Alienación, explotación e ideología
Para Hegel, alienación equivalía a objetivación: el sujeto se convertía en objeto, la creatividad del hombre se convertía en los productos de la cultura, en objetos culturales (p.ej. leyes y normas morales) y el hombre no se reconoce en ellos, los ve como algo ajeno, extraño, separado de él. La alienación (separación) del hombre respecto a estos objetos culturales es superada por la filosofía, la historia y el arte. La filosofía es capaz de superar las contradicciones.
En Marx por el contrario, no cabe identificar los conceptos de objetivación y alienación. La objetivación es necesaria y beneficiosa: la objetivación es la transformación del trabajo humano en productos, en objetos valiosos. Por el contrario, la alienación es perjudicial: es un estado de ocultación de las relaciones de producción, de las relaciones de trabajo que establecen los hombres en la sociedad. La objetivación es necesaria para la realización del ser humano a través del trabajo. La alienación es, en cambio, una disfunción, un desajuste en el proceso de la autorrealización humana.
Para Hegel la alienación consiste en objetivación, es decir, lo que proviene del sujeto (subjetivo) se transforma en objeto, en algo objetivo. Es un mecanismo que opera con ideas, transformando nuestra percepción de ellas. Marx por el contrario afirma que la objetivación es el resultado del trabajo, de un proceso material. El trabajo es esencial para el hombre, este logra subsistir con los productos de su trabajo. Y la alienación consiste en esa separación que hay entre el trabajador y su producto; es un desajuste en el proceso productivo.
La alienación (o enajenación) tiene múltiples facetas, en todas ellas los hombres (más concretamente los trabajadores) son separados, enfrentados, y ven como extraño a ellos, distintos aspectos de su vida laboral:
el producto de su trabajo, del que no es propietario y por tanto no obtiene los beneficios que le corresponden, es explotado. La explotación económica, consistente en un reparto desigual de los beneficios generados por la actividad laboral. La explotación es la faceta más visible y la causa última de la alienación.
su actividad laboral, que entienden como algo indeseable y de la quieren huir. El trabajador sólo es feliz cuando no trabaja, y es infeliz en su trabajo.
su relación con otros seres humanos, en particular con los propietarios de los medios de producción, pues los hombres se enfrentan entre sí según su clase social, definida esta por su posición en la escala de riqueza y el tipo de trabajo que desempeñan.
su relación con la naturaleza que le rodea, a la que conciben como lo opuesto a su entorno de trabajo. En lugar de tener una relación armoniosa con la naturaleza, el capitalismo la ha convertido en un recurso más que puede ser explotado.
El concepto hegeliano de alienación.
Y su transformación por Marx.
Estas son las condiciones del trabajador alienado:
Y estas las condiciones (ideales) del trabajador no alienado:
¿Cómo superar la alienación?
¿Cómo superar la contradicción entre tener que trabajar y odiar el trabajo?
¿Cómo pasar de unas condiciones de trabajo en las que reina la explotación a otras donde no exista?
¿Cómo es posible que los trabajadores no se rebelen contra las condiciones injustas de trabajo?
Marx quiere que su filosofía sea una respuesta a estas preguntas. Una respuesta que incluya un aspecto práctico: no basta con comprender cómo se produce la alienación, es necesario transformar la sociedad para que deje de producirse.
El concepto de ideología
Ideología es el conjunto de creencias y doctrinas que conforman la cultura de una determinada sociedad en cada época. Según Marx, las ideas, las expresiones del espíritu humano son reflejo de las condiciones materiales de la existencia humana. La alienación económica distorsiona inevitablemente la conciencia que la sociedad tiene de sí misma.
La ideología es el producto de esa conciencia distorsionada y a su vez constituye un instrumento de opresión en manos de la clase dominante en cada época. Son formas de ideología:
La religión: denominada por Marx el opio del pueblo, porque adormece la conciencia de explotación del proletario y le promete una recompensa justa en la otra vida.
La filosofía: interpretación idealista de lo real, estudio de las ideas pero sin repercusión en la sociedad.
La moral burguesa: justificación para tranquilizar la conciencia capitalista. La moral recibida moldea nuestra conciencia y nos señala qué debemos y qué no debemos hacer.
El derecho o la teoría del Estado: ideologías tendentes a preservar a la clase dominante.
Marx es uno de los iniciadores a la filosofía de la sospecha, junto con Nietzsche y Freud. La filosofía de la sospecha es la presunción sistemática de intenciones ocultas en la explicación racional del mundo. La filosofía oculta intereses de poder. Los filósofos posteriores a Hegel practicaron la desconfianza en la razón. Lo característico del marxismo es tomar como fundamental el punto de vista sociológico y rechazar las explicaciones idealistas de los fenómenos humanos. La explicación de la realidad reside en la economía, en las relaciones laborales entre los hombres.
Según Hegel, la Filosofía es una manera de superar la alienación pues ayuda a razonar y así a superar la oposición entre lo subjetivo y lo objetivo. Sin embargo, Marx piensa que la reflexión abstracta de la Filosofía oculta, al igual que la religión, las contradicciones de la sociedad de clases. Hegel propone utilizar la razón para superar la alienación, pues para él la alienación es un estado del espíritu. Para Marx la alienación es un estado objetivo de la sociedad, de las relaciones socio-laborales entre las personas, y sólo secundariamente tiene un reflejo en la conciencia, en las ideas.
La alienación, lejos de reducirse, ha ido en aumento a lo largo de la historia. El materialismo histórico es la doctrina filosófica marxista que estudia este fenómeno.