Azuaga

Armas: En campo de gules, castillo de siete torres de oro, mazonado de sable y aclarado de sinople. Atrás la cruz de Santiago. Abajo una leyenda: “Armas de la Villa de Azuaga”. Al timbre, Corona real abierta.


La inestabilidad económico militar del Imperio y su consiguiente depresión cristalizó en el siglo V con las invasiones bárbaras y la llegada de los visigodos; pero fue en la posterior etapa islámica cuando encontramos el antecedente más próximo a la que sería la denominación de Azuaga, designación que viene ligada al nombre de la tribu norteafricana de los Zuwaga. Este pueblo edificó una impresionante fortaleza en el cerro de Miramontes sobre restos de origen romano.

Azuaga fue reconquistada a los musulmanes por el maestre de la Orden de Santiago, Pelay Pérez Correa, quien la incorporó al reino de Castilla - León en 1236, reinando Fernando III El Santo.

El siglo XV se puede considerar (junto con el XIX) como una de las mejores épocas para Azuaga. Testimonio de este importante pasado histórico es el conjunto de notables edificios, tanto religiosos como civiles, que alberga el pueblo en su casco urbano y entorno. Significa ello el relevante papel desempeñado por esta ciudad en la historia de la Orden de Santiago y cuya información aparece recogida en los libros confeccionados por los "visitadores", designados temporalmente para supervisar de forma personal las villas, bienes y propiedades bajo la jurisdicción de la Orden Militar.

El siglo XVI va a suponer un empobrecimiento paulatino en todos los órdenes. En primer lugar, se da una constante enfeudación del régimen económico con una agricultura arcaica y en manos de una reducida clase aristocrática, asentada en la población durante los primeros momentos de la conquista romana. En segundo lugar, como indicativo del estancamiento económico, se producirá un descenso muy acusado de la población a causa de las continuas guerras, las crisis alimentarias cíclicas y las pestes.

La fortaleza de Azuaga fue construida por los musulmanes sobre restos de origen romano, y su situación elevada y rocosa le otorgó posteriormente el nombre de Miramontes. La multitud de restos y fragmentos obtenidos en sus inmediaciones han sido piezas determinantes a la hora de desvelar sus secretos, aunque otras fuentes escritas también dan constancia de la valía que tuvo este enclave.

A mediados del siglo XII el geógrafo Al-Idrisi confeccionó un itinerario de Córdoba a Badajoz, incluyendo el castillo Miramontes de Azuaga como una zona segura dentro de ese recorrido. Por otro lado, el primer documento sobre la fortaleza data del año 1331 y hace referencia a la obligación que tenía el comendador de mantenerlo en buen estado.

El castillo pasó a convertirse en casa de la Encomienda de la Orden de Santiago, pero algunas décadas después el castillo fue abandonado y la casa de la Encomienda trasladada a otro edificio más cómodo y habitable.

Desde el año 1400 no se había practicado ninguna reparación en los muros de la fortaleza, y en el año 1494 estos se encontraban en tan malas condiciones (...todas las tapias comidas del ostigo del agua...), que se ordenó al comendador de Azuaga, don Luis Portocarrero, reparar todo el castillo, acometiéndose a partir de entonces obras de mantenimiento en los muros y de reestructuración en los interiores. e encuentra en estado de ruina. Actualmente sólo se conservan dos cubos, unas saeteras, restos de los muros de contención, y los cimientos de alguna dependencia interior.

La Iglesia de Ntra. Señora de la Consolación. A finales del siglo XV, las autoridades concejiles de la villa de Azuaga, con el consentimiento de la Orden de Santiago, decidieron levantar el templo o actual parroquia de la localidad, dedicado a Santa María.

Las causas que motivaron la construcción del templo fueron diversas: el deterioro de la parroquia de Santa Olalla, la situación económica favorable, la búsqueda de un mejor emplazamiento acorde con el desarrollo urbanístico del caserío, y la actitud receptiva del concejo azuagueño y su comendador don Luis de Portocarrero.

El 30 de noviembre de 1477, Alonso de Cárdenas fue elegido Maestre de la Orden de Santiago en la ermita de San Sebastián de Azuaga. La elección de esta villa para la celebración del Capítulo General se debe a las buenas relaciones que existían entre el Maestre electo y don Luis Portocarrero, comendador de Azuaga. Sin embargo, es curioso que se celebrara en una ermita en lugar de la iglesia parroquial. El deterioro de la Iglesia de Santa Olalla fue la causa, pues los visitadores santiaguistas, en 1494, señalan que está toda en tal mal estado que es necesario hacer una nueva.

Una costosa reforma evitó la ruina del edificio, que recuperó su forma pero no su estatus, pues, en esas fechas, ya que se había decidido construir una nueva. Los mismos visitadores, en 1494, señalan como causa última de este parecer el emplazamiento de la Iglesia de Santa Olalla cercano a la fortaleza y alejada del centro de la población. Esta situación respondía a la primera fase de crecimiento de Azuaga, con su población distribuida en torno a las faldas del castillo, núcleo originario del hábitat rural. Con el tiempo, el crecimiento económico y demográfico de esta villa determinó su expansión a toda la llanura y que la Iglesia quedara descentrada.

Iglesia del Cristo del Humilladero, terminada en 1752, con las características arquitectónicas propias del barroco tardío extremeño, de grandes influencias andaluzas.

Esta construcción de planta de cruz latina y nave única es una muestra de arquitectura popular, con el mismo repertorio estructural en el interior y en el exterior, formando un juego volúmenes a distinta altura. En su interior destaca la talla del Cristo del Humilladero, realizada por Francisco de Ocampo, que constituye el crucificado más notable del siglo XVII de la comarca.

Iglesia de Ntra. Señora de la Merced. Era la antigua ermita de San Sebastián y los Santos Mártires. Esta ermita se comenzó a construir en 1475 alejada del núcleo de población para satisfacer las necesidades espirituales de los habitantes que vivían en las afueras.

En esta ermita tuvo lugar el Capítulo General de la Orden de Santiago en 1477, en el cual se eligió maestre a don Alonso de Cárdenas, quien contribuyó al enriquecimiento del patrimonio arquitectónico tanto de Azuaga como de las demás localidades de la Orden.

Poseyó categoría de ermita hasta el año de 1590; posteriormente, esta ermita se convirtió en capilla del convento de los Padres Mercedarios Calzados, y actualmente el Ayuntamiento ocupa el antiguo convento y la Iglesia de la Merced era la antigua ermita de San Sebastián.

Su estilo es gótico mudéjar. Su fachada está realizada en mampostería y ladrillos encalados; presenta una puerta de acceso con un arco de herradura apuntado con arquivolta y enmarcada por un sencillo alfiz, que remata con una cenefa de dientes de sierra, y está flanqueada por dos estribos semicilíndricos que le dan aspecto de fortaleza. Hay una cornisa separando el primer cuerpo del cuerpo de la campana, formando un templete de mampostería y ladrillo con cuatro arcos de medio punto, uno por cada lado; su interior alberga las campanas. La iglesia posee además una puerta lateral en el lado de la Epístola con arco de herradura apuntado y todo, a su vez, enmarcado por un alfiz.

Junto a la Iglesia, la Casa Consistorial.

Su hermosa plaza.

Las ermitas. Entre 1494 y 1604 existieron seis ermitas en Azuaga, distribuidas en su núcleo urbano y término jurisdiccional, algunas escenario de importantes acontecimientos históricos. Eran éstas: ermitas de San Sebastián, Santiago, Santa Olalla, Santa Catalina, San Bartolomé y Nuestra Señora de la Paz. Al día de hoy, unas desaparecieron y otras cambiaron su denominación, manteniendo solamente el título la de Santiago y la de Nuestra Señora de la Paz.

Su planta es rectangular. El interior es de una sola nave dividida en cinco tramos a través de arcos de ladrillo encalados, que servían de soporte a la desaparecida techumbre de madera. Su cubierta es de bóveda de cañón apuntada. Esta bóveda probablemente se construyó sobre el año 1600, por la destrucción de la original en un incendio.

El coro es de estilo renacentista, sustentado por cuatro columnas de mármol blanco. En el frontis de este coro aparece una inscripción que dice: “Me hizo Antonio Dieguez, año 1866”. El altar mayor tiene una bóveda estrellada que se manifiesta en el exterior por cinco ábsides semicirculares que le da aspecto de fortaleza, y en el retablo se puede observar la imagen de Nuestra Señora de la Merced.