Alonso Arrieta,

Fernanda Villegas,

Héctor Bourges,

Karla Rodríguez,

Laura Furlan,

María López,

Patricio Villareal



Desde hace más de una docena de años, la desgracia se esparce por todo el territorio mexicano. Pero existen algunos lugares que tienen la asombrosa capacidad de acumular toda esa desgracia. 

Tal vez desde que la antigua XIDOO se convirtiera en Salamanca, Guanajuato a principios del siglo diecisiete.

La chimenea de la refinería Ingeniero Antonio M. Amor esparce humo negro por los cielos de Salamanca tal como la violencia hace su reguero de sangre por todo el pueblo.

Entre una y otra, lo que media es el combate férreo del Estado Mexicano contra los cárteles del crimen que extraen ilegalmente gasolina, acto que en México llamamos HUACHICOL.

Aún así, la refinería no para. La violencia tampoco. La producción de combustible no se detiene. El reguero de sangre tampoco.

A unos kilómetros, un ex convento agustino del siglo dieciocho es su testigo y cómplice. El edificio está erguido sobre el lugar del TEPETATE, que se refiere a un suelo duro repleto de arcilla, pero que en lengua otomí se dice XIDOO.

Durante el 22 y 23 de septiembre, Teatro Ojo recorrió 253 kilómetros entre la Ciudad de México y Salamanca para subir a la azotea del ex convento agustino y acercarse al humo que emana de la refinería.

En realidad es el humo negro lo que se acerca a uno. Ahí arriba, pudimos esquivar la sangre que se riega sobre el TEPETATE, pero evitar el humo negro que ennegrece el rostro y los pulmones, no.