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Juan 5, 46 Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí.


Vol. 21-13 Abril 8, 1927 

Cómo todas las figuras y símbolos del antiguo testamento simbolizaban a los hijos de la Divina Voluntad. 


(1) Estaba siguiendo los actos que el Querer Divino había hecho en toda la Creación, también buscaba los actos que había hecho tanto en nuestro primer padre Adán como en todos los santos del antiguo testamento, especialmente donde el Supremo Querer había hecho resaltar su potencia, su fuerza, su virtud vivificadora, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: (2) “Hija mía, las más grandes figuras del antiguo testamento, mientras eran figuras y figuraban al futuro Mesías, encerraban al mismo tiempo los dones, la figura, y simbolizaban todos los dones que habrían poseído los hijos del Fiat Supremo. Adán fue la verdadera y perfecta imagen, cuando fue creado, de los hijos de mi Reino. Abraham fue símbolo de los privilegios y del heroísmo de los hijos de mi Querer y así como llamé a Abraham a una tierra prometida que manaba leche y miel, haciéndolo dueño de aquella tierra, tierra tan fecunda que era envidiable y ambicionada por todas las otras naciones, era todo símbolo de lo que habría hecho con los hijos de mi Voluntad. Jacob fue otro símbolo de ellos, porque descendiendo de él las doce tribus de Israel, debía nacer en medio de ellos el futuro Redentor que debía reanudar de nuevo el Reino del Fiat Divino a mis hijos. José fue símbolo del dominio que habrían tenido los hijos de mi Voluntad, y así como él no dejó morir de hambre a tantos pueblos y aun a sus ingratos hermanos, así los hijos del Fiat Divino tendrán el dominio y serán causa de no dejar perecer a los pueblos que pedirán de ellos el pan de mi Voluntad. Moisés fue figura de la potencia, Sansón símbolo de la fuerza de los hijos de mi Querer. David simbolizaba el reinar de ellos. Todos los profetas simbolizaban la gracia, las comunicaciones, las intimidades con Dios, que más que ellos habrían poseído los hijos del Fiat Divino. Mira, todos estos no eran más que símbolos, figuras de ellos, ¿qué será cuando sean puestas fuera la vida de estos símbolos? Después de todos aquellos vino la Celestial Señora, la Soberana Emperatriz, la Inmaculada, la sin mancha, mi Madre, Ella no era símbolo ni figura, sino la realidad, la verdadera Vida, la primera hija privilegiada de mi Voluntad, y Yo miraba en la Reina del Cielo la generación de los hijos de mi Reino, era la primera incomparable criatura que poseía íntegra la Vida del Querer Supremo, y por eso mereció concebir al Verbo Eterno y madurar en su corazón materno la generación de los hijos del eterno Fiat. Después vino mi misma Vida, en la cual venía establecido el Reino que debían poseer estos hijos afortunados. Por todo esto puedes comprender que todo lo que Dios hizo desde el principio desde la Creación del mundo, que hace y que hará, su finalidad principal es de formar el Reino de su Voluntad en medio de las criaturas. Esta es toda nuestra mira, esta es nuestra Voluntad y a estos hijos serán dados todos nuestros bienes, nuestras prerrogativas, nuestra semejanza; y si te llamo a que sigas todos los actos que ha hecho mi Voluntad tanto en la creación del universo como en las generaciones de las criaturas, no excluyendo aquellos que hizo en mi Madre Celestial, ni los que hizo en mi misma Vida, es para concentrar en ti todos sus actos, hacerte don de ellos para poder hacer salir de ti todos juntos los bienes que posee una Voluntad Divina para poder formar con decoro, honor y gloria, el Reino del eterno Fiat. Por eso sé atenta en seguir mi Voluntad”.

Fiat Divina Voluntad



Juan 5, 40 

y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.


Vo. 36-17 (3) Junio 30, 1938

Cómo Nuestro Señor formó tantos caminos para hacerse encontrar.


(3) Ahora debes saber hija mía, que cuando vine a la tierra, mi amor no me dio reposo. Apenas concebido comencé a formar tantos caminos que debían servir a las criaturas para venir a Mí; estos caminos, mientras los formaba, los extendía, pero no los separaba de Mí, Yo permanecía siendo el centro de donde todos los caminos partían, así que cada acto, palabra, pensamiento, paso que daba, eran caminos de luz, de santidad, de amor, de virtud, de heroísmo, que formaba, así que cada acto que hace la criatura encuentra mi camino para venir a Mí. A la cabeza de estos caminos, que son innumerables, ponía como Reina a mi Voluntad, y Yo me ponía a esperar a la cabeza de cada camino para recibirlas en mis brazos, pero muchas veces espero en vano, y mi amor, no dándome ni paz ni reposo, me pongo en camino para encontrarlas al menos a la mitad de la vía, y si las encuentro, invisto el acto de la criatura, de modo que me hago acto y camino de ella, y con un amor exuberante la cubro, la escondo en mi mismo amor, la cubro con mis mismos actos, pero tanto, de encontrarme a Mí mismo en ellas, y las llevo para tenerlas al seguro en los brazos de mi Voluntad. Por eso cada pensamiento de la criatura tiene el camino de mis pensamientos, cada palabra tiene el camino de mis palabras, cada obra tiene el camino de mis obras, cada paso tiene el camino de mis pasos, si sufre tiene el camino y la vida de mis penas, y si quiere amarme tiene el camino de mi amor. He circundado a las criaturas de tantos caminos míos, de modo que no me puedan huir, y si alguna me huye, doy en delirio, corro, vuelo para encontrarla, y sólo me detengo cuando la he encontrado y la encierro en mis caminos para no dejarla salir más. Es por eso que mi venida a la tierra no fue otra cosa que desahogar mi amor reprimido por tantos siglos, por el cual llegué a los excesos, formé la nueva creación, más bien la superé en la multiplicidad de las obras y en la intensidad de mi amor. Pero mi amor está reprimido aún, y como desahogo quiero dar mi Voluntad como vida, para darles el bien más grande que puedo darles, y para recibir la gran gloria de tener a sus hijos en nuestro reino.

Fiat Divina Voluntad