Orellana la Vieja

De oro, diez roeles de azur, bien ordenados. Al timbre, Corona Real cerrada.

El primer titular del señorío deberá atraer colonos con los que explotar sus posesiones, pero sin que éstos pudieran proceder de tierras realengas tal y como establece el privilegio de fundación.

El día 3 de enero de 1341, mediante escritura fechada en Trujillo, fundó Juan Alfonso de la Cámara el mayorazgo de Orellana en la persona de su hijo primogénito, Pedro Alfonso. Éste recibió todos los bienes que constituían el patrimonio del señorío, que en esos momentos estaba formado por la casa solariega de la Alberca en Trujillo, la Casa Fuerte de Orellana, dos casas más en Trujillo y otros bienes en el lugar de Orellana, como molinos y norias, situados a orillas del Guadiana, y las tierras de pastos y cultivos de su demarcación.

El señorío concedido por Alfonso XI a Juan Alfonso de la Cámara en 1335 no contempla la facultad jurisdiccional del señor sobre sus vasallos, sólo el dominio territorial sobre la aldea de Orellana, con facultad para exigir de sus vasallos tributos de carácter territorial dentro de ese dominio, pudiendo nombrar también a los oficiales del concejo, alcalde y escribano. Las facultades jurisdiccionales y de gobierno sobre sus vasallos sólo las conseguirá su hijo Pedro Alfonso, al otorgarle un nuevo privilegio el rey Enrique II de Trastámara en 1369. Según Antonio Adámez, no se trataría de la transformación de un señorío típicamente territorial con función repobladora en señorío jurisdiccional pleno, sino que se produciría una suspensión del primero y una instauración del segundo, a consecuencia de la opción política de su titular en la delicada situación que atravesaba la Corona de Castilla, que desembocará en una guerra civil y en un cambio de dinastía. Presume el autor citado, que el señorío de Orellana se había perdido en tiempos del rey Pedro I, por el posicionamiento favorable a Enrique de Trastámara de Pedro Alfonso, y que la villa de Orellana perteneció a partir de entonces a tierras de realengo.

Al convertirse en rey Enrique de Trastámara, iniciando una nueva dinastía, Pedro Alfonso recibirá poco después (mediante privilegio otorgado el 3 de junio de 1369), la jurisdicción civil y criminal sobre su anterior dominio, indicando expresamente que se concede en recompensa por el apoyo que prestó al Trastámara el segundo señor de Orellana la Vieja.

Señorío:

El señorío nobiliario experimentó un gran empuje con la llegada de los Trastámaras, generalizándose la fórmula de señorío pleno: “la jurisdicción civil y criminal alta y baja y mero y mixto imperio”, que dota al titular del señorío de facultades judiciales en el interior de su territorio. Implica la renuncia del monarca sobre competencias hasta entonces reservadas a su potestad, entre las que se encuentra la facultad de administrar y gobernar a los habitantes del señorío. La expresión “mero y mixto imperio” atribuía poder al señor para juzgar a sus vasallos, tanto en material civil como criminal.

Recuperado el señorío, Pedro Alfonso solicitó a Enrique II que le confirmara la escritura en la que su padre quedó facultado para fundar mayorazgo en su persona, lo que obtuvo el 16 de septiembre de 1371. Tras la muerte de Enrique II en 1379, solicitó a Juan I la confirmación del privilegio, a lo que accedió el nuevo monarca en las Cortes de Burgos el día 6 de agosto de 1379.

El dominio territorial del señor estaba constituido en un área delimitada en la que ejercía su autoridad sobre los vasallos que vivían en ella. Antonio Adámez enmarca los límites del señorío de Orellana por medio de los terrenos fronterizos al actual término municipal de la villa de Orellana, es decir el término municipal de Acedera, el condado de Medellín, el señorío de Orellana de la Sierra y las posesiones de la Orden de Alcántara, al otro lado del Guadiana.

El tercer señor de Orellana la Vieja, Hernando Alonso de Orellana, hijo de Pedro Alfonso, solicitó confirmación a Enrique III del privilegio que Enrique II había concedido a su padre en 1369, obteniéndolo el 20 de febrero de 1392, en las Cortes de Burgos. Confirmado también más tarde por su hijo Juan II en Valladolid el 15 de abril de 1409. Fue el tercer señor de Orellana la Vieja personaje destacado de la nobleza local de Trujillo, regidor de su concejo y comendador de la Orden de Santiago en Mérida.

Del cuarto señor de Orellana, García de Orellana, se tienen pocas noticias, no así de su hijo y quinto señor de Orellana, Juan “el Viejo”, quien obtuvo de los Reyes Católicos, el 15 de octubre de 1487, en Córdoba, nueva facultad para incluir en el mayorazgo de Orellana la Dehesa de Cogolludo, la cual había intentado incorporar Hernando Alonso sin conseguirlo. La extensión de esta dehesa era mayor que la del propio término municipal de Orellana la Vieja , proporcionando a los diferentes titulares del señorío a finales del Siglo XVII una renta que superaba las tres cuartas partes de los ingresos obtenidos por todas las explotaciones agrícolas, extendiéndose hasta el Guadiana.

Juan el Viejo contribuyó, como señor de vasallos, con dos lanzas a la petición que hicieron en mayo de 1485 los Reyes Católicos a la ciudad de Trujillo para que participara en la guerra de Andalucía contra los musulmanes.

El quinto señor de Orellana, fue probablemente el primero que fijó su residencia permanente en Orellana la Vieja , donde murió y otorgó testamento, encomendando que lo enterraran en la Iglesia de Santo Domingo, junto a su padre.

Rodrigo de Orellana, sexto señor de Orellana la Vieja, sucedió a su padre Juan de Orellana el Viejo, hacia 1491. Caballero principal de Trujillo, de cuyo concejo formó parte como regidor en 1498, había contraído matrimonio con Teresa de Meneses, descendiente del segundo señor de Orellana de la Sierra, la cual, una vez viuda, fundó el Convento de San Benito.

A Rodrigo de Orellana le sucedió a su muerte en 1509 su hijo Juan de Orellana. A éste le sucedió su hijo primogénito Rodrigo. El noveno señor de Orellana la Vieja , sería Juan de Orellana el Bueno, que se convirtió en sucesor del señorío sin haber alcanzado la mayoría de edad. Éste murió sin sucesión, en enero de 1549, en su casa de la Alberca , en Trujillo, pero dispuso en su testamento que llevaran su cuerpo a enterrar a la villa de Orellana la Vieja , para que depositaran sus restos en la nueva iglesia de Nuestra Señora, donde estaban enterrados su padre Rodrigo y sus abuelos Juan de Orellana y María de Mendoza. Juan el Bueno, fomentó la conservación de las construcciones religiosas (iglesia de Santo Domingo, Convento de San Benito y financiación de una nueva iglesia) y el hospital de Orellana la Vieja, de San Juan Evangelista.

La prematura muerte de Juan de Orellana el Bueno, a principios de 1549, sin descendientes, hizo que estallara el conflicto entre las diferentes ramas de los Orellana. El debate surgió entre su hermana María de Orellana y su tío Gabriel de Mendoza. Tras más de 50 años de litigios, durante los cuales fueron señores de Orellana la Vieja sucesivamente el mencionado Gabriel de Mendoza, que a partir de entonces adoptó el apellido Orellana, su hijo Juan Alfonso de Orellana y su nieto Gabriel de Orellana el Mozo, una sentencia de la Sala de Mil y Quinientas en 1599 parecía poner fin al conflicto, ratificando las sentencias anteriores y confirmando en sus derechos a la rama constituida por Gabriel de Orellana el Viejo, contra las numerosas alegaciones interpuestas por María de Orellana. Pero al morir Gabriel el Mozo sin descendencia, se complica de nuevo la sucesión al mayorazgo, iniciándose nuevos litigios.

(Fuentes de Wikipedia)

El Marquesado de Orellana la Vieja (1614-1759)El primer título de Marqués de Orellana fue concedido a finales de 1614 por Felipe III a Pedro de Fonseca Orellana y Figueroa. No sabemos si fue por la prestación de algún servicio a la corona o si fue adquirido por dinero, ya que durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y especialmente Carlos II, proliferaron las concesiones de títulos nobiliarios para aumentar los ingresos de la Corona.

Sucedió a Pedro Alfonso de Orellana y Toledo, 2º marqués de Orellana, su hijo Pedro Rodríguez de Fonseca, en 1639. El título pasó algunos años más tarde a su hijo Rodrigo de Orellana y Toledo.

Castillo-Palacio de los Altamirano, es la más emblemática construcción de Orellana la Vieja y símbolo de su señorío. Los primeros elementos de la primitiva Casa Fuerte datan de finales del siglo XIII. Juan Alfonso de la Cámara recibió en herencia una torre que probablemente construyó su abuelo hacia 1280. El primer documento que se refiere a ella data de 1340, en el testamento del primer señor de Orellana se hace referencia a ella como “la mi cassa fuerte de Orellana”. Igual expresión utiliza su hijo, Pedro Alfonso de Orellana, en 1341, en el documento de fundación del mayorazgo. Se supone que por esa época ya sufrió la primitiva fortificación sus primeras remodelaciones para convertirla en residencia de los señores de Orellana, aun conservando su naturaleza defensiva.

La construcción que hoy conocemos estaba formada por cuatro torres, dos redondas y otra dos cuadradas, unidas por una muralla que delimitaba un recinto cerrado de planta aproximadamente cuadrada, abierto a poniente por su puerta principal, situada junto a la torre albarrana.

No se conocen las sucesivas transformaciones sobre su estructura original, sí se sabe que perdería su carácter defensivo hacia mediados del siglo XVI, convirtiéndose en un hermoso Palacio. En esta época se construye en su interior un magnífico patio porticado, hoy desaparecido, de estilo plateresco, con arcos de medio punto en el piso inferior y arquitrabado en el superior, apoyado por columnas de capiteles jónicos, introduciéndose también los primeros elementos ornamentales y artísticos en el exterior de la construcción, según el gusto renacentista. Probablemente fue el padre de Francisco Becerra, Alonso Becerra, el autor de la remodelación de la fortaleza, por encargo de Gabriel de Mendoza el Viejo.

El documento más antiguo que se conoce del edificio es de 1728, cuando realiza visita de inspección a Orellana el juez trujillano Don Joaquín Antonio de Tapia, con motivo de la petición que hizo el marqués Don Juan Geroteo al rey para que le autorizara a solicitar un censo. Se describen en él determinadas estancias del Palacio: el Archivo, el Cuarto de los Azulejos, bodegas, caballerizas en el patio central, adosadas a la muralla, cocinas, dormitorios... Del informe del juez destaca el deterioro de la edificación. Las obras necesarias se tasan en 21.460 reales, pero no sabemos si llegarían a realizarse, probablemente por el estado de ruina económica del marquesado.

Hoy día se conserva la torre del Homenaje, un torreón circular y otras estancias y restos, entre ellos el escudo de los Orellana con diez roeles, y una inscripción. Los restos que se conservan, una vez donados por su propietario Don Pedro Bañuelos al Ayuntamiento, están siendo rehabilitados por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, poniéndolos en valor para disfrute de los orellanenses.

La Iglesia de Santo Domingo, construida seguramente por Hernando Alonso de Orellana, estaba situada en las cercanías de los muros de la casa fuerte que miraban hacia el sureste.

Convento de San Benito o de las Dominicas.Es una construcción del siglo XVI muy interesante, de estilo renacentista. Fue edificado a iniciativa de la propia casa de los Orellana, siendo su fundadora Dª Teresa de Meneses, viuda del sexto señor Don Rodrigo de Orellana. En 1528 Dª Teresa de Meneses obtiene licencia del Obispo de Plasencia para edificar el Convento, aunque tardará unos años en comenzar las obras del edificio en el que vivirán ella y sus hijas, Marina de Meneses y Ana de Sotomayor, que sería priora del Convento. Hacia 1540 la construcción ya se había iniciado, pero tendrán bastantes problemas para su financiación. Por ello, durante unos años viven en condiciones muy precarias ocupando algunas casas del pueblo. A partir de entonces entablan varios pleitos con los Monasterios de San Pablo y Santo Domingo el Real, en Toledo, en los cuales habían profesado como monjas, para la devolución de las cuantiosas dotes que habían aportado al ingresar en ellos, con este dinero se levantó finalmente el edificio.

El proyecto de la nueva iglesia sería concebido por Rodrigo de Orellana hacia 1520, al principio de su mandato como 8º señor de Orellana. Juan el Bueno en 1549 encomendó en su testamento que terminaran la construcción de su capilla mayor y el retablo, para lo que asignó una cantidad de 20.000 maravedíes, si bien no sabemos qué hicieron con este mandato.

Sí sabemos que el obispo de Plasencia, don Pedro Ponce de León encargó en 1570, siendo señor de Orellana la Vieja Juan Alfonso de Orellana, el proyecto de una nueva iglesia al maestro (arquitecto) trujillano Francisco Becerra. En la escritura de contrato se detallan las condiciones particulares de la obra, construida en una sola nave sin capillas laterales, con bóveda de ladrillo sobre su capilla mayor, representación típica de la iglesia de salón del siglo XVI. La obra comprendía la construcción de la nave central con su venera de cantería formando bóveda por encima del altar mayor, en la que debía figurar el escudo de armas del obispo y la sacristía. Se deja para más adelante la construcción de la torre que debía alojar las campanas, cuyas escaleras arrancarían desde el exterior de la puerta de la sacristía, sobre cuyo arco habría de colocarse otro escudo de armas del obispo.

La Iglesia Parroquial , con la advocación de la Inmaculada Concepción , es el monumento de Orellana la Vieja que mejor conservado ha llegado a nuestros días. Su fábrica de mampostería se alza exenta, presentando sucesivas transformaciones de diferentes épocas. Es de notables dimensiones, con cabecera semicircular y elevada torre unida a ella en su lienzo septentrional.

Tres accesos comunican con el interior, los de los costados de traza muy elemental, de medio punto, sin decoración. La de los pies es también de medio punto, con arco, jambas y pilastras, rematada con un frontón curvo partido, sobre un friso en el que hay restos de una inscripción en la que puede leerse “año 1659” . Encima de esta portada destaca una llamativa ventana, de estilo plateresco, con columnas abalaustradas sobre plintos.

Ayuntamiento.