Texto

En Mi familia y otros animales, el escritor y zoólogo inglés Gerald Durrell (1925-1995) evoca unas vacaciones en la isla griega de Corfú, cuando él tenía diez años.

 

 

Escorpiones en casa

 

   Un día encontré sobre el muro una obesa hembra de escorpión, vestida con lo que a primera vista parecía un abrigo de piel color crema. Examinada con atención, la extraña vestimenta resultó estar formada por una masa de bebés diminutos agarrados al dorso de su madre. Embelesado ante aquella familia, decidí llevarla a casa de tapadillo para conservarlos en mi cuarto y verlos crecer. Con infinito esmero pasé madre y prole al interior de una caja de fósforos y corrí a la villa. Fue una desdichada coincidencia que en el momento de traspasar yo el umbral se sirviera el almuerzo; por lo cual coloqué con cuidado la caja sobre la repisa del cuarto de estar, para que los escorpiones tuvieran aire en abundancia, y luego me reuní en el comedor con los demás y, escuchando las discusiones familiares, me olvidé por completo de la emocionante captura del día. Por fin Larry, acabado el almuerzo, fue al cuarto de estar por tabaco y echó mano a la caja de fósforos. Inconsciente de la catástrofe que se cernía sobre mí, yo le observaba con interés mientras, charlando aún por los codos, abrió la caja.

 

   La hembra, que estaba agitada y un poco molesta por el largo encierro, aprovechó la primera oportunidad para escapar. En una fracción de segundo se irguió sobre la caja, con los bebés aferrándose desesperadamente, y trepó al dorso de la mano de Larry.

 

   Larry exhaló un rugido de pavor que hizo que Lugaretzia, la sirvienta, dejara caer un plato y que Roger saliera como un rayo de debajo de la mesa, ladrando ferozmente. De un manotazo envió al desdichado animal de cabeza a la mesa, donde aterrizó entre Margo y Leslie, esparciendo bebés cual confeti al estrellarse contra el mantel. Ciega de ira, la criatura se lanzó hacia Leslie con el aguijón temblando de furia. Leslie se puso en pie de un salto, volcó la silla y empezó a descargar servilletazos a diestro y siniestro, uno de los cuales mandó al escorpión rodando por el mantel en dirección a Margo, quien prestamente dio un alarido que cualquier locomotora se habría sentido orgullosa de producir. Mamá, completamente aturdida por tan repentino e instantáneo paso de la paz al caos, se puso las gafas y oteó1 buscando la causa del bochinche, y en ese momento Margo, en un esfuerzo vano por detener el avance del escorpión, le arrojó un vaso de agua. La ducha erró su objetivo totalmente, pero empapó con éxito a Mamá, que siendo incapaz de aguantar el agua fría se quedó al punto sin respiración, boqueando2 inmóvil al otro extremo de la mesa, sin poder protestar siquiera. Para entonces el escorpión había caído al suelo bajo el plato de Leslie, en tanto que sus bebés pululaban desatados por la mesa. Roger, alucinado por el pánico pero resuelto a cumplir con su deber, corría dando vueltas y vueltas a la habitación, ladrando histérico.

 

   —Otra vez ese maldito niño... —vociferó Larry—. Un día nos va a matar... Fíjate cómo está por debajo de la mesa... hasta la rodilla de escorpiones...

 

   —Deja de aullar y trae un libro, por lo que más quieras —imploraba Mamá secándose las gafas—. Eres peor que el perro... ¡Cállate, Roger!

 

   —Ay, que se me tira... deprisa, haz algo...

 

   —Dale con el cuchillo... el cuchillo... Venga, dale...

 

   Roger sacó la errónea impresión de que la familia estaba siendo atacada, y de que era su deber defenderla. Dado que el único extraño allí presente era Lugaretzia, lógicamente era ella la responsable, y en consecuencia la mordió en un tobillo. Lo cual no arregló mucho las cosas. Cuando por fin se pudo restablecer un poco el orden, todos los escorpiones se habían refugiado ya bajo diversos platos y cubiertos. Mientras la familia, todavía trémula de ira y espanto, se retiraba al cuarto de estar, yo estuve media hora recolectando los bebés con ayuda de una cucharilla y reintegrándolos al lomo de su madre. Luego los saqué al jardín en un plato y los deposité en el muro con gran pesar.

 

Gerald Durrell: Mi familia y otros animales, Alianza

1 otear: mirar.

2 boquear: abrir la boca.

 

 

Escucha, lee y comprende

1. Lee en voz alta el cuento. Presta atención a las diferencias entre la intervención del narrador y las de los personajes. 

 

2. ¿Quiénes son los personajes que aparecen en el texto?

 

3. Responde a estas preguntas:

 

a) ¿Dónde ha guardado el protagonista los escorpiones?

b) ¿A quién ataca primero la hembra de escorpión?

c) ¿En qué dos habitaciones transcurre la acción?

d) ¿Quién le arroja un vaso de agua al escorpión? ¿Dónde va a parar el agua?

 

4. Resume en un máximo de ocho líneas el contenido de la lectura.

 

Vocabulario

 

5. Relaciona las palabras siguientes con su significado en el texto:

 

prole          umbral             confeti            bochinche       trémula

 

a) ‘Alboroto, lío’.

b) ‘Descendencia, hijos de una persona o animal’.

c) ‘Pedacitos de papeles de colores que se arrojan en las fiestas’.

d) ‘Temblorosa’.

e) ‘Entrada de una casa’.

 

6x. ¿Con cuál de estas acepciones aparece la palabra villa en la lectura?

 

a) ‘Entidad de población’.

b) ‘Casa de recreo’.

 

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7x. ¿Qué significan las locuciones adverbiales de tapadillo, a diestro y siniestro y al punto?

 

8x. Recuerda la definición de sustantivo colectivo. Completa en tu cuaderno este crucigrama con los sustantivos colectivos correspondientes a los individuales que se ofrecen (pájaro>bandada).

1. Abeja

2. Cerdo

3. Pez

4. Buey

5. Oveja

6. Yegua

7. Lobo

 

 

 

 

Analiza e interpreta

 

9x. Vamos a detenernos en la estructura narrativa de este episodio:

 

a) ¿Quién es el narrador? ¿Qué persona usa?

b) ¿Qué tiempos verbales emplea el narrador?

c) ¿En qué lugar se desarrolla la acción?

 

10x. ¿Podemos decir que el relato sigue un orden lineal? ¿Por qué?

 

11x. En el estilo del texto destaca el uso del humor. ¿Qué elementos de la escena te resultan más cómicos?

 

Escribe

 

12 (+1). ¿Tienes alguna mascota? Cuenta alguna anécdota divertida en la que intervenga ella u otro animal cualquiera. Comienza con una breve presentación del animal antes de contar el episodio. Destaca los elementos más cómicos: comportamiento del animal, reacción de las personas, situaciones extrañas, etc.