El existencialismo es una corriente nacida en Alemania y que se extiende posteriormente a Francia. Es fruto de la gran crisis provocada tras las dos guerras mundiales, que habían convertido el mundo en un lugar nada apacible para la vida, y donde la justicia y el bienestar habían fracasado. El hombre se había convertido en un instrumento de destrucción para el resto de los seres. Podemos encontrar al menos dos tendencias existencialistas contrapuestas: personalismo cristiano (Sóren Kierkegaard, Max Scheler) y existencialismo ateo, donde encontramos a Jean Paul Sartre.
Sartre relaciona el ser-para-sí (conciencia) con la libertad pura o absoluta:
El hombre es totalmente libre, carece de esencia, es decir, no tiene ningún límite ni pauta para ejercer esta libertad.
El ser humano está condenado a ser libre, es decir, para definir a un ser humano como tal, debe realizar acciones libres (si la esencia del hombre es su libertad, para ser hombre debe, inevitablemente, ser libre).
La tarea de hacerse a sí mismo (conseguir su esencia = libertad), es para Sartre una tarea imposible, desear la libertad conduce al hombre al fracaso.
El sentido de la vida, consiste en conseguir la libertad, algo de lo que el hombre carece. Cualquier situación que se asemeje a la libertad, es sólo un reflejo.
Esta falta de límites para conseguir la libertad, llevan al ser humano a la necesidad de reconocer que la libertad es ilimitada (autenticidad). Sin embargo, el hombre no admite esto, lo que le lleva a autoexculparse de las consecuencias de su comportamiento, aumentando su angustia y compromiso con lo demás. Esta angustia es el punto de partida del lado práctico de la filosofía de Sartre.
La angustia es el sentimiento que manifiesta el carácter ilimitado de la libertad. Kierkegaard, relaciona esta angustia con el pecado. Para Heidegger, sin embargo, es el sentimiento que se da cuando el hombre se encuentra ante la nada (el ser no tiene sentido). Sartre, por su parte, ve la angustia como el sentimiento del hombre al darse cuenta que su existencia no tiene sentido.
Además junto con esta angustia debemos unir la objetivación del ser cuando otro lo mira. Sólo el ser-en-sí (realidad exterior a la conciencia) puede objetivarse, lo que no puede objetivarse es el ser-para-sí, es decir, la libertad o conciencia no puede objetivarse, por tanto el sujeto como tal no puede convertirse nunca el objeto.
Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre.
Jean Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo,
Trad. V. Prati. Barcelona, editorial Orbis, 1984, pp. 68-69.
1. Frase inicial que condensa el tema de la soledad, del miedo (angustia) a la soledad y del impulso a buscar excusas, falsas salidas a esa soledad:
Estamos solos, sin excusas.
Eco de la frase de Nietzsche: "Dios ha muerto". Los hombres no pueden excusarse en un ser superior para dirigir sus vidas, estamos solos.
2. Explicación de esta breve frase:
Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace.
La angustia surge cuando el hombre toma conciencia de su libertad, una libertad que no ha elegido pero a la que no puede renunciar. Y por tanto no se libra de ser responsable de todo lo que haga. Referencia a los actos terribles del siglo XX.
3. La situación de angustia, miedo indeterminado a las consecuencias de nuestras acciones libres, miedo a las responsabilidades que se nos exigirán, los hombres ensayan varias falsas salidas, varias excusas para descargarse de esas responsabilidades y aliviar así su angustia:
El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión.
Alusión a la filosofía vitalista, y a Nietzsche en particular: las fuerzas de la vida, las pasiones de lo apolíneo y lo dionisíaco, la voluntad de poder.
El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere.
Una segunda excusa para no asumir las responsabilidades consiste en afirmar que el hombre actúa siguiendo leyes naturales (terrestres), que los hechos orientan su acción. Pero de los hechos (lo que es) nunca pueden derivarse decisiones (lo que debe ser). Alusión a la falacia naturalista.
Conclusión que repite y extiende la frase inicial:
Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre.
Los hombres son seres sin una esencia fija, dada a ellos al comienzo de la Humanidad (idea de la Filosofía Antigua y de la Filosofía Cristiana). Los hombres se hacen a sí mismos. Relación con Marx: los hombres se hacen a sí mismos en su trabajo, y con Nietzsche: los hombres inventan sus valores, su moral.