Filosofía política
¿Por qué existe la política?
La especie humana es una especie social: los seres humanos no vivimos aislados unos de otros. Además, a diferencia de otras especies de animales sociales, la conducta humana no está determinada en su mayor parte por instintos (sino que es capaz de planear y razonar), por emociones primarias (sino por sentimientos que puede modelar) ni por la satisfacción de necesidades básicas (sino que las puede controlar y puede además crear y eliminar nuevas necesidades sociales).
Por el hecho de vivir agrupados en sociedades, todo grupo humano conocido ha tenido y tiene que resolver de uno u otro modo las siguientes cuestiones:
¿Cómo solucionar las disputas entre los miembros del grupo?
¿Quién y cómo se castiga a los infractores de las normas o costumbres del grupo?
¿Quién toma las decisiones que afectan al grupo?
¿Cómo se transmite el poder de decidir de unas a otras personas cuando las primeras desaparecen?
¿Cómo se decide la incorporación y la expulsión de miembros al grupo?
A estas cuestiones, y a otras relacionadas con ellas, las denominamos cuestiones políticas. Hacemos política cuando tratamos de resolverlas. Hacemos filosofía política cuando pensamos sobre ellas. Y dado que son cuestiones que hay que contestar para poder vivir en sociedad, la política es consustancial a la vida humana.
Filosofía política ≠ Ética
Aunque la investigación racional sobre la moralidad (es decir, la Ética) pueda tener mucho que decir sobre la política, en principio ambas disciplinas filosóficas tienen diferentes objetivos:
La ética es la investigación racional sobre cuestiones morales, vale decir decisiones personales en nuestra interacción con los demás.
La filosofía política es la investigación racional sobre cómo lograr y cómo ejercer el poder, la dominación y la autoridad, de unas personas sobre otras en las sociedades humanas.
La separación entre Ética y Política no siempre se ha visto tan clara:
En la Edad Antigua, la Política es principalmente entendida como el estudio de cómo lograr en sociedad la felicidad individual. Además, una idea muy extendida entre los pensadores antiguos es que los mejores gobernantes son los hombres moralmente más sabios y virtuosos.
En la Edad Media, la Política sigue estando subordinada a la moral, en este caso a la moral cristiana: el buen gobernante es el buen cristiano, su gobierno debe seguir los mandamientos de su fe y entre sus objetivos está favorecer la salvación de sus gobernados.
Una de las características diferenciales de la Edad Moderna es la independización de la Política respecto de la Ética. Nicolás Maquiavelo (1469-1527) es el pensador italiano que en el Renacimiento sostiene que:
El objetivo de la Política es muy diferente al de la Ética: la primera se ocupa de la organización y gestión del poder en el grupo, la segunda se ocupa de la decisión individual.
El buen gobernante no es siempre el hombre más virtuoso moralmente: la virtud política no es necesariamente la misma que la virtud moral.
El buen gobernante tiene otras virtudes: la astucia y el coraje son para Maquiavelo las dos principales virtudes políticas.
Las personas aceptan ser gobernadas por otro bien porque admiran y aprecian a sus gobernados, bien porque les temen.
Los gobiernos caen por una de dos razones principales: bien porque los gobernados se rebelan por odio a sus gobernantes, bien por la intervención de poderes extranjeros que codician sus territorios.
El pensamiento político de Maquiavelo es sólo un punto de partida, pero pone el acento en lo que es específico de la Política: el poder que tienen unas personas de mandar sobre otras. Cómo lograr el poder, cómo conservarlo, quiénes están más capacitados para ello y qué factores provocan su pérdida son las cuestiones que Maquiavelo identifica como propias de la Ciencia Política. Al centrarse en los datos, en los hechos históricos y no en nuestros deseos e ideales (como hacen algunos de sus contemporáneos, los escritores de utopías políticas) Maquiavelo inaugura el realismo político.
Las respuestas a estas cuestiones variarán mucho a partir de entonces, y las que dio Maquiavelo nos parecen hoy acaso demasiado sencillas, incluso rudimentarias y sólo apropiadas para ciertas circunstancias (las de su época y lugar).
Nos resta ahora ver cómo debe conducirse un príncipe con sus gobernados y amigos. Muchos escribieron ya sobre esta materia; y al tratarla yo mismo después de ellos, no incurriré en el cargo de presunción, supuesto que no hablaré más que con arreglo a lo que sobre esto dijeron ellos. Siendo mi fin escribir una cosa útil para quien la comprende, he tenido por más conducente seguir la verdad real de la materia que los desvaríos de la imaginación en lo relativo a ella; porque muchos imaginaron repúblicas y principados que no se vieron ni existieron nunca. Hay tanta distancia entre saber cómo viven los hombres y saber cómo deberían vivir ellos, que el que, para gobernarlos, abandona el estudio de lo que se hace, para estudiar lo que sería más conveniente hacerse aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella; supuesto que un príncipe que en todo quiere hacer profesión de ser bueno, cuando en el hecho está rodeado de gentes que no lo son, no puede menos de caminar hacia su ruina. Es, pues, necesario que un príncipe que desee mantenerse, aprenda a poder no ser bueno, y a servirse o no servirse de esta facultad, según las circunstancias lo exijan.
Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. Capítulo XV
¿A quiénes se refiere Maquiavelo con "muchos"? Busca algún ejemplo de utopía política y contrasta el modo de pensar la política de Maquiavelo con lo que se hace en una utopía.
¿Cuál es el objetivo central del gobernante?
¿Se debe gobernar siguiendo las normas morales? ¿Por qué?
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