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Vol. 29-22 (2-4)  Junio 16, 193

“causa por la que tantos quieren hacer de maestros y no hacen ningún bien”


“Hija mía, cuántas traiciones habrá, cuántas máscaras se caerán. Yo no podía soportar más su hipocresía, mi Justicia estaba llena de tantos fingimientos y por eso no han podido tener más la máscara que los cubrían.

Por eso ruega junto conmigo a fin de que se salven aquellos que deben servir a mi gloria, y confundidos los que quieren golpear a mi Iglesia.”

Después ha hecho silencio, y mi pobre mente veía tantas cosas funestas y trágicas, y mientras rezaba mi sumo Bien Jesús ha repetido:

“Hija mía, para comunicar el bien a los demás es necesario poseer la plenitud del mismo bien, porque con poseerlo se conocen los efectos, la sustancia, la práctica de cómo se adquiere aquel bien; por eso tendrá virtud de poderlo infundir en los demás, de saber decir las bellezas, las prerrogativas, los frutos que produce aquel bien.

En cambio, si el alma apenas ha conquistado un sorbo de un bien, de una virtud, y quiere comenzar a enseñarla a los demás, no conocerá a fondo la plenitud de aquella virtud, por eso no sabrá repetir su gran bien, ni dar la práctica de cómo adquirirla; por eso será como un niño, que habiendo aprendido apenas las vocales quiere hacer de maestro a los otros, pobre niño, será el maestro de burla porque no podrá seguir adelante en las enseñanzas.

He aquí por qué los verdaderos santos primero se han llenado ellos de amor, de conocimientos divinos, de paciencia invicta y demás, y cuando se han llenado de tal manera que no pueden contenerlos más dentro de ellos, el desahogo que salía de los bienes que poseían lo han comunicado a los pueblos, y su palabra era fuego, era luz, y enseñaban no en modo superficial, sino en modo práctico y sustancioso el bien que poseían. Ésta es la causa por la que tantos quieren hacer de maestros y no hacen ningún bien, porque si falta el alimento suficiente en ellos, ¿cómo pueden nutrir a los demás?”

Fiat Divina Voluntad