Juan Pablo Mejías del Pino

En tiempos donde la libertad cotidiana, normal y simple, salir a callejear, se ha visto interrumpido por la pandemia que nos aísla. Lo que ayer era salir, juntarse con los demás, saludar, besar, abrazar, hoy no es más que una posibilidad de riesgo constante, haciendo aparecer diversos cuestionamientos silenciados, que aparecen de manera disruptiva.

Todo ha cambiado, ya no están las reuniones, las juntas sociales, el cruising, las fiestas y el desborde grupal y colectivo del que muchos éramos parte.

En mi caso es un cambio de vida, que primero pasó por el cambio de la ciudad al campo. Lo hice sin saber que pronto llegaría una pandemia, que nos ubica como espectadores . La imposibilidad de ir en la búsqueda del erotismo, de los encuentros que disfrutaba, me hace preguntarme ¿ dónde estaban mis estabilidades emocionales?

Parte de ella era mi deseo de los hombres. Ese deseo me estabilizaba, me conectaba con mis emociones. Ahora nada, a partir de este aislamiento y soledad, a partir de una cuarentena voluntaria surge esta necesidad de construirme una sublimación. Todo a lo que podía optar se vio interrumpido por la imposibilidad de interacción con un otro/s.

Desde ahí comienzo a realizar una serie de retratos masculinos en pintura, rememorando el acto de conocer a un otro, evocación que construye un cuento en el bosque, una fantasía visual y sonora. La interacción entre un bosque de robles intervenido por estos hombres retratados, son mis respuestas a buscar al otro, para experimentar el presente y encontrar mi estabilidad emocional y erótica.

La serie de retratos está compuesta por 8 pinturas en la técnica del óleo sobre madera de 30 x 25 cm cada una. Las intervenciones en el bosque de robles tiene estricta relación con mi entorno, donde estoy habitando. Consciente de que soy afortunado del paisaje, del aire libre, pero vivenciando el aislamiento en donde la pintura y su intervención en la naturaleza, se presenta como la vivencia de los otros como fantasmas.

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In times where daily, normal and simple freedom, going for a walk, has been interrupted by the pandemic that isolates us. What yesterday was going out, getting together with others, greeting, kissing, hugging, today is nothing more than a possibility of constant risk, making various silenced questions appear, which appear in a disruptive way.

Everything has changed, there are no longer the meetings, the social meetings, the cruising, the parties and the group and collective overflow of which many of us were part of.

In my case it is a change of life, which first went through the change from the city to the countryside. I did it without knowing that a pandemic would soon arrive, which places us as spectators. The impossibility of going in search of eroticism, of the encounters I enjoyed, makes me wonder where were my emotional stabilities?

Part of it was my desire for men. That desire stabilized me, connected me with my emotions. Now nothing, from this isolation and loneliness, from a voluntary quarantine this need arises to build me a sublimation. Everything to which he could choose was interrupted by the impossibility of interaction with another/s.

From there I begin to make a series of male portraits in painting, recalling the act of meeting another, an evocation that builds a story in the forest, a visual and sound fantasy. The interaction between an oak forest intervened by these portrayed men, are my answers to look for the other, to experience the present and find my emotional and erotic stability.

The series of portraits is made up of 8 paintings in the technique of oil on wood of 30 x 25 cm each. The interventions in the oak forest have a strict relationship with my environment, where I'm living. Aware that I'm fortunate of the landscape, of the outdoors, but experiencing the isolation where painting and its intervention in nature, is presented as the experience of others as ghosts.