Villagarcia de la Torre

Escudo partido. Primero, de plata, león rampante de gules. Segundo, de oro, un castillo de gules, mazonado de sable, almenado y aclarado de azur. Bordura de azur, con ocho escudetes, de oro, fajados de gules. Al timbre, Corona Real cerrada.

Pese a que sus orígenes son árabes, el actual nombre de la localidad se debe al maestre santiaguista García Fernández, quien le daría así como apelativo de la villa su propio nombre: Villa-García. Lo que resta del nombre -De La Torre-, se debe al apellido de uno de sus hijos más ilustres llamado Juan de la Torre conquistador y uno de los trece de la fama. Hoy día, los naturales del pueblo ostentan el apelativo de Garceños, aunque a nivel popular son conocidos en la comarca como "Brujos". La población se localiza al noroeste de Llerena, ocupando una planicie en la zona interior de la Campiña correspondiente al área de transición con la Tierra de Barros y el ámbito zafrense; esto es, más alejada del área de influencia de lo andaluz que otras localidades de la misma comarca. El paisaje es de dehesa, olivar y bosque mediterráneo, y el carácter de la población eminentemente agrario.

El poderoso Castillo Señorial de Villagarcía de la Torre fue constuido en el siglo XV, y se mantuvo casi intacto hasta la Guerra de la Indenpencia, durante la que sirvió de hospital de sangre a los franceses, siendo arrasado posteriormente por el general Morillo durante las guerras carlistas.

En la actualidad sólo se conserva la torre del Homenaje y otros restos, sobre los que aún lucen las armas del primer Señor de la Villa, Don Luis Ponce de León. Conserva su potente torre del Homenaje, algunas torres cuadradas y cubos redondos, y buena parte de los muros exteriores.

En Villagarcía de la Torre destacan también la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Araceli, el Convento de la Merced, la Antigua Posada, las casas solariegas (como la del Duque de Osuna y otras en las calles Merced, etc), los llamados "Moros" (especie de asientos de piedra con tosca talla antropomorfa que aparecen ante las puertas de muchas casas, y de los que resultan buenas muestras los de las calles Merced y Mota).

El Convento de los monjes descalzos de la Merced, también designado como convento mercedario, nos remonta a finales del siglo XVI. Lo más destacado es su monumental fachada de estilo barroco recientemente restaurada (frontones partidos, pilastras emparejadas, cuerpos a distintas alturas, molduras con entrantes y salientes en eterno dinamismo y claroscuro, óculos u ojos de buey como sistemas de iluminación.).

Ayuntamiento.