vez que el entendimiento establece un juicio hipotético con la forma Si B entonces C, el impulso de la razón es preguntarse por las condiciones de B, lo que nos lleva a proponer un nuevo juicio hipotético de la forma Si A entonces B, de modo que podemos concluir Si A entonces C, remontándonos así de una causa cercana (B) a otra más general (A). En las ciencias como la Física, el anhelo de la razón humana es llegar a un juicio (hoy diríamos a una ecuación) que describa la totalidad de fenómenos naturales a partir de una única condición máximamente general. Un juicio del cual derivar todos los juicios más concretos que describan la naturaleza como un todo ordenado, como un cosmos.

Pero, ¿de dónde proviene la idea de que la naturaleza es un cosmos ordenado? Del sujeto, más exactamente de la facultad de la razón. Parte del sujeto el impulso de ordenar los juicios que va logrando el entendimiento en sistemas de juicios cada vez más amplios. Sin ese impulso, no existirían sistemas de conocimientos (teorías) sino solamente juicios aislados, inconexos.

Del mismo modo, pero empleando razonamientos categóricos. la razón unifica los fenómenos psicológicos de la mente humana en sistemas cada vez más amplios hasta llegar, en el límite, a describir toda la actividad mental humana como resultado de un único juicio categórico sobre el alma humana. Y por último, la búsqueda de un único principio que unfique toda la realidad (la exterior y la interior) impulsa al ser humano a intentar alcanzar el conocimiento de Dios.

Una ciencia no es un conjunto inconexo de juicios. Una ciencia es un sistema organizado en el que unos juicios son el punto de partida de otros y todos juntos forman una teoría o sistema:

Así pues, es necesario que tras el entendimiento exista una tercera facultad encargada de organizar, de sistematizar los juicios y produzca sistemas. Esa tercera (y última) facultad es la razón.

De nuevo, puesto que todo conocimiento es una suma de materia y forma, y siendo los sistemas el producto más elevado y último del conocimiento humano, ha de haber elementos trascendentales que, puestos por el sujeto que conoce, hagan posible ese conocimiento. Kant denomina Ideas de la razón (Ideas con mayúscula para distinguirlas de las ideas con minúscula que nombran contenidos de nuestra mente) a estas nociones sumamente abstractas en las que culminan las tres formas de razonamiento propias de la facultad de la razón.

El papel o uso de estas Ideas es servir de objetivos, de límites a los que tender en el constante avance del conocimiento. A esta función de meta para el conocimiento científico Kant le asigna el nombre de uso regulativo. Las Ideas de la razón, Ideas trascendentales de la razón, tienen un uso regulativo al impulsar:

Los límites de la razón humana

El estudio de las facultades del conocer humano ha tenido como resultado la descripción de los elementos trascendentales presentes en cada facultad. A juicio de Kant, ha quedado así fundamentado el conocimiento científico (universal y necesario) y con ello se han superado las dudas escépticas del empirismo humeano.

Queda pendiente la cuestión planteada por Descartes ¿es posible hacer de la Filosofía una ciencia?

La ciencia que los filósofos desde Aristóteles han entendido como la ciencia más general y ambiciosa de todas, la ciencia que supera en alcance a la Física y a cualquier otra ciencia, pues en lugar de estudiar una parte de lo que existe, estudia el ser en general, la ciencia que ha recibido el nombre de Metafísica, ¿es una ciencia posible?

Tanto Platón como Aristóteles consideraron que era posible para la razón humana comprender la totalidad del ser y establecer principios generales válidos para todo lo que existe. El racionalismo desde Descartes también ha respondido afirmativamente a esta cuestión, pues la existencia del yo, de Dios y de un mundo externo compuesto de sustancias extensas con cualidades primarias fueron afirmadas por Descartes sobre principios puramente racionales, sin recurrir a la experiencia.

Sin embargo, Kant rechaza que sea posible la metafísica como ciencia. La razón para ello es sencilla: todo conocimiento es una síntesis de materia y forma. Pero la metafísica pretende lograr conocimiento sin necesidad de materia alguna, sin datos que, en última instancia, son aportados por nuestros sentidos. La metafísica pretende lograr conocimiento mediante intuiciones intelectuales en lugar mediante intuiciones sensibles.

Las matemáticas nos ofrecen un ejemplo brillante de lo lejos que podemos llegar en el conocimiento a priori prescindiendo de la experiencia. Efectivamente, esta disciplina sólo se ocupa de objetos y de conocimientos en la medida en que sean representables en la intuición. Pero tal circunstancia es fácilmente pasada por alto, ya que esa intuición puede ser, a su vez, dada a priori, con lo cual apenas se distingue de un simple concepto puro. Entusiasmada con semejante prueba del poder de la razón, nuestra tendencia a extender el conocimiento no reconoce límite ninguno. La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío. De esta misma forma abandonó Platón el mundo de los sentidos, por imponer límites tan estrechos al entendimiento. Platón se atrevió a ir más allá de ellos, volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas. No se dio cuenta de que, con todos sus esfuerzos, no avanzaba nada, ya que no tenía punto de apoyo, por así decirlo, no tenía base donde sostenerse y donde aplicar sus fuerzas para hacer mover el entendimiento.

Kant. Introducción a la Crítica de la Razón Pura

Yo, Cosmos, Dios

Las Ideas de Yo o Alma, de Cosmos y de Dios son solamente ideas, no refieren y no pueden nunca referir a realidades que los seres humanos podamos conocer. Emplear estas ideas para nombrar unas pretendidas realidades objetivas es denominado por Kant uso constitutivo de las ideas de la razón. A diferencia del uso regulativo, legítimo para Kant, el uso constitutivo no está legitimado porque no produce nuevo y auténtico conocimiento. La prueba de que esto es así lo tenemos en los resultados alcanzados por la metafísica hasta ahora y los que la filosofía del siglo XVII en particular, son un buen ejemplo: un debate irresoluble entre racionalistas y empiristas sobre la existencia de Dios, del Yo o de ideas innatas del que no ha resultado verdad alguna.

Cuando la razón trata de demostrar la existencia de estas tres Ideas (por ejemplo, cuando trata de demostrar la existencia de Dios), o cuando trata de demostrar alguna propiedad de las mismas (por ejemplo, cuando trata de demostrar que el Cosmos es finito o que es infinito) el resultado es un debate interminable y sin fruto.

Este debate es llamado por Kant la dialéctica de la razón. El término dialéctica (igual que el término Idea), originario de Platón para denominar el conocimiento de las Formas más abstractas, es empleado por Kant en un sentido negativo: es la discusión interminable, sin ninguna experiencia que pueda resolver las disputas, sobre las Ideas trascendentales de la razón.

La dialéctica es para Kant una enfermedad de la razón. Una enfermedad a la que todos los seres humanos estamos predispuestos pues:

La función de la Filosofía en su vertiente teórica es, en definitiva, doble: