Cosmovisiones antigua y moderna

La cosmovisión antigua

Como resumen o resultado de todas las teorías filosóficas antiguas sobre la realidad (sobre el universo), podemos señalar los siguientes puntos:

Los filósofos y científicos posteriores abandonarán buena parte de las teorías antiguas, pero mantendrán intactos estos puntos centrales en sus nuevas explicaciones.

La cosmovisión moderna

Con modificaciones accesorias pero sin cambios de fondo, la concepción aristotélica del cosmos estuvo vigente durante la Edad Media (siglos V al XIV). Pero con el resurgimiento del interés por la cultura griega (Renacimiento, siglos XV y XVI), se recupera una idea alternativa al geocentrismo, ingrediente esencial al modelo de Aristóteles: el heliocentrismo ya defendido por Aristarco de Samos.

La propuesta (hipótesis) de que la Tierra se mueve en torno al Sol, en lugar de estar en reposo en el centro del universo, se enfrenta a múltiples preguntas que parecen refutarla:

Por estas y otras razones, Copérnico (siglos XV a XVI) propuso el heliocentrismo como una mera hipótesis matemática útil en astronomía para calcular las posiciones de los planetas en el cielo, pero que no pretendía describir cómo eran realmente los cielos. La Tierra seguía estando en el centro del cosmos, pero a efectos de cálculo era útil hacer como si el Sol fuese el centro.

Fue Galileo Galilei (1564 - 1642) quien, apoyado en nuevas observaciones hechas con su telescopio y en experimentos hechos en su laboratorio, afirmó la realidad del movimiento de la Tierra. El heliocentrismo no era ya una simple hipótesis para facilitar los cálculos, sino que era físicamente real.

Para responder a las objeciones de sentido común que surgen al considerar que viajamos en un cuerpo que se mueve a gran velocidad en torno al Sol, Galileo propuso una idea radical: el movimiento (rectilíneo y sin aceleración) y el reposo son relativos. Para entender qué quiere decir esto, hagamos la analogía entre estar a la izquierda o a la derecha y estar en movimiento o estar en reposo:

Estar a la izquierda o a la derecha son relativos al punto de vista de quien observa.

Estar en movimiento o en reposo son relativos al punto de vista de quien observa.

Del mismo modo que no tiene sentido hablar de la posición de un objeto a la izquierda o la derecha, sin añadir con respecto a qué punto de vista estamos haciendo la afirmación, tampoco tiene sentido hablar de la velocidad (movimiento o reposo) de un cuerpo sin añadir con respecto a qué punto de vista estamos haciendo la afirmación. Un mismo objeto puede estar a la vez en movimiento y en reposo, del mismo modo que un mismo objeto puede estar a la vez a la izquierda y a la derecha de otro. Es una mera cuestión de perspectiva, de punto de vista, no se trata de propiedades absolutas de los objetos (aquellas que los objetos tienen con independencia de su relación con el resto de objetos), sino de propiedades relativas (aquellas que se tienen por la relación que mantiene un objeto con otros). Si viajo en un tren, el libro que leo está en reposo con respecto a mi, pero en movimiento con respecto a jefe de estación que ve pasar el tren conmigo dentro.

Siempre que hablemos de movimientos rectilíneos y con velocidad constante o uniforme (sin aceleración) Galileo afirmó dos principios fundamentales:

Galileo persuadió a sus contemporáneos de la validez del principio de relatividad usando un experimento mental: si nos encontramos en la bodega de un barco que navega por aguas muy tranquilas, ¿podremos averiguar si nos movemos o si estamos en reposo? La respuesta de Galileo es que no es posible realizar ningún experimento que responda a la pregunta porque en realidad no hay diferencia física entre reposo y movimiento uniforme. 

Si podemos observar la costa desde el interior de la bodega y la tomamos como sistema de referencia, entonces diremos que nos movemos o que estamos en reposo con relación a la costa. Si la costa no está a la vista sino que vemos otro barco, o las nubes del cielo o el agua a nuestro alrededor, no hay ningún experimento que nos permita distinguir si nos movemos nosotros o se mueve el otro barco, o las nubes, o el agua. No hay ningún experimento físico que nos permita responder a la pregunta. Pero la física se ocupa de conocimientos que pueden contrastarse con la experiencia. La conclusión es que carece de sentido físico preguntarse por la velocidad absoluta de un objeto. Sólo tiene sentido afirmar la velocidad relativa de un objeto con respecto a un punto de referencia que tomamos como fijo o en reposo.

Naturalmente, puede haber muy buenas razones de conveniencia para preferir tomar un punto de referencia en lugar de otros. Por ejemplo considerar que la costa está en reposo y los barcos, las nubes y el agua se mueven con relación a ella tiene todo el sentido del mundo para un marino. Pero ese mismo marino dirá a continuación que la costa se mueve junto al resto de la Tierra con respecto al Sol. De modo que no son razones físicas sino de conveniencia o de costumbre las que nos llevan a afirmar que algo (p.ej. la costa) está en reposo o en movimiento.

Es importante señalar que el principio de inercia sólo se aplica al movimiento rectilíneo y a velocidad constante (sin aceleración). El movimiento circular (de la Tierra en torno al Sol) o rotatorio (la rotación de la Tierra sobre sí misma) no son movimientos rectilíneos, por tanto sí es posible diseñar experimentos que muestren que la Tierra gira alrededor del Sol y sobre sí misma.

Además de afirmar estos dos principios, Galileo hizo muchos otros descubrimientos que precipitaron el abandono de la cosmovisión aristotélica:

En definitiva, Galileo borró la distinción entre las regiones supra y sub lunar: todo el universo se rige por las mismas leyes y la Tierra es uno más entre los planetas que orbitan el Sol.

Piensa en el principio de relatividad de Galileo: "no tiene sentido físico distinguir entre reposo y movimiento inercial":

Caída libre de un cuerpo en un campo gravitatorio:

René Descartes, matemático y filósofo que vivió durante el siglo XVII, generalizó la nueva concepción del cosmos que iba tomando forma con los avances de científicos como los de Galileo. La nueva cosmovisión se denomina mecanicismo, pues la idea central es que el universo en su conjunto y los seres que lo pueblan pueden entenderse de forma similar a como entendemos las máquinas: objetos mecánicos formados por partes interconectadas entre sí que se transmiten movimiento unas a otras mediante choques, estiramientos y empujes. El universo es un gigantesco mecano y todos los seres materiales que hay en él pueden comprenderse como máquinas.

Si Tales de Mileto propuso que por debajo de la variedad de seres estaba un único principio, el agua, el mecanicismo de Descartes propone que el universo se compone de tres principios que combinan elementos materialistas (masa) con formalistas (geometría y cualidades definidas matemáticamente):

En estos tres ingredientes de la realidad, las matemáticas juegan un papel fundamental pues en definitiva la idea central es que algo es real si es matematizable. Y viceversa, si algo no es matematizable (nuestras sensaciones, gustos y emociones por ejemplo) no es plenamente real, pues depende de un sujeto (de cada uno de nosotros) para existir. En cambio, la existencia de la masa o las dimensiones de un cuerpo no depende de ningún sujeto que las observe sino que existen por sí mismas. Estas últimas son propiedades primarias de los seres, mientras que aquellas son propiedades secundarias.

Universo aristotélico-medieval

Universo mecanicista

Determinismo / indeterminismo

En la cosmovisión moderna, impulsada por los sucesivos descubrimientos astronómicos y físicos que confirman la aplicabilidad de las matemáticas a todo el universo, las vieja idea del fatalismo (el futuro está escrito por los dioses y los hombres no lo pueden cambiar) se transforma en la nueva idea del determinismo:

La tesis del determinismo es una tesis metafísica, pues afirma algo respecto a cómo cambia la realidad. Afirma que cada estado de la realidad está vinculado estrictamente (mediante leyes necesarias) a sus estados vecinos en el tiempo (pasado y futuro). En el determinismo científico, son leyes impersonales las que toman el lugar de los caprichos de los dioses. 

La tesis contraria al determinismo es el indeterminismo:

Predecibilidad / impredecibilidad

Si en lugar de hablar sobre la realidad hablamos sobre nuestro conocimiento de la realidad, entonces nos podemos preguntar ¿es posible predecir el futuro a partir del presente? ¿es la realidad predecible? Si aceptamos que:

Entonces, los seres humanos podemos conocer el estado futuro del universo (o de una parte del mismo) antes de que ese estado se haga presente. Los seres humanos podemos predecir el futuro. 

La tesis contraria es la impredecibilidad: nuestro conocimiento de la realidad es limitado o imperfecto porque:

Basta con que suceda una de estas tres circunstancias para que no podamos predecir el futuro, para que no podamos conocer plenamente el futuro antes de que suceda. La impredecibilidad tiene su origen en nuestra falta de conocimiento. Y esta ausencia de conocimiento puede ser:

En la cosmovisión moderna, científicos y filósofos, guiados por los éxitos de las nuevas física y la astronomía, piensan el universo como totalmente determinado: un único futuro sigue inexorablemente al presente. Además, confían en que el avance de nuestros conocimientos nos permitan predecir cada vez mejor su comportamiento.

La cosmovisión contemporánea pondrá en duda ambas ideas: quizá algunos fenómenos del universo sean indeterminados y otros, aunque determinados, sean impredecibles debido a su complejidad.

Determinismo + Predecibilidad: La realidad está determinada, hay un único futuro para el presente, y nosotros podemos en principio conocerlo (predecirlo) perfectamente. Esta es en esencia la cosmovisión moderna.

Determinismo + Impredecibilidad: La realidad está determinada, pero nosotros no podemos predecirla. La razón es que somos ignorantes de algunos aspectos de la realidad. En la cosmovisión moderna, el avance del conocimiento irá reduciendo nuestra ignorancia y aumentando nuestra capacidad de predicción.

En cada una de las siguientes afirmaciones, ¿subyace una concepción determinista o indeterminista de la realidad? ¿Se expresa predecibilidad o impredecibilidad?

El mecanicismo cartesiano (y en general toda la filosofía de Descartes) tuvo una gran influencia en el siglo XVII y siguientes. Sin embargo, la cosmovisión propuesta por Descartes era incompleta en un punto central: ¿por qué planetas y satélites seguían órbitas elípticas (curvas) y no trayectorias rectas, como dicta el principio de inercia? ¿Qué hace orbitar a los planetas alrededor del Sol y a los satélites alrededor de los planetas? ¿Por qué no siguen unos y otros trayectorias rectilíneas y a velocidad constante?

Isaac Newton propuso que todos los cuerpos (masas) del universo ejercen una fuerza de atracción sobre el resto de cuerpos del universo. En la cosmovisión aristotélica, los cuerpos compuestos de tierra o agua son llamados graves, poseen la propiedad intrínseca de moverse hacia abajo, hacia el centro de la Tierra, que coincide con el centro del universo. Newton, liberado ya de la teoría de que hay distintos tipos de materias, propuso que todos los cuerpos, celestes y terrestres, siendo seres materiales, tenían una cantidad de masa y ésta masa era el origen de la fuerza atractiva que llamamos gravedad.

Para hacer de esta idea una teoría científica acorde a su tiempo, Newton hizo tres cosas fundamentales:

Con la incorporación de la fuerza como un principio básico de la realidad, la cosmovisión mecanicista considera que toda la realidad puede reducirse a cuatro principios:

Siglo XIX

En el siglo XIX, J.C. Maxwell formalizó matemáticamente las fuerzas eléctricas y magnéticas, explicando estas fuerzas con el nuevo concepto de campo de fuerza:

También en el siglo XIX, Charles Darwin encontró una explicación natural (sin necesidad de intervención sobrenatural) al origen de todas la especies vivas, incluida la especie humana. Su teoría de la evolución explica multitud de hechos que hasta entonces sólo se explicaban apelando a la voluntad divina:

Estas y muchas otras cuestiones fundamentales de la biología pueden responderse con la teoría de Darwin, que al explicar los seres vivos mediante causas naturales, ayudó a borrar la diferencia entre los seres vivos y los inertes y en particular entre el hombre y el resto de especies animales como anteriormente Newton había eliminado definitivamente la diferencia entre los mundos celeste y terrestre.